El Sol Año 59 Núm 1, agosto 2018 Aprendizaje basado en proyectos

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dagogía se tiene que aprender enseñando. Por eso, quise enseñar mi curso graduado desde mi propia experiencia como maestro de Historia, y traté de plantear como problemas una serie de estrategias generales que pudieran guiar la práctica en los salones de clase, o—en un mundo soñable—el desarrollo de currículos. No sé en qué medida logré mi objetivo, pero mis estudiantes y yo tuvimos conversaciones muy animadas. Aquí quiero exponer lo que pretendía hacer, por si alguien lo puede mejorar. Me parece evidente la necesidad de renovar las estrategias pedagógicas que aprendimos de nuestros maestros y maestras, y de inventar estrategias nuevas. En eso enfoqué mi curso el semestre pasado, y a continuación ofrezco mi lista, siempre provisional, de las estrategias que podrían canalizar esa renovación, o esas invenciones. Para mí, el término “estrategias” representa algo que sí puede ser objeto de estudio y discusión, sobre todo entre maestros y maestras. Me refiero a una clase de técnica pedagógica, como un género literario: persigue unos fines más o menos claros, y guarda un parecido con otras técnicas afines, que son más o menos comparables entre sí. La implantación—la técnica aplicada en el salón de clase— tendrá que ajustarse a las condiciones de cada maestro o maestra, y sus estudiantes particulares. Pero podemos tener conversaciones sumamente productivas acerca de estas estrategias, en las cuales contemos aciertos y fracasos, generemos ideas para nuestras prácticas individuales, y debatamos prioridades. De ahí, tal vez podamos llegar a alguno que otro principio general, que podamos pasar a compartir para seguir revisándolo. Este escrito aspira a ser parte de ese tipo de conversación. Estas son las ocho estrategias en torno a las cuales construí mi curso. Coherencia – De todas, esta estrategia es la que más se inclina al lado universitario. Grant Wiggins y Jay McTighe me convencieron de que las “preguntas esenciales” sí tienen un valor. No es que quiera eliminar los venerables “objetivos instruc38 | El

Sol | Revista de la Asociación de Maestros de Puerto Rico

cionales”, pero estos tienen un enorme lastre de conductismo y, además, son el eje de las campañas de políticos y altos administradores para controlar lo que hacemos y enseñamos, sobre todo, mediante las pruebas estandarizadas. Hay que tener objetivos claros, por supuesto, tanto para guiarnos como para cumplir con las expectativas de quienes nos pagan. Sin embargo, como estrategia para organizar lo que enseñamos, las preguntas esenciales nos llevan a pensar los por qué más profundos de lo que hacemos. Si las planteamos bien y las integramos a nuestra práctica cotidiana, pueden ayudar a nuestros estudiantes a encontrarle valor a nuestra materia... algo que ha sido siempre un talón de Aquiles de la enseñanza de la Historia. Compromiso – En el mejor caso, las preguntas esenciales pueden lograr que un estudiante se relacione íntimamente con lo que le pedimos que estudie. Sobre todo en la adolescencia, activar la pasión puede ser uno de los aspectos más poderosos de nuestra enseñanza como maestros de Historia. ¿Cómo lograr ese “click” de un joven con nuestra materia? Hay muchas experiencias en este sentido, diferentes maneras de resaltar lo que en otra generación se llamó la “relevancia”. En mi práctica como maestro de Historia General, para la unidad de Industrialización, hace varios años que le pido a mis estudiantes que entrevisten a una persona mayor de 70 años sobre cómo vio cambiar a Puerto Rico (o cualquier otro país) a través de su vida. Las personas entrevistadas son mayormente familiares de mis estudiantes y mi esperanza es que esa conexión familiar con el tema estudiado les ayude a crear entendimientos que perduren. La historia de las comunidades locales, de la inmigración dominicana en escuelas donde tienen una presencia apreciable, puede ayudar a que algunos estudiantes se encuentren en la materia, y reconozcan partes de su entorno, además de combatir prejuicios. Creación – Otra forma de motivar a adolescentes es apelando al gozo natural de crear, que muchos adolescentes aún conservan a pesar del


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