Estudios arqueoastronómicos sobre la pintura rupestre esquemática

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Estudios arqueoastronómicos sobre la pintura rupestre esquemática ¿posible indicador de épocas de frecuentación?, a propósito de Peña Piñera, Librán y San Pedro Mallo MIGUEL ÁNGEL GONZÁLEZ GONZÁLEZ FELICIANO CADIERNO GUERRA

RESUMEN: El objeto de estudio de este trabajo comprende cuatro estaciones de pintura esquemática típica del occidente de la provincia de León. A partir de un análisis estadístico de las frecuencias relativas de aparición de los alineamientos astronómicos que producen efectos de luz y sombra en las pinturas rupestres, hemos reconocido algunos máximos significativos cuya explicación revela una posible función consistente en señalar el acontecimiento de las fiestas principales del primer calendario de los agricultores y ganaderos europeos, así como la coincidencia de la luna llena en los solsticios. La identificación de uno de estos máximos como alineamiento estelar nos permite asimismo proponer una datación para una de las estaciones próxima al 2000 a.C. Esta nueva información puede ayudar a aproximarnos un poco más al significado que tuvo el arte rupestre para sus autores. PALABRAS CLAVE: arte rupestre, pintura esquemática típica, arqueoastronomía. ABSTRACT: The object of this research is four schematic painting sites situated in the western province of León. After performing the relative frequencies statistics of the measured astronomical alignments which produce light and shadow effects on the rock paintings, we recognise some meaningful peaks whose feasible purpose could be to mark the occurrence of the major festivals which structure the first European farmer’s calendar, as well as the coincidence of full moon at the solstices. On the other hand, the explanation of one of these peaks also allows us to propose a 2000 BC dating for one the sites. This new information can help us to obtain a better approach to the original meaning of rock art. KEYWORDS: rock art, schematic painting, archaeoastronomy

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Marco, preliminares y objetivo de este estudio Consideramos dos enfoques principales en la tarea de reconocer el significado o función desempeñada por estas manifestaciones culturales prehistóricas (Whitley 1992, 1998). Por una parte, aquel que considera que esta empresa es un desperdicio por la imposibilidad de desarrollar teorías verificables que expliquen su funcionalidad prefiriendo labores descriptivas y taxonómicas de las distintas manifestaciones, y aquel que, aunque admite su incapacidad de descubrir un pasado cierto y objetivo, plantea aproximarse a éste adhiriéndose a la mejor entre una serie de hipótesis en competencia. Nuestra propuesta, que entendemos no excluye otras, integra Astronomía, Arqueología y tradición popular, o por decirlo de una forma más clara, considera un uso práctico y simbólico de los ciclos del cielo para realizar el seguimiento de un calendario. El astrónomo y arqueólogo británico Clive Ruggles define Arqueoastronomía como “el estudio de creencias y prácticas relativas al cielo en el pasado, y especialmente en la prehistoria, y los usos a los cuales el conocimiento de los cielos de la gente eran aplicados” (Ruggles 2005:19-27). Un ejemplo del uso astronómico de los grabados o pinturas rupestres lo encontramos en Fajada Butte, Nuevo México, EE. UU., donde dos petroglifos con forma de espiral exhiben fenómenos de luz y sombra singulares en los solsticios y equinoccios. Otro, más próximo, es el considerado por Guy Tamain para la Cueva de la Diosa Madre de Jaén (Tamain 1986:435-455). El problema principal es que, como señala Ruggles, no podemos superar la duda sobre si estos fenómenos eran deliberados y condicionaron la localización y diseño del grabado, o es simple casualidad (Ruggles 1999: 19, 68-78). Las pinturas rupestres objeto de nuestro estudio son las de Peña Piñera en Sésamo, las del cañón del río Primou en Librán y las de la Cuevona de San Pedro Mallo, todas ellas en El Bierzo, León. Las primeras fueron publicadas en 1986 por José Avelino Gutiérrez González y José Luis Avello Álvarez (Gutiérrez y Avello 1986), mientras que las de Librán y San Pedro Mallo lo fueron por Felipe San Román en el 2006 (San Román 2006), también tratadas de manera literaria y artística por Casimiro Martínferre (Martinferre 2011). En la actualidad, Feliciano Cadierno (Cadierno 2013) está realizando una necesaria catalogación completa de estas y otras pinturas asistido por herramientas de procesamiento de imágenes, que incluirá en una tesis doctoral para el departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Valencia y que lleva por título La Pintura Esquemática en el Bierzo. Como precedente en lo relativo a estudios arqueoastronómicos aplicados al arte rupestre podemos citar nuestra investigación dedicada a los petroglifos de los valles altos del Duerna y Turienzo (González 2011a), también en la provincia de León. El contexto cultural arqueológico de esta manifestación de arte rupestre es la Pintura Esquemática Típica (Sanchidrián 2001:439-484). Las figuras son simples, formadas con trazos lineales y sin relieve, alejadas del naturalismo de expresiones artísticas propias del Paleolítico e incluso del Arte Levantino concentrado en el oriente peninsular. Comparte con este la elección de soportes para las pinturas a la intemperie, en oquedades y abrigos iluminados por el Sol, cerca de cursos de agua, en contraste con las cuevas profundas de las obras paleolíticas. Sin embargo, a diferencia del | ARKEOS 37 | 616 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |


