Cada día, mientras ves a las mismas personas (tu jefe, por ejemplo, y tu pareja y tus hijos), haces lo mismo de siempre (vas en coche a trabajar, realizas las tareas diarias y la actividad física usual), vas a los mismos lugares (tu cafetería preferida, el supermercado que frecuentas y tu lugar de trabajo) y contemplas los mismos objetos (tu coche, tu casa, tu cepillo de dientes, incluso tu propio cuerpo), tus recuerdos habituales relativos al mundo que conoces te «recuerdan» que vuelvas a reproducir las mismas experiencias. Podría decirse que es el entorno el que nos controla la mente. Como la definición neurocientífica de mente es el cerebro en acción, reproduces repetidamente el mismo nivel de mente al «recordarte» a ti mismo quién crees ser con relación al mundo exterior. Lo que te rodea define tu identidad, porque te identificas con todos los elementos de los que se compone tu mundo exterior. Y como observas la realidad con una mente igual a ello, colapsas las ondas de posibilidades infinitas del campo cuántico en eventos que reflejan la mente que usas para experimentar tu vida. Creas más de lo mismo. Tal vez pienses que tu entorno y tus pensamientos no se parecen tanto como afirmo y que no estás reproduciendo la misma realidad de siempre. Pero si consideras que en tu cerebro está almacenado todo tu pasado y que tu mente es producto de tu conciencia, en cierto sentido siempre estás pensando en el pasado. Al responder con la misma configuración cerebral que coincide con lo que recuerdas, estás creando un nivel de mente idéntico al del pasado, porque tu cerebro está activando automáticamente los circuitos existentes para reflejar todo lo conocido y experimentado y que, por lo tanto, puedes prever. Según la ley cuántica (que por cierto sigue actuando en ti), tu pasado se está convirtiendo ahora en tu futuro. Reflexiona sobre ello: cuando piensas basándote en tus recuerdos del pasado, solamente puedes crear experiencias pasadas. Como todo lo que «conoces» en tu vida hace que tu cerebro piense y sienta de la misma manera de siempre, creando los resultados acostumbrados, sigues reafirmando tu vida tal como la conoces. Y como tu cerebro es igual que tu entorno, cada mañana tus sentidos te conectan a la misma realidad e inician el mismo flujo de conciencia. Toda la información sensorial que tu cerebro procesa del mundo exterior (procedente de la vista, el olfato, el oído, las sensaciones y el sabor) hace que tu cerebro piense de acuerdo con tu realidad cotidiana. Abres los ojos y sabes que la persona que duerme a tu lado es tu pareja por las experiencias que habéis vivido. oyes unos ladridos en tu casa y sabes que es tu perro pidiéndote que lo saques a pasear. Te duele la espalda y recuerdas que es el mismo dolor que sentiste ayer. Asocias el mundo exterior que conoces con quien crees ser, al recordarte a ti mismo en esta dimensión, en este tiempo y lugar en concreto.
Tus rutinas: conectando con tu yo pasado ¿Qué es lo que la mayoría de las personas hacemos cada mañana después de haber conectado con nuestra realidad a través de los recuerdos sensoriales de quién somos, dónde estamos, etc.? Pues nos mantenemos conectados a este yo pasado siguiendo una rutina constante, actuando automáticamente. Por ejemplo, seguramente te despiertas acostado sobre el mismo lado de la cama de siempre, te pones el albornoz del modo acostumbrado, te miras en el espejo para recordar quién eres y te duchas siguiendo una rutina automática. Después te arreglas para lucir el aspecto que todo el mundo espera de ti y te cepillas los dientes de la forma acostumbrada. Te tomas el café en tu taza favorita y comes los cereales de siempre para desayunar. Te pones la chaqueta que siempre llevas y te la abrochas sin darte cuenta.