La venganza del inconsciente

Page 19

La Venganza del Inconsciente

19

detrás de la escena, SIENDO SIEMPRE, soy transparente y soy el ¡ÉTICO!.

el auténtico, el

El Superyó es la personita adquirida, impuesta y realmente necesaria. Requerimos de semáforos para controlar el tránsito y de reglas que regulen la cotidianidad humana, promuevan la calidad de vida y la convivencia armónica con los demás seres. La Salud Mental, desde mi perspectiva, exige un 30 % para Superyó, un 30 % para mí y un 40 % para “YO”. Este sería el equilibrio ideal. Contrariar el balance de estos porcentajes es y ha sido el embrión generador de tantas neurosis y de todas mis venganzas. Es el “YO” quien se tiene que encargar de nuestras vidas. ¿Qué importancia tiene pedir otro tequeño si la verdad es que “YO” tiene hambre?. Es más, Si en la fiesta me siento cómodo y congruente, soy yo, el Inconsciente quien le ordena a “YO” que le diga a la anfitriona: “Señora Rodríguez, le quedó espléndida su reunión y deseo felicitarla por esos tequeños tan sabrosos, me comí como diez, muchas gracias”. En cambio, Superyó le ordenaría a “YO” esta perorata: “Señora Rodríguez, la fiesta estuvo muy a la altura y el buen gusto se hizo sentir. Recordé la reunión aquella, la del country con los Pérez... ¡No! no probé los tequeños. Yo acostumbro comer en casa, pero insisto que se respiró mucho glamour. ¡Ah! y gracias por todo.” ¡Poof!. “YO” es quien le puede dar la direccionalidad adecuada a nuestras personalidades porque, como hemos visto, si es Superyó quien la asume, tanto el hastío como el bajo crecimiento interno serán de marca mayor. Si el control lo ejerzo yo, el desenfreno y la locura no se harán esperar. Así que la recomendación más saludable y la decisión mas acertada queda resumida en este criollísimo refrán: “Ni tan calvo ni con dos pelucas”... Si la cosa resulta así, prometo no expresar más ¡Poof!. Ahora me gustaría concluir este asunto tan especial de la Ética. Y para ello voy a citar a Enmanuel Kant: “Sólo dos cosas maravillan mi alma, contemplar la noche estrellada y sentir el palpitar de mi Ética tan mía”. La redundancia final me parece categórica. ¡Sí! amable lector, la Ética palpita consustanciada a mi esencia vital. Es uno de mis asideros fundamentales y es un manantial donde siempre encuentro agua fresca. Es tan mía mi Etica que sólo yo entiendo cuando me la hieren o me la lesionan... Nelson Torres Jiménez

http://www.liderazgoymercadeo.com


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.