La jilguera de Valdepeñas (José Sánchez del Moral) y Sucedió en Valdepeñas (B. Prieto y F. Revueltas

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JOSÉ &(NCHTZ DEL MORAL

EDITA:

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Asociación Cultural «Lugia» www.lugia.

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Excmo. Ayuntomienlo de Voldepeños de Joén www.

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Asociación Cubural «Lugia» I

Valdepeñas de Jaén

2003


COLECCION: POESIA

Coordinodor de lo edición: Juon lnfonte Mortínez

Dedicatoria

A

Tere, José

Luis, María

!

los cuatro puntales de la amistad. llustroción portodo: Rofoel Rivillo Jordón

El autor llustrociones interiores: Emiliono P. Herrero Redondo

EDITA: ASOCIACIÓN CULTURAL "LUGIA"

(wwwlugio.es)

Presidente:

Juon A. Cobrero Jiménez Junto Directivo: Pedro Aceituno Jiménez Juon M. Amote Molino Pedro Borronco Extremero Eleno Gollego Bermúdez

Domingo Molino Fuentes Poqui Pérez Cono José L. Revueltos López lmprime:

Coteno 3, S. L. C/. Hernón Cortés, B y 10. Teléfono 953 25 24 61 Correo e-: coteno3@orrokis.es 23OOó JAÉN.

Depósito Legol: J -

79 -2004

Rdfd,


PnEsr,NracróN

Mo Paz del Moral Milla (Alcaldesa de Valdepeñas de Jaén)

Muchas yeces, a lo largo de mi vida, me he puesto a pensar en la riqueza histórica que tiene nuestro pueblo; pero de un tiempo a esta parte, en mis momentos de reflexión, en soledad, me hago una pregunta que nunca tiene repuesta: ¿Cómo seríamos los valdepeñeros y valdepeñeras sin nuestra historia?. Probablemente a vosotros os Pasará lo mismo que a mí, que no se os pasa nada por la cabeza, porque afortunadamente ha habido una serie de personas que se han preocupado de adentrarse en los documentos más antiguos para que todos podamos disfrutar del orgullo de conocer nuestras raíces y de saber lo que fuimos para entender 1o que hoy somos. Este grupo de personas lleva veinte años trabajando (que se dice pronto) por recuperar las tradiciones populares y la historia de Valdepeñas; pero sobre todo, a lo largo de este tiempo, han ido sembrando en cada uno de nosotros ese sentido de identidad que nos hace enorgullecernos cada yez que alguien nos pregunta de dónde somos y nosotros contestamos con la frente muy alta: de Valdepeñas de Jaén. Este grupo de personas es la Asociación Cultural "Lugia", a la que quiero felicitar desde aquí en su vigésimo aniversario.

Cuando miembros de esta asociación me comentaron que querían editar un libro con motivo del Cincuenta Aniversario de la Historia de los Jilgueros, se me encendió una bombillita en la cabeza y pensé que este libro sería el regalo ideal para todos los alumnos y

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profesores de los centros educativos de nuestro pueblo, y por eso, desde el Ayuntamiento, hemos financiado la edición de este libro que tenéis en vuestras manos. Es cierto que todos hemos oldo hablar de los jilgueros, de Baltasar,

de Gregorete ... Pero no es menos cierto que quizás los más jóvenes no sepáis con exactitud la verdadera historia y la importante repercusión de la misma en los medios de comunicación provinciales y na-

Pnóroco DE PAJAROS SIN JAUIA

cionales.

Siempre he pensado que al leer un libro las personas somos un poco más libres, ya que a través de él aprendemos cosas e imaginamos universos de fantasía únicos, pues cada persona tiene una forma diferente de concebir lo que está leyendo. Pues bien, este libro, además de hacernos libres como todos los libros, tiene un valor añadido, que es conocer de una forma amena y didáctica un pilar de la historia de nuestro querido pueblo.

Quiero expresar mi agradecimiento, en nombre delAyuntamiento de Valdepeñas de Jaén, al prestigioso autorJosé Sánchez del Moral por deleitarnos con estos bellísimos octosílabos de los que se compone el libro, a la Asociación Cultural "Lugid', por su brillante idea, a Blas Prieto y Francisco Revueltas, por su magnífico cómic, a Rafael Rivilla, por su extraordinaria portada, a Emiliano Herrera, por sus espléndidas ilustraciones, y todas las personas que han colaborado directa o indirectamente en la edición de este libro. Vaya para todos ellos mi felicitación más sincera. Espero y deseo que este libro os entusiasme tanto como a mí y que, ojalá, con el esfuerzo de todos, esta obra sea el inicio de otras actividades didácticas y culturales encaminadas a potenciar los innumerables atractiyos que tiene nuestro pueblo, Valdepeñas de Jaén, que en una época se conoció como Valdepeñas de los Jilgueros.

