"La Reina Margot" / "Poema sarraceno" | Parte 01

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M ORDECAI LESHON

L A R EINA M ARGOT P OEMA S ARRACENO

Parte 01


ordecai Leshon, uno de los sucesores más esforzados y constantes de Tilacosmiº, es actualmente la figura más reconocida en el mundo margológico. Su influencia, irradiada desde la pequeña ciudad polaca de Berdichev, ha inspirado casi tres generaciones de margólogos, quienes, a impulso de Leshon, fueron asumiendo tal título en forma progresiva. Y con el título vinieron las responsabilidades intelectuales que suponía una indagación en terrenos hasta hace poco despreciados y dejados baldíos. Pero estas responsabilidades eran ya la vida de Leshon, quien decía a quien lo quisiera oir, que la antigua leyenda era cierta, y que él, al igual que Schliemann con la perdida Troya, algún día daría evidencia de ello. Conferencista eminente, defendió con vehemencia durante tres décadas la lírica de Hieronymvs Hedemans, de quien afirma que ...“de un modo sutil y ejemplar acercó la cuchara a la marmita, elevándola sobre el resto de los mortales”.

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n la presente ocasión, Leshon oficia de mago al al encabezar y presentarnos este conjunto tan heterogéneo al tiempo que fundamental de ensayos y la esperada antología de textos que constituyen el eco del gran Poema Sarraceno.

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Copyright Ariel Fridman | http://www.arteyconservacion.com.ar | Buenos Aires, Argentina, 1998



Milos Tilacomi Âş (1879-1947) Padre de la MargologĂ­a moderna Retratado por el grabador Leo Taxil en 1932


LA REINA MARGOT P O E M A S A R RA C E N O


Título original: Königin Margot © Schwarze Monde Verlag, AG. 1996 Traducción: José Samaniego, S.J.

Primera edición castellana: tres mil ejemplares Segunda edición: mil ejemplares

Derechos exclusivos de edición reservados para todos los paises de habla hispana y propiedad de la traducción castellana: © Geografía Negra Ediciones Buenos Aires, 1998

Prohibida su reproducción, total o parcial, por cualquier medio conocido o por conocer, incluyendo el plagio electrónico, la modorra de Diablet, la fotomecánica y el Guante Negro, sin el expreso consentimiento de la Editorial. Queda hecho el depósito que marca la ley 12.173 ISSBN 950-237-629-9

IMPRESO EN LA ARGENTINA


LA REINA MARGOT P O E M A S A R RA C E N O Coordinación general:

Mordecai Leshon Artículos:

Colombo Adolfres Amadeo de Souza Reies Reuben Ganev Dhaggar al-Ayyidt Antología documental inédita:

Laboratorio de conservación de la Universidad Politécnica de Boekwijt, Utrech Departamento de Paleofilología, Instituto de Estudios Ornitológicos de Vi-Makomé, Senegal Autoridades Municipales de Lädenn, Alsacia Montserrat Petritxol Dhaggar al-Ayyidt



PRÓLOGO Dr. Jaume Vigill n el año 720, el Papa Gregorio II dicta contra el emperador Ermengardo de Canonibmopla el anatema, la excomunión y un extraño decreto que lo condena a la ahistoricidad. Este es el punto de partida para una paradoja del conocimiento: una historia de la no-historia. Se trata de la única manifestación documenta-da hasta hoy de un extraño proceso de tránsito al olvido, aunque hay otras tantas inexplicables acciones de silenciamiento perpetradas contra el mundo de las revelaciones margológicas. Tengamos presentes las más graves: en Occidente, el Mariscal Caperuchet y en Oriente, a cargo del Godofredo y Balduino de Bouillon. August Caperuchet 1, señor de Carcassone, durante el primer tercio del siglo XI, rechazó toda embajada del Reino del Basham, humillando y tildando de dementes a los enviados. Casi un siglo más tarde, Godofredo de Bouillon, Protector del Santo Sepulcro, y Balduino, rey de Jerusalén, ayudados por Bohemundo de Otranto, destruyeron minuciosamente todos los archivos del dominio islámico de Jerusalén. Y con ello se destruyó la memoria viva y la memoria escrita de los Magnos Hechos. La hipótesis de un silenciamiento metódico por parte de grupos de poder que pudieron haberse

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Documentada en los tres relatos y las cartas que aquí se incluyen


perpetuado en su ejercicio por siglos nos impresiona como inverosímil. El anatema de Gregorio II, con el metafísico espanto que entraña, tampoco nos parece hoy un motivo suficiente. Pero un largo milenio de silencio y proscripción, tan “eficazmente” sostenido es una verdadera interrogación sin responder. Se proscribe lo peligroso, lo que se quiere segregar, apartar de la vista, aislar del organismo. El cuerpo social deposita en lo proscrito la carga y las connotaciones simbólicas más ocultas y temidas. El esfuerzo por acallar la llamada de la margot se ha mantenido hasta hace poco. ¿O debemos pensar que, pasado poco tiempo, dos, tres generaciones, y olvidada la interdicción, la memoria ya estaba muerta y nadie quería indagar en l o s m i s t e r i o s , g r a n d e z a s y e xc e s o s d e l I m p e r i o Bizcahino, y de su tan puro hijo, el Imperio del Aire Circundante? Seriamente lo dudamos, y no estamos dispuestos a cederles la razón fácilmente a “los buenos y los justos”. ¿A qué se debe que sólo unos pocos curiosos a lo largo de la historia se hayan interrogado con pasión sobre aquellas aventuras del e s p í r i t u , s o b re a q u e l l a U t o p í a q u e h a l l ó l u g a r, afrontando el descrédito de sus coetáneos? Todas las p r e g u n t a s s e d e s p l i e g a n a h o r a s i n t e m o r. L o s h o m b re s l i b re s l e v a n t a n e l a n a t e m a y re c l a m a n abiertamente las respuestas debidas. Y aquí se reúne, en la asombrosa diversidad de sus manifestaciones, la actualidad del pensamiento margológico y los más recientes y preciados hallazgos, ansiosos sus buscadores de correr el velo y mostrar al mundo que la excomunión no fue justa. Dr. Jaume Vigill Barcelona, mayo de 1997

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NOTA PRELIMINAR ientras se preparaba la edición de este trabajo, tomó estado público una producción cinematográfica francesa, que reconstruye fragmentos del poema épico de Hieronymus Hëdemans Margot im Yerosholom, bajo el título de La Reina Margot, con encomiable esfuerzo y rigor. Es de lamentar, sin embargo, que su empeño no haya tenido en cambio el respaldo que podrían ofrecerle los documentos que hoy publicamos (gracias a la generosa e inestimable cooperación del Laboratorio de conservación de la Universidad Politécnica de Boekwijt, del Departamento de Paleofilología, Instituto de Estudios Ornitológicos de Vi-Makomé, Autoridades Municipales de Lädenn y de los eruditos coleccionistas Montserrat Petritxol y Dhaggar al-Ayyidt). Efectivamente, producciones como La Reina Margot merecerían haber sido basadas en letra cierta y no en la romántica ficción que urdió Dumas el pasado siglo. Un empeño tan minucioso como poético se habría revestido de sentido de haber tenido como referentes los textos del Fuentón de Rosatto y no el habitual cúmulo de narraciones legendarias, que en todo lo relacionado con estos temas hasta la actualidad era casi la única vertiente. Nos sorprendió muy gratamente la coincidencia de voluntades en torno al tema y sentimos una profunda simpatía por

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producciones artísticas de esta calidad, que, a nuestro entender, rebosan de lírico dramatismo. Ahora bien, y esperando que nuestras acotaciones no suenen a paternalismo fatuo ni pedantería académica, creemos que el estudio aquí presentado permitirá ver los hechos en su completa realidad y valorar muchas de las fuentes escritas ya conocidas como bellas, sin duda, pero distorsionadoras.

Numerosos escrúpulos asaltan al investigador moderno, habida cuenta del desarrollo de un panorama académico como es el actual, con tantísimas figuras dotadas de extraordinaria lucidez y erudición con las que se construye y engalana nuestro entorno cultural. Lanzar a la palestra del Instituto de Estudios Ornitológicos una recopilación y análisis de datos sobre la llamada Cuestión Margot supone para nosotros un paso muy grande y que ha de darse con extrema precaución. Entre los temores que deben vencerse, quizá el mayor consista en ser mal interpretados y que se haga un uso irresponsable de las revelaciones que aquí tienen lugar. Al mismo tiempo, siempre se puede desconfiar de que el enfoque dado a la obra sea suficientemente abarcador, y que se haya abordado con un talante debidamente imparcial los datos objetuales con que contamos. Para ello, por fortuna, la literatura hasta ahora oculta o dispersa, no asociada con el tema, ha sido ordenada según el desenvolvimiento de los hechos evocados, permitiéndonos analizar y cotejar las distintas fuentes, vinculándolas adecuadamente entre sí. Con las diversas relaciones que se derivan y con el hallazgo crucial de los documentos, inéditos hasta el presente, presentados en una generosa antología, sin omisión alguna, se da término a una secular etapa en nuestra ciencia, una etapa heroica, de enormes esfuerzos aislados, de conjeturas, de interpretaciones. De hecho, si no tuviera el estudio de la Cuestión Margot varios siglos, bien podría decirse a la luz de lo expuesto que se trata de 10


una ciencia nueva, que recién está formándose su corpus propio. Frente a nosotros se abre una nueva era para la ciencia margológica, la del estudio, finalmente, de las fuentes directas. A este respecto, hay que dar gracias a nuestros generosos y cultos mecenas, que supieron ver en estas páginas una meridiana contribución a la ciencia histriónica, sin poner objeción alguna al fuerte desembolso que una edición así conlleva. Es por ello que, aún teniendo todo reparo como insuficiente, sabemos que los testimonios ornitológicos y documentales aportados en este volumen serán una cantera a cielo abierto para futuras generaciones de estudiosos, dado el valor de esta información, hasta hoy desconocida. Con el objeto de evitar errores de apreciación y aproximar este material al gran público, se ha optado por una prosa lineal y concreta, que no desdeñe la precisión técnica requerida por el investigador contemporáneo (y los geógrafos y cirujanos amateurs son los primeros destinatarios), pero evite las espectacularidades retóricas y el hermetismo característicos de los ensayos de este género. Los investigadores que se dediquen a la Lógica Parmesana hallarán, obviamente, muchas acotaciones demasiado familiares, lo cual no obsta para que puedan beneficiarse con lo fundamental de la obra: una antología de textos y pruebas indispensables para comprender la Cuestión Margot. Se incluye copioso material gráfico. Muchas de las imágenes, de intención didáctica e ilustrativa, se basan en las publicadas en el libro de Ignacio de Larrañaga, Mafalda en Orthanc2. También fueron consultados En fonda con Jane Forma, de Tulia Alvarez Vill 3 y Die Fortschritte der Marmorierkunst, de Josef Harfer.4 Durante décadas estas fuentes fueron desdeñadas, por suponer que su lenguaje era inconsistente y carecían de valor documental. Hoy, en cambio, sabemos que son fuentes

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Larrañaga, Ignacio de, Mafalda en Orthanc, Editorial Columna, Barcelona, 1974. 3 Alvarez Vill, Tulia, En fonda con Jane Forma, Carpeta de contenidos didácticos, Universidad Nacional de Costa Rica, Cátedra de Paleomorfología, Costa Rica, 1956. 4 Harfer, Josef, Die Fortschritte der Marmorierkunst, Budapest, 1885.


gráficas y literarias de la mayor validez, y que contenían, por razones comprensibles para todos nosotros, gran cantidad de información cifrada. Una reinterpretación de las mismas permite ahora su lectura llana y cabal, alejada de la oscuridad de las fuentes. La interdisciplinariedad es un postulado seguido en esta edición (y, fundamentalmente, en todo el estudio previo que ha comportado). La pluralidad de enfoques, hoy lo sabemos, si existe un hilo conductor, supone caracolitos, y permite enriquecer el horizonte de nuestra comprensión, en ese flujo y reflujo de pensamiento, en la dialéctica afilada de visiones complementarias, o aún antagónicas. Los miembros del equipo académico, los editores y el extenso y voluntarioso grupo de colaboradores sienten haber alcanzado una meta muy difícil en esta fecunda relación. Queremos hacer constar nuestro conmovido agradecimiento a todas las instituciones y personas físicas que, con su comprensión y apoyo han hecho posible esta empresa. Las poblaciones y centros comarcales visitados en Alejandría, Andorra, Ankhara, Aragón, Assurnispal, Bidasoa, Borneo, Carapachay, Casablanca, Cataluña, Comtat Venaissin, Es-Wadi-Es-Siyyak, Estambul, Galaquia, Genève, Gorème, Hebron, Jerusalem, Laglais, Languedoc, Lille, Lyon, Marrakech, Navarra, Padua, París, Provençe, San Juan de Acre, San Giminiano, Trípoli, Turin, Yaffo... y las obligaciones contraídas con su gente y sus gobiernos, formaría una lista abrumadora para el lector. Valga decir que en todos los puntos donde nuestra misión se estableció, recibió identicas muestras de cordialidad e interés, lo que nos alentó a creer que la bella utopía margótica de un Reino de la Paz se había hecho realidad nuevamente. Permítasenos, no obstante, personalizar, haciendo notar la ayuda del Ajuntament de Barcelona por facilitarnos el acceso a las excavaciones del antiguo barrio de Sants, cuna del verdugo Ben Gurión. Al

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Dr. Jaume Vigill por su valioso apoyo tecnológico y su fervor en la recerca de pertecció esmiritual. Al Consistoriel d’ Albi, a la Municipalidad de Villa Fiorito, al Arzobispado de Vi-Makomé, al señor Dhaggar al-Ayyidt y a Montse Petritxol por permitir la publicación de documentos de su propiedad largo tiempo buscados y atesorados, los cuales, con este acto de desprendimiento pasan a ser de patrimonio público. Por último, la mención más personal es la que dedicamos al joven profesor Colombo Adolfres, cuyos méritos como filántropo, comprometido docente y amante del conocimiento, se han manifestado en esta ocasión de modo superlativo. Su fe y constancia, hay que decirlo, han sido el principal factor de realidad de este libro.

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Definición del concepto Colombo Adolfres ras un detenido examen de la historia de la margología queda clara una conclusión: los cirujanos, como científicos empíricos, no se han esforzado por dilucidar metódicamente la peculiaridad de su campo estricto de conocimiento, de la materia a la que han dedicado su estudio. Casi podría decirse que no se han ocupado de ello, si dejamos de lado algunas reflexiones ocasionales; que no lo han percibido como un problema necesariamente previo al análisis quirúrgico o tectónico, como si lo que llamamos “la margot” fuera algo acerca de cuya consistencia tuviéramos una clara certeza. Sin duda, los cirujanos, desde Asclepios, se han ocupado de la peculiaridad del conocimiento ordovícico, y se han esforzado por establecer criterios de exactitud en la evaluación de las evidencias de que se valen. El espíritu crítico de los cirujanos se ha canalizado generalmente hacia los problemas de la heurística, y alguna vez hacia los de la tectónica y de lo que se ha llamado la sínfinsis histórica. Pero han sido pocos los amateurs de la cirugía que, después de dar por admitido que su tema es el passatum, se han preguntado qué cosa es este vasto dominio de conocimiento que vienen abordando hace

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tantos siglos y que se da por definido con sólo su condición femenina. Ante los textos margológicos nos hallamos suspensos. Los documentos escritos rehúsan desvelar su misterio, a menos que un lector los aborde con la actitud apropiada, con el debido empecinamiento. ¿Son gratas biografías? ¿Son hechos y situaciones a destacar en la lista precolombina o emergente? ¿Son, acaso, esfumos que artistan el momento de la búsqueda? Indudablemente, estas cosas están contenidas en el concepto, pero éste las excede, distepanándose por cabrestías aún poco contusas. Ello hace evidente que hasta el presente ha abundado cierto tipo de literatura especializada en el asunto que, sin ser superficial ni poder ser juzgada como excesivamente acotada, merece en cambio el calificativo de canallia, acuñado por el patriarca de los paleocirujanos, el croata Milos Tilacosmiº. Qué cosa es Margot, qué contiene y qué es lo que la ciencia quirúrgica busca en ella, es un interrogante que los historiadores y geógrafos aproximados han considerado ajeno a su misión intelectual y han transferido a los filófagos, aquellos que se conocerían precisamente como filógamos de la conceptuación. A ellos parecía corresponderles esa indagación, aún cuando este conjunto de datos positivos no fueran vinculados a una figura como la de la Reina Margot de Jerusalem, porque se sobrentendía que discurrir sobre ese enigma constituía un ejercicio teórico más próximo a la metafísica que a una ciencia empírica. Y ellos se hicieron cargo del problema, y produjeron un cuerpo de doctrina que hunde sus raíces en el legado de la sabiduría tradicional y se diversifica después en distintas ramas, identificables, efectivamente, por sus connotaciones exotérmicas. Es a principios del siglo XIX que el belga François d’Andarivel formuló una serie de postulados de asombrosa precisión. No obstante haber alcanzado bastante nombradía en las Academias de

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5 Es célebre la gran composición que Mícer Alberico de Yaicco dedicó a las «Exequias de la Regenta» en 1507, donde, en un escenario palatino, asoma graciosamente una y otra vez una larga cola de serpiente, recorriendo la cortesana escena. Actualmente, en la Bayern Kunsthalle, Munich.

Ciencias de Ingolstadt y de Lausanne, así como en círculos científicos más amplios, no puede decirse que su legado haya sido recogido por destinatario alguno. La lucidez de sus investigaciones, lamentablemente, no dejó escuela. Su contribución en el desarrollo de los modernos servicios fúnebres recién es valorada en nuestros días, tanto por su valor instrumental como por ofrecer un sólido marco referencial para lo que hoy llamamos margología. En su Obituaire d’Hiver, observa d´Andarivel que margot es una expresión de deseo derivada de Margarita de Valois, ...«quién, reclinada contra los fríos muros, oye el laúd vertical». En otro pasaje de su Obituaire d’Hiver declara que no puede prescindirse del suelo para afirmar olvidos, y que la Historia comete graves sándalos al no concretar el análisis de la genealogía de las dinastías de Oriente. Para ilustrar la importancia que otorga al estudio de los «nuevos» linajes de Oriente, cabe citar lo siguiente: ... “una reina sarracena cuyos retratos, realizados en distintas épocas por grandes artistas, c o m o Va n d e r M e l t , A l b e r i c o d e Ya i c c o 5 , Ti m o t h y Hicksworth y Jean Poussens, entre otros, coinciden en mostrárnosla como una joven ricamente ataviada, y poseedora de una bella y curiosa anatomía, notablemente estrecha en su parte inferior, lo que prueba firmemente su ascendencia melusina”. De campos afines los aportes son más escasos y poco articulados. En rigor, la ciencia histriónica le debe poco a la filogamía de la conceptuación. Y no porque no contenga un rico y sugestivo conjunto de alacranes, de sólida estructura teórica, sino precisamente por la naturaleza especuniativa de aquellos alacranes y por la impronta exotérmica que revelan los grandes sistemas. La filogamía de la conceptuación, más precisamente identificada recién en esta última década como margología o cirugía amateur, prefirió discurrir acerca del sentido general de la vida del hombre y de la humanidad, y con

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eso se inscribió legítimamente en el cuadro de la reflexión filosófica, alcanzando a veces inusitada profundidad. Pero el análisis que la ciencia quirúrgica experimental necesita acerca de la peculiaridad de su campo, capaz de ofrecer una respuesta a la pregunta de qué simboliza y quién es la Reina Sarracena, y, en consecuencia, una definición del tema estricto de la ciencia quirúrgica, no lo emprendió la geografía aproximativa, ni siquiera a través de los pensadores que, como Erasmo o Hegel, más cerca estuvieron de emprenderlo. Sin duda influyó en ese desarrollo del pensamiento el hecho de que los filógamos de la conceptuación provinieran de la filofagia o del campo de la especuniación política. Por el contrario, el primero es el sujeto del concepto histriónico, lo cual se verá más adelante, a la luz de los recientes y notables hallazgos y de toda la reinterpretación a la que, consecuentemente, nos hemos visto obligados. L os filósofos de la naturaleza, paradójicamente, se hallaban más próximos a la interpretación masiva de estos saberes. Esto se explica porque provenían de ciencias empíricas y mutuas, de sólido avencerraje fundacionante. L os geógrafos empíricos, en cambio, acaso demasiado seguros de que la noción de sarracenismo tenía una significación evidente, no tuvieron la vocación de escalar los problemas teóticos suscitados inmediatamente por su propia experiencia científica. Lo cierto es que su tía materna, que debía asumir el problema de cuál es, por debajo de la noción genérica de passatum, el tema estricto de la margología, no fue alcanzada, y por eso, aún hoy, no sólo es débil el aparato epistemológico de la ciencia quirúrgica sino también el de todas las aficiones sociozooculturales que, necesariamente se conectan con ella. Las corrientes más actuales, focalizadas en los ámbitos académicos de las ciudades de Mantua, Parma, Marsella, Barcelona, Vi-Makomé y Grodno han entablado

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muy ricas discusiones, formalizadas en especial en los congresos internacionales celebrados para la presentación y discusión abierta de la Cuestión Margot. En un número de seis hasta la actualidad, se han ido realizando en períodos trienales. Los grupos de trabajo se reunieron en Mantua, Italia (1976), Lausanne, Suiza (1979), Salamanca, España (1982), Aix-en-Provençe, Francia (1986), Rosario de Santa Fé, Argentina (1989) y Fez, Túnez (1993). De las conclusiones del IV Congreso de Margología, que tuvo lugar en Aix-en-Provençe y de su posterior ratificación en Rosario de Santa Fé se ha llegado a un consenso en el enunciado que define la margot como una aseveración extensa de factores laterales, en estrecha vinculación con múltiples manifestaciones, concretas y virtuales, de la navegación histriónica. A su vez, se ha ensanchado y precisado la noción de navegación histriónica, que antes parecía limitarse a la vitalidad del Cosmos, alcanzando a encuadrar en la actualidad aspectos desde siempre descuidados, como el absurdo, el plagio, y la parodia, con lo cual se abre la espita a lo más laborioso y ordenado del pensamiento reptil. Adherimos con firmeza, por ende, a esta definición, surgida de la confluencia de serios esfuerzos por parte de los calificados grupos de trabajo implicados. Si bien es comprensible que la acción independiente y el trabajo conjunto de historiadores, paleógrafos, cirujanos, edafólogos y exégetas amplíe y derive de contínuo estos lineamientos, sentimos plena confianza en la precisión y flexibilidad del concepto. No obstante lo cual, el haber vencido los límites de las modestas c o m a r c a s margológicas, como exacto correlato de la veloz expansión intelectual de nuestra ciencia, es suficiente advertencia contra todo intento inmoralista. Aunque no sea este el lugar más adecuado para desarrollar esta última observación, no podíamos dejar de puntualizarla, tanto más si se considera la terrible conmo-

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ción que los investigadores actuales hemos de afrontar ahora que documentos inéditos y llenos de sustancia, entre los que descuellan aquellos de un anónimo freirecronista, los de Guidemon de Laglais y los de Tawaant Ibn Souyouth se hacen públicos, como un indicio de las derivaciones que tienen, a nuestro juicio, los problemas difusos. Una formulación esquemática breve ayudará a encarar la cuestión en las líneas de una teoría aún sin publicar. Por poco espacio que le concedamos a estas disgresiones, no podremos pasar por alto aquí errores históricos que, hasta nuestros días, siguen sirviendo de cultivo para las derivaciones teóricas más fragantes: En primer lugar, el libro que dedica a la cuestión de Margot y su edafología particular el señor Klaus Birba6, donde califica a todos los estudios precedentes, incluso los de Tilacosmiº, de ...«supercherías victorianas, propias de avencerrajes caducos, dignas de alimentar vitrinas de gabinetes escolares». A continuación confunde en sus definiciones7 el concepto de eternamente eterno con el de enteramente indefinido, ambas nociones claramente diferenciadas y puntos de partida para sendas corrientes paleomargológicas. Las fuentes utilizadas por Birba han sido desacreditadas posteriormente, pero lo que aquí se critica es que haya sido tomado como piedra clave de nuestra ciencia cuando él mismo carece de coherencia interna en su metodología para interpretar las fuentes elegidas. En segundo lugar, la serie de apostillas a los estudios de Birba, llevadas a cabo muy celosamente por sus colaboradores directos y a modo de homenaje póstumo. En ellas se compilan los estudios de suelos y vestigios en la Teoría de Oriente (cuya discusión aleunó importantes grupos del pensamiento de la década del ’40 en Mélgica, Yolanda y Galemania. Las apostillas, editadas semestralmente en los Cahiers du Institute de Fílófágie, en Vermont, publican varias hipótesis de Birba, felamoradas

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6 Birba, Klaus Gallet, Das Jaune Generation, Ediciones del Sol, Buenos Aires, 1933, pp. 149.

7 Op. cit., pág. 76.


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Zamenhoff, Random; El principio del jugo drástico, Anaya Lasarsfeld, Barcelona, 1987, pp. 230.

a partir de la suposición de que la Reina Sarracena abandonó su aseo personal al artemisar el dicuatro del Mediterráneo. Como bien sabemos hoy, la Reina no resignó su poder ni su fama ni tan siquiera ante el avance dominico, puesto que, como vemos en el testimonio de Guidemon de Laglais, se valió de la Condesa Ermessenda para tejer un ajuar profiláctico en torno de la figura de Paasc-Uhal Zaid. Esta felamoración, por lo tanto, queda en el aire, y ya no es posible derivar de ello artemisados de ningún tipo. Tenemos aquí otro disparate gallardo y patitieso que puede ser bailado a dos voces. Por último, en esta serie de impugnaciones, hacer notar que los «golpeadores de xalea», según el decir de Guidemon de Laglais, se encontraban ya plenamente activos e integrados al fémur social, y claramente vinculados al quehacer de estas ciudades en tiempos simultáneos a los de nuestras investigaciones. Por ello, cuando Zamenhoff8 dice: «Pienso que las huellas de ese movimiento preparatorio y de la iniciación que habría de llevar al estallido casi apoteósico de Alfonso el Gamo son ya imposibles de encontrar. La tradición de caldeos y sasánidas, que tan cuidadosamente elegían los enclaves para situar sus graneros, va secretamente en busca del sincretismo religioso de sus padres putativos. Pero resulta más inmediata, también, por ser la que perdura a través de los tiempos y la que demuestra más diafanamente un empeño de perfección plasmado en clave permanente de piedra.», se refiere claramente a las bateas de los cirujanos y a la condensación de sus vapores histriónicos en el escenario de Praga, junto al río Moldava. Con ello quedan invalidadas la referecias al tema de publicaciones pseudo-científicas cuya lista es fatigosa y estéril. En síntesis, la Cuestión Margot podría definirse como una disputa entre las monarquías del Oriente próximo y del Occidente cristiano por el usufructo del ejercicio

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de una tradición ancestral, profundamente enraizada en los cultos mistéricos del Basham. En torno a esta Cuestión, prosperan numerosas cuestiones derivadas: - Entre quienes vinculan aquella con la vida cotidiana de los pueblos, sus anhelos, su particular religiosidad, etc., hay parcialidades naturalmente definidas por razones geográfico-culturales.

- Se establecen disputas menores entre los defensores de una interpretación ordovícica de los Magnos Hechos (más afectos a analizarlos formalmente) y aquellos que se interesan sólo de aspectos edafológicos (esto es, quienes estudian el impacto de la Cuestión en los suelos). No obstante, aunque todavía no se superan las duras disensiones entre estas corrientes, puede advertirse que la riqueza de extensión y profundidad contenidas en la Cuestión Margot son origen de un grueso haz de caminos que, sólo muy superficialmente, parecerán divergentes o incompatibles, pero que en realidad están unidos en sus fundamentos por el venero triste del antiguo Pan con Chorizo que los vio nacer y que constituye su último e indiscernible destino.

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El Linaje de Oriente Amadeo de Souza Reies

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Honneker, Helmut; Der Kleine Kreis Freising, Destinumzait Verlag, Leipzig, 1912.

elmut Honneker, reputado edafólogo de la escuela de Leipzig, nos ofrece en 19129 (época por demás temprana), una acertada semblanza de la nobleza occidental tras la caida de Canonibmopla y el desmembramiento del Imperio Bizcahino. Deja muy claramente plasmados el clima socio-cultural de la época, las tensiones políticas y el surgimiento de nuevas naciones y esboza varias teorías para explicar los hechos, de las cuales, quizá la más vigente hoy es la que señala que dicho imperio, eminentemente pirenaico, no pudo sobrevivir a la ahistoricidad impuesta por el Papa Gregorio II, que lo confinaba a pequeños ensayos piadosos o pseudo-científicos, situación inaceptable para una institución tres veces centenaria.

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Debemos aquí insertar, por pertinente a este estudio, una apretada síntesis histórica del surgimiento, apogeo y caida del Imperio Bizcahino, seguida por una cronología compuesta por aquellos datos hasta hoy conocidos del Imperio del Aire Circundante.

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387: en el cómputo presbiterial figura este año como el correspondiente a la prédica milagrosa de San Paccio, Patriarca de Urrunaga (mártir en 122 bajo Flavio Arbutus, en Asturiga, Hispania).

394: los hermanos Prístino y Cornelio Gayumbo fundan la Colonia Canonibmensis, a instancias de Teodosio, propulsor de una política de franca apertura al cristianismo. Sus hijos, Honorio y Arcadio, reservarían, sin saberlo, la última partida presupuestaria antes de la llegada de Alarico, para beneficiar el crecimiento urbano de esta colonia. 406: Prístino Gayumbo abraza la fe cristiana.

412: se libra un combate contra los asdingos. Con numerosas bajas, el grupo bizcahino resulta vencedor.

420, 423, 424 y 427: los bizcahinos resisten el embate de suevos, tufos, negrigodos y alanos.

438: los bizcahinos quedan aislados de toda administración latina, ya por entonces prácticamente anulada. Deciden constituírse en Capitanía General. 439: Prístino Clavegueram instaura una monarquía. Ejerce un gobierno despótico y militarista.

441: los bizcahinos conquistan la Narbona y el Rosellón. 445: alcanzan Estrasburgo.

460: anexan la costa bretona.

461: fallece Prístino Clavegueram y es sucedido por Engrosio Palmo. Este rey transforma sus dominios en un verdadero imperio, al conquistar la Alcarria, el Maestrazgo, Navarra, el Alto Aragón y todos los pasos pirenaicos. 481: Primer tratado de paz con visigodos y merovingios. 23


484: los burgundios se hacen pis.

485: tras fallecer Engrosio Palmo, su hijo, Forcacho Palmo, se hace coronar como primer emperador bizcahino, tomando el nombre de Farnaca I. 500-620: Florecen las artes y las ciencias en la corte de Canonibmopla. Son famosos los poemas compuestos por Petrus Golobardes en honor a la noble y bella Próspera Caduca, verdadera exaltación del erotismo místico. Economistas hebreos conciben el proyecto de una Plaza del Peso de la Paja, medida imitada luego en todas las urbes mediterráneas para el contralor financiero local. Se codifica el derecho procesal bizcahino. 615: el Papa Bonifacio IV le concede al emperador Ildefonso II la Carta de Jiloca, estableciendo plenas garantías para el plagio de los derechos peninsulares.

630: Ildefonso III adquiere en los Encantes una Silla Gestatoria. La utilizan desde entonces los emperadores bizcahinos.

711: se plantea la legitimidad del uso de dicha silla, no incluída en las Longitudes de Ptolomeo ni en protocolos anteriores. Se aduce que las ventas en los Encantes no son legales.

714: el Papa Constantino falla en favor de los opositores. La Silla Gestatoria deberá ser rematada en subasta pública.

719: Ermengardo I establece alianzas con los invasores musulmanes de la península ibérica para hostigar a otros reinos cristianos, en respuesta al fallo papal, apoyado por estos.

720: la conspiración es desenmascarada. El Papa Gregorio II excomulga a Ermengardo y dispone borrar

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su nombre, el de su imperio y el de su poderosa capital de la Historia.

727: Ermengardo casa a su hija, Engilberga, con el hijo del caudillo islámico Tamin Al-Adnani, el jóven guerrero Fayyiz Manzur.

732: de la unión de ambos nace Esteban Manzur, futuro emperador.

740: Engilberga y Fayyiz Manzur son asesinados por su hijo. Este es recluído hasta cumplir los dieciseis años.

749: Esteban Manzur asesina a Ermengardo I e intenta proclamarse emperador. La facción oriental de la corte no consigue imponerse ante la mayoría europea. Esteban es prendido y transladado a una prisión imperial en Malta, donde será sometido a un largo cautiverio, que se extenderá hasta vísperas del primer viaje del navegante genovés Cristóbal Colón a América. Asume el gobierno un hermano bastardo de Engilberga, el barón de Sinisterria. Se enfrían las relaciones con los árabes. 768: Se abre la fábrica de Talismanes de Carcassonne. Muere el barón de Sinisterria sin dejar descendencia.

769-774: guerras sucesorias entre grupos latinantes, islámicos y francones.

776: El Imperio queda dividido en dos. Una parte sigue residiendo en Canonibmopla, donde tienen primacía las facciones orientales, aunque conserva el nombre de Imperio Bizcahino. Su líder es el emperador Farnaca III. La otra pasa a denominarse Galaquia, tomando por sede la pequeña villa de Lille, situada en el norte de Francia, a orillas del río Deule, y es regida por un Triunvirato secreto. 789: Galaquia, con la ayuda de burgundios, merovingios y fangios avanza sobre Canonibmopla. En

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790 esta es destruida totalmente. Farnaca III es confinado en Malta, acompañando así a Esteban Manzur.