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Arte Levantino, también utiliza farallones rocosos verticales. En cuanto a su distribución geográfica y cronología, generalmente se considera su nacimiento en el Sudeste en el Neolítico y su expansión por toda la Península Ibérica y Sur de Francia durante el Calcolítico, sobre el III milenio a. C. si bien Avello se inclina por una adscripción temporal a la Edad de Hierro para las pinturas de Peña Piñera (Gutiérrez y Avello 1986:24-25, 89-91). Sobre el uso particular de los paneles o abrigos con pintura esquemática típica se observa que no todos aquellos disponibles en una zona están decorados, por lo que cabe suponer que su elección obedece a algún tipo de criterio cultural. Su utilización continuada y las escenas representadas: escenas de pastoreo y caza, ídolos, danzas, enfrentamientos y la presencia de figuras de carácter simbólico apuntan a un sentido sagrado, y a los abrigos pintados como algún tipo de santuario, si bien su emplazamiento también ha sido relacionado con estrategias de control territorial y de acceso a recursos naturales (Jordá 1983; Grande y González-Tablas 1983; GómezBarrera 1991; Martínez-García 1998). Para el enfoque interpretativo que seguimos en este trabajo, la manifestación de lo sagrado en las pinturas rupestres podría producirse mediante fenómenos celestes así que, a manera de preámbulo, exploramos la existencia de montes sobre los que la salida o puesta del Sol o de la Luna se correspondiera con acontecimientos astronómicos que fueron reconocidos en nuestro trabajo sobre los petroglifos de Maragatería, pero los resultados obtenidos fueron insuficientes. Sin embargo, en el Buracón de los Mouros nos llamó la atención la existencia de una ventana al exterior enfrentada a uno de sus motivos más carismáticos, el soliforme, que es iluminado a través de la oquedad por el Sol naciente en las fechas de media estación de primeros de febrero/noviembre (González 2013; Figura 1). FIG. 1.

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Este fenómeno es comparable a las orientaciones, en las mismas fechas, de La Albarda (subrayada por dos hendiduras grabadas en su parte superior) en el santuario rupestre de Peñafaciel, en Lucillo o del megalito del santuario rupestre de San Salvador en Quintanilla de Somoza (González 2011a:221-236, 2012), a los que debemos añadir la mayoría de los dólmenes del occidente europeo según señala un trabajo del astrónomo británico Michael Hoskin (Hoskin 2008a, 2008b, 2010). Además, en el panel principal de San Pedro Mallo también constatamos que durante el atardecer de las fechas de media estación de primeros de febrero/noviembre se producía en la pared una línea de luz y sombra que afectaba a tres de las cuatro figuras principales del panel (Figs. 2 y 3), o que el plano de un pequeño panel con pinturas, localizado en La Cuevona de San Pedro Mallo muy cerca de las pinturas anteriormente mencionadas, intersectaba en un punto del horizonte donde se producía la puesta del Sol en las fechas de media estación de primeros de mayo/agosto. FIG. 2.

Estos datos aconsejaban prestar atención a los fenómenos de luz y sombra producidas en ciertas fechas singulares del ciclo solar. Sin embargo, se puede objetar arbitrariedad al considerar solo ciertas fechas del año o que, a pesar de su espectacularidad, estos efectos podrían ser fruto de la casualidad y que no fueron tenidas en consideración por aquellos que marcaron estas paredes con pinturas rupestres. Consiguientemente, definiremos en términos de declinación astronómica los fenómenos de luz y sombra que vamos a medir. A continuación, realizaremos las medidas de declinación correspondientes a las pinturas y paneles objeto de nuestro estudio y realizaremos análisis estadísticos que muestren su frecuencia relativa con el fin de comprobar si la repetición de algunos alineamientos se presenta de | ARKEOS 37 | 618 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |


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FIG. 3.

forma especialmente acusada. Finalizaremos con una discusión e interpretación de los resultados obtenidos.

Metodología A continuación abordaremos la definición en clave de declinación astronómica de los fenómenos de luz y sombra en las pinturas rupestres, el procedimiento de medida de las declinaciones y la expresión de función de densidad de probabilidad que utilizaremos en el análisis estadístico. Definición de fenómenos de luz y sombra en pinturas rupestres La posición de salida del Sol en el horizonte oscila entre dos extremos, Noreste y Sureste, que se producen en los solsticios cuando la declinación solar adquiere sus valores extremos. Imaginemos un panel vertical con pinturas orientado hacia el Sur, pero cuyo plano intersecte el horizonte entre estos extremos: habrá un par de fechas (o una si coincide con un solsticio), en las cuales el Sol que nace en esta intersección coincidirá con el plano del panel; entre estas dos fechas, el Sol naciente iluminará las pinturas permaneciendo en la sombra el resto del año. La explicación es análoga en el caso de la puesta del Sol. Vamos a denominar a este tipo “lateral” (L) y la dirección que debemos medir es la línea que une la pintura con la intersección así definida. | ARKEOS 37 | 619 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |


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Puede que un saliente próximo se interponga en el camino del Sol hacia la pintura proyectando sombra. En este caso las fechas se obtienen mediante un plano vertical que incluya la pintura y sea tangente al saliente, y su intersección con el horizonte. Este será el tipo “saliente” (S). El tipo “obstáculo” (O) se producirá cuando un gran obstáculo lejano se interponga entre la superficie de la pintura y el Sol en el horizonte. En este caso las fechas y dirección se obtendrán por la intersección de este obstáculo con el horizonte, visto desde la situación de la pintura. Por último, el tipo “ventana” (V) corresponderá a la situación en la que, visto desde la situación de la pintura, el ascenso o descenso del Sol permanece oculto excepto en una ventana en la que ilumina las pinturas durante un corto lapso del tiempo. Existirá una fecha en la que el camino del Sol alcanzará un límite a partir del cual la ventana dejará de tener efecto en la iluminación de la pintura, y otra en la que lo recupere. Procedimientos de medida Cada uno de los tipos de fenómenos de luz y sombra sobre una pintura rupestre se traduce en una medida de dirección expresada en dos coordenadas esféricas: las coordenadas horizontales acimut (A) y elevación (h). Para obtenerlos vamos a seguir el siguiente procedimiento. Tomamos una fotografía que muestra el punto del horizonte correspondiente a la proyección del plano de la pintura, saliente u obstáculo, señalado con un listón de madera, y obtenemos sus coordenadas mediante aplicaciones de información geográfica virtual como Google Earth. Como también tenemos las coordenadas del origen del alineamiento, podemos obtener el acimut mediante trigonometría esférica. La elevación puede ser calculada por trigonometría considerando que origen y referencia en el paisaje corresponden a dos puntos de una esfera con radio igual al de la Tierra y con distancias sobre la superficie de la esfera iguales a su altitud sobre el nivel del mar. La elevación será el ángulo formado por la recta que une ambos puntos con el plano tangente a la esfera terrestre en el punto origen. Alternativamente podemos tomar como referencia el Sol o cualquier otro astro anotando la hora y utilizando una aplicación de planetario virtual como Cartes du Ciel, o medir el acimut con una brújula magnética y obtener la elevación mediante un inclinómetro, corrigiendo la deriva magnética que depende de nuestra localización. Si las posiciones del punto de observación y del punto de ocultación vienen dados respectivamente por las ternas (φ1, λ1, a1) y (φ2, λ2, a2), donde φi es la latitud, λi la longitud y ai la altitud expresada en metros, podemos calcular la distancia angular (d) y acimut geográfico (A) entre ambos mediante la expresión:

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El cálculo del ángulo de elevación aparente h’, considerando la esfericidad de la Tierra y la altura del observador, puede obtenerse a partir de la expresión:

Por último, para obtener la elevación astronómica a partir de la aparente le restamos el efecto de la refracción atmosférica R (Bennet 1982).

