inquietos: Castilla y Portugal. León, de más antigua prosa pia, pero militarmente más débil, se veía obligado con fre cuencia a apoyarse en los Almohades para neutralizar aquellas influencias entre las que se asfixiaba. En esto, Alfonso IX no hizo sino seguir los pasos de su padre, Fer nando II. 205 Sin embargo, cuando al fin el monarca leonés comprende que es imprescindible correr sus fronteras ha cia el Sur porque así lo exige la misión histórica de su reino, entonces tampoco puede hacerlo, pues en todas sus campañas se da de bruces con un obstáculo, con un estorbo que neutraliza y deshace todos sus planes. Este obstáculo, que de ninguna manera puede orillar y que se le hace imposible eliminar, es la imponente fortaleza de HIZN QAZRIX, que levanta sus rojas murallas erizadas de torres en el camino del Tajo al Guadiana. Este Oppidum fortisim un, como atinadamente !e lla ma el Cronicón Tudense, 206 es ni más ni menos que la llave del Tajo, puesto que de él arrancan los dos caminos que conducen a los únicos puentes que lo atraviesan: Alcántara y Alconétar, es decir, el Puente Grande y el Puente Chi c o .207 Desde la fortaleza de Qazrix, los Almohades pueden acudir rápidamente a cualquier punto que los leoneses amaguen sobre la frontera. Al mismo tiempo esta fortaleza es asimismo la llave del Guadiana, en sentido inverso. Al fonso IX no puede emprender ninguna marcha hacia el Sur dejando a sus espaldas esta población m ilitar que puede albergar entre sus muros diez mil guerreros. Por eso, todos los planes de la Reconquista leonesa tienen como primera etapa táctica, la debelación de Cá ceres. Pero ¿cómo?... Sus murallas son altas y recias y tienen unas cuarenta torres que las defienden por todos lados. Dentro de su gran alcázar caben víveres para mu cho tiempo y bajo sus cimientos, un gigantesco aljibe ase 205 Son obras ya clásicas para estudiar cuanto se refiere a los re yes de León, la de Julio González Regesta de Fernando II. Madrid, 1943, y Alfonso IX. Madrid, 1944. 206 IV, 8. Escrito en 1236. 207 Alcántara significa El Puente, así dicho por antonomasia. Alco nétar, el Puente Pequeño, seguramente llamado por contraposición al grrnde de Alcántara, cuya altura, ya que no su longitud, es muchísimo mayor.
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gura a sus defensores contra la sed. Alfonso llega una y otra vez a los muros de Cáceres y siempre se estrella en ellos, como le ocurrió a su padre en 1184. Seguramente, esta fortaleza es una obsesión para el rey. En vano reúne aprestos militares, pide ayudas, hace predicar cruzadas. La suerte le es adversa en 1213 y en 1218. En 1221 Cáceres es una cuña musulmana en el reino leonés. Valencia de Alcántara y hasta Alburquerque, a pocas leguas de Bada joz, son ya cristianas. 208 La fortaleza cacereña en cambio, resiste campaña tras campaña en 1222 y luego 1223 y en 1225. Las crónicas dan diversas explicaciones para los fracasos: Unas veces es el mal tiempo: Facía tan grandes aguas que no podían y durar. 209 En otras se achaca al rey el haberse dejado comprar. Más de una vez ha de esca par con sus huestes, sangrientamente escarmentado. La causa de tantas dificultades es una sola. Hizn Qazrix es inexpugnable. Hemos de llegar ya a una época de plena descomposición almohade, entrado el segundo cuarto del siglo XIII, para que sea posible al tesonero rey leonés la conquisia de esta fortaleza. No ha quedado más prestigio musulmán en Al Andalus que el valiente Aben Hud, cuya corte de Murcia queda muy lejos. Caída Cáceres y como era de prever, la ocupación rápida de toda Extremadura es un hecho automático. Mérida, Montánchez, Alhange y Badajoz, pasan a poder cristiano al año siguiente. Trujillo y Santa Cruz, por la parte de la Extremadura castellana, pocos años después. ¿De dónde ha salido este Hizn Qazrix? La historia de Cáceres durante la dominación árabe, ha sido hasta ahora un perfecto misterio. Desde las últimas citas romanas de Norba Cesarina o de Castra Cecilia, hasta ¡as primeras cristianas de los anales y documentos de León y Castilla a final del siglo XII y principios del XIII, hay por lo que res pecta a esta población una inmensa laguna, en la cual sólo flota como dato muy dudoso, la célebre moneda de Leovigildo, conmemorativa del castigo de una ciudad lla mada Cesarea. Luego, como única fuente árabe en que a» J. GONZALEZ, Alfonso IX, ya citada, pág. 195. 209 Anales Toledanos, I, 9.— Saco estas notas del magnífico reper torio documental inserto al final del tomo I de la obra Estudios de His toria de Cáceres, de D. ANTONIO FLORIANO, varias veces citade.
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