Los magníficos bastiones del Galayar son la escuela de escalada alpina por excelencia de la zona Centro. A 180 kilómetros de Madrid, enclavados en el macizo de Gredos, sus altos picachos conforman un paraje fantástico y sugestivo, a la vez que inquietante; “de trágica belleza” describieron antiguamente a su murallón. Alejadas de los círculos de moda, sus centenares de vías aguardan cada fin de semana al grupo de “escogidos” que caminan sus casi dos horas hasta la base. Para el senderista, los Galayos representan una continua sorpresa en una de las excursiones más bellas de la Península.
Galayos la Castilla escaladora
Al este del macizo central de Gredos, los Galayos encaraman al cielo sus paredes verticales formando un laberinto aparatoso de agujas y riscos de difícil parangón. El Galayar, como también se le llama, es único; al menos, ésta es la opinión generalizada entre quienes lo conocen. La primera visión del Galayar deja un recuerdo indeleble, sobre todo si se tiene suerte y se está solo, o al menos con poca gente, y más todavía si los cendales de niebla bailan alrededor de los riscos. Su inconfundible perfil, con al menos una cuarentena de imponentes agujas de hasta trescientos metros rozando la verticalidad, formando perfectos prismas y esbeltísimas cúspides, le hace parecer como una ciclópea catedral de piedra pura con «raras y puntiagudas agujas», como escribió un extrañamente escueto Camilo José Cela. Parece que fuera un palacio erizado de mil torretas, petrificado de pronto por un sortilegio en flechas y atalayas como llamaradas de roca, y que uno asistiera como un privilegio a una escena de ensueño con personajes invisibles y volanderos, indiferentes al vacío, gnomos risueños y atareados en un bosque frondoso de roca, saltando de un peñón a otro. Son muy pocos quienes saben que existe en Cádiz un pueblo también llamado Galayos, en el término municipal de Arcos de la Frontera, así como que galayo es una voz de origen árabe que significa roca pelada que se eleva en algún monte, prominencia de roca, desnuda y aislada. Aunque aquí más bien se trata de todo un monte de rocas peladas.