Función de densidad de probabilidad de declinaciones astronómicas Ahora necesitamos transformar las coordenadas horizontales al sistema de coordenadas ecuatorial dado por la declinación (δ) y la ascensión recta (α). La declinación astronómica, o ángulo formado con el plano del ecuador, nos va a permitir identificar el astro al que corresponden el acimut (A) y elevación (h) medidos.

Finalmente, debemos realizar un análisis estadístico que muestre la frecuencia de aparición de cada declinación astronómica medida. De la declinación astronómica, como variable aleatoria, tenemos un conjunto n de muestras δ1, …, δn. Vamos a estimar la densidad de probabilidad con un estimador de núcleo gaussiano con una desviación típica σ:

Descartaremos de nuestro análisis aquellas medidas de pinturas o paneles que por su simple proximidad producen alineamientos idénticos. Así evitaremos que se produzcan picos de frecuencia para una declinación por la simple razón de concentrar varias pinturas para un mismo alineamiento. Utilizaremos un núcleo gaussiano con desviación típica igual a 1. En este punto es importante advertir sobre los riesgos de este procedimiento. Una selección arbitraria de las medidas que van a constituir la población del análisis estadístico, deliberada o inconsciente, van a producir una distorsión importante de los resultados obtenidos. También el rigor a la hora de establecer un criterio de selección de los datos tiene el peligro de que, por otra parte, estamos siendo subjetivos al establecerlo, cerrando las puertas a otras posibilidades como consecuencia de nuestros prejuicios (Ruggles 1999:124). | ARKEOS 37 | 621 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |


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Resultados Hemos dividido las pinturas en tres grupos: San Pedro Mallo, Librán y Peña Piñera. Las Figuras 4, 5 y 6 muestran la función de densidad de probabilidad de declinaciones astronómicas de los efectos de luz y sombra correspondientes a las pinturas rupestres de cada uno de estos grupos mientras que la Figura 7 las agrupa todas. Las medidas de declinación están en la Tabla 1. Tanto en el caso de San Pedro Mallo como el de Librán, y a diferencia de Peña Piñera, la población no es lo suficientemente grande como para extraer conclusiones fiables. Sin embargo, hemos mantenido en un primer análisis los resultados individuales de los dos primeros con el fin de comprobar si se repiten ciertas declinaciones, de lo que podríamos concluir que su frecuencia destacada no obedece a una razón topográfica. Así, reconocemos la repetición de los picos próximos a 24° y -16°. El análisis de declinaciones correspondientes a efectos de luz y sombra del conjunto de las pinturas estudiado en este trabajo evidencia picos de frecuencia de declinación muy marcados, con valores -16,2, 29,5°, 23,5°, 24,6°, -29,5° y 16,5°, en orden de importancia. Vamos a considerar también el pico de declinación 43° por su elevado peso específico en Peña Piñera. FIG. 4.

FIG. 5.

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FIG. 6.

FIG. 7.

Tabla 1. Cálculo de declinaciones correspondientes a efectos de luz y sombra de los paneles y pinturas de San Pedro Mallo, Librán y Peña Piñera. Observación Peña Piñera, Figura I Peña Piñera, Figura I Peña Piñera, Conjunto A, Figura 2 Peña Piñera, Conjunto A, Figura 3 Peña Piñera, Conjunto A, Figura 1 Peña Piñera, Conjunto A, Figura 3 Peña Piñera, Conjunto B, Figura 1 Peña Piñera, Conjunto B, Figura 1 Peña Piñera, Conjunto B, Figura 2 Peña Piñera, Conjunto B, Figura 2 Peña Piñera, Conjunto B, Figura 4 Peña Piñera, Conjunto B, Figura 4 Peña Piñera, Conjunto B, Figura 5

Tipo L V O O L L L O L O S S O

A 50,3 110,7 326,6 329,8 27,9 24,2 50,3 127,1 50,3 143,3 68,9 133,1 38,3

h’ 1,66 0,00 4,72 4,59 2,36 1,66 1,62 1,15 1,62 11,83 2,27 0,79 2,27

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h 1,32 -0,58 4,55 4,41 2,08 1,33 1,28 0,76 1,28 11,75 1,99 0,35 1,99

δ 28,99 -15,47 41,68 43,25 42,33 43,29 28,98 -25,74 28,98 -25,98 16,73 -29,83 36,83


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Peña Piñera, Conjunto B, Figura 5 Peña Piñera, Conjunto B, Figura 6 Peña Piñera, Conjunto B, Figura 6 Peña Piñera, Conjunto B, Figura 8 Peña Piñera, Conjunto B, Figura 8 Peña Piñera, Conjunto B, Figura 9 Peña Piñera, Conjunto B, Figura 9

