Nuestras Aves son las aves de Juancito Hoy los pájaros están de luto. Los tordos aún más negros y las saíras menos brillosas. Es que se nos fue Juancito, alias Juan Mazar Barnett, un amigo y un ícono de la ornitología de campo argentina y sudamericana. Un ser que supo hacer de la ornitología una pasión, una carrera y un juego divertido! Demasiado poco tiempo tuvo Juancito para hacer tantas cosas con los pájaros. Porque no sólo descubrió fantasmas en el Cerrado paraguayo o dedujo la existencia de bichos invisibles en los pajonales patagónicos, sino que también aprendió a hacer de ellos una forma de vida y a través de ellos encontró conexión con el mundo. Cuando Juan miraba un ave veía mucho más. Logró entusiasmar con artículos científicos a muchos, marcando a una generación de ornitólogos y observadores de aves. Pero también hasta veía un juego en ellos… Probablemente le este enseñando en este momento a Ted Parker y a Paul Coopmans los juegos “¿quién adivina la especie en 20 preguntas?” o “¿quién sabe más nombres de un género?”. Y den por hecho que les está haciendo partido… Porque Juancito era un grande desde donde se lo mire. Aunque no todo era virtud en él; Juan tenía una incapacidad natural, y era la de no poder hacer el mal. Los pájaros lo van a extrañar, porque ¿quién va a ser el que se dé cuenta que son otra cosa? ¡Si en muchos casos ya todos los miraron sin notarlo! Sólo Juan tenía la sensibilidad para descubrir sutiles diferencias que para el resto de “los mortales” son simplemente imperceptibles a campo. No era sólo lectura lo de Juancito, él era un “natural”, un talentoso como los hay pocos en cada disciplina. Los observadores de aves lo vamos a extrañar, porque ¿quién va a ser el que con sus ganas, sus charlas y sus descubrimientos nos empuje a descubrir rincones del mundo excepcionales y llenos de bichos nuevos? ¿Quién nos va a avivar que un churrín igual al resto es completamente distinto? ¿Cuándo alguien va a lograr emocionarnos con un artículo de aves, ya sea del NOA o del Cerrado brasilero? Porque él no sólo descubría, sino que alentaba y desperdigaba entusiasmo para que otros siguieran sus pasos y lo superen. Los amigos lo vamos a extrañar… porque era Juan. En cada reunión o evento nunca fuiste uno más, siempre con tu sonrisa tranquila y sin jamás levantar la voz para contar historias que hacían viajar por todo el mundo conociendo bichos increíbles, algunos que ni estaban en los libros, con prodiga memoria detallando cada mata del sendero que te lleva hasta ese ave que hasta el día de hoy todos queremos ver. Imposible no reír varias veces cuando hacías tus ácidos comentarios, tan ciertos como delirados, tan desbocados como espóntaneos. Nada tiene mucho sentido estos días. Ante lo implacable de la muerte sería bueno a veces ser otro animal: no tener conciencia de la muerte, no saber nada de ella, de su despiadada intransigencia. Esta semana debería
ser (como muchas tantas deberían serlo) la semana del odio a la muerte, esa vieja de mierda. “Tan lindo que duele” dijiste de tu foto hermosa de un tempano flotando en la inmensidad del océano, dejando ver sin filtros el sensible y pleno ser que muchas veces escondías detrás del hombre de ciencias. Los mejores ornitólogos, a veces, tienen el excepcional honor de tener “hijos alados”. Si la vida es tanto sentir como pensar, entonces, pronto llegará la hora de ver el primer pajarito bautizado en tu honor. Ya pasó un día que no estás y comenzamos a ver a los pájaros de otra manera, es como que el conocimiento se detuvo y retrocedió. Qué sensación más rara; aún no comprendemos que pasó, pero estarás en un lugar donde hay de esos pájaros increíbles de los que nos hablabas, esas especies perdidas que fuiste encontrando. Pareciera que no pusiste límite en buscarlas y allá estás ahora, lejos, buscando vaya a saber qué, y desde acá no podemos más que desearte suerte. Te juiste pa arriba, pero sólo pa ver pájaros, cuando subamos nosotros, vos, como en este mundo, ya habrás visto todas las especies extintas que seguramente te acompañan. Los dioses que te reciban, sean reales, imaginarios, uno, muchos, con la forma que tuvieran, deberán prepararse para reír y para aprender aquello que nunca han sabido sobre pájaros. Así sos, fuiste y serás, Juan. Tus pájaros te saludan y celebran y nosotros también. Que tu albatros no descansa. Guardamos una risa para el próximo viaje. Un gran abrazo Juan! Grupo FALCO y tus amigos 2