Mirada de soslayo

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Análisis del documento fotográfico: “La mirada de soslayo” de Robert Doisneau

Sofía Arguis Molina 1º Máster de GUSID Asignatura: Documentación informativa (análisis de imagen)


SUMARIO

1. BIOGRAFÍA DE ROBERT DOISNEAU........................................................................ 3 2. ANÁLISIS DE LA IMAGEN: “LA MIRADA DE SOSLAYO”.......................................... 8 2.1. Datos Básicos..................................................................................................... 8 2.2. Descripción ........................................................................................................9 2.3. Historia y Contexto de la imagen..................................................................... 10 2.4. Interpretación y Análisis documental............................................................... 12

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1. BIOGRAFÍA DE ROBERT DOISNEAU Nacido en Gentilly el 14 de abril de 1912, justo a las afueras de París, Doisneau vivió en los suburbios hasta el final de sus días: el apartamento de Montrouge que alquiló en 1937 fue su hogar hasta su muerte. En 1925 se formó como grabador litográfico de la École Estienne de París, y gracias a ello empezó a trabajar como tipógrafo en el Atelier Ullmann. Poco después de su llegada, se abrió un estudio fotográfico en el Atilier; Doisneau comenzó a trabajar como ayudante y sustituyó a su jefe cuando éste renunció a su empleo. Fascinado por ese medio, tomó Robert_Doisneau fotografiando por las prestada una cámara y realizó sus primeras calles de París. fotografías en los años 1929 – 1930. Son imágenes sin personas, pues era muy tímido; retrató adoquines y una valla repleta de carteles deteriorados. El año 1931 fue una fecha significativa: Doisneau empezó a trabajar como ayudante de André Vigneau, fotógrafo, dibujante y escultor reputado. Vigneau, hombre de ideas revolucionarios, le abrió las puertas de un mundo totalmente nuevo: el de las vanguardias artísticas. Conoció a pintores y escritores como Prévert y quedó sobrecogido por las imágenes fotográficas que descubrió de Germaine Krull, Kertész, Man Ray, las imágenes nocturnas de Brasaï y las fotografías del propio Vigneau. Aquello fue toda una revelación: en 1932 compró su primera cámara, una Rolleiflex. Empezó entonces a fotografiar París y las zonas residenciales de Gentilly, y a retratar niños y adultos (aún desde una distancia respetuosa), siempre inmersos en fondos significativos. Cosechó su primer éxito con la publicación en el diario L’Excelsior (25 de septiembre de 1932) de unas imágenes tomadas en un mercado de segunda mano. Pero el servicio militar se interpuso entre Doisneau y su debut. Al regresar, la crisis económica nacional había repercutido en el estudio de Vigneau, quien tomó una nueva dirección, como también hizo Doisneau. En junio de 1934 se incorporó como fotógrafos en Renault. Aquel mismo año contrajo matrimonio con Pierrette y se trasladó al apartamento de Montrouge. Los domingos paseaba con su esposa por las orillas del Marne o por las poblaciones aledañas, donde tomó fotografías como “El avión de papá” (1934). En las fábricas de Renault se respiraba una disciplina rígida y la monotonía del trabajo. Allí Doisneau descubrió el mundo de los obreros industriales, un mundo de dignidad y solidaridad que nunca olvidaría, ni siquiera tras ser despedido en 1939 por llegar tarde sistemáticamente. Tras ser despedido Doisneau se puso en contacto con Charles Rado, directo de la agencia Rapho, quien le ofreció realizar un reportaje sobre piragüismo. Pero entonces estalló la guerra. Desmovilizado en 1940, Doisneau, sobrevivió en el París

