Pregón BaezaCofrade 2008

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PREGÓN BaezaCofrade 2008


Edita: BaezaForos.com Š 2011


PREGÓN

Baez aCofrade 2008

Mª Dolores Viedma Jódar


Aún cuanto suene a repetitivo, este año la Cuaresma y la Pasión nos llega teniendo aún los polvorones en la boca, los niños aún cantan los villancicos, la recogida de la aceituna casi terminada… pero nuestros corazones ya necesitan oler incienso, nuestros ojos quieren sentir como los recorren las lágrimas, los oídos ya están listos para el chisporrotear de los cirios de la candelería de la Madre de Dios, nuestras manos levemente se atreven a tocar el terciopelo y nuestra boca ansía notar el último beso antes de comenzar con la penitencia. En nuestra Muy Noble y Leal Ciudad se empieza a presagiar los momentos que se vivirán en pocos días y que configuran un cuadro de todo punto inexplicable de fe, de devoción popular, de tradición, pero no de cultura como nos quieren imponer, los cofrades perfectamente lo entendemos, conocemos todos esos aspectos y matices tan diversos y que al foráneo visitante le es difícil de entender. Pero nuestras Hermandades y Cofradías son corporaciones de fieles que además de atender fundamentalmente al culto interno y externo de las benditas imágenes titulares, son las encargadas de extender y expandir la fe y la devoción popular en nuestro entorno más cercano. Pero, por si nos pareciese poco, ellas representan una de las principales estructuras asociativas y de convivencia vecinal de Baeza y deben de ser tenidas en cuenta, no se limitan a estrenar enseres sino que hoy día están integradas en la vida parroquial con todos sus aspectos de caridad y asistencia al hermano necesitado, obviamente siempre habrá quien vea el vaso medio vacío, pero entre todos debemos ayudar a que se llene y si es posible rebose. Pues bien, los miembros de este Foro han ido buscando y han elegido de entre la amplia nómina de cofrades que lo integramos, y como es norma de uso, democráticamente, al pregonero de 2008, para que desde este virtual


atril me preceda en loar a nuestras corporaciones penitenciales, pueda abrir su enorme y generoso corazón y entregarlo a esta joven liturgia que entre todos estamos creando: El Pregón de BaezaCofrade. Para mí es un autentico honor el ceder de los trastos a una gran amiga, Mª Dolores Viedma Jodar, Loles, desde hoy CHITA deja de ser un nick sin rostro, ¡lo siento! Loles, como todos la conocemos, baezana de nacimiento y de convicción,… pero, ¡que voy a decir yo que no se sepa de nuestra querida pregonera! Persona comprometida con su fe que la ha llevado a convertir en parte de su trabajo, ya que para el que no la conozca, le diré que, nuestra Pregonera es profesora de Religión en el Colegio San Juan de la Cruz de nuestra ciudad, centro en el que va formando cristianamente al futuro de nuestra comunidad, labor encomiable y digna, desde aquí, aprovecho públicamente para darle mi más sincero reconocimiento y aplaudir todo el esfuerzo para seguir transmitiendo nuestra fe, nuestro credo, en definitiva hacer de nuestros hijos unos verdaderos seguidores del Maestro. Muestra de la bondad de nuestra pregonera es que además en la parroquia de San Pablo, desarrolla la labor de catequista, amén de pertenecer a Manos Unidas, así como al antiguo grupo de voluntariado de La Milagrosa, de feliz recuerdo para algunos foreros. De siempre ha vivido su infancia vestida de terciopelo negro y sedas blancas, colores familiares y que, cómo no, me hacen recordar al gran cofrade que fue Francisco Viedma, recuerdas las de veces que hemos intercambiado los antiguos faroles de los penitentes para el Domingo de Ramos y el Viernes Santo. ¡Cómo para olvidarse de él! que siempre estaba ahí ante cualquier necesidad, cualidad que, junto a otras muchas, puedo dar fe han heredado sus tres hijos, buenos cofrades


y aún mejores personas. Paco, que contento tienes que estar sintiendo en la Cofradía eterna estas alegrías y la de tertulias que estarás montando con tu amigo Andrés. Si bien su hermandad de Las Tres Marías ocupa un lugar muy importante en su vida, no puedo dejar escapar la oportunidad para alabar su gran trabajo en Las Escuelas, dónde siendo Tesorera en la junta que presidía mi amigo, hermano y vecino Antonio, comenzó a ir formando su familia, verdadero núcleo de nuestra sociedad y a la que tantos palos se la está dando; así y de la mano de su compañero de viaje entró en dos hermandades señeras y muy familiares, La Caída y El Niño; y siguiendo la tradición familiar, siempre está la familia, ingresó en la hermandad de Las Angustias y en la que ha llevado vestida de nazarena del Descendimiento uno de los faroles de su Cruz Guía. Pero no se me podía olvidar que como hija de Baeza, el 15 de agosto acompaña a nuestra Bendita Madre del Alcázar dando muestra pública de su amor como hija. Sé que este Pregón se ha concebido de noche, y que has revivido aquellos momentos de estudiante que no encontraba momento de acostarse, y que le has quitado tiempo a tu marido y a tu hija Mónica, por cierto bonito nombre. Señora Pregonera, yo no te voy a desear suerte, porque sé que no la necesitas para abrirnos tu corazón y mostrarnos tus convicciones, tus sentimientos, tus lágrimas y por supuesto tu fe, si te quiero, ya anunciar, que a partir de estos momentos dejan de ser tuyas para pertenecer a estos cofrades, que esperan con deseo y devoción leer el más bello pregón. ¡Chita, hermana y amiga, ha llegado tu momento! Manuel D. Lozano Guerra Cruz-Guía – Pregonero 2007


A mi marido, por estar junto a mí en todo momento, soportando mis debilidades y necesidades, respetándome y apoyándome en mis decisiones, entregándome día a día todo su amor y aceptando mis errores con el mayor de los respetos. Gracias Antonio por ser mi compañero de viaje en este largo y duro camino que es la vida. A mi hija, el mejor de los regalos que Dios me ha dado, fruto del amor y fundamento de esta familia que un día formamos. Mónica, solo deseo que seas la que el día de mañana recoja el vástago que tu padre y yo hemos heredado en relación a Dios y a nuestra Santísima Madre. A mi madre, Tere y hermanos, Pepe y Toni, porque junto a ellos he aprendido lo que es el verdadero y desinteresado amor a tu cofradía, sin horas ni días para el descanso, sin mirar ni dinero ni trabajo y el cumplimiento de la voluntad de Dios, en las duras pruebas que marca la vida. ¡Gracias mamá y hermanos! Especialmente a ti, papá, porque tú y solo tú, has sido el verdadero ejemplo que he tenido que seguir para llegar a ser lo que hoy en día soy: una sencilla cofrade más, que ama por encima de todo a Dios y a los demás. Así me lo demostraste durante toda tu vida, entregando lo mejor de ti a la cofradía que ha sido la que ha marcado todos los momentos dentro de nuestro seno familiar. Te marchaste, vísperas de cuaresma, sin despedirte, pero tu cercanía está presente en tu mujer, hijos y nietas con las que Dios te ha vuelto a bendecir. ¡Gracias papá me siento muy orgullosa de ti! A la última en llegar a la familia, mi pequeña Teresa, te lo dedico a ti también, porque segura estoy que cuando algún día puedas leer esto sentirás la dicha y la felicidad del regalo que Dios te hizo al nacer en esta familia. Espero sigas los pasos de tu padre.


“Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna”. (Jn, 3 16-17)

No quería dejar pasar por alto esta cita del Evangelio de Juan la cual, considero, va a ser el centro nuclear de mi pregón. Ya fue elegida por mi persona en el pasado mes de octubre para el reverso de las estampas que se repartieron al finalizar la bendición del retablo y grupo escultórico de mi Cofradía; hoy, al igual que en aquel día, quiero compartirla con todos vosotros, a modo introducción a esta pequeña y humilde exhortación a nuestra amada Semana Mayor. Me siento muy vinculada tanto sentimental como espiritualmente a ella, y aprovecho de antemano, desde aquí para dar las gracias a cuantos han confiado en mi persona para la elaboración de éste sencillo pregón, esperando sea de vuestro agrado. Esto que van a leer es lo que yo opino, pienso y siento, pero soy yo y por eso agradezco de antemano el mero hecho de haber dedicado un precioso tiempo de vuestras vidas para leerlo. Gracias y espero os guste. Como bien indica el sentido etimológico de la palabra pregón: proclamar, anunciar en voz alta, yo, desde estas pequeñas palabras que hoy comparto con todos quiero iniciarme, anunciando y proclamando la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Nada de cuanto celebramos durante estos días de Semana Santa con nuestros pasos en la calle, el trabajo realizado a lo largo de todo un año en torno a nuestras Cofradías y Hermandades, cada una de las celebraciones litúrgicas que celebra la Iglesia y en definitiva, el cristianismo, nada tendría sentido sin la Resurrección del Maestro, de la Esperanza, de la Salvación. Así nos lo muestra Jesús y nos lo anticipa en ese encuentro que tuvo lugar con Nicodemo: “...el Hijo del hombre tiene que ser levantado en alto, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna.” (Jn 3, 14-15)


Fue sometido a toda clase de torturas, ultrajes y por último, a la peor de las muertes, la crucifixión, una muerte que se produce por asfixia y que lentamente va encharcando los pulmones y parando todos los órganos vitales. Hecho singular, único y trascendental para la humanidad, lo hizo por todos y cada uno de nosotros, creyentes y no creyentes, pecadores todos e hijos de Dios y hermanos unos de otros que un día se nos fue ofrecido a través de nuestro Bautismo. Llegó hasta el final de todo con sola una meta: redimirnos, salvarnos, liberarnos del pecado y ofrecernos la vida eterna. ¡Qué bonito y hermoso es todo esto!, Dios, hecho hombre, nos ama, te ama, con un amor sin medida. Cada vez que tengo delante la imagen de Jesús crucificado, me viene a la cabeza una pregunta: ¿Sería yo capaz de entregar mi vida, de esa manera por los demás? Cuando digo de esa manera, quiero enfatizar que no solamente murió, sino que padeció y sufrió como anteriormente he mencionado una muerte durísima viendo como cada uno de los que Él había amado, ayudado y estado a su lado en muchos momentos de felicidad le habían abandonado, se quedó sólo, y todos aquellos cuantos le habían recibido con alegría en su llegada a Jerusalén cambiaban su actitud condenándole a muerte. ¡Fácil de contestar!, ¿verdad? ¡Cuanto amor hay que tener, para llegar a estos términos! Hermanos cofrades, nuestra meta no tiene ni debe de ser solamente nuestra Cofradía o Hermandad, es mucho más, es el seguimiento a Cristo, muerto y resucitado para nuestra salvación. Cuando el Maestro celebró junto a sus apóstoles la cena pascual, nos dio un mandamiento nuevo que debe cumplir todo cristiano, seguidor de Cristo: “Os doy un mandamiento nuevo: Amaos los unos a los otros. Como yo os he amado, así también amaos los unos a los otros. Por el amor que os tengáis los unos a los otros reconocerán todos que sois discípulos míos”. (Jn 14, 34-35).


En el momento en que esto sea realizado, entonces seremos verdaderos cofrades, es decir hermanos. Nuestra obligación es imitar y ser testigos vivos de Jesús Resucitado, dejando a un lado todo rencor, enemistad, egoísmos, avaricias y todas las miserias que llevemos dentro, para dar paso al amor, al amor con el que Dios hecho hombre nos dio durante su vida pública y finalmente con su entrega definitiva por nosotros. Desde aquí he querido partir con esta pequeña reflexión de nuestra obligación como hermanos de una y otra cofradía a la que pertenezcamos, pues aún habiendo tantas como las hay en nuestra querida ciudad, todos somos uno en Cristo Jesús. Sólo pido a Dios y a la Santísima Virgen, y me conformo con ello, el poder llegar “un poquito” al corazón de algún cofrade y que le haga reflexionar de la importancia y trascendencia del Amor que un día se hizo hombre y habitó entre nosotros. Son ya 35 las primaveras que Dios me ha permitido y regalado para poder disfrutar de sus preparativos iniciales ante el acontecimiento de nuestra Semana Mayor. A Dios doy gracias también por haberme criado en el seno de una familia muy vinculada no solo desde mi nacimiento o desde que tengo uso de razón sino de toda una vida dedicada a su Cofradía y al mundo cofrade. Los sentimientos que afloran cada vez que llega el mes de febrero o marzo y comienza la cuaresma son indescriptibles pues el cosquilleo que siente mi corazón no tiene medida al ver que se avecinan unos días llenos de fraternidad, trabajo y disfrute de algo que llevamos tan adentro como es nuestra Semana Santa. No puedo decir de cual es mi recuerdo más antiguo acerca de nuestra Semana Santa, son tantos los que puedo describir que no sé cual de ellos es el que se hace más lejano en el tiempo. Viene a mi memoria la retransmisión que hizo TVE en el año 75: recuerdo cómo mi madre nos recogía aquel Viernes Santo, tras


realizar nuestra estación penitencial para llevarnos a casa pues mi padre no podía hacerse cargo de nosotros dos, mi hermano y yo, debido a la retransmisión, ¡qué barraquera enganchamos Pepe y yo cuando, tras el cristal del taller de mi padre en la calle Cambil, vimos subir nuestra Cofradía con sus penitentes buscándose un lugar para llegar a San Antonio! Ha sido y será, si Dios quiere, toda una vida de entrega y felicidad, donde hemos pasado nuestros buenos y malos ratos, pero con una recompensa tan grande que no la cambiaría por nada. “Cristo a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos...” (Flp 2, 6-11)

Cada vez que leo o escucho esta lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Filipenses, mi mente y corazón se trasladan a la Capilla de San Juan Evangelista: Es tarde de sábado de Ramos, los jóvenes se disponen a celebrar la Fiesta principal de Estatutos de la Cofradía del Stmo. Cristo de la Misericordia, (Las Escuelas), ¡cuantos años hemos preparado la Capilla para celebrar la Eucaristía!, ¡cuantos paseos desde allí a la S. I. Catedral, donde nos esperaba nuestro querido D. José para prestarnos el ambón, cáliz, patena, ropa y todos los utensilios que necesitábamos para celebrar la misa! Las piedras de la Capilla, desprenden un enorme olor a incienso, característico todos los años, al entrar en ella, es como si nos sumergiésemos en una nube de incienso: Dioni con el incensario, Juanma mirando las andas de nuestro Cristo, los Antonios preparando la pasión, Manolo nervioso para que todo quede lo mejor posible, Alejandro esperando al Sacerdote para ayudarle y las niñas preparando flores y lecturas. En medio de todos, nuestro Señor, serio, sobrio, rodeado de clavel rojo y lirios morados, sus ojos implorando


misericordia para todos sus hijos. ¡Qué hermosa estampa!, ¡qué íntimo momento de oración! Empiezan a escucharse una serie de voces blancas, son nuestros hijos, que, al igual que nosotros, van a comenzar a vivir momentos que no podrán olvidar en sus vidas, esta va a ser su Cofradía, la Cofradía que los va a iniciar en este maravilloso mundo de hermandad, entrega compartida y que un día, desde las directivas y juntas de otras hermandades verán y sentirán como suya pues aquí empezaron a descubrir nuestra amada Semana Santa. ¡Gracias, Señor de la Misericordia! ¡Gracias, por habernos regalado esos inolvidables momentos! ¡Gracias, porque mi vida tuvo sentido desde que comencé a estar a tu lado!, ¡Gracias, por los amigos que junto a ti encontré!, ¡Gracias, por amarme y entregar tu vida por mí!, ¡Gracias, por un sin fin de alegrías que junto a ti recibí! Es aquí, en estos momentos que acabo de describir, cuando todos los años soy consciente de que la Semana Mayor ha comenzado. Anteriormente han sido preparativos, días de ensayos y nervios. Algún que otro enfado, siempre motivado por querer que todo salga bien. Al igual que en esta Cofradía, segura estoy, pasa en todas, ahora es cuando empezamos a disfrutar del trabajo y la entrega de todo un año, quedan horas para que Baeza, sus callejuelas y rincones, sean lugares de encuentro y oración. El sol ha empezado a brillar, unas veces con un esplendor impetuoso, otras jugando entre alguna que otra nubecita, pero con una sonrisa muy característica y primaveral. El olor que el ambiente desprende a incienso y azahar, nos comunica que ha llegado el tan añorado Domingo de Ramos. ¡Hoy huele a Domingo de Ramos!, curiosa expresión la cual me gusta utilizar, la he escuchado por parte de algunos alumnos en más de una ocasión. ¡Todos somos conscientes que comienzan unos días especiales de todo un año! “...cuando la gran multitud de peregrinos que habían llegado a la ciudad para la fiesta se enteró de que Jesús se acercaba a Jerusalén, cortaron ramos de palmera y salieron a su encuentro, gritando: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito


sea el rey de Israel! Jesús encontró a mano un asno y montó sobre él. Así lo había predicho la Escritura: No temas, hija de Sión; mira, tu rey viene a ti montado sobre un asno.” (Jn 12, 12-15)