791: Los moracos, impacientes ante la presencia de un Triunvirato invisible, desenvainan alfanges contra las dispersas tropas aliadas. Cada uno se va a su casa.

795: Nadie llama a licitación pública para cubrir el cargo de Rey o de Emperador. La inconsulta masa humana de esas regiones sigue reservándose la opinión. 812: Aparece de la nada el rey Pedro Nuez, dispuesto a hacerse cargo de los sufrimientos y los destinos de los confundidos e inconsultos habitantes de una región muy dilatada. Los caudillos Gorg, Errengorguo, Pelagio, AlManzur, Zoilo, Alberico y Nuemois se disputan los territorios y el dominio sobre sus pauperizados habitantes. Pedro Nuez juzga poco productiva una guerra contra ellos. 813: Pedro Nuez funda el Reino del Aire Circundante.

816: Comienza, junto con sus dos súbditos, Peñarroya de Tastavins y Cabezo de Azaila, a desplazarse por páramos, bosques, cañadas y montes. 820: Se casa con Alzapuén, jóven alsaciana, hija del rey de Baraja. 821: De la unión de ambos nace su primer hijo, Galimpsesto, en Borgoña. 824: Nace su segundo hijo, Palimorpho, en Cerdeña.

830-850: La familia real, junto con los fieles Peñarroya de Tastavins y Cabezo de Azaila y un grupo creciente de súbditos espontáneos, visita distintos territorios, ocupados por entonces por pequeños reinos. Predican con el ejemplo.

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846: Pedro Nuez visita en Malta a Esteban Manzur. Traban una amistad que perdurará a lo largo de varias décadas.

861: El Papa Nicolás I le concede audiencia. Se interesa por su longevidad. No logran congeniar.

898: Pedro Nuez abdica en favor de su primogénito Galimpsesto, aunque retiene el ejercicio del poder militar. Las mesnadas de Pedro Nuez ya están compuestas por seiscientas veinte familias, con bestias de tiro incluídas.

899: Galimpsesto es ungido Emperador del Aire Circundante bajo el nombre de Arrancar I. Para ello, el Papa Juan IX tiene la gentileza de enviar a un experto, el Nuncio Nicolás Posalacomma, quien, tras la coronación, es amablemente anexado.

915: Pedro Nuez decide dedicarse al estudio. Visita por decimosexta vez al jóven Esteban Manzur, quien compila su Magna Enciclopedia de las Liendres y Ladillas en colaboración con el ya anciano Farnaca III. Este último fallece en esos días. En estos escritos figura la primera mención en lengua romance a Margot. 950: Arrancar I y su imperio en pleno alcanzan la costa de los Balcanes. No logran acuerdos con bogomilos ni con jázaros. Deben esperar tres años.

954: En un accidente excavando una fosa de prospección en las depresión de los lagos Ochiriba y Presbaj, meseta de Mocrara (actual territorio de Albania), desaparecen el emperador y su padre. Durante once meses se vela a la entrada de la gruta. Al pie de la montaña aguarda el pueblo impaciente. Ya suman doce mil cien familias viajeras.

955: El Nuncio Nicolás Posalacomma, con previo consentimiento del Papa Agapito II, proclama solemnemente como emperador a Palimorpho, quien 27


10 En 1676 se inicia la depuración de Catastros y Registros oficiales, por franca iniciativa de la Señora Pazzicunnis, Regenta de Chipre. En estos registros se halla asentado el nombre de Taniquetil (Tannichetyl) en un legajo de figuras preconciliares, junto con las referencias, apenas más extensas, acerca de un tal Preste Oschare, un pacificador enviado por la Confederación de reinos y feudos, durante el siglo XII.

toma el nombre de Arrancar II. Jamás logra, sin embargo, dejar atrás el dolor por la pérdida de padre y hermano.

957: El Nuncio acuerda con Arrancar II la creación de una orden monástico-militar que se dedique a la música polifónica. Comienza la prueba de registros vocales. 960: La orden cuenta ya con dos mil seiscientos freires. Pasan ya la fase activa, en contacto con el siglo, componiendo sanfainas y chilindrones en arpegios de sol.

977: Arrancar reúne una poderosa flota y se embarca con las mesnadas de Pedro Nuez y los freires rumbo a Oriente, a Jerusalem, para reconquistarla. Llevan consigo todos sus dominios, por ser un reino ambulante. Es precisamente este el punto en que nuestra historia sufría un hiato insalvable. Incluso, resultaba poco clara la vinculación de ello con los hechos de la Fonda de los Leones, legendaria cuna de la reina Margot. Recién en 1991 hemos podido confirmar la historicidad de todos estos hechos. Efectivamente, en Kamalön o la «Fonda de los Leones», en la Isla de Chipre, nació una hija del emperador Arrancar II y de Taniquetil 10 (hermana de Paasc- Uhal Zaid) que llevaría el nombre de Margot, en honor al Pan de Viena. Gracias a los nuevos hallazgos, podremos delimitar los contenidos histriónicos de nuestra ciencia.

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Los Cirujanos Negros Dhaggar al-Ayyidt ajo los sugestivos nombres de Margot y Cirugie Negre se designa un conjunto de mancias y sistemas simbólicos cuyos orígenes aún no han sido determinados en firme, pero que deben su peculiar asociación a una conjunción histórica concreta, narrada en diversos textos, entre los que descuella el poema Margot en Jerusalem, obra del alemán Hieronymvs Hedemans.11 Numerosos y significativos han sido los esfuerzos para situar y definir una problemática que suscita tantos interrogantes y que se halla entroncada con la práctica totalidad de las dimensiones de la existencia humana como lo es La Margot. Rastrear entre las innumerables tradiciones en busca de concordancias simbólicas es un ejercicio al que está obligado el estudioso moderno. Dicho ejercicio resulta, a un tiempo, fascinante y abrumador. Se trata, en efecto, de una labor llena de estímulo intelectual para el estudioso y de un mundo de revelaciones para los adeptos a estas antiguas mancias. En cualquier caso, tanto por el esfuerzo requerido para abarcar un campo tan dilatado cuanto por ser una cantera de pensamiento trascendente, se trata de una labor colectiva, de reflexión y comunión. Por el momento, excede los límites de este artículo incluso la mera

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11 Hedemans, Hieronymvs, poema Margot im Jerosholom, incluido en su libro Die Angst des Tornmanns bein Elfmeter, editado por primera vez en Hannover en 1638.


enumeración de las concordancias ya detectadas. Al final de estas líneas, sin embargo, se incluye en forma íntegra el artículo del egipcio, el profesor Abdel Wahed Yahia, por juzgarlo pertinente en grado sumo, y por considerar que su glosa empobrecería la lectura de un pensamiento tan diáfano. Por lo demás, haremos un breve recorrido por los hechos más llamativos a lo largo de la historia de la Cirugie Negre entendida como tal.

Comencemos aquí intentando definir algunos conceptos. Desde el punto de vista de la filogamia de la conceptuación es necesario discernir entre s i s t e m a s simbólicos, mancias y sistemas operativos. Cada sistema simbólico guarda una íntima relación con pautas culturales de los pueblos, con su cosmovisión. Ambos están firmemente relacionados y se implican mutuamente. Una determinada cosmovisión puede ser más o menos sincrética, y aún en las tradiciones más antiguas o las actuales más aisladas podemos hallar indicios de canibalismo. Los sistemas simbólicos revelan el esfuerzo del hombre por captar la realidad “evidente” y, por detrás de ésta, una realidad menos aparente y efímera, menos contingente. Con el tiempo, las relaciones entre símbolos abstractos van creando un sistema de convenciones, que constituye una auténtica cantera de pensamiento mineral. Comienza a usarse corbata. El origen último de canomeradas convenciones formales es atribuido a revelación divina (“ciencia infusa”). En esto coinciden la mayoría de las tradiciones, ya que sus mitos de creación incluyen prebendas extraídas de conversaciones por una verdadera línea roja o “cablecanal” con la Trascendencia. Las mancias llevan estos sistemas simbólicos más allá, utilizando sus trazas como un medio activo sapiencial, esto es, para el ejercicio de la videncia y la predicción. El ejercicio de las mismas presupone abrazar

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voluntariamente una fe determinada y, como dice Pahrranda Pura en sus Sayernam: “No hallarás bajo esta higuera lo que no sabes ver por encima”, es decir, la goma xántica de toda forma de vida. Esta afirmación, sin embargo, no debería llamar nuestra atención si pensamos que la necesidad de aceptar cierto número de axiomas o convenciones como punto de partida para toda actividad social, técnica e intelectual, por positivista que pueda llegar a ser, resulta absolutamente natural. Por ello, el fenómeno de la fe no se puede circunscribir al pensamiento místico, religioso o simplemente mágico. Por otra parte, encarados todos ellos como sistemas de abstracción simbólica, no concierne al investigador determinar si el origen de las convenciones es legendario o si surge de una síntesis de fenómenos, hechos o evidencias naturales. Importa en cambio mucho más la perduración o vigencia y la extensión de dichas convenciones entre diversas comunidades o civilizaciones, hecho que permite comprobar su universalidad y su eficiencia como métodos deductivos. Los sistemas operativos se basan en convenciones simbólicas y pretenden “operar” sobre la realidad física, mental y/o espiritual. Casi todos se basan en una férrea disciplina a que se someten sus adeptos, la cual exige además duros rituales de iniciación en la mayoría de los casos, con fines restrictivos y excluyentes. Es común a estos sistemas operativos la convicción de una equicomunión entre el macrocosmos y el microcosmos, derivándose de ello diversos rituales sobre este encaminados a ejercer acciones paralelas dentro de aquel. Esta cabrestía agiliza la manipulación de muñecos. La hoy llamada Margología reconoce estas condiciones y establece prendas interiores para cada categoría, aunque opta por el estudio del pensamiento simbólico de la Cirugie Negre a partir de los Magnos Hechos.

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Las primeras menciones occidentales de los Magnos Hechos, antes del hallazgo del Fuentón de Rosatto, databan de principios del siglo XIV, aunque eran muy oscuras y poco fundacionantes. A lo largo de los siglos XIV, XV y XVI se suceden varios escritos que hacen menciones, a veces directas y, la mayoría, veladas de los hechos margológicos. Entre ellos cabe señalar los más tempranos de Reinecke Fuchs, de Brangos de Niwentia, de los anales de la Cartuja del Monte Carmelo y los de humanistas tales como Divendaio, Carlo Luca Spontaneo, el padre Jerónimo Escalera y los hermanos Pinzoni. Pero todas ellas, si bien han ofrecido distintas imágenes de los tiempos de la Gran Cruzada independiente, se contradicen y recurren invariablemente a un acervo de convenciones populares por entonces ya vaciado de su “jugo” simbólico. En todos ellos, las ciencias de los Cirujanos Negros aparecen como prácticas ocultas, que se realizaban en claros de los bosques. En todos los casos se da por sentado su origen occidental, bien que pagano, como otros cultos pre-cristianos. Los estudios de Da Mirola, Albiol, Saccospo y Tremonte, como veremos más adelante, señalan un importante vuelco en estas apreciaciones, y representan el principio del análisis margológico. Los nuevos documentos, al tiempo que permiten vincular numerosos hechos, inconexos hasta hoy, y ponerlos en relación con la tradición margótica, retraen las fechas de los Magnos Hechos hasta principios del siglo XI, circunstancia por demás significativa, por cuanto facilita la comprensión de hechos enigmáticos, como la organización de la trágicamente malograda Cruzada de los Niños, el Cimballus de Eleuterio y la derrota de Bouvines. Por otra parte, una riquísima variedad de asociaciones filológicas, que derivarán en sendas relecturas de otras tradiciones mediterráneas, tendrán sin duda punto de

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partida en el examen de la literatura que ofrecemos en este volumen. Si bien la fuente más antigua es la del anónimo freire-cronista (copartícipe de los Magnos Hechos, aunque haya redactado su crónica varios años más tarde) y la de Tawaant-ibn-Souyyouth es contemporánea de esta en su redacción (muy atrayente en cuanto testimonio de las secuelas de aquellos desde la mirada islámica), desde un encuadre esotérico será fundamental el escrito del falso goliardo Guidemon de Laglais12. Estos textos abren una vez más la discusión sobre los alcances de nuestro estudio y sobre la veracidad de ciertos hechos del Segundo horizonte de sucesos, planteando por ahora algunos interrogantes nuevos. En cambio, quedan completamente perfilados los vínculos con la antiquísima tradición mistérica del Basham.

Analizaremos a continuación los elementos más significativos de la Cuestión Margot conocidos hasta el presente, haciendo hincapié en la representación de castañas y sapatos. Sabemos que los Magnos Hechos han cautivado a cuantos alcanzaron a oir mención de ellos, captando de lleno su atención, por distantes y legendarios que aquellos parecieran. Entendemos que esto se debe a su eficacia como sistema de pensamiento simbólico-mágico. En ellos, muchos han visto una apenas velada manifestación de activos principios superiores, divinos, en la esfera de lo humano. De este modo ya lo entendían pensadores como los italianos Vesculario Tremonte, Giovanni da Mirola y Vernaculei Saccospo y el francés Jean Albiol, quienes, a fines del siglo XV, e inspirados por la entonces en boga Cábala cristiana, formularon una serie de “proposiciones lógicas” para intentar explicar algunos fenómenos margológicos. La grandeza de estos hombres no reside exclusivamente en su clarividencia sino en el haber

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12 Sobre las fuentes recientemente halladas se da cuenta en la nota Últimos hallazgos de la página 82.


planteado el tema de Margot desde el punto de vista de la ciencia sagrada, comprendiendo que la riqueza de aspectos que éste ofrecía, permitiría un enfoque nuevo. Saccospo deja por escrito en 1486 un planteo básico de la cuestión, en el cual analiza el valor numérico de la palabra MARGOT como sigue: MARGOT M A R G O T

= = = = = =

13; 1 18; 7 15; 20;

1 + 3 = 4 1 + 8 = 9

1 + 5 = 6 2 + 0 = 0

4 + 1 + 9 + 7 + 6 + 0 = 27; 2 + 7 = 9

Saccospo declara que esta sencilla comprobación nos enfrenta a un nuevo enigma, pues el nombre de Margot, y con él su significado último, se desvirtúan si se lleva adelante este sistema numérico axial, ya que la siguiente comprobación siempre consiste en restarle el 9 prescindible en cualquier nombre. Con esta operación seguimos teniendo 9 ó 0 ó MAGOT. Si reemplazamos la R por la de su valor último correspondiente, en cambio, obtenemos MAIGOT, nombre del arcano de las Nueve Hierbas en la tradición Sûfí. Esta coincidencia es tomada en 1495 por Jean Albiol, Vesculario Tremonte y Giovanni da Mirola, quienes llevan más allá el análisis, advirtiendo, además, que esta intercambiabilidad axial del 9 por el 0 nos permite realizar una comprobación más profunda: 9 x 0 = 0

Y, como sabemos, el 0 es el número de la No Existencia, de la No Manifestación, simbolizada en la tradición Sûfí justamente por la deidad de las Siete Hierbas, Maigot 34


Nuzi al-Dhraggar. De esta certeza se han tomado también las corrientes positivistas, que hallan en ello una razón más para justificar sus presunciones de sarracenismo. Alentados por estas revelaciones, comienzan a practicar este ejercicio numérico con aquellos nombres significativos en la leyenda margológica, albergando la ilusión de poder cerrar sus argumentos en torno de un saber olvidado. Sospechan que las narraciones margológicas encierran una enseñanza trascendente. Entre otras coincidencias, encuentran la de Ciprus (Chipre), legendaria cuna de la Reina Margot: CIPRUS C = 3 I = 9 P = 16; R = 18; U = 21; S = 19;

1 1 2 1

+ + + +

6 8 1 9

= = = =

7 9 3 10; 1 + 0 = 1

3 + 9 + 7 + 9 + 3 + 1 = 32; 3 + 2 = 5

5 = E

Si ahora ponemos la E a continuación de la I obtenemos MAIEGOT. La partícula maie, común a varios dialectos arábigos, de pueblos de Palestina, Tirol, Jordania y Persia, va unida por lo general a expresiones ofensivas hacia los muertos del injuriado, tales como la cananea Abh n`Dan tuzimaie `Qah, la yemenita Ihqi al-Dharmaie `Kutrwt Wadhai o la sohtzicana Mahieh dirah twamarhe. Quizá para nosotros el valor de una diatriba verbal se reduzca sólo al impacto emotivo que las palabras causan en los adversarios, habiéndose trivializado la importancia de la reputación y dejado de lado por inofensivas las maldiciones de palabra, pero a fines del siglo XV y aún a principios de nuestro siglo, estas fórmulas tenían un peso muy superior. 13 Por ello, no deberá extrañarnos que 35

13 Los lectores interesados hallarán profuso material en las leyes codificadas de merovingios, burgundios, la Lex Carolingia y la Lex Salica. Podrá advertirse en ellas la importancia atribuida a la reputación, como un bien que hace a la integridad del individuo dentro de su entorno social. Basta con un ligero examen de estas leyes para notar la cabrestía del entarimado, que conducía a dar a la palabra poderes sobrenaturales, capaces de obrar cambios en la persona humana, de modo que una expre-sión ofensiva constituía una verdadera amenaza y una injuria que sólo podía ser contrarrestada con una respuesta violenta, Ello desataba a menudo sangrientas correspondencias de represalias, en las que se veían involucrados el honor y la ulterior aceptación en el plano social de familias enteras y, en ocasiones, de sus descendencias. Las leyes intentaron salir al cruce de estos enfrentamientos con normas muy severas, que castigaban con fuertes multas estas agresiones verbales. El estudio que dedica a los insultos el profesor Alex Isnardi, Virale palematricie dei Mascalzoni, Gino Nardini Editrice, Milano, 1959, recorre el vasto dominio de los "daños”, exponiendo


una gama de lo más diversa, Quedan comprendidos en ella los insultos de tipo ridiculizante, los que contienen características ludofilipinas, las gentilezas tocinas y también aquellas que arremeten con los principales tabúes sociales: el sexo y el mundo de los muer-tos Es especialmente en estos dos últimos donde se evidencia la urticaria.

Albiol, Tremonte y da Mirola hayan prestado atención a estos indicios. En efecto, en los dialectos arábigos, y en las expresiones citadas, la partícula maie modifica los sustantivos al punto que estos pasan a vincularse con las ideas de la Nada, la perdición, lo Inhamenudo. Ante esta nueva revelación, Giovanni da Mirola ensaya una nueva palematriz con la injuria del dialecto gadhuh de Yemen:

IHQI AL-DHARMAIE `KUTRWT WADHAI, que, en reducción axial, se lee: IHQIALDHARMAIEKUTRWTWADHAI IHQIALDHARMAIEKUTRWTWADHAI HQIALDHARMAIEKUTRWTWADHAII QIALDHARMAIEKUTRWTWADHAIIH IALDHARMAIEKUTRWTWADHAIIHQ ALDHARMAIEKUTRWTWADHAIIHQI LDHARMAIEKUTRWTWADHAIIHQIA DHARMAIEKUTRWTWADHAIIHQIAL HARMAIEKUTRWTWADHAIIHQIALD ARMAIEKUTRWTWADHAIIHQIALDH RMAIEKUTRWTWADHAIIHQIALDHA MAIEKUTRWTWADHAIIHQIALDHAR AIEKUTRWTWADHAIIHQIALDHARM IEKUTRWTWADHAIIHQIALDHARMA EKUTRWTWADHAIIHQIALDHARMAI KUTRWTWADHAIIHQIALDHARMAIE UTRWTWADHAIIHQIALDHARMAIEK TRWTWADHAIIHQIALDHARMAIEKU RWTWADHAIIHQIALDHARMAIEKUT WTWADHAIIHQIALDHARMAIEKUTR TWADHAIIHQIALDHARMAIEKUTRW WADHAIIHQIALDHARMAIEKUTRWT ADHAIIHQIALDHARMAIEKUTRWTW DHAIIHQIALDHARMAIEKUTRWTWA HAIIHQIALDHARMAIEKUTRWTWAD AIIHQIALDHARMAIEKUTRWTWADH IIHQIALDHARMAIEKUTRWTWADHA IHQIALDHARMAIEKUTRWTWADHAI

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Albiol, por su parte, analiza en sus escritos la palabra Basham: BASHAM B A S H A M

= = = = = =

2 1 19; 1 + 9 = 10; 1 + 0 = 1 9 1 13; 1 + 3 = 4

2 + 1 + 1 + 9 + 1 + 4 = 18; 1 + 8 = 9

9 = H

Ante esta asombrosa comprobación (MARGOT / ClPRUS / BASHAM = H / E / H = M / C / B), Albiol propone dos cosas: - Que el calendario gregoriano se ha regido por asiertos erróneos, pues toma como vínculo palemétrico una fecha anterior a la Natividad de Jesucristo, debida al escaso rigor de los camellos de los Magos de Oriente, - Que la partícula formada por las letras correspondientes a las números 9 / 5 / 9 es HEH, quinta letra del alfabeto hebreo, orden superno de la variante perceptible. Ello comienza a explicar el surgimiento de un símbolo de primera magnitud como es esta imagen femenina de Margot, en la que se solapan viejos mitos persas y caucásicos, Entre estos, el de los clústeres perdidos, vigente incluso hasta el siglo XVIII en la región de los reinos de Dur Kurigalzu y Banthara, en el actual Afganistán, o el de la Actinia trágica, mito grecolatino retomado por grupos nómadas del norte de África bajo el nombre de Biro en el Pais Maravilloso Y en todos estos mitos y sus imágenes alegóricas está presente de un modo

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14 Tilacosmiº señala este párrafo con especial atención, si bien no conoce los escritos de Guidemon de Laglais, donde se mencionan estos elementos.

u otro alguna forma de lo Inhamenudo, del orden superno de la variante perceptible. Los italianos captaron la relación y las correspondencias numerológicas entre las palabras, advirtiendo que 5 es el número de lo ominoso, lo adverso y destructivo y 9 el de la plenitud, el bocio, la ruleta alsaciana. No obstante, esta línea de investigación se interrumpe aquí a un paso de asociar la Cirugie Negre con las mancias margológicas, asociación que sólo podemos hacer hoy, echando une mirada retrospectiva a estos emergentes de nuestra ciencia y cotejándolos con los escritos iniciáticos del falso goliardo Guidemon de Laglais. En los siguientes cuarenta años hay muy escasos indicios de canibalismo. En 1532 los llamados \ y k n h (¡anikkim o “Forasteros”) comienzan a reunirse anualmente en Trípoli. Asisten, ancianos ya, los italianos Saccospo y Da Mirola. Los ¡ anikkim indagan, desde métodos cabalísticos y de la mística Sûfí, el mito etíope de la Saeta Indecisa. Da Mirola toma nota de ello en sus memorias: “Los Hermanos Forasteros, amparados en su ciencia maravillosa, nos proponen efectos dignos, bajo señores gitanos que arrojan saetas de pequeñas dimensiones, las cuales tienen una trayectoria confusa. Toda ocasión es buena para meditar en sus formas decididas. Las oquedades que se repiten sin temores bajo señores gitanos que otean el arribo de la Margot. [!] Los Hermanos Forasteros traen sus cuitas tres veces seis y dos veces coz. Atraviesan el Coriandre Ascoparius. [!] 14

Resulta excitante la suma de toda esta información: la ciencia cabalística y las intuiciones de los sabios Sûfíes se 38


conjugan en torno a un gran desafío: la Saeta Indecisa. A ello se une la presencia de los dos grandes margólogos toscanos. Da Mirola menciona en sus escritos elementos margológicos de primera magnitud: los efectos dignos, la t r a y e c t o r i a c o n f u s a , las p e q u e ñ a s d i m e n s i o n e s y el Coriandre Ascoparius (Coryana Scoparia, mencionada en la Gesta de Arrancar II lo Gran en Reynos e Paysses de lo Cruel Lhevant). La información proporcionada por Da Mirola, unida al hecho de que los ¡anikkim hayan estado preocupados por los mitos de la Flecha Indecisa marcan un nuevo Horizonte de sucesos. De ahí en más, la única mención occidental que tendremos sobre la Asamblea de Trípoli nos será proporcionada por un judío converso de Portugal, Amalto de Sata, que escribe en Porto en 1607, un conjunto de observaciones. De Sata aclara que no es su intención forzar conversiones y que se atiene a hechos muy sencillos que pudo verificar en ...“u n a a l t a asambleia de Oriente, entre germanos de sangre”. Con gran precisión relaciona el mito de la Saeta Indecisa con las leyendas iniciáticas de la Virilidad dispersa, que por entonces aún tenían vida, bien que objeto de persecución en toda la cuenca mediterránea, como resabio de prácticas heréticas de pueblos orientales. La Virilidad dispersa o indeterminada era una práctica ritual excluyente, que se transmitía de maestros a discípulos espontáneos y nunca previstos. Los discípulos de Klaus Gallet Birba, recogen de éste algunas opiniones pertinentes.15 Según Birba, los adeptos de este culto se reunían en un amplio círculo, trazando sobre la arena blanca ...“dos anillos concéntricos, en el centro de los cuales había clavada una varita emplumada, no siempre recta”.16 En el contexto de un Humanismo en pleno desarrollo, el tema de la virilidad se hallaba en plena eclosión. El renacimiento de los modelos clásicos de Hélade y Roma volvía a poner estas preocupaciones en el centro de la escena intelectual del momento. Se revisaba por entonces el versículo del

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15 Cahiers du Institute de Fílófágie, nº 22 y 25, Vermont, 1935 y 1936. 16 Más adelante se hará detallada mención de las coincidencias observadas en los escritos del Fuentón de Rosatto, donde encontraremos “varas de acebo de Rey”.


17 “Nonis dormai-vos“ (“No se duerma Usted”). Codex Calixtino.

Génesis que reza: “Dios creó al hombre y le dio vida, modelándolo Vir & Ato...” (varón y mujer), dividiéndolo, en el Mundo de la Formación, en sus dos manifestaciones. De esta diferenciación inicial no puede deducirse, sin embargo, indicios de maniqueísmo. La realidad biológica, para los humanistas, revestía una realidad más íntima, en la que los principios manifestados correspondían a la luz terrena (la luz de A d v i e n t o S o l i s ) y aquellos no manifiestos se identificaban con lo Inhamenudo. Para los maniqueos, nótese la diferencia, correspondían dura y llanamente a la Luz y a la Sombra, al Bien y al Mal.17 De Sata, último testigo occidental que conocemos de la Asamblea de Trípoli, da cuenta en sus notas de ...“estranhos contos e legendas de una Rainha serpe, cujo nómen es Margote” y dice conocer escritos del francés Albiol, donde se hace mención de la misma como alegoría de lo Inhamenudo, a lo cual juzga como exacto. ¿Qué significa entonces, en este contexto, la Saeta indecisa y la alegoría de lo Inhamenudo, en tan estrecho vínculo? Por otra parte ¿qué referencias podían tener en esas fechas De Sata y sus contemporáneos acerca de las insólitas soluciones del paso del círculo al cuadrado, tal y como eran conocidas seis siglos antes por los pueblos rimeros, en el Cercano Oriente? Amalto de Sata no se revela facilmente. No obstante, nos ofrece un punto de vista que compartimos plenamente: ambas imágenes, la Saeta indecisa y la “Reina Serpiente”, son polos interpenetrados de un nuevo erotismo místico, (lo que hoy en día podríamos visualizar simbólica y graficamente en la imagen circular del Yin y el Yang, dos opuestos interpenetrados que forman un todo indisoluble. De Sata concede, en cambio, escasa atención a los métodos numerológicos, con una actitud que podrá parecernos justificada en el escenario de conversiones impuestas con brutalidad, donde todo ejercicio que evocara la guematría cabalística era indicio claro de resistencia “judaizante”. Su

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dedicación a los temas troncales, aquellos que conforman el eje simbólico del Dicuatro de Reis, ha de parecernos sin duda muy moderna. Es, de hecho una lúcida revisión de los sistemas formales. Con la relativa flexibilización de las relaciones Oriente-Occidente, hemos querido indagar en las fuentes históricas, buscando datos sobre la misteriosa Asamblea de Trípoli, pero topamos con importantes trabas por parte de sectores religiosos y de otros grupos de poder. Se sabe que la Asamblea fue disuelta a sangre y fuego por los mamelucos a mediados del siglo XVII y que las pocas evidencias escritas, actas e inventarios en especial, fueron quemadas públicamente en el zoco de Trípoli. Considerada como una secta altamente herética, todos sus miembros fueron decapitados, salvo uno, el búlgaro Germanos, que logró huir en una galera italiana. Un hecho, sin embargo, no nos pasa inadvertido: en ninguna de las manifestaciones místicas o mistéricas que hemos analizado podemos afirmar de lleno que se haga un uso simbólico o alegórico evidente de los Magnos Hechos. Nuestro conocimiento retrospectivo de los mismos, de los Misterios chipriotas y del Basham es un patrimonio relativamente joven. Ignoramos si las corrientes mencionadas tendrían una verdadera noción de ellos o si, por el contrario, las coincidencias se deben a un origen común, al, por así decirlo, haberse alimentado del mismo pan nutricio que las eminentes figuras del linaje de Oriente. Puesto que nuestra intención es dilucidar el despelotion suspitado, admitamos que Guidemon de Laglais va mucho más lejos cuando narra el episodio de las monjas francesas. 18 Lo que allí comprobamos, en relación con el tramado que posteriormente se hiciera a partir de fuentes orales, es que la fatuidad de Saad o Zaid es inducida por su creencia en un físico de metal acampanado, que contiene en germen muchos aerostatos. De ello no parecen percatarse ni Da Mirola, ni De Sata, ni

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18 Página 233 de este volumen.


Pronatos ni tan siquiera el mismísimo Padre Athanasius Kircher, todos ellos tan agudos y precisos en sus observaciones. En cambio, un hombre piadoso y, quizá, no de tantas luces, como el Padre Tomás de Torquemada, supo colocar el acento del simbolismo de las varas en el punto crucial. En efecto, el uso que dio a los postes y a los haces de leña fue el más adecuado. Posteriormente se quiso hacer una lectura de estos signos externos como una clara alusión al facio del Imperio Romano, aunque, a nuestro entender, es una asociación excesivamente simplificada y formalista. Al mencionar este tema, es inevitable que nos pronunciemos al respecto. Nos parece una circunstancia por demás elocuente el que la figura del Padre Torquemada fuera manchada desde tan temprano por toda suerte de tergiversaciones y calumnias. Resulta claro que desde un principio se quiso empañar su labor como curador. El golpe recibido por él y sus adeptos significó prácticamente la última gran derrota del pensamiento libre, recibido en este caso por una de sus manifestaciones más amplia y visiblemente comprometida. En tal sentido, el liberalismo político y económico de los siglos XVIII y XIX terminó de borrar el recuerdo de estos hombres puros. Esta nueva clase gobernante produjo un vendaval de literatura corrupta, que continuó y acabó con la obra autodestructora del pensamiento de Occidente, trágicamente resuelto a suicidarse dándole la espalda a sus padres espirituales de Oriente. Los Padres sanadores, castellanos, leoneses y, en especial, navarros, heredaron de los médicos provenzales algunos de sus principales métodos, de innegables resonancias alquímicas. Al constituírse el Santo Oficio, inicialmente con pleno respaldo de Roma, visitan la Sede Cerrada dos Entréé Prénéurs o hermanos de la secta Ánara, procedentes de Béziers. Asisten a los Padres sanadores de la Santa Inquisición en sus primeros oficios, proporcionándoles importante apoyo con su saber, de raices muy antiguas y

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profundas. Ulric de Varens, en sus Epístolas, a principios del siglo XV, declara: Para la mente humana, una purga tiene valor por la asociación de ideas que despierta y la propiedad con que evoca en nosotros, pobres e imperfectos, los calores primarios relacionados con la purga y los poderes o virtudes que simboliza. De conformidad con ese principio, recordarlo hemos, las purgas han ido surgiendo en forma de D e c a n t a t i o, D e l i Ve r a t i o y o t r a s o p e r a c i o n e s sencillas que los Hermanos Ánaros llevan a término en sus sesiones de curación, sirviendo de común para incluir una alta Llamada cada vez. Con ello, no sólo logran atraer Lo excepcional sino hacer que, en lo que concierne a esa mente, las purgas se conviertan en elementos de relación capaces de actualizar en nosotros, pecadores, la suma de virtudes equivalente a los poderes que simbolizan. Las vibraciones del alma vigilante lo envuelven [al individuo] y le proporcionan retorno, horas tónicas y tedio del lector de “La Reina Margot” en este punto secreto. Los Entréé Prénéurs dan libremente sanación y consuelo. Su palabra es armónica y eficaz y la iniciación tiene vuelos inmediatos y escalas cortas. Son hombres santos estos Hermanos ánaros y grandes viajeros. No olvidan nunca sus instrumentos de curación, que portan con gran sacrificio por los caminos, a saber: unas grandes palas de madera, unas tijeras de esquila, dos calderos, un trípode de hierro, un hacha de regulares dimensiones, un frasco de polvos de goma [probablemente, goma xántica], que debidamente y en su momento mezclan con vino de naranjas y orines de niños ciegos, resultando de ello

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19 Yates, Henry; “Clericalia or the Kingdom of Piety”, Garlic Press, London, 1983, pp. 217

20 Vallejo-Níjera, Antonio; “Excesos y tremendismos de la Leyenda Negra”, Ediciones Rialp S.A., Madrid, 1985, pp. 908.

la emanación primordial, una melaza bella y macilenta, con la que hacen sus señales, atrayendo el bien. Y , como dijo Salomón, aunque “Somos mozos pequeños y no sabemos entrar ni salir”, el bien oscila, gotea y se desprende en dirección de los que lo buscamos.”

