BEBER PLOMO

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BEBER PLOMO (UNA CENTURIA SIN AGUA EN LINARES)

JORGE ANDÚJAR ESCOBAR


2 BEBER PLOMO (UNA CENTURIA SIN AGUA EN LINARES)

El desarrollo de los pueblos a lo largo de la historia, ha estado estrechamente vinculado con el agua, ya que ésta es el factor más importante que promueve o desincentiva el crecimiento económico y el desarrollo social de una población o una región. También afecta a los patrones de vida y a la cultura de los ciudadanos. El aumento demográfico y económico, la ausencia histórica de criterios de conservación y aprovechamiento sustentable de los recursos naturales, y la contaminación del líquido han ocasionado en varios casos su escasez. Todo esto conduce a una competencia por el recurso, que se agudiza en años de sequías, desemboca en interminables conflictos e impactan negativamente en su futuro. Refiriéndonos a Linares podríamos decir que es un caso sorprendente e incluso paradójico. A pesar de que se asienta en una zona bastante rica en aguas superficiales y subterráneas, (sólo hay que recordar el gravísimo problema de las inundaciones en las explotaciones mineras, la cantidad de pozos que siempre han existido en las viviendas, la fertilidad de sus huertas y pastos y la existencia de corrientes fluviales de cierta importancia en su término municipal), el suministro de agua potable para sus habitantes es un problema gravísimo y dilatado en el tiempo que se agudiza a raíz de la expansión de la ciudad a partir de la segunda mitad del siglo XIX y se mantiene hasta bien avanzado el siglo XX. La excesiva rapidez del crecimiento demográfico de Linares, es el justificante que durante años los distintos ayuntamientos de la ciudad expusieron como excusa a la tremenda penuria de agua para sus sedientos ciudadanos. Es cierto que la población pasó de 6500 habitantes en 1846, a 31000 en 1880, 38000 en 1900 y 42000 en el año 1930, pero también es verdad que se trata de un espacio de tiempo muy dilatado, mas que suficiente para que al menos algunos de los proyectos que tanto dieron que hablar en su día y que tanto necesitaba la ciudad, hubieran fructificado. Lo cierto es que durante muchos años sólo se realizaron pequeñas obras, “parches” que nada solucionaban, ya que lo que en realidad se hacia necesario eran proyectos y trabajos de bastante envergadura. De estos últimos, sólo se llevaron a cabo dos: uno diseñado en 1871 y ejecutado en 1900, y otro del año 1896 y cuyas obras se iniciaron en 1929; ambos constituyeron grandes fracasos, tanto por el escaso caudal de agua aportado, como por la carga económica que supusieron para las arcas del ayuntamiento. Como ya he comentado al principio, el campo linarense era, y es, bastante rico en agua, aunque durante la última mitad del siglo XIX y como consecuencia del resurgir de las explotaciones mineras, el reparto desigual e injusto del preciado líquido supuso una gran regresión de la actividad agrícola. La contaminación producida por las actividades de las numerosas minas, supuso una enorme pérdida de agua en beneficio especialmente de la industria, produciendo por tanto el empobrecimiento del suelo, con la ruina primero y la desaparición después, de la producción agrícola y ganadera en la comarca. Además, en muchos casos los campesinos fueron obligados por ley, a ceder el agua de riego, ya que el Ayuntamiento aplicaba a los mismos una Ley de Aguas de 1866, en la que se daba prioridad a la utilidad pública por delante de la agrícola o ganadera. El caso es que fueron las propias


