BALCEI, nº 124

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homenaje a antonio y a pepe ya herencia los que aquí nos hemos reunido recibimos bajo el compromiso de ser dignos continuadores de su obra y de seguir trabajando en el espíritu que la institución cuyo nombre lleva nuestro Colegio nos enseña desde hace siglos: el pacto, el amor a la Libertad y la certeza de saber a quién nos debemos.

Las APAs del colegio y del instituto ofrecieron un ramo de flores a las esposas de los homenajeados.

Después vendría el trabajo en común, el compromiso con el Colegio y con Alcorisa, los proyectos conjuntos y la complicidad. Saber que entre nosotros había una relación profesional que en muy poco tiempo se convirtió en una relación personal en la que lo más importante era la libertad con que nos hablamos, nos tratamos y nos quisimos. Vivimos multitud de situaciones que nos ayudaron a crecer, a mí como su sempiterno discípulo y a él como a un eterno meritorio capaz de asumir los vertiginosos cambios sociales, culturales y educativos que llegaban sin pedir permiso pero que hizo suyos con la prudencia de que hacía gala en cada decisión que tomaba. Antonio compartía nombre con mi Antonio, mi padre, mi sangre manchega, mi raíz alcalaína. Una curiosa coincidencia que nos divertía y nos unía un poco más, pues unidos hemos vivido estos años de principio y fin de siglo. Antonio ha sido uno de mis maestros. No en el aula, no con la pizarra como compañera, pero sí en la vida, sí en el ejercicio de esta bendita profesión que nos ha unido y nos ha permitido recorrer juntos tantos senderos. Él, que estaba enamorado del amor por Mª Jesús; él, que enseñaba tanto porque tanto aprendía; él, que elegía siempre escuchar pues así se sentía más vivo, supo saber que es de necios saber que sabes y por eso eligió los caminos de la presencia permanente. También supo elegir a sus amigos, con los que vivió en primera, segunda y tercera personas la lealtad, esa escasa mágica virtud que él practicó como pocos y que le permitió recibir el reconocimiento de su pueblo de adopción, Alcorisa, cuando fue nombrado pregonero de sus Fiestas de Septiembre. Mayor reconocimiento de toda una comunidad no existe y él aceptó orgulloso en su humildad, pues sabía que ahí se escribía, con letras blancas como la tiza, como su cabello generoso, el afecto de varias generaciones. Y sus amigos, decía, que había que ver la sonrisa de otoñal complacencia que nos regalaba cuando nos veía a los tres juntos, a Benito, a Ángel y a mí mismo o cuando nos reuníamos además, como en el mar abierto, con Antonio y Salvador. Nuestra unión era su triunfo, el del esfuerzo común. Hoy la Comunidad Educativa del Colegio «El Justicia de Aragón», por acuerdo unánime de su Consejo Escolar, dedica uno de sus rincones más queridos, la Biblioteca Escolar, a la memoria de Antonio. Es nuestro mejor dictado, nuestra más exacta multiplicación, nuestro más completo mapamundi. Con este acto completamos una parte de nuestra Historia cu-

