¿EL ARTE EVOLUCIONA?
La teoría evolucionista del arte está estrechamente ligada a la cuestión de lo nuevo. Esa teoría no solo ve la creación artística como un proceso que va al encuentro del «verdadero arte», sino que también afirma que la evolución es el fundamento mismo del valor estético. Leamos las palabras de Piet Mondrian: «No basta explicar el valor de una obra de arte en sí; es necesario, sobre todo, mostrar el lugar que esa obra ocupa en la escala de la evolución de las artes plásticas». ¿Pero acaso el arte evoluciona? Y si evoluciona, ¿en qué dirección lo hace? Para Mondrian evolucionaba en dirección a un lenguaje plástico «puro», es decir, no figurativo, basado en los ritmos horizontal y vertical que, según la doctrina filosófica que abrazó, constituían los ritmos fundamentales de la naturaleza. Admitiendo que eso sea verdad, ya en los cuadros de los años veinte habría alcanzado esa plástica pura, que sería la esencia misma de la pintura. ¿Cómo evolucionar después de eso? La propia obra de Mondrian nos muestra que no era posible: durante décadas parece repetir, con pocas variaciones, el mismo cuadro, y cuando en 1943–1944, al pintar Victory y Broadway Boogie–Woogie, amenaza con romper la rigidez del esquema que había adoptado lo que anuncia en realidad es una vuelta a cierto impresionismo cromático próximo al lenguaje pictórico que había abandonado, una vuelta a la plástica «impura». Podríamos decir que no evoluciona sino que retrocede. En verdad, ni evoluciona ni retrocede. Y Mondrian era consciente del estancamiento al que había llegado, conforme se deduce de su teoría neoplasticista, que profetiza el fin del arte: él admite que lo que hace es «destruir la pintura» para que, en el futuro, la pintura se integre a la vida: es el fin del arte de expresión individual. No deja de ser instructivo observar que uno de los primeros artistas modernos en afirmar que el arte evoluciona no da, en su propia obra, un paso adelante en esa evolución; más aún: admite que ese paso adelante sería el fin del arte. Estos datos tendrían que haber bastado para que Mondrian sospechara que el concepto evolucionista del arte que había adoptado era un equívoco. De hecho, el arte no evoluciona; el arte cambia. No es fácil percibirlo con claridad debido a ciertos factores que indican una aparente evo134