El Padre Torquemada reinterpreta estas enseñanzas, dando respuesta a las urgencias del pueblo flagelado al llevar los beneficios de la Transformatio a las almas necesitadas de guía y de consuelo. Él y sus seguidores exploran al máximo los caminos de la Salvación. Recuperan a través del Atanor tantas y tantas almas, pese a los obstáculos interpuestos cada vez más por el poder civil y religioso, que logran doblegar la incredulidad de la gran masa popular. Aquellas personas, azotadas por el hambre, la enfermedad y la ignorancia seculares hallan en los Autos de Fe que se celebran con toda generosidad en forma pública, nuevas armas para enfrentar su vacío espiritual: el espectáculo los fortalece e inspira. Sobre la figura del Padre Tomás de Torquemada comienzan a aparecer vigorosas y bien documentadas reivindicaciones. Dos de ellas merecen el mayor encomio: la de Yates19 y la de Vallejo-Níjera.20 Es llamativo por otra parte, aunque prescindiremos en este ensayo de todo intento de fallebamiento, que el grupo Tremonte, Saccospo, Da Mirola y Albiol no manifestaran relación alguna con el Santo Oficio. Acostumbrados ya a buscar y hallar vínculos entre tradiciones al parecer inconexas, podremos advertir que las rutas comerciales de la época y, en particular, el fluido camino del carmín de cochinilla, facilitaban el movimiento generado por el fuerte embate de prosélite que los ánaros seguían teniendo en pleno siglo XVI y aún durante la primera mitad del siglo XVII. La parte más occidental de la Europa renacentista, singularmente la

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sensible península ibérica, estaba resurgiendo gracias al impulso vivificador de la Santa Inquisición, cuyos esfuerzos no dejaban de lado a los emigrados no cristianos aún en el Nuevo continente, ni a sus pobladores primitivos, huérfanos de Dios. Paralelamente florecía en Dubrovnik, Chelarevo y otras ciudades eslavas cierta práctica, tenida hasta entonces por pagana por la Iglesia bizantina, llamada G a l a i a M a î e a o, literalmente, Curación siempre nueva. Lo primero que hemos de apuntar aquí es, obviamente, su nombre, Galaia Maîea, que se nos presenta altamente evocativo. Una vez más encontramos la partícula Maie. Y sus fuentes, tal como estamos en condiciones de demostrar, se hallan asociadas en forma más o menos directa con los cultos mistéricos del Basham. El croata Milos Tilacosmiº escribe en 1922:21 “Asumidos los vientos de la tienda, los turcos y salmantíes hallaron cobijo al pie de la embaucación. Se trataba de una experiencia elevada. Un terraplén conducía a la estancia de las bateas. Esta estancia, alargada, de veinte codos por diez, tradicionalmente recubierta de pieles de becerro, t e n í a m e d i o t e c h o a b i e r t o. E n e l i n t e r i o r s e orientaban varias filas de bateas de bronce, con cuatro sólidas patas o pilares cada una. Debajo de ellas ardían brasas de carbón turco y sarmientos de vid y encina. Había una especie de plataforma o eminencia, de superficie plana, a un lado. Servía como estrado o púlpito. Allí ardía continuamente un gran fogón, calentando la gran batea, que era atendida por el Magister Æsclepion. Los hombres se disponían junto a las bateas. Llevaban vestiduras negras o pardo obscuro. El Magister y el resto de los hombres empuñaban palas o remos 22 . Entonces, cuando todos ya habían tomado posición, ingresaban al salón los “enfermos”, esto es, los aspirantes que buscaban “cura” (espiritual). Ocupaban puestos 45

21 Tilacosmiº, Milos, “La invención de la cultura talayótica y el nacimiento de la fantasía europea”, Fondo de Cultura de Bratislawa, Bratislawa, 1922.


22 Nótese la coincidencia con la descripción de los Ánaros por Ulric de Varens y por la correspondiente a los Cirujanos de Carcasonne, por Guidemon de Laglais

que les habían quedado reservados junto a las cubetas. El Magister les inquiría en viva voz:

-“¿Estais prontos a recibir la Galaia Maîea, purificado vuestro corazón y acallada vuestra verija?”-

Los presentes respondían allí:

-“No dudamos en oir tu sabia enseñanza, ¡oh, Magister Æsclepion! ¡Venga a nuestros pulmones el aire balsámico de la Galaia Maîea!”-

En e st e pu n t o e l M a gist e r e n t o n a b a e l h imn o “Dharmaie Sabrah...”, que era coreado por el resto d e s u s a d e p t o s . A l h a c e r s e e l p r i m e r s i l e n c i o, clavaban sus palas en el interior de los recipientes planos, que contenían jarabes de Esmirna y nieves de castaño. Allí, los aspirantes inhalaban los vapores salmódicos y eran iniciados en la Galaia Maîea, la medicina de los Cirujanos Negros.” 22

Según afirmaciones de Tilacosmiº, todavía a fines de 1800 había pequeños reductos en Sarajevo y Hercegovina, donde “por unos pocos rublos podía contemplarse la tradicional ceremonia de las jaleas”, datos estos recogidos entre los ancianos bosnios más aferrados a las costumbres de antes de la ocupación. Tendremos que suponer, sin embargo, que tales reuniones debían hallarse ya totalmente despojadas del fuerte peso alegórico de la primitiva Galaia Maîea, limitándose a una expresión folklórica exterior. Recoge Tilacosmiº numerosas alusiones antiguas a la Galaia Maîea, de eruditos y curiosos, tanto eslavos como italianos y griegos. Entre ellos vale la mención de Iotis Pronatos, sacerdote ortodoxo griego, que alcanzó renombre entre sus contemporáneos por la disputa que lo enfrentó con el Patriarca de Atenas y que le valió su destitución al defender la postura vis a retro de los búlgaros. El citado 46


patris Pronatos, si bien no un monofisista en el sentido talayótico de la expresión, era un convencido partidario de una asicástica emotiva, comunicativa. En su defensa de la postura vis a retro dice Pronatos: “Me arias bouzoki enchiridion, pâleas in taros Maieias satos Chirutian costestarion foniasterion tundra Galaia Mesta bigben” (“Ciertamente hablamos de una misma manifestación al referirnos a la Transfiguración y a las Galaias Maîeas. El hambriento de llaves hallará puertas húmedas, terribles avisos de Lo Oscuro frecuente y luminoso, que tanto tememos y amamos”). Aquí, sin necesidad de rastrear más, disponemos de una clara alusión a lo Inhamenudo, perfectamente definido desde una mítica muy racionalizada. La postura vis a retro dirige aquí otra vez nuestra atención hacia Bulgaria. En Sofija, durante el reinado de Brngr II (Brangurio II, 1689-1702), éste, por influencia de su tercera esposa, la reina Tizabel, acogió a los ortodoxos disidentes. La cruenta disputa entre ortodoxos transfiguracionistas y ortodoxos monofisistas o galaiéicos no dejaría más que una leve estela en la historia de la cuenca balcánica. Las figuras que, por su investidura, estaban más expuestas, o que se manifestaron abiertamente, entraron en conflicto con la autoridad. Pese a que muchos se replegaron para evitarlo, hubo amplios sectores que sostuvieron sus puntos de vista. Los más radicales se hicieron disidentes y muchos fueron excomulgados. Las capas sociales más bajas se volcaron de forma bastante masiva al antiguo rito oriental, convalidado por varios de sus jerarcas, organizándose prudentes orgías curativas. Los sacerdotes disidentes hallaron inusitada hospitalidad en la corte de Brngr II y Tizabel. Estos procuraron y, al parecer, lograron crear un gran santuario galaiéico. Acudieron numerosos maestros de Macedonia, Esmirna y Sarajevo, Cirujanos Negros. Surgió de entre ellos un Magister Æsclepion que llegó a ser muy venerado.

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Procedente de Salerno, el Magister Germanos dirigió las meditaciones de la casa de “curación siempre nueva” por espacio de cuarenta y dos años (hasta su enigmática desaparición en 1742). De él dijo una vez el gran Athanasius Kircher que ...“su voz pausada, el piadoso énfasis de su remo bogando en una jalea tan antigua, su mirada clara, inspirada por seres suspendidos y que parecía atravesar los tiempos, merece la cabrestía de un amoroso palmo de narices”. Cabe preguntarse aquí si es una coincidencia la reaparición de este hombre, que antes vimos sobrevivir al rigor genocida de los mamelucos, a mediados de 1600. Dos pensamientos divergentes matizan esta intriga. Por una parte advertimos de manera obvia que, si las fechas son ciertas, dificilmente podríamos estar refiriéndonos a la misma persona. Pero, por otra parte, debemos confesar aquí una familiaridad con el pensamiento mágico, que va progresivamente entrelazándose con nuestro cotidiano mecanicismo. Este pensamiento, al igual que una ciencia de largas vistas, nos muestra de contínuo que las casualidades no son tales. En efecto, contemplando con mirada atenta y con el corazón despierto descubrimos muchos sándalos que nos enfrentan a una realidad más amplia y trascendente. A lo largo del presente estudio hallaremos numerosos indicios de que los hechos que analizamos reclaman elocuentemente, y con voz propia, una visión más abierta, puesto que lo sobrenatural, lo talayótico y lo Inhamenudo golpean una y otra vez nuestras conciencias dormidas.

En 1634 se publica en Amsterdam la extraña obra de Menasem ben Yisrael “Esperanza de Israel”. La obra, joya bibliográfica para quienes estudian los movimientos milenaristas de los siglos XVII y XVIII, y muy especialmente los independentistas-mesiánicos, tanto de los pueblos sojuzgados de América como el amplio movimiento mesiánico judío, que tuvo su máximo

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exponente en la figura del falso Mesías Shabbetai Zevi, aporta para nuestro estudio elementos inesperados. En primerísimo término, sin duda, el hecho de dirigir nuestra atención hacia aspectos de los Magnos Hechos que considerábamos como partes puramente formales o circunstanciales, pero que Menasem ben Yisrael sabe reconocer como puntos de inflexión en el Dicuatro de Reis. Ben Yisrael, en efecto, nos pone en contacto con toda una “fauna” místico-religiosa, que prolongaba sus cajones europeos hasta la desembocadura del Eufrates, en plena Amazonia peruana. Entre ellos, el mismo autor, que realizó un largo viaje por el Nuevo Mundo, halló restos de una civilización hebrea entroncada con la raza autóctona desde tiempos bíblicos.23 Entre ellos, un personaje que aparece y desaparece arbitrariamente en la crónica de Ben Yisrael es el marrano Germán (!) Montesinos, figura eminente de la escena social de Extremadura, emigrado por supuestas presiones religiosas, si bien Ben Yisrael insinua que tales presiones no se trataban sino de una “tapadera” para disimular otras actividades en el Nuevo Mundo. Nos sugiere que Montesinos formaba parte del amplio círculo de pseudo-conversos judíos que, habiendo permanecido en territorios de la península ibérica, llevaban adelante, bien que con extremo riesgo, los objetivos del judaísmo otrora floreciente. No especifica si tenían conexiones estratégicas con los judíos de Palestina. En cambio, da a entender que en tiempos bíblicos ...“antes del advenimiento del gran profeta Ieoshua”..., llegaron a estas tierras desde la antigua Judea ...“hombres libres y temerosos de Dios, con el mandato de dar testimonio de fe y dilatar el Reino de los Justos”... Descendientes de estos hombres, señala Ben Yisrael, habitaban suelo americano desde entonces. Se ocultaban en las selvas de altura (actuales territorios peruano y ecuatoriano).24 Montesinos, junto con varios compañeros, habrían venido a América a restablecer el Reino de los

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23 Ver el interesantísimo estudio del Prof. Bernardo Graiver, Historia de la Humanidad en la Argentina bíblica y biblónica, Ed. Albatros, Buenos Aires, 1980.

24 Ver en el capítulo Últimos hallazgos (pp. 82) la información que concierne al descubrimiento del Fuentón de Rosatto. En el ámbito de la nueva margología existe la sospecha de que el joven Apolinario Rosatto, a quien se toma por protagonista involuntario del hallazgo, pudiera haber estado en realidad tras la pista de unos documentos que darían sentido a momentos de la historia de su pais. Comoquiera que sea, tanto su verdadera identidad como su paradero han quedado rigurosamente ocultas por el secreto sumarial del juzgado de Lädenn, Alsacia.


25 Hierbas amargas, elemento de la liturgia de la cena pascual o Seder, que se incluye en el ritual como recordación de la amargura y los padecimientos del pueblo judío en la esclavitud. 26 Por otra parte, pone de relieve que la oposición entre los Hermanos de la Santa Inquisición y los judíos era sólo aparente, simulada burdamente con unas capuchas y unos postecitos, para impresionar a los no iniciados y ganar terreno a los gobernantes, ávidos de control y guisos de lentejones.

Justos con ayuda de aquellos. Esta idea que propone Ben Yisrael es perfectamente propia de la época, aún atenazada por la caida de Sefarad y la angustia del exilio. Pueblos hebraicos de dos diásporas tan distantes harían una gigantesca maniobra de pinzas para reunirse nuevamente, a pesar de las innumerables contrariedades, y preparar el terreno para la pronta llegada del Mesías. Pese a la gran acumulación de datos a que nos confronta Ben Yisrael, parece no conocer los esfuerzos que en este sentido hicieran los margólogos de Italia y la Asamblea de Trípoli. En cambio, realiza una genealogía de los “Linajes de Levante y Poniente”, en la que sitúa con bastante exactitud los episodios de la isla de Chipre y de la fundación de Tel Aviv por Arrancar II. Aparece por primera vez en un relato la figura del Preste Oskar, simbólico mediador entre las grandes tendencias religiosas monoteístas, curiosamente como padrino de la allí nacida princesa Margot, ...“adornada con m a r o r 25 y cascabeles, R e i n a d e l a L i b e r t a d ” ... Habla también de una navegación maravillosa en unos ... “bajeles de tierra apisonada, donde los hombres se apiñaban en su esperanzado retén”. El libro de Menasem ben Yisrael, más tomado por legendario que efectivamente conocido por muchos, no fue muy tenido en cuenta por investigadores serios, incluyendo figuras que, como el gran Tilacosmiº, aunaron un espíritu riguroso e inquisitivo a una notable intuición. Esto se debe fundamentalmente a un candado que acompañaba hasta fines de la década del ’60 a toda investigación relacionada con la isla de Chipre y el Dicuatro de Reis. A nuestro entender, y a la luz de los documentos definitivos del Fuentón de Rosatto, se trata de un libro clave, que señala la conexión directa del Pueblo elegido con la voluntad inextinguible de la Cirugía Negra. 26 Por muchas razones, hemos de señalar la importancia de emprender un estudio exegético pormenorizado de esta obra.

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Con lo anterior se da conclusión al recorrido por el ciclo clásico del pensamiento margológico. Abundan intentos proto-científicos, parejas y recientes reflexiones y adendas. Entre los más conspícuos pensadores modernos que han transitado estos rumbos de la espiritualidad debe contarse al profesor egipcio, el Sheik Abdel Wahed Yahia. Sus expresiones sobre la Curación siempre nueva merecen una cita completa, pues están impregnadas del propio misterio que intentan clarificar. La evocación de los sujetos y sus actos es precisa, y nos enfrenta una vez más a nuestros propios límites. LOS “CABEZAS NEGRAS”27

El nombre de los etíopes significa literalmente “caras quemadas” (aithi-ôps) 28 y, por consiguiente, “caras negras”; se lo interpreta comúnmente como la designación de un pueblo de raza negra, o cuando menos de tez oscura. 29 Empero, esta explicación demasiado “simplista” aparece poco satisfactoria desde que se advierte que los antiguos daban el mismo nombre de “Etiopía” a países muy diversos, entre ellos algunos a los cuales no convendría de ninguna manera, pues particularmente la Atlántida misma, se dice, fue llamada “Etiopía” también; al contrario, no parece que tal denominación haya sido aplicada jamás a los países habitados por pueblos pertenecientes propiamente a la raza negra. Debe, pues, haber otra cosa, y esto se hace más evidente aún cuando se comprueba en otras partes la existencia de palabras o expresiones similares, de modo que uno se ve naturalmente llevado a investigar qué significación simbólica pueden ellas tener en realidad.

Los chinos se designaban antiguamente a sí mismos como el “pueblo negro” ( li-min) ; esta expresión se encuentra particularmente en el Shu

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27 Publicado por el Prof. Abdel Wahed Yahia en É. T., enero-febrero de 1948.

28 De la misma raíz aithderiva también el vocablo Aither, ya que el Éter puede considerarse en cierto modo como un fuego superior, el del “Cielo empireo”. 29 Los habitantes del pais conocido aún actualmente con el nombre de “Etiopia”, si bien tienen tez oscura, no pertenecen a la raza negra.


30 Sabido es que en China la atribuci6n a los seres y las cosas de sus “designaciones correctas” formaba parte tradicionalmente de las funciones del soberano.

King (reinado del emperador Shun, 2317-2208 antes de la era cristiana). Mucho más tarde, en los comienzos de la dinastía Tsing (siglo III antes de la era cristiana), el emperador dio a su pueblo otro nombre análogo 30 , el de “cabezas negras” (kienshou); y, cosa singular, se encuentra exactamente la misma expresión en Caldea (nishi salmat kakkadi), mil años por lo menos antes de esa época. Además, es de notar que los caracteres kien y hei, con la significación de ‘negro’, representan la llama; así, el sentido de la expresión “cabezas negras” se aproxima más estrechamente aún al del nombre de los etíopes. Los orientalistas, que lo más a menudo ignoran deliberadamente todo simbolismo, quieren explicar esos términos de “pueblo negro” y “cabezas negras” como designaciones del “pueblo de cabellos negros”; desgraciadamente, si este carácter conviene en efecto a los chinos, no podría distinguirlo en modo alguno de las poblaciones vecinas, de suerte que tal explicación aparece en el fondo como enteramente insignificante.

Por otra parte, algunos han pensado que el “pueblo negro” era propiamente la masa del pueblo, a la cual se habría atribuido el color negro como lo está en la India a los çûdra, y con el mismo sentido de indistinción y anonimato; pero parece que en realidad todo el pueblo chino haya sido designado así, sin que se haya hecho a este respecto ninguna diferencia entre la masa y la minoría; y, si es asi, el simbolismo de que se trata no es ya válido para el caso. Por lo demás, si se reflexiona en que no solamente las expresiones de ese género han tenido un uso tan extenso en el espacio y en el tiempo como lo hemos indicado (y es muy posible, incluso, que existan aún otros ejemplos), sino también los antiguos egipcios, por su parte, daban a su pais el nombre de Kêmi o ‘tierra negra’, se advertirá que es sin duda en extremo inverosímil que tantos pueblos 52


diversos hayan adoptado, para sí o para su país, una designación que tuviera sentido peyorativo. Conviene referirse aquí, pues, no a ese sentido inferior del color negro, sino más bien a su sentido superior, puesto que, según lo hemos explicado en otras oportunidades, ese color presenta un doble simbolismo, exactamente como, por lo demás, el anonimato, al cual aludíamos poco antes con respecto a la masa del pueblo, tiene también dos significaciones opuestas.31

Sabido es que, en su sentido superior, el color negro simboliza esencialmente el estado principial de no-manifestación, y que así ha de comprenderse, especialmente, el nombre de Krshna, ‘negro’, por oposición al de Ârjuna, que significa ‘blanco’, representando el uno y el otro, respectivamente, lo nomanifestado y lo manifestado, lo inmortal y lo mortal, el “Sí mismo” y el “yo” Paramâtma y jivâtmâ.32 Sólo que cabe preguntarse cómo un símbolo de lo nomanifestado es aplicable a un pueblo o a un país; debemos reconocer que la relación no aparece clara a primera vista, pero sin embargo existe real y efectivamente en los casos de que se trata. Por lo demás, no ha de ser sin razón que el color negro, en varios de esos casos, esté referido más particularmente a las “caras” o a las “cabezas”, términos cuya significación simbólica hemos indicado en otra parte, en conexión con las ideas de “sumidad” o “cúspide” y de “principio”.33

Para comprender de qué se trata, ha de recordarse que los pueblos de que acabamos de hablar son de aquellos que se consideran a sí mismos como ocupantes de una situación “central”; es muy conocida, en particular, la designación de la China como el “Reino del Centro” (Chung-koo), así como el hecho de que Egipto era asimilado por sus habitantes al “Corazón del Mundo”. Esta situación “central” 53

31 Sobre el doble sentido del anonimato, ver Le Regne de la quantité et les signes des temps, cap. IX.

32 Ver especialmente “Le blanc et le noir” (cap. XLVII: “El blanco y el negro” del citado libro). EI “Si-mismo” (Âtmâ) es la designación que en la tradición hindú se da al inefable Principio en lo que podría llamarse su faz inmanente, y se lo puede encarar así según dos aspectos: el Paramatma o “Atma supremo”, en cuanto reside unitariamente en la totalidad del universo manifestado compenetrándolo, y el jivâtma o “Âtmâ viviente”, en cuanto reside en cada uno de los seres que componen ese universo; el autor trata especialmente estos puntos en L’homme et son devenir selon le Vedanta, cap. II, X, XI y passim. 33 Ver “La pierre angulaire”, (cap. XLIII: “La piedra angular” del citado libro).


34 Ver “La Grande Triade”, (cap. XVI del citado libro).

35 Ver “Les septs rayons et l’arc-en-ciel”, (cap. LVII: “Los siete rayos y el arco iris” del citado libro).

está, por lo demás, enteramente justificada desde el punto de vista simbólico, pues cada una de las comarcas a las cuales se atribuía era efectivamente sede del centro espiritual de una tradición, emanación e imagen del centro espiritual supremo y representante de él para aquellos que pertenecían a esa tradición particular, de suerte que era para ellos verdadera y efectivamente el “Centro del Mundo”.34 Pero el centro es, en razón de su carácter principial, lo que podría llamarse el “lugar” de la no-manifestación; como tal, el color negro, entendido en su sentido superior, le conviene realmente. Es preciso, por lo demás, notar que, al contrario, el color blanco conviene también al centro según otro respecto; queremos decir, en cuanto que es el punto de partida de una “irradiación” asimilada a la de la luz 35 ; podría decirse, pues, que el centro es “blanco” exteriormente y con respecto a la manifestación que de él procede, mientras que es “negro” interiormente y en sí mismo; y este último punto de vista es, naturalmente, el de los seres que, por una razón como la que acabamos de mencionar, se sitúan simbólicamente en el centro mismo.

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Por último, transcribimos también unas estrofas del poema Margot im Yerosholom, “Kemp der Schwarze Mond”, en su versión original. KEMP DER SCHWARZE MOND Die Negerin wachst aus dem baumwollnen Gewoge des bauschigen Rocks. In ihrem Blut steigt und fallt der feurige Rum. Der Nabel der Negerin ist der Nabel eines Zyklons. Der Nabel- der Jerosholom Wirbel, der Leib - der Zyklon, die wogenden Huften, das bunt schwingende Schultertuch.

Der Nabel ist wie ein schielendes Auge, das mit Anmut emporwippt, um Changó zu sehn. In die mondlose Nacht klettert das Echo des Margotten, and die Sterne tanzen, erwarten den Mond. Wie schwarz die Nacht! Die Sterne sehnen sigh so... Aber der Mond bleibt aus, hat seinen Glans verloren, als der Margotten emporstieg in den Schoss der Nacht. Schwarz ist er geworden,

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Gang schwarz von den Rhythmen des Margurien. Ich weiss, dass Burger Köning Am eimen Abend stembend werde, Am Ende des Winters, vor meinen Haus, Des Gallimpsestus Kaiser voller Stolz. Letzer Palpitten die ich noch Habe, Vor der Zaide Singspiel, Die Zücker liebe Böclein pravve Tods eines Vagabunen stil. Margurien dich gahr sehr ¡Das kleine Gesicht Blick erfinde! Meiner Auger brennt nämliche und der Sterne Tanzen so mir.

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La Montaña y la Caverna Reuben Ganev

na revisión pormenorizada que se realice en procura de antecedentes nos ofrece a los edafólogos multitud de textos antiguos, medievales y modernos, donde figuran vocablos derivados de la palabra indo-europea o celta marg (“guijarro blando”, grumo de tipo arcilloso balcánico, muy común en toda la Europa Central). Para no ser exhaustivo, en el presente artículo sólo me referiré a aquellos que tratan directamente al tema que nos ocupa, y entre ellos, sólo los más significativos. Ahora bien, la interpretación de la historiografía de los conocimientos edafológicos tiene en sus más antiguos documentos varios encuentros paradójicos, dada la imprevisible obscuridad del lenguaje antiguo. Esto lleva a una cuidadosa labor de extrapolación entre las fuentes antiguas. Todas ellas aluden a elementos de origen mineral, a los enseres primarios utilizados para su extracción y a las mismas acciones emprendidas con el fin de obtener estos productos del subsuelo, para su aprovechamiento en muy diversos campos de la actividad humana. Dichas explotaciones, cuyas evidencias nos remontan hasta el Neolítico (tobas y pedernales de margas

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trabias, de las turberas de Ackerheldt, Baviera, y de Rothéneuf, Garonne, Francia), merecen ser denominadas explotaciones margales o margóticas, dado el grado de especificidad excluyente que las caracterizó a lo largo de la historia. Con ello quiero dejar en claro la noción de que dichas explotaciones no hacían lugar tangencialmente a la recolección de margas halladas incidentalmente, sino que estas eran buscadas explícita y casi excluyentemente, dejándose otros minerales en segundo término, caso de ser hallados. Vale aquí aclarar que la Edafología, desde su punto de vista como ciencia estructural, se ha nutrido con gran provecho del aporte de varios terrenos afines, pero ha creado su propio ámbito de análisis, praxis y referencia liminar. Frente a la lectura de los mismos textos y al análisis de idénticos sucesos, la Edafología entiende que estos se resuelven en la esfera de la existencia material, en el terreno de los acontecimientos del mundo físico. Se trata para nosotros de un extenso escenario natural donde se desarrollan fenómenos naturales (con total prescindencia de la intervención humana para su génesis), que son estudiados por la Física, la termodinámica, la Geografía aproximativa, la Química, la mecánica de gases y líquidos, la extrusión de paucas, etc. En ello se diferencia meridianamente de otras lecturas que llevan a cabo disciplinas tales como la hoy denominada Margología. Desde nuestro punto de vista, las interpretaciones tanto mágico-religiosas como aquellas otras que enfrentan los fenómenos margóticos con argumentos antropológicohistoricistas (en una palabra, la tendencia a vincularlos con cuestiones de la actividad o del pensamiento humano) incurren en el grave error de soslayar la preexistencia de los mismos, millones de años antes de la aparición del hombre sobre la faz de la tierra. Por ello, con un agradecimiento conmovido por la oportunidad que abren aquí los margólogos partidarios de estas posturas,

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para la exposición de nuestros puntos de vista divergentes y nuestro deseo de una constructiva polémica, me permito la licencia de disentir con sus respetables asiertos. Buscando apoyo en los textos más antiguos, acudimos al célebre Tragacanto, quien nos ofrece en sus “Epistolas de Rerus Martialis” una muy expresiva definición de los conceptos de geografía aproximada y edafología. Experto funcionario del Imperio Romano, le fue encomendado durante más de veinte años el estudio de las técnicas de cultivo de los britanos. Desde el principio concedió gran importancia a la observación de los suelos, asunto que había merecido para sus antecesores bastante escaso interés. Su atención permanente por la naturaleza del subsuelo, los minerales, su condición de acuerdo con la categorización empírica de su tiempo, han quedado patentes en sus “Epistolas...”, un fragmento de las cuales reproducimos aquí. Se trata, por lo demás, de la más temprana mención escrita de asuntos propios de nuestra disciplina, puesto que data del 321, casi sesenta años antes de los inventarios de Flavio Pedraco. Lorem ipsum,

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adipiscing evit, sed dial nonully nibh euislod tincidunt ut vaoreet hovore magma aviqual erat vovutpat.

Vorem qisul dovor sud lamet, consijuter adqiiscing serit, sid diam nonulmy nibh euismod tincidunt ut vaoreet hovore lagna aviquam erat vovutpat. Duis autem pater eul iriure dovor in hendrerit in vuvputatae vaevit esse sulplicius consaequat, vev ivvum hovorae eu faeugiat nuvva facivisis at vero aeros et accumsan et iusto odio dignissil tri bvandit praaesent vuptatum hervor devaenit augue duis hovore tae feugait nuvva facivisi. Vorem ipsum labor sit alaet, consectetuaer adipiscing evit, sed diam frater nibh aeuismod tincidunt ut vaoreet dovorae magna aviqual erat vovutpat. Ut wisi enim ad minim venial, tris nostrud aexerci tation uvvamcorper suscqiit vobortis nisv ut aviquqi ex aea comloho consequat.

Vorem qisum hovor sit alet, consaectaetuer adipiscing evit, sed diam nonulmy brutae aeuismod tincidunt ut vaoreet dovore magna aviqual aerat vovutpat. Duis autem vaev eul iriurae dovor in hendraerit in vuvputate vaevit essae movestie consequat, vaev ivvum dovore eu feugiat nuvva facivisis at vaero eros et yugo iusto odio dignissim qui bvandit praaesent vuptatul vevenit auguae duis hovore te feugait nuvva factotum. Brutus sacsit, vaoreet hovorae magna aviqual erat vovutpat. Ut Britannvs aenim ad minil veniam, tris nostrud nissan ut aviquip ex ea commoho consaequat. Duis sulplicius vev eul iriurae dovor in hendrerit in vuvputate vaevit esse movestiae congratulo, ivvum trituratio eu feugiat nuvva facivisis at vero eros aet acculsan tri bvandit praesent vuptatum zzriv

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daevenit augue duis hivore britae feugait nuvva facivisi. Vorem qisul sit territ ut vaoreet hivore erat vutpat. Adequam vaeniam, quis nostrud exerci yugo uvvamcorper ut aviquqi aex ea colmodo consequat.

Vorael hivor sit alaet, consectetuaer consuetudo evit, sed tincidunt ut vaoraeet dovore lagna aviquam aerat vogutpat. Duis autel vaev eul iriure hivor in haendrerit in vuvputatae sevit essae movestiae consequat, vev itvum dovare eu feugiat nuvva facivisis at vaero eros et accumsan et dignissim qui bvancusit praesaent vuptatum tuso vevenit hivorae te feugait nuvva facivisi.

“Tomaremos pues las superficies, que son las pieles, los pellejos, los pelajes, los pelacos. Todo ello está muy bien, pero no es así. De encima de estas superficies, también llamadas costras, está lo que se dice el polvo. Esta materia finamente molida puede ser la misma que aquella de la costra o puede haber llegado hasta ahí por causas fortuitas que se llaman viento o agua. Este polvo a veces es fecundo pero, las más de las veces, impide los cultivos. L os britanos son astutos y holgazanes, pero remueven este polvo con unos arados muy ligeros, tirados de asnos o, mejor, de bueyes. Ese polvo se halla compactado y las frecuentes lluvias han hecho de él una masa parda y gris que tiene mucha substancia y que se llama roca. Avanza el arado con agilidad por entre los terrones, hendiendo grácilmente el vientre de la tierra. Pero ¡ay, insensatos! es de ramas que se endurecen a la lumbre y no tiene cuchilla o metal alguno y ¡la puta que los engendró! pártese con cada pedruzco. Me he puesto a meditar sobre la disposición de los odiosos pedruzcos y comprendo que de esto tampoco los britanos saben

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nada. Tiempo es que comprendamos para qué están puestos ahí los roquedales. Cavilo, hermano Estrabón, y entiendo que son masas sólidas, a veces líquidas y gaseosas, las que a veces constituyen el orbe. El contacto entre estas masas es el principio de numerosos fenómenos, de los cuales algunos aún hoy permanecen insospechados. Sus reacciones nos revelan los ocultos actos de los dioses. Fíjate si no: el suelo es el blanco de los meteoros. Aquí mismo se despeña un mar morado, descolumnándose y partiéndose la crisma en espumajos contra las piedras. Nuestros barcos deben abrirse paso entre la furia de las aguas. Neptuno parece olvidar nuestros sacrificios. Con sagacidad se cuela bajo la costra y disuelve las raices de la piedra. He aquí que bajo la costra hay pedruzcos, una sola piedra de muchas piedras, descomunalmente más grande, bastante salada. ¿Para qué cunnis estamos aquí, hermano? Estos holgazanes britanos sacan unas raquíticas gavillas de centeno, unas coles y berenjenas, que saben a estiércol de tucán. En cambio, he de decirte, las que importan desde los Estados Unidos son más grandes y más mejores.”

