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El Programa de Teatro Escolar en Puerto Rico

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El profesor Leopoldo Santiago Lavandero es considerado, en el ambiente teatral puertorriqueño, como la figura clave de más de tres generaciones de destacados artistas. Es la persona responsable de crear una actitud moderna y profesional hacia la producción teatral, así como del surgimiento de una au diencia educada e interesada en ese arte. Llegó a Puerto Rico en el 1940, luego de haber realizado estudios en “New Theater School” en Nueva York. Reclutado por la Universidad de Puerto Rico creó el Departamento de Drama. Luego de una ardua labor artística culminó su labor en ese centro docente con la creación del Teatro Rodante Universi tario, una especie de teatro sobre ruedas, que con un repertorio dramático de primera calidad, penetró el interior de la Isla alcanzando y cautivando grandes audiencias de pueblos pequeños que jamás habían visto una presentación de teatro. El próximo paso en su exitosa y creativa vida profesional fue la creación del Programa de Teatro Escolar. Sobre el nacimiento de dicho programa me complace citar al escritor y periodista norteamericano James Lewis. En el ar tículo Quest for a Living Theatre: Teatro Escolar de Puerto Rico, publicado en la Revista Dramatics (vol. 37. No. 4, p. 18 – Cincinatti – enero 1966) expresó: “Lavandero had the vision to see that in spite of all the franctic activity, Puerto Rican Theatre could not truly grow ore ven survive if the younger generation was not trained to appreciate and respond enthusiastically to living drama. Even more important in practical terms was Lavandero’s willingness to fight for what

Gladys Ruiz Anglada

Fue discípula de Leopoldo Santiago Lavandero. Formó parte del grupo de los maestros pioneros de teatro. Llegó a ser Supervisora y Directora del Programa de Teatro Escolar. Es cribió numerosas reseñas y artículos de prensa sobre los proyectos y activi dades del Teatro Escolar. Obtuvo una Maestría con concentración en Crea tividad Dramática de Trinity University en San Antonio Texas. Actualmente disfruta de su jubilación.

Leopoldo Santiago Lavandero en reunión con directores de escuela y supervisores. he believe. That is what he did and Teatro Escolar is the result”. Ya para noviembre de 1960 el Prof. Leopoldo San tiago Lavandero había sometido al Sr. Cándido Oliveras, Secretario de Educación, su proyecto para la creación del Programa de Teatro Escolar: Un intensivo Plan de Cinco Años. El mismo fue diseñado para desarrollar un programa que funcionara como una unidad inde pendiente dentro de la estructura del Departamento de Educación. Este monumental plan, contiene 151 pá ginas, es un documento increíble, tan completo nada deja al azar. El plan de organización especifica desde la filosofía y objetivos del programa hasta todos los detalles sobre reclutamiento de maestros, requisitos, personal de supervisión, deberes, etcétera. Inclusive el presupuesto para cada uno de los cinco años a base de los estimados de costos, con su plan de reajustes. Incluye todos los diseños con descripciones exactas para la creación de salas y teatros rodantes. Difícilmente encontraremos en la fase organizativa del mundo teatral un plan redactado con tanta exac titud y eficiencia como el descrito. Es de tal vigencia que muy bien puede servir de modelo en nuestros tiempos para aquellos que se interesen en la creación de un programa como el que nos ocupa. Inclusive tie ne elementos de una obra literaria por el entusiasmo y ardor que comunica el autor y la belleza del lenguaje que usa al redactarlo. Para que el lector comprenda mi afirmación incluyo parte de la defensa que él hace sobe su propuesta: “Hay que sembrar la semilla del teatro en la escuela, los públicos del mañana hay que cultivarlos hoy. Para tener una idea exacta de lo que me propongo, me imagino en cuanto a lo teatral se refiere, un terreno baldío, duro, seco; donde hay que sembrar una planta valiosa.” “Entonces hay que romper el terreno. Los varios as pectos de este plan van coordinados para asegurar el éxito de la siembra: Los Teatros Rodantes, represen tando en cada escuela, serán los picos que rompan la tierra dura; los Directores Pioneros montando obras en una escuela de cada comunidad abrirán los surcos; los Talleres Intensivos de Verano, para especializar los maestros, serán la semilla puesta en la mano de jar dinero; las publicaciones de obras y manuales abona y riega la planta para que dé frutos. Esta es la tarea fundamental que da contenido al plan.” Como era de esperarse el Secretario de Educación aceptó el plan. Nombró al profesor Leopoldo San tiago Lavandero como Director General del Programa de Teatro Escolar para iniciar el mismo en el año escolar 1961-1962. Con su “Biblia” (el Plan de Cinco Años) bajo el brazo, este visitó personalmente direc tores y superintendentes escolares, quienes atraídos por la idea ayudaron en la selección de los maestros reclutados para iniciar el programa. Lavandero prefi rió maestros de sala con experiencia y que hubiesen demostrado talento artístico y liderazgo. Sabía que es tos, adaptados ya al ambiente de limitaciones escolares, responderían mejor a las que podrían presentarse en los inicios del programa. Si fueran maestros recién graduados de los departamentos de drama, no sería lo mismo.