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ocupado gracias a un sinfín de artimañas, como vender en el Hôtel des Invalides postales con pinturas y grabados que narraban la vida de Napoleón y que inmortalizaban las hazañas del emperador y estadista. Maximilien Vox le encargó elaborar una serie de retratos científicos y también trabajó como grabador, en ocasiones confeccionando documentación falsa para la Residencia. Tomó imágenes de la vida en el París ocupado, algunas de ellas alegóricas. En “Caballo caído” (1942) presagió el destino de su país. La liberación de París despertó en Doisneau un deseo frenético de actividad. No hay cadáveres en sus fotografías; la violencia queda sustituida por una crónica de la naturaleza verdaderamente popular del levantamiento. Aquellas imágenes le reportaron gran éxito, fueron publicadas extensamente y le valieron una invitación para incorporarse a la agencia ADEP en 1945. Suzanne Laroche había relanzado la antigua agencia Alliance en la que, por un breve periodo, trabajaron nombres como Cartier-Bresson, Capa, Jahan y Seeberger. Durante un tiempo se imprimían no menos de treinta y cuatro diarios distintos sólo en París. El público estaba sediento de noticias e imágenes. Los grandes ilustradores y fotógrafos del periodo de preguerra reaparecieron, manteniendo intacto su estilo característico: el de las fotografías optimistas, humanistas y poéticas en las que se retrataba la vida obrera. Decepcionado con el trabajo en ADEP, Doisneau se alegró al saber por su amigo Ergy Landau que la agencia Rapho renacía bajo la dirección de Raymond Grosset. En ella coincidieron Landau, Brassaï, Nora Dumas, Ylla y Émile Savitry, a los que se unió Willy Ronis en 1947. Entre 1945 y 1960, Doisneau colaboró con varias publicaciones, y de manera más intensa con “Le Point”, la revista fundada por Pierre Betz, para quien realizó una serie de retratos de personalidades culturales, como Picasso, Braque y Paul Léautaud. Paralelamente continuó fotografiando su mundo de los suburbios. Su secreto era la paciencia: “esperar el milagro”. “Sentía un placer perverso retratando a los marginados sociales, tanto a las personas como sus entornos […], unos entornos que testimoniaban el dolor humano y me parecía cargados de nobleza. Unos entornos donde la vida transcurre sin más y los rostros de quienes madrugan resultan conmovedores.” Pero aquello no le interesaba a nadie. A nadie, salvo a Blaise Cendrars. De la colaboración entre ambos nación “La Banlieue de París” (1949), una obra por la que Doisneau sintió siempre una especial ternura. Ilustrativo del mundo de su infancia y juventud, de su propio hábitat, el libro fue una suerte de autorretrato. Era en su una antología de quince años de recopilación aleatoria de “valores para los que el mercado bursátil no tenía tiempo” y de “elementos anteriormente considerados insignificantes”, cada uno de los cuales, no obstante, poseía un gran valor emotivo. Aragon tildó las imágenes de “populistas”, mientras que Cendrars se mostró partidario de aquellas fotografías antiacadémicas como un estilo inimitable. Posteriormente, Doisneau se unió a otros vagabundos, poetas de la calle, como Jacques Prévert y Robert Giraud, junto a los que escudriñó París de día y de noche.

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Robert Giraud desempeñó un papel crucial en el desarrollo de la visión de Doisneu, abriéndole las puertas de la vida nocturna de París, así como las del arte alternativo y marginado. Aquellas expediciones nocturnas sirvieron de antídoto vital a un fotógrafo que dedicaba sus días a trabajar para “Vogue” (1949), retratando un mundo de moda y Robert Doisneau (izquierda) y André Kertész, prosperidad completamente ajeno al que Arlés, 1975. había amado y al que devolvieron sus deambulaciones nocturnas, que lo llevaron hasta Montparnasse y Saint-Germain-desPrès. Allí fue confeccionando su propio archivo fotográfico inmortalizando los antros de jazz del subsuelo y a sus asiduos. Asimismo, se concentró en los cafés de famosos y en quienes los frecuentaban: Juliette Gréco, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Albert Camus, Georges Brassens, Jean Cocteau y Jean Dubuffet. En 1950, la revista Life encargó a la agencia Rapho realizar un reportaje fotográfico sobre los amantes de París. El resultado fue la célebre serie “Besos”, que incluye “El beso del Hôtel de Ville”, que es a Doisneau lo que el “Ángelus” a Millet. Pese a estar en su gran mayoría preparadas, las fotografías de la serie “Besos” muestran una complicidad deliciosa con los participantes de este teatro típicamente parisino. La serie fue un éxito tanto en Estados Unidos como en Francia. Dos diarios, “Ce Soir” y “Point de Vue” publicaron estas fotografías donde, sobre fondos reales, se reproducían a la perfección gestos de auténticos amantes. El éxito que Doisneau disfrutó en Estados Unidos le ayudó a exponer junto a Brassaï, Willy Ronis e Izis en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1951. Las décadas de los cincuenta y los sesenta fueron las más prolíficas de Doisneau: estaba en todas partes. Además de imágenes publicitarias y de su trabajo para “Vogue” y otras publicaciones de moda, prosiguió cosechando pequeños instantes de maravillas personales que guardó en sus archivos Sus fotografías más famosas, como “Los carniceros melómanos” y “Mademoiselle Anita”, fueron el resultado de sus caminatas nocturnas por las calles de París junto a Robert Giraud. En 1955, Giraud dedicó a Doisneau su “Le Vin des rues”. Doisneau dejó “Vogue” en 1953. Su diversidad y curiosidad le permitieron aprovechar la extraordinaria ola de publicaciones fotográficas que emergió en la época. Tras “Les Parisiens tels qu’ils sont”, que incluía un texto de Giraud (1954), publicó “Instantáneas de Paris” (1956), con un prefacio de Blaise Cendrars. También colaboró en incontables antologías. Por entonces ya se había hecho un nombre: la asociación Gens d’Images, creada por Albert Plécy y Raymond Grosset, le concedió el premio Niepce en dos ocasiones consecutivas, en 1956 y 1957. Doisneau pertenecía al grupo XV, sucesor de Le Rectangle, creado por Emmanuel Sougez en 1936, y participó en las exposiciones del grupo, junto a nombres como Lucien Lorelle, René-Jacques, Garban y Willy Ronis hasta su disolución en 1957. También mostró su obra en la exposición de 1952 “The Family of Man”, organizada

