BALCEI, nº 138

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colaboraciones

noviembre 2011

EXPLORADOR DE PROXIMIDAD Tenemos la mala costumbre de pensar que si no volamos en avión, sacamos un billete de tren, montamos en un barco o nuestra espalda sufre la tortura de ir encerrada varias horas en un cubículo de metal, no estamos viajando, pero la realidad es bien distinta, como decía un antiguo sabio: «Cada salida es una entrada a otro lugar». Cuantos de nosotros nos hemos sorprendido con la peculiar forma de un chopo en nuestros breves paseos, con la extraña formación rocosa que podemos ver desde la carretera en nuestros quehaceres diarios o ante la descripción entusiasta de un amigo o amiga de algún lugar cercano desconocido para nosotros. Eso es lo que me gustaría transmitir en esta nueva sección que hoy comienzo en nuestro periódico local, la belleza y peculiaridad de lo cercano, los lugares que nos transportan en el tiempo y en el espacio. Rincones de nuestra geografía más próxima que nos dejen sin aliento o nos transmiten una paz necesaria en momentos de dificultad. Espero contribuir a que conozcamos un poquito más dichos lugares, y a despertar la curiosidad del lector para que en su próxi-

Vista aérea de los Fontanales.

ma salida, inicie la entrada a otro lugar... un lugar al que viajar sin necesidad de sacar billete.

Los Fontanales

La fuente de los Fontanales es uno de esos lugares en los que nuestro ritmo cardíaco se silencia, en los que escuchamos nuestra propia respiración, en los que nuestra mente desconecta del día a día y disfruta de la belleza y peculiaridad de un paisaje labrado por el tiempo, el rió Guadalope y la mano del hombre. Se accede por un camino de tierra en muy buenas condiciones desde la carretera que comunica Calanda y Mas de las Matas, cercano al lugar donde el rió Bergantes o Valenciano (Así lo llaman los más ancianos del lugar) desemboca en el río Guadalope. El cauce del rió dibuja varios meandros en la cola del embalse de Calanda. Es en el primer meandro donde se encuentra la fuente de «Los fontanales». Una fuente de alto valor, no sólo por su belleza paisajística, sino también por la calidad de sus aguas. Esta fuente mana de una inmensa pared de roca de aproximadamente 200 metros, que «llora» por diferentes caños el liquido elemento, entregándolo al río para que se mezcle con sus aguas. Actualmente son nueve los afloramientos por donde brota el agua, un agua fría

Chopos de gran envergadura vistos desde uno de los caños. Pasan la mayor parte del año parcialmente sumergidos en las aguas del pantano.

y cristalina que discurre por las laderas de lo que normalmente suele ser parte del embalse de Calanda. El lugar es paradisíaco. Habitualmente inundado por las aguas del embalse lo que ayuda a mantener el lugar limpio, sin basuras, ni exceso de vegetación. Al ser la cola del pantano, las crecidas de los dos ríos han depositado una

Vista general de los Fontanales.

arena fina parecida a la de la playa, bajo los chopos, lo que da al lugar un aspecto todavía más acogedor. En las laderas del cauce ha crecido una fina y verde hierba que da al lugar un aspecto pirenaico, un recuerdo de los grandes valles de montaña. Llama la atención la presencia de grandes chopos cuyo tronco queda parcialmente bajo las aguas del pantano, sin embargo han conseguido adaptarse a unas condiciones ambientales que no son las más propicias para ellos. También en dicho lugar se haya el refugio de los pescadores, un pequeño recinto donde los pescadores o excursionistas tienen la posibilidad de realizar fuego de forma autorizada o refugiarse en días de mala climatología. Rodeada de montañas de roca caliza, destaca sobre todas ellas el pico de la Tarayola, de 802 metros de altura, lugar magnífico para contemplar todo el entorno desde una situación privilegiada. Dicho pico da nombre a la Asociación Cultural «Tarayola» del municipio de La Ginebrosa, una asociación muy involucrada en las actividades culturales y recreativas de la localidad. La fuente de los Fontanales, siempre ha tenido gran importancia para nuestros antepasados, de hecho, a unos cientos de metros del lugar se encuentran las ruinas del Castillo musulmán de «Buñol». Encaramado sobre un cerro que domina la desembocadura del Bergantes sobre el Guadalope. Hoy sólo quedan pequeños muros de piedra y restos de la vieja ermita de la Magdalena. El territorio donde se asienta, fue en un principio poblado Ibero, siendo ocupado poco después por los Romanos. En el 714, las tropas de Muça llegaron a Buñol ocupándolo sin resistencia. En 1169 llegaron los cristianos. Su dueño fue Blasco de Alagón por donación de Jaime I. Su hijo Artal le dio carta puebla en 1291 y en 1295 lo permutó con los templarios. Estuvo en manos del temple hasta que se disolvió la orden. Poco a poco, al ser conquistada Morella, y desplazarse la frontera, el lugar se fue despoblando, siendo abandonado definitivamente durante el siglo XIV. En definitiva, el conjunto medioambiental en el que está enclavada la fuente de los «Fontanales» no deja indiferente a nadie. Es sin lugar


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