3 industrias mineras quienes poco a poco se hicieron con los yacimientos de agua, teniendo el agricultor que solicitar le fuera cedida una pequeña parte del caudal. No obstante, éstos, antes de aceptar el abandono de las tierras, procedieron en muchos casos a colocar norias en pozos de su propiedad, lo que condujo a que los acuíferos que alimentaban a la ciudad fueran bajando su nivel de forma alarmante. Por este motivo el Ayuntamiento procedió a cerrar los pozos y norias situados a menos de 100 metros de la conducción principal y del depósito municipal de aguas, haciendo disminuir de paso el floreciente y lucrativo negocio existente en la ciudad de “vender agua a cántaros”, como hacían algunos dueños de pozos y norias. Hay que recordar que en 1892, la mitad de los 1600 metros cúbicos de agua potable que disponía Linares para el consumo urbano, procedía de los citados pozos, aunque en este último caso, la realidad era que dicha agua ni siquiera valía para la limpieza, ya que como se decía por entonces “no cortaba el jabón”; en definitiva a finales del siglo XIX, Linares disponía de un caudal de agua potable aproximado de 23 litros por habitante y día, que comparados con los 175 litros de media que consumimos hoy en día, nos puede hacer idea de las penalidades pasadas por nuestros antepasados en aquellos años. Se recuerda que, según los tratados firmados con el Ayuntamiento por algunas empresas situadas en el área urbana, éstas podían abastecerse del “agua sobrante de las fuentes públicas”, cosa que es una verdad a medias, ya que la realidad es que, en muchos casos el agua se cogía de las tuberías “antes de que llegara a las citadas fuentes”. Como ejemplo del abuso empresarial en este apartado, sólo hay que recordar el caso de la Compañía de Ferrocarriles M.Z.A., la cual llegó a un acuerdo con el Ayuntamiento de la ciudad, para establecer una toma de agua en la tubería principal de abastecimiento urbano para sus locomotoras del ramal Vadollano-Linares, (1875), construyendo a cambio una conducción que llevase el agua desde la Virgen de Linarejos hasta la calle de San Marcos. En dicho acuerdo, la citada compañía podía coger hasta la “quinta parte del total del caudal” que estaba destinado en principio para la población local. De esta forma, y ante el insuficiente suministro, los ciudadanos se veían obligados a abrir pozos en los patios de las casas para paliar un poco la escasez de agua, agua que por otra parte, como hemos dicho anteriormente, no se podía considerar realmente potable. De los numerosos pozos que existían en Linares a principios de siglo, tan sólo uno era propiedad del Ayuntamiento; estaba situado en el camino de Úbeda y el agua se extraía mediante una bomba de vapor, enviándola a las fuentes públicas con un caudal aproximado de 70 metros cúbicos por día. Todo lo expuesto anteriormente, nos hace pensar que el suministro a los domicilios era prácticamente inexistente o muy precario, lo que hacía que la mayoría de la población se abasteciera solamente de las fuentes públicas, de las que en 1895 existían en Linares alrededor de trece, de ellas recordamos: la de la Plaza de San Francisco, Plaza del Bermejal, Plaza de Santiago, Plaza de los Leones, Plaza de la Iglesia, Patio de la Casa Capitular, Paseo de la Virgen, Fuente de la Cárcel, Plaza de la Virgen de Linarejos y Fuente del Pisar. En casi todas se formaban largas colas todos los días y se provocaban además frecuentes riñas. Algunas de las fuentes eran de propiedad privada, como la existente en la Plaza de San Francisco, de cuyas aguas eran concesionarios tres vecinos de la ciudad, quienes objetando razones de higiene y seguridad pública, obtuvieron permiso del Ayuntamiento, (1887), para construir alrededor de la citada fuente una verja de hierro con puerta y cerradura, impidiendo así el acceso libre al agua de vecinos y animales, provocando por ello la indignación y las críticas de muchos ciudadanos linarenses.