La fase inicial de adiestramiento para maestros se canalizó a través de los Seminarios de Verano, cele brados en los meses de junio y julio. De 15 a 20 maestros seleccionados y ubicados en una escuela del área metropolitana recibían clases en dirección, actuación, escenografía, iluminación y repertorio literario teatral. Estas nuevas destrezas se ponían en práctica median te la participación en la producción teatral que culminaba el seminario. Profesionales del ambiente artístico local fueron los profesores en esta etapa, así como compartieron con los maestros en los papeles este lares. La Universidad de Puerto Rico acreditó estos seminarios, dentro del Departamento de Pedagogía, concediendo 6 créditos por el curso. Así estos maes tros, que eran de otras especialidades, se iniciaban en la de teatro. Los costos de matrícula y hospedaje los cubría el programa. El seminario de 1961 fue el primer experimento ha cia el desarrollo de una actividad teatral en nuestras escuelas, por lo que se hizo con el propio personal del programa. Tuvo como sede una escuela para imitar el ambiente escolar limitado de los maestros participan tes. Aria de Capó de Vicent Millay y Un Feliz Viaje de Thorton Wilder fueron puestas en escena con suma sencillez, un vestuario y una escenografía simple; 600 estudiantes de escuela superior la vieron en 4 funcio nes en el salón de actos de la escuela que acomodaba 150 estudiantes por función. Este seminario adiestró los primeros 11 maestros del Programa. El año 1965 marca un cambio radical en los semi narios. El programa recibió fondos federales para la creación de la Compañía Teatral de Maestros, proyec tada en el Plan de Cinco Años. La Dama Boba de Lope de Vega se convirtió en la primera producción que salió en gira, con la recién estrenada compañía, por 15 distritos escolares. Sobrepasó la asistencia estudiantil de Romeo y Julieta. La vieron 60,885 estu diantes en 87 funciones. Hemos visto como los Seminarios de Verano con sus producciones que salían en gira con la Compa ñía Teatral de Maestros, se constituyeron en la espina dorsal del programa. No debemos olvidar que tam bién eran una actividad de adiestramiento en servicio. La compañía absorbía la mayor parte de los maestros adiestrados en cada seminario, pero otros eran con tratados para ofrecer el curso de Teatro Escolar en las