¡Se ha escuchado el primer cohete!, nos anuncia que la Hermandad de Jesús en su Entrada en Jerusalén y María Santísima de Esperanza y Caridad, conocida cariñosamente como “La Borriquilla” va a comenzar su Estación Penitencial. Rápidamente, nos disponemos a sacar lo mejor de nuestros armarios, pues el día lo requiere y el dicho vulgar también: ¡Domingo de Ramos quien no estrene na se le caen las manos! Con ese dicho muchos de los que leemos esto, hemos crecido, viendo como cuando se acercaba este día, nuestra mamá, con todo cariño preparaba la ropita nueva para sus hijos. ¡Corre, no tardes tanto en arreglarte!, ¡los cohetes son cada vez mas frecuentes!, esas son mis palabras todos los años, dirigidas a mi marido, el, siempre me replica: ¡Ya estas nerviosilla!, Nos dirigimos a la iglesia de San Ignacio, sede de la Cofradía de la Borriquilla. En el trayecto van apareciendo los primeros hermanos, con sus capirotes y capas verdes, anunciando que el Señor viene cerca. Entre las palmas y palmeras de la fachada de piedra, con un suculento y dulce movimiento, Cristo, montado sobre un asno y la multitud aclamándole, aparece. Detrás, su madre, su rostro nos comunica alegría, enmascarando una tristeza y dolor ante el sentimiento de lo que ha de venir. ¡Ay amigos y hermanos Rodri, Rafael, José Luis y otros muchos que tengo en mi mente y corazón, cuanta dedicación tantos años, y ahora, Dios os ha bendecido y premiado pudiendo contemplar, como con vuestro incansable trabajo teniendo al lado los jóvenes alentados por vosotros y bajo vuestra responsabilidad, habéis conseguido poner la Hermandad en un alto nivel estético y espiritual!, felicidades hermanos, que Dios os


ayude y fortalezca. Yo, seguiré visitándoos, si Dios me lo permite, y enseñándoles a mis pequeños alumnos de Infantil, cada Viernes de Dolores, los impresionantes pasos con los que procesionáis así como el significado religioso de dicho momento de Jesús en su Entrada en Jerusalén. “Mientras cenaban, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a sus discípulos diciendo: Tomad y comed, esto es mi cuerpo. Tomó luego una copa y, después de dar gracias, se la dio diciendo: Bebed todos de ella, porque ésta es mi sangre, la sangre de la alianza, que se derrama por todos para el perdón de los pecados.” (Mt 26, 26-28)

Son las 5 de la tarde, baezanos, niños y mayores, se acercan a la Plaza de Santa María, para poder presenciar la salida desde la Santa Iglesia Catedral de la Cofradía del Santísimo Cristo del Amor en su Sagrada Cena y María Santísima de la Paz, es un momento que debería ser íntimamente reflexionado e interiorizado por cada uno de los que allí nos congregamos. Esta joven Cofradía representa la nueva alianza y la mayor expresión de amor. Jesús, en la última cena, quiso quedarse para siempre con nosotros, nos entrega su cuerpo y su sangre, y nos invita para que cada vez que hagamos esto en memoria suya, él estará presente. Es el momento de la institución de la Eucaristía, pero no quiero dejar pasar por alto y hacer un llamamiento e invitación, a todos los hermanos no solo de esta cofradía, sino de todas, y es, a vivir con alegría, fidelidad y amor, todos los Domingos la mesa del Señor, y he dicho fidelidad, porque nos guste o no escucharlo, damos prioridad en nuestras vidas a otros momentos mucho menos importantes y dejamos a un lado nuestro compromiso cristiano, que no es otro que el de participar en la Fiesta de la Iglesia, la Mesa del Señor, la Eucaristía dominical. Esa es y debe de ser


nuestra señal como cofrades y cristianos, es sumamente importante participar de ella. Tengo entendido que este año, y por vez primera, María Santísima de la Paz, va a procesionar por las calles de este nido real de gavilanes. Pues bien, Dios os premie todo el trabajo que tantos años lleváis desempeñando y que ahora ha llegado el momento de poder disfrutarlo, portando sobre vuestros hombros a esta bendita imagen, a todos y a mí en particular solo me queda la espera ante ese deseado día. Pero reitero, que la Eucaristía, es el sacramento en el que recordamos la muerte y resurrección de Jesús y participamos en la comunión de su Cuerpo y Sangre. No lo olvidemos y vivámoslo activamente durante todo el año. “...salió y fue, como de costumbre, al monte de los Olivos. Sus discípulos lo siguieron. Al llegar allí, les dijo: Orad para que podáis hacer frente a la prueba. Se alejó de ellos, se arrodilló y estuvo orando así: Padre, si quieres aleja de mí esta copa de amargura; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Entonces se le apareció un ángel del cielo, que lo estuvo confortando. Preso de la angustia, oraba más intensamente, y le entró un sudor que chorreaba hasta el suelo, como si fueran gotas de sangre.” (Lc 22, 39-44)

No ha terminado la Estación Penitencial de la Sagrada Cena, cuando una multitud nos congregamos bajo la torre de la iglesia de San Andrés, su real y calle Cipriano Tornero. Son las 8,30 horas de la tarde, las puertas de San Andrés están abiertas de par en par, la cruz de guía de la Cofradía de la Sagrada Oración en el Huerto de los Olivos, ha cruzado el umbral de la puerta, unos ruidos acompasados y estruendosos, ante ella, comienzan a escucharse, miramos hacia abajo y vemos el desfilar de unos pequeños cofrades, a los que en más de una ocasión he abrazado en


momentos de llanto y rechinar de dientes, pues no entendían, porqué ahora que había llegado el momento de su procesión, nuestro Padre nos regalaba el agua; pequeñas túnicas de terciopelo azul, manecitas, muchas de ellas con guantes dada la debilidad de su piel, ante las vejigas producidas por el repique de la maza del tambor, avanzan sonrientes y llenos de gozo por la cuesta de la calle del Rojo. Son los más jóvenes, muchos de ellos alumnos míos, con los que en días previos hemos estado charlando y disfrutando ante la espera del Domingo de Ramos. Son esos momentos los que me hacen trasladarme a mi niñez, a tantos y tantos momentos que hemos compartido, la cofradía del Descendimiento y la Oración en el Huerto. Siempre que hablo con mi amigo “Cruz de Guía”, Manolo, no podemos evitar marchar a aquellos tiempos en los que recorríamos las calles con el “carrillo” de su padre cargado de faroles para la procesión, si a ellos les faltaba se llevaban los nuestros y viceversa. ¡La de años, que tras venir de la misa de “Las Escuelas”, bocadillo en mano, mi padre nos acercaba a San Andrés para visitar a sus amigos, ofreciéndose siempre ambas Cofradías, para las necesidades que surgieran tanto el Domingo como el Viernes Santo!. Me viene al recuerdo, una graciosa anécdota. Mi padre siempre decía: “¡Si Paco Rus y “Guirrache”, se mojan, nosotros también!”, y creedlo, siempre ha coincidido. Un Domingo de Ramos, siendo yo muy niña y mis hermanos, obviamente también, comenzó a diluviar en la calle San Pablo, cuando quisimos darnos cuenta, mi padre había desaparecido olvidándose de los tres y de mamá. Apareció a las 3 horas, chorreando pero feliz, porque al Cristo y a sus amigos, no les habían pasado nada: Mojados pero ya. Así podría estar escribiendo, páginas y páginas anecdóticas acerca esta gran hermandad. Mucho trabajo, lleno de satisfacciones, sé que realizáis a lo largo del curso cofrade, innumerables las actividades en las que participáis y programáis, desde estas pequeñas y humildes palabras que hoy comparto con vosotros, deseo animaros


para que ese espíritu no decaiga sino que cada día sea más arraigado por vuestros pequeños, futuro de nuestras cofradías. “la gente camina, cabizbaja y triste, los ojos perdidos en la inmensidad, y pocos le notan, más cuando le notan, detienen su marcha y siguen tras Él...” ¡Preciosa canción, que más de uno al leerla habrá recordado, ha sonado muchas veces bajo la cúpula de la capilla de San Juan Evangelista! Lunes Santo, nos hemos sumergido ya dentro de nuestra Semana Mayor. Desde las primeras alboreas de la mañana, el día nos anuncia recogimiento y seriedad. Todo se está preparando dentro de la Capilla. Varias cajas de iris y lentisco se depositan en el suelo para comenzar a ser colocados formando un manto sobre las andas del Stmo. Cristo de la Misericordia. Muchos jóvenes y niños alrededor, todos, manos a la obra con el florista para formar ese impresionante manto del cual emana la cruz del Señor de la Misericordia. ¡Hay que darse prisa!, pues el día avanza y para la tarde debe de estar todo preparado y terminado. A las once de la noche, nuevamente, el barrio del casco antiguo de la ciudad se abarrota de personas, unos que bajan de terminar el ensayo general del Miserere, jóvenes y niños vestidos del mas riguroso luto y con una sencilla cruz de madera prendida del cuello, otros muchos, que se van acumulando y presionando frente a la fachada del Instituto Santísima Trinidad y calle San Juan de Ávila, pero todos, movidos por el mismo fin, es la hora de la salida procesional de la Cofradía de las Escuelas. Curiosa y característica Hermandad, sus estatutos indican, que no puede estar dirigida por miembros mayores de 30 años. Es la Cofradía del pueblo, de mayores, jóvenes y niños especialmente estos dos últimos. En un instante la multitud se va silenciando y tan solo se escuchan, de fondo, los misereres chicos y unos motetes


