
3 minute read
Amor eterno
L
a Val d’Aran es una fuente inagotable de leyendas e historias. De todas ellas, los Amantes de Bausen continúan ocupando un lugar privilegiado. El idilio entre Francisco y Teresa es el relato de un romance indestructible, de amor verdadero, forjado a principios del siglo XX y que el pasado 10 de mayo se cumplieron los 100 años de la muerte de Teresa en este bello pueblo de la Val d’Aran, tal como nos ilustra Jèp de Montoya, Presidente de la Sección Aranesa del Institut d’Estudis Aranesi-Acadèmia Aranesa dera Lengua Occitana. >>
Advertisement





Amor eterno
Cien años después, la leyenda de los Amantes de Bausen sigue siendo la historia más bella de la Val d’Aran.
Texto: Anna Affeltranger Fotos: Francesc Tur

El pueblo, todos a una, construyeron en 24 horas un pequeño cementerio donde descansan los restos de Teresa y que hoy se puede visitar
Eran los años veinte cuando dos jóvenes, Francisco, de la casa Dolceta, y Teresa, de la casa Belana, se enamoraron. En aquella época en los pueblos de montaña importaba más de la casa que eras que no tu apellido, de ahí esta referencia histórica. Pero cuenta la historia que entre los dos había un parentesco, lo más normal de la época dada la escasa movilidad geográfica de aquel entonces y la ausencia de forasteros en el Valle. Y cuando se quisieron casar tenían que pagar una Dispensa a la iglesia, situación también habitual para recibir la aprobación de Roma y la Santa Iglesia.
La leyenda narra que Francisco y Teresa no pudieron pagar la Dispensa, situación sobre la que apuntan dos teorías. La más popular hace referencia a la falta de recursos de la pareja mientras que otra destapa que Francisco, que había vivido en Francia y tenía otra mentalidad, tal vez no quiso pasar por la obligación que ponía la Iglesia.
Fuera como fuera, Francisco y Teresa se fueron a vivir juntos soliviantando a la Iglesia. Habían desobedecido a Roma. Eso sí que debía ser amor verdadero porque jamás contaron con la bendición del párroco local, que se llamaba Joaquín Tellosa y estuvo al frente de la parroquia de Bausen de 1878 a 1925.
Los primos tuvieron dos hijos que les colmaron de una felicidad efímera porque Teresa se puso enferma y un 10 de mayo de 1916 fallecía de neumonía a la edad de 33 años. El dolor atenazó el corazón de Francisco por la pérdida de su amada. Pero el drama no tenía fin. Al no estar casados el sacerdote se negó a enterrarla en el cementerio como una creyente más.
La respuesta del pueblo fue unánime y cuenta la leyenda que en 24 horas construyeron otro cementerio a unos 400 metros del otro para poder enterrar a Teresa en un lugar digno. “A mi amada Teresa, que falleció el 10 de mayo de 1916 a la edad de 33 años”, se puede leer en el epitafio en la tumba más visitada por los turistas en la Val d’Aran. Cuenta la historia que Francisco se fue a vivir a Francia con sus hijos y allí murió. Su voluntad era que fuese enterrado junto a su amada Teresa pero la Guerra Civil lo impidió.
Con todo, el cementerio civil donde descansan los restos de Teresa es uno de los puntos de peregrinación de los senderistas. Ubicado a las afueras del pueblo de Bausen, a 945 metros de altura, el monumento al amor eterno emerge en un lugar llamado Coret, justo al final de un camino de montaña, y es el principal reclamo de un pueblo que vivió una de las historias más intensas de amor verdadero que ha pervivido a través de las décadas.
Cuando la pareja se quiso casar no pudo pagar la Dispensa a la Iglesia pero igualmente se fueron a vivir juntos, “en pecado”

Bausen