escuelas. En los inicios, 1961, sólo había un maestro, ya para el 1971 el programa contaba con 89 en la Isla. El trabajo de estos fue muy importante. Sin faci lidades, ni equipo especializado, ni un presupuesto asignado tuvieron que usar su ingenio para allegar fondos. Surgieron las Cooperativas Escolares como una de las alternativas. Improvisaron para proveerse especios escénicos: el patio interior o exterior, el sa lón con puertas corredizas, el cine o club local servían para sus presentaciones. Ya para el año 1961, once maestros montaron 86 producciones. Para el 1971, sesenta maestros montaron 350 producciones. Antes del 1961 la actividad teatral escolar no existía como tal, la mayor parte de la gente joven no había visto una presentación de teatro formal. El Programa de Teatro Escolar cambió el panorama por medio de sus maestros, así como con las giras de la Compañía Teatral de Maestros. Todo esto se hizo posible porque el programa de 1961-1971 fue reuniendo un cuadro de supervisores asignados al nivel central y a cada una de las 6 regio nes educativas. Estos se ocupaban de la supervisión. Desde el nivel Central desarrollaban guías curriculares, manuales técnicos, adaptaciones y libretos, adiestra mientos especiales, etcétera. Ese mismo personal participó dentro de sus especialidades en los Semi narios de Verano a partir del 1965. Algunos dirigieron la Compañía Teatral en sus giras. Otra labor que dio frutos fue la orientación que se proveía para el diseño,

Antonio Frontera y Leopoldo Santiago Lavandero. Frontera fue el primer maestro de teatro y sucesor de Santiago Lavandero en la dirección del Programa de Teatro Escolar.

adaptación y construcción de Salas de Teatro. Entre el 1961 al 1971 la Fundación Ford construyó 2 teatros escolares, uno en Arecibo y otro en Río Piedras. Hati llo, Carolina y Yauco a su vez construyeron los suyos. Justo es mencionar que el Plan de Cinco Años contempló gestionar becas para el personal de su pervisión. Por lo menos 4 supervisores estudiaron la Maestría en Teatro en Estados Unidos. En mi caso hice esos estudios especializados con concentración en Creatividad Dramática en el Dallas Theatre Center, Trinity University, San Antoni, Texas. Realicé estudios doctorales en Inglaterra. El contraparte de la Compañía Teatral de Maestros, también espina dorsal del programa lo constituyó la creación del Miniteatro Infantil Rural en el 1966. Este proyecto, con fondos federales, incorporó a nuestra gestión artística el Arte de la Titerería. Surge como un primer intento servir al niel elemental escolar, con el propósito de llevar un mínimo de recreación a los rincones más apartados de la Isla. En unidades ro dantes convertibles en escenario, se llevaban en gira producciones de teatro con actores y teatros de títe res. Cada unidad llevaba dos titiriteros. Este proyecto tuvo un desarrollo vertiginoso. Comenzó con una sola unidad y ya para el 1969 doce compañías, 2 por cada región educativa, cubrían la Isla desde la montaña al llano, fascinando a grandes y chicos. Para ese mismo año realizaron 3,000 funciones para 500,000 niños de escuelas rurales y urbanas. Para formar parte del personal artístico de este pro yecto se seleccionaron jóvenes recién graduados de escuela superior, los más talentosos de las clases de teatro de las escuelas. Igual que para la Compañía Teatral de Maestros fueron adiestrados en Seminarios de Verano, acreditados por la Universidad de Puerto Rico. Así se iniciaban, con 6 créditos en una carrera universitaria, lo que les servía de estímulo para con tinuarla. Para esos adiestramientos el Programa de Teatro Escolar trajo grandes especialistas del Arte de la Titerería: George Latshaw y Bruce Chesee, de Esta dos Unidos y Angeles Gasset de España. Estos últimos dos aportaron libros de su autoría, los cuales se distribuyeron a gran parte del sistema escolar. La labor de estos jóvenes trascendió la ac tividad puramente artística con el sólo propósito de entretener. Nuevos enfoques del programa para servir al sistema docente les llevaron al salón de clases para presentar formas imaginarias de usar el títere como vehículo de enseñanza. Todo esto como parte de la modalidad que llamamos entonces Creatividad Dra mática. De esa manera, añadieron a su labor artística talleres para maestros de salón de clases y para niños. Esos jóvenes se convirtieron en grandes artistas. Un grupo de ellos, bajo el liderato del programa, prepa raron producciones extraordinarias que salieron en gira para representarnos en el exterior. Junto a Rafael Ruiz, uno de los titiriteros que iniciaron el proyecto, tuve el privilegio de dirigirles en sus participaciones y acompañarles en sus viajes: Exposición Cultural Puer torriqueña de Connecticut (1969). La Conferencia de Casa Blanca para la Niñez (1970) Washington, D. C. Festival Anual de Titereros de América, Atlanta (1974) y New Orleans (1977). La producción Bembé o el Mila gro de Santiaguito, de mi autoría y de Rafael Ruiz, fue seleccionada para participar, logrando un gran éxito en el único festival mundial de ese arte celebrado en Estados Unidos con sede en la Universidad de Geor getown, Washington, D. C. (1980). En el año 1968 el Departamento de Educación de cidió consolidar los Programas de Arte, Música y Teatro bajo el Programa de Bellas Artes. Merecidamente Leopoldo Santiago Lavandero fue designado para di rigirlo. Las producciones de los veranos de 1969 y 1970 (Tartufo, Tararí, Fuente Ovejuna, El enemigo del Pue blo) fueron las últimas en salir en gira con la Compañía Teatral de Maestros. Esta terminó sus operaciones en 1971. Le tocó la misma suerte al Miniteatro Infantil Rural en 1973. El retiro de los fondos federales fue la causa de la desaparición de estos proyectos. No obstante, el Programa de Bellas Artes para los años 1972 al 1973 celebró en Puerto Rico los Festivales de las Artes. En estos participaron todos los pueblos de la Isla. Este acontecimiento, único en su clase entonces en Puerto Rico, fue un verdadero éxito. Comprobó a la saciedad, en lo que al Programa de Teatro se refiere, que nuestros proyectos, la Com pañía Teatral de Maestros y el Ministerio Infantil Rural habían cumplido su cometido. La participación de los maestros de las artes fue encomiable, pero la de los maestros del Programa de Teatro Escolar fue indes criptible.

