Revista Lectiva No. 20

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EL GÉNERO SICARESCO: LA CONFIGURACIÓN LETRADA DE LOS HÉROES DE ABAJO

ciones sociales y la ley”. Realmente no es desconfianza, sino mutis por el foro; lo que lleva al autor del género sicaresco a tirar la piedra y esconder la mano.

Estado del arte La emergencia del sicario, en la década del ochenta del pasado siglo, produjo una cascada de textos literarios, de la cual los analistas prácticamente terminaron ya su sistematización. Hay consenso alrededor de la lista propuesta por Osorio (2008): El sicario -1988- de Mario Bahamón, El pelaíto que no duró nada -1991- de Víctor Gaviria, Sicario -1991- de Rafael Botero, La Virgen de los sicarios -1994- de Fernando Vallejo, Morir con papá -1997- de Óscar Collazos, Rosario Tijeras -1999- de Jorge Franco y Sangre ajena -2000- de Arturo Álape1. Von der Walde (2001) solo registra cuatro textos: traza una línea cronológica entre la película documento-ficción Rodrigo D: no futuro y la historia de amor Rosario Tijeras; entre ambos sitúa a No nacimos pa’ semilla de Alonso Salazar y La Virgen de los sicarios de Fernando Vallejo. Rodas (2006) coincide con Osorio, pero adiciona a Al filo de la calle, de Luis Carlos Gaona. Reyes (2007) conjunta novelas y relatos testimoniales en tres categorías. En la primera ubica los textos que se refieren a “los inicios del fenómeno del narcotráfico y el sicariato”: La mala hierba de Juan Gossaín, El cielo que perdimos de Juan José Hoyos y La mirada de los condenados

de James Valderrama y Óscar Osorio. En la segunda inscribe a los autores que “centran su mirada en la figura del sicario y su reconocimiento como sujeto”: incluye los textos atrás mencionados por Osorio, menos Sicario de Botero. Y en la tercera los textos que enfocan “el tema del narcotráfico y su injerencia en la sociedad colombiana, abordando el sicariato como una actividad del complejo entramado que encierra el crimen organizado”: Hijos de la nieve de José Libardo Porras, Comandante paraíso de Gustavo Álvarez Gardeazábal y Testamento de un hombre de negocios de Luis Fayad. Y Jácome (2009) se centra en La Virgen de los sicarios, Morir con papá, Rosario Tijeras y Sangre ajena, pero hace alusiones a No nacimos pa’semilla, El pelaíto que no duró nada y El sicario de Bahamón. Salta a la vista la disparidad de texturas de los trabajos inventariados. Rodrigo D: no futuro es un documental cinematográfico en versión libre de Víctor Gaviria. El pelaito que no duró nada es una entrevista a profundidad entre su autor, Víctor Gaviria, y Alexander Gallego. Sicario de VásquezFigueroa es también una entrevista novelada con su personaje central Jesús ‘Chico’ Grande Restrepo. No nacimos pa’ semilla es un trabajo etnográfico en el que el comunicador Alonso Salazar entrevista a varios sicarios reales o potenciales. Sicario, de Rafael Botero, informa en el prólogo que “es una novela-ensayo, por lo tanto las situaciones y los personajes en ella son ficticios” (Botero, 1991:7). Mario Bahamón es, en El sicario, el clásico narrador omnisciente que simplemente deja que Manuel Antonio

1 Osorio no incluye en esta lista a Sicario -1991- del español Alberto Vásquez-Figueroa, tal vez por no ser una novela colombiana; aunque sí lo analiza en dos segmentos de su artículo (en las páginas 67 y 75). Los demás estudiosos de este estado del arte tampoco aluden al texto de Vásquez-Figueroa.

Medellín • Nº 20 • Diciembre de 2010

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