1940
Burghi: EL PIRINCHO
Usa un traje de arpillera que le va bastante holgado; el aire, medio atontado, y el canto, un pito cualquiera. Paja brava es su melena, por dura, rebelde y lacia; y se mueve con la gracia del que viste ropa ajena. (En fila india, muy lentos, van siempre varios unidos, volando como aturdidos, piando como friolentos). Parece caer de pico al posarse, y enarbola, para equilibrar, la cola a manera de abanico. Tiene un ridículo canto que alegre comienza, y luego, se hace triste cual un ruego y wrmina como un llanto. Pero con sus lloriqueos y su aire bobalicón, no se pterde la ocasión de pillar nidos ajeno~. LA GALLARETA Dónde irá tan presurosa la señora Gallareta, con esas grandes zancadas de sus pies, sólo con medias. De los juncos inundados en ddnde ella siempre mora, salió así, tan aturdida, que 0lvid6se hasta la cola. Viste un traje verdinegro que le ciñe bien el bu~to, las patas y el pico verdes como pedazos -de junco. Con la punta de sus alas el agua, al volar, pellizca, y al espejo blando y móvil va arrancando h'Úmedas chispas. Dónde irá la gallareta de prisa, en medias, sin cola, y, además de todo eso: « Tac, tac, tac ... » hablando sola. LA PERDIZ Cuando el sol con nuevo brillo da al campo el primer matiz, se aparece la perdiz muy ordnda por el trillo; lleva su traje amarillo de recortada capita, y es tan gentil, tan damita que, por hilar una charla, dan ganas de saludarla: « Buenos días, señorita... »
Pájaros
413
nuestros M as apenas que nos vzó, sin moverse casi, ahí mismo, por virtud del mimetismo entre el pasto se esfumó. Al buscarla, se soltó brusco el resorte del vuelo; no irá lejos en su anhelo, ni hay temor de que se pierda, pues tiene muy poca cuerda y va casi al ras del suelo. EL BENTEVEO «Benteveo, benteveo, como delirante grita mientras las alas agita con un gozoso aleteo. (M as luego, cuando se posa, ni «te veo » ni «te vi »; su canto es sólo una «i» ... que se alarga quejumbrosa). Vincha blanca y fina gola, color de azufre el chaleco y un chaquetón verde seco que se aviva hacia la cola. Vuela bajito, pausado, y ondula con ritmo lento, y al suelo mira de lado para buscar alimento. Que a todo va su apetito: larvas, insectos, gusanos, trocitos de carne, granos, frutas y alg'Ún pececito. LA RATONERA
Qué habrá perdido la ratonera, que pasa casi la vida entera busca que busca con tanto afÓ¡n y lo hurga todo con gran apuro, asciende y baja pegada al muro, rasca que rasca con su « crac, crac ».
y es tan- ligera en su movimiento cual una pluma que sopla el viento, que sube y baja, que viene y va ... N o hay agujero, caño ni grieta, ni tronco hendido en que no se meta: no deja nada por registrar. Es una laucha más bien que un ave, una bolita de pluma suave, (,Olorcafé. Sus vivos ojos, negros puntitos, buscan pulgónes, moscas, mosquitos, y su piquito es un alfiler que al cielo apunta siempre que canta, cuando desborda de su garganta un gorgoteo que, fresco y fino, se hace sonoro de cristalino.