Los Seminarios de Verano se reanudaron en el 1974. Ya para esta fecha el programa había traído a Puerto Rico al especialista en Creatividad Dramática de Nueva York, James Shearwood, Carol Theatre de Rhode Island. Los enfoques de estas especialidades embarcaron al programa en nuevas modalidades y cambios de estrategias. La Creatividad Dramática la experimentábamos desde el 1970, a mi regreso de ha cer esa especialidad en Dallas, Texas, pero nuestro enfoque era dirigido a la enseñanza regular, como hacer la enseñanza de cualquier asignatura más interesante usando técnicas de las artes, especialmente el teatro. Las ideas del señor Shearwood vinieron a reforzar este aspecto, así como las técnicas de expresión corporal. La Compañía de Teatro Infantil, Looking Class Theatre, que llevamos en gira, a modo de adiestra miento para los maestros de teatro, se presentaban en espacios abiertos en el propio salón de clases, con un mínimo de escenografía y vestuario sencillo. Invo lucraba a los niños en sus actuaciones dándole alguna participación. Prescindían del escenario tradicional. Por eso los Seminarios de 1973 y 1974 cambian el enfoque del Programa inclinándose ahora hacia el ni vel elemental. Las producciones que se hicieron fueron de Teatro Infantil, usando las técnicas del Looking Class Theatre, pero con material literario improvisado por los maestros participantes, usando cuentos del fo lklore puertorriqueño. Entre los ofrecimientos que se dieron a los maestros en estos talleres por primera vez se incluyó el curso de Creatividad Dramática oficial mente.

