Una variedad de estudios ha demostrado que los niños de todo el mundo ponen un gran énfasis en su capacidad para jugar fuera con sus amigos en sus vecindarios locales inmediatos. Foto: Jon Spaull
organizadas de recreo y aprendizaje, que por supuesto también desempeñan papeles importantes en el desarrollo del niño. Sin embargo, las características del juego libre, como el control, la incertidumbre, la flexibilidad, la novedad, la falta de productividad, son las que producen un alto grado de placer y, simultáneamente, el incentivo para continuar jugando. Las investigaciones neurológicas recientes indican que este tipo de comportamiento desempeña un papel importante en el desarrollo de la estructura y la química del cerebro. De hecho, sugieren además que el juego controlado por los niños puede representar un comportamiento evolucionado vital que es necesario para el funcionamiento óptimo físico y emocional.
La importancia del juego y su comprensión
Si bien parece ser que la intención original para la inclusión del artículo 31 era algo enraizado en la lucha contra el trabajo en la infancia, la ipa siempre ha mantenido una visión mucho más amplia; el reconocimiento de la gran variedad de beneficios que el juego aporta a todos los niños del mundo. La investigación ha establecido que el juego contribuye al desarrollo del cerebro, crea flexibilidad, mejora la creatividad y desarrolla la resistencia frente al estrés. Numerosos investigadores han estudiado con cierta autoridad la conexión entre el juego y el bienestar de los niños. Finalmente, lo opuesto del juego no es trabajar, sino “no jugar”. Y no jugar puede ser devastador para los niños. En un documento reciente de la ipa (ipa y bvlf próximamente)
que examina el valor del juego dentro de las categorías de unicef (2008) de provisión, protección y participación, se concluye que “el juego desempeña una función esencial en el desarrollo de la resiliencia de los niños con respecto a los beneficio de los sistemas adaptativos (regulación de la emoción, respuesta frente al estrés, vínculos con los colegas y los lugares, placer, aprendizaje y creatividad) que surgen de su gran imprevisibilidad, espontaneidad, sin sentido, irracionalidad y también del sentido de control de los niños. Los adultos necesitan estar seguros de que los entornos físicos y sociales en los que viven los niños son adecuados para su juego o, de lo contrario, su supervivencia, bienestar y desarrollo se podrían ver comprometidos”. Las barreras para el juego libre
Si bien el mundo industrializado se enfrenta a algunos de los principales problemas a la hora de proporcionar una variedad adecuada de entornos y el tiempo suficiente para que los niños jueguen libremente, la mayoría de los niños del mundo se enfrentan a peligros como el agua contaminada, los sistemas de alcantarillado abierto, las ciudades superpobladas y las calles peligrosamente congestionadas, así como una enorme inseguridad social. Con diferencia, las limitaciones globales más graves para el juego libre de los niños es la falta de apreciación de su valor por parte de la mayoría de los adultos y esto incluye a los
Bernard van Leer Foundation | Espacio para la Infancia | Noviembre 2009