José Luis Buendía López

Y ahora va Pepe Sánchez y se pone a romancear la historia de la jilguera de Valdepeñas, y la gente lo mira como si estuviera loco. Cuenta mi amigo el caso, acaecido en la localidad jiennense, del avecilla que, habiendo marchado de la casa de su dueño, vuelve al cabo del tiempo, con su numerosa y piante prole, para ir a morir, al arrimo del quere¡ en el lecho del que habrla sido su amo y compañero humano tiempos atrás. En sus bonitos octosllabos, el poeta, como todos los verdaderos, no sólo cuenta, en el sentido narrativo del término, la tierna historia que transcendió a medio mundo, sino que, con los auténticos esplritus selectos, aprovecha el sucedido para la prédica, en este caso de tinte ecológico, en defensa de mntos miles de seres inocentes a los que el hombre sacrifica con mil estúpidos pretextos. En esta ocasión, el pajarillo, en audaz personificación, exhala sus quejas ante al Cristo de Chircales: Nos hicisteis

?ara cdntar

aquí por ks akmedas. ¿Por quá eruceruados en jaulas,

por qué nos Ponen

cadenas?

¿Por qué se uan

jilgueros?

los

¿Por qué rnaeren hs poetas?...

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7


Así, poco

a

poco, la pregunta retórica

se

pierde en el silencio de Ia

sensibilidad del creador; a tales interrogantes sólo responden los regatos de aquellas tierras, las aguas torrenciales del Chorrillo, la umbría de-

tola viuda, capaz, en el Romance de Fonte-Frida, de los mayores sacrificios con tal de conservar vivo el dolor Por su pxqa, y soltárselo en la cara al «traidor» del ruiseñor, que la requiebra de amores:

leitosa a la sombra de sus álamos. Pero Sánchez del Moral, quizá sin saberlo, ha cantado un tema que en la literatura española es un río caudaloso que la atraviesa de parte a Parte. Me refiero a las relaciones de los seres humanos con las aves, las idas y venidas sentimentales que esos contactos íntimos crean, las mutuas dependencias que se establecen, etc. Y ello sin entrar en los predios de Ia literatura universal, donde bastarla con citar a\William Shakespeare, a esaJulieta enamorada que, al finalizarla noche de amor en el acto segundo, despide a Romeo diciéndole: nQuisiera que te marchases, aunque no más

lejos que el pajarillo de una niña juguetona, que lo suelta, dejando que brinque un Poco, como pobre prisionero amarrado a sus grillos y .o, r.rn hilo de seda lo atrae hacia sl otra vez, amorosamente celosa de su libertad,,, o ese genial Oscar §ffilde, quien, en nEl príncipe feliz', perrnite que la estatua de oro de este singular personaje se valga de irna golondrina amiga Para rePartir su riqueza y solidaridad entre los necesitados del barrio en el que han levantado su dorada estatua' Pero, insisto, con la literatura española nos basta para tales afinidades entre el ave y el hombre: ya en nuestro primer testimonio épico: oEl poema de Mío Cidr, las circunstancias del injusto destierro por la adversa presencia de las aves, que le dan de éste ,.

",r-.rrarn

augurios contrarios:

A la exida

d.e

Wte d¿ altl, enemigo, malo, falso, engañadon que ni poso en ramo uerde

ni

en

prado que tenga flor;

que si el agua hallo clara,

turbia

k

bebía yo.

decir del ffiste romance del Prisionero?, toda una tragedia, de la que, sin embargo, desconocemos los motivos, condensada en unos pocos versos: en ella, un Preso se queja de la dureza de sus prisiones, precisamente por encontrarse en el mes de Mayo, la estación florida en la que todo invita al amor (la única clave que conocemos de su tristeza); en esta amarga situación, en la que anda tan desorientado que no es capaz ni de medir el cómputo del tiempo, tiene como único compañero que lo orienta y lo conforta en su cautiverio a un ¿Y qué

ave que cruza su ventana a diario:

Que uiuo en esta prisión que ni sé cuando es de dla

ni cuando las nocltes sino por un auecilla

son,

que rne cantaba al albor.

Biuar ouieron la corneja diesna,

Mátonnela un ballestero

e entrando en Burgos, ouiéronla siniesffa.

déle Dios mal galardón.

