Trilogía cubana

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en una tenia un carrete de blanco y negro y en otra un carrete de color. Poco a poco me fui dando cuenta que sabiendo que en una cámara tenía esta posibilidad de poder disparar en color, veía la realidad de manera distinta. Empecé a ver los lindos colores que tenia la isla y en particular modo su campo, con sus extraordinarios matices verdes, amarillos, rojos y azules. Pero no eran solamente los colores los que me llamaban la atención; me di cuenta que cuando sacaba fotografías en color le prestaba mayor atención a simples naturalezas muertas que jamás hubiera “visto” en blanco y negro, a los detalles del rostro de una persona, a los paisajes. Si a todo esto se agrega, que al mismo tiempo empecé a fotografiar también con una cámara panorámica llegamos al epílogo de esta historia. Como un niño con un nuevo juguete me quedé fascinado con esta nueva cámara que me brindaba una nueva manera de ver y encuadrar la vida. Añadí esta tercera cámara que coloqué alrededor de mi cuello. Durante los últimos cinco años, nunca me separé de ellas.

una caja de fotografías. No sabía exactamente que tenía dentro. A la vista de la primera foto toda mi memoria regresó y empecé a mirarlas. Después de haber visto las primeras veinte, tuve esta sensación clara que a pesar de haberlas sacado en Cuba y en blanco y negro, este grupo de fotos contaban con otra percepción, con otra sensibilidad, con otro ojo diría. Las sentía mas tiernas, más abarcadoras, más intimas. Comido por la dudas que probablemente me sentía así porque eran mis fotografías, decidí compartirlas con mi amigo Juan en Veracruz. Lo invité a cenar y al final de la comida le puse esta caja negra delante de él en la mesa y le dije: “dime que opina de estas fotografías”, tratando de mantener un tono de voz que fuese lo más neutral posible. Después de haber ojeado una veintena de imágenes, Juan tuvo una reacción parecida a la mía; me dijo: “Ernesto son muy lindas y a la vez muy distintas a las otras.” En este último año he empezado otra vez el largo proceso de edición junto con mis estudiantes. Con el favor de Dios, en el 2014 Isla, este tercero y ultimo capitulo sobre mi vida cubana, se hizo realidad. EB

Intercambiaba las tres con una naturalidad y una frescura que nunca más he podido alcanzar desde aquel entonces. No pensaba en crear proyectos, en hacer libros, simplemente disfrutaba de mi vida cubana, mi familia, mis amigos campesinos. El simple deleite de ver poesía en todo lo que me rodeaba me hacia feliz. Intentaba, según la situación, atrapar un momento fotográfico, al menos con una de las tres cámaras. Aquellos años cubanos fueron memorables y extraordinarios en su sencillez diaria. Confieso que con el pasar del tiempo fuera de Cuba casi había olvidado estas fotografías panorámicas en blanco y negro. Hace un año, casi por casualidad, abrí Ernesto Bazan / México


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