compuestos y dedicados hace unos años para el Señor de la Misericordia. Las puertas se abren justo en el momento en que la oración del Santo Vía Crucis y el recogimiento silencioso inunda el ambiente mezclado con una nube de incienso. El Señor está a punto de salir, difícil tarea hasta verlo en la calle, despacito y con amor, los jóvenes van bajando una a una las escaleras de la puerta principal de la Capilla, en sus brazos, la majestuosidad de Jesús implorando misericordia, rodeado de todos sus hijos, con un silencio estremecedor solamente roto por el rezo del Vía Crucis alternando los momentos de silencio con el sonido de la música de capilla. Un año ha pasado, ¡gracias Dios mío!, por permitir que nuevamente podamos acompañarte y rezarte por las calles de nuestra ciudad. “Misericordia, Señor, por tu amor, por tu inmensa compasión, borra mi culpa; lava del todo mi maldad, limpia mi pecado.” (Sal, 50)

Desde que comienza la Cuaresma el miércoles de ceniza, hasta que llega la tarde de martes Santo, los aires de nuestra noble ciudad, transportan el eco de las voces baezanas implorando misericordia. “Miserere, miserere...” evocan enérgicamente las voces masculinas en canon dulce y suave con las femeninas. Hoy es Martes Santo, día lleno de ajetreos y prisas para más de un centenar de paisanos. Esta tarde, van a cantar en la escalinata del altar mayor de la Santa Iglesia Catedral, el Miserere que compuso el maestro Eslava. Tenía yo 9 años, cuando al atardecer de un día de cuaresma, mi padre nos cogió de la mano, nos montó en el coche, a sus tres hijos, una de 6, otro de 8 y yo de 9, nos bajó a las antiguas Carnicerías, hoy sede de los juzgados, y le dijo a un amigo suyo: ¡Maestro, aquí te los dejo para que


pertenezcan y canten en la coral baezana!, en principio estábamos asustados, pues ni conocíamos a nadie, ni sabíamos quien eran esas personas mayores. Todo fue, desde el primer momento, cariño y acogida de parte de los que allí se encontraban. Han sido tantos los años, en los que he tenido el placer de poder compartir e implorar misericordia cantando nuestro amado miserere, que cada vez que escucho alguno de sus números el corazón se me estremece. Esto, no es solo un día de semana Santa, donde se interpreta majestuosamente en doce números los versículos del salmo 50, es el compartir día a día, ensayos y anécdotas entre los miembros de la coral, son risas y berrinches mezclados, para que no exista ni una sola equivocación en las notas musicales que lo componen. Son muchos los que ya no se encuentran entre nosotros, entre ellos alguien al que conocí y quise como a un miembro de la familia, nuestro querido Maestro, Jerónimo Morales García. Segura estoy que disfruta de un palco privilegiado desde el Cielo, junto a su mujer, y otros muchos que están junto al Padre, para ver y escuchar, como hoy en día, su querido hijo Martín, pone todo su amor, conocimientos y dotes de gran músico y director para que cada martes Santo, las notas musicales mezcladas con las voces baezanas, estremezcan lo mas íntimo del ser de cada persona que se acerca a las frías naves de la Catedral para escuchar este doble rezo, pues como dijo Juan Pablo II, el que canta ora dos veces. Aún están sonando los últimos acordes del versículo 21 del salmo 50, cuando acera de San Antonio arriba comienza un peregrinar de penitentes en busca de la iglesia del convento de Clarisas Franciscanas, allí, sobre un altar en terciopelo rojo, rodeado de cera y lirios morados, entremezclando claveles rojos, se encuentra la imagen titular de exuberante realismo, del Santísimo Cristo de la Buena Muerte. Son las 11 de la noche, la calle y


cercanías comienzan a acoger a cientos de personas que se congregan para la salida procesional de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Buena Muerte. Al son rítmico de un bombo las puertas de San Antonio se abren, escoltando la entrada dos penitentes con gruesos hachones encendidos. Todo ha quedado a oscuras, solo la iluminación que desprenden los cirios encendidos y portados por los penitentes alumbran el pórtico de la iglesia. Uno, otro,... pasan los penitentes de color negro y capirote granate, serios y sobrios, color simbólico que la joven la cofradía ha querido elegir como símbolo de luto por la muerte y la sangre derramada por Jesús. Pasado un rato la señal de comienzo de la interpretación del himno nacional ha sonado, esto significa que la imagen de Cristo muerto está a punto de salir. Esta es, como antes he mencionado, una cofradía joven, fue fundada en el año 1984, pero con una intensa vida cofrade destacando la formativa. Amigos y hermanos de la Buena Muerte, gracias por ofrecernos la oportunidad de poder participar en vuestras conferencias y así poder enriquecernos tanto personal como espiritualmente. “Pilatos, entonces, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús para que lo azotaran y, después, lo crucificaran.” (Mc 15, 15)

Estremecedor pasaje bíblico y curiosa reflexión la que se me viene a la cabeza. La gente, cambia la condena de Barrabás por la de Jesús, cambia a un ladrón, que incluso había llegado a matar, por la tortura y condena a muerte de un hombre justo. Toda su vida, dedicada al anunciar el Reino de Dios, demostrando día a día su infinito amor por el prójimo, ayudando al desvalido, al pobre y al enfermo. Ellos a cambio, le “premian” condenándole a muerte. ¿Qué sucedió aquella mañana, y qué está sucediendo hoy en día?


Son muchas las coincidencias si nos ponemos a pensar, hoy al igual que entonces estamos condenando momento a momento a Jesús, anteponemos cualquier aspecto material antes que el espiritual y lo que es peor aún, no nos importa el dolor de los demás, lo importante somos nosotros sin darnos cuenta que en el prójimo está Jesús. Aunque a muchos os parezca exacerbada esta afirmación que voy a poner, no es mas que la mas cruda y dura realidad: Son muchas las veces en las que he podido observar que nos importa más nuestro desfile procesional, el quedar bien y aparentar lo que realmente no somos antes que la unión entre Hermanos, que somos todos, y que mi Cofradía quede por encima de las demás. Todavía no nos hemos enterado que no hay nadie mas que nadie, que todos somos uno en Cristo Jesús, y que por el amor que nos tengamos se nos medirá. Lo siento, pero es así. Ha amanecido en Baeza el día de Miércoles Santo, concretamente hoy nos adentramos en el eje de nuestra Semana Santa, comenzamos tres días agotadores, en los que los desfiles procesionales se van agrupando y uniendo unos con otros, desde la tarde de hoy hasta la madrugada del Sábado de Gloria, Baeza es un hervidero de Cofradías y Hermandades en la calle, un ir de devenir de penitentes, intenso olor a incienso en cada rincón de la ciudad, y manchas de cera, producidas por los cirios, a lo largo de las calles. Coches cargados de flores para el adorno de los pasos, iglesias abiertas de par en par y llenas de hermanos de una y otra cofradía, floristas corriendo de un templo a otro, en fin, el tiempo apremia, somos muchas las que en estos tres días realizaremos nuestra Estación Penitencial y todos queremos participar y disfrutar del rezo en la calle del resto de las Hermandades. La mañana ha pasado deprisa entre ajetreos y correndillas, han dado ya las 5 de la tarde, túnicas en color crema y capirotes morados, comienzan a hacerse visibles camino


de la casa de Hermandad y Parroquia del Salvador. La Cofradía Religiosa del Santísimo Cristo de la Columna y María Santísima de la Salud, Amargura y Esperanza “Nuestra Señora de las Lágrimas”, va a comenzar su estación penitencial a las 6 de la tarde. Dolor y lágrimas, es la expresión facial de nuestra Madre, mezcladas con una belleza singular, sencilla, elegante y dulce, adjetivos que la califican y describen con realeza y verdad. Seriedad y serenidad, así va marcado el movimiento con el que son portadas las andas de nuestro Señor de la Columna, alguna que otra vez roto por las marchas procesionales que sus hermanos van tocando tras Él. Tengo buenos y grandes amigos dentro de esta hermandad, me consta del infatigable trabajo que vienen realizando a lo largo de muchos años, para poder conseguir el patrimonio que hoy poseen en beneficio de su Hermandad y de la Iglesia en particular. Felicidades y enhorabuena hermanos pues de todos es sabido vuestra entrega y fidelidad. Si mi ciber-amigo, nopuedoparardecrear me lo permite, quisiera hacer mías estas palabras suyas: ...Llega el tiempo de Pasión, tambor, incienso y locura Iglesia del Salvador. Las seis en punto ya marcan, las agujas del reloj, y un esbelto campanario rebordeado de sol no tañe campanas de bronce ni cantarina oración está esperando que salgan ciriales de relumbrón, cruz de guía de plata nueva y de blanco resplandor, luces de cera llorosa encerradas en un farol,