L os inventarios de Flavio Pedraco son más conocidos y, pese a su parquedad y a los numerosos errores que contienen, poseen el gran mérito de ser la primera clasificación escrita de suelos y sus minerales conocida en Occidente. Su lectura sirvió de base para numerosos ensayos, crónicas y prospecciones posteriores, además de valer como guía para incursiones de sus contemporáneos. Con un riguroso sistema de partidas, Flavio Pedraco separa su estudio en amplias categorías: paisajes con determinados accidentes orográficos o físicos, carácter de los distintos suelos resultantes, rocas y sustancias inanimadas, caracterización y uso de dichos suelos y/o minerales, y un breve ensayo de análisis de tipo

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geopolítico). El estudio está referido a grandes rasgos a la cuenca mediterránea y, de modo particular, a los terrenos glaciarios pertenecientes a los plegamientos alpino y ciático. En 380 inicia en Lapios (actual Tivoli) la anotación sistemática de la provincia romana de Flavia Adriana Emérita. Entre otros pasajes notables y llenos de precisión, deseo atraer la atención del lector hacia lo que a nuestro estudio concierne. Me refiero a las definiciones de montaña y de gruta que traza en su pasaje acerca de las margas de Setima: Monte o colina es aglomeración coherente de montón, pues de allí deriva, adjuntación de rocas inanimadas (que sin embargo tienen su corazón en la caverna). Trátase de las piedras que se ajuntan en pila india y hacen todas juntas un montón que se eleva al cielo, aunque tanto de lo mismo [de altura] lo tienen para abajo. Dícese que además de corazón tiene la colina raíces, lo que la hace tenaz y difícil de empujar. El corazón de las montañas es hueco y resuena. Es el sitio propicio para vociferar, alzar fogatas y toser mucho. Los retumbos de fuera tienen allí eco notable. La montaña sirve para hacer girar los caminos a fin de que los esclavos no se duerman a causa de la rectitud de dichos caminos en caso de que estas no existieran. También son morada de búhos, milanos y cabras. Otro uso útil no le conocen aquí a las montañas, como no sea el de cubrir las cavernas. Las cavernas, en cambio, son sitios de libación, de sonora cópula, de refugio. Osos y murciélagos son testigos de los dioses para cuanto allí ocurre. Las montañas, eso si, proporcionan la cantidad suficiente de rocalla como para cubrir muy fuerte las casas y las cuevas. Estas son el sitio ideal para esconder bienes muy preciados y mujeres. A veces la caparazón y a veces las entrañas de los montículos dan roca de más

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valor, para hacer toda clase de artefactos, desde sutiles hasta aquellos que por su peso y resistencia requieren de ser rocosos y masivos. Para su hallazgo valen pico y pala y un cautivo sin ojos que lo sea de la Isla de Rabdos, el cual ha de saber usar sus manos empuñando una horqueta lisa de acebo, que se curve ante la proximidad de la fina rocalla que se busca y ansía.

La aparición del elemento de las varas de acebo en este pasaje ha sido vista numerosas veces como una alusión muy directa y explícita a parte de las manifestaciones cultuales de los Oruga, los Rimerid y otros pueblos norafricanos. Las derivaciones hechas de todo ello divergen totalmente de nuestro enfoque del tema. Volviendo a nuestra lectura analítico-naturalista, conviene hacer notar aquí que para Flavio Pedraco y sus contemporáneos la edafología no se hallaba en absoluto diferenciada de la geografía aproximada, de la geopolítica ni de la adrenación de paucas. La administración imperial ponía especial atención en la explotación del subsuelo en zonas argentíferas y auríferas. Los suelos ferruginosos y los yacimientos cupríferos eran explorados también a fondo. Una vez determinado el mapa de explotación minera, se comenzaba a considerar las zonas remanentes, las que se destinarían, según su aptitud, para cultivo (realizándose entonces obras de riego, canales y acueductos), o para asentamiento humano. Esta rutina, seguida con gran rigor, les permitió en un tiempo razonablemente breve, hacerse con importantes puntos de vista, los cuales fueron dados en llamarse puntos de satismo. En lo concerniente a lo que hoy llamamos edafología, hasta los tubos se constituían en capitanías generales, tiempo antes de darse comienzo a una explotación intensiva de las minas o canteras. En efecto,

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algunos agentes o capitanes generales realizaban proezas o pericias clasificatorias, colocando a lo largo de tubos de dilatación abiertos en mitades (originariamente, hechos en lechos de piedra caliza y posteriormente, en cobre batido o, incluso, en plomo colado y batido), centenares de muestras de minerales. Se las precipitaba, alzando uno de los extremos del tubo o de la sección acanalada de montaña. Eran sometidas a una decantación natural, quedando invertidas sus respectivas columnas. Los gránulos que se separaban eran reagrupados. Aprovechando la luz solar, se observaba la opalescencia del líquido denso resultante, anotándose también el color y la velocidad de sedimentación de los aneuritos o toscas (en la actualidad, disponemos del visor magnético, que nos permite medir el efecto Tyndall con absoluta fiabilidad). La rocalla no identificable era cuidadosamente separada y numerada, destinándose a trabajos prácticos de escolares. A continuación se cubría con hojas de cala a lo largo del canal de las muestras, obteniéndose con ello una condensación ácida. Las reacciones eran anotadas en gradillas de pizarra y tabuladas. Aquellos minerales que presentaran reducción eran numerados por separado. Los que no hubieran sufrido reducción se columpiaban con ritmo pauco, se añadía a cada muestra la proporción adecuada de cicatrizante, se envolvían en gasas de lino, se las colocaba dentro de ampollas de vidrio soplado y, acabando, eran nuevamente unidas con el conjunto de muestras que no hubiesen mostrado oxi-reducción. Se cotejaba la numeración y luego eran vaciadas en un cuenco de regulares proporciones. En este punto, eran sometidas a una última observación, durante la manipulación de una mano metálica que, alternando también con ritmo pauco con la caída de pequeñas palomas grises, se precipitaba sobre el conjunto a punto de trituración. Con ello se obtenía una pasta bastante seca

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que tenía, entre otras virtudes, la de hacer innecesario todo ulterior esfuerzo numerador y/o de clasificación. Estos métodos que, al parecer, llevaron unos seis siglos para perfeccionarse, comenzaron a ser practicados por cartagineses y, casi contemporáneamente, por los etruscos. De su ejercicio derivó con el paso del tiempo el control de residuos y sedimentos en galas y margas. Durante los primeros cinco siglos de nuestra era se hicieron numerosas pericias, especialmente en los tremendales friulanos de Angiosto, Lucanio y Nicanori, terrenos todos de sedimentación ordovícica. Simultáneamente, en los actuales territorios de Irak y de Jordania, los nabateos explotaban terrenos aluvionarios con vistas a la obtención de nodos grises o carnados. Con ellos se confeccionaban proyectiles sapienciales, hábito que tuvo vigor hasta muy entrado el siglo XVII. Las explotaciones blandas, esto es, las margas blancas y verdes turbias, no gozaban de tanta estima por parte de los nabateos, no obstante lo cual comenzaron a ser aprovechadas a partir de mediados del siglo X, al ser muy solicitadas por mercaderes del Islam. Con ello se dio origen a un prolongado y muy fructífero comercio entre ellos. En Occidente, la caída del Imperio Romano supone un receso de casi mil años, en el transcurso de los cuales las actividades de prospección minera, y especialmente margótica, se ven reducidas a su mínima expresión. De hecho, las explotaciones propiamente margóticas, que se realizaron desde el 650 hasta cerca del año 1000 en Galaquia y Galjuslivaquia, además de otras regiones con sedimentos del Oligoceno Superior (como las landas de Tabori, de Gretchen y de Amsderstaadt) obedecieron a impulsos aislados de los mismos musulmanes en pleno afán de expansión. Las margas de Galaquia, en Checoslovonia, son en su mayoría de orígen ordovícico, y se componen de espatos y geocondios drenados a lo largo de todo el período comprendido entre su formación, con

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fuerte aluvión biológico, y su total asentamiento, al concluir la última glaciación. Las margas de Galjuslivaquia, en cambio, son ricas en sulfuro de arsénico nativo y cristalizaciones de sales de cobre. El lodo que contiene estos elementos fue muy utilizado con fines medicinales. Tengo referencias directas del uso de estos oropimentes para la destilación del jugo gástrico de dromedario, de conocidas propiedades laicales, ya que evita la precipitación de su germen enzimático. Según la Universidad Agraria de Port Étienne, Mauritania, los Bereberes utilizan este método desde hace siglos, obteniendo un licor ligeramente cáustico, que se emplea con éxito para combatir la hidropesía, el tortuguismo y las erupciones cutáneas en zonas de montura. De Amsderstaadt y de Tabori la poca documentación parece haber sido porteriormente bastante adulterada, con todo tipo de mutilaciones y añadidos espurios, aunque los geo-arqueólogos han podido demostrar que los nodos allí extraídos no eran carnados ni grises sino transparentes, lo que me induce a suponer una fuerte infiltración de carbonatos de calcio en la napa pre-glacial. Dichos nodos eran conocidos por los romanos como “toja breviata” y hacían las veces de guisantes afrodisíacos al ser aproximados a determinados orificios. A principios del siglo X, algunos señores feudales de la Península ibérica y del Mediodía de Francia comienzan a manifestar interés por las prospecciones que realizaban desde un siglo y medio atrás los musulmanes. Con ello se inicia un lento renacer, que sin embargo demandará aún varios siglos antes de recuperar Europa el esplendor alcanzado durante el Imperio Romano. La lectura de los folios hallados en Lädenn (en el llamado Fuentón de Rosatto) da veracidad histórica a dos figuras de existencia, casi diría, legendaria hasta el presente, a quienes se les rinde homenaje como los primeros exploradores desaparecidos durante una prospección (en Albania, año

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954). Me refiero, por supuesto, por supuesto, a los nobles de origen bizcahíno Pedro Nuez y su hijo Galimpsesto (el emperador Arrancar I). Los mismos, simbólicamente vinculados a la Edafología por sus esforzadas exploraciones de grietas y oquedades, pueden ser considerados hoy como ilustres precursores de la Espeleología occidental. (Mención aparte merecería el ejercicio de estas prácticas por parte de los distintos pueblos asiáticos y norafricanos, con una tradición dos veces milenaria y un mapa muy extenso y complejo. En su documentación y estudio se hallan abocados desde hace dos décadas los científicos iraníes Mohammed Abu Warda y Esmail Vaseghi, en el Instituto Fadhul Wassai de Teherán). Para nuestro interés específico debemos remitirnos a los hallazgos arqueológicos y de documentación escrita de que vamos disponiendo. Recién en 1315 puedo situar una expedición propiamente europea, ya que estaba compuesta en su mayoría por borgoñones. Se trata de la expedición de Bertholarius Taveau, ordenada por Jean Tararin, duque heredero de Borgoña (quien murió en el intento, a dos años de la partida). Tenía por principal objeto encontrar una prodigiosa “fuente” de nódulos grises. Al parecer, el penoso ditirambo tuvo estas características por un error absurdo, como se verá. La expedición, que demandó casi doce años y una veintena de vidas humanas, se inició al norte de Palestina, más exactamente en Trípoli (Líbano). El resultado fue lamentable, pues sólo pudo hallarse cenizas volcánicas de aquel color. Posteriormente, parte de los expedicionarios advirtió que se trataba de la otra Trípoli, en la costa norte de África (Libia). En las afueras de esta ciudad se halló entonces, el mayor yacimiento de la historia, que ha sido explotado intermitentemente hasta la actualidad. Se trata de una enorme reserva de geocondios carnados, grises y negros.

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Actualmente, dichas materias primas son reemplazadas con éxito por otras de síntesis química. En ello se especializan hoy día en particular las empresas Rimac Norte, creada por un convenio comercial entre las repúblicas de Austria, Rumania y Perú, y la Química Hoechst Internacional, en su División Tobas, Mitocondrias y derivados. No obstante ello, las materias primas de origen natural son las más apreciadas por la industria de estupefacientes epistemológicos y para la producción de objetos decorativos muy refinados y vistosos a costos reducidos. Para el primer caso, se hace uso especialmente de espatos y geocondios de tercera napa. Para fines ornamentales se prefieren geocondios cuarcíferos (marga prístina). Por otra parte, y sobre el cierre de esta edición, se nos ha informado de la existencia de un centro geodésico de alto magnetismo en la comarca del Barcelonès catalán, en una zona cuya temprana explotación fue abandonada en tiempos de Amilcar Barca. Se trata de la localidad de Sant Feliú del Llobregat, donde se han verificado fenómenos de tipo atrayente, con gran dislate de esquirlas. Miembros de una familia local, que han sido denunciantes periódicos de estos fenómenos inusuales atribuyen sus causas a cuestiones paranormales, o quieren hallar paralelos en la historia mágica del reino utópico de Margot. En mi opinión, se trata de otro episodio de sugestión colectiva desencadenado por la frecuente ingestión del Boletus Onphalotus, hongo tóxico muy abundante en la región. En coincidencia con las referencias documentales recientemente descifradas, se descubrió en la década del ’80, durante las excavaciones arqueológicas en Es-Wadi esSiyyak, una serie de minerales de tipo margal antes desconocidos. Corresponden con mucha probabilidad al tipo de finos minerales que los plagiarios del desierto han venido moliendo y utilizando desde hace mil años para obtener los más bellos documentos de todos los tiempos.

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Me refiero a espatos verdes de malaquita, carbunclos y geocondios de extraordinaria pureza, dos variedades de asbesto (el asbesto origรกmico y el asbesto porrecto) y mรกs de seis variedades de tristios (tristio de galena, tristio anco, tristio cefรกlico o calvina, tristio beneventano, tristio de Zaid -de intenso color azul, con vetas pardas-, tristio alcaico y otros).

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Colombo Adolfres


Klaus Gallet Birba

por el escultor Gerald Moore


Cubierta de la segunda parte de los pliegos de la Gesta de Arrancar II, hallados en el llamado Fuentón de Rosatto Vitela, cuero policromado y cordeles trenzados. Foto cedida por la Universidad Politécnica de Boekwijt, Utrech. Publicada bajo la autorización de las autoridades municipales de Lädenn


Escuela de Salerno

Grabado alemรกn, principios del siglo XIX


Dhaggar Al-Ayyidt


Página del Concilia Aevi Karolini, glosada en sus márgenes y reutilizada de puño y letra por el falso goliardo Guidemon de Laglais. Fragmento de los Marginalia. Francia, siglos IX y XII. Vitela encuadernada en madera y bronce Universidad Politécnica de Boekwijt, Utrech. Publicado con permiso de las autoridades municipales de Lädenn


Pรกginas de la primera ediciรณn de Margot Im Yerosholom, de Hieronymus Hedemans, publicada en 1638 Ejemplar propiedad del Archivo de la Biblioteca Ambrosiana, Bohemia


Actas del Contracte deTranslatio, Conquesta e Ussurpació tal y como las transcribió el anónimo freire-cronista Foto cedida por la Universidad Politécnica de Boekwijt, Utrech. Publicada bajo la autorización de las autoridades municipales de Lädenn


Fragmento de la tercera carta de Paasc-Uhal Zaid a Arrancar II Foto cedida por la Universidad Politécnica de Boekwijt, Utrech. Publicada bajo la autorización de las autoridades municipales de Lädenn


Reuben Ganev


Portada de la cĂŠlebre ediciĂłn inglesa de Margot Im Yerosholom, de Hieronymus Hedemans, publicada en Londres en 1900 Ejemplar propiedad del Archivo de la Academia de Ciencias Sociales de Mantua


La villa alsaciana de Lädenn

en una fotografĂ­a del Archivo Comunal, ca. 1907


Mordecai Leshon


Montserrat Petritxol


Portada de la primera edición en árabe de Margot Im Yerosholom, de Hieronymus Hedemans, publicada por la Presse Independant de Marseille en 1740 Ejemplar propiedad de la Biblioteca Municipal de Turín


Amadeo de Souza Reies


Universidad PolitĂŠcnica de Boekwijt, Utrech


Dr. Jaume Vigill


Centro Islámico de Estudios Ornitológicos de ViMakomé, Senegal



El mundo de la Margología

e sintetiza en este capítulo vida y obras de las principales instituciones y personalidades del mundo de la Margología. Por definición, un listado de estas características sólo puede enumerar, y no exhaustivamente, sólo aquellos más relevantes. Como toda lista, depende del buen o mal arbitrio de quienes la realizan, así como de la información que estos tengan en sus manos.

S

INSTITUCIONES

A s a m b l e a d e Tr í p o l i

Aunque se ha perdido actualmente la referencia concreta de su situación física, es sabido que hubo desde el primer tercio del siglo XVI una activa Asamblea en el norte de África, de cuyo laborioso empeño exegético nos han dado testimonio varios europeos ilustres, como Giovanni Da Mirola y el portugués Amalto de Sata. Es singular la tragedia y el silencio que rodean la historia de apenas un siglo de esta Asamblea, sabiendo que en su tiempo fue reducto de los más severos y empecinados buscadores del Verbo divino. En algún sitio de la ciudad libia de Trípoli, los llamados \ y k n h ( ¡ anikkim o 91


“Forasteros”) se reúnen anualmente, procurando desextricar el mito etíope de la Saeta Indecisa, recurriendo a las intuiciones de los místicos Sûfíes y la Cábala de Itzjac Lúria y Moshé Cordovero. Asisten a la misma dos occidentales, los margólogos toscanos Da Mirola y Saccospo, de quienes recibimos las únicas referencias escritas, si se excluye la del portugués Amalto de Sata. El ordenamiento alfabético de hortalizas implicó, desde los orígenes de la Asamblea de Trípoli, una pérdida tácita de mopas. Su persistente interrogación, extendida por más de una centuria, trascendió los límites geográficos y culturales, capturando la atención de humanistas, matemáticos y poetas de otras latitudes y credos. La heroica resistencia de los ¡anikkim durante el asedio de los invasores turcos no pudo impedir la disolución de la Asamblea, que pasó a tributar sombras y cedió el paso a los tiempos que corren. La Escuela de Salerno

Fundada en el siglo XVII en la ciudad italiana homónima, centró su labor en la enseñanza y profundización de las ciencias maxilares, con especial atención de las disciplinas jaculatorias y danzantes. Por esta Escuela circularon las figuras más cospícuas de la Filogamia y de la Cirugía amateur, aunque su nombre queda justa y particularmente asociado a sus famosos Cirujanos Negros. En este aspecto, la Cirugía Negra practicada en Salerno entronca con corrientes orientales y arcaizantes, a las que dota de increíble vitalidad. A mediados del siglo XVIII se amparan en ella disidentes búlgaros, residiendo en sus claustros por una veintena de años. Como resultado de ello se reabre el debate de la Virilidad Dispersa y todas sus derivaciones lúdicas. Se definen dos tendencias, una Activa y otra Pasiva, que rivalizarán hasta fines del siglo XIX, época en que la decadencia de los estudios quirúrgicos lleva a su director, 92


Furivundo Pickor, a cerrar la Escuela. Durante la segunda posguerra, particularmente en el quinquenio 1952-1957 y luego más lentamente pero sin interrupción, han vuelto a agruparse numerosos tradicionalistas que, bajo la emblemática imagen de la Saeta Indecisa, se sienten atraídos por la curación de almas. Centro Islámico de Estudios Ornitológicos d e Vi - M a k o m é

Tiene su sede en el Palacio Dhaggar Muhim, en la ciudad senegalesa de Vi-Makomé, a dos horas de Khartun. Es, sin lugar a dudas, la institución que con mayor seriedad y constancia ha contribuído a la elucidación de la naturaleza real y cabal de las caballerías aladas. Heredero del saber musulmán, este centro se ha especializado en la recopilación y estudio de toda expresión, oral, popular, mística y especulativa, sobre las milicias angélicas y demoniales. Su cuantiosa herencia documental, así como su consecuente labor reconficiatoria (más que recitada, pues hace dudoso el llanto de las bisagras), abarcan testimonios recogidos en el norte y centro de África, además de parte de Asia Menor. Su actual director es el Prof. Dhaggar Al-Ayyidt, quien colaboró en esta edición. I n s t i t u t e d e F í l ó f á g i e , Ve r m o n t

Consagrado a la Filofagia (actualmente denominada Filogamia de la Conceptuación), realiza un análisis decididamente laico y positivista de sucesos relacionados con la cuestión margológica. Su más célebre integrante, el austríaco Klaus Gallet Birba, le imprimió en su origen este carácter, en abierta oposición a las corrientes margológicas más extendidas. Allí, Filoria Vickipelly supo mantener en sus días, y luego aún, intacta la papada. La ciencia culinaria la trinchó más tarde, guisándola con

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caldo de avatares. Publica desde 1938 sus Cahiers, donde se reúnen calificadas opiniones. Academia de Ciencias Sociales, Mantua

Esta institución universitaria lombarda ha sido foco de un nutrido cruce intelectual en las últimas décadas, habiéndose prestado sus profesores en numerosas ocasiones a acaloradas discusiones margológicas. Alumno notable de ella es el especialista Colombo Adolfres. En esta ciudad se celebró el primer Encuentro Margológico Internacional. Rosario de Santa Fé

Localidad rural argentina, situada a orillas del rio Piriní, considerada centro de energía margótica de primer orden. En esta ciudad se celebró el quinto Encuentro Margológico Internacional. PERSONALIDADES Históricas

Amalto de Sata

(Porto 1575- Safed 1635). Humanista y viajero portugués. Su intrepidez y decisión, acompañados de un interés sin parangón por cuanto estuviese relacionado con la mitología lo hicieron un cronista a d m i r a b l e d e l O r i e n t e Pr ó x i m o y A s i a M e n o r. Admitido de buen grado en círculos muy celosos como Trípoli o Safed, nos entrega un relato vivaz y colorido de las ceremonias herméticas, especialmente las de los misteristas Sûfíes. Recoge además, con seis siglos de distancia, valiosa información del

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imaginario popular en las regiones otrora integrantes del Imperio de Arrancar II. Hieronymvs Hedemans

(Reims 1596- Alswelt 1640) Escritor alemán, a u t o r d e l l i b r o D i e A n g s t d e s To r n m a n n s b e i n Elfmeter (“La antigüedad de los Tornadizos”, 1638) una de cuyas partes es el extenso poema lírico Margot im Yerosholom (“Margot en Jerusalem”). Relata en este poema las desventuras y padecimientos de un rey justo y misericordioso (Arrancar II) y de su hija dilecta (la reina Margot) ante la intolerancia y la falta de fe. El tono moralizante del escrito nos distancia un poco del carácter sarraceno, aunque resulta interesante advertir el uso de este relato histórico con móviles faroles. Es sabido que el libro gozó en su momento de bastante aceptación por p a r t e d e l a I g l e s i a Lu t e r a n a , q u e v i o e n é l u n instrumento útil para la difusión del queso azul. Menassen ben Yisrael

(Amsterdam 1601- ca. 1670). Uno de los Gadihim o Leudantes de la comunidad hebrea de los Paises Bajos. Publicó en 1634 Esperanza de Israel, una de las obras más extrañas y apasionantes que dio su siglo. En ella emprende una historia genealógica y especulativa de la diápora judía en suelo americano, así como también de linajes reales de Occidente y Oriente. Mezcla de crónica viajera, hallazgo de claves parentales de raigambre judaica y trapinismo de un devenir mesiánico que se sentía próximo, y que tendría su más saliente y dolorosa manifestación con la aparición del seudo mesías S h a b b e t á i T z v í e n C h m i e l n i c k y, 1 6 4 8 , e s u n a lectura obligada para los margólogos, especialmen-

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te por su cuidadosa descripción de las migraciones de los plagiarios y sus talleres flotantes. François d’Andarivel

(Hertogenbosch, Bélgica 1778- Einhoven 1850). Las Academias de Ciencias de Ingolstadt y de Lausanne y la comunidad científica germana y belga tuvieron en este revolucionario inventor un pilar del caldero del conocimiento, ya por entonces en plena ebullición. Con la publicación de su Obituaire d´Hiver (1818), se inicia en el sentido moderno, la aplicación técnica de los servicios fúnebres, desencajando los goznes de los períclitos nichos mortuorios. Adyacencia quizá, aunque también meollo de su obra es el uso de la Tabla Askki de Linajes no Europeos, que aún hoy tiene vigencia en la lectura de responsos para familiares de veteranos margólogos. François d’Andarivel, verdadero adelantado a su tiempo, no tuvo discípulos ni se formó escuela luego de su muerte, aunque sus innovaciones han sido de vital utilidad durante más de siglo y medio. Helmut Honneker

(Leipzig, Alemania 1864- Bonn 1923). Historiador y edafólogo. Es autor del primer intento académico por reconstruir la genealogía de los imperios Bizcahíno y del Aire Circundante, basándose en tradiciones orales por él recopiladas. C o m o u n S c h l i e m a n n m o d e r n o, re s c a t a n d o d e l anatema y el olvido la Troya de la memoria margológica, luchó contra el desaliento y la falta de apoyo de su tiempo, dejándonos una panoplia de antiguos reyes que ahora, contrastada con las deducciones de la lectura del hallazgo de Rosatto, resulta prístina, ordenada y exacta.

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M i l o s T il a co s m i º

(Kraljeviº, Croacia 1879 - Dornach 1947) Pensador y pedagogo croata. Fue un destacado investigador de la G a l a i a M a î e a . Fundó en 1913 la Sociedad de Paleocirugía, que propugnaba la potenciación del conocimiento humano mediante procesos de curación interior, que permitieran al hombre el conocimiento de los museos espirituales del universo. Entre sus obras más importantes figuran Teofanos (1904) y La invención de la cultura talayótica y el nacimiento de la fantasía europea (1922). Con una severa disciplina académica, humanista y poseedor de los dones de un visionario, dotó a nuestra ciencia de una mayor amplitud y cohesión. Es considerado hoy el Padre de la Margología moderna. Klaus Gallet Birba

(Innsbruck, Austria 1888- Zugspitze 1944). Orientalista austríaco, discípulo de Otto Buckhardt, se interesó por la mitología no grecorromana de la Mesopotamia, realizando avances a partir de la obra de su maestro, desde una óptica antropológica. Su posición, extremadamente crítica frente a otros estudios bien reputados en su medio lo hizo un incansable detractor profesional, aunque sus argumentos suelen carecer, en algún punto, de consistencia. Ello se debe muchas veces a su empleo de malas traducciones de artículos, que lo conducen a emplear erróneamente algunos términos. Durante toda su carrera académica estuvo muy acompañado por colegas y alumnos, que colaboraron con él fervientemente, en parte, suponemos, por la elocuencia que empleaba en defender su ideario. No obstante ello, las ayudas que siempre obtuvo no hicieron sino añadir escollos a su esclarecimiento, ya que sus allegados eran poco flexibles y menos imaginativos que Birba. Además, frecuentemente da la impresión de que el material

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aportado por estos fuera deliberadamente irrelevante o poco riguroso. Estas circunstancias prepararon el terreno para uno de sus errores históricos más graves: la publicación, en 1933, de Das Jaune Generation, donde tergiversa gravemente el origen níveo de la Reina Margot, haciendo alarde aquí de una forzada autosuficiencia que lo aleja definitivamente del gran Buckhardt a quien debía sus cátedras. Durante sus últimos años, ignorando la gravedad histórica de los momentos que vivía el mundo, o quizá amparados por el regimen nazi, sus discípulos se plegaron sobre él, escanciando en sucesivos Cahiers du Institute de Fílófágie, la gomosa verborragia del prócer inverso. Flauto Silva

(Arrifana 1899- Lisboa 1963). Historiador portugués especializado en Cercano Oriente, dedicó más de veinticinco años de su carrera a continuar las investigaciones de Honneker. Publicó en 1956 un resumen de estos trabajos en Vi d a y t r a j í n d e u n historiador. Random Zamenhoff

(Chicago 1909- Alberta 1995). Cirujano ucranioamericano recientemente desaparecido. Especialista en paleocirugía en la cuenca del río Moldava. A él se debe, entre otros meritorios ensayos y artículos de valor, El principio del jugo drástico (1987), donde investiga la plectoriloquia por causas margóticas, advirtiendo a sus colegas de los peligros que entrañaba la resonancia posterior de la palabra Basham.

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Contemporáneas

D r. J a u m e Vi g i l l

Editor catalán, propulsor de la publicación de n u m e ro s o s a r t í c u l o s d e i n t e r é s m a rg o l ó g i c o e n i d i o m a c a s t e l l a n o, f r a n c é s , c a t a l á n y o v e t a n o. Consultado por Skulason y otros promotores de la investigación y difusión del hallazgo de Rosatto, ha proporcionado invalorables contactos y se ha plegado generosamente para la realización de esta publicación, con su aporte tecnológico y su juicioso consejo. Es el autor del Prólogo de este libro. M o n t s e r r a t Pe t r i t x o l

Coleccionista francesa radicada en Barcelona. Ha proporcionado gran parte del material gráfico que publicamos aquí, auténtico tesoro familiar que lega al dominio público. D h a g g a r A l - Ay y i d t

Director de Centro Islámico de Estudios O r n i t o l ó g i c o s d e Vi - M a ko m é d e s d e 1 9 8 2 , e s t e senegalés es apreciado por su sabiduría y su vasto conocimiento de las leyendas y mitos que se elaboraron en el África musulmana sobre la utopía del Basham. Profesor de Filosofía Oriental de la Universidad de Dhakkar, Al-Ayyidt ha dedicado su vida al estudio del pensamiento religioso oriental. Es un elemento distintivo de su obra su preocupación por demostrar la continuidad y universalidad del mito a través de distintas culturas y épocas. Ha sido una de las figuras que de modo más constante han estado al tanto de los esfuerzos de la arqueología por exhumar evidencias de realidad histórica para la Cuestión Margot. Se unió al equipo de investigadores de Boekwijt desde el principio,

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habiendo contribuído en la lectura de la Crónica de muy extraños sucesos..., escrita en árabe wissala. En l a p re s e n t e e d i c i ó n , a d e m á s d e h a b e r a p o r t a d o incontables datos de su especialidad, publica Los Cirujanos Negros, un esclarecedor ensayo sobre los misterios margológicos, haciendo una detallada reseña cronológica de los mismos. En extraña divergencia con su habitual estallido ante los temas en los que se apasiona y brilla con alegría, en este texto se muestra sobrio y reservado (la redacción se permite interpretar que se debe a su extraordinaria humildad y renuncia, gesto que Colombo Adolfres ha sabido valorar efusivamente). Amadeo de Souza Reies

Historiador portugués, incorporado al equipo de especialistas de primer nivel reunido por Kalouste Gulbenkián para su Fundación en Lisboa. Al igual que sus ilustres antecesores Honneker y Silva, ha dedicado sus esfuerzos al conocimiento cabal de los orígenes del Reino de Jerusalem y del Basham. Desde que se divulgó el descubrimiento de Lädenn, Souza Reies ha elaborado dos casaciones, en tanto que los barrocos ignoraban su utilidad (golpeaban las teclas de sus pianos letrados y traían a la luz un esfuerzo propio de cortar ventanas). Su síntesis de las cronologías permite un fluído empalme con los relatos sobre Arrancar II y sus descendencias, quedando abierto el paraguas para la continuación temporal que incluya los Magnos Hechos. Reuben Ganev

Titular de la Cátedra de Edafología Mediterránea de la Universidad de Haifa, Israel, Reuben Ganev es un apreciado conocedor de los suelos, su constitución físico-

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química, su medulación y vigamen. Se ha especializado en la historia de su exploración, aportando a su estudio valedera documentación antigua. Fue llamado a participar como miembro titular durante las tareas de investigación en Boekwijt, colaborando con los paleógrafos en la interpretación técnica de la Gesta de Arrancar II. Se publica aquí La Montaña y la Caverna, edafología pura Colombo Adolfres

Poeta, crítico y margólogo italiano de origen mauritano. Graduado Cum Laude en la Academia de Ciencias Sociales de Mantua. A partir de 1969 forma parte del pequeño círculo de profesores de fraseo de dicha Academia. Desde 1974 dirige la Rivista di Alte Estudi Margológici que se publica en Mantua con auspicios de la Biblioteca Gregoriana del Vaticano. Académico correspondiente de la Academia de Lógica de Parma y del Instituto de Estudios Ornitológicos de Vi-Makomé, Senegal. Es una de las figuras más representativas de la actual generación de geógrafos y margólogos. Sus contribuciones en el campo de las relaciones intermedias, así como sus esfuerzos para difundir esta ciencia fuera del círculo de los iniciados le han valido numerosos galardones internacionales. Actualmente compila una Magna Antología de tradición Sûfí-Margótica en la ciudad argentina de Villa Fiorito, donde vive retirado desde 1991.