Desde entonces acá, apenas hay páginas de nuestros libros que

no

estén plagadas de referencias a los pájaros, de entre las que yo me quedo, por su belleza y galanura, con las que aParecen en el más de nuestros metros, el Romancero, que no en vano es el ve-

fopul"r

elegido por Pepe Sánchez Para su glosa de la jilguera' En pleno siglo XV ya efacelebrada Por nuestra literatura la fidelidad de Ia tór-

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i."l"

it

Podlamos seguir así hasta nuestros dlas, contemplando estas asociaciones literarias, pero, merece la pena que, como andaluces, percibamos también en el cante de nuestra tierra idéntica presencia. fuí, el aparente desdén del enamorado, frente a los devaneos de la parte contraria, revisten esta forma de soleá:

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A mí ¡e me importa poco que un ?ájaro en h alamea se mude de un sitio a offo

INrnoouccróN

o fija la belleza formal de los gesros elegantes de una paloma con esta instantánea de embeleso:

De lo abo de una rarna bajó una pahrna a beber, por no mojarse k cola leuantó el uuelo y se fue. ¡Qué paloma tan señora!

Nuestro lenguaje popular está cargado de recursos asociativos con las aves: llamar npaloma, o «pichón», a la mujer amada ha sido siempre moneda común, pero también existen los signos negativos en la utilización de vocablos a ellas asociados, puesro que llamar a alguien npajarraco» o npájaro de cuenra, es un insulto de los más graves, y una advertencia clara de que el fulano no es de fiar. por tanto, me parece un acierro que ho¡ en plena época de materialismo grosero y rorpe, de plásticos y basuras que oscurecen Ios claros paisajes de otros tiempos, José Sánchez del Moral haya retomado el viejo tema del amor entre seres tan apartados, biológicamente, como el hombre y una diminuta jilguerilla. En su mensaje poético, encuen-

tro mucho de la ternura que nos falta a los

seres humanos; en su

intento de fijar para los anales de la poesla la simple anécdota sucedida en Valdepeñas) veo un nobilísimo intento de volver, como la ffaviesa jilguera, a la casa del sastre que añoraba; aunque, en esre caso, los sastres somos todos nosotros, que un día cometimos el pecado imperdonable de arrojar de nuesrro corazón los sueños y la fantasía.

LA MÁS TIERNA Y PEOUEÑA HISTORIA DE AMOR Juon lnfonÍe Mortínez. Cronisto Oficial de Voldepeños de loén

Corrío el verono de 1952, cuondo unos muchochos que iugobon en lo P.lozo del pueblo recogieron un nido de iilgueros qr" il"Li;".;ído de un órbol y lo subieron o lá torre del Ayuntomiánto poro que los «podres» pudieron continuor olímentóndolos. pbco o poco,'los ,igri"ro,

¡ilgueros creciendo y obondonondo el nido; todos, menos ,no, q,i. fr" .nti"godo

o un moestro borbero, opododo «Gregorete».

"Gregorete" otó o,lo osí, en semilibertod, iilguero o un cimbel , revoloteobo por.lo borberío.-A veces, lo soltobojy fr. .n ,no dá ocosiones cuondo, oprovechondo- que lo puerto pármonecío "rto, obierto, lo

f

iilguero se escopó. Poco o poco. fue oporeciendo el frío que onuncio el crudo invierno voldepeñero, y Boltosor lnfonte Moroles, sosire de 5g oños de edod, que veío revoloteor por el bolcón de su sostrerío o lo iilguero, 'hilo sintió peno de que tuviero.que dormir en lo colle y encorgó o ,, qr. ,,Gregorete,,, le tendiero uno trompo, y lo copfuroron. cuándo conáció el hecho, diio o Boltosor que se podío quedor cón lo iilguero. Tros.permonecer un_corto período de tiempo enioulodo, un dío que el sol brillobo, el sostre Boltosor deió en libertod f! ¡ifgr"r., | árp"rO, " y, '.,londo con, emoción, su. regreso. Troscurrieron vorios díos ie hobío hecho o lo ideo de que lo yo no volverío, escuchó un conto que le iilguero

,

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ero fomilior: lo iilguero volvío o su hogor, onte lo olegrío del sostre y de sus oprendizos.

y solío de lo sostrerío o su posobo en los cuodros, en el homlo se ontoio, revoloieobo por estóncio, bro de su omigo, en lo meso de corte.,. Boltosor -que montenío lorgos conversociones con ello- le recriminobo el que se ocercoro tonto o los tiieros, mientros cortobo, por miedo o herirlo. Desde ese momento, lo iilguero entrobo

Así fue lronscurriendo el invierno, con sus continuos entrodos y solidos de lo sostrerío. A veces, cuondo volvío y encontrobo lo puerto cerrodo, contobo opoyodo en el bolcón, llegondo, incluso, o picoteor en los cristoles cuondo no ero escuchodo. Por los noches solío dormir ogorrodo o los cqbles de lo luz o en olguno vigo del techo. En lo primovero

de 1953, lo iilguero combió sus hábitos de entrodos

y solidos. Los noches los posobo fuero y, o lo lorgo del dío, hocío diez o quince visitos o su omigo. Lo iilguero se hizo populor en Voldepeños, y su historio ero muy cono-

cido en el pueblo; por esto roz6n, ero bostonte frecuente ver o grupos de voldepeñeros, iunto o lo puerto del sostre, observondo sus entrodos y solidos. Lo iilguero, sin inmutorse, se posobo y contobo en lo pequeño polometo que el bueno de Boltosor hobío instolodo en lo fochodo, iunto ol bolcón, donde nunco foltobo oguo ni olpiste.