penitentes de sangre morada, saetas desde un balcón, encajes de espuma negra, mantillas con vela y flor. Aguarda ya el campanario rebordeado de sol al Señor de la Columna, Segunda persona de Dios que tiene las manos atadas y es del mundo Redentor y a esa Virgen de las Lágrimas la Reina del Salvador que va con clase y con garbo porque es la madre de Dios. Y ese esbelto campanario rebordeado de sol está esperando que llegue la noche del parangón, con su luna plateada y estrellas de suave fulgor ¡Y está llorando de gozo el Miércoles Santo llegó tambor, incienso y locura Iglesia del Salvador! Sin apenas tiempo para entretenernos a nada, nos desplazamos desde la iglesia del Salvador a la iglesia del Convento de Agustinas Recoletas, Santa María Magdalena. Son las 8 de la tarde y la Hermandad y Cofradía Perpetua de Jesús Nazareno de la Caída y María de Gracia y Esperanza, ya está preparada para comenzar con su Estación Penitencial. Multitud de penitentes de hábito carmelitano cruzan por el umbral de la puerta que da al convento de monjas, capirotes esbeltos uno tras otro acuden a la llamada de Jesús caído, ¡un nuevo año ha llegado y es la hora de acompañar, con el cuerpo y el corazón a nuestro Señor de la Caída! Inmensidad de personas nos congregamos in situ para presenciar la magnífica salida de Cristo. Un beso, faja en


mano, la medalla con el escudo de la Cofradía en el pecho y el corazón latiendo a mil, se despide de mí todos los años mi marido, su Cristo, al que tanto ama, va a salir por las calles de nuestra ciudad, pidiendo nuestro arrepentimiento por las veces que hemos caído en tentación. Sobre sus hombros lo porta esta tarde noche de Miércoles Santo y en el alma lo lleva ¡Señor Dios mío durante todo el año! La oración en la calle va a ser inminente. Una voz, se abre ante el silencio de todos, Fernando, mi amigo y hermano, ha dado las instrucciones para que los, “costaleros del Cristo”, como cariñosamente los llama, estén atentos ante la complicada salida que tiene lugar a causa de los escalones de la puerta de la iglesia. Con serenidad y seriedad poco a poco, bajo el silencio de la gente roto por la voz del capataz, Cristo caído atraviesa la puerta de la calle para adentrarse en medio de sus hijos. De pronto, una saeta rompe el silencio, le cantan a Jesús, le rezan dos veces. Entre tanto María de Gracia y Esperanza, espléndida, fácula entre los muros del convento comienza tras Él su peregrinaje por las calles y callejuelas del barrio de San Andrés hacia la S. I. Catedral. Quiero, Señor, agradecerte la vida, eres la razón de mi existir. Con Tu presencia y cercanía provocas la ilusión para seguir, educando a los pequeños, en nuestra fe y amor por ti. ¡Ayúdanos Jesús, a no caer en tentación, a amarnos y respetarnos, como primero lo hiciste Tú! Y si en algún momento caemos tiéndenos tú la mano para que agarrados a tu brazo aprendamos a levantarnos.


“Jesús que sabía perfectamente todo lo que le iba a ocurrir, salió a su encuentro y les preguntó: ¿A quién buscáis? Ellos contestaron: A Jesús de Nazaret. Jesús les dijo: Yo soy. La tropa romana, con su comandante al frente, y la guardia judía arrestaron a Jesús y lo maniataron.” (Jn 18, 4-5.12)

Con los primeros rayos de luz, Trinidad nos espera, hacia el barrio de los Descalzos nos acercamos en esta mañana de Jueves Santo. Las 9 de la mañana han dado, Baeza cofradiera se acerca para presenciar la salida de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Rescate y María Santísima de la Trinidad. El sol luce con todo su esplendor, cientos de hermanos vestidos del orden trinitario se agolpan bajo los muros de la antigua iglesia de los Descalzos, en medio de ellos sobre sus majestuosas andas Jesús del Rescate, rutilante y transmitiendo la más cercana humanidad está preparado para desfilar por su barrio, calles y plazas de este nido real de gavilanes. Los estruendos de los tambores y cornetas comienzan a sonar, Cristo, el ungido, es levantado sobre un manto rojo y morado por sus hijos cofrades con amor inmensurable hacia nuestro Señor del Rescate, entre tanta majestuosidad, serenidad y consagración una dulce marcha procesional comienza a sonar, ruidos de rosarios chocando contra los varales se escuchan, nuestra Madre Trinidad se acerca desde la casa de Hermandad. La Estrella de la mañana aparece bajo palio granate y azul, junto a Ella, sus hijas intentando, con cariño, alegrarle un poco el corazón, de este inmenso dolor que siente por su Hijo, nuestro Salvador. ¡Silencio en la plaza de los Descalzos, una saeta suena desde un balcón, un corazón lleno de amor quiere expresar los más íntimos sentimientos hacia Jesús nuestro Señor! Momentos de oración, para interiorizar y reflexionar cuantas veces somos cautivos de nuestras propias miserias, de como condenamos al hermano sin mirar el mal que hacemos, de las veces que somos presos de


nuestras vanidades. ¡Ahora que estoy ante ti, Señor, quiero levantar la mirada, rendirme a ti, implorar perdón y pedir fuerza y aliento para no quedarme a mitad de camino sino que sepa seguirte hasta el final divino! “Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron en torno a él a toda la tropa. Lo desnudaron y le echaron por encima un manto de color púrpura; trenzaron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza, y una caña en su mano derecha; luego se arrodillaban ante él y se burlaban, diciendo: -¡Salve, rey de los judíos!-. Le escupían, le quitaban la caña y lo golpeaban con ella en la cabeza”. (Mt 27, 27-30)

Tarde de Jueves Santo, nos hemos adentrado dentro del núcleo de nuestra Semana Mayor. El reloj de la plaza marca las 5 de la tarde, cascos de plumas y trajes representando la época de Simón Bolívar, con mi amigo Jesús al frente, aparecen desfilando por el centro de nuestra ciudad, sonidos rítmicos y melódicos duramente trabajados a lo largo del año para el enaltecimiento de la Cofradía que en esta tarde va a realizar su Estación Penitencial. Los seguimos San Francisco arriba, camino de la iglesia del Salvador pues se acerca la hora de salida de la cofradía de la Humildad. Los repiques de campanas se hacen cada vez más intensos, entremezclándose con los sonidos de tambores y trompetas: anunciando que los Santos Oficios de la Cena del Señor en breve se celebrarán. Tras volver las esquinas de las calles que comunican con el barrio del Salvador, mantillas de luto, rosarios en mano, caminan despacio y erguidas dirigiéndose hacia la iglesia para acompañar a nuestra bendita Madre. Las puertas de la iglesia del Salvador se encuentran atestadas de personas que desean contemplar la salida de la Ilustre Cofradía de la


Humildad de Nuestro Señor Jesucristo y Nuestra Señora de los Dolores del Rosario. Bella imagen la que contemplamos en esta tarde, penitentes de color grana portando en el pecho una corona de espinas comienzan a desfilar delante del Señor, ¡silencio, Jesús va a salir!, en el ambiente se respira un aire embriagador a incienso y dolor, tras Él, su Madre, con el corazón roto por el dolor causado al ver lo que a su amado hijo le están haciendo: ¡Madre no sufras, no llores!, grita mi alma desde lo mas adentro de mi ser. Jesús ha sido ultrajado, burlado y humillado, su infinito amor a la humanidad le hace someterse a tanta tortura y degradación, ¿y nosotros hermanos?, ¿Qué hago yo por los demás?, en la mayoría de las ocasiones “machacar” al prójimo, pero Jesús en esta tarde está sufriendo por mi culpa, para ofrecerme el mayor de los tesoros. La Gloria. La tarde va cayendo, el sol se refleja tenue en las piedras que engalanan las fachadas de las casas baezanas, tambores, guardias civiles y mantillas van dejando paso a centenares de penitentes vestidos de luto. Acabo de visitar mi parroquia, el Monumento al Santísimo está precioso, en estos momentos, sola en compañía de mi madre, me dirijo a San Andrés, allí nos esperan para presenciar otra bella estampa del Evangelio la Antigua y Venerable Cofradía Religioso-Benéfica y Penitencial del Santísimo Cristo de la Salud, “La Sangre de Cristo”. “Los soldados, cuando se acercaron a Jesús, se dieron cuenta de que ya había muerto; por eso no le rompieron las piernas. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza y al punto, brotó de su costado sangre y agua. Esto sucedió para que se cumpliese la Escritura, que dice: No le quebrarán ningún hueso. La Escritura dice también en otro pasaje: Mirarán al que traspasaron”. (Jn 19, 33-34. 36-37)