PEPE FUE ALCALDE DE ALCORISA Y ESE CAMINO DE COMPROMISO LO CONSTRUYÓ CON LA ESPERANZA CIUDADANA Pepe ha sido alcalde de Alcorisa durante tantos años como su pueblo quiso que lo fuera. No hay honor más encendido ni comunión más profunda que la que una comunidad establece con quien le representa y esa antorcha la mantuvo viva mientras nuestra voz, vuestra voz se lo pidió. Pepe fue alcalde de Alcorisa y ese camino de compromiso lo construyó con la esperanza ciudadana, la que le aplaudía a la luz del día y la que le apagaba las sombras de su trabajo. Destinó su palabra y sus hechos al progreso de su pueblo y encontró compañeros de viaje en puertos ocultos y llanuras despejadas. Su empresa fue la de muchos y logró sumar el esfuerzo de quienes bebían su misma agua, pero también de quienes miraban horizontes diferentes. Esa fue su grandeza, esa la razón de tantos esfuerzos comunes. No diré que conocimos a Pepe. Más bien diré que él nos conoció a nosotros. Recibimos su saludo al poco de llegar a Alcorisa y nos regaló un mensaje de futuro cálido. Sus primeras palabras, las recuerdo bien, fueron para anunciarnos un mañana compartido, como si nos quisiera hacer saber que nuestro viaje iba a tener una parada prolongada en este pueblo aunque nosotros aún no lo supiéramos. Nos habló de Alcorisa y nos enseñó que sus calles son, en realidad, amables estancias para el viajero que, despistado o no, ata sus caballerías en la vieja Posada Montaña con la sola idea de pasar una noche, como lo hacía mi abuelo hace tantos años cuando recorría la provincia para transportar cuanto era capaz, y al fin decidiera quedarse a ver crecer la vida. Las recuerdo bien, como recuerdo que no preguntó de dónde veníamos. Eso sí, en seguida nos invitó a su mesa, la del trabajo, la del compromiso, la del esfuerzo. Y nos gustó ver que en esa mesa no estaba solo, sino que había un buen número de proyectos, distintos aunque con un mismo fin, dispuestos al combate por el progreso. Pepe fue alcalde de Alcorisa, pero ha sido, y sobre todas las cosas, alcalde de la Educación y la Cultura. Los proyectos escolares, las iniciativas pedagógicas, los vientos orillados por la experimentación y la reforma educativa siempre encontraron en él a un valeroso paladín, aquel que confió plenamente en nosotros y sembró en campos dispuestos a la luz ancha y limpia. Siempre sentimos que éramos escuchados, comprendimos que éramos comprendidos y abrimos nuestro entendimiento a diferentes formas de entender. Nuestra Comunidad Educativa, el Campus Educativo de Alcorisa, como gustamos lla-

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julio 2009

marnos según afortunada expresión que acuñamos hace tiempo en una de las muchas reuniones que mantenemos los Equipos Directivos de Alcorisa que, hay que decirlo, son desde hace mucho tiempo reuniones de amigos, ha vibrado con Pepe y sabemos que él también ha sentido el calor de los maestros y maestras de este Colegio. Hemos recorrido caminos de ida y vuelta, hemos descubierto juntos que hay más senderos que ideas y, juntos también, hemos abierto ventanas dispersas que aguardaban impacientes que unas manos firmes como las suyas, decididas como las nuestras, girasen la manivela de la noche para encontrar el azul del cielo. Y Pepe lo ha sabido. Ha sabido siempre que nuestro Colegio crece cada día y ha compartido con nosotros nuestro entusiasmo, incluso cuando las dificultades nos visitaban, porque nos dio la mano para sentirnos más fuertes cuanto más unidos estábamos; porque cuando notamos el aliento de la dificultad sentimos el calor de su apoyo y porque cuando acogimos los desafíos que la sociedad nos propuso nos prestó su palabra y, sobre todo, sus hechos para completar la llegada al puerto necesario. Hoy, Pepe, queremos que sientas de cerca el reconocimiento a tu empeño por parte de la Comunidad del Colegio «El Justicia de Aragón» por acuerdo unánime de su Consejo Escolar. Pero queremos, sobre todo, que sientas el aroma de la infancia y la juventud alcorisana, la que fue, la que es y la que será, pues aquí conocieron el conocimiento, aquí supieron del saber y, lo más importante, aquí empezaron a ser ciudadanos. Que mañana, cuando otro sol entre por esas ventanas y otro aire perfume estas estancias, el espíritu que hicimos nuestro y que se encarna en nuestra forma de ser como pueblo y como ciudadanos siga vivo y la Historia sepa que hubo un alcalde, por nombre Pepe Azuara, que entendió que la educación no es patrimonio de las ideas, sino empeño de las personas de bien. Intervención de Juan A. Pérez Bello en el homenaje a Antonio Pérez y a José A. Azuara

Mª Jesús descubre la placa de la biblioteca dedicada a su marido Antonio Pérez.


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