BALCEI, nº143

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viva la música

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septiembre 2012

Antonio Vivaldi Igor Stravinski comentó en una ocasión que Vivaldi no había escrito nunca quinientos conciertos, sino «quinientas veces el mismo concierto». No deja de ser cierto en lo que concierne al original e inconfundible tono que el compositor veneciano supo imprimir a su música y que la hace rápidamente reconocible. (Venecia, 1678 - Viena, 1741) Compositor y violinista italiano del barroco tardío, se trata de una de las figuras más relevantes de la historia de la música. Su maestría se refleja en haber cimentado el género del concierto, el más importante de su época. Autor prolífico, la producción de Vivaldi abarca no sólo el género concertante (o concierto: una obra para instrumento solista acompañado por una orquesta, con una estructura determinada que la caracteriza), sino también abundante música de cámara (piezas compuestas para formaciones instrumentales pequeñas), vocal y operística. Célebre sobre todo por sus cuatro conciertos para violín y orquesta, reunidos bajo el título Las cuatro estaciones, cuya fama ha eclipsado otras de sus obras igualmente valiosas, si no más, Vivaldi es por derecho propio uno de los más grandes compositores del período barroco (periodo que va desde principios del s. XVII hasta mitad del s. XVIII), impulsor de la llamada Escuela veneciana (a la que también pertenecieron Tommaso Albinoni y los hermanos Benedetto y Alessandro Marcello) y equiparable, por la calidad y originalidad de su aportación, a sus contemporáneos Bach y Haëndel. Poco se sabe de la infancia de Vivaldi. Hijo del violinista Giovanni Battista, el pequeño Antonio, se inició en el mundo de la música probablemente de la mano de su padre. Orientado hacia la carrera eclesiástica, fue ordenado sacerdote en 1703, aunque sólo un año más tarde se vio obligado a renunciar a celebrar misa a consecuencia de una enfermedad bronquial, posiblemente asma. En realidad, su vocación musical estaba por encima de la eclesiástica. Así, en 1703, recién nombrado sacerdote, ingresó como profesor de violín en el Pio Ospedale della Pietà, una institución destinada a formar muchachas huérfanas. Ligado durante largos años a ella, muchas de sus composicio-

Arno Bornkamp en Alcosax.

nes fueron interpretadas por primera vez por su orquesta femenina. En este marco vieron la luz sus primeras obras, como las Suonate da camera Op. 1, publicadas en 1705, y los doce conciertos que conforman la colección L’estro armonico Op. 3, publicada en Amsterdam en 1711. Con ellas, Antonio Vivaldi alcanzó renombre en poco tiempo en todo el territorio italiano, desde donde su nombradía se extendió al resto del continente europeo, y no sólo como compositor, sino también, y no en menor medida, como violinista, uno de los más grandes de su tiempo. Basta con observar las dificultades de las partes solistas de sus conciertos o sus sonatas de cámara para advertir el nivel técnico del músico en este campo. Johann Friedrich Armand von Uffenbach, un rico arquitecto que asistió a uno de sus conciertos, escribó en su cuaderno: “Hacia el final, Vivaldi interpretó un magnífico solo seguido de una cadencia improvisada que me dejó verdaderamente estupefacto, pues no es posible que alguien haya tocado o llegue nunca a tocar así. Colocaba los dedos a un pelo del puente, hasta el punto de no dejar sitio para el arco, y lo hacía además sobre las cuatro cuerdas, realizando imitaciones y tocando con una rapidez increíbles.” Conocido y solicitado, la ópera, el único género que garantizaba grandes beneficios a los compositores de la época, atrajo también la atención de Vivaldi, a pesar de que su condición de eclesiástico en principio le impedía abordar un espectáculo considerado en exceso mundano y poco edificante. De hecho, sus superiores siempre recriminaron a Vivaldi su escasa dedicación al culto y sus costumbres laxas. Inmerso en el mundo teatral como compositor y empresario, Ottone in Villa fue la primera de las óperas de Vivaldi de la que se tiene noticia. A ella siguieron títulos como Orlando furioso, Armida al campo d’Egitto, Tito Manlio y L’Olimpiade, hoy día sólo esporádicamente representados. La fama del músico alcanzó la cúspide en el meridiano de su vida con la publicación de sus más importantes colecciones instrumentales, Il cimento dell’armonia e dell’inventione Op. 8, en la que se incluyen Las cuatro estaciones, y La cetra Op. 9. Pero a fines de la década de 1730 el público veneciano empezó a mostrar menor interés por su música (coincidiendo con el fin del periodo barroco y el nacimiento de una nueva forma de hacer música, el periodo clásico), por lo que Vivaldi decidió probar fortuna en Viena, donde murió en la más absoluta pobreza un mes después de su llegada. A pesar de este triste final y de un largo período de olvido, la obra de Vivaldi contribuyó a sentar las bases de lo que sería la música

Antonio Vivaldi.

de los maestros del clasicismo, sobre todo en Francia, y a consolidar la estructura del concierto solista. En el siglo XX volvió a aparecer el interés por la obra de Vivaldi. Mencionemos a Antonio Fanna, Gian Francesco Malipiero, Angelo Ephrikian y en especial Alfred Einstein, quienes han difundido, editado y grabado en disco las obras de Vivaldi, muchas veces partiendo de manuscritos originales del compositor. Otra de las grandes rescatistas de Vivaldi es la mezzo-soprano italiana Cecilia Bartoli quien lo ha incorporado en varios de sus recitales y conciertos y ha grabado un disco con el título «The Vivaldi Album» (1999) y otro en el año 2000 nombrado por ella «Viva Vivaldi». Finalizamos el artículo enumerando una serie de curiosidades referidas a la vida de este genial músico: • Vivaldi recibió el apodo de il prete rosso (el sacerdote pelirrojo) por el color de su cabello. De hecho, era una característica de su familia, y su padre ya era conocido con el sobrenombre de rosso. • En 1737 fue acusado de no decir misa siendo sacerdote, pero él se defendió alegando su asma; sin embargo, su enfermedad pulmonar no le restó capacidades a la hora de viajar por Europa. • En el funeral de Vivaldi, celebrado en la catedral de Viena, cantaron los niños del coro de la catedral, entre los que se encontraba el futuro compositor Joseph Haydn. • Es uno de los temas centrales en la novela de ficción histórica La Copa Antonio Vivaldi, en la que una competición de música nombrada en su honor sustituye a la Copa Mundial de Fútbol. • Su ópera "Montezuma", es el tema central de la novela de ficción histórica, Concierto Barroco de Alejo Carpentier 1974. Esta ópera, que versa sobre la conquista de México bajo una interpretación poco apegada a la realidad; fue estrenada en Venecia en 1733, en el Teatro Sant’Angelo. Benito Gómez, un maestro de Música.


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