No hobío finolizodo oún lo primovero, cuondo un dío lo iilguero no volvió. Lo tristezo invodió lo sostrerío. Todos creyeron que hobío coido en olguno trompo, o que olgún cozodor hobío terminodo con su vido. Todos, menos el sostre, que -como buen cozodor- sobío que ero lo époco de celo.

Al cobo de

l5 ó 20 díos lo iilguero volvió

de nuevo, y lo olegrío

se

instoló en lo sostrerío. Oficiolos y oprendizos volvieron o sonreír. Lo iilguero

volvío de su oluno de miel», ocompoñodo por un bello iilguero, que, ounque ol principio prefirió esperor, opoyodo en los cobles de lo luz, mós torde tombién entró dentro de lo sostrerío, y, iunto o lo iilguero, picoteó del olpiste que Boltosor les ofreció, morchóndose o continuoción. Así permonecieron duronte bostontes díos, hosto que, de nuevo, los iilgueros deioron de visitor lo sostrerío.

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Hobío tronscurrido yo un mes desde su último visito, y Boltosor empezó o oceptor que hubiese ocurrido lo peor. Cuondo hobío perdido yo todo esperonzo de volver o ver o sus omigos, estos, nuevomente, se volvieron o presentor; pero, odemós, ¡ocompoñodos de cuotro lindos iilguerillosl Eron sus primeros críos. Lo poreio hobío esperodo o que sus hiios pudieron volor poro poder presentórselos o Boltosor. Lo sostrerío fue todo uno fiesto. Lo iilguero, decidido, entró lo primero; el iilguero, yo sin titubeor, después; los iilguerillos, tros desconsor unos momentos en lo reio de uno coso cercono, o continuoción.

Duronte ese verono de

,l953

lo iilguero seguío visitondo dioriomente

o su omigo; o veces, solo; otros, ocompoñodo por sus hi¡os. El que yo nunco mós volvió fue el iilguero, que, proboblemente, coerío preso en olguno red o lirio, o morirío en olguno trompo. En uno de los frecuentes visitos que, por motivos profesionoles, reolizobo o Voldepeños el vioionte de comercio, Froncisco Tomoyo, conoció lo noticio y envió uno corto ol prestigioso diorio modrileño «ABC», en lo que -boio el título de «Uno iilguero encuentro piso»- norrobo los hechos

con gron ocierto. El periodisto Enrique Llovet (que en estos fechos escribío

lo columno «Mirodor» en el ciiodo diorio) escribió un ortículo titulodo «Los iilgueros de Voldepeños», en el que -entre otros cosos- ofirmobo que uen Voldepeños, uno iilguerillo se ho presentodo en lo coso del sostre que

le dio libertod con su esposo y sus hiios, y en ese lugor come todos los díos, y, luego, vuelve ol compo o o lo sierro». Podemos consideror que Llovet, con este ortículo, inició uno compoño informotivo sobre los iilgueros, que hizo que esto sencillo historio de omistod entre el sostre y lo iilguerillo fuese conocido en todos los rincones de nuestro poís, trosposondo nuestros fronteros, ol ser recogido por los teletipos de los diorios de no pocos poíses del mundo. Enrique Llovet, en su ortículo, y con gron golonuro, hizo un llomomiento o los poetos espoñoles poro que visitoron el lugor del suceso y deioron en Voldepeños, ol pie del bolcón del sostre de los iilgueros, lo Gron Cruz de Alfonso X nel Sobior, y si eso no ero posible por rozones odministrotivos, uno bueno corono de sonetos ol iilguero leol. Tuvo un "lopsus" insignificonté, que no resto por ello delicodezo ni ternuro ol ortículo. Fue el que el comentoristo hobló de un umonchego finor, que recogió o un iilguerillo y lo olbergó en su coso