Poco a poco abriéndonos paso entre la multitud nos acercamos al barrio de San Andrés, sonidos de tambores y olor a intenso incienso mezclado con cera quemada invade el ambiente a lo largo de la calle Cipriano Tornero, en la oscuridad y seriedad de esta noche de Jueves Santo. A lo lejos se vislumbran difuminadas y aglomeradas luces de cirios encendidos y túnicas blancas y negras con el escudo trinitario al pecho. Noche de luto y meditación, Jesús nuestro Salvador, ha entregado su vida por nosotros, ha muerto para nuestra salvación, su costado traspasado emana sangre, sangre que ha sido derramada para el perdón de nuestros pecados, así nos lo había anunciado en la celebración de la Cena Pascual, y así se ha consumado. A mi mente vienen tantos recuerdos de esta sentida imagen representativa y evangélica. Cofradía cunera en mi familia pues mi abuelo paterno José Viedma, ocupó el cargo de tesorero durante varios años de su vida. Ahora delante de Ti, Señor, quiero ser ese cáliz que recoja gota a gota la sangre que has derramado por nosotros, llenarme de ti y ofrecerte todo lo que tengo y soy. ¡Cuanto amor, cuanta fidelidad al Padre y cuanta confianza!, eso es lo que nos has demostrado, Maestro, hasta el final, sin dudar en ningún momento y respetando la voluntad de Dios. Tras Él, su Madre, entre los sonidos de los tambores, una banda de música comienza la interpretación de una bella melodía con la intención de consolar el corazón traspasado por los dolores que siente la Santísima Virgen. Terminada la introducción musical decenas de voces desde el anonimato de sus capirotes entonan el himno: ¡Que Dios te salve, María, Fervorosa de Baeza, estrella del Jueves Santo, amantísima azucena!.... La Real y Fervorosa Cofradía del Santísimo Sacramento y María Santísima en sus Siete Dolores y Mayor Traspaso, nuestra amada e inigualable Fervorosa de Baeza, atraviesa el portón de la iglesia de San Andrés entre cantos


de consuelo y vítores, para adentrarse entre el pueblo que allí la espera y en los corazones de tantos hijos fervorosos que la portan con su cuerpo y alma. Infinidad de penitentes de riguroso luto, enfajados de esparto caminan lentamente acompañando a su santísima Madre, pidiendo clemencia y perdón por los errores cometidos e igualmente llenos de fervor, alegría y amor por la dicha de presenciar la mas de las bellas estampas en la calle. Entre ellos, uno más, mi pequeña Mónica, horas tenía de venir al mundo cuando una llamada, de mi querido amigo Miguel Tallada al hospital, daba efecto para preguntarme el nombre de la niña, pues ya era hermana de la Virgen. ¡Qué dedicación y entrega, junto a otros muchos, has ofrecido durante toda tu vida en favor y honor a “tu Fervorosa”, amigo y hermano Miguel! Muchas han sido las ocasiones, en las que entre bromas, te he preguntado ¿Cuántos kilómetros has hecho con tu coche en dedicación a tu Virgen?, no existía hora, día, ni momento en el que la Virgen no estuviera presente en tu vida. ¡Y así está!, las palabras sobran, no hay mas que contemplar el soberbio desfile procesional de la magna procesión de la noche de Jueves Santo, así como en la actividad diaria que desarrolláis. ¡Que la Santísima Virgen os lo premie a ti y a tus fervorosos! Nos hemos adentrado en la tarde noche de Jueves Santo, dos impresionantes cofradías se encuentran dando testimonio de fe y amor en la calle, pero no debemos olvidar en la noche que nos encontramos, es la noche de la Feria Sexta in Parasceve, que como bien escribía el pasado año Leonor Buendía, esta luna de abril, se inicia en todo el orbe cristiano, con la evocación de la Pasión de Cristo. Magdalena arriba, tradición que heredé de mis padres, y que me permito el orgullo de continuar, me dirijo a los conventos de la Magdalena en primer lugar y a mi querido San Antonio en segundo, para visitar lo mas importante de esta noche fría y seria: El


monumento al Señor. Jesús nos espera en el Sagrario, como el ser amado que espera a su amada para dedicarle los mejores de sus sentimientos. Hermanos, una noche como ésta sin la oración es como un día sin el oxígeno para vivir, como un día en el que nuestros ojos están a oscuras, es la fuerza de la vida. La noche acaba de empezar, en el cielo entre difuminadas nubes, la luna de parasceve, impresionante en color y alumbramiento, distinto a todo el año. Es la madrugá en la que Jesús va a ser apresado, juzgado y condenado injustamente a muerte. No hay rincón, ni calle, ni plaza en nuestra patria chica que no huela a incienso, en las que gotas de cera parecidas a lágrimas derramadas recorren la calzada de nuestras calles. “...Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo: ¿No eres tú el Mesías?, Pues sálvate a ti mismo y a nosotros. Pero el otro intervino para reprenderlo, diciendo: ¿Ni siquiera temes a Dios tú, que estás en el mismo suplicio? Lo nuestro es justo, pues estamos recibiendo lo que merecen nuestros actos, pero éste no ha hecho nada malo. Y añadió: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas como rey. Jesús le dijo: Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”. (Lc 23, 39-43)

Tres cruces están clavadas en un montículo a las afueras de Jerusalén llamado Gólgota, la calavera, en medio Jesús, a su lado dos ladrones, uno le increpa y le insulta, el otro se arrepiente de todos sus pecados y pide perdón. El amor infinito de Jesús, Dios, no tiene medida y le contesta que su perdón le está concedido así como será acogido junto a Él en el paraíso. Hermosa nueva muestra de amor a los hombres, catequesis que no debemos olvidar en el día a día pues Jesús todo y a todos perdona, nosotros debemos y


tenemos obligación como cristianos de imitarle y ser testigos suyos. Este es el pasaje que representa la Venerable e Ilustre Cofradía del Santísimo Cristo del Calvario y Nuestra Señora de la Amargura que en la tarde noche de Jueves Santo, recorre las calles de nuestra Baeza, dando testimonio vivo del perdón de Dios. Nazarenos de color blanco y negro con tres cruces al pecho acompañan las filas de hermanos en su trayecto procesional. Amargura, dolor y obediencia a la voluntad del Padre, evoca la imagen de nuestra Madre en su peregrinaje de oración desde Santa Cruz hasta su regreso al terminar su estación Penitencia. Pocas son las horas en las que el descanso, para los amantes de la Semana Santa se nos es ofrecido en estos días, especialmente entre Jueves y Viernes Santo. Tras un alto en el camino de pocas horas, la madrugá ha entrado en todo su hervor. Las 5 de la madrugada es la hora punta en las que las puertas de la iglesia de Santa Cruz, vuelven a abrirse para dar paso a la Ilustre y Venerable Cofradía de la Santa Vera Cruz. “...Por el camino encontraron a un tal Simón, natural de Cirene, que venía del campo, y le obligaron a llevar la cruz de Jesús...”. (Mc 15, 21)

Homogénea mezcla de multitud y silencio en la plaza de Santa Cruz. Oscura y sobria noche, tan solo rota por una luz que ilumina a un penitente que en la puerta de la iglesia da comienzo al rezo del Santo Vía Crucis, iniciándose a continuación la salida de la Cofradía de la Santa Vera Cruz. El espíritu austero y sobrio franciscano enmarca cada uno de los cruceros que lentamente caminan acompañando a Jesús y ayudándole al igual que Símón de Cirenne con el peso de la cruz. Rezo, silencio y meditación hasta el amanecer recorre el barrio monumental entre callejuelas y plazas, para llevarnos con la aurora del alba


al día en que Jesús muere por nosotros. Aurora es también la advocación mariana elegida por esta cofradía para poner nombre a María Santísima. Dulzura, ternura, dolor y constancia son los términos con los que calificaría los sentimientos que me transmite nuestra Madre. ¡Cuanta entereza y nuevamente digo, amor a Dios, hay que tener para vivir lo que esta madre sufrió al ver a su Hijo!, sin desfallecer en ningún momento, siempre a su lado y acompañada en todo momento por el discípulo amado. “...Lo seguía mucha gente del pueblo y mujeres, que se daban golpes de pecho y se lamentaban por él. Jesús se volvió a ellas y les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad por vosotras y por vuestros hijos...” (Lc 23, 27-28)