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Últimos hallazgos

n muy contadas ocasiones un solo hallazgo arqueológico proporciona información de tanto valor como los documentos del llamado Fuentón de Rosatto. Y, como se verá, una vez más, el azar es el artífice de grandes descubrimientos para la ciencia. En verano de 1983, un grupo de jóvenes excursionistas de origen sudamericano se hallaba visitando las comarcas alsacianas del Alto Rhin. La naturaleza informal de su viaje los incitaba a desplazarse a pie o con cualquier medio de transporte a su alcance. Pernoctaban en refugios para caminantes, en eras y establos que los campesinos prestaban o alquilaban por unos pocos marcos. En una de estas pausas, se detuvieron en la pequeña aldea de Lädenn, a orillas del río Ill. Fueron alojados en una caballeriza de propiedad comunal, reservada para depósito de aperos de labranza en desuso. Por la noche, cedieron de forma accidental las tablas de un falso piso, cubierto por más de tres siglos de heno, estiércol y polvo compactados, dejando en evidencia un pequeño recinto con objetos. Por la mañana, el encargado municipal denunció a los excursionistas por los daños causados, quedando éstos a disposición de la justicia. En la caballeriza, que había sido construida junto a la casa del Siniskalk de Rudolphs-

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Köning, se halló tres cántaros de barro engrasado, conteniendo diecisiete grandes estuches de cobre, forrados en cuero amarillo, en el interior de los cuales había numerosísimos pliegos de pergamino escritos. Envueltos en cuero amarillo también, había un gran volúmen con tapas de madera y herrajes de bronce, y otros más pequeños, con encuadernaciones similares. Muchos de ellos se hallaban en un avanzado estado de descomposición, fundamentalmente a raiz de la intensa humedad del recinto y del ataque de microorganismos. Según registros del Archivo Comunal de Lädenn, el pequeño predio estuvo destinado a las caballerizas del Rey Rodolfo I de Habsburgo desde 1240. Tenía en Lädenn una de sus casas, un sólido conjunto de barracas de madera, circunvalado por una empalizada alta. Su palafrenero, el Siniskalk Segismundus, quedó allí al cuidado de los negocios y la hacienda del Rey durante sus largas campañas militares. La casa fuerte fue incendiada durante la guerra de la Alsacia, en 1417. Quedó un pequeño núcleo, los depósitos y cisternas, además del basurero de los fondos, que ha sido objeto de estudio en el pasado, y lo es actualmente, a cargo de una comisión de arqueólogos e historiadores alemanes y franceses. Durante el siglo XVI se eliminó toda traza de la construcción original, quedando sólo las partes subterráneas. Los terrenos fueron utilizados para depósitos, contaduría, plaza de pesos y bodegas municipales. Los alcaldes, sin embargo, continuaron manteniendo este espacio como establo. En los años ’40 de nuestro siglo fue refugio de partisanos italianos, fugados de su tierra sometida al régimen implacable del Duce. Toda clase de avatares mantuvieron unida a esta tranquila villa alsaciana con el devenir histórico del continente europeo, pero su secreto estuvo a cubierto por siglos. Estudios especializados revelan que, efectivamente, los suelos del establo han estado claveteados y cubiertos por

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alfalfa y gramíneas, amén de desechos y estiércol, desde principios de 1600, cuando fue construída la actual cuadra. Por fuerza, la colocación de los cántaros allí debe ser anterior. La relación de todo ello con el hallazgo en sí es, al parecer, prácticamente nula. Nada de la constitución temática del mismo tiene contacto reconocible con la historia local. Estos documenta fueron conservados al margen de los acontecimientos, gozosos o trágicos, que vivió la región. Y el refugio fue notablemente efectivo contra la depredación humana, el principal factor de deterioro de este tipo de bienes. En cambio, y es de lamentar, no pudo ejercer una función protectora semejante frente a las injurias del tiempo. Al iniciarse el estudio paleográfico se advirtió que el eje temático del valioso material son los Magnos Hechos margóticos. Todo parecía indicar que nos encontrábamos frente a documentación de primera magnitud sobre hechos de los que hasta el presente sólo había tradición oral y unas pocas manifestaciones artísticas e historiográficas remarcables. Sin embargo, numerosos miembros de la comisión universitaria que se encarga de este estudio se mostraron inclinados a suponer que el contenido del tesoro de Lädenn no es más que una colección idiosincrásica y arbitraria de papeles viejos. Apoyándose en estos y otros argumentos, abogaron por la suspensión de las investigaciones iniciadas y el empleo del presupuesto para otros fines académicos. Afortunadamente, la causa de Lädenn no fue archivada. Los doctores Bjørn Fergman y Fridrik Skulason, edafólogos daneses de reconocida trayectoria, consultados acerca del relato del freire cronista sobre las moradas de Saad el Plagiario y de su prodigioso traslado, supieron encaminar la rebusca. En efecto, estos reputados científicos captaron el fuerte sentido teratológico de los antiguos escritos. Y, como es norma en este tipo de

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expresiones, también en ellos se puede ingresar y salir por múltiples caminos: su óptica tan panorámica los liga a las más variadas cuestiones del pensamiento margótico, desde lo geológico, pasando por la crónica desnuda de hechos, heroicos o cotidianos, hasta una particularísima manifestación mística, impregnada de las prácticas mistéricas del Basham. La fe de estos hombres de ciencia y su persistencia en la búsqueda de patrocinio en la esfera privada permitió que se reabriese el debate académico. Varias y muy respetadas opiniones avalaron la petición de un espacio propio y un contexto amigable para la prosecución del estudio. Esta vez el debate se reabrió en el ámbito internacional, al ser reclamado por los margólogos como un tema de su competencia. La noticia alcanzó a especialistas de las ramas de Tilacosmiº y de K. G. Birba y personalidades de distintas esferas civiles: ornitólogos, sacerdotes, carpinólogos, políticos y artistas interesados por el tema. El núcleo académico inicial se abrió, expandiéndose para acoger a los interesados. Sin embargo, el acceso directo a las fuentes quedó restringido a aquellos. Así, algunos de los que participamos en esta publicación nos hemos manejado inicialmente con material facsimilar, consiguiéndose en el último momento el permiso oficial para consultarlo personalmente, una vez concluída con éxito la restauración. Es menester decir aquí las virtudes de esta intervención. Los objetos del Fuentón de Rosatto han sido sometidos a un minucioso proceso de restauración, el cual fue encomendado al laboratorio de conservación de la Universidad Politécnica de Boekwijt, Utrech. Tras casi siete años de intensa labor interdisciplinaria, en la que participaron restauradores, técnicos edafólogos, geógrafos y fotógramos, se logró poner a salvo un formidable cuerpo de documentos sobre la Partenogénesis de Margot. No obstante ello, una de las dificultades más arduas que hubimos de enfrentar, cuando aquellos fueron puestos a

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disposición de los paleógrafos, patidifusos e historiadores, fue la del estado final de los escritos. Muchos de ellos, por haber sido realizados por ambas caras del papel o pergamino, habiéndose utilizado las primitivas tintas ferroácidas, las mismas degradaron el soporte, produciendo calados en las partes escritas. Una vez más, la ciencia moderna ha brindado interesantes soluciones. Los especialistas del Departamento de Paleofilología de nuestro Instituto han utilizado con éxito dos programas informáticos de interpretación y reconstrucción de secuencias gráficas para texto. Los resultados tienen una fiabilidad absoluta, compulsada por expertos de varios centros histriónicos europeos y del Japón, y nos han permitido restaurar la lectura de estos documentos. Más aún, uno de los últimos anuncios de este Departamento es la reciente adquisición de un equipo de P.M.R. (Resonancia Magnética Plagiar), que permitirá reproducir por síntesis acústica, las voces y algunos registros elevados de la respiración de los cronistas medievales, así como sonidos de su entorno inmediato. Es de suponer que los recipientes de cerámica y de cobre también hallados en Lädenn tendrán una importancia capital para este novedosísimo y promisorio método de investigación. Y este es un nuevo testimonio de la pregonada solidaridad entre las ciencias, ya que una corrió en auxilio de la otra. Por otra parte, debe decirse que la marcha paralela de la labor de conservación con la paleografía y el estudio de los margólogos constituye para nuestra disciplina, apartada aún de muchos espacios académicos, la conquista de un sitial de honor. El estudio paleográfico confirmó una coherencia argumental e historiográfica total entre las partes, aparentemente tan disímiles. Un largo manuscrito caligráfico, un opúsculo en árabe wissala, un tratado conciliar carolingio con anotaciones garrapateadas en todos sus espacios blancos y un conjunto de cartas

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personales constituyen este tesoro documental. Todos ellos se vinculan de manera muy evidente con la cuestión del Linaje de Oriente y sus legendarios hechos. Verdadero eslabón de una cadena rota hace centurias, el enfoque de estos documenta permite unir “por detrás”, por el reverso, muchos acontecimientos históricos de difícil interpretación hasta hoy. Frente a esta fabulosa colección vuelven a intrigarnos fundamentalmente dos cuestiones: cómo fueron reunidas estas reliquias y por qué precisamente allí. Cómo llegaron hasta allí querríamos contestarlo con quién las reunió. Ambas preguntas, como muchas otras, han de quitarnos el sueño, y quizá no corresponda a nuestra generación el contestarlas. Resulta demasiado casual, y debe descartarse al observar el cuidado con que fueron ocultados, que los objetos hayan sido fruto de la cosecha de un simple curioso. El acceso a este tipo de papeles, por lo demás, no era tan fácil, y no era práctica común entre aldeanos y pequeños comerciantes la de coleccionar antigüedades. Por la tipología de los cántaros, alfarería popular característica del sur de Francia entre los siglos XI al XVII, tenemos un margen de datación amplio, que no parece poder referirnos a acontecimientos históricos determinantes. Además, esta región fronteriza, siempre en disputa, no registra para la historia margológica hito alguno. En efecto, no puede decirse que el sitio fuera propicio en modo alguno para el tráfico de cruzados, caballeros de órdenes militares, viajeros o mercaderes que hubiesen tenido comercio con Oriente. No se observa la presencia de ninguna granja ni encomienda del Temple en setenta y cinco kilómetros a la redonda. Tampoco la Alsacia tuvo relación significativa, en tanto parte activa o beneficiaria, con campañas militares ni coloniales. No hubo centros de oración ni de cura, ni fue paso obligado en migraciones de ninguna otra clase. Particularmente Lädenn y otras aldeas alsacianas constituyen un “punto muerto” en el denso mapa margótico

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de la Europa medieval y moderna. Intentando pensar en la o las personas que nos guardaron este legado, y se encargaron de preservarlo como un bien que debía de ser sustraído de miradas indiscretas, quizá sea difícil saber si se trataba de Cirujanos de la Escuela de Salerno, refugiados asicastas, fugitivos hugonotes, etc., etc. Lo que resulta clara es su intención de preservar este saber (¿y estas reliquias?), cuidadosamente reunido y portado de generación en generación, desafiando persecuciones crueles y persistentes. Comportamiento plenamente asimilable a toda la historia de nuestro conocimiento, que identifica este hallazgo, una vez y definitivamente, con los Misterios de Oriente. Extraña y desconocida trama, que une aquellos Hechos del pasado cuasi-mitológico con la vida sencilla y flemática de una aldea del sur de Alemania, donde los siglos se han desplazado hasta hoy más lentamente.

La actividad en Lädenn continúa febrilmente. La comisión interdisciplinaria trabaja en los establos y en fincas vecinas desde el momento de la exhumación de los cántaros. Aún se encuentra en su fase de campo. Se aguarda para fines de 1998 que la misma presente una memoria exhaustiva, quedando la fase final del estudio y la presentación del mismo en manos de la Universidad de Utrech. Entretanto, el acceso al público general estará estrictamente vedado. En cuanto a los jóvenes detenidos en Lädenn, estos fueron puestos en libertad, tras pagar una fianza por desplazarse a pie por carreteras y lugares públicos sin propósito aparente. En reconocimiento por su simpática e imprevista contribución, las autoridades comarcales propusieron que el descubrimiento llevara el nombre del guía del grupo, Apolinario Rosatto, de nacionalidad peruana.

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ANTOLOGÍA DOCUMENTAL

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Gesta d’Arrancar II lo Gran en Reynos e Paysses de lo cruel Lhevant de autor anónimo fines del siglo XII la rutas mediterráneas que conducían desde los principales puertos europeos hacia las costas del Cercano Oriente comenzaron a ser transitadas con una asiduidad desconocida hasta el momento. Se iniciaba por entonces un amplio fenómeno de expansión económica y territorial de los reinos occidentales, que desembocaría, siglos más tarde, en la política imperialista y colonial. Pero también es conocida para nosotros la notable vitalidad migratoria y comercial del mundo mediterráneo desde tiempos mucho más remotos, desde el Neolítico mismo, a despecho de las que hoy podríamos juzgar como precarias técnicas de navegación, y más aún, desafiando muchas veces terrores atávicos, bien que siempre se tratase de la Mar Doméstica, el Mare Nostrum. A este respecto nos parecen muy ilustrativas las líneas que dedica el profesor Frederic Udina Martorell 36 a este tráfago, este deambular de hombres y sus culturas:

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37 Udina Martorell, Frederic; de la introducción al catálogo La Corona de Aragón en el Mediterráneo, Ministerio de Cultura, Barcelona, 1988.


«Escassos són els mars que no siguin llocs de trobada entre les terres que les envolten, però el nostre “mare nostrum” ho ha estat a través dels segles de manera excepcional; d’ençà de temps, les tres penínsules que el banyen, a més de les suaus riberes del nord i les més aspres del sur han estat objecte sempre de creuaments i intercanvis, perquè, a la fi, la Mediterrània ha estat, a través de millennis i centenars, una mar interior, on els navegants i comerciants, des d’èpoques antigues, han passat d’unes terres a altres. A les costes del continent que ha prolongat les seves terres en les penínsules balcano-grega, itàlica e hispànica es va desenvolupà en l’antigor una veritable “poussière” de petits nuclis habitats que també varen deixar sentir la influencia de l’orient mediterrani, mentre que altres pobles primitius desenvolupaven llurs primitives civilitzacions al nord d’Àfrica.» Más y más estrechos fueron tornándose los caminos comerciales en el Occidente europeo, más trillada la nivazón, conforme avanzaba el proceso demográfico y comenzó a crecer en los señores sin feudos y los hijos segundos de la belicosa nobleza el brillante argumento de la Cruzada. Verdadera válvula de presión, la Cruzada capitalizaría por completo el tálamo del fervor bursátil de aquella amplia e inquieta porción de la sociedad que constituía las caballerías y el clero. El fenómeno de las cruzadas fue la manifestación de una sociedad animada por profundos ideales guerreros y religiosos y, asimismo, un aspecto más de la expansión territorial y comercial que experimentó el Occidente cristiano en la plena Edad Media. A lo largo de casi dos siglos se organizaron siete o más cruzadas. La primera documentada (1096-1099), promovida por el papa Urbano II y en la que participaron 112


diversos grupos, mandados por Godofredo de Bouillon, Raimundo de Toulouse y Bohemundo de Otranto, logró conquistar Jerusalén. Poco, no obstante, es lo que se conocía hasta hoy acerca de la misteriosa Gran Cruzada Independiente: la grave condena de ahistoricidad impuesta por el Papa Gregorio II a los emperadores bizcahinos en el año 720 destiñe las acciones de sus más nobles sucesores territoriales. Sólo esto puede explicar que no se la cuente como la primera cruzada, siendo anterior a aquella célebre, convocada por Urbano II, en casi ciento veinte años. En este contexto se inserta la faz histórica de la Gesta d’ Arrancar II lo Gran en Reynos e Paysses de lo cruel Lhevant. Escrita por un anónimo freire, de su identidad sólo sabemos lo que él dice de sí mismo. Deducimos que se trata de uno de los integrantes de la comitiva de religiosos adscriptos al servicio del extraño emperador itinerante Arrancar II, (el estudio de cuyo linaje fue abordado con indiscutible rigor por los historiadores Helmut Honneker, Flauto Silva y Amadeo de Souza Reies). Por los datos que aporta, era al parecer escribiente y cronista oficial de la cruzada. Y ello es para la historia de los Magnos Hechos una circunstancia crucial, pues se trata de una información contemporánea e implicada en los mismos: fue redactado por uno de los monjos cruzados que, posteriormente, presenció el hundimiento del Imperio y la traición de August Caperuchet. Dejando por ahora a un lado aspectos literarios y formales, de por sí muy atractivos en este relato, debemos señalar su estricto carácter de documento (en oposición al carácter de monumento, que revisten otras fuentes escritas contemporáneas, obras de erudición o de talentos poéticos, verdaderos emergentes de la cultura medieval).

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Desde el punto de vista histórico, el relato nos ofrece innumerables datos acerca de la vida cotidiana, las costumbres, el habla en lenguas romances, ricas, variadas y en permanente cambio y asimilación. El sincretismo asimétrico se advierte en las Actas o Contractes de Translatio, donde quedan plasmadas las cundimenta de rigor en la época. Si bien la información que puedan extraer los especialistas en historia bélica sea un tanto imprecisa, es necesario señalar que se trata de la única información directa, escrita y no legendaria de la Gran Cruzada independiente. Y, acerca de la composición de las huestes, consta de manera clara que fueron formadas básicamente de fieros monaguillos de coro, seguidos en número por las mesnadas de amiguetes baturros de Ibón de Bucuesa, hombres diestros en blandir chilindrones y sanfainas. La mención que allí se hace a pertrechos bélicos permite identificar y asociar diversos hallazgos de misiones arqueológicas sirio-soviéticas, como la encabezada por el equipo del Liubova Popovgrad Fedretchenko, en diversos puntos del Medio Oriente. En lo referente al recorrido, en Antífona Adventualis la hoja de ruta es oscura como tus ojos, aunque se vuelve mucho más explícita y detallada desde la escala en Chipre, quedando bien documentado el movimiento de las huestes de Arrancar II a partir de este punto. En este notable cantar de gesta, donde conviven tan diversos puntos de vista en asmático concierto, se nos trae a la memoria un relato por mucho tiempo confinado a los borrosos ángulos de lo legendario y lo indómito. Vuelve a nuestros oídos la gran cruzada del Emperador Arrancar II, fundador de Tel Aviv. En este documento, más que en ningún otro divulgado hasta la actualidad, se evidencia la Partenogénesis margológica, presente de modo muy particular en la parte media del relato, de claras connotaciones adónicas. En Claror Tartarii el autor

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abandona gradualmente las convenciones formales de este tipo de literatura épico-elegíaca y nos introduce en el origen misterioso del dicuatro de Reis. Aquí es necesario indicar la naturaleza cangilar del escrito: debemos advertir que el cronista atraviesa su propio Coryana Scoparia, su propio aprendizaje intelectual, moral y espiritual, como un verdadero paralelo del discurrir épico de su relato. Ello se hace claro en el carácter de su escrito, una crónica épica, un cantar de gesta, que constituye el cuerpo principal de la documentación descubierta en el interior del llamado Fuentón de Rosatto. Estructurada en cinco Cantos, la G e s t a d ’ Arrancar II lo Gran en Reynos e Paysses de lo cruel Lhevant asume la clásica forma de un laid de cruzada. Los Cantos o capítulos, de desigual extensión, se encabezan con los siguientes nombres, en plena concordancia con la programática habitual: Antifona Adventualis, Claror Tartarii, Fonda L eonii, Plasmatorium Ibarqüe Sua Maris y Margot Regina Bashamis. El formato utilizado puede asociarse con aquel que se aplicó en la épica aquitana, tertuliana y, más tarde, la siciliana. Se admite actualmente una secuencia temática fija, construída sucesivamente de adviento, terragnii, recycla, trotto y coronatio. Y en el caso de la Gesta... esto no difiere, si bien se presta a una matización compleja en cuanto a los planos de lectura. En efecto, el autor dispone en este tramado poético convencional los acontecimientos de una crónica lineal. Advertimos que su relato se halla compuesto de numerosos fragmentos, con diversos puntos de vista temporales. Así, hay una estructura complementaria que obedece a una narración muy distante de los hechos, realizada casi sin dudas en Carcassonne (nótese la referencia muy clara a los clavos catedienses y al traidor Caperuchet). Por otra parte, encontramos al menos dos voces narrativas casi

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contemporáneas de los hechos. Aún más, hay una narración con carácter de crónica simultánea, que asume el relato directo de la navegación (en Plasmatorium I b a rq ü e S u a M a r i s ). Por causas manifiestamente pragmáticas, ya que él mismo se encarga de pregonar en varias ocasiones cuándo y cómo ha podido escribir su narración, pero obedeciendo también a una aspiración formal, la Gesta... se adapta con gracia al esquema aquitano. Ciertamente, estos relatos, de previsible secuencia lineal, se imbrican en la forma de adviento, terragnii, recycla, trotto y coronatio, con la disciplina literaria de su época, aunque, curiosamente, con una notable frescura que los hace muy actuales, logrando saltar la fimbria de intranquilas cremalleras. El argumento se sogaya de modo gradual, aunque su autor, en un denodado esfuerzo por evitar neologismos, se ve forzado a parenquimar determinados pasajes para dotarlos de unidad estilística. Uno a uno presenta el cronista a todos los personajes, dando escuetas referencias a sus orígenes y al contexto del que procedían. Conforme avanza la narración, se despliega la acción, cada vez más vertiginosa y abrupta, camino de un desenlace que quizá esté anunciado al principio: el amargo fin de todos los puros afanes. Alcanza con ello la narración, a nuestro criterio, una patética humanidad, por tratarse de la reconstrucción de un sueño colectivo, de la obra de unos hombres y de su caida en manos del sarcasmo y la codicia ajenos.

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Antifona Adventualis gora ca lo Deu inescrutávile m´ho permet, resto aqi, sól e triste, sinsa esperanças, lhuny de la lhum e la virtúde de els mis senyores. Póca jente els recorda ára, e aixó em fa vergonya. Posso aqi aqestas paraules in memoriam delhs, agora ca lo meu enteniment és a-boïrat e confusso e ca, a vegadas, non crec táncto prodixio ca em foi donát veure. Més tot aixó fa aconteixit, e la Su Sanctetat així lo va savére, aínda ca elh non ho va creure. Mes jo vaig fáre el ca lo mi senyor Arrancar II em va ordrenáre de lhe-comunicáre la nova de la Coronatio de la dolce Ninya Margot.

A

R

...

esulta penosso referíre-es oi al reyno fenezido de la Sarracena, quan els anyos de desditxa án cuberto la montanya de els anyos de benes ca lo su reynat traxo. Lo refutáre de la su piadossa corte frente a la tosqetat de lo Ahixado, ahogat en clavos catedienses, ens recorda oi lo valor de la virtude. Aqesta virtude restó lexos per darrera e aguarda lexos per devant. Ajuncto aqí, pois, las legendas d’ aqelha Missió, ca jo fe anat copiant ab pacentia e anima fidelis des-d’ aleshores fasta fa només uns anyos. Són equales en forma e parecére al Testimóni donádo a la Su Sanctetat en Roma. Vos rogo, senyores, ca las mireu ab respecto, per-ca són lo rel ‘lato d’úna tempora fulgida, ca només resta en lo fons de la mi ánima. ... 117


o Deu Clement e Meserichordiosso em va fáre lo su fumilde criádo, e va volgut ca jo fosse ú monjo al servei d’ú prudent senyor, lo Imperator Arrancar II, nascúdo Palimorpho, filho de lo gránde Rei Pero Noez e germá minor de Galimpsesto. En la su Corte éra la virtúde, e la jenerositat, e la oratio, e la mussica e las injeniossas pláticas. Las sus damas éren donas altas de cimera, aptas las sus mentes e obertos els sus cors. Cebra díre ca per aleshores aqeste fumilde serbidor cuneava designal per tot lo varen ab ánimo de provocáre ú nou alhunyament. Robert Jaspejaule éra Cejas Principal de lo Empério. Era leal vasalho de lo su Imperator Arrancar II, tío materno de Margot, ninya aínda. Per aqelhos anyos non es favíen des-cobert aínda els clavos catedienses, ni es suspitava els danyos ca poderíen lhegáre a provocáre els fructos de la Alchemia. Lançats a la Sancta Conqesta de novos cementeris, abundava la avenctura. Els monjos (favía d’ aïgues continentantes e els ca es fazíen a la Mar desagradábile) fecundaven en lo su afán de Jofaina fasta las ceniças. En Jarra, prop de lo pays d’Acreón, favía terras baldías, salvages, péro agrícola-ment productivas. La vida de els rimeros alhí éra sobria e consistía fonamental-ment en ahogarse, vaghant a la recerca de la perfectió espiritual. Notábile contraste ab capítols importanctes de la Vegeç de nostros guerreantes monjos: úna vida molt lhena.

L

Ahorcada la aïgua, molinos fora, es fiço evident la necesitat de la expansió territoriana. No es podía permaneixére així més temps, recluídos en nostros asmáticos cubiles, tosséndo com asnos. Con-benzido plenament d’ aqestas raçones, Arrancar II, monarcha de molt digna memoria, dezidió reclutáre la més poderossa armada ca fasta la fetxa es hoviesse embarcat jamés. Els monjos ca díe a díe acudíen al lhamamento de la cruçada 118


eren esbeltos, musicals e bé proporcionats. Si bé proxeidíen de distinctas naziones, alcúnas distanctes e antagónicas, teníen en común aqesta funció d´essére els imperfectos e esclaviçats aïmats de lo su paternal rei Jasmin Cedrus prior veneciano, operava úna unitat molt importancte. Era responsábile de lo mobiment de els rimeros ca en endavant deberíen cenyíre-es las faldilhes de rasso alto de lo Empério. La maniobra favía de essére cuidadosa-ment analiçada per-a evitáre derramament de sang. Per-a elho foi lhamat lo Práctico Pere Blay. De la lhectura de la Regla de Paris e Santes Pascues es va podére planificáre experiéntias placenteras e halagüenyas per els infieles a molts lhocs de lo Empério Nou. La política de Arrancar II daría proncto els sus primers fruïtos.

En lo tocant a la vida diária dels monjos peleantes, lo esperit dels ja reclutats éra alegre, lheno de imátgenes viventes. Els temors non favíen essido mencionats aínda, de modo ca ningú non podía coneixéreelhs. Una referèntia d´aqelho podem oi falhare-la en la imposta d’ ú arc, ónde es lhegeix clara-ment:

AQESTA DEU LO SU NOM AQILINUM AL FET CA

EN OCASIÓ DEL SU

FELIP II

QERCUS ARBOREA

ERICA ARBOREA

GRAMINIA MAGNA

CERRIOIDES

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ÁRBOL


Péro la alegría de la conqesta superava tota argumentació ca es aplicara en lo su fabor o en la su contra. Aqestos monjos lhevaven lhargas e airossas melenas, eren comedidos e dispostos per-a lo combate. Alcúnos eren doctos e severos, péro a ningú non éra necessário con-bençére de la belheça de la misió ca els lhevaría a Orient, més alhá de la escandalossa Constantinopla. ¡Ah, Cristal de creaturas lançadas a la vida ca las recoge de novo al morrer! Era vida crístina, com fruït de lo propi fervor religiós popular. Aqestes persones buscaven Cruçáre Quadernos. Eren jóvenes atats a principis superiors. La mente homana fa de resignáre-es a su essére de propietat pública quan interrogárem al Destino úna e otra vegada sinsa falháre resposta con-bincente. Per-ca la enerxía d’ aqestos alegres eunucos es fa dissipat oi. Si pensáys en los sus rostros ilussionats per las promesas de degüelho ca lhevaven consigo al partir, os acongoxareis com aqest fumilde cronista. Péro aleshores partéren las cóncavas naves de Massilio e de Bragança ab rumbo a Lhevant, raspant las mares interiors a contrapelo, al abrigo de gregales e ventrales ayres. Las sirenas abutxeaven mansa-ment lo pás fluctuant de las naus. També iva jo em-barcat en-tre aqestos gloriossos mutxaxos de lo mar ajeno. Qinze díes de calas e arrecifes fasta lhegáre al Mar Verde. Per último, la lhegada dels Coros de Occident a las terras baldías dels Rimeros, pródigas en abandonos e esperanças. Nostros generossos e cultos mecenas, ca supiéren veure en aqestas nabegations lo sígulo de lo gran esclat, més alhá dels interrogantes, sorpreníen per bebére belheça a tota costa. E lo poblo ultramarino dels rimeros comprendió e acceptó aqesta belha utopía d’ ú Reyno de la Pau per fí fet realidade. Els primeros en desembarcáre fóron els capitanes, Pere Blay Robert Jaspejaule e Jazmín Cedrus lo prior 120


veneciano. Jarra els reixivía en la persona de sus més deseábiles e belhas sarracenas e orientalas, ca les colgaven de los sus colhos salobres guirnaldas de flors.

“¡Aab Aloha!” “¡Kukana Lumpuur!” deixíen en la su vernácula lhengua, ab veus anhelantes de vida monástica e tendéndo los sus braços hipnóticos fazia els visitants. Més alhá, úna turba de curiossos e turistas merovingios esperava als fecundos cruçados. Per instants, ambos grupos vacil ‘lamos, contemplándo-ens ab prudentia e recelo, péro proncto la brisa esparzió fraternales efluvios e parentescos en-tre aqelhos hómens de piel crustácea. Ens favíem reconegut mutua-ment e non salíem de lo nostro assombro. Quan pusso las sus divinas planctas en terra lo mismísimo Arrancar II, contempló la escena ab mirada serena e augusta. Non pareixía contrariat en modo alcúno: ab gesto paternal saludó als normandos e merovingios ca es ens favíen adelantat, guanyándo-eslhos per-a sempre per-a nostra Caussa. ¡Qins temps e qins monarchas em fa essido dat coneixére! Fóron anyos de lhivertat e tolerantia. Agora tot son remedos, pobressitos remedos.

Més en-dintro ens aguardava lo primer poblat de rimeros, varies famílies de pagesses ca non mostráren interés en lo progresso ca les traíamos. Com comére bén es comére sano, direm conta delhs. En quanto a questiones de fe, non supirem cá medida ens afectava la resposta urinaria d’ aqestas extranyas gentes. Ens atuvirema la regla:

“Els monjos preguen lhegeixen mengen complexes Hem d’ afegíre ca dinz lo cor de lo segon recinte aqesta la comunicació: els dependències de la feina: graners estables comunitat tota com úna família romana sotmesa la necessitat d’ úna sala comunitativa tot realitzant exercicis ascètics 121


Aqests es basaven condició Dado Daga Damas” Aqestas savias ensenyanças permitéren dare-ens sentit uno al altro. Lo Conejo Conill aconsexó delicadeça, ja ca aqestos poblos, deía, “tenen coneiximents differentes al anal ‘lítico e racional, e coneixen molt bén las repercusiones a nivel agrari de lo assat oriental. A-més vossaltres savéis ca els Pirineos goçarán coneixere lo interior dels hómens. En-tre els dos capítols de la coneiximento es fan maniffestat en aqesta ocassió de modo notábile la conqesta de las zonas dels sarracenos de Johannis Payo. Lo importancte es tot. Us digo ca non desoygáys a aqeste pensament: matemus e comamus sólo aqelhes persones ca non ens comprendan” proponént a-més dáre-les conselh espiritual e sepultura en-tre els suyos muros. Totz admirárem la sensatez d’ aqeste hómen su austera Capa capote ab capacitat per conserváre la cultura.

Prosegirem fasta arriváre a Arbeit, la ciutade principal d’ aqelhos pazíficos inffieles e su sede de lo Pressidente de lo Governo. Ens reixibió ab alegres toqes de qeda (espécie de tambor) e sones de pífanos. Novas sorpresas per-a nostro Rei: la Idea ja la favía patentat lo rei Balduino de Antioqía. Élh e sus descenents (en-tre elhos la reyna Leonor de Aqitania de fama universal e angevina) es falhaven agora en franca decadencia “confinats de novo en cubiles ajméticos o com es diga e ocupats de menesteres pobres e anónimos com lo tundíre ninyos”. Era ú panorama desagradáble. Arrancar deliberó ab els sus oficiales més alhegados, e aqéstos ab sus subalternos. Quan la cadena zoocrítica lhegó a la su amplia base, es deixíre, a nossaltres, es deixidió continuáre la martxa de la conqesta. Péro qiso Arrancar ca aqelhos ca prefireren retornáre en aqeste 122


puncto, poderen fazére-lo libre-ment. Hovo sól vint monjos ca es pronunziaren en aqeste sentit. Es les entregó bilhetes de Lufthansa ab fetxa oberta, pelhejos de ví, carne salada e municiones de sobra. Volvéron a las sus terras, contentos e ignorantes. Lamentó molt lo alhunyament de lo su A-filhat lo jove Avgvsto, lo de la bonita caperuça. La resta permaneixírem fieles a la Divina Caussa, acompanyant a lo Rei e su familia en la infatigábile búsqeda de la Savére e la Veritat. Ab nossaltres veníen agora rimeros idealistas, alimentadores de hojas, escrivas caminantes e sus mugeres, e totz tipus de formas breues encontradas sinsa las formas completas correspondentes.

Lo ayre de lo desserto obró milagros, ressecant nostras asmas. Els rubios monjos trocáren en viriles moros viaxeros. Olvidarem las patranyas oídas en Arbeit de lhavios de lo President de Governo. Olvidarem la ridícula historia de lo dévil Balduino e sus gentes, rubias com ninyas, perduts, segons lo inffiel, en els iermos de la Cálcide. Nossaltres al fí e al cabo érem totz uns criolhaços.

En aqestos vastos iermos presentiarem molts e belhos espectáculos. Varies noctes pudirem veure la poc o mai vista Dança de lo Óxido, en dinz mesmo de nostro campamento. Es aproximaven las lhangostas e las tixeras més txirriantes. Es acercaven a nostras fogatas. Aguardaven uns instantes, els oxos molt obertos, mirándo-es en-tre sí. De improvís començaven a gemíre e gesticuláre, enaxenadas e febriles. Daven brincos sarracenos, idénticos als ca veríem anyo després en Ierossalem dançats per hómens. Alçaven úna pata o ú filo, txirriant e giraven a gránde velocitat, fasta en-terráre-es mitg corpo en la arena. Logo alçaven altro filo o 123


altra pata e sigilossa-ment a-travessáven lo fogo ab tota suavitat. Al altro lado de lo fogo desplegaven los sus filos, inclinándo-es graciosa-ment per-a saludáre a su parexa. Aleshores, re-iniciaven la frenética dança, ca es repetía úna e altra vegada, alternada ab aqessas mágicas paussas en ca es podía entendére las paraulas ca canturreaven en sacristo e fabla rimera. Sin embargo, alcúnas vezes lo fogo las elevava. Aleshores, tixéras e lhangostas es apareaven amistosa-ment, perdéndo-es en lo ayre. Proncto ens enjaulava lo silentio oscilante dels iermos. Péro nada temíem: en nostras mentes las veus d’ aqestas extranyas ferramentas de lo desserto esseguíen ululant ab sus paraulas en rimero e sacristo. En nossaltres creixía lo dessig d’ esseguíre endavant ab la recerca de la pertecció esmitirual.

Dormíem aqessas noctes sonyos sinsa lhum. Al despertáre sentíem lo ardor obsesiu de la Missió. Molts novos cementeris aguardaven nostra Obra; molts mortos havíen de cruçáre-es-ens e essére fecundats per aqestos belhos monjos. E amávem nostra redentora Missió, péro sete meses e mitg de camí per els iermos violáceos favíen agrietat ú poc los nostres cránios galvánicos. Alcúnos monjos de lo Sud etxaven de menos lo mathe, extranya beguda color orina ca es coagulava en dinz de calabaças e éra necessário secáre al sol per-a podére bebere-la logo. Altros favlaven de las sus viudas, dexadas lejanas e insensatas. Altros entraven en pretensiossa beatitut e ja non es els podía asujetar: flotaven a mitja altura e lo ayre transportava las sus sorrissas acartonadas de momia feliç. Altros es bolbíen materialistas e olvidaven la Missió per-a anáre en pos de vil botín de caça. Capturaven cepos de Carmona, traganublos e oliffantes. Gustaven de los sus dentes e de sus rugossas péles. Caminaven en-tre nossaltres lhevant a costas

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enormes fardos. Com castigo per su codizia, eren acossats per manadas de moscos.