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de Voldepeños, hosto que el humilde póioro desoporeció entre «el ozul odmiroble de Costillo lo Nuevor. He oquí que sole ol poso de este comentorio uno corto obierto, publicodo iguolmente en 'ABC' por el ioven obogodo voldepeñero -y enton-

ces, esiudionte de periodismo- José lbóñez Fontony, en lo que, de formo discreto y omoble, y lleno de ingenio, concretó que en el ortículo de Llovet hubo un error, y que el suceso ocurrió en «uno tierro de ozules montoños y riochuelos numerosos, en donde oPogoron su sed, comino de Gronodo, ios soldodos imperioles de los Cotólicos Reyes, y no en oquello otro, tombién ilustre, de Voldepeños, lo llono y oncho como el corozón del

Quiiote». Esto corto concluío con delicodos y respetuosos froses poro Llovet, quien rópidomente, y tombién en su columno «Mirodor», rectificó con un ortículo titulodo: ¡Cuidodo, de Voldepeños deJoén y no de lo Moncho! Lo cierto es que este llomomiento de Enrique Llovet o los poetos de Espoño no coyó en el vocío, y el reto fue oceptodo por lo prestigioso que rindieron homenoie ogrupoción de poetos «Alforios poro lo Poesío», ,l953. o nuestros iilgueros el 20 de septiembre de

y fundodor de lo Agrupoción, Conrodo Blonco, comenzó su pregón diciendo: «Doy grocios o/Señor porque los fábulos son ciernsi, y áquíse nos ho dodo, con lo espontoneidod del olbo y el rumor de lo fuente, con lo maiestod, lo grocio y lo honduro de lo poesío y de lo fe". El director

Pidió, tombién, Conrodo Blonco que -desde ese momento- lo ciudod recibiero el nombre de uVo/depe ñas de los lilgueros», y monifestó que lo llegodo de los poetos es el premio de los pueblos escogidos.

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LA JILGUERA DE VALDEPEÑAS DE JAÉN

I.A DICI.IA DD I,OS PATAROS Her¡tdname a tus pqj aros campe stre s, g dame sufelíz sabiduría; ellos serdn mi sointa compañía en tus torcal,es ásperos g agrestes.

S¡rvaoo« Rugoe

Fue en el año cincuenta y tres cuando el hecho sucediera. Tiempo sin pan maquilero, ruina, escasez, miseria.

¡Oh, Dios!, si ruin es matarse, dolorosa es la posguerra. Toda la Prensa se hizo eco. Nos llegaron los poetas; traían alforjas henchidas, lo mejor de sus cosechas. Valdepeñas fue Parnaso y la musa, una jilguera. Conrado Blanco fue temblor; Pilares y Creus, alba enseña; al viento azul ondearon bellos poemas de grandeza.

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La noticia llegó a la ONU, encendida en Polémicas. Fue abrazo fraternal, entre hombres con nobleza, el ejemplo edificante de esta, sin cuento, leYenda.

El soviético Vichink¡ dijo que la lid de Corea era asunto más humano que hablar sobre una jilguera.

A veces, el hombre

es

monstruo

que roba a la Naturaleza melosas flautas cantoras,

siendo de Dios su belleza; pero puede castigarnos

por tan torpe ligereza, que los cantos, divinos son, no música doméstica. Vuela, brinca, vuela, brinca. Fatal navaja barbera:

Si vive Christian Andersen,

un cabello parte en dos,

literato de primera, cuento famoso sería, dada su sabia elocuencia' ¡A¡ inagotable filón! si lo adivina Calleja.

para qué porfiar con ella.

Así a mí me lo contaron, así la doy como cierta.'.

Volaba por sus cabezas.

De Gregorete, el barbero, fue la famosa jilguera. Cuan cimbel, [a aPostura. Asida su pata Por cuerda, saltarina posábase, allí en lozana ribera, llamando a los colorines, que a viles redes caYeran, sin ser engañosa crueldad, por qué pensar, traicionera. Obligada trabajaba; en el pecado, sin huella.

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Como nene juguetón, nunca repara en quejas. Curiosos, los parroquianos. Ora juega con el peine, ora al paño picotea. Se defeca en el espejo,

y eso es cosa poco seria.

Al suelo, la bacia rodó, frágiles plumillas vuelan.

A coro, los aún sin afeitar: ¡Yaya pájara puñetera!

Aunque lo publica el pueblo ave que vuela,

ala cantela

no discurre por sus mentes, así nunca más comieran.

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-i Esta pánfila me esPanta a mi paciente clientela!, quejábase Cregorete, al ver situación tan fea.

Lo que tienes es arestín y loco azogue en tus venas. Si no te estás quietecita, he de echarte por pendeja. -¿Quién desea esta colorina? ¿Tú, Baltasar? ¡Pues arrea! Llévatela ahora mismo. -¡Vete donde no te Yea!

Cierto es te tengo cariño y un lagrimón me cuesta, pero irás a buenas manos, y esto, amiga, me consuela.