L L O L S L S

125,5 59,6 144,3 131,3 12,9 112,8 9,4

0,97 2,02 11,98 0,87 4,40 0,39 3,27

0,56 1,72 11,90 0,45 4,21 -0,10 3,04

-24,81 23,08 -26,34 -28,67 49,81 -16,61 49,43

Peña Piñera, Conjunto B, Figura 10 Peña Piñera, Conjunto B, Figura 10 Peña Piñera, Conjunto B, Figura 11 Peña Piñera, Conjunto B, Figura 11 Peña Piñera, Conjunto B, Figura 13 Peña Piñera, Conjunto B, Figura 13 Peña Piñera, Conjunto B, Figura 18 Peña Piñera, Conjunto B, Figura 20 Peña Piñera, Conjunto B, Panel A, Figuras a3 y a4 Peña Piñera, Conjunto B, Panel A, Figura a2 Peña Piñera, Conjunto B, Panel A, Figura a1 Peña Piñera, Conjunto B, Panel A Peña Piñera, Conjunto B, Panel B Peña Piñera, Conjunto B, Panel B Peña Piñera, Conjunto B, Panel C, Figura c1 Peña Piñera, Conjunto B, Panel C, Figuras c2 y c3 Peña Piñera, Conjunto B, Panel C, Peña Piñera, Conjunto B, Panel D Peña Piñera, Conjunto B, Panel D, figura 17 Peña Piñera, Figura 17 Peña Piñera, Figura II Peña Piñera, Figura II Peña Piñera, Figura IV Peña Piñera, Figura IV Peña Piñera, Conjunto C, Panel A Peña Piñera, Conjunto C, Panel B Peña Piñera, Conjunto C, Paneles B y C Peña Piñera, Conjunto C, Panel C Peña Piñera, Conjunto C, Panel D Peña Piñera, Conjunto C, Panel E Peña Piñera, Conjunto C, Panel D y E Peña Piñera, Conjunto C, Figura 1 Peña Piñera, Conjunto C, Figura 1 Peña Piñera, Conjunto C, Figura 3 Peña Piñera, Conjunto C, Figura 3 Peña Piñera, Conjunto C, Figura 5 Peña Piñera, Conjunto C, Figura 5 Peña Piñera, Conjunto D, Figura 3, 4, 5 y 6

L O L O L O L L S S S O L O L L O L O L O O L O L L O L S L O S O S O L O O

49,8 145,7 59,5 143,1 57,8 139,5 51,5 132,9 69,4 88,8 112,8 1,3 58,2 137,8 50,3 55,5 135,0 117,8 343,9 117,8 345,1 118,2 25,8 143,7 59,3 38,0 154,1 59,3 134,1 133,8 355,0 44,6 175,6 59,4 172,1 88,0 169,4 19,5

1,64 8,50 1,99 7,77 1,79 5,83 1,28 0,83 2,20 2,41 0,39 3,86 1,74 10,13 1,62 1,01 6,92 1,13 2,58 1,13 2,52 1,14 2,39 4,28 2,02 2,27 2,42 2,02 1,07 0,65 3,72 1,97 0,62 2,02 1,43 2,36 1,73 2,27

1,30 8,40 1,68 7,66 1,46 5,68 0,91 0,40 1,91 2,14 -0,10 3,66 1,42 10,04 1,28 0,60 6,79 0,74 2,31 0,74 2,26 0,75 2,12 4,09 1,72 1,99 2,15 1,72 0,67 0,20 3,51 1,67 0,16 1,72 1,07 2,08 1,41 1,99

29,29 -30,05 23,12 -29,45 24,14 -29,23 27,93 -29,70 16,31 2,36 -16,61 50,91 23,83 -24,67 28,98 25,04 -25,78 -19,53 47,10 -19,53 47,39 -19,77 43,32 -32,82 23,29 37,01 -39,39 23,27 -30,20 -30,42 50,52 32,83 -46,92 23,19 -45,63 2,85 -44,84 45,69

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Peña Piñera, Conjunto D, Figura 3 Peña Piñera, Conjunto D, Figura 3 Peña Piñera, Conjunto D, Figura 4 Peña Piñera, Conjunto D, Figura 6 Peña Piñera, Conjunto E, Figura 6 Peña Piñera, Conjunto E, Figura 6 Peña Piñera, Conjunto E, Figura 8

L S S L L O L

64,0 96,0 94,9 132,2 18,5 159,6 25,7

1,71 5,96 4,55 0,78 2,45 2,05 2,40

1,39 5,82 4,37 0,35 2,18 1,75 2,12

19,76 -0,40 -0,65 -29,28 46,20 -41,85 43,34

Peña Piñera, Conjunto E, Figura 8 Peña Piñera, Conjunto F, Figura 1 Peña Piñera, Conjunto F, Figura 2 Peña Piñera, Conjunto F, Figura 2 Peña Piñera, Conjunto F, Figura 3 Peña Piñera, Conjunto F, Figura 5 Peña Piñera, Conjunto F, Figura 5 Peña Piñera, Figura IXn Peña Piñera, Figura IXn Peña Piñera, Figura VI Peña Piñera, Conjunto G, Panel A, Figura 1 Peña Piñera, Conjunto G, Panel A, Figura 2 Peña Piñera, Conjunto G, Figura 3 Peña Piñera, Conjunto G, Figura 4 Peña Piñera, Conjunto G, Panel B, Figura 5 Peña Piñera, Conjunto G, Panel B, Figura 6 Peña Piñera, Conjunto G, Panel B, Figura 7 Peña Piñera, Conjunto G, Panel B, Figura 1 Peña Piñera, Conjunto G, Panel B, Figura 3 Peña Piñera, Conjunto G, Figura 5 Peña Piñera, Conjunto G, Figura 6 Peña Piñera, Conjunto G, Figura 7 Peña Piñera, Conjunto G, Figura 8 Peña Piñera, Conjunto G, Figura 9 Peña Piñera, Conjunto G, Figura 10 Peña Piñera, Conjunto G, Figura 11 Peña Piñera, Conjunto G, Figura 12 Peña Piñera, Conjunto G, Figura 13 Peña Piñera, Conjunto G, Figura 14 Peña Piñera, Conjunto G, Peña Piñera, Panel In Peña Piñera, Panel Jn Peña Piñera, Panel Jn, Figura 1 Peña Piñera, Panel Jn, Figuras 3 y 4 Peña Piñera, Panel H, Figura 1 Peña Piñera, Panel H, Figura 1 y 2 Peña Piñera, Panel H, Figura 2 Peña Piñera, Panel H, Figura 3

S L L L S S O L O O S S S L S S S S S L L S S S S L L S L O O O O O L O S S

132,1 18,0 19,0 147,6 21,0 58,9 174,5 38,9 158,3 72,4 46,1 41,0 49,2 42,5 101,9 84,5 77,2 83,4 76,3 49,5 48,2 68,0 68,5 59,2 48,6 31,2 40,8 49,2 49,5 165,8 28,4 60,1 49,7 28,6 124,8 259,1 112,2 87,5