4 A todo esto, ¿qué obras acometían los sucesivos Ayuntamientos para mejorar la situación?. No fue hasta 1878, cuando el consistorio al mando del conservador don Pedro Ornilla, decidió sustituir las tuberías de barro de las fuentes por otras de hierro fundido, solucionando así en parte el problema de la contaminación de las aguas debido a una red penosa o casi inexistente de alcantarillado y desagües, logrando que la salud pública de los ciudadanos de Linares mejorara en gran medida, en cuanto al número de enfermedades digestivas e infecciosas. En este apartado, don Manuel Corral y Mairá, eminente médico, escritor, periodista y político, afincado en Linares, recuerda al Ayuntamiento la necesidad de abastecer de aguas abundantes y potables a la ciudad, como base para una eficiente salud pública; asimismo aconseja a toda la ciudadanía la necesidad de hervir o filtrar toda el agua que beba, y afirma que “el agua que existe actualmente en Linares es, además de escasa de dudosa potabilidad”. Además de la actuación referida al cambio de tuberías en las fuentes, desde 1870 los diferentes ayuntamientos de la ciudad venían estudiando la forma de aumentar el caudal de agua disponible, y así en 1871 se investigó sobre las posibilidades de un abrevadero existente en el “Camino de la Estación de Baeza”, con un resultado negativo. Más adelante se decide aprovechar el agua de la fuente situada frente al Santuario de la Virgen de Linarejos, y que utilizaban unos agricultores para el riego de sus huertos, perdiéndose luego por un arroyo. Como este proyecto era insuficiente para resolver el problema, se pensó en otro anexo que consistía en la traída de agua de uno de los pozos de la mina Venus, situada al norte de Linares lindando con Arrayanes, y cuyo propietario era el inglés Enrique Adolfo Haselden, aunque por diferentes motivos esta obra no se pudo llevar a cabo, por lo que la penuria de agua continuó en igual medida durante los siguientes años. Llegado el año 1896, el alcalde don Gregorio Garzón García, conservador, advierte a todos los miembros del Ayuntamiento que el problema del suministro de agua es de tal categoría que puede desembocar en desordenes públicos graves, ya que aparte de la escasez, las condiciones de insalubridad que su falta provoca en la población son insoportables. No obstante y tras dos años de debates en los que se insiste en la traída de agua de la mina Venus, se aprueba por fin dicho proyecto, iniciándose las obras en 1900, con el alcalde don Francisco Gómez Sánchez, también del partido conservador, terminando las mismas el 31 de Julio de 1901, treinta años desde que se comenzó a gestar el proyecto. No obstante lo más lamentable de todo es que, después de gastar el ayuntamiento más de 40000 ptas., (una cantidad importante para la época), las reservas hidráulicas de la citada mina se agotaron rápidamente, por lo que no volvió a suministrar más agua a la cañería principal de la red urbana, quedando por tanto las citadas obras sin utilidad alguna. Aparte de las obras mencionadas, las autoridades municipales continuaron buscando otras vías de solución para el problema, de forma que iniciaron la búsqueda en el término local, de posibles caudales que pudieran mejorar la situación; así se investigó en lugares como las inmediaciones de la Plaza de Toros, en la Fábrica San José y en el Camino de Úbeda, (éste último pozo fue el único que tuvo éxito). Una vez comprobada la falta de fuentes fiables en el término municipal, la traída de agua se centró en las investigaciones de lugares fuera del municipio, de manera que se exploraron: la Dehesa de Valdeazores, de Santa Elena, a unos 45 kms. de Linares, las aguas de Río Grande, en el término del Viso del Marqués, Ciudad Real, a unos 40 kms. y las aguas del término de Beas de Segura, situado a unos 75 kms, aunque en este caso


5 existía una fuerte oposición de los vecinos de la localidad. Finalmente, y por diferentes motivos, el Ayuntamiento se decidió por la traída de aguas de Río Grande, en el sitio llamado “Los Molinillos del Viso”, provincia de Ciudad Real, considerando éste el proyecto más factible de realizar, por lo que abrió a Concurso Público la tan debatida traída de aguas en Mayo de 1897. No obstante, bien porque el mencionado Concurso no tuviera eco, debido a sus bases, o por las condiciones climatológicas de aquellos años, o por motivos económicos, el caso es que el Ayuntamiento fue retrasando el inicio de las obras. Como última solución pensó en realizar las obras por su cuenta, pero ello requería el crear gravámenes extraordinarios para la población, con consecuencias imprevisibles en cuanto a la reacción de los linarenses. En 1912, ya iniciado el nuevo siglo, las autoridades municipales con su alcalde don José Yanguas Jiménez, conservador, tomaron conciencia del tan manido problema del suministro de agua, por lo que retomaron de nuevo los estudios para ver la forma de realizar la obra de Río Grande. No obstante, tendrían que pasar varios años de discusiones y, aunque parezca increíble, ¡dieciocho alcaldes!, en el periodo 1910-1926. Como es lógico, ante tal baile de responsables municipales era imposible sacar adelante cualquier proyecto y, al final como siempre los que sufrían las consecuencias eran los ciudadanos de a pié. La primera piedra de esta obra se puso el 31 de Agosto de 1929, siendo alcalde de la ciudad don Carlos Gómez Vizcaino, contando con la presencia entre otras autoridades, de don José de Yanguas Messias, ministro de estado y presidente de la Asamblea Nacional. Recordando el citado proyecto, el 30 de Abril de 1929 se recibe la Real Orden concediendo al Ayuntamiento de Linares el aprovechamiento de las aguas del Río Grande. El 4 de Julio de ese año el Ayuntamiento aprueba en sesión plenaria, el presupuesto extraordinario y las bases para el Concurso Público de obras requeridas para mencionada traída de aguas de Río Grande, el aumento de capacidad de la estación depuradora y la mejora de la red de alcantarillado, así como las condiciones de empréstito al Ayuntamiento por parte del Banco de Crédito Local. El montante total ascendía a la cantidad de 7.181.280 ptas., de las cuales 6.500.000 corresponden al empréstito y el resto por ingresos por cesión de aguas. Las obras se terminaron a finales de 1930 y lo cierto es que el caudal de agua aportado a la ciudad por el llamado entonces “canal del Centenillo”, era tan escaso que resultó un auténtico fracaso. Habría que esperar a que se realizaran las obras de la Presa del Centenillo, sobre el cauce del mismo Río Grande para que el suministro fuera ya de importancia. La Presa del Centenillo se inauguró en Diciembre de 1935, está situada en el municipio de Baños de la Encina, en la provincia de Jaén. El suministro máximo de agua que aporta a Linares es de 2 hectómetros cúbicos de agua por día. Durante bastantes años continuaron las penurias para la población local, y así de una forma muy rápida llegamos a la posguerra, año 1946, en que Franco decide con motivo del Plan Jaén, la construcción del pantano del Guadalén, cuyas obras terminaron en 1954 y que sería otra de las fuentes de suministro de agua a Linares. No obstante el total de caudal obtenido entre todas las fuentes seguía siendo insuficiente a primeros de los setenta. Además el número de averías en las conducciones que traen el agua a la ciudad desde el pantano del Guadalén, son innumerables, (tuberías de uralita con casi medio siglo de vida y cuyo estado de conservación se ve agravado por atravesar terrenos arcillosos con continuos movimientos de tierra). Por otra parte la calidad del agua del Guadalén dejaba mucho que desear Esta situación provoca que el caudal de agua que