-¡Mi pájara es mi

#. €a-,

-É-

Pájara,

no pajarraca cualquiera! -con lágrimas anegando los surcos de su tristeza-. -Vete con Dios, colorina. Por siempre, alabada seas. Perdóname estos repentes, te lo pido con entereza.

-¡Adiós, amiga, adiós! Tb vida te sea buena. Jamás rencor me guardes. Te tuve por compañera.

1B

t9


Con alpiste te alimenté; del rábano, hojas frescas; rodajitas de manzana y migajas en mi mesa. Hasta dulce terroncico del cafe para tu jeta. Nunca nada te faltó, ni fresas en Primavera. Yo te rebesé el piquito, absorto y con vehemencia, como si fueras mujer, la más gluapa entre las hembras. -¡Adiós, amiga, adiós, radiante como princesa! Celos tienen los luceros

por tu brillo, tt maJeza. Tú eres mi blanca Luna de azucar y canela. -¡Adiós, amiga, adiós, adiós, adiós, adiós, nena! ¡Acuérdate siempre de mí, que puedo enfermar de pena!

En el taller de Baltasar hallábase ya esta guapeza, haciendo barrabasadas, como si nada ocurriera. Picotea el jaboncillo.

El hilo, en liote enreda. A María le quita el dedal, a Luisa la piropea; a Pilar le dice al oído bellos trinos, zalamera.

2l


Jesús, qué barbaridad: me está tocando las piernas!

-¿Y a ti, qué te pasa, Pila¡ que el hilo blanco no enhebras?

Así, Ana le respondió: Buen mozo quien tuviera, y que me llevara aI altar para ser su compañera.

¿Y

-¡A¡

Infante corta un patrón. Ella observa a la tijera. Hilvanes ya deshilacha, siendo ap rendiza barbera. Como el Quijote se puso la bacia como montera. Quería recorrer mundo porque nació aventurera. Dos oficios ha seguido, pero ambos los toma a juerga. Jefa en distintos saberes en poco o en nada se queda. Su vida sólo es juga¡ ¿y no es la vida quimera?, ¿por qué esperar a mañana, si mañana será vieja? -¡Si te arrimas a la plancha,

atente a las consecuencias! -enojado dijo el sastre. -Por mi madre, estáte quieta. poniendo los nervios

¡Me estás

locos como regadera!

-Aquí, apenas se trabaja con pájaru con tanta jeta...

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tú qué piensas, María,

con ese rostro de bohemia? Luisa, ¡a ver esos ardiles,

tu juventud de mozuela! ¡Pepa: dejaya la risa! ¡Conchi: a ver esa hebra! ¡Ahora, todas a tabajart ¡despacio y con buena letra! columpia en el cable. El bombillón se tambalea. En tinieblas, la habitación. Se

¡Niñas, encended la vela, que se ve menos que cantar! Como me cabree, te enteras. taedme segura jaula. Serénese esta pérfida. La libertad no consiste hacer lo que te conYenga.

Eso. Necio libertinaje, así comienzan las guerras.

-¡A coser, a coser, a coser, no cunde vuestra faena! ¿Qué le pasa al pantalón? ¿Qué le queda a esa hombrera? ¡Va a tardar más ese traje que la catedral jaenera! ¡A tr abqar, a tr ab ajar, dejaos ya de monsergas!

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Y sucedió aciago día. Escapóse su lindeza. -Si tenía el pan seguro, pagarme con tal moneda

justo Dios bondadoso. Dígale que se arrepienta.

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Largo tiempo transcurrió en el quicio de su puerta,

con sus noches y sus días,

y quien espera, desespera. Baltasar estaba triste. Que no fue trino cualquiera. Cónico tenía el pico, amolado como sierra. Amarillo, pardo, rojo

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y azabachela cabeza. Sin par canto melodioso,

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Fleta, para sí quisiera, y el afamado Caruso hubiese copiado de ella.

Aprendió en limpio río dorremíes de primavera, a compás de compasillo,

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asignatura señera. Por fiel testigo, el céfiro,

junto a espadañas, adelfas, escaramujos, ababoles, zaÍzas, ocultas choperas.

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25


YíaLáctea; guapa Luna carmesí, cascabelera,

estuvieron en el casorio. Los pájaros de la sierra.

En alta pinada, ardillas, juguetonas y traviesas. Rayones, corzos, repdles,

hurones y comadrejas. Los caracoles sacaron sus cuernecillos afuera.

Recorrieron, lentamente, más seguras, las veredas. Sancho, vísteme despacio,

que tengo mucha «priesa, fue filosoffa certera, sabia lección cervantina,

que el mundo no tiene en cuenta.