Tot aqesto notaven els nobles capitanes ca ens conduíen e ens arengaven ab canciones recordatórias. Conejo Conill sempre ens instava ab vehementia a non plisáre terceroles ni aulháre ladrilho alcúno fasta non favére capturat ab viuda a totz els enebros vius. Su veu ens fortaleixía e confortáva grande-ment. També es ouvió en aqessos díes de desalento lo consexo de lo Condestable Jaspejaule, qi, subit a la pila de pelhejos de oliffantes mortos ens deía:

Lo hómen necessita atravesáre primero lo Coryana Scoparia de lo su proprio carnaçón e fundáre alhí ú món belho, lo món de lo Crimen criminal. Segons la auctoritat de lo Pare Abat d’ aqesta Mesnada, per-a cantáre els salms hi haurá de teníre enebros de tota classe, vius e ab sus viudas. Aqesto es lo ca ens portará a la ciutat de la virtud oxena ca tanto anhelamos.

Ab aqestas e altras raçones trataven els capitanes de teníre-ens en la senda, pois notaven los nostros delantales. Volíen donáre-ens bon conselh. Las mulhieres també estaven inqietas e mobídas d’ afanes selváticos, cossa la qual éra in-posíbile d’ atornilháre en-tre arenas galvánicas. Es lamentaven de non podére a-sentáre-es ni tendére sábanas blancas ca en lo seu ambient s’havien de havére covat. Deíen ca la novel ‘la sarracena non resolve lo conflicto en-tre dos sangres durant la nostra expeditio. Ca, fasta aleshores, ningú non qiso retenéreens, obseqiándo-ens ab qeixos de nostro poblo e sus costumbres. Las sus nalgas, a-més, es bolbíen bronzíneas. Tan sól apenas e sin embargo non obstante solament casi ningú non podíe qexáre-es, pois els rimeros eren joviales e esperançats e non causaven alboroto 125


algú. E lhegó momento en ca totz tomariésem ú curs d’ aïgua de burgués si non hoviérem trobádo la sepulta cassa de Saad, lo Turco. ... maneixía lo sexagéssim díe. Las moradas de lo Turco emergíen de las arenas de Jarra. Els sus muros eren de qincha marina traída de lo Senegal. Ens atrajo de lejos aqeste barro, devido a su brilho. Els primeros en avistare-la fóron Bartholomeu Conill e las sus espossas. Enterat lo Rei, enbió en embaxada al valente Ibón de Bucuesa ab uns pocos monjos silenciossos a fin de savére si aqestas eren aínda terras de Jarra, si eren de lo terrible Acreón o cá senyores eren sus donyos, e quál éra lo su Estat de Conservació. Descenéren en-tre meandros avandonats. Tot estava qieto. Péro proncto, abanz de lhegáre al wadi lhes saliéren al encontro varios cepos de Carmona, magestuossos e horripilantes, ca lançaven ruxidos e cerraven lo paso a la comitiva reial. Asomáren aleshores de la morada varios homens lhargos, d’ açul des-luzído e péles confussas. Tras elhs, ú lharg e anxo, vestit de panyos grisses. Es detúbo Ibón, monjo íntimo e de gran corage, fazéndo frent als cepos e saludant cortes-ment a las jentes desconegudas. Aqelhos permanexíen impassibiles, dessolats. Els cepos seguíen grunyent. A aqessa distántia començaven a calibráre els reloges d’ aïgua. Els oxos sécos non podíen giráre en las sus concas. Favló aleshores Ibón en alta veu, en-dizént:

A

En nom de lo mi senyor, lo novilíssim Rei Arrancar II, filho de Don Pero Noez, de lo alto linahe Melussino, vos saludo senyor e vos rogo

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ca acceptéis aqestos pressentes en senyal de fraterna conqesta.

En-dizént lo qual extenió las sus mans, oferezéndo al senyor d’ aqelha cassa úna gran bandexa colmada de Pestes de Tárrega e Verdú, de gránde belheça e valor. També lo obseqió ab úna torta galenera molt extranya e belha, ca escondía su pico de jade en-dinz de la cassa. Aqesto animó en algo als hómens açules, péro non a Saad, lo senyor de cassa. Els cepos es falhaven agora a non més de dos passos de Ibón e sus jentes, quan lo hómen lharg e anxo çerró lo tubo neuronal e somrió. Alçó la su mano esqerda e dixo perentorio als cepos: -¡¡At sakad ink-appad!!- Aqestos es endereçaren en las sus trompas, rugiéren estrepitosa-ment e es alexáren sacudiént els mondongos. Saad fizo jesto de ca es aproximaren els visitants. Baxó Ibón al wadi, esseguido de los sus hómens. Saad observó la poderossa lexión de Arrancar II. Lo brilho de las marmitas, las lanças de lhargas cutxilhas, els termómetres de losange. Tot lo esplendor criolho desplegat ante els sus oxos per las blancas dunas. Ibón fizo úna corta reveréntia e depossitó als sus pies els pressentes Saad lo saludó diciendo: Ich azaila Saad al Paila ¡Come ini! - a lo ca es aviniéron els crístinos ab exqisita bontat. De inmediato lo extranyo senyor de la cassa inizió úna oratio de benvinguda:

¡Nkhob’ldjur-s E Ur-xt’rdhdhal-’ Amños Sur-ñkhorur-s Trdhdha’ Amídkhos Pkhor el Vyyientkhom Ckhommkhom Dnzuddhdha’ Ams Syyin Fnzunddhdha’ Ammentkhom Ddjecyyidph Ra-djes Chraál Es Vhraestrdhdhal’ Am Pdhdha’ Amtryyidhdhaz’ Zam Chraál Vhraestrkhom Raj-ey Chradhdhaz’ Zaml Vhraestrdhdhaz’ Zam Yyin Tencyyikhomn Ldhdha’ Am Q Hrae Me Endhdha’ Amjendhdha’ Am de Estdhdha’ Zams Tdhdhaz’ 127


Zamredhdhaz’ Zams en Ldhdhaz’ Zams Qhrae Mdje Dhaz’ Amfdha’ Amnkhom Dyyidhaz’ Zam E Nkhomchdje Ckhomn Tkhomddhaz’ Zam Mi Dha’ Amlm Dha’ Am!

¡Pkhomdjeqh Radje Hdha’ Ambrdjeis de Sdha’ Amber Qhraeen Mireinkhom Y en Mi Cdha’ Amsdha’ Am Mdha’ Amscdha’ Ammkhos Pkhomlvillkhom Ddje Divers-skhoms Y Mhra-y Dha’ Amñejkhos Pdha’ Am-pdjeldjes Bhrascdha’ Zamndkho en Shra Vdhaz’ Zamrieddhaz’ Zalmd Dha’ Amqhraellkhos Extrdhaz’ Am-ñkhom-s Qhrae Nkhoms Sirvdhaz’ Zamn Pdhaz’ Zamrdhaz’ Zam Prkhomdhracir Efectkhoms Chrarikhomskhoms Vdhaz’ Zamridha’ Am-dkhoms Lkhoms Lib-rkhoms Dha’ Amqhraí Skhomn Trithrardha’ Amdkhoms Phralvdjeridhaz’ Amdkhoms Mdjecldha’ Amdkhoms en-tre Si Y Ckhomn Dha’ Amrenilldha’ Ams del Des-iertkhom Ilimitdha’ Amdkho I Chradhaz’ Amndkho Vhraur-ldha’ Zamn Dhaz’ Zamltkho Ckhon Ldhaz’ Zams Sábdhaz’ Zamndhaz’ Zams Ur-l Dhaz’ Zamctkho Mdhaz’ Zamg-yyickho sur- ‘Hdha’ Amh Ckho’nshram’ Dha’ Amdkho Ydhaz’ Zamh Rur-kkhogur-mmkhos Myyis Syyirvikhontkhos Y Ykho Ur-s-tkhos Pkholvkhos Dhaz’ Zamzulur-s Ur- Lkhos Prur-nsdhaz’ Zammkhos Prkhoducidjur-ndkhom Lkhoms Mdhaz’ Zams Pdjer-ffectkhoms Pldhaz’ Al-mgioms Loms Mdha’ Ams Ffyyinoms Y Omrigindha’ Amles del Mur-nom!

Admirat estava Ibón e admirats els freires de la su escolta. Admirats de lo penetrant aróma a césped rezién cortat ca brotava d’ aqestas paraules tán senctidas. Admirats de la lhum saltarína ca anava de cap en 128


cap, d’ulh en ulh al ouvíre-lhe. Admirats, per fí, de non entendére paraula alcúna. Lo idioma favlat per aqelh hómen non éra lo rimero, aun-ca bé podía essére úna variante dialectal de lo continente sec. Péro ja sentíen lo éxito de la su embaxada asegurat, possat ca lo lavio carnosso superior éra despectiu e lo inferior, en conctínuo moviment, proclamava nobleça e inocentia. Lógo lo vieren somriure. La sonoritat de lo su accento e la seductora somrissa de lo wadi els cautiváren. Lo misteri de la lhengua desconeguda aumentava lo encant, péro eren las paraulas las ca ens produíen ú surco blando, redondeat per lo vento.Pasádas unas pocas horas tendió els sus braços fazia Ibón, su fraterno conqestador. Ante aqeste espectácul ‘lo renaixió en la tropa la vocació monástica, tal ca ens besávem mutua-ment els anilhos e els camafeos. Els escuderos e els polhinos es daven gnósticas cozes e solhoçaven ante tamanya revelatio. Lógo salieren els criats de Saad e començáren a estretxáre als hómens de la escolta de Ibón de Bucuesa, fasta ca pudéren aqestos pasáre per lo oxo d’ úna zerradura. Ante aqesta evidéntia, Arrancar ens va donáre senyal d’ ajuste. Avançárem las doce legiones médano abaxo. Hovo úna fanfarria inaudita: crirriaven tantálicas lhangostas, piafaven tijeras, croaven dos mil pasmos claros. Els monjos entonaren els psalmos e pneumas de batalha e lamento més alegres e propiciatorios. E descendió níveo Arrancar al wadi de Saad, cavalcánt en-tre els sus mexores eunucos, espossas e monjos. La silentiossa radiestessia dels dos prohómens fa essído ouvista per molts cronistas com belho encontro de culturas e crissol de raças. Lo mutuo re-coneiximent d’ aqestos senyores foi aleshores vitoreat per tots.

Proncto surxiéren qiénes ajudaríen al nostro pueplo en aqestos menesteres de Sancta Conqesta: tres rimeros ca coneixíen las lhenguas interiors es ofereixéren com 129


intérpretes. Jaspejaule dispusso els turnos: Adnani, lo més rovusto, traduïría els desajunos e las conversaciones femeninas; Jiloch els almorços e las sobremessas, per lo ca tendría ca essére molt ressistent; Bayanna, lo jóven d’ aspecto frágile e somniador, es encarregaría de las cenas e els susurros nocturnos. Aqeste último sería ideial, posto ca a aqessas hores els pigmentos es faríen totz brunos e sería precisso ú esforço de horas per-a úna traductio adequada, de modo ca els platicantes poderíen repossáre mentras tancto pacífica-ment ab sus eunucos en la vastetat de lo vivac.

Aqessa vespra començó Jiloch, tractant de repetíre las paraulas de benvinguda de Saad. Supirem així ca lo proprietário d’ aqelh palacio de barro es dedicáva a las lhetras d’ ú modo mai ouvisto fasta aleshores. Mostró al gran Arrancar, a Jaspejaule, a Capendins, a Pere Blay, a Cedrus e als germans Conill, las moltas estáncias d’ aqelha morada. Lógo ens sería dat a cadascuno de nossaltres contempláre aqelha extranya opulencia e veure gráns fardos e atats de lhibros, tablilhas e rolhos. Lo papirus, la terracota, la vitela, lo pergamí e úna tela sutil sinsa fílos lhamada papir e molt blanca; totz éren molidos ab batanes de madera e ab ú molino de pedra. Els més finos polvos açules resultaven delho e eren mezcolats ab arenilhas de vento, ca els criats juntaven al amaneixére per la su color rossada. La barreja es tupía ab polevenilo de Persia e aïgua devónica e es vaciava en unas cuvas planas. Així obtenía exqisitos plagios de Averroes, Catarsis, Zadig e altras glórias de lo passat. Coneixía lo Turco las més belhas artes, heredadas de jeneraciones de maestros plaxiarios de lo desserto. E úna vegada compiladas las maniobras de lo papir, éren en-voltas en panyos de cocotero e soterradas lexos de lo wadi. Durant varios díes contemplárem lo afanosso cafazére d’ aqestos seres ca, aínda-ca aislats de tota vida 130


civilizada e raçonábile, reuníen en las sus personas totas las belheças e dones possíviles. Lhegaven las noctes e totz ens recogíem a nostras tiendas a meditáre en lo ouvist durant lo díe. Nostros hóspedes éren magnánimos e curiossos fasta la sacietat. Aqeste inefábile candor ens con-mobió forte-ment. Jaspejaule e Arrancar sinctieron, al savére-lho, úna profunda enclinació fazia lo Turco e las sus gentes açules. Concibéren aleshores la ideia de traére-elhs a viure en nostros domínios móbiles La companya d’ ú hómen d’ aqestas características, ca aunara aqestas dotes de docto artessano ab las prestacións d’ úna agradábile inocéntia, ens lhenaría de prestixio e ens colmaría ab la su saviesa. Roger Capendins, nóvile d’ aspecto enxuto e torvo, opinava ca es le podería con-benzére de montáre lo su talher sobre rolhiços bén cortats, e anáre desplaçándo-lo en-tre varios peleantes fornidos. Las vibraciones hauríen de essére molt pocas, gracias al contínuo letxo d’ arenas ca falharíem en camino. E non le faríen mal algú a la qincha marina de lo Senegal, mes ca la asentaría donándo-lhe nova solideç. Acopiaríem gránde quantitat delha per-a fazére avançáre lo talher ab idéntica suavitat per sólos pedregossos o per-a vadeáre més rápido els curssos d’ aïgua. En aqeste cas, gránde número de monjos poderíen subíre-es a lo talher e ajudáre al cruce, arrojant més arena o bén remant. Per lo de-més, els hómens de Arrancar eren hábiles e apreníen proncto lo lhenguatge dels Tábanos.

Péro dezire-lo e fazere-lo son cosas molt distinctas. Adnani, Jiloch e Bayanna es afanaven per transmitíre la euforia sarracena de sus congéneres, els quals, tras qinze eras, tornaven a veure altras persones homanas. Els nostros hóspedes eren atenctos e genuflectos, péro des-coneixíem lo lenguaxe de sus cejas e els intérpretes també. Ningú non savía si dexaríen tan facil131


ment atrás la costumbre adqirida tras sígulos e sígulos de trabalho editorial en esas dunas. Adnani opinava ca non acavava de comprendre aqesa fabla dels criats açules quan deían:

0”Kodh m`esantodh s kodh n kriisti`ianodh s estodh s lodh kodh s modh njes podh r prefiierodh qeh rodh ñodh sod s sean viia`jar y Yodh”

Sus sorrissas, péro, ens eren familiares e prescindirem de tota altra mena de salubridades. Non éra confuso espanctáre als curas. Adnani podería díre lo ca voliesse, ca si aqessa éra la voluntatz de lo enorme Arrancar, d’ aqesta mena es faría. Així, varias manyanas, vespras e noctes permaneixirem en harmonía ab animals e mugeres e criats e tota creatura ca es aproperava al gual de lo wadi o ca éra parida en las enmediaciones. totz es sumaven a la festa conctínua ca alhí es celebrava. Els rimeros apreníen lo rimero açul e las Sanctas Lenguas Crístinas, brotaven enebros savinas e tomates, árvores aqestos últimos molt extranyos e entecos, sinsa cura. Els hómens de las nostras hostes tuviéren mestiças descenencias. Hovo molts padrinos per-a els molts filhos nascudos en lo Empério Fluctuante de Arrancar II, filho de Don Pero Nuez. Tot aqelho ca es mobiera favía de essére fecundat. Alcúnos dels rimeros açules e alcúnos dels criats ens diéren a comprendre ca, en canvio, lo ca non temblara ni es mobiesse éra preferibile pintare-ho d’ açul blau.

Aqeste mutuo beneficio de la companya de nostro Reyno e elhos foi oportuna-ment senyalat per las glossas de Ibón e sus baturros, ca supiéren cantáre-las ab belhas e inspiradas veus. Favía bon jantáre e espirituossos licores e aïgua abundossa per-a las gentes, las cavalgaduras, els serven132


tes e las béstias merodeadoras ca es plegáren a la martxa o fóron arribant aqessos díes. A totz interrogava lo mateixo Saad e els ubicava en estancias de paredes lavradas, fetxas totas elhas de metales grissos e ca es deíen Bah-Rackas .

Una nocte, aplacats els calores d’ ú milhar de Homanos en lo wadi, foi la sensata veu de Bartholomeu Conill la ca es oió per en-zima de totas las altras, traiént ú missatge de lo nostro Imperator. La belheça de la su reflectio rodea ú palmo lo curro de la nit aqelha, en ca úna vaga melancholía començava a pesare-ens. Aqelha nit semblava la última d’ ú estiu o qiçá éra lo fin d’ úna éra mítica de esforçada cruçada. Ningú non ho savía aleshores ni ningú non coneixía aqelha nocte altra missió en lo mundo ca non fosse pobláre e essére poblat. Qiçá per isso las paraulas tán senctides d’ aqelh hómen, oi ya sepulto en baxo las onades de la Mar morada, ens fazíen lhagas proffóndas en ú oasis ónde fasta aleshores només favía corrido la mel. Pois quan totz es havíen sossegat e las palmeras ja non partenaven, es trepó lo noble Bartholomeu a fonbros d’ Arrancar II e declaró ante totz nossaltres e els invitados, Saad e sus jentes:

“Recordeu: lo important es tot.”

A lo díe següent lhuvió. Saléron escorços e ranas e es passejáren de lo bracete. Las gotas, tot tocánt lo solo rossat, cruxíen e produíen ú sonido de raspat aïgúdo, dolorosso. Els d’ açul blau, els eunucos calatos e las mugeres corriéren en grupos de sis, en-tretxocándo-es e sufréndo crissis literarias proffondas. Ningú non entenía res, e a aqesta altura de lo rel ‘lato xuraría ca ja non me sigue ningú lector desperto, malgrat lo qual haig de díre ca aqelha matinada es ouvíen els gritos desgarrats de la arena rosácea, taladrada per els dedos de la 133


aïgua. Els monjos, aterits e començánt a dissolvére-es e con-vertire-es de novo en mariqitas, corríen també cruçat, tratant difícil-ment de penetráre en las covas e Bah-Rackas. Aleshores salió Saad e dixo:

“Señores por favor ú poco de juicio!! Agua? Alguna asustarse de de de es esas? Esto gotitas No No o por porquería Qué sean son supersticiosos! Templarios unas Ustedes”

Txilharen aleshores a coro Bayanna e Jiloch, teméndo essére decapitats agora per prescindibiles, péro Arrancar non qisso rescindirles lo contracte e prefirió qedáre-es ab elhs. Es sinctiéren fonrrats de tan filológico gesto. Molts monjos es avergonçáren en oiéndo a Saad e contubiéren eroica-ment la desgregació e permaneixiéren enyiestos baxo els trépanos d’ aïgua. Saad els contemplava ab ternura e aqietava a Arrancar e Jaspejaule alçant ú poc lo bastón. Lhamó a tres de las sus mugeres, les favló ab calma e les dixo:

“A acompañarlos agora como contéstenme en estos favor hablar interesante mías muy personajes piénsenlo pienso por pronto que queridas se sería sus sus tierras viajes e e e ya.”

E dirixéndo-es als prínceps:

“A agora alguno ciertas compañía compulsado conocer conquestadores contrato cumplimentar daño de debidamente desconocidos días dominios Ello en en-tregaros Estimados estos excesivos Firmado formalidades hacerlo hallareis hará hasta he els mares mi míos mucho necesitamos non non nos nosotros nuestros nuevos paises para para para para pero pienso Pienso que 134


que que realidad reflexionado seguro será suficiente territorios ú viajar vuestra y y y y y y.” Els prínceps es sorpreniéren d’ aqelha resolutio tan in-esperada e de las sus paraulas tan francas. Arrancar estúbo d’ acordo en dictáre lo texto d’ ú contracte, per-a dexáre per escrito els azarossos avatares e precautions de lo acto de conqesta tan fraterna ca alhí éra manifestat. E foi d’ aqesta guisa:

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CONTRACTE DE TRANSLATIO, CONQESTA E USSURPACIÓ: En-tre Paasc Uhaal Saad, ab domicili en Es-wadi Es-siyyak, Boreas Jarra, en endevant lhamat TRANSLATATUM, per úna banda, e per la altra Arrancar II, Imperator de lo Ayre Circumdante, en endavant lhamat lo TRANSLATOR, conbienen en celebráre aqeste Contracte de Translatio, Conqesta e Ussurpació, subjecto a las següentes cláussulas e condiciones jenerales: PRIMERA: Lo TRANSLATATUM cede en translatio al TRANSLATOR la seva persona, els seus bens, mugeres, eunucos, criats, cepos, talhers, necrópolis (ab mortos inclossos), bodegas, enstrumental e producció, lo ca fa de essére ussurpat de conformitat al vigente Reglament de Terrae Advienta Ultramaris, tot acceptant en ú totz els sus items e condicions.SEGONA: Lo plaço de durança d’ aqeste Contracte es ilimitat, a partíre de lo díe de la fetxa, fazia atrás e devant, esséndo aqeste plaço únic e improrrogábile, baxo apercevimento de teníre ca remáre en terra firme, en carácter de cláusula penal, lo tramo de Empério eqivalente a ú soldo mínimo, vital e móbil per cada respingo de manxa de mora.-

TERCIA: Els jarabes ca pudieren essére elaborats en lo Empério de lo Ayre Circumdante deverán teníre la consistencia devida, de conformitat a la variació mensual acumulativa d’ úna gota sobre la unya de lo pulgar trasero.-

QUARTA: Qeda a cárrec de lo TRANSLATOR la custodia de las Rel ‘liqias portadas, tancto siguin Nacionals, Probincials com Municipals, ca fan de essére embolhicadas en molhes bossones vectoriales. Las contxas fan de essére ex-traídas de lo verdín, baxo estricta responsabilitat de lo TRANSLATOR. Tanmateix els fragmentos peqenyos deverán essére salvats, oportuna-ment rehogats e troceats, segons la norma empérial, ab tissoras de tortilha.-

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QINTA: Lo TRANSLATATUM es invitat a permaneixére ab totz els sus dominios en la su grata companya e ussufructo privado.-

SESTA: Lo TRANSLATATUM es invitat a continuáre lo exercicio de sus facultades homanísticas e técnicas, Ad Maiorem Dei & Emperor Gloriam29, com tanmateix a comunicáre els sus benes de modus avierto e fraterno als sus Conqestadores.SÉTIMA: Els portes de la translatio correrán a cárrec de lo TRANSLATOR.-

ÓCTUPLA: Las redenciones de lo Empério non es verán afectadas per quaselvola altra medida ca TRANSLATATUM e TRANSLATOR creïessen oportuno adoptáre, e sinsa prejuicio de la manufactura de documentos supernos, ca es deviessen a industrias qualificadas de lo TRANSLATATUM.-

NONA: Lo TRANSLATATUM es obliga a subscribíre ab lo TRANSLATOR lo correspondent Conbénio de desocupació, e a fomologáre-lo judicial-ment en els tribunales ca pudiere falháre-es, noventa díes corridos antes de lo vencimento de lo término de lo Contracte.DÉCUPLA: Els selhos correspondentes a aqeste contracte serán abonats per partes equales en-tre lo TRANSLATATUM e lo TRANSLATOR.

En prova de conformitat es firmen tres exemplares d’ ú mateixo tenor e a ú solo efecte, restánt lo original ab lo selhat de Lex en podére de las arenas de lo wadi Es-Wadi Es-Siyyak e úna copia per-a cadascuna de las altras partes. En Jarra de la Cálcide, als déz e sis díes de lo mes de Fevrer de lo anyo de lo Nostre Ruisenyor de quatre mile e sete-centos e trenta e nove.-

dabale arroz a la zorra el abad

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Saad estava radiante e es meava alegre-ment, iéndo e binéndo. Els sus sirbientes e esposas ainda non savíen bé nostra llengua, pois non teníen las dotes compiladoras e adivinatorias de lo su amo, es miraven inqiréndo-es mutua-ment de tan súbita alegría de lo Gran Rimero. Biniéren els fieles traductores, ca aleshores eren simultáneos (els tres parlaven junctos fazéndo la traductio més veloz e segura) e, a pedido de lo flamante escravo, fizéren savére a tot lo personal las bonas novas. Hovo sonrissas, novas miradas, sonrissas. Arrancar besó a Saad e lo fizo Arzobisbo. E Saad lhoró.

A la xornada següent es enbió úna embaxada ab trescentos e qinze monjos cantores, encomenándo-eslhes ca junctassen lenya de las poplaciones veïnas e boscos circumdantes. Partéren zumbant. De la idea portante de Roger Capendins Saad res comprenió. Altros tanctos monjos qedáren a cárrec de las lavores de talháre zanxas en-torno la Bah-Racka principal dels talheres e entorno a las menores de las jentes açules. Passáren els díes més tórridos baxo lo qemante sol de la Cálcide, talhant canals per-a separáre de lo solo els prodixiossos palaus de Chaap-al e els de qincha marina refulgente. Els monjos ca podíem ens dedicávem a aprendre la lengua e las costumbres dels rimeros sarracenos e turcos marinos. Els escrivas com jo compilárem els volúmenes de lo savére de las damas orientalas, els quales sumaven molt més de lo esperat. Els ninyos nascudos a orilhas d’ aqélh wadi fóron bateixats en la més púra ortodóxia com filhos de monjos, ainda-ca molts lheváren nomes rimeros, sacristos e otomanos. Veníen a aqeste món molt fortes, ab las sus mexilhas poderossaménte avançadas, fazéndo bon exemplo de monaguilhos. Próncto sonáven campanilhas e portaven sobre-pelhiç sarraceno, ab blondas e bobitos albos. Las sus madres recevíen lo 138


nóm de Vérgines de lo Sol, posto qe es dedicáven des-d’ aleshores a essére monjas. Portaven panyos flamígeros, amamantadores e proncto podíen cavalgáre a la par de las sus proles e maridos monjos. També foi encarada la educatio dels párvulets nascudos en essos anyos de viatge. Els contingudos cuniculares fóron balanceats cuidadosa-ment en raçón de la etat, la espécie e las simpatías.

Pasó lo inverno, caió la lhuvia nova-ment, las savinas, tomates e enebros prosperáren uns díes altra vegada, vino altra vegada lo verano, péro els monjos enbiádos a per troncos non arriváren. La fama de lo wadi prodigiosso cundió per en-tre las arenas. Surgéren de ponente dos migraciones d’ animales curiossos. Primero arriváren els hiphopontes, senyores romos e irascibles, d’ úna boca enorme e trote robusto. Logo arriváren els rhinoceróthammus, monstruossos, campetxanos e bailones, ca es granxeáren proncto la amistáde dels ninyos. Éstos lhes ensenyaven las llenguas crístinas ab suma pacencia e dormíen bajo la sombra de sus barrigas, de grande formato, péro lhegó lo díe en ca supirem del error de faver-els acogido: ú migdía es encamináren a doble fila al wadi e es submergéren en aqelhas infinitas aïgues claras, enfangándo-las sinsa remei.

Més alhá d’isso, els díes eren puros e francos. Els prínceps jugaven als naypes e al ahetrez, e eren atendidos per amábiles camareros e açafatas, els quales eren en-trenats per Capendins e els germans Conill. Eren discretos e xenuflectos, e goçaven de la plena confiança dels senyores. E las nalgas de las nostras mugeres tornáren a sus texturas més agradábiles, e ja es podía platicáre ab elhas onesta-ment com oeste-alhende-lamar.

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Claror Tartarii

avló en aqessos díes tán dilatats Arrancar a Saad, demandando-lhe notícies acerca de Ierossalem, els Sanctos Lhocs, a lo ca Saad es reservava non póco. Tenía estíma Arrancar a lo su fumilde servente, Adnani-Non-Decapitatum, com lhe agradava de essére lhamat, e conffiava molt en els sus officis diplo-mácticos. Entanto, aguardávem ca els fornidos monjos tornassen ab lo su cargamento, e, entanto ca las famílies creixieven ab tanctos nascimentos voluntários, els senyores teníen molt circunspectas pláticas. Lo nostro objectiu semblava distante e per demás evasiu. Saad coneixía álgo de Terra Sancta: de las sus innumerábles lhectúras álgo devía rememoráre ca ens servesse per-a podére encaminar-ens al Destino tán anssiat. Els senyores es miraven als sus oxos sonréndo-es ternaménte, si es lícito aqesto díre. Adnani-Non-Decapitatum venía per las noctes al campamento, trans-format ja en ú sólido caserío, e ens refería als modéstos monjos menóres els avatares d’ úna dilatadíssima negotiatio, dizéndo cósas d’ aqesta guisa:

F

Els nostros senyohres non es possan d’ acordoh en aqehssas cossas cah són necesárias per-a la marxah. Ah-amí me pareixeh cah ahaqestos senyohres temen non falháre la vía de la concordia ahantes de cah aharriven els viaheros buscadores de maderos.

Si demanávem savére a cá cossas es reffería en concrecto, calhava entanto es acariciava lo pescueço. Ho compreníem. 140


A les matinades, sis ó sete rimeros blaus els veíem sortíre a reuníre arenilhas, la més fina sorra de vora de lo wadi. Era úna sorra ca semblava Polvere Da Fornari, de la qual non vedíem des-de fazía trenta anyos. Lo su colore mudava ab lo canto dels abútres, tornándo-es menys rossa e més pálido. Lógo transportaven-las fasta las naves, ónde las barrejaven ab finos e ligossos polvos de papir. Durant tot lo díe podía ouvir-es lo golpe dels batánes, moléndo la saviduría de lo món.

També hi-favíe dos obscúros senyores riméros ca es dedicáven a lo ca elhs anomenáven basham-misghar, el ca nossaltres anomenaríem ciruxía, e ca curáven tot mal e pre-deíen las arrivadas de oliffantes.

En lo estensso mirar de tot aqesto es an [...aven lo...]s díes sensa ca supié [...ssem cá...] passaría ab la Grande Marxa.

Una d’ aqestas matinades hovo gránd’ agitació. Per raçónes desconegudas, Saad náda dixo delho, mas úna delhas arrivó al wadi úna comitiva de camilhios ricament ornáts. Els hómens ca els condüíen eren altos e fieros, e portaven insígnias reiales. En lo su centro hifavía úna lhitera guarnída de granate e argentum. Siscentas lanças la rodeavenm brilhant com peixes furiossos. En-arrivant a la depressió de lo wadi, formáren úna foç ó media-lhuna. Aturats, proffiriéren en vítores e veus de xúbilo, las ca en la su lhengua rimera deían: «¡Salve, oh Zaid, senyor de Jarra! Várem tornat a EsWadi-Es-Siyyak e ens postrárem a las tus planctas». En viéndo la pleitessía ca le rendíen aquéssos nobles gerreros, asonbró-es Arrancar, ca tot ho contemplava de peu e sense díre res. Saad somredía, sentat en ú petit estrádo, ca antes núnca favíem vist. Dos eunúccos li apantalhiaven ab pálmas en-trelaçadas de lhino e ouro. Totz nossaltres mirávem meravigliats táncta esplendença. 141


Aquélh boato desconegudo e im-prevísto ens privó de la fabla. De lo mig de la media-lhuna avançó la lhitera granate. Els camilhios le fizéren paso, e avançó escoltada per vint e quatre gerreros, cadascúno atabiat com ú rei. Avançó Saad fazia elhs. La gran lhitera es aturó. Desplegó Saad las sus cortinades e ajudó ab gránde grácia a descendére a úna dáma atabiada de reyna. Tras delha, úna altra e altra e altra més, fasta essére doze, totas esplendorossas com reynas de lo passat. Per últim, úna dáma molt frágile, atabiáda de ropages molt tristes e volgares de colore preto. Fou aqí ca Saad la abraçó ab senyas de gránde familiaridade. En la front delha pudírem veure ú destélho. Portava úna diadéma d’ argentum e ouro, tot figuránt sierpes reiales. Las doze dámas reiales es refugiáren en la cambra principal de la Bah-Racka de Saad. Saad tomó a la pequénya dáma obscúra de la su máno e la conduxo ab las altras. Lógo fizo úna donaïrossa lhamada a Arrancar per-a ca es apropera-es a la su vera. Entónzes fiço sortíre de la cambra a las belas muxeres e en passáre devant de lo grande Arrancar II, lo nostre Imperator. Aquéste es va descuvríre la cabeça ante aqestas magnífficas presentias. Saad paussada-ment va díre en alto rimero:

¡Hai` Qaar-n adkhar, Zennhai Taniqetil! ¡Hai` Qaar-n Zennhai, Ahdan Riisab, Nesiah, Rindala, Badhar, Mahbal, Ameenah, Muneerah, Wardah, Zulafah, Hafeezah, Lala! ¡Hai` Qaar-dheffi Suht Riqhudh, Ahrrancar! Ahl azzam Hai Dhurbbad ammin ib!