0,79 2,56 2,37 2,13 2,15 1,99 2,34 2,13 1,73 1,93 1,82 1,71 1,58 1,79 0,31 2,38 2,46 2,16 2,11 1,57 1,64 2,14 2,23 1,98 1,26 2,37 1,72 1,58 1,56 1,66 2,45 1,90 1,45 2,40 0,31 19,87 0,29 2,16

0,35 2,30 2,09 1,83 1,85 1,68 2,06 1,84 1,40 1,62 1,50 1,38 1,24 1,46 -0,20 2,10 2,19 1,87 1,81 1,22 1,30 1,85 1,95 1,68 0,89 2,09 1,39 1,24 1,22 1,32 2,17 1,59 1,10 2,13 -0,20 19,82 -0,23 1,87

-29,23 46,50 45,95 -36,72 45,00 23,50 -44,93 36,39 -41,72 13,96 31,78 34,76 29,66 33,99 -8,86 5,45 10,87 6,10 11,24 29,42 30,34 17,26 16,97 23,33 29,73 40,73 34,91 29,66 29,44 -44,12 42,18 22,62 29,23 42,06 -24,91 5,68 -16,29 3,11

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Peña Piñera, Panel H, Figura 5 Peña Piñera, Panel H, Figura 7 Peña Piñera, Panel H, Figura 9 Peña Piñera, Panel H, Panel A Peña Piñera, Panel H, Panel B Peña Piñera, Panel H, Panel C Peña Piñera, Panel H, Panel D, Figura 3

O L S O O O O

79,4 86,8 86,8 74,3 71,3 71,3 70,5

2,22 1,88 1,88 2,04 1,70 1,70 1,56

1,94 1,57 1,57 1,74 1,37 1,37 1,22

9,12 3,40 3,40 12,69 14,57 14,57 15,02

Peña Piñera, Panel H, Panel D, Figura 2 Peña Piñera, Panel H, Panel D, Figura 1 Peña Piñera, Panel H, Panel E Peña Piñera, Panel H, Figura 12 Peña Piñera, Panel H, Figura 10 Peña Piñera, Conjunto Kn Peña Piñera, Conjunto Kn Los Corralones, Figura 9 Los Corralones, Figura 2 Los Corralones, Figura 4 Los Corralones, Figura 1 Los Corralones, Figura 8 Los Corralones, Figura 9 Los Corralones, Figura 8 Los Corralones, Figura 2 Los Corralones, Figura 4 Los Corralones, Figura 1 Buracón de los Mouros, Conjunto A, Panel A Buracón de los Mouros, Conjunto A, Panel B Buracón de los Mouros, Conjunto A, Panel C, Gr. 2, Fig. 11 Buracón de los Mouros, Conjunto A, Panel C, Grupo 2 Buracón de los Mouros, Conjunto A, Panel C, Grupo 1 Buracón de los Mouros, Conjunto B, Figura 1 Buracón de los Mouros, Conjunto B, Panel A Buracón de los Mouros, Conjunto B, Panel B Buracón de los Mouros, Conjunto B, Panel C, Fig. 1, 2, 8 Buracón de los Mouros, Conjunto B, Panel C, Fig. 3-7 Buracón de los Mouros, Conjuntos A y B Buracón de los Mouros, Conjunto A, Panel C, Grupo 1 Escondida, Panel A Escondida, Panel B, Figuras 1, 2, 3, 4 Escondida, Panel B, Figuras 5, 6, 7, 9, 9, 10 Escondida Escondida, Panel A Escondida, Panel B, Figuras 1, 2, 3, 4 Escondida, Panel B, Figuras 5, 6, 7, 9, 9, 10 Boubela, Conjuntos A y B

O O O L L L O O O O O O V V V V V O O O O O O O O V L O O V V V O O O O O

70,3 68,2 68,2 112,2 124,8 195,7 68,9 238,2 241,1 244,6 245,5 238,2 223,0 223,0 224,5 225,0 226,0 116,5 125,0 125,0 125,0 125,0 150,2 139,2 155,5 118.7 118.7 200,8 180,9 86,7 98,8 107,0 194,4 124,1 130,9 133,6 215

1,74 2,09 2,09 0,29 0,31 7,90 2,08 5,47 7,66 7,81 8,07 5,47 19,23 22,23 19,23 19,23 24,00 3,70 1,73 1,73 1,73 1,73 0,14 1,55 0,91 6,00 6,00 0,84 0,60 19,87 18,22 15,36 1,38 11,06 9,23 8,47 25

1,42 1,79 1,79 -0,23 -0,20 7,79 1,79 5,32 7,55 7,70 7,96 5,32 19,18 22,19 19,18 19,18 23,96 3,49 1,40 1,40 1,40 1,40 -0,40 1,21 0,49 5,86 5,86 0,41 0,14 19,83 18,17 15,30 1,02 10,98 9,14 8,36 24,96

15,36 17,11 17,11 -16,29 -24,91 -37,49 16,57 -18,78 -15,20 -12,76 -11,99 -18,78 -16,51 -13,94 -15,76 -15,51 -10,98 -16,59 -23,89 -23,89 -23,89 -23,89 -39,93 -32,81 -41,50 -16,36 -16,36 -42,97 -47,12 15,65 6,01 -1,63 -44,35 -15,95 -21,56 -23,71 -14,95