A destajo, ranas croantes. Los grillos, en plena faena, recitaban, sin respiro, nana, nanita alcarabea. Hasta lejanos luceros

brillaban con más fulgencia. Todos querían participar, y todos, con gran presteza.

El Páter de los Pájaros les dijo que se quisieran hasta consumar los años en santa pazhogareia, en la enfermedad y il.egría, tal radiante primavera.

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27


-Siempre nos vamos a querer -asumieron sin reservas.

Al cristal del Río

PaPel

y al antl de la Pandera, mil veces fueron felices, en dulce luna placentera. Por la Fuente de los Chorros, el amor no fue quimera. La Colmenilla, el Vadillo les regaló miel de abeja. En el Monte de las Át i-rt, encendieron una vela, dedicada a los pájaros que ya no están en la Tierra. Viajaron a Fuente Fría, Chircales, Nava la Yegua. En el Cerro Hueco y El Chorrillo, los mil besos que se dieran. ¡Ay, Dios mío de mi vida!: el amor puro es grandeza.

Empolló a tres colorines, tres joyas, tres poemas. Tres son tres, pintados con suma delicadeza, tan guapos como su madre,

Los cinco, ¡qué bien cantabanl; con tan precisa exigencia, que hasta los ruiseñores

agotaron reverencias. Cuchicheantes golondrinas

inclinaron sus cabezas. Cuquillos, en alta rama, proYocaron incidencias. Querían cantar y cantar pareados, ¡ohl, simpleza...

En alas el viento llevó los ecos a Valdepeñas.

En la ermita de Chircales, oraciones, penitencias. En casa del alfayate, llarrió con insistencia, ora insiste en la ventana, ya, picotea en la puerta. Recios bronces pregonaron alegres, tan feliz nueva.

Hasta el gallo enveletado cantó con todas sus veras...

color que nadie asemeja. Él buscaba la comida en los bancales y acequias. Ora portaba en su pico saltamontes o cerezas. Ora, servas, memencinas, madroños y majoletas.

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-¿Se puede entrar,

mi buen

Perdóneme aquella torpeza.

Mas a cambio, le ofrezco

lo mejor de mi realeza; mi marido, mis tres hijos y esta su fiel compañera...

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sastre?


-¡Ha venido el Pajarillo! ¡No verdad pereciera! Muchas gracias, Dios mío; mil gracias, Santa Marcela, por escuchar mis súPlicas que de rodillas os pidiera. es

-¡Mi colonia, mi sombrero! ¡Hay que preparar gran fiesta! ¡Mi más preciado chaleco

y mi reloj de cadena! ¡Todos con trajes planchados y manteles de primera!... Aquí está mi hija Pródiga, tan guapa como se fuera. Si arrepentida ha venido, con amor, abracémosla. No le afeemos su conducta, que perdonar es ley buena... ¡Mis zapatos, mi corbata, blanca camisa de seda! ¡Alégrese todo el mundo! ¡Hoy no es un día cualquiera! ¡Que no le falte Ia comida, licor y nata con fresa a mi jilguera del alma,

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que ha venido a mi vera!

El suceso se proPagó como noticia que vuela. Lo comentan en Retumbo y Virgen de la Cabeza. En Tesillo, Huerto del Santo,

30

3r


Plaza del Bosque, Sol, Nueva. San Juan, Damas, Real, Las Parras,

I

-Dicho y hecho, vecina mía, no llores, Josefa... pero

Santa Ana, Encinilla, Estepa.

En Sisehace, Cruz de la Hoya, Cantarería y Tercia. Ya lo saben en Santa Ana, Ejido, Cristo y Moredas. EnPlaza de los Jilgueros, una viejecita receta: -Cucha: hazme este recado allá por Pendiente y Laderu, que allí viven mis dos hijos, nietos, ¡ay, Jesús! y nueras: Que si la pár1aruha venido y todos irán a verla, por qué no vienen a mi casa para besar a esta vieja, azotada por el reúma y endurecidas sus venas. Veinte años que se casaron... Apenas de mí se acuerdan. Les di la vida a mis hijos con la leche de mis tetas. Junto a sus camas estuve cuando el dolor y paperas. Si no saben lo que es penar, ojalá mujeres fueran. olvidar, Dolores? iQue te tiro de la oreja si echas en saco roto -¿Se te va a

las palabras de

mi queja!

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-¿Cómo voy a dejar el llanto

I

si el lagrimón no me deja?

Entre todos, meritera en cantarle al Santo Cristo, motetes con delicadeza. Y le pide, arrodillada, con esta oración lastimera: «Piropos ofrecerte quiero, pues nací valdepeñera.