Las producciones, especialmente una original de Leopoldo Santiago Lavandero, La Plenopera del Em pache, salieron en gira, pero sólo por los distritos escolares del Área Metropolitana. En 1973 marca otro momento de intensa produc ción en el programa. El Departamento de Educación inició el Proyecto Experimental de Calendario Escolar Contínuo, lo que requirió de todos los programas do centes la redacción de cursos para cubrirse en sólo 45 días lectivos. Aportamos 7 cursos para el nivel inter medio y 9 para el nivel superior, cubriendo todas las especialidades del teatro. Estos cursos constituyen una formidable colección que ha servido bien al siste ma público y privado a pesar de que ese experimento no llegó a concretarse. Para el año 1975 se celebró un Seminario de Ve rano, esta vez para maestros solamente. El programa trajo a Bruce Chesse, de California para adiestrar en la especialidad del manejo de construcción de los títeres de goma (polyfoam), por el estilo de Sesamee Street. La gran particularidad del seminario fue que algunos de esos maestros pertenecieron al Miniteatro Infan til Rural, aquéllos jovencitos se habían convertido en maestros de Teatro Escolar. Otros ya habían iniciado sus propias compañías privadas de teatro de títeres; algunos ya se consagraban como actores en la tele visión y el teatro local. Con ese taller el programa se ponía a la vanguardia en ese arte y lo compartía con la comunidad. Con pena despedimos al Profesor Leopoldo San tiago Lavandero, quien se acogió al merecido retiro.

Quedó en su lugar el Sr. Antonio Frontera, graduado de la Universidad de California, en el año 1976-1977. Este año fue también de gran producción y esfuerzo para el Programa. Puerto Rico entero se envolvió en la preparación de los Juegos Panamericanos. Antonio Frontera fue designado para formar parte el Comité Organizador a cargo del aspecto artístico de los actos oficiales. En vertiginosa carrera que duró un año todo el personal del programa, incluyendo los maestros, se enfrascaron en una labor que culminó en el más gran de éxito artístico. Sobre 3,000 estudiantes participaron en la realización de los murales, la banda y en el más numeroso ballet folklórico que se haya visto en Puerto Rico y quizás en América. En 1979, con la ce lebración de esos actos, quedó otra vez comprobado que el árbol, plantado con amor, a través del Plan de Cinco Años de Leopoldo Santiago Lanvandero daba frutos. Si justo es felicitar por ellos a Antonio Frontera y su equipo de trabajo al cual todos pertenecimos, es más honorable colocar a los maestros nuestros en el sitial que merecieron. Demostraron que eran el “Cora zón” del Programa. El señor Frontera se quedó al frente del Proyecto COPANI, que retuvo parte del ballet y la banda estatal en un nuevo programa llamado Proyecto Recreativo Cultural, con sede en dos edificios de la Antigua Base Ramey de Aguadilla. Por muchos años Puerto Rico disfrutó de las presentaciones de estas agrupaciones artísticas, que se despasearon allende los mares para representarnos fuera del país incluyendo el Desfile Puertorriqueño de Nueva York. Desde el 1978 me desempeñaba como Directora del Programa de Teatro Escolar. Ya para entonces no contábamos con fondos federales. Los fondos esta tales asignados al programa sufrieron una gran merma como era de esperarse a la luz de los acontecimientos descritos. El personal de supervisión se había reduci do a la mitad. No obstante sobrevivimos, con la colaboración de los maestros (alrededor de 159) que con grandes limitaciones, seguían haciendo su labor en los distritos escolares, mediante los Clubes Dramáticos. En el nivel central reestructuramos la Escuela de Ar tesanía Escénica, fortaleciendo su currículo. Esta escuela, para egresados de escuela superior y tipo vocacional, existía desde 1972. Este año comenzó a llevar “mini giras”. Salían con sus producciones de teatro con actores y títeres, a los distritos escolares del Área Metropolitana. En el distrito escolar de Yauco, inicia mos otra escuela por el estilo en etapa experimental. A falta de los Seminarios de Verano, creamos unos Talleres Regionales para dar continuidad al adiestra miento técnico. Implementamos Muestras de Teatro, donde las producciones seleccionadas, de montaje sencillo escénico, seguían el patrón establecido de los últimos seminarios que ofreció el programa. Intensificamos los Talleres de Creatividad Dramáti ca, ahora reforzados con material escrito. Continuamos poniendo al servicio de la docencia ideas para la enseñanza atractiva, usando técnicas del teatro. Implementamos talleres demostrativos del uso efecti vo de los materiales desechables para convertirlos en materiales didácticos, los cual tenía un doble propósi to: despertar el interés del niño y combatir la creciente recesión económica. Prácticamente descubrimos la moderna actividad llamada reciclaje, iniciada en este programa entonces. Estoy convencida que los especialistas de teatro podríamos convertirnos en la espina dorsal del siste ma educativo si nos dirigimos por estos caminos. Ello es posible sin abandonar la producción teatral escolar. Las experiencias que sólo puede proveer el teatro, a los niños en todas sus etapas de desarrollo, son fun damentales para desarrollar su sensibilidad, generar su creatividad y lo que es más importante, su interés y gusto por el ambiente escolar. Existen pruebas de lo mucho que contribuyen esas actividades para la re tención escolar. Si hablamos de la prevención para la delincuencia juvenil tenemos que hablar de teatro escolar. De 1980-82 el programa llevó a toda la Isla el Pro yecto Artistas en las Escuelas, con el enfoque, ahora oficial, del baile como vehículo de enseñanza. El National Endowment for the Arts envió a Puerto Rico varios especialistas de reconocida fama, como Virginia Tanner, Frank Holder, Nancie Ririe y Woodbury y Walter Nicks, quienes adiestraron a nuestros maestros. Char les Reinhart, Coordinador Nacional, expresó en carta al Secretario de Educación que Puerto Rico había de sarrollado uno de los programas de baile más extraordinarios de la nación.