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Análisis de los resultados Los resultados obtenidos confirman algunos alineamientos que ya habíamos observado en el estudio arqueoastronómico que realizamos en Maragatería, León (González 2011a): las declinaciones -29,5° y 29,5° pueden relacionarse con los lunasticios mayores al Sur y al Norte respectivamente; -24,6° y 23,5° con los solsticios de invierno y verano; y -16,2° y 16,5° con las fiestas de media estación de primeros de febrero/noviembre, y de primeros de mayo/agosto, respectivamente. En los próximos apartados explicaremos, en primer lugar, el papel desempeñado por los alineamientos solares anteriores en la génesis de un calendario solar prehistórico que presumimos extendido por el centro y occidente europeo. A continuación explicaremos lo que son los lunasticios y su aplicación en las comunidades humanas que construyeron los monumentos megalíticos. Exploraremos la posibilidad de alineamientos estelares que permitan datar las pinturas y finalizaremos detallando el cálculo preciso de las declinaciones solares y lunares correspondientes al calendario solar prehistórico y a los lunasticios, estudiando su correspondencia con los picos de declinaciones obtenidos en el estudio estadístico. La génesis del calendario Varias evidencias apuntan a que el ciclo sinódico de la Luna fue uno de los sistemas más antiguos para medir el transcurso del tiempo. La raíz indoeuropea me- significa “luna” y “medir” (Pokorny 1959:702-704; Balg 1889:278; Pott 1857:105). Además se conocen artefactos con incisiones cuyo objeto parece ser el de contar lunaciones, como el hueso de ala de águila descubierto en la cueva de Abri Blanchard en el valle de Dordogne, Francia datado, en el 30.000 a. C. (Marshack 1991:336). Sin embargo, cuando el hombre comienza a explotar los recursos animales y vegetales queda sometido al ciclo productivo de la Naturaleza que sigue el ritmo del ciclo anual del Sol. Los solsticios son fenómenos sensibles que permiten conocer los focos centrales de la estación fría y de la fértil, de modo que las posiciones de salida y puesta del Sol en el horizonte constituyen un indicador inmejorable para realizar el seguimiento del transcurso del ciclo anual. Este procedimiento ha sido documentado en varios pueblos contemporáneos. El etnógrafo Alexander Stephen (Stephen 1936) registró que los Hopi de Arizona, en los Estados Unidos de América, utilizaban observaciones solares en el horizonte para regular sus actividades de siembra y cosecha así como para señalar el acontecimiento de sus fiestas principales. También los Mursi de Etiopía realizan observaciones en el horizonte para reconocer las dos “casas” del Sol en las que nace en su viaje a lo largo del horizonte en el momento de los solsticios (Ruggles y Turton 2005); o los Zuni que tienen estaciones de observación solar que les permiten conocer los solsticios al ocupar la puesta o salida del Sol determinadas posiciones destacadas del horizonte (Ruggles 2005:xxiv-xxv; Aveni 2001:266-267; McKim y Putnam 1989:22-23; Hamilton Cushing 1979; Parsons 1929); o los polinesios de la isla de Mangareva, que a pesar de tener un calendario lunar, determinan el solsticio cuando el Sol nace entre dos piedras visto desde un punto localizado en el centro del poblado (Rug| ARKEOS 37 | 627 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |


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gles 2005: 241-243: Esteban 2008; Laval 1938: 213-215; Buck 1938; Kirch 2004). La tradición popular festiva europea revela la celebración de fiestas no sólo en relación con los solsticios, como San Juan y Navidad, sino también en el entorno de primeros de febrero, mayo, agosto y noviembre (González 2011a:105-195). En la tradición popular irlandesa, así como en sus textos mitológicos compilados en la Edad Media por monjes cristianos, son las fiestas de Imbolc, Beltaine, Lugnasad y Samain; en la germánica el Disting o Disablot, el Día del Verano, Lammas y los Días del Invierno. Incluso encuentran expresión arqueológica, tardía, en el Calendario de Coligny, en los días Rivros, Cutios, Equos y Cantlos (MacCluskey 1998:59-60). La Península Ibérica no es ajena a esta división. En el Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita, el invierno cuenta con los meses de noviembre, diciembre y enero; el verano, con febrero, marzo y abril; el estío, con mayo, junio y julio; por último, otoño, con agosto, septiembre y octubre (Caro Baroja 1986a:161). Las pervivencias de la celebración de primeros de febrero estarían en festividades de los Santos del Invierno (San Antón, Las Candelas, San Blas,...) y los Carnavales (Caro Baroja 1986a); la de primeros de mayo en los mayos y rogativas (Caro Baroja 1986b); la de primeros de agosto en las fiestas de la cosecha (Caro Baroja 1986c); y las de primeros de noviembre en las de Todos los Santos y San Martín. La circunstancia de que estas cuatro fiestas se encuentren a medio camino entre los solsticios y los equinoccios ha llevado a algunos autores a postular la existencia de un antiguo calendario solar europeo vertebrado por estas fechas de primeros de febrero, mayo, agosto y noviembre que, a su vez, corresponden a los puntos medios entre solsticios y equinoccios. Incluso, autores como el astrónomo británico Joseph Norman Lockyer o el ingeniero escocés Alexander Thom reconocen alineamientos astronómicos en algunos monumentos megalíticos en estas antiguas fiestas (McCluskey 1998: x-xi; Ruggles, Hoskin 1999; Lockyer 1906; Thom 1967). Sin embargo, Clive Ruggles (Ruggles 2005:249) se muestra escéptico ante la existencia de estos marcadores megalíticos de las fiestas de media estación por la simple razón de que mientras los solsticios son fenómenos sensibles en los que la posición de salida o puesta del Sol en el horizonte se detiene por unos pocos días, los equinoccios no lo son. Para resolver esta cuestión hemos implementado los algoritmos astronómicos de Meeus (Meeus 1991) y realizado un programa que buscaba los años en los que, debido a la vigencia del calendario Juliano, los puntos medios entre solsticios y equinoccios se producían con una diferencia máxima de 1 día respecto a las fechas de 1 de febrero, 1 de mayo, 1 de agosto y 1 de noviembre, que son las fechas tradicionales consideradas para estas fiestas. Hemos tomado dos criterios: el equinoccio como fecha en la declinación solar es nula o la fecha como punto medio, en días, entre los solsticios. Los resultados obtenidos de esta prueba muestran que solo 7 años verificaron el primer criterio mientras que 94 años, entre el año 840 y el 1020, confirmaron el segundo. Es decir, ante la necesidad de crear un calendario que regulara celebraciones y tareas agrícolas y ganaderas, se definieron unas fiestas que en realidad no se corresponden con los puntos medios entre solsticios y equinoccios sino, entre los solsticios y los equinoccios aparentes que, a vez, son los puntos medios entre los solsticios. La Tabla 2 recoge las decli| ARKEOS 37 | 628 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |


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naciones calculadas para solsticios, equinoccios aparentes y FME para distintas épocas. Tabla 2. Declinaciones calculadas para solsticios, equinoccios aparentes y fiestas de media estación para distintas épocas