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por Edward Steichen. Tras cosechar un éxito inmenso, la exposición recorrió todo el mundo. En los años sesenta, la fotografía sufrió una especie de eclipse. El número de publicaciones y exposiciones mermó y el medio se fue tornando cada vez más comercial y decorativo, con consecuencias nefastas para la fotografía de autor. La televisión hacía grandes incursiones en la prensa tradicional, que pasó a preferir las imágenes neutras frente a las humanistas.

Robert_Doisneau fotografiado por Bracha L. Ettinger en su estudio fotográfico en Montrouge en 1992.

Por un tiempo, una nueva ola de fotógrafos especializados pareció sofocar el atractivo de la generación de Doisneau. Liberado de muchas cargas profesionales, Doisneau optó por regresar a las calles. Sin embargo, los problemas económicos y familiares, así como la enfermedad de su esposa, le obligaron a aceptar trabajos por los que apenas sentía interés, y debido a ello tuvo que retrasar la ejecución de sus proyectos personales. Para él y para muchos otros, aquellos fueron años oscuros…

La esperanza renació la década siguiente. En 1970 se creó el festival Rencontres Internationales de la Photographie d’Arles a instancias de Lucien Clergue, Michel Tournier y Jean-Maurice Rouquette. Los Rencontres devinieron un acontecimiento anual y marcaron el punto de partida de una nueva era para la fotografía francesa e internacional. Su reconocimiento del papel de la fotografía de autor sirvió de catalizador para un conjunto de iniciativas, como la inauguración de la Galería Municipal del Château d’Eau en Toulouse a cargo de Jean Dieuzaide o de la galería Gaillard de París y la inauguración de la Fundación Nacional de la Fotografía de Francia. En 1975, Claude Nori, fotógrafo y fundador de la editorial Contrejour, restauró la gloria del mayor fotógrafo parisino publicando la primera retrospectiva sobre Doisneau, “Trois secondes d’eternité” (1970). Tras ella, el Centro Nacional de Fotografía francés, la institución creada en 1982 por Jack Lang y dirigida por Robert Delpire, editó un volumen de bolsillo con la obra de Doisneau. Doisneau recuperó así la gloria de antaño y las nuevas generaciones descubrieron su trabajo y quedaron maravilladas por aquellas imágenes recopiladas aleatoriamente y tomadas sin pretensión alguna, por le simple placer de mirar. A partir de entonces, exposiciones y distinciones se sucedieron ininterrumpidamente, convirtiendo al fotógrafo más modesto en una estrella de primer orden en los medios. Sus libros, postales y pósters se vendían por miles. Su obra “Les doigts pleins d’encre”, con un texto de su amigo Cavanna, vendió más de 300.000 ejemplares.

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La magia del cine continuaba atrayendo a Doisneau, quien admitía sin reparos que el “realismo poético” de las grandes películas de los años treinta le había influido de manera decisiva. Doisneau se encargó de la fotografía en varios filmes, incluidos “El silencio es oro” (1947) de René Clair, “París 1900” (1947) de Nicole Védrès, “Disparad al pianista” (1960) de Truffaut y, sobre todo, “Un domingo en el campo” (1984) de Bertrand Tavernier. Durante la década de los ochenta, Doisneau realizó varios experimentos con vídeo, entre los que destaca un cortometraje para el festival Recontres Internationales de la Photo d’Arles y una película corta titulada “Les Visiteurs du Square”, rodada en 1992. No obstante, como era de esperar, los últimos años de su vida los dedicó a la fotografía, retratando a artistas, intérpretes y personajes famosos, y publicando libros con sus fotografías y textos de autores como Cavanna y Daniel Pennac, quienes compartían su sentido del humor y su filosofía.

