VII Concurso Pedrito Botero 2011

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Sin título Al otro día me desperté y me dije a mi mismo: éste va hacer un día muy largo, porque en la ceremonia me encontré con Tamara quien me dijo que nos viéramos en la plaza a las nueve y media, entonces me alisté rápido para llegar temprano. Tamara ya estaba allí cuando yo llegué, ella me regañó porque había llegado tarde. Así que nos fuimos para la biblioteca donde le preguntamos a la bibliotecaria que si nos hacía el favor de ayudarnos con el nombre de nuestro barrio, ella rió tan fuertemente que su jefe tuvo que subir a regañarla, ella enojada por el regaño de su jefe nos dijo que nos marcháramos de la biblioteca y que cuando quisiéramos volver, volviéramos calmados. Tamara y yo nos sentamos en una cafetería cerca a la plaza, allí había un hombre quien nos comenzó a hablar sobre él. Tamara y yo nos mirábamos entre sí y sacábamos risitas, el hombre estaba completamente loco, él decía que cuando era chiquito llegaba su papá disfrazado de pepino y se reía de él, entonces Tamara y yo nos fuimos corriendo muertos de la risa hasta llegar a la plaza, donde nos encontramos con el hombre que más tiempo llevaba viviendo en ese barrio. Yo le pregunté que si nos podía contar alguna historia, él comenzó a contárnosla hasta que Tamara dijo: señor necesitamos que nos diga por qué no tiene nombre, por qué nadie se ha tomado la libertad de ponerle un nombre, hay un hombre medio loco por ahí que dice que él va a colocarle el nombre al barrio, pero también dice que quien le intente colocar el nombre será comido por sus perros. Han pasado ya varios años y ese hombre no ha sido capaz de colocarle nombre al barrio. Tamara y yo nos miramos y dijimos: nosotros le pondremos nombre al barrio, así ese hombre nos tire los perros encima. Entonces el anciano rió y desapareció de inmediato. Tamara y yo regresamos a la biblioteca y ella dijo que colocáramos al gatito de ella en un árbol y que hiciéramos como si lo rescatáramos. Intentamos de todas las formas que el gatito de Tamara subiera al árbol, lo cual fue imposible, entonces nos rendimos y dijimos: ojala que el hombre de los perros si sea capaz de ponerle un buen nombre a este barrio.

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