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ALONSO BARROS VAN HÖVELL TOT WESTERFLIER
seguramente a raíz de su temprano e interesado impacto documental. Muchos autores lamentan, con razón, el hecho de que no se disponga de mayores antecedentes acerca del pasado arqueológico de los mixes. Esta carencia no les ha impedi do afirmar que, previo a la conquista, ellos sólo habitaban pequeños y dispersos asentamientos o rancherías disemina dos en torno del Cempoaltepec.150 Esta errada presunción podría deberse a un anacronismo burocrático, y al poco esfuerzo que se ha invertido en reconstituir una historio grafía de los ayuuk ja'ay.151 Sostenemos que los ayuuk ja'ay se “desparramaron” en aldeas y rancherías después del masivo despueble y reducción de sus tierras ancestrales ocurrido a lo largo del siglo xvi.152 El hecho de que no haya habido libros de historia sobre el pueblo mixe hace que, como ha observado Frank Lipp, éstos no hayan sido disci plinados por “la historia”:153 los documentos coloniales y poscoloniales que han intentado yuxtaponer su cronología a las memorias indígenas no han podido eclipsar aspectos y referentes territoriales más profundos. Indiferentes a la 150 Chance, The Conquest of the Sierra, pp. 11 y 72; Taylor, “Town and
Country”, p. 63; Winter, “La dinámica étnica”, p. 106, y Oudijk, “The Second Conquest”, p. 23. Diversos documentos testimonian la existencia de arquitectura monumental prehispánica dentro del actual Distrito Mixe, y AGN, Tierras, vol. 528, f. 3. 151 En un sentido conexo, Oudijk afirma que “debido a datos insuficientes y a una desprolija interpretación, los historiadores y etnógrafos modernos han llegado a la conclusión de que, en tiempos precoloniales, la Sierra Norte era una región subdesarrollada que apenas contaba con organiza ción social”. Oudijk, “The Second Conquest”, p. 36. 152 Chance, The Conquest of the Sierra, p. 68. 153 Lipp, The Mixe, p. 195.