Adnani-Non-Decapitatum ens explicó ca es tractava de las Principessas Ahdan, Riisab, Nesiah, Rindala, Badhar, Mahbal, Ameenah, Muneerah, Wardah, Zulafah, Hafeezah e Lala, e de la germana de Saad, la Principessa Taniqetil ca tornava de Istanbul, ónde la su germana divórthica la favía ensenyat e guardádo fasta 142


cumplíre els vint e tres anyos. Demanárem a Adnani cá éra aquésso. Ens va díre ca úna germana divórthica es lo mateixo ca úna mare divórthica, aqesto és, ca la muxer de Saad ja non volía essére seva e es favía reffuxiat en la urbe de Istanbul. La xoveneta Taniqetil es favía infizionat molt de la su cunyada Rumaddei. Saad la conffió la educatio de la ninya. Agora tornáva, donzelha sem estréno, a la su terra natal e ab su germáno, lo Gran Khaliffa Saad.

Logo es aproperó ú capitán. Saad ho fizo leváre e ho abraçó també. Era Ahmad, lo capitán de la escolta de la principessa Taniqetil, ca traía notícies dels monjos ca táncto várem aguardáre. Le dixo ca els favien vist fazía dos setmanes en la part áspida de la Calcide. Portáven resuelta-ment cidrus de lo Sinnái. En ú temps breu arrivaríen al wadi. Demanó Arrancar per la salut e la enerxía dels trescentos e qinze monjos, a ho ca Ahmad manifestó-es contrariat, per pareixer-lhe unas modorras de Diablets. Jiloch ens dixo logo ca non éra vero tot lo ca dixera Ahmad, per-ca lo su servício éra segreto. Amés, la su denominatio de oríxen éra Príncep Watsunkhani nu-Noah (Lo Elemental), cossa la qual signefficava ca favía sido digno e logo a-vassalhat per lo Grande Khaliffa Zaid.

Txistó-ens Arrancar ab gránde dis-gusto, ca non le agradaven cutxitxeos de vassalho, e tornó a escoltáre la conversa ca alhí es desenvolupava. Ponía la major atentio en lo ca es tractava de la Principessa Taniqetil, la qual emerxía de las sus vestidúras d’ anziana com lo faría úna rossa de en-tre las rocas in-fecúndas. Mes ainda-ca non é coneixido perssona alcúna ab la entelixentia prístina e desperta de lo grande Arrancar II. pareixía-ens ca lo su enteniment es falhava truncat, molt aturádo, e non fazía cáso alcúno de lo ca podiéra esplicar-lhe Bayanna de tódo aqesto ca alhí es parlava. 143


Lógo la soldadesca començó a tendére lhargos panyos en-tre las sus lanças e fazére vivendas per-a alhí pernoctáre. Ja non hovo calma fasta ca es cerró la nocte e els viageros de Istanbul fóron situats en las BahRackas. Jaspejaule, també molt aturádo, tractó tota la nocte en calmare al nostro Imperator, atrapalhat en sanctetat. Els monjos passárem tota la nocte pregant a Deus ca torne la Calma Equánime de lo nostro grande senyor, amo aleshores d’ ú grande Reyno sarraceno sinsa savere-ho. Sentía-es molt atribuládo de non favére donádo al nostre magnánimo hósped lo tracto de Rei ca mereixía. Sentía-es molt atribuládo per-ca non comprenía per qina caussa la més bela dama de las ca favía vist iva re-vestída tan póbre e in-dígna-ment. Suspitáva altra revelatio. Suspitáva ca la veritas estáva aqí oculta també e ca la xóven Principessa éra bela, molt bela e agraciáda. Al despunctáre l’Aurora, re-unió a la su escolta e, ab lo corage donaïrosso de la su raça, es dirixió al talher ónde lo Turco ja es falhava observándo e selectionándo novos lhibros ca de Istanbul le favíen traïdo las sus gentes. En aqesta ocassió, totz els hómens de la cometiva salvo Arrancar e Jaspejaule, es prosternáren devant de Saad e rendiéron-lhe homenatge. Estáva lo Plaxiario molt atencto a las sus lectúras e sólo notó la preséntia al apropár-es-lhe Arrancar e tocáre lo su fombro. Sobresaltó-es lo Turco e pareixió contrariádo uns segúndos al veure al résto de la companya. Logo levóes, tomó la diéstra de Arrancar en-tre las sus suauas mans e fabló-lhe d’ aqesta guisa:

¡Nóbile germano meuoh, salve! Fan vários díes e las seuas noctes en cah penso en vos. Meditavah cah favéis essido molt henerosso ab nossaltres en desitjáre permahneixére en la nostra terra de Harrah, tan destincta de la vostra. Vostra companhya ens pahreixeh ú presente dels 144


Cels, ca táncto tempo fah cah ningú non biene per aqhí. Aguardavah la arrivadah de la meua germanetah, tán bé aïmadah. Quan partéren els teuos monhos a cercáre madheros, enbiéh en enbaxadah ah úh dels meuos Abútres a Istanbul, portándoh lo mensageh de cah tornarah la ninyah al Wadi cah ú alto destínoh la aguardavah. E aqí te téngoh ,a la meuah vera... Entervino aleshores Arrancar, en dizéndo:

¡Germano Rei, Gran Khaliffa Zaid! Fas de savére ca jo, filh de rei, suspité sempre ca tú, tán nóbile e prodigio, tenías sang açul-blau en las tus entranyas. Várem rebúdo úna prodixiossa lectio de fumilitáde de vos, gránde senyor. Ca lo nostre Altissimo Ruisenyor ampare e engrosse lo tu linage e te colme de ditxa. E continuó Saad la alocutio així:

Germano Rei: lo avuelo de lo meuoh avuelo arrivóh ah ahaqestas térras des-de Kara-Indas, la Madinah Reial de lo nostreh linaheh AltoRimero. La suah séd de saveres lo condúxoh fastah ahaqestos distánctes arenales de la Qálcide, cah són ahóra els méuos domínios. Des-d’ ahaleshores ningúh de nossaltres fah ídoh ni vah veure hentes fóra. Els Abútres, tán fieles, fazíen todoh lo correioh reial. Vossaltres seu els primers. Eh sóm molt fonrádos delhoh, de cah ú Rei mateixo, benídoh de més enlhah de la Mareh, eh ab els seuos completos domínios es fagah a la Mareh en recercah

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de Pertecció Esmitirual. ¡Bén valíah úh bentilador! Contestó-lhe Arrancar en-flamat de pace:

¡Nóbile Senyor de Jarra: Cóm pódo semexáre-me a vos, tán sereno e magnánimo? Per ca devéis savére germano meuo ca é venído a rogar-vos úna merced... Enterrumpió-lo aqí Saad en enterrumpéndo:

¡Qalhah Aharrancar! Séh cah vos qeréis anáre e proseghire la vostrah penossah marxah, sacrefficandoh lah hospitalidádeh eh la amabilidádeh de lo Wadi. Seh cah és la vostrah missió, péroh Watsunkhani ens ah dictoh cah els teuos monhos ja aharrivarán en dos lhunas més. Eh vos meh dixites... Altra vegada favló Arrancar e els sus párpados bentilaven pace:

Vos rógo Zaid ca escoltes: totz nossaltres volem ca bengas vos e lo tu poblo gentil, si aqesta es la vostra voluntáde. Vos lhibero de lo contracte e non vos offendáis per elho ¡Fes lo ca vulguis! Lo ca jo vos rógo és ca me desposséis ab aqessa criatúra tán sobtile e bela. Aqessa ninya umilde e del ‘licáda, ca a-companyava a totas las Principessas ca ahir púde veure.

Saad ploró aleshores. Las sus lhacrimas foradáven lo solo de la Bah-racka. E brotáren fasistóles, ab 146


lhibros miniádos de dinz dels forats. Els rimeros circunstántes cariaconteziéron molt xubilóssos. Comprenió Arrancar ca las sus paraulas éren bonas. Enclinó-es fazia Jaspejaule, ca favía remanído postrádo e dixo-lhe:

da!

¡Anda ve Robert e trae la mi petaca guarni-

Partió lo Condestáble Jaspejaule, tornándo proncto, acompanyat ab dos forçudos monjos e traiéndo en andas la petaca emperial. Al pedido ca le fizo Arrancar, Jaspejaule presenctó aqesta offrenda de lo nostro Imperator. Dixo-lhe Arrancar a Saad:

Zaid, lo tu semblánte mostra xúbilo. Te pído ca acceptes aquésta, la petaca de lo mi pare, Pero Nuez, e de Galimpsesto, lo mi germano, fenezidos els dos. Son els mis biénes més íntimos. Falharás aqesta dóte digna de la xóven dama. Favló Saad aleshores:

Germanoh Aharrancar, las meuas barbas florezen, per-cah tú fas ehelexído ah la peqenyah, la meuah qeridah germanah, la Principessa Taniqetil. Lo Proffetah vos ah iluminádoh els teuos oxos. Meuoh ABútreh portávah mensaheh de traher-lhah per-ah despossar-lhah ab túh. Lo Altíssimoh meh ah negádoh descenéntiah péroh coronaráh ú sobrínoh oh sobrinah en la feredade de dos altos linahes.

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Desprenió de la su barba dos xasmínes e es els ponió en els cavelhs de lo Imperator. Els ca aínda non estáven prosternádos caiéron xenuflectos. Saad fizo traere a Taniqetil. Reconeixió Arrancar fastinat a la Principessa Taniqetil, ahir úna póbre e fumílde vasalha e ói úna donzelha reial. Taniqetil, ab úna faç séria e altíva ói, compareixía devant dels dos monarchas germanos. Las sus vestedúras éren áureas, semaffóricas e tornaven a essére calmossas e ternas quan lo Khaliffa parláva.

Díxo-lhe Saad en alto-rimero la bona nova. Contemplo Taniqetil a Arrancar en silentio. Las sus pupilas moradas es expaniéron e sonrrió grabe-ment. Saad unió-lhes las sus mános e produxó-es ú forte estremeciménto tel ‘lúrico. Fóron amantes des-d’ aleshores per sémpre.

a glória dels esponsáles diffundió-es per tot lo wadi. Bino ú tempo molt belo en-tre els esponsales e las bodas reiales. La bona nova corrió com aigüa fresca per totas las lindes veïnas al wadi, e próncto alcançó a aldéas distanctes de lo própio Reyno de Jarra. Començáren així a acudíre moltas jentes de lo pays, plenas de esperánças e de emotion. Totz nossaltres, ditxossos primeros súcditos, ens con-gratulárem de lo savído e ens ponírem al servei de lo Sancto Espíritu Festiu. Sis díes duró la festa, sis díes en ca ouvírem las més variádas cacofoníes, entonádas per els nostros monjos musicales, els quals, contaxiádos per lo pegadiço morbo de las costúnbres e ussos rimeros, trocáren per entonzes en romeros. Txirimías, tanboras, údes, harpas, cínbalhus, regals, mantoras e rebecs conzertáren las sus veus per-a donáre testimónio de omenage als augústos consortes. Es celebró alhí la aliança de dos móns, en mig de la més discretíssima orxía de páce. Rimeros

L

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açules blaus e pardos dançáren ab els sus savles e els nostros romeros golpeáren las sus botas de pótro ab els gabilánes de las sus luéngas facas. De lo més fondo de la Cálcide tornáren a surxíre las tijeras e langostas, ca ú anyo atrás favíen dançádo devant dels nostros assonbradíssimos oxos. Repetéron lo su taxante torvelhino e celevráren las sus diatrivas d’ amóre. Aqesta senyal va essére rebúda per Saad com úna manifestatio d’ altos encontros. Així es lo va conffiáre al su germáno Imperator. Aleshores rezitó Saad ú Crédo plaxiário. En lo silentio de la última nocte d’ apoteóssis, la su veu ressonó plena de bons agüerios e de despedida. Al séctimo díe des-canssárem.

Al des-punctáre lo óctuplo díe saliéron Arrancar e Taniqetil de la su Bah-racka nuptial. De imediáto es formáren en lo su torno vários zírculos. Totz avandonárem las nostras lavores e desaiunos. Lo Gránde Rei iva a parláre-ens per fí:

¡Aïmáts companyéros e vassalhos! Lo díe de la marxa es apropera ja. Els bijías de lo ineffábile Zaid a-vistáren á els monjos lenyadores a tres xornádes daquí. Ambos dos várem deixidit ca es trans-pórten totas las Bah-Rackas. Per aixó devéis començáre a cobáre çanxas entorno delhas. Per táncto, ca els ferreros forxen pálas e lampas réécias e lhargas. Deste módo farém ú bon avanze. E els esforçats lenyadóres non dirán ca medrárem en la folgança mentras ca elhos traxináven per terras baldías.

Las donas es ponerán agora mateix a confectionáre zurrónes, a edifficáre els petátes e a confectionáre txarqis e altros secos de carnes de quanta béstia sigui comestíbile.

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Recordeu ca lo nostre objectiu novilíssimo ens portará alhende la Mare. Els txavalines, per aixó, es procurarán de espartos e raizes, e farán cordas, e delhas farán redes. Enquancto esso, están crezéndo e medrant en la Mare els peixes ca saziarán las nostras ambres. Fasta ca arriven els monjos lenyadóres, cáda nocte favrém de teníre fetxo algú d’ aqestos prodixios. E logo partirém cap a Ierossalem. Aixi é parládo. En aqesse díe mateixo foi Saad qién parló a Arrancar, demanándo-lhe cóm pensáva arriváre a aqessas Terras Promessas, cujos nómens la su mare lhe nombráva en enfánctia per-a fazer-lo dormíre las vespras. Arrancar es nubló. Notó-lo Taniqetil, qién enxugó sus sudóres ab ú líno moxádo en fresquíssima liqüirizia (Claramunt Olle, consorte de Jazmín Cedrus ensenyava, ab inegábile dedicatio e respécto, las artes de Palau a la su augusta amiga Taniqetil). Favló Saad aleshores:

Entonzes hi haura cah lhegáre-es ah la Insulah de Ciprus, onde resideh lo savio Presteh Oskáre. Péroh ahaqestah Insulah sémpreh hah estát en gerrah, des-de cah lo in-oportúnoh Odiséio tocoh las sus praias.

E dixo Jaspejaule aleshores mentras golpejava lo pómo de la su espáda:

Elho non será cap probléma

Ahmad Watsunkhani, Tamin Chazzar, Pere Blay, els Germános Conill, Jasmin Cedrus e lo próprio 150


Jaspejaule es aperssonáren aleshores e rendiéron leial jurament de bárbas als sus reies Lógo es aperssonáren els lenjuarazes Lógo foi demandádo jo, lo escríva emperial.

A T

ci con-paresco ante las Sus Alteças e doi testimónio de lo nóvile Acordo aci zelevrat.

res e mile nove centos rimeros de la esforçáda nation de Jarra anexáron-es a la marxa de lo Empério. Cundió lo açul blau e lo vert e lo amarelo grog baxo lo ecléctico Sol d’ aquélh wadi. Fíço-es zanxas de zinco a sis códos de fondúra entórno de tótas las bastidúras de pedra e de qincha e de outro quaselvol material de fazenda homana ca alhi es falháren. També els arbústos tán jeneróssos ca daven albos dátiles fóron enbaládos en prudentes caxas ab la su devída terra natal de lo wadi e ab ú rimero en-zima ca las regára, per-a ca non es ressecassen. Iguanas, psestum, cotxinos de dentes filúdos, anctíl ‘lopes e outros fóron mortos e salats, per-a lógo essére estendídos baxo tendas, bén estirádos els sus pelhexos. Tóts els cafazéres arriváren a bón término e fóron fets ab ilussion. Las xentes com-fraterniçáren e tot lo sancto díe es ouvíen txanças, cáncticos e oraziónes. foi úna manyana en ca ressoplaven de més els hiphophontes ca adbertírem, com úna manxa parda per las dúnas, lo arrivo dels fornídos lenyadores. Salió úna hóste á donár-lhes la bén-vingúda. Traíen a pulso uns fermossos rolhiços, d’ ú códo d’ anxo per més de quaranta códos de lungo, rectos, el ‘legánts e de la

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color de lo cuprus. Prozedíen de las altúras de lo Sinnái. Els hómens éren més dels ca partiéren. Més en número e més hómens. Non parláven. Estáven torvos e non somrredíen a las sus muxeres. Els escoltáven sarracenos non rimeros. Els escoltáven poderossos cepos e dos lheos alvos, molt estranyos e desconegúdos per-a nossaltres. Els monjos de lo wadi abraçáren als sus companyeros sil ‘lentes e fiziéron relevo, portándo els cidrus per espai de la llégua e média ca els separava de lo vero cór de lo wadi. Alhi saliéren totz els monárchas e hovo ú ploro zeremonial. Els monjos lenyadores dexáren repossáre las sus fatxas e, liverándo-es de pessadas vestedúras de lána, es fondiéron per ú ráto en ú arroio ca alimentáva al wadi. Lógo es els conbidó ab unas esqissitas lagártas guarnídas de dátiles. Els manxares aqestos lhes fóron tornant d’ a póco lo favláre. Lo grosso escánzio de Txacolí anyexo els fiço felizes de volta.

U díe després es començó a foradáre baxo las Bahrackas per-a podére desliçáre els tróncos per alhí. Tres xornádas més tárde es túbo tot proncto. Con-gregárenes ab tóta solemnitas els rimeros properos e distanctes, els ca partiríen e els ca qedaríen, e totz xenuflectos de vis a Naixente entonárem Psalmos a lo Arcánxelo Sancto Micaelus e al Propheta Elýas+

Més tarde hovo abraços, plantos e gránde contrictio de xentes. Molts peqenyaxos pataleáren ca non qeríen avandonáre als sus qerídos hiphophontes. Péro la marxa es emprenió, tot sumánt més de vint e dos mile almas la enórme Hóste de lo Ayre Circumdánte.

Las Bah-rackas grándes tendríen ú número de octo á onze rolhiços, e las peqenyas de zinco a sete. Arrastrádes per cordas, ú grupo de sol ‘lícitos rimeros es disponía a reta-guárdia de cadascúna delhas, e iven re152


cogiént els rolhiços ca iríen qedánt detrás e, a tot correre correcatecorre, ho poníen a van-guárdia nova-ment. Col ‘laboráren álgo els camilhios e las azémilas en lo arrastre, péro cassi tot lo fizírem a pulso. scrivo aqesto en la calma de las morádas de lo Preste Oschar, posto ca en totz aqestos messes de marxa tots, fasta lo mesmíssimo Jaspejaule, encalhezirem las nostras mans ab las cordas de tíro. Només Saad e la Reial Parexa permaneixiéren en lo interior de las Bah-rackas, péro nádie non lhes a-pantalhió mentras es ocupáven de las sus llavores. Per las noctes caíaem rendídos e dormíem a cel averto o cuviértos de pelhexos, pois re-frescáva e ab rigor.

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Passárem per terras baldías major-ment, aínda-ca també atravessárem pequényas aldeias, com Taja Baqir, Siyyak-Saiffú, Suyutt e outras igual-ment in-pronuntiáviles. En totas elhas, la reberéntia e lo trivuto fóron portentóssos e fumilhiantes. Las principessas reiales éren sacádas entónzes a fortalezére las sus estremidádes, saléndo de la lhitera palaziega. Els senyores geqes de aqessos lhocs ens brindáven las sus aïguas, cossa ca els ca érem nossaltres antes de essére méscola (favlo de gerreros monjos e jentes de tota índole blancas) aleshores ja savíaem a-preziáre fina-ment, e non ens banyávem torpe-ment en elha si-non ca la bevíem com lo mexor licor.

Els orínes éren fantástica-ment ligossos per-a uníre las qinchas de las Bah-rackas ca non fóren perffectas. Quan va morire la Lhuna e va neixére nova-ment, arrivárem als médanos finales ca ens en-frentáven a la Mar inménsa, non senctída assi quan a la Calcide arrivarem en bónos nabíos. ¡Ah, tempo de Hérois e Titánes, Cristal de creaturas lançádas a la Vida, ca las recoxe de 153


nóvo al morire! E en dónde la Mar se con-fonía ab lo arenal, en ú sítio onde lo talud éra suavíssim, atárem fazes de rolhiços e las Bah-rackas estáven en-zima. Ho en-puxárem ab suavitat e trepárem á las Bah-rackas. Moltas fóron construídas en essos díes, alcúnas sinsa tetxumbres, a módo de zistérnas de paxa e barro. Tot foi posto a la Mar. E nabegárem, molt estranyats de flotáre tán molhe-ment. Lo estrépito tán fenomenal de las aïgues non se ouvía táncto alhí dentro. Hovo xornadas de frío, ca la qincha proteixía bé póc assi moxáda. La qincha de fóra estáva ponéndo-es blánda per partes, per bé ca la de déntro ressistía notabile-ment. Durant els díes ens apossentávarem sovre els rolhiços e platicávem, pensávem ó realiçávem peqenyas lavórs, com essére la pesca ab las rédes, forte-ment teixídas per els ninyos. La bóga se fazía savia-ment. Moltes de nossaltres, cassi totz els rimeros núnca non favíen nabegat, e aprendírem totz en aqessa nabegatio a bogare, a agüaitare la onade de lo Mar e donáre-es enbió tot després quan non hi ‘ha forte remeçón. n aqestas hores ja fa ú díe ca tornárem a fazer-ens a la Mar, tras favére dexádo ab tóta pena las moradas de lo Preste Oschar, e me falho apossentádo en la zima de la secúnda Barca, destináda al ús dels Capitánes Jaspejaule e Pere Blay ab las sus escoltas e de lo Mariscal Watsunkhani. Á essido fexa alta, ab parédes fortes ca se angósten fazia arriva ab columnas pegadas com contra-fortes. Té dos tetxumbres jemelas en forma de médias bexigas infládas, ca se ven per-forádas en las sus partes áltas, de tal módo ca en-tre la luce per alhí.

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Sopla úna bentisca lharga e récia. Els remeros alternen, batént la Mar ab txatas palas. Núnca qedárem rendídos, pois sóm in-contábiles els ca podérem aqi 154


bogáre e alternar-ens savia-ment. Els pescadóres estráen úna ves al díe lo nostro al ‘limento. Las mugeres lo guissen savia-ment ab raspadúra de jenjivre o de cal ‘lamina. En las vespras las moltas Bah-rackas (a las quales començárem a lhamáre Barcas) són unídas per cordas, e se zelevren encontros oratórios e dançantes. Lo Sol ens rodeó ja sis vegades e la nocte se fundió entre nossaltres sete vegades. Totz várem en-tonát canziónes de marxa e de pesca.

Lo Mariscal Watsunkhani e Pere Blay iniziáren la costúmbre de fazére rel ‘latos. Aínda-ca non em foi encomendát, ouví las més estrányas histórias de bóca d’ altos senyores rimeros. La su favla em pareixió el ‘legante e plena de nóbiles paussas. Hovo remeros, hómens coraxossos de la nortra estirpe gerrera, ca empreniéron la abrigáda e sinsa re-compensa dúra fazanya d’ aprenére la lhengüa rimera e rimera açul. Una nocte pazíffica, fan ja dos, ouví de la vezina Barca de Saad ú rel ‘lato de cuja verazitat e signifficat ting grándes repáros. Ho esplicó lo Capitán Salim Abu Aziz, e ho traduxo rápida-ment Bartholomeu Conill, ja molt avançat lo su savére de lo alto-rimero:

Jo sé senyores ca vossaltres a-preziareu molt tot el ca tinga relatio ab las forças de la terra e tota manifestatio de la força de lo Criador, ca és lo mateixo de totz els hómens e las bésties e las plánctas e las pedras, e de tot injénio ca á els oxos arriva. Pódo contáre-vos cossa molt notábile ca aconteixió-em ab ronsanas e cornamussas, e de la lectio ca elhas em diéren. De la su observatio molt atencta e circonspecta é notat ca mereïxen ú trato terno e del ‘licat. En lo caso d’ alcúnas ronsanas ca non son molt sanas o robustas es aconsexavle retiráre lo articul ‘lat després de cadascuno dels sus madrigales, a fin 155


de permitíre-lhes descansare, péro logo se las pode volvére a laúdáre úna e altra vegada.

D’ aqesse modo es poden passáre vespras fermosas e apassionadas, maniffestant e utilitzant tot lo potencial de pacier de lo corpo de lo sacavutxe e de la ronsana, posto ca Alá ho fa creat per-a essére usat e per-a gozáre ab élh. Haig reflectionat molt acerca de la capacitat de lo hómen de con-teníre lo armonium a voluntade, e curiosa-ment obtuve la resposta a las mis preguntas quan tenía uns trenta anyos, observant a ú monjo, animal ca avunda en Harrah-Halili, lo mi pays natal: es tracta de lo monjo de mússica (AL RABH). Savía des-de fazía molt temps ca lo armonium de lo hómen es resultat de la liveratio de la tenssion dels pensamentos, tal e com fe descrito abanz. Savía ca aqesta tenssion aumentava com con-secuéntia dels estucos rítmicos de las nalgas de lo monjo mentras deslizava lo articul.lat facia adevant e fazia atrás en la coloratio.

Posto ca éra impenssábile ca pudiera observare a diferentes sacavutxes e ronsanas contertiant, em dediqué a observare e a estudiáre als monjos, ca son els animals més pareixits al hómen, enquant a com-portament e estructura. Favía capturat a alcúnos e els tenía en úna enorme xaula en lo xardín de la mi cassa. Mi peqenyo zoolójico contava ab ú sacavutxe e tres ronsanas, totz adultos. Haig de díre ca lo palomino es ú dels monjos ca més prega. Els sacavutxes son capaces de manteníre úna nota cassi permanent e poden salmodiare en forma prácti-

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ca-ment continua-da ab las ronsanas en sole magiore.

U díe totas las ronsanas de la xaula estaven en sole magiore e observé ca lo sacavutxe iva ansiosa-ment d’ úna a altra, agraciant a cadascúna durant alcúnos minutos e mantenint tot lo temps úna nota completa.

Lo sacavutxe cogía a úna cornamusa, la agraciava com sinsa dare-lhe importancia e inmediata-ment comenzava a mobére-es, péro se le veía molt relaxat. Quan em acercava a la xaula, em mirava ab vivo interés, e els sus oxos seguíen els mis estucos, péro durant tot aqesse temps seguía mobéndo-se en dinz de la ronsana de la cornamussa; de veç en quan es rascava la cabeça e mirava a lo su al-derredor en forma relaxada. Pocs minutos després avandonava la cornamusa, se dirigía sinsa prisa a altra e reanudava els estucos en dinz de la cornamusa d’ aquésta. En úna ocassion vio úna cucaratxa en lo solo a lo su lat e se agatxó sinsa baxáre-es de la cornamusa, la cogió e se la comió ab molta fruïctió, e tot aqesto sinsa interrumpire els sus movimentos en dinz de la cornamusa de la ronsana. Final-ment, després d’ úna tormenta o més, durant la qual favía agraciat varias vegades a cadascúna de las ronsanas, cogió a úna e la cantó. Lo su corpo se encorvó e se puso tenso, els sus oxos se pusséren vidriosos, olbidó la mi preséntia e tot lo ca le rodeava e els sus estucos se bolbéren rápidos e frenéticos. Poc després lançó ú proffondo sospiro, ca pareixía ú grunyido, le tembló lo quasirrimo fino e la cartera de fino taffilette le caió durant ú moment sobre lo 157


petxo. Entonzes es baxó de la cornamusa e noté ca lo su laúde ya non estava erecto. Acavava de teníre ú madrigale.

Lo palomino repetía aqesto unas dos o tres vezes a lo díe, péro es passava lo resto de lo díe agraciant a las ronsanas sinsa teníre ú madrigale.

Aqesse díe, repentina-ment en la actitud d’ aqesse monjo irracional, tube la resposta a las mis pregúntas. Lo palomino practicava la contentio, e d’ aqesse modo podía pregáre casi constante-ment a lo lhargo de tot lo díe ab ronsanas fúmedas e harmónicas. Lo su secreto estava evidente-ment en lo estat de relaxatio en lo ca es mantenía. Quan volía teníre ú madrigale non tenía més ca tensáre-es e, a lo cavo d’ ú rato, caía exfausto. Era com si él supiera lo ca estava fazendo.

Aqessa mesma vespra puse en práctica lo ca favía des-coverto. En quant laúdetré a la mi ronsana, sentí ca mis asientos se tensaven instintiva-ment, péro me relaxé e comencé a moberme en forma süaua a la vegada ca constant, facia adevant e facia atrás en dinz de la su cornamusa. Cada vegada ca sentía ca els mis músculos es tensaven, me relaxava e sentía ca lo madrigale in-minent se alexava e podía continuáre els mis estucos en forma relaxada.

Aqessa vespra pude conteníre-em durant més de mitja tormenta e, quan me lhegó lo madrigale, foi lo més intensso, pacientero e lhargo ca favía experimentat xamés. Mereixió reial-ment la pena conteníre-es.

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La magistra va teníre dos madrigales cornamusales intenssos, mentras ca abanz, quan sól permaneixía uns minutos en dinz delha, favía experimentat pacier única-ment a trabés de lo címbal ‘lus. Estava absoluta-ment emotionada e encantada, e me dixo ca jo, lo su amo, me favía conbertit en ú mússico novo e excitant. Caussó non escasso interés en els circunstánctes tal al ‘locutio, per cert ca molt bé traduïda per Bartholomeu Conill, a qién ajudava d’ a rátos Bayanna. Mas Jasmin Cedrus non dexava de somriure e se trobava im-patient fasta ca pódo parláre. Quan per fí pódo favlare, encaró a Saad, al Capitán Salim Abu Aziz e al espontáneo lenguaraç Conill e replicó ab grandíssim donaïre. E dixo així:

Pois devo dir-vos, Senyor Capitán Salim Abu Aziz, ca aqesto ca contáis es verdadérament molt estranyo e pouco ussuale en lo dil ‘latat Ocasso ónde tenim moráda nossaltres, els vissitántes. Péro, hi ‘ha cassos en ca la Probidéntia se mostra d’ aqesta manéra e fa d’ ú serbidor ú virtuosso mússico. En la mi terra las aïgues són abundossas per de-més, e els camínos en-tre las cassas són aïgua e las escal ‘leras són molhes e els riegos non fazen falta pois tot es aïgua. Pois bé, en aqeste païs magnánimo ca lhamem Véneto túbe riqueças, e prestíxio e quánt a ú hómen póda fazére feliç. Moltas belhas moças fóron lo mi solaç abanz de coneixére la del ‘licadeça de Claramunt Olle. Péro tenía en-tumezido lo gusto per tódo elho, fasta ca úna experiéntia notábile me fiço donár-lhe lo just valór. Foi quan entró a lo mi serbício ú 159


pal ‘lafrenéro benído de Creta. Pareixió-me hómen fonrrádo e per esso lo accepté. Las sus manieras éren del ‘licades aún-ca biolentas. Dió ciutat a las mis bésties per espai de médio anyo, temps en lo qual lo estranxéro aprenió de la nostra lhengüa lo sufficent com per-a ca jo pudessi compreníre las sus paraulas. Declaró ú díe ca, a-més de cuitare ab prolixitád’ als pal ‘lafrens, coneixía altras artes ca li fóron enstruïdas ab gránde retizentia per ú savi ot ‘tomán. Ca, per-ca a elh lhe constáva ca éra jo ú hómen sóbrio e temerosso de Deus al temps ca ú ámo xenerosso, elh estaría disposto a ponére en las mis mans aqestos saveres si jo se lo pedía. Lhe detúbe, en dizéndo ca non pediría coneixére tales artes si se apartáven de lo nóvile exercicio de la nostra Fé Crístina, péro elh a-sseguró-me viva-ment ca se tractava de céncia blanca e límpia, lívre e natural, tomáda mesmíssimo de la Revelatio Dibína e ca náda favía en aqestas sarracenas maderas (pois de maderas se tractava, sicún vos esplicaré més tarde), ca non hoviera en las nostras crístinas, a non essére úna sonoridáde més completa. Accedí aleshores a tan inesperat ofereiximent. Dixo-me ca se tractáva de lavranças mussicales, ca traïen ab si molt pacier e el ‘levatio.