Las actividades mencionadas tuvieron mucho impacto en el sistema educativo, aunque nunca pudo crearse la Compañía Demostrativa de Creatividad Dra mática como lo recomendamos. Sin embargo lo hicimos con el personal de supervisión que nos quedaba. La rápida publicidad que recibimos en este aspecto nos abrió las puertas de la Universidad de Puerto Rico y la Universidad Central de Bayamón, donde el Depar tamento de Pedagogía abrió el curso de Creatividad Dramática, tipo taller con valor de 6 créditos. Yo per sonalmente diseñé y ofrecí esos cursos fuera de horario regular de trabajo. Otras universidades, como la Interamericana, acogió los talleres cortos. La Escuela de Teatro Infantil Theatron también me dio la oportu nidad de ofrecer el curso. Considero que es este otro logro vanguardista que puede atribuírsele al programa, ya que fuimos los primeros en Puerto Rico en incursio nar en esta especialidad. El Boletín Iberoamericano de Teatro para la Infancia y la Juventud (Asociación Española de Teatro) publicó un diálogo informativo sobre ese tema en enero de 1973. Finalmente en el 1982 decidí retirarme, con algo de decepción, no pue do negarlo. El programa languidecía y yo no tenía los medios para levantarlo.

Este artículo también tiene el propósito de pedirle a los nuevos incumbentes que extiendan su mirada ha cia atrás y allí encontrarán lo que necesitan para devolverle al Programa de Teatro Escolar el sitial que tuvo en otros tiempos. Los grandes hombres se engrandecen por sus ideas originales, pero también se ennoblecen cuando, descubriendo las aportaciones de sus prede cesores, las reconocen y las llevan adelante. La vuelta a lo clásico no es mi idea original, el mundo entero clama por ello. Exhorto a los maestros de teatro del programa ac tual a prepararse adecuadamente, reclamar y estudiar los documentos mencionados, ser leales a sus discí pulos y a la profesión que representan y sobre todo, con su ejemplo de dedicación, “romper y cultivar el te rreno duro” para sembrar la nueva cosecha. Después de todo, fueron y serán el Corazón del Programa de Teatro Escolar. Representan la Esperanza.

Referencias

Lewis, J. (1966). “Quest for a Living Theatre: Teatro Escolar de Puerto Rico”, Dramatics (37) 4. Santiago Lavandero, L. (1960). “Programa de Teatro Escolar: Plan de Cinco Años”.Departamento de Instrucción Pública. Hato Rey.

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