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2. ANÁLISIS DE LA IMAGEN: “LA MIRADA DE SOSLAYO” 2.1. Datos Básicos

Título: La mirada de soslayo (Galeria Romi) Autor: Robert Doisneau Lugar: Galería Romi, Rue de Seine, París. Año: 1948 Género: Fotografía artística, Fotografía social

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2.2. Descripción Imagen en blanco y negro, plano medio, de una señora y señor de mediana edad, bien vestidos, de clase media – alta, observando el escaparate de una tienda de cuadros (Galería Romi), en la calle “Rue de Seine” en la zona Saint-Germain-des-Prés, uno de los cuatro barrios del VI Distrito de París en 1948. La fotografía está tomada desde el interior de la tienda, en una posición que podría ser la del vendedor que mira a los transeúntes que pasean por la calle y se interesan por los cuadros que tiene expuestos en la Galería. Ambas personas, quizás marido y mujer, están mirando cuadros del escaparate, pero sus acciones y reacciones frente a ellos son claramente diferentes. La mujer está mirando el cuadro que tiene delante de sí y que el espectador de la fotografía no puede ver. Parece ser que está interesada y está haciendo algún comentario sobre él. Así lo muestran sus gestos: boca abierta y mano hacia arriba. Mientras tanto, su marido no está observando el cuadro que le gusta a su mujer, sino que de reojo está observando otra obra expuesta en el mismo escaparate de la tienda, que esta vez sí, el observador de la fotografía puede ver porque está situado en el lateral del escaparate: se trata de una pintura de una mujer casi completamente desnuda salvo por unas botas altas negras, que está de espaldas, ligeramente reclinada hacia delante y apoyada en un mueble tipo recibidor, destacando de todo el cuadro sus nalgas desnudas ya que ocupan el centro del mismo. Parece ser que el marido está más interesado en la desnudez de la modelo del cuadro, que en su mujer, el cuadro que a ésta le gusta y lo que ella le está diciendo.

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2.3. Historia y Contexto de la imagen La imagen tomada por Robert Doisneau, forma parte de una serie compuesta por 14 fotografías en la que el autor muestra las reacciones de los viandantes ante un cuadro de una mujer desnuda expuesto en el escaparate de la Galería Romi, situada en la rue de Seine en París. Esta serie muestra el comportamiento de los parisinos que pasean por esa calle ante el cuadro: mujeres de clase alta, hombres jóvenes, un gendarme, una pareja, señoras jóvenes, un hombre mayor,… se asombran, sorprenden, se escandalizan, tienen curiosidad, se divierten, lo miran con recelo o reprobación. Es una manera de acercarse a las personalidades de los fotografiados, a través de sus diferentes maneras de reaccionar: la cámara fotográfica actúa como una cámara oculta, como un voyeur, que observa sin ser visto; con toda la paciencia para retratar el momento justo en el que mostramos nuestra esencia.

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2.4. Interpretación y Análisis documental La fotografía analizada plantea un curioso cruce de miradas: la mirada del fotógrafo, que observa sin ser visto desde el escaparate, la mirada de la mujer hacia el cuadro que tiene delante de ella, ajena a lo que pasa a su alrededor, y la mirada del marido que se dirige hacia el cuadro de la mujer desnuda. fotógrafo Esta imagen representa las diferencias que existen entre el hombre y la mujer, en este caso en sus gustos por el arte: la mujer parece interesada por el arte (suponemos) y no por el erotismo que desprende el cuadro que tiene a su izquierda (aunque quizás todavía no se ha dado cuenta de su existencia); sin embargo, el que suponemos que es su marido, está más interesado por el cuerpo de la mujer desnuda, como se puede observar por esa mirada ladeada que le dirige, intentando que su mujer no se de cuenta.

Otros significados que puede transmitir esta fotografía son el de la infidelidad (del hombre, en este caso), la hipocresía de la clase – media alta con respecto al sexo, así como su represión. DESCRIPTORES 1. DESCRIPTORES TOPOGRÁFICOS París (Francia) 2. DESCRIPTORES CRONOLÓGICOS 1948 3. DESCRIPTORES ONOMÁSTICOS Robert Doisneau 4. DESCRIPTORES TEMÁTICOS REFERENCIALES Tiendas de arte, Cuadros, Desnudo femenino, Matrimonio, Calle comercial, Comercio del arte 5. DESCRIPTORES TEMÁTICOS NO REFERENCIALES Infidelidad; Erotismo; Sexo; Hipocresía; Represión sexual; Diferencias hombre – mujer; Clase media – alta parisina 6. DESCRIPTORES FORMALES Fotografía artística, Fotografía social

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