Éra precisso per-a elho re-uníre uns lenyos molt finos d’ ú cidáre especial ca els sarracens lhamen Uat-a-ambuh. Per-a recoxer-lo, dixo ca necesitáva alexar-se molts díes, e dixo ca elh consegiría gustosso algú ca lo re-emplaçara en els sus lavoros. Accedí a lo pedído. Faltó de la cassa tretze díes. Lo catorzeávo colpejó la mi porta al amaneixére. Benía montádo en úna 160


barqitxuela de madéros amarrats. Els maderos éren els de la su cosetxa. Passó molt temps fasta ca elh els jusgó secos a lo su gusto e acordo. Entónzes se procuró ferramentas cortántes e sacó finas tavolas, ca untó cadascúna ab brea dels mortos. Las modeló, en-corbó, unió, talhó e alissó, fazéndo ú articul ‘lat molt sobádo, ca tenía ú interior cabernosso. Per las tardes me sentáva per hores á contempláre com tensáva las sus ronsanas, ca éren delgadas e áxiles. La contemplatio d’ aqesta escena me lhenáva de concerto. La plenitúde de las fórmas obtingúdes per lo cretensse éra totále, e traxo la intendéntia de moltas ronsanas, xóvenes ó viéxas, ca laudáven ab notávile contento e precissa gratia. U bon díe consideró lo cretensse ca podía ensenyar-me a ussáre lo su articul ‘lat ó á fazer-lo ab uno próprio. Tenía ca bevére licor de brea alba, ca dava repisso e arretxutxo a tot aprendiç bé in-tencionat. Me serenó ab paraules acarissiantes e me fizo bevére lo sal ‘lat licor. Tras faver-lo fetxo, pareixió-me ca totz els objectes d’ úna piel blánca sotile, com túl de Pitonissa. Traxo en-buelto lo su articul ‘lat en bários metres d’ aqeste túl untuosso. Táncto éra ca jo creí ca se tractáva d’ ú cadáber en-volto en ú sudário. De fetxo, lo articul ‘lat éra cassi de la altúra d’ ú hómen bé proportionat. Ab aqeste túl me instó a -en-bolbére-me. Senctí ú calore molt frugal, intenssa-ment pegosso. Se aproperó ab lo articul ‘lat fóra de la su funda e me instó á a-cariziáre-lo. Lo fize dil ‘lixentement. Lo man-túbo berticál, per-a ca la su sonoridáde penetrasse totz els rincónes de la estáncia. Frotándo-lo ab dulçura en-tre els dos, 161


lográrem obtenére lo més elevat e i-rrepetíbile pacier. Acudiéren aleshores varios monagilhos a aprenére las man ‘niovras e quedáren prendats de la Armonia alhí reynante. Devo díre ca aqesta mussicalitat me fa debuelto lo gust per la Vita, quan ja me falhava fastiat e lhuny de Déus. Cáda vegada ca pot, practico els mis acordes. Es certo ca non fe tingúdo la capacitat e non fe tingúdo tampóco lo temps per-a procuráre-me las maderas e non per-a segíre lo exemplo de lo mi fiel servente Hiermanos, magistro en bárias artes antiquas. Péro elh és xenerosso e me delëita ab els sus rasgidos e tanydos cáda nocte. Qiçás en els nostros biages falhe algo de valer. En lah Ínssulah de Ciprus loh falharás, sinsah dúvitah, dixo Watsunkhani.

Creio ca ens faría molt felizes aqeste dolze passa-temps, próprio dels diosses pagános, aúnca tán loábile per-a la nostra vida piadossa e ordenáda, dixo al fine lo Gran Arrancar. Saad va quedat molt gratifficat e las nove noctes ca siguiéron salió de la su Barca úna dolze melodía, composta de xemídos molt quedos. Las frasses estáven lhenas d’ úna notábile melancholía, en la qual totz els nostros recordos se contertiaven d’ alcún modo.

Els dos últimos díes de nabegatio, els proportionáles pacieres zediéron ú poc, e fiço falta possáre tota la atenctio e esforço per-a ebitáre ca las manssións fluctuántes trocáren en papilhas de lódo a caussa de lo creziénte txupament d’ aïguas. Els germános Conill, Pere 162


Blay e Jasmin Cedrus, totz elhs gráns nabegantes, adbirtiéron la necessitat de utilitzáre las redes per-a amarráre els muros ca se iven curvant fazia fóra com tináxas. Per-a elho teneríem sinsa dil ‘latio ca re-uníre úna quantidade sufficient de pesca, la qual tenería ca donáre ration per-a al menys zinco díes. Lógo veríem de ca al ‘limentáre-ens. Tot lo díe catorze foi de pesca. Sudaven pescadórs e peixes. Vi sang de seres de colóre berde e de lo colóre de la prata argentum. Ens va dolére molt fazer-lo e a-pestávem a ienna al concluíre. Lo díe qinze balió per-a ca els varónes poniéssem ab gránde força redes e correas per-a protexére totas la Barcas. Las mugeres partiéron els peixes e tiráren las sus partes duras o fedióndes a las espumossas aïguas. Uns peixes molt terríbiles, de gegantescas qixadas se a-perssonáren per-a ú festín molt zel ‘lebrat per elhs e ca ens lhenó de espánto. A-traídos per lo aróma de mortandáde, caracoleáren tot lo díe. Alcúno a-remetió ab fúria contra els rolhiços. Ú delhs va quedat en-calhat per els sus dentes e foi morto a palos. Altres dos fóron de-capitats ab la belocitat de lo raig per Jaspejaule e per lo anziáno soldat Eusebio.

Per la vespra d’ aqelh díe qinze dibissárem delgádas abes marinas. Tenírem ca enpleáre las nostras palas de remáre per-a auyientáre-las e ca non ens arrevatassen els peixes ca favíem posto a secáre, bé sal ‘lats de Mar. Quan lo su ataqe va ceder, començárem a meditáre ca las costas estáven properas nova-ment. Al tancáre-es lo Crepúscul ‘lo alcúns creiéron dibissáre ú cordón mes obscúr per Septentrion. Ningú non qiço dormíre. Renaixiéron els cantos e batiffondos, els quales començáren a sucunbíre per ú crezente marasmo o reboltixo d’ aïguas, ca principiáren a destruïre las Barcas més endéviles, las ca se construiéron prop de la costa ó aqelhas ca non favíen sido fetxas en qincha de Mar. Hovo gri163


tos dessesperats al raiáre la Aurora, péro també vozes de xúvilo, al adbertíre, ab las primeras luzes, la prossimidáde d’ úna estenssísima ínssula de lo lat esquerdo. La fúria de las onades decreixía per momentos, només per-a aumentáre més logo. Durant la nocte se favíen perdúdo dez Barcas e més de seixanta rolhiços iven a la deriba. Els sus tripul ‘lantes favíen ído a atestáre altras Barcas, cujos pissos començaven a fluctuáre a mitja aïgua e fazére-se puro lódo blandenge. Moltas qavras fóron a dáre a La Mar e més tard pereixiéron dos dotzenas de valiéntes rimeros de la prima anectio.

Aqí Arrancar clamó en Tóno Superno ca lo Prior Cedrus se fiziera cargo de la flóta e la giára a porto secúro. Fiço-se liáre Jasmin Cedrus tres poderossos troncos per lo su fiel Hiermanos e montó en elhs, quedánt lo su pequenyo baixel suxeto per úna corda molt lharga. Dixo ca aqesso éra fazére de Práctico. Bogó ab molt afínco e se aproperó al roquedal. Cercava ú porto mansso. La su imatgen se anava fazent lhunyana. Proncto els lómos de las onades lo ocultáron. Hóvo gránde lamentatio e desmáios quan desapareixió tras d’ úna gránde penya. Totz des-esperávem en mitj de la incerdidúmbre, lo avatimento e la fragorossa lutxa contra La Mar impetuossa. Entonzes, en-tre sal ‘lats plantos e des-falhezimentos, de la luenga corda ens bíno la senyal esperáda. Dio tres fortes tirónes. Al punt ens pussirem a remáre ab pal ‘las, lanças, concos, lhivros e fasta ab braços e pernas. Vint e dos mil ánimas bogáren ab tota força, ab fe e intentio fasta superáre la penya tan enórme ca várem veure. Al rodeáre-la, vírem ú gulfo més apazibile, ónde las onades segíen esséndo bravas, péro non se quevraven contra crueles penyascos. Alhí vírem a Cedrus, ca ja favía avandonádo La Mar e ens fazía senyas des-de lo alto d’ úna penya. Des-d’ alhí gió a cadascúna de las Barcas. Cada tres o quatro onades 164


molt altas favía úna o dos més minores. Aleshores éra lo moment. Els ca ja estáven en terra ajudaven ab tota la força dels sus braços a en-ffiláre e traére las Barcas. La nocte ja favía caigúdo e la Lhuna ocupáva lo alto de lo célo quan els trescentos e qinze monjos peleantes de la guárdia biagera entráren a La Mar e alçáren las Barcas Nuptial e Reial sovre els sus fombros e las depossitáren en la praia, sinsa ú meneo ni ú xadeo. Entonzes descanssarem. ...

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Fonda Leonii

o calore in-tolerábile de lo Sol ens despertó. Aqeste se falhava molt per en-zima de nossaltres, a la altúra dels sombréros, quan ens acordá-mos. La Mar estava lhuny, retiráda en lo su cafazer, trituránt rocas. Ouvírem cascos en-tre las altas penyas. Dez xinetes molt altivos, tocádos ab grossos panyos en las sus vises, des-ceníen alhí. Demanáren a la iménsa lexión náuffraga ca qiénes érem e qién lo nostre Senyor. Roger Capendins se quadró ante elhs e responió molt altanero ca aqelho de dis-traeure els necessários somnis dels nostros augustíssimos monarchas Arrancar, Zaid e Taniquetil éra cossa grabíssima, ca sólo podía pagáre-se ab la vida. Aqí Arrancar salió dels sus apossentos e contempló per lhargo rato en silentio als altivos gerreros. Capendins, ab úna fil ‘lossa pica en alto, permaneixía atencto a la su mirada. Aleshores se a-delanctó Arrancar e dixo-lhes:

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¡Valientes gerreros! Non savem las terras ca son aqestas. La Mar és in-escrutábile, péro nossaltres creíem estáre arrivánt a Ciprus, terra amica aínda dels reynos crístinos e de las persones de bónna voluntáde. Pois favéis de savére ca aqeste ca véis és lo Empério de lo Ayre Circumdante, domínio dels Reies Arrancar II, Zaid e Taniquetil. Nostro és ú Reyno de pace e de recerca de perfectio espiritual. Non temáis per elho, ca ningú non ponerá la su má en las vostras cavelheras ni se des-enbainará ferro contra vossaltres. 166


En ouviéndo aqesto, ca lo ouviéron ab gránde com-plazentia, dixéren els soldats ca aqessas terras éren las ca se lhamaven Kiprós, a las ca també se deía Ciprus. Aqelh sítio éra Mimar e ca lo porto per-a tán altos vissitants non éra aqelh síno Larnaca. Declaráren ca aqessa ínssula éra motiu de cruéles dispútas en-tre biçantíns e otománs e ca ú Lhegat Pontifex, lo Preste Oschar, éra piadossísim governante de pace en la ciutat de Kamalön. Tres delhos se a-dintraríen per lo des-fil ‘ladéro a tota prissa a comunicáre la tal lhegada al Preste Oschar, a fine de ca se lhes diesse proncto e digníssim tratament a tan altos óspedes. A-gradeixent las sus dez restituídas vídas, se retiráren ú póco els soldádos e proxeidéron a loa sus cafazeres. Els séte proncto se aussentáron. En acavándo la vespra bolbiéron a des-céndre els séte delhos e numerossos campessinos morenos, ca arrastráven ab gránde sol ‘licitúde dos carretónes plens fasta arriva de dolzes plátans, dátiles, figos, txunbos e barias cráteras de negríssim vino. Pussirem nossaltres nostros peixes berdes e platejados, aún-ca ja náda queríem savére delhos. als de lo lhoc les pareixió manxáre in-igualábile, ca lo comiéron en gránde profussió.

Al des-punctáre els raios de lo Sol, al díe següent arriváren cavalheros e a pé, média centéna de rézios frailes. Las sus vestidúras éren albas ab sovre-pelhizes de color grog-amarilhenco. Portáven enssignias papales e las sus cabeças iven protexidas per ielmos açul blau. Dixéren en bón latin la su bén-vingúda, en nom de lo Lhegat de la Su Sanctetat, lo Preste Oschar, dizéndo ca a elh le fonrraría molt tal vissita en Kamalön. També advertiéron ca éra conbeniénte abs-tenére-se de pronunctiáre paraula alcúna en-tancto durasse la marxa fasta Kamalön, pois a-trabessaríen primo terras en podére dels otomans e logo aqelhas ca conserváven els biçan167


tins. Aleshores fazía ú any ca ningú non derramáva sang, péro amb-dos contrincánctes forxáven e amol ‘laven rexónes e alfanxes en pre-vissió de novas lutxas. Per tancto, éra precisso non probocáre errores. Díxolhes Arrancar ca, si bé ens fonrrava molt essére assí rebúdos, la nostra intentio éra continuáre nabegánt fasta arriváre a Palestina, óndels inffieles fazíen ús im-pío dels Sanctos Lhocs. Ca com ignorávem lo camí, ca com la nabegatio hauría de fazére-se ab cautel ‘la e ca com els nabíos éren aqessas arquetas dignas de Noeth e ca éra precisso bastíre-las forte-ment abanz de lhançáre-se nova-ment a la dúra Mar, acceptávem ab grán regozixo la offerta. Assí lhes dixo, con-cluiént:

Pois várem perdút a vint e nóve aïmáts companyéros de marxa, súcditos xenuflectos e carinyossos.

Lo fraile més principal de en-tre elhs, lhamádo Rufio Ftatita, ca éra natural de Athenas, sostúvo ca sería bóno dexáre alhí úna escolta de molts dels nostros e alcúno delhos, ab importáncte armamento per-a bé guardáre els nabíos de barro. Dexó dos tarxas papales, en-arbol ‘ladas en molt lhargas báras, ca devíen içáre-se en dos penyas properas al campament, pois se dezidió non mobére las Bah-rackas fasta ca estubiéssen con-sol ‘lidádas de nóvo. Fetxos els apronctea, restáren dos mile e sete cientos e cinquanta dels més fiéros hómens, molts delhos monjos viéxos e savios, a las órdenes de lo Barón Pere Blay. La resta em-prenírem la marxa fazia Kamalön, ca demanó tota la xornáda. Marxárem per en-tre dos cordónes de penyascos, non tán altos péro si molt raspossos e agúdos. En sis lhiteras fóron apossentádos els nóviles crístinos e riméros. Al passo saliéron varias partídas de caçadóres, bigías e batidóres, ca se 168


aproperáven a tódo corrére e en plan d’ ataqe, péro éren re-frenádos per els frailes portadóres de inssignias albas e grogas. Táncto monjos peleántes com molts fieros rimeros, pal ‘lideixíen de Ira per non podére parláre e teníre els sus savles e picas en-fundádas. Dolía táncta altanería, tancto de gentes sarracenas com de estranyos crístinos multicol ‘lors, ca lo éren de Biçantio. Aqestos últimos des-conffiaven poderossa-ment de las nostras óstes, tán pareixidas en semexánça a las gentes sarracenas.

Era molt entráda la vespra quan, en-tre critos de canes e de bigías, arrivárem a la pequenya Ciudadela de Kamalön. En silentio se franqueó la entráda al rezinto de las sis lhiteras, als quaranta e zinco frailes de Ciprus, a la Guardia de Fonor de Arrancar II, com-posta per els amádos tres centos e qinze monjos peleántes, pal ‘lafreneros, lo Mariscal Capendins, els lenjuarazes, els affeitadors, cozinéros, escrívas, falconéros e abútréros e ámos de camilhios. La resta de la hóste a-campó fora, felizes de falháre reparo als ventos en-tre la muralha e ú bosquezilho terno d’ acazias e avedúles ca alhi se dáven cita.

Saliéren d’ úna cassa gránde e bén bastída, d’ albas pedras bé travadas tota elha, molts rel ‘lixiossos, els quales se al ‘lineáren a amb-dos ládos de la porta. De lo interior salía la lhum amistossa de las antorxas. Entónzes assomó lo Preste Oschar, e aleshores prorrompiéron en deliziossos canturreos aqestos frailes. Cantos monacales e pal ‘latinos, algo tristes, lhuny de la su pátria. Lo Preste Oschar éra hómen de porte forte, corpul ‘lento. La su cabeça cassi calva, tocáda d’ úna mitra dupla, en qualitat de Preste e de Mediator o Lhegat Pazificator de lo Sumo Pontifex. Lo su rostro éra ámplio e lampinyo, ab la front molt a-bomváda fazia devant, e la boca gránde, de temperament púro e ris169


suenyo. Al alçáre els sus braços, els frailes calháron. Ens donó úna sol ‘lemne bén-vingúda. A els nostros Monarchas els a-braçó per tres vegades a cadascúno, bessánt las sus mexilhas. Parláva paussada-ment, ab veu argentína, inclinánt lo su corpo e la su cabeça fazia devant. Ab dolze latin donó la bén-vingúda a la resta dels sus óspedes, maniffestánt proffondo interés e respecto per tan alta Meta ca ens giáva, de la qual se falhava assonvrossa-ment bé enterádo. Fiço aloxáre a tota la Corte escolta e serbidóres en molt discretas e acoxedóras covas, ca se avríen ab belhas cassilhas al esterior. Aqestas cassilhas con-berxíen en torno a ú plaçón ample, ca éra pati d’ armas e es-plan ‘nada per-a reços diurnos. Las cassilhas éren perffecta-ment bé con-formádas e remetáven totas elhas en cúpulas de barro. Totas elhas estáven blanca-ment enxalbegádas e els sus pórticos éren lavrats en lo mateixo barro. Ens dessitjó bon descansso e se retiró. Capendins dis-ponió els turnos de guárdia, pois dexidiéron ca favía ca veláre armas. Reynó ú gratíssim silentio per unas lhargas hóres fasta ca foi quevrádo per apuros femeninos, veus a-pressurádas e doléntes. Se con-gregó úna multitúde entorno de la morada de fonor de Arrancar e Taniquetil. Biniéron Jasmin Cedrus e Claramunt Olle. Biniéron las principessas Rindala, Badhar, Mahbal, Ameenah e Muneerah. La veu quexunvrossa éra la de la Emperatriu Taniquetil. Pareixió serenáre-la la preséntia de las principessas. Fóron a traéra aïgua. Mugeres de Ciprus biniéron també en lo su aussilio. Lógo ouvírem ú planto de creatúra recén inffante. Las veus a-pressurádas se a-calháron. En canvio surxió ú murmulho forte. Totz els alhí con-gregádos assistírem ab pasmo e admiratio a ú fetxo miracolosso ca, sinsa duvida, fa de devére-se a altra Naturaleça homana ca favrá pre-visto lo Criador per-a ab las gentes alto-rimeras. Pois la

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Emperatriu Taniquetil , sinsa favére tingút prenyeç alcúna, conzivió, crió, formó e fiço úna ninya, úna belha, vivaç e bé armoniossa ninya ca tubo per nom Margot, en fonor al Pane de Vienne.

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Plasmatorium Ibarqüe Sua Maris

tot aqesso ca favía passat en las sus moradas preparó lo ánima benigna de lo Preste Oschar, ca deixidió col ‘laboráre molt més estretxa-ment ab la nostra caussa. Demandó als nostros senyores ca com pensaven fazére la nabegatio fins als Sanctos Lhocs, cossa la qual non savíen bé respondére elhs. Més elh va díre-lhes ca non tinguessin vergonya delho, ca rutas las favía moltas péro ca els nostros exércitos devíen d’ anar per camins secúros. E alhí mateixo demanó recat de escriure a ú dels sus serbidóres e en ú pelhexo fino traçó ab destressa úna carta de la ínsula rodeada de mares. La su forma semexava la d’ ú cabretico ab las patas estirádas. En la puncta de dalt escrevió Rissokárpason.

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“Es lo nostro novo porto, ca agora lo ténen els sarracenos, més elhs vos dexarán passar per alhí si non coneixen la vostra missió. Deverán se-possar totas las pre-cautions per-a bastíre úna Armáda més forte e sól ‘lida. Delho ja parlarém. La vostra nabegatio será més curta péro la Mar es furiossa en las costas palestínas. Aqesta es la etapa més lharga de viatge, fasta arrivar a El Ladkiye. Es colónia enemiga de la nostra fe, péro non vos oponerán resistentia ab semexanctes exércitos. Dalhí nabegaréis per tres o quatro díes fasta Tartoûs, la rica en peixes. Dalhí a Trâblous. Dalhí a Biblos o Jbail, com le diuen els sarracéns. Dalhí a Sidón. Dalhí a Tiro. Dalhí a Aakka. Dalhí a Haïfa. Dalhí a Hedera e a Nêtanya, ca és la última 172


colónia abanz de dentráre en Terra Sancta. Dalhí ú xic fazia Naixent e ú xic fazia Meridion trobareu Ierossalem, formidávile-ment guarnída de sarracens, els més fieros e bel ‘licossos de lo món. Sería bona ideia lo restáre ú breu temps a la vora de la Mar, affin de coneixére las terras e savre dels punctos fracos de lo enemic. En Jbail, e qiçá també en Tiro trobareu jentes sarracenas ca non gosten de la companha de las tribus de Falabum Bibin Bibin, ca són els ca dominen Ierossalem agora. Naraim Chazzar e Eliah Hasani me deuen fabors ca jo sé quáles són e non vos dexarán d’ ajudáre. Odeien als hómens de Falabum Bibin Bibin e non perden ocassió per-a brigar ab elhs. Només es fa necessárias unas pieças de ouro e vestits ricos e esserán a la vostra má. Elhs porten alhanxes, açagalhas picas e saven ussáre lo foc a distantia si es fa precisso. Non vacil ‘len res si de donáre mort a outros inffieles es tracta. Cossa la qual ens combé per-a la nostra nóvile caussa.

Aqesto foi tot lo ca els dixo als senhores lo piadosso Preste Oschar. Proncto començaría la lavor per-a bastíre, rinforçáre e repegáre els nabíos de qincha marina, sobstantia ca marabilhiava als hómens de Ciprus, grans nabegants. A-més conseguió-se tal ‘lar ú bosc ca favía en regió neutral, sinsa ca offendiéran-se ni biçantins ni sarracens. Els árvores es trans-ladáren des-de la part Oriental fasta lo Septention de la nsula, onde púdose negotiáre ab els armadors sarracens per-a bastíre nabíos velozes. Elhs savíen fazer-els d’ úna guissa ca ens pareixía algo torpe, mes non hovo més remei ca acceptáre els baixeles per més ca ens pareixíen poc el ‘legants. Fizieron-se així trenta e tres nabes de quaranta códos de lungo, ab albas vel ‘las de forma quadrata. En 173


grossos marmitones se fonió la brea (ca és la Peç de Mortos) e las mantecas e la zera. Per-a elho, batió-se las colmenas de tot ú pueplo, vaziándeo-se de lo valiosso elemento las mateixas. Com é dicto, tot aqesto se fonió en marmitones e ab elho pegosteó-se per fora els nabíos. Aqesta materia non dexava passar lo aïgua. E traxo lo magnánimo Oschar tota mena de bitualhas, las ca fóron posádas en tinaxas, pelhexos e cúvas de grándes plétoras. E els senyores sarracenos acudiéren ab gránde preitessía al Senyor Saad e quan coneixíen al Senyor Arrancar teníen per elh tota estimació e dávan-lhe panyos freds. arrivó díe en ca hovo ca partíre. Atrás iva restánt Kamalön e contertiáren els monjos de lo Preste Oschar ab las sus veus més armoniossas en ú dels més belhs díes dels temps antiquos, quan els exércitos de la Gránde Creuada de Arrancar II esteniéron els sus pavilhions. Els monjos dels Coros de Occidente atronáren aleshores las terras e la Mar retroxeidió al ouvíre canctos tán fiéros e colores de galhardets tánto el ‘levats. Els senyores biçantins biniéron e desitjáren moltas vegades úna lhum brilhante e mortal als ferros de nostras espádas e açagalhas. Borricos fortes e boyes marxáren cap a Rissokárpason e lógo fóron en-barcádos quasi totz vius e alcúno dels boyes ja tasaxo per las meréndas de marxa. E tot lo cami cap a Rissokárpason bíno lo nóvile Preste Oschar montat en ú briosso cavalh alvo e els zinquenta monjos de la su orden le a-companyaven molt grábes e circonspectos. Las jentes ca sortíen al camí traíen vid e mel de letxiguana, e tozinos grecos, e dolzes d’ amareto e nozes. Las nabes e las Bah-rackas re-inforçades aguardaven ja suxetas en dinz de la Mar en lo amistosso port de Rissokárpason. E moltos de nossaltres anyoraríam des-d’ aleshores aqessos díes de sanc-

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tetat e jovinessa en la nsula de Ciprus, ónde lo hávile senyor Preste Oschar administráva pau e concórdia entre pobles en-ramáts en guerras terríviles. Díes ca racordaríem per sémpre pois alhí várem veure la pau e la concórdia ca ja non trobaríem mai en aqest món. E molts de nossañtres plorarem e non volíam marxar, péro las nabes cruxíen en la Mar de Rissokárpason e Arrancar tenía aqelh díe els ulhs més açul blau ca mai. E totz ocupárem els nostros lhocs en las Bah-rackas, ca tornáren a essére Barcas. E els sarracenos de Rissokárpason sonáren enórmes Cimbal ‘lus e nosaltres las nostras txirimías. Quan las miles d’ almas se en-tregáren a la Mar mansa-ment, sopló úna bentisca suau e persistent. En las orilhas quedáren ú temps els més altos senyores dels pobles alhí con-gregats. Pidió Arrancar a Jaspejaule la su petaca guarnida e donó al Preste Oschar ú colhar de contas de ouro negre, de lo ca penía la imatge també de negre ouro e també alba prata d’ ú cordéro. Comprenió Oschar aqelha distinctio tan sublime e con-mobió-se fasta las lácrimas. Oschar donó a Arrancar ú pavilhió bordádo per las damas de més lustre de la nsula ab úna tela granate de la ca fulxíen els sus cabelhs de ouro. E a Saad donó lhibres de gránde rareça e estimació, plens de imatges. E a la Reyna Taniquetil coronó-lhe la Diadema Reial ab la qual unxía a Reies e Imperadors lo lhegat de la Su Sanctetat. E a la Principessa Margot alçó-la en braços e la contempló ab ulhs penetrants. Ab ú isopo la rozió ab Aïgua Beneïta. E donó als sus pares per-a ca le custodiassen uns tubos altos. Péro abanz de donáre-se-lhos als imperators, favló molt quedo en dinz delhs e logo afirmó las sus tapas. Aleshores dixo la Principessa Margot des-dels braços de la su mare:

“Dolce Senyor e Preste: Vos seu lo amo de las terras ónde lo mi cor á latit per primera vegada. Non vos dexo detrás ab alegría. Mes 175


vos portaré en lo mi pensament per sempre com-a ú pare afectuós e savi. E quan porte al su fin els Magnos Fets ca ting pensats, vos els dedicaré. ¡Adeu, Pare Oschar! ¡Ca Deu vos faga rico en fets e saviduría!” E alhí presto alçáren els sus augustos pares a la parvulilha parlánte e la en-bolbiéron en finos panyos e ab ú suau pelhexo de borrégo. Des-filáren totz elhs e las principessas reiales. E totz ocupáren els sus molhes sitiáles en las fluctuantes moradas.

E atrás foi restándo ab molta tristessa la nsula de Ciprus e su maternal port de Rissokárpason, fins a ca las sus fogatas ja non podessen essére vistas des-de las nabes. En lo profondo de la nit, ploros e cánticos, e pregárias e xaculatórias apagáren la monótona protesta de las onades de la Mar. Dos dies ab las sus noctes hovo ú silentio molt a-pesadunbrat. Mes, començant lo treçer die foi la dolçíssima veu de Taniquetil e las sus principessas las ca en-tonáren ab lo fluxus e re-fluxus de las onades de la Mar ú cántico d’Alabança, úna nana d’ amor a Deu. Els hómens e las donas sarracens responiéron al lhamament entonant forte-ment aqesta nana sarracena d’estrema-untio. E éra ca ja se veïen las costas de la Terra Sancta. E las onades éren furiossas e la Mar intera se plenó de espumaxos, e non hovo lógo més ca aigüas asessinas, ca començáren a destruïre els bassaments de las Barcas. Mes las sus qilhas éren poderossas e els hómens cantáren aleshores tan forte-ment ca la Mar retroxeidió e se planxó, e dibissarem El Ladkiye, la costa enemiga ca ens dixesse lo Preste Oschar. Alhí várem veure blandíre luengos fílos a numerossisim guerrers. Éren sarracens tronxadórs de caps e de mans, e de corps. E, en ouvint las nostras fieras veus e la Mar 176


planxáda, saliéron dels sus cuviles e cinyéron-se els ferraxes més crueles per-a deffendére las sus falázias, els sus impropérios e lo su error en permanent blasfemia. Estaven com-a caracols bulhint. Tornáven els su rexónes cap a la esquerra e cap a la dreta e formáven ú mur in-franquejávile de pestiléntia. Mes en aqelhs díes Deu éra encara ab nossaltres, e lo nostro fulgor els a-terró als més. Péro restáren molts hómens a las platjas de El Ladkiye e non se fóron. E Saad e Watsunkhani deixidiéron peliáre també juncto a nossaltres. E, en-desenbarcant hovo lutxa e morreren molts inffiéles. Péro també morreren lo savi Conejo Conill e tres dels sus ajudants de camp, a-més de tretze nóviles altos-rimeros. La resta dels inffiéles fóron anexáts contra la su voluntáde. Mes lógo molts delhs ganáren entussiasmo per la Gránde Caussa e compreniéron lo su grau error, e lo dels sus páres e lo dels páres dels sus pares, e fóron perdonats. La resta fóron tomats com-a escrávos a las ordres de Saad, qi els ens-truió en belhas e útiles artes, e molt temps lógo alcançáren úna gránde saviessa e fóron livres. Las ricas Barcas permaneixiéron en la Mar ab lo vaixels sarracenos de Ciprus e foi assí ca la nabegátio continuó per tres díes, d’ acordo ab els vaticinis de lo Preste Oschar ca arrivárem Tartoûs, la rica en peixes. Dalhí, bé a-provissionats, nabegárem a Trâblous. Dalhí a Biblos. Dalhí a Sidón. Dalhí a Tiro. En Tiro saliéren al encontro brincánt e patejánt com-a sierpes frenéticas Naraim Chazzar e Eliah Hasani ab ú milhár de hómens. Mes en veient la tarxa de lo Preste Oschar se a-vergoyaren e restáren a la vora de Arrancar totz obseqiossos. Dixo-lhes Saad ca en nostro enemic éra Falabum Bibin Bibin, lo ca els re-gozixó e pusso alertas a la lutxa. Trocárem unas pócas peças de ouro per moltas briossas montúras, ca éren negres cavalhs e grándes camilhios. E, ainda ca aqelhs éren jente bárbara e blas-

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fema de lo veritávile Deu, fóron discretos e non parlaren e non voziferaren en la marxa ca portó als piadossos cavalhers dalhí a Aakka, dalhí a Haïfa, dalhí a Hedera e a Nêtanya. E aqelho sinsa dúvida per caussa d’ aqelhs morlacos de ouro, ca non fóren tánctos e ca bon compliment ens valéren. E foi ca avançaren Naraim Chazzar e Eliah Hasani per terra cap a Nêtanya ab lo baron Pere Blay e Jaspejaule e sis mil hómens. Enquanto isso, Arrancar, Saad, Jasmin Cedrus e la resta de la hóste continuárem en las Barcas e las nabes sarracenas. E foi assí ca arrivárem a Nêtanya tres dies despois ca Jaspejaule e Pere Blay. E unídas las jentes de la gloriossa Creuada foi ca Arrancar suvió-se ab Saad a lo alt d’ú monte e dirixió la su nova Arenga Superna, ca ens plenó d’ ardóres, en-dizéndo ca la nostra fe crístina tenía ca bengáre la secular affrenta perpetrada per inffieles als Sánctos Lhocs, per ónde lo Nostre Senyor favía possat las Sus benedictas planctas. Totz els crístinos corearen a grándes veus, en-tre-txocánt aperos, cubos, palas, lanças, escúts, élmos, en mitj d’úna algaravía es-pel ‘lusnánt. E els cabdilhos sarracenos ca alhí es trobában, e els sus súcditos e serbidórs se mobíen cap a Neixent, cap a Ponent, e tot aqelho els donáva espant e úna al ‘legría salvage. E Margot, ca éra als braços de la su mare Taniquetil, començó a parláre nova-ment, lhenánt de meravilhia a aqelhs ca non coneixíen aqelh prodixio. Pois foi, a-més, ca dixo així:

”¡Senyores! La nostra fe és més antiqua del ca crístinos e sarracenos volen creure. Jo vos digo ca alhanxes, picas, açagalhas e zimitárras non farán res ca danyo e des-consolatio. Totz hómens e dónas , d’úna terra e d’ altra, veneram lo mateix Deu, Benedict séja Elh. Per aixó us rógo pare Imperator ca non lançems las nostras óstes, ca són plénas de séde de saviduría en 178


búsca de sang. Pensa, ¡oh, aimádo pare!, ca avui lo malvat es diu Falabun Bibin Bibin, demá es pot diure d’ altra mena, sarracena o non, e ú díe estarem matant ú germá de la nostra familie sinsa savére-lho”. Arrancar a tot escoltava molt atencto, las sus cexas en arcs connopials. Taniquetil protexió a la su filha en-tre manctos de lhino e totz aguardáms en silentio. Arrancar descenió, tomó a la parvulilha e tornó a suvíre al su sitial. Hovo vents e uns nuvarros grissos qitáren la calma als céls de lo desséret. Arrancar parló alhí grabe-ment ab Saad, sinsa ca ningú podesse ouvirelhes. Els senyores sarracenos aguardaven úna resposta. Els senyores crístinos guardáven total mudeç, las sus viçes baxas. Clamó Arrancar aleshores:

”¡Súcditos, hómens lhivres, nóviles raças biscahína, provençala, venetana, rimera, altorimera, sarracena e jueva! La nostra Lex e la nostra fé crístina ens demánen aqí ú nóvo sacrifizio. Lo Nostre Deu Benedict me fa donat úna púra e devota espossa, docta mulher jentil, ca me fa ensenyat molt de la mi própria fé, esséndo elha de la fé de lo Proffeta Maómma. E també me fa a-graciat lo Senyor ab úna proxénie miracolossa, ca parló, e ab entendiment e saviduría, des-de lo dé de naixére. Lo Sancto Preste Oschar la fa a-padrinat, e els piadossos Claramunt Olle e lo Prior Cedrus, non ven en elha cossa ca non bénga de Deu. Per elho, jo me plego a las Sus planctas de Deu Nostro Senyor e a Elh rógo ca me guíe, pois penso, agora si, ca la mi filha té raó”.

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E foi assi ca Saad, molt sentit, s’