asdas

Page 210

'418 ' NORBERT ELlAS

'419' La civilúación de los padres

Durante un período prolongado, la relación de padres e h!jos ha estado determinada en gran medida por costumbres tradi­ cionales que dejaban mayor libertad a los impulsos instintivos espontáneos, tanto de los padres como de los niños. Las pres­ cripciones fundadas en reflexiones científicas, o presentadas en estos términos, casi no desempeñaban papel alguno para la vi­ vencia de la relación de padres e hijos. Para los hombres de nuestros días no resulta fácil imaginar una situación en la que los padres, en su comportamiento frente a sus hijos, apenas es­ tuvieron influenciados por conocimientos básicos acerca de la peculiaridad de los niños, es decir, sobre las diferencias entre la estructura de la personalidad infantil y la adulta. Los padres greco-romanos y los medievales no se preguntaban, como en la actualidad ocurre con creciente frecuencia: ¿No estaré come­ tiendo errores en mi comportamiento en la relación con los ni­ ños? ¿No les estaré causando daño, haciendo esto o aquello? Se comportaban de modo mucho más espontáneo, en general esta­ ban mucho más influenciados por lo que ellos mismos sentían más que por el intento de ponerse en el lugar de los niños. Se en­ contraban más influenciados por lo que los niños mismos significaban para ellos que por pensar en lo que ellos mismos y sus actos podían significar para aquellos. En esta situación, una circunstancia, que hoy frecuentemente se sustrae de la percepción, se ponía de manifiesto con mucha más claridad; me refiero al hecho de que la relación entre padres e hijos es una relación de dominio, una relación de dominio con un balance de poder extremadamente desigual. Los niños, en un inicio, se encuentran por completo en poder de los padres. Di­ cho más exactamente, las oportunidades de poder de los padres

son muy grandes, comparadas con las de los niños, en especial frente a los párvulos. En sociedades como las nuestras, difícil­ mente habrá otro tipo de relación en la que los diferenciales de poder entre hombres interdependientes sean tan grandes como en la relación padres-hijos. No obstante, también en este caso se presenta una reciproci­ dad de las oportunidades de poder. Las cosas no se limitan al poder de los padres sobre los hijos, sino que normalmente los niños, incluso los recién nacidos, también ejercen un poder so­ bre los padres. A través sus gritos pueden pedir auxilio. En mu­ chos casos, el nacimiento de un niño obliga a que los padres reorganicen su estilo de vida. Al preguntarse cómo los niños ejercen un poder considerable sobre los adultos, se encuentra de nuevo una circunstancia ya señalada: los niños cumplen una función para sus padres. Representan el cumplimiento de deter­ minados deseos y necesidades. No quiero detenerme aquí en el asunto de qué necesidades paternales se cumplen con la exis­ ~encia de los hijos. Basta plantear la pregunta: ¿Cómo resulta la relación padres-hijos cuando los niños no satisfacen ninguna necesidad y ningún deseo de los padres? Hoy en día los padres, gracias a un desarrollo tecnológico específico, están en con­ diciones de decidir si desean tener hijos y cuántos. Pero en las sociedades anteriores los padres solían "producir" hijos ciega­ mente sin ningún deseo, sin ninguna necesidad de un hijo o de otro más. Concebían niños que para ellos no tenían ninguna función. Por lo tanto, estos niños contaban con oportunidades muy reducidas en relación con sus padres; todo el poder estaba en manos de éstos. Las sociedades anteriores en general estaban organizadas, aun más que las industriales, de tal manera que los hombres que

IV

CINEOC


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.