SV SI EP EO F1F F1M F1A F1N

-2999 24,03 -24,03 0,27 0,27 -16,46 16,75 17,00 -16,72

-2499 23,98 -23,98 0,38 0,38 -16,38 16,78 17,01 -16,62

-1999 23,93 -23,93 0,48 0,48 -16,30 16,81 17,02 -16,52

-1499 -999 -499 0 500 1000 23,87 23,81 23,75 23,70 23,63 23,57 -23,87 -23,81 -23,75 -23,70 -23,63 -23,57 0,57 0,65 0,71 0,75 0,77 0,78 0,57 0,65 0,71 0,75 0,77 0,78 -16,26 -16,16 -16,11 -16,06 -16,03 -16,00 16,83 16,84 16,85 16,85 16,84 16,81 17,01 17,00 16,97 16,93 16,89 16,83 -16,42 -16,32 -16,23 -16,15 -16,08 -16,02

1500 2000 23,51 23,44 -23,51 -23,44 0,77 0,74 0,77 0,74 -15,98 -15,97 16,78 16,74 16,76 16,69 -15,96 -15,91

donde SV es solsticio de verano, SI solsticio de invierno, EP equinoccio aparente de primavera, EO equinoccio aparente de otorño, F1F fiesta de media estación de primeros de febrero, F1M fiesta de media estación de primeros de mayo, F1A fiesta de media estación de primeros de agosto y F1N fiesta de media estación de primeros de noviembre.

Los lunasticios mayores y menores Henry Boyle Townshend Somerville (Somerville 1912) fue el primero en evidenciar orientaciones lunares en monumentos prehistóricos como en el círculo de piedras de Callanish, Escocia. Después vino Stonehenge, de la mano del astrónomo inglés Gerald S. Hawkins (Hawkins 1965), así como círculos y alineamientos megalíticos británicos, de acuerdo al riguroso trabajo de Alexander Thom (Thom 1967, 1971). Con el tiempo, el estudio del uso astronómico de monumentos megalíticos se ha ido sistematizando y ganando en rigor, y la constatación de alineamientos lunares se ha consolidado notablemente: círculos de piedra yacente escoceses, túmulos de piedras con tumba de cámara tipo Clava o Clava cairns, filas de piedras del Oeste de Escocia y del Suroeste de Irlanda, el círculo de piedras de Avebury y las fases 1, 2 y 3 de Stonehenge (Ruggles 1999; Burl 1981, 1995, 2010; North 1996). Contamos también con alguna noticia literaria, como la que aporta Diodoro Sículo acerca de un recinto sagrado y templo circular consagrado a Apolo localizado en una gran isla habitada por los hiperbóreos y de su visita por el dios cada 19 años (Diodoro Siculo, Bibliotheca Historica II, 47). También nuestro trabajo anterior revelaba una estrecha relación de los santuarios rupestres de Maragatería (León), con los lunasticios, especialmente al Sur y en algunas ocasiones significativamente referidos al Monte Teleno (González 2011a:221-282). Las posiciones de salida y puesta de la luna oscilan entre dos extremos en un ciclo con un periodo conocido como mes tropical que dura 27,33 días. Sin embargo, y a diferencia de lo que sucede con el Sol, estos dos extremos varían a su vez entre dos valores límite que siguen a su vez un ciclo conocido como ciclo de regresión de los nodos de la Luna que dura 18,6 años. | ARKEOS 37 | 629 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |


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donde i es el ángulo de inclinación de la órbita de la luna respecto a la eclíptica con valor igual a 5,15°. Consiguientemente, tenemos 4 extremos de declinación lunar: (-ε-i), (ε+i), (ε-i) y (ε+i). Habrá una lunación cada 18,6 años en la que la Luna nacerá y se pondrá en sus posiciones más extremas al Norte, más allá de la posiciones correspondientes al solsticio de verano y, en la misma lunación, aproximadamente quince días después, la Luna nacerá y se pondrá en sus posiciones más extremas al Sur, más allá de la posiciones del solsticio de invierno. Esta lunación será el lunasticio mayor, siendo cada uno de sus extremos los lunasticios mayores Norte y Sur, respectivamente. Aproximadamente 9 años después los extremos de declinación de la lunación tomarán sus valores mínimos e interiores a los correspondientes a los solsticios en los lunasticios menores, al Norte y al Sur. El significado que tuvo para el hombre europeo prehistórico es controvertido. Según Alexander Thom “el hombre megalítico” sería capaz de reconocer el ciclo de perturbación de la órbita de la Luna con amplitud aproximada de 9’ y periodo de 173 días superpuesto al ciclo de los nodos de la luna de 18,6 años cuyos máximos se producen cada vez que la luna cruza el plano de la eclíptica, y por tanto cuando se pueden producir eclipses (Thom y Thom 1975, 1980). Sin embargo, parece más plausible que el interés por este fenómeno se deba a otra circunstancia que lo acompaña. Los lunasticios Norte, tanto mayores como menores, siempre presentan una luna llena en el solsticio de invierno y una luna nueva en el solsticio de verano. Por otra parte, con los lunasticios al Sur la luna nueva coincide con el solsticio invernal y la llena con el de verano (Sims 2006; Ruggles 2005:272-273). De alguna manera, se produce la sincronización de los ciclos lunar y solar que regían respectivamente el calendario lunar de las sociedades cazadoras matriarcales preneolíticas y el calendario solar de las sociedades patriarcales que comienzan la explotación agrícola y ganadera de la Naturaleza. Alineamientos estelares Vamos a eliminar de nuestra lista de declinaciones aquellos paneles o pinturas que presenten algún alineamiento en lunasticios, solsticios, equinoccios o fiestas de media estación para poder determinar si en este residuo aún se revela alguna declinación preferente diferente. Su función de densidad de probabilidad está representada en la Figura 8 y presenta un pico muy acentuado en el valor 43°. Este valor de declinación solo es posible para una estrella para la que no podemos esperar que produzca efectos de luz y sombra sensibles en las pinturas. Sin embargo, también es cierto que los paneles con declinación 43° son del tipo “obstáculo”, es decir, el elemento limitante de la iluminación celeste incidente es un obstáculo distante que producirá aproximadamente la misma intersección con el horizonte para un observador cercano al panel.

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FIG. 8.

