Apocalipsis y lealtad. Culto, política y devoción en el libro de Apocalipsis, por J. Nelson Kraybill

Page 203

Nuevas todas las cosas

201

Juan de Patmos creía en Jesús y puede que se contara entre los que habían huido de Jerusalén cuando se declaró la revuelta en el 66 d.C. Era también judío, y no sorprende descubrir que Jerusalén figura prominentemente en su visión. En Apocalipsis 11, uno de los pasajes más difíciles de desentrañar, Juan recibe una vara de medir, con la instrucción de medir el templo de Dios. Se supone que el momento de esta visión debería ser antes de que Roma destruyera el templo en el 70 d.C., lo cual vendría a indicar que Juan recibió esta revelación por etapas, a lo largo de décadas.

Los dos testigos mueren en Jerusalén La visión, en Apocalipsis 11, se anticipa a la ocupación de Jerusalén por los ejércitos paganos: el patio exterior del templo será «entregado como botín a las naciones, que hollarán la ciudad santa durante cuarenta y dos meses» (11,2) 2. Juan espera la aparición de dos testigos vestidos de sayal, que profetizarán y padecerán martirio (11,3). No podemos estar seguros de la identidad de estos individuos, pero sabemos que caen víctimas de la bestia. Aparentemente son seguidores de Jesús que mueren en Jerusalén, «la gran ciudad a la que se da el nombre simbólico de Sodoma y Egipto, y en la que fue también crucificado su Señor» (11,8). Al impedir que llueva, se encuentran en la tradición de Elías (1 R 17,1). Al hacer que las aguas se vuelvan sangre y asolar la tierra con plagas, nos recuerdan a Moisés. No está muy claro qué quiso indicar Juan con esas alusiones. Por cuanto Juan denuncia amargamente a Jerusalén como «Sodoma y Egipto», podemos inferir que se había vuelto un lugar difícil para los cristianos. Sodoma era la quintaesencia de ciudad perversa en la memoria judía; y Egipto había sido el lugar de esclavitud y opresión. Quizá los dos testigos fueron seguidores de Jesús que permanecieron en Jerusalén cuando el alzamiento judío fue cobrando fuerza. Hubo un régimen brutal de ley marcial cuando los líderes rebeldes —que Josefo tacha de ladrones— pugnaban entre sí por el control de la insurrección. Si los cristianos o cualquier otro querían negociar una paz con los Romanos cuando Jerusalén sufrió un largo asedio (68-70 d.C.), se habrían encontrado en apuros. Josefo dice que los líderes de la insurrección, que «estaban divididos sobre cualquier otra cosa, condenaron a muerte como

Cuarenta y dos meses vienen a ser tres años y medio. En el libro de Daniel, la cifra tres y medio indica un período breve, pero intenso, de sufrimiento o persecución (7,25; 9,27; 12,7). 2


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.