En mi pico te he traído yerbaluisa, yerbabuena, mejorana, manzanilla, romero... A ti, mi ofrenda, humilde, pero grandiosa: perfume, pura esencia. Señor: por favor te pido a mis hermanos protejas. Erradica los engaños, ocultas redes siniestras. Seremos especie a extinguir, si pronto no lo remedias. Se contaminaron los ríos, mustia quedó la pradera. Alpechines y jamilas pusieron las aguas negras. Apenas si quedan peces, muertos de injusta manera. La natural melodía debe ser libre, no presa. es

)3


Nos hicisteis para cantar, aquí por las alamedas. jaulas ¿Por qué encerrados en

por qué nos ponen cadenas? ¿Por qué se Yan los jilgueros? ¿Por qué se mueren los poetas?

cantaron ayes que enervan

El Sol apagó su lumbre y temblaron las tinieblas. La Luna no era la Luna, vestía túnica negra, sus ojos enamorados

Fue dolor muy sentido. Lloraron personas buenas. No fue cuento, sino real,

lloraban amargas perlas.

mas contiene moraleja.

ha muerto un pajarillo! ¡Está triste Valdepeñas, la tierra de los jilgueros,

Nuestra princesa murió, sin apenas leve queja, en la cama de Baltasar. La ventana estaba abierta.

¡Se

del color y mil bellezas!

Dicen que la vieron volar hacia remotas estrellas. Una cohorte de pájaros dibujó blanca estela. Sopló Eolo a los vulanicos y anunciaron las tormentas. A cántaros el agra cala, chirriaba triste veleta. Macetas en los balcones Volaron begonias yertas.

Malvachinas, sin color. Eran gitanillas muertas. Albahacas, rojos claveles, sin perfumadas esenciás. Lamentos ajilguerados fueron lloros de üisteza. Gorigoris lastimeros

34

35


¿Por qué se uan los jilgueros?

¿Por qué mueren los poetas? ¡Os lo ruego, Azal Diuino:

Dadme

creíb le respuesta!

37


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Paz.

del Moral

Milla

(Alcaldesa de Valdepeñas de Jaén)

5

PRÓLOGO: DE PÁJAROS SIN JAULA José L. Buendía López

1

INTRODUCCIÓN:

LA MÁS TIERNAY PEQUEÑA HISTORIA DEAMOR luan Infante Martínez (Cronista Oficial de la Ciudad)

11

LA JILGUERA DE VALDEPEÑAS DE JAÉN

l5

CÓUIC: SUCEDIÓ ENVALDEPEÑAS DE LoS JILGUERoS Blas Prieto y Francisco

42

Revueltas

43

..................... 39


PAIROCINAN: AYUNTAMIENTO DEVALDEPEÑAS DE JAÉN DIPUTACIÓN PROVINCIAL CAJASUR

YEGUADA "LA BEATA''

LINATEL - INMOBILIARIA «ÉUCA" COLABORAN:

ACADEMIA DE INFORMÁUC,q «ALMALUZ» FOTO VÍDEO'ACEITUNO" MATERIALES DE CONSTRUCCIÓN «JUANDE» QUESERÍA «SIERRA DE FoNDÓN» AGENCIA DE SEGUROS «AXA» JOAQUÍN CUETO CASA-MUSEO CASTILLO DE LOCUBÍN CONSTRUCCIONES <<ANTONIO MOLINA» BAR «JUPITER»

CARNICERÍA «MOLINA» RAILECH CALZADOS Y DEPORTES «MARTÍNEZ» BAR «PATAIILLAS» JoSÉ CARLOS VELASCO PÉREZ CARPINTERÍE UBTÁI.TCA «JUAN ESPINOSA» FLORISTERÍR NCELLERDO» CARPINTERÍE UBTÁI-ICA «JUAN VALDERAS» DROGUERÍA CONSTRUCCIONES «HNOS. PÁRR,qGE" MÁRMOLES «MAREXT» CONSTRUCCIONES «PEDRO MILLA»

. PINTURAS «JULIÁN PARRA» "JUVTC" AUTOSERVICIO «ESCOLÁSTICA ESPINOSA» FERRETERÍA «LAS PARRAS» MESÓN «ALAZÁN»

PERFUMERÍI

PRODUCTOS «SANTAANA» WENCESLAO TORREBEJANO VALDERAS PIENSOSY CEREALES «HNOS. CABRERA»

AUTO-SERVICIO «ANDALUCÍA» AUTO-SERVICIO «LAS PERLAS» PELUQUERIA DE CABALLEROS «FERNANDO RIVILLA»

45


Este libro se terminĂł de

el

imprimir

dĂ­a 20 de selttiembre de 2003, Cincuentenario d.e los Jilgueros, en los talleres de Catena 3, S. L., d.e la ciudad dc JaĂŠn.

4/


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