En nuestro trabajo ya citado relativo a los santuarios rupestres de Maragatería también reconocimos alineamientos con declinaciones entre los 43° a los 47° que allí relacionamos con α Coronae Borealis (González 2011a:226-232), identificación que posteriormente revisamos (González 2011b, 2013, 2014a, 214b). Arturo o α Bootis es la segunda estrella más brillante desde nuestra localización y tuvo una declinación igual a 42,7° en el 2000 a. C. Su interés práctico radica en que en esta época su orto heliaco señalaba el acontecimiento de la fiesta intermedia entre el equinoccio de otoño y el solsticio de verano y su ocaso acrónico, el solsticio de verano (Lockyer 1906:117). Entendemos que la acusada frecuencia de medidas de declinaciones próximas a los 45° en intersecciones con el horizonte vistas desde varios paneles de pinturas rupestres de Peña Piñera puede explicarse mediante alineamientos con la puesta y salida de Arturo. Estos aportan además un valor práctico en cuanto al seguimiento del calendario prehistórico que defendemos y cuyo uso deliberado está apoyado por otros alineamientos considerados para la misma estrella en lugares con arte rupestre inciso próximos, como en Maragatería. Valoración de los alineamientos en lunasticios, solsticios, equinoccios y fiestas de media estación En coherencia con el resultado anteriormente expuesto, vamos a aceptar de manera convencional la época del 2000 a. C. para el cálculo de las declinaciones astronómicas de lunasticios, solsticios, equinoccios y fiestas de media estación. El cambio en la declinación solar o lunar en otra época no depende del fenómeno de precesión de los equinoccios sino de la deriva lenta en la oblicuidad de la eclíptica (Wittman 1979). De acuerdo a la Tabla 2, consideraremos que las declinaciones de solsticio de verano, de invierno, equinoccios, fiestas de primeros de febrero/noviembre, y fiestas de primeros de mayo/agosto son respectivamente 23,93°, -23,93°, 0,48°, -16,4° y 16,90°. Con una oblicuidad de la eclíptica de 23,93°, los extremos de declinación geocéntricos del ciclo de regresión de los nodos lunares son ±29,08° y ±18,78°. | ARKEOS 37 | 631 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |


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Sin embargo, estas no son las declinaciones del Sol o la luna que serán observados desde la superficie de la Tierra. Es necesaria una primera corrección dependiendo de si la parte significativa del astro en el horizonte es la parte inferior o la superior del disco celeste, lo que supone el decremento o incremento de la elevación astronómica, respectivamente. En el caso de la Luna, y debido a su proximidad a nuestro planeta, debemos corregir también el paralaje lo que se traduce en la reducción de 0,95° en la elevación. La ecuación que vimos anteriormente para el cálculo de la declinación puede convertirse en:

La variación en la declinación vendrá dada por la expresión de la diferencial total

Consideramos que la única variación se produce en la elevación, es decir, ∆A=0

Como la elevación es muy próxima al horizonte

Calcularemos el rango en la declinación considerando ambos extremos del disco celeste, que tanto para el Sol como para la luna tienen un diámetro aparente de 30 minutos de arco y una latitud de aproximadamente 42,73°. Así, los intervalos de las declinaciones astronómicas relativas a los solsticios de verano, invierno, equinoccios, fiestas de febrero/noviembre, fiestas de mayo/agosto, lunasticio mayor Norte y lunasticio mayor Sur son, respectivamente, 23,93°±0,19, -23,93°±0,19, 0,48°±0,17, -16,40°±0,18, 16,90°±0,18, 28,34°±0,20 y -29,82°±0,20. Estos valores, exceptuando el relativo a los equinoccios, son muy próximos a sus equivalentes en la función de densidad de probabilidad que agrupa las pinturas de Peña Piñera, Librán y San Pedro Mallo que, son 23,5°, -24,6°, 3,4°, -16,2°, 16,5°, 29,5° y -29,5°. Una vez más constatamos la escasa importancia debida a los alineamientos en los equinoccios ya observada en nuestro trabajo previo (González 2011a:272) o por Clive Ruggles en sus trabajos arqueastronómicos en las Islas Británicas (Ruggles 1999:148-151; Ruggles 2005:xxii-xxiii). También nos llama la atención la mayor anchura de las campanas de los picos relativos a las fiestas de media estación a causa de varios alineamientos producidos en fechas de un entorno amplio del punto medio entre sol| ARKEOS 37 | 632 | XIX INTERNATIONAL ROCK ART CONFERENCE - IFRAO 2015 |


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sticios y equinoccios. Además, el correspondiente a las fiestas de primeros de febrero/noviembre parece estar ocultando parcialmente el del lunasticio menor Sur, con valor teórico calculado de -19,45±0,18.

Conclusiones Comenzamos este estudio con la hipótesis de que los soportes pétreos de las pinturas rupestres incluidas en este trabajo manifestaban fenómenos de luz y sombra en fechas claves de un calendario prehistórico vertebrado por solsticios, equinoccios y fiestas de media estación y hemos realizado un análisis estadístico que muestra frecuencias extraordinarias de alineamientos, no sólo en estas fechas, sino también en los lunasticios mayores, probablemente producidos durante la luna llena. Además hemos reconocido una acusada frecuencia de alineamientos producidos por obstáculos distantes con un valor de declinación próximo a los 43° que nos invita a interpretar como propio de la brillante estrella Arturo y a arriesgar una datación de las pinturas de Peña Piñera sobre el 2000 a. C. La relación, que se hace patente con este estudio, entre las pinturas rupestres con fiestas y el hecho de que algunos de los lugares con pinturas presenten suelos muy pulidos, incluso en abrigos poco conocidos y frecuentados, es indicativo de cierta participación colectiva que no contradice, en principio, actividades rituales chamánicas. Somos conscientes del escaso peso específico que tiene el estudio del uso potencial astronómico en el conjunto de informaciones que utilizan los arqueólogos para caracterizar el registro arqueológico (Belmonte 2009; Cerdeño et al. 2006; Esteban 2004). Sin embargo, consideramos que los métodos y propuestas que hemos presentado en este artículo se pueden incorporar con éxito a los métodos arqueológicos, y por esta razón hemos procurado una exposición ordenada, razonada, meticulosa, con abundantes referencias y con voluntad didáctica para facilitar a cualquier lector con interés su comprensión y la posibilidad de reproducir las medidas y análisis.

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