Cuando el entristecido sol de Viernes Santo, reflejado en la espadaña de San Pablo, se hace presente, entre las rejas exteriores de la parroquia, el rostro ensangrentado y herido de Jesús hace aparición. Voz de capataz y sonido de música hacen mezcla en esta mañana de ayuno y abstinencia. La Real, Venerable, Antigua e Ilustre Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y la Cruz de Santa Elena, comúnmente conocido como “El Paso” va a realizar su estación penitencial. Suenan las campanas del reloj de la plaza, las 9 de la mañana dan, San Pablo abajo Jesús cargando con la cruz se dirige camino a la Catedral para impartir bendiciones, tras Él, María, luto en su vestimenta y en su rostro, ¡ya no puede más!, el final se acerca, su corazón de madre grita: ¡Basta ya!, ¡dejadle, no le hagáis daño a mi niño, a mi vida, a mi Hijo! Sufrimiento, amargura y desesperación de una madre ante el atroz maltrato que están haciendo con Jesús. Va camino del Calvario le siguen multitud de personas, en el trayecto una mujer le limpia el rostro, pero la Madre impotente y desesperada se acerca a Él para abrazarle. María, mejor ejemplo de obediencia


y resignación ante la voluntad de Dios. Meditemos estos instantes y trasladémoslos a nuestras vidas y a la sociedad que se está formando: niños abandonados por sus madres y muertos en contenedores, abortos: matanza cruel de tu propio hijo y si la Iglesia dice que no ante estos asesinatos la condenamos por defender la vida. Nos llamamos cristianos, seguidores de Cristo pero no lo somos por pertenecer a esta o aquella cofradía, es mucho más que todo eso, es, el imitar y seguir a aquel que lo dio todo por todos, sin excepción alguna, acogiendo la voluntad de Dios como María lo hizo en bien del prójimo, hijo suyo y hermano nuestro. “Hacia el mediodía las tinieblas cubrieron toda la región hasta las tres de la tarde. El sol se oscureció, y el velo del templo se rasgó por medio. Entonces Jesús lanzó un grito y dijo: Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu. Y dicho esto, expiró. El centurión, viendo lo sucedido, alababa a Dios diciendo: Verdaderamente este hombre era justo.” (Lc 23, 44-47)

3 horas de la tarde en el día de Viernes Santo. Silencio en las calles, silencio en las almas, meditación e interiorización de todo lo acontecido en este momento. Jesús ha muerto, un vacío inmenso llena Baeza por completo, las campanas de parroquias y conventos anuncian la muerte de Jesús, allí, en la intimidad de San Antonio muchos son los años en los que he compartido estas horas de oración ante la cruz y celebrado los santos oficios de la muerte del Señor. ¡Loles, son las 4 ya no te espero, coge la túnica que nos vamos!, esas eran las palabras con las que cada Viernes Santo mi padre daba el toque de diana para comenzar nuestra soñada y amada tarde. Nerviosos, túnicas en el brazo y capirotes en mano, la familia nos dirigíamos encabezada por mis padres hacia la


iglesia del convento. ¿Que esta pasando cofrades?, aunque no nos guste escucharlo o leerlo, muchos penitentes en las filas, pero pocos cristianos en la iglesia. Es así y la realidad es solo una. No hay procesión sin antes comunión, la Estación Penitencial es la continuación de la comunión que anteriormente hemos hecho con Dios, partiendo de eso todo cambia radicalmente. La muerte del Señor ha terminado en gran parte de las parroquias y conventos de nuestra querida Baeza. Todo está vacío, una sensación de soledad las inunda. Sagrarios abiertos, cubierto en tinieblas, desolador el aire que se respira dentro de ellas. Pero en la calle todo es un hervidero de penitentes de diferentes colores, unos camino de San Pablo, otros de la casa de hermandad del Descendimiento, señoras enlutadas hacia la parroquia, en fin, la semana ha sido larga, pero aquí, nadie está cansado, gentío de personas se acercan a las inmediaciones de calle San Pablo para contemplar el desfile de éstas tres cofradías que en la tarde amoratada van a realizar su estación penitencial. Ha llegado el ecuador de la tarde, las 6,45 horas han dado y Jesús dulcemente es conducido por sus hermanos hacia la puerta de la iglesia para realizar su salida. Venerable y Antigua Cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración. Espectacular imagen del 1603 la que esta tarde contemplamos por las calles de nuestra ciudad, cofradía hermana y querida para mí. Jamás, en los años que tengo de vida he podido contemplar, en directo, tanto su salida procesional como su estación penitencial, de ahí que en estas pequeñas palabras que escribo sobre ella no puedo seguir el guión que desde un principio he marcado en esta exaltación. Pero no por ello voy a dejar de alabar tanto el trabajo que realizan a lo largo del año, como a la cofradía por el momento evangélico que representa. Ya ha expirado Jesús. ¡Padre a tus manos encomiendo mi espíritu!, han sido sus últimas


palabras antes de marchar. La Tierra tiembla y el orbe se oscurece por las tinieblas, así están los corazones de tantos cofrades por la muerte del Maestro, sentimientos antagónicos frente a la alegría de presenciar y acompañar bajo las túnicas de penitencia que ocultan la identidad del cofrade a éste majestuoso crucificado heredado de nuestros antepasados y que ha permanecido hasta nuestros días bajo una tradición secular ininterrumpida. “Había también unas mujeres mirando desde lejos. Entre ellas María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de José y Salomé.” (Mc 15, 40). “José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque lo tenía en secreto por miedo a los judíos, pidió a Pilatos que le dejara llevar el cuerpo de Jesús. Pilatos se lo permitió. Llegó también Nicodemo, aquel que anteriormente había estado con él por la noche...” (Jn 19, 38-39). “...José de Arimatea, compró una sábana, lo bajó de la cruz y lo envolvió en la sábana...” (Mc 15, 46)

Cosquilleo en las entrañas, nervios a flor de piel y sensibilidad sin medida invaden el interior de mi ser. Viernes Santo, en el declinar de la tarde mi amada Cofradía del Santísimo Cristo del Descendimiento y María Santísima en su Quinta Angustia, conocida cariñosamente como “Las Tres Marías”, va a comenzar su Estación Penitencial. Un mar de penitentes con túnica de luto por la muerte de Jesús y capirotes en crema, color del sudario con el que José de Arimatea ha envuelto el cuerpo del Maestro, enfilan en actitud de oración y respeto las calles de Baeza. ¡Silencio!, Jesús está muerto, su cuerpo malherido y maltrecho mortificado hasta producirle la muerte está siendo deslizado con cariño a lo largo del leño por sus fieles amigos, discípulos, José y Nicodemo; a los pies de la cruz transida por el dolor, la mas bellas de las mujeres, la madre desesperada y sin consuelo, con los brazos abiertos y la mirada perdida ante tanto dolor,


espera le sea entregado el cuerpo de su Hijo. Juan está a su lado, cuidándola, como así lo pidió Jesús. Entre tanto dolor, las mujeres allí presentes lloran desoladas el final trágico que ha sufrido el que tanto amor había entregado. Dice la voz popular: ¿Quien me presta una escalera, para subir al madero, a quitarle los clavos a Jesús, el Nazareno?... A partir de las 7 de la tarde las puertas de la casa de hermandad se abren, Aguayo arriba comienzan a desfilar padres, madres, hijos y nietos que bajo su habito de estatutos acompañan el cuerpo muerto de Jesús en su descendimiento de la cruz. ¡Silencio!, grita el capataz, ¡esta “levantá” es para todos aquellos que durante este año se han marchado a la casa del Padre! ¡Cuantos sentimientos invaden nuestros corazones en estos momentos!, ¡este era el sueño de muchos hermanos que ya no están con nosotros, pero que allá junto a Él, pueden contemplar que esos sueños que tantas veces los he escuchado relatar en el taller de mi padre han sido efectivos y hoy podemos contemplarlos! La multitud se agolpa en la estrechez, respeto y oración en el embriagador ambiente a incienso, se respira en la calle, poco a poco, sonando tan solo el rastreo de las esparteñas de los costaleros, mi Cristo, como así lo llamo, aparece por el portón sevillano de la casa de hermandad, lágrimas descienden entre los agujeros de los capirotes. Jesús está bajando de la cruz del amor, pero lo bajan muerto, descendido sin vida terrenal, va a ser entregado a su madre, allí junto a Él, el mayor ejemplo de fidelidad y valentía, Nicodemo, José de Arimatea, San Juan Evangelista y las mujeres. Ellos no han tenido cobardía permanecen hasta el final, sin miedo a lo que le pudieran hacer, no abandonan son constantes y saben lo que quieren. ¿Y nosotros, que hubiésemos hecho?... Descendiendo de la Cruz, te han representado. Cristo amigo, hermano, mi amado.


