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nuestra historia
Balcei 171 mayo 2017
dueña de casa puede hoy concentrar sus gastos sobre tal o cual otro. Se consigue evitar un exceso de consumo —porque la situación de guerra impone el racionamiento de los principales artículos de consumo— y al mismo tiempo se deja a los consumidores un margen de libertad que el racionamiento estricto no puede asegurar. En cuanto a la ropa, al calzado y a los utensilios caseros, se lleva una contabilidad especial. El calculo en dinero ha desaparecido hace poco, siendo sustituido por una libreta en la cual figuran 24 puntos al año por individuo en cuanto a los utensilios de cocina, 60 para el calzado y 120 para la ropa. El concepto del valor varía seguramente para estos artículos según las posibilidades de abastecimiento. Los gastos hechos son asentados en la página que corresponde a cada familia. Esta práctica permite, por medio de estadísticas precisas, establecer las tendencias generales de consumo y una información general minuciosa sobre la vida económico-social de la población. Colectividades Libertarias en España, pág. 168. Gastón Leval En caso de enfermedad, el médico emitía un vale de suplemento de alimentación y en caso de maternidad se entregaba una tarjeta con 162 puntos que daban derecho a cien gramos de carne por día, pastas alimenticias, jabón y lejía. Los forasteros o los militares de paso, lo tenían complicado para adquirir productos, tenían que cambiar el dinero republicano por vales de la colectividad. Con el consiguiente jaleo con los cambios, como nos cuenta James Neugass soldado americano de la XV brigada Internacional, que pasó las navidades del 37 en Alcorisa. «No sólo el pueblo de Alcorisa emite moneda propia, sino que sus comerciantes también gozan de ese privilegio. Un día compré un pañuelo. Costaba una peseta. Sólo tenía un billete de cinco pesetas. El tendero me dio de cambio cuatro papelitos blancos sellados, y con un “a canjear por prendas de confección por valor de cuatro pesetas” marcado con tinta. Más tarde compré una botella de vermut en un bar, pero no pude pagarla con mis vales de prendas de confección. Tras unos días llevaba los bolsillos repletos con un montón de raídos vales de bar, vales de prendas y vales de panadería. Y lo malo no es sólo eso. La moneda de Alcorisa no sirve en Alcañiz; la moneda de Mas de las Matas no sirve en Alcorisa; las monedas de Caspe, Lérida y Barbastro no sirven en Mas de las Matas». La guerra es bella, pág. 89 James Neugass
Comercio de Matías Iranzo Félez.
La calle de los ricos (calle Mayor) fue la calle con más tiendas habilitadas por la colectividad. Se aprovecharon las tiendas ya existentes, en algunas seguían los antiguos propietarios. En la mayoría fueron sustituidos por otras personas de la localidad, sus antiguos dueños fueron ejecutados la mayoría de ellos al principio de la guerra. La primera tienda para dar comida en la calle mayor, fue en el convento de las Monjas, también usado como sastrería, almacén de legumbres y reuniones. «Nos daban vales para la cebada de las caballerías y para la comida de toda la semana. Luego íbamos a alguna tienda de la colectividad, como la que había en la capilla de las monjas y nos daban medio kilo de pan, azúcar y carne, poca, aunque
había alguno que antes de la colectividad ni la probaba». Teresa Espallargas Espallargas, 1913 Bajando la calle, al otro lado nº 14 estaba la ferretería de Matías Iranzo Félez. Era tienda de ropa y algunos testimonios dicen que también despacho de leche. Esta estaba reservada a los niños y personas enfermas. «A mi madre le traían medio litro de leche, todos los días, porque estaba enferma. Así lo había mandado el médico». Carmen Alloza Belenguer, 1920 «Rogelio Carreras Salas recetaba leche y mi madre, con agua o sin agua tenía que haber para todos». Pedro Josa García, 1932