Así habló Zaratrusta

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«Quien aprende muchas cosas desaprende todos los deseos violentos» - esto es algo que hoy las gentes se susurran unas a otras en todas las callejas oscuras. «¡La sabiduría cansa, no vale la pena - nada; no debes tener deseos!» - esta nueva tabla la he encontrado colgada incluso en mercados públicos. ¡Rompedme, oh hermanos míos, rompedme también esta nueva tabla! Los cansados del mundo la han colgado de la pared, y los predicadores de la muerte, y también los carceleros: ¡pues mirad, también ella es una predicación en favor de la esclavitud! Ellos han aprendido mal, y no las mejores cosas, y todo de un modo demasiado prematuro, y todo de un modo demasiado rápido: y han comido mal, y por ello se les ha indigestado el estómago, - un estómago indigestado es, en efecto, su espíritu: ¡él es el que aconseja la muerte! ¡Pues, en verdad, hermanos míos, el espíritu es un estómago! La vida es un manantial de placer388: mas para aquel en el cual habla un estómago indigestado, padre de la tribulación, para ése todas las fuentes están envenenadas. Conocer: ¡esto es placer para el hombre de voluntad leonina! Pero quien se ha cansado, ése sólo es «querido»389, con él juegan todas las olas. Y esto es lo que les ocurre siempre a los hombres débiles: se pierden a sí mismos en sus caminos. Y al final, todavía su cansancio pregunta: «¡para qué hemos recorrido caminos! ¡Todo es igual!» A los oídos de éstos les suena de manera agradable el que se predique: «¡Nada merece la pena! ¡No debéis querer» Mas ésta es una predicación en favor de la esclavitud. Oh hermanos míos, cual un viento fresco y rugiente viene Zaratustra para todos los cansados del mundo; ¡a muchas narices hará aún estornudar! También a través de los muros sopla mi aliento libre, ¡y penetra hasta las cárceles y los espíritus encarcelados! El querer hace libres: pues querer es crear: así enseño yo. ¡Y sólo para crear debéis aprender! ¡Y también el aprender debéis aprenderlo de mí, el aprender bien! - ¡Quien tenga oídos, oiga! 17 Ahí está la barca, - quizá navegando hacia la otra orilla se vaya a la gran nada. - ¿Quién quiere embarcarse en ese «quizá»? ¡Ninguno de vosotros quiere embarcarse en la barca de la muerte!390. ¡Cómo pretendéis ser entonces hombres cansados del mundo! ¡Cansados del mundo! ¡Y ni siquiera habéis llegado a estar desprendidos de la tierra! ¡Siempre os he encontrado ávidos todavía de tierra, enamorados todavía del propio estar cansados de la tierra! No en vano tenéis el labio colgante - ¡un pequeño deseo de tierra continúa asentado en él! Y en el ojo - ¿no flota en él una nubecilla de inolvidado placer terrestre? Hay en la tierra muchas buenas invenciones, las unas útiles, las otras agradables: por causa de ellas resulta amable la tierra. Y muchas y distintas cosas están tan bien inventadas que, como el pecho de la mujer: son útiles y agradables a la vez. ¡Mas vosotros los cansados del mundo! ¡Vosotros los perezosos de la tierra! ¡A vosotros se os debe azotar! Al azotaros se os debe espabilar de nuevo las piernas. Pues: si no sois enfermos y pillos decrépitos, de los que la tierra está cansada, sois astutos perezosos, o golosos y agazapados gatos de placer. Y si no queréis volver a correr alegremente, entonces debéis - ¡iros al otro mundo!


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