A tu lado tus amigos, por amargura acongojados. La tarde nublada en tinieblas, cierra este día en el que todo el orbe cristiano, gime en desesperación por la muerte recibida al que tanto amó al hombre, con amor sin medida. Calle Julio Burell y San Pablo abajo nos dirigimos a realizar nuestro paso por la Parroquia donde nos espera para unirse a nosotros la Muy Ilustre y Fervorosa Cofradía y Hermandad de María Santísima de las Angustias. Sobre su regazo, han puesto el cuerpo sin vida de Jesús, María llora, su corazón ha sido traspasado por el dolor. Sus piernas simulan la cuna en la tantas veces le habrá cantado y acariciado cuando era niño, ahora todo es distinto, esa cuna de alegría se ha convertido en la cuna del dolor, ¡mi pequeño, qué te han hecho!, grita María ante la desesperación y la impotencia. Ella, lo daría todo por Él, como lo ha hecho a lo largo de su vida pero, alegóricamente al dolor de su rostro, para Ella, el cumplir la voluntad de Dios está por encima de todo. ¡Vaya ejemplo de madre y de amor a Dios! Cofradía mayoritariamente femenina desde su fundación, mujeres lucen del más riguroso luto acompañando a su Santísima Madre en la tarde noche de Viernes Santo. Sencillez, elegancia y respeto desprende el paso de la cofradía de las Angustias en su desfile procesional en la tarde enlutada y amoratada. “José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo puso en un sepulcro nuevo que había hecho excavar en la roca. Rodó una piedra grande a la puerta del sepulcro y se fue. María Magdalena y la otra María estaban allí, sentadas frente al sepulcro”. (Mt 27, 59-61)

En la oscuridad de la noche bajo el candil de la luna nueva, Baeza se inmersa en el dolor para representar el entierro de Cristo. Al son


del repique de bombo penitentes negros con cinco cruces rojas al pecho, enfilan desde la Santa Iglesia Catedral hasta su regreso a ella, las calles del barrio monumental. Cofradía del Santo Sepulcro y Nuestra Señora de los Dolores (El Santo Entierro de Cristo) es la que en esta fría noche de Viernes Santo encogerá el corazón de los baezanos a su paso por nuestras calles con el cuerpo muerto del Maestro. Tras Él, María de los Dolores, es portada por sus hijas despacio, cabizbaja camino del huerto donde se encuentra la tumba en la que van a depositar a Jesús. Respeto, silencio, oración y meditación. ¿Qué ha sucedido en tan poco tiempo?, ayer disfrutábamos de la cena con Él y hoy, pocas horas después, llevamos su cuerpo sin vida que ha sido entregado por nosotros; supongo, serían los pensamientos del discípulo amado cuando acompañaba a la Madre. El nido real de gavilanes se silencia, atrás quedaron trompetas y tambores para dar paso a la melancolía de marchas fúnebres interpretadas por la banda de música de Baeza que cada año acompaña este cortejo fúnebre. Escalofriante escena bíblica la que esta noche recorre los rincones de nuestra ciudad. Sola camina la Virgen, ya todo se ha consumado, todo ha sido realizado según la voluntad del Padre. María recorre las calles empedradas de nuestra ciudad acompañada por sus hijas que con un dulce y tierno movimiento y bajo el rezo del santo rosario realizan su estación penitencial en la vacía, fría y desconsolada noche de viernes santo. Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, es la que ahora inunda de sentimentalismo el corazón humano. Esta noche Madre de la Soledad, quiero ofrecerte mi consuelo, mi compañía y mi cariño, al igual que tú lo hiciste con tu Hijo en la niñez, estando siempre atenta a la necesidad de Él y de sus hermanos, ejemplo de la boda de Canaán, inseparable de Él ante la adversidad y mostrando todo tu amor de Madre a la humanidad. Quiero ser ese pañuelo que seque tus lágrimas y la más bella


de las sonrisas que ilumine tu rostro amargo, ¡Madre no llores, Jesús ha cumplido la voluntad del Padre, es lo que deseaba, su amor sin medida ha sido derramado para todos! Poco a poco, despacio con los ecos del rezo del rosario mezclado con el sonido de campanillas, La Soledad de María regresa a su iglesia donde todo el año nos espera en su pequeñita capilla en el antiguo convento de la Concepción. Amanecer de sábado de gloria en Baeza, la ciudad se encuentra paralizada después de tantas horas de ajetreo y disfrute, de pasos evangélicos que han marcado la vida de los baezanos durante esta semana que acaba de terminar. Hoy, no solo hay cansancio en las caras y cuerpo sino más acusante aun es el sentimiento de vacío que existe en el ámbito social. Cristo está muerto y eso se hace notar en todos los rincones de nuestra ciudad. Faltan pocas horas para que todo brille nuevamente con el mayor esplendor: la Resurrección del Señor está cerca y ya comienza ha hacerse notar. A partir de las 9 de la noche las campanas de las iglesias emanan al viento sonidos de gloria: se ha empezado a celebrar la Pascua del Señor, el momento más importante del cristiano, pues como dije al principio nada hubiera tenido sentido si esto no es llevado a cabo. ¡El templo ha sido levantado en tres días! Noche de dicha y felicidad es la vivida por el cristiano la madrugada de la Pascua. Cristo ha sido glorificado y nos ha abierto las puertas del Reino. La Resurrección, el paso de la muerte a la vida, se nos ha sido concedida y regalada en la persona de Dios, hecho hombre, muerto y resucitado para nuestra salvación. Comienza este Domingo de Gloria, así como terminará, con la simpatía, alegría y regocijo ante la resurrección, Baeza lo celebra de una manera y forma peculiar con la salida procesional de la Cofradía de la Santísima Virgen de la Cabeza y Niño Jesús, donde


decenas de niños de todas las edades se agolpan para llevar sobre sus hombros al son de pasodobles la figura del Niño Jesús. Imagen simpática y tierna es la que en este día desprende la procesión de los niños baezanos. “Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro. De pronto hubo un gran temblor. El ángel del Señor bajó del cielo, se acercó, rodó la piedra del sepulcro y se sentó en ella. Su aspecto era domo el del relámpago y su vestido blanco como la nieve. Al verlo, los guardianes se pusieron a temblar y se quedaron como muertos. Pero el ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: -Vosotras no temáis; sé que buscáis a Jesús, el crucificado. No está aquí, ha resucitado, como dijo. Venid a ver el sitio donde yacía.” (Mt 28, 1-6)

Todas las cofradías que anteriormente hemos realizado nuestra estación penitencial, así como aquellas que lo han hecho a lo largo del año, las de gloria, nos engalanamos con nuestros enseres para acompañar a la Pontificia y Real Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado y San Cristóbal, que en este grandioso día de gloria va a realizar la estación penitencial. Las 12 de la mañana es la hora en la que nuevamente las puertas de San Andrés se abren para dar paso a la imagen de Cristo vivo, glorioso y majestuoso. Filas de penitentes rojos encaminan las calles de nuestra ciudad para proclamar la grandeza de Dios, la salvación de las almas y la proclamación evangélica de la Resurrección. ¡ALELUYA, CRISTO VIVE! ¡FELICIDADES HERMANOS!.


Me marcharé, al caer de la tarde te dejaré, cuando se ponga el sol más de mí, queda contigo mi corazón, sí, mi corazón. Y si al marchar, se me nublan los ojos no pienses tú, que estoy triste al llorar es la paz, de mi alma tranquila que alegre está, sí, que alegre está. Estos versos de la canción que acabo de escribir se me vienen a la mente todos los años, cuando el Domingo de Resurrección, camino de mi casa junto a mi marido y mi pequeña, nos dirigimos para encauzar un año que comienza con la cuenta atrás hasta la llegada de la próxima primavera, donde nuevamente estos sentimientos que he descrito vuelvan a aflorar dentro de mi corazón. Un año pasa pronto, largo en trabajo y dedicación, pero antes de darnos cuenta, comenzaremos nuevamente a prepararnos para la llegada de éstos días tan soñados por todos nosotros. Pido a Dios y a la Santísima Virgen me conceda poder vivir nuevamente el año que viene estos valores tan íntimos y llenos de felicidad. Gracias por todo, pues todos vosotros, foreros de esta gran familia, me enriquecéis día a día personal y espiritualmente. Amén. Mª Dolores Viedma Jódar Pregonera BaezaCofrade 2008


BaezaCofrade 2011


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