6 recibe Linares sea de unos 18000 metros cúbicos al día, por debajo de los 22000 que la ciudad demanda en la década de los setenta. Para finalizar este escrito recordar que en 1989 se decide construir el pantano de La Fernandina, en el Río Guarrizas, sobre la antigua presa de Panzacolas, ubicada aguas arriba del citado río. Se encuentra situada dentro de los términos municipales de La Carolina, Carboneros y Vilches. El día 7 de Junio de 2002 se inauguró la traída de agua desde este pantano a Linares solucionando de manera definitiva el problema de suministro de agua. Sin embargo, y refiriéndonos al suministro procedente del pantano del Centenillo, como consecuencia de las fuertes lluvias, las infraestructuras, tras más de un siglo en funcionamiento, quedaban destrozadas a finales del año 2009, especialmente en las canalizaciones cercanas al trazado del Río Grande. Desde entonces, la ciudad de Linares se abastece únicamente de los recursos procedentes del embalse de la Fernandina, lo que supone incrementar el peso del consumo de la ciudad desde esta zona. De hecho, desde el Ayuntamiento aseguran que hasta finales de 2009, el agua bombeada desde El Centenillo alcanzaba una media diaria de 7000 metros cúbicos al día, es decir, entre un 30 y un 50% de consumo de la ciudad durante el verano y el invierno, respectivamente. Año y medio después de que el suministro de agua a Linares procedente de El Centenillo quedara interrumpido, la Agencia Andaluza del Agua ha dado a conocer la inversión necesaria para su recuperación. Un gran proyecto, “de gran interés” para el Consistorio linarense dada la calidad de dichas aguas, que se estima en torno a los cuatro millones de euros. Una gran inversión que permitiría restablecer el sistema de entubamiento desde El Centenillo hasta el lugar conocido como Valdeinfierno, desde donde se bombearía para dirigirla hacia la arqueta donde se une al agua captada de La Fernandina………… ¿No les recuerda algo toda esta última información?

Fuentes: Archivo Municipal de Linares. Informes varios contenidos en el Legajo 228 Archivo Municipal de Linares. Actas del Pleno del Ayuntamiento. 28-3-1875 Archivo Municipal de Linares. Actas del Pleno del Ayuntamiento 4-07.1929 Julián de Martos Morillo. Guía de Linares y su provincia. Jaén 1880. Prensa de Linares. Artículos varios del Diario Regional, 1929, 1930, y El Día, 1930. WIKIPEDIA la enciclopedia libre.

23 de Mayo del 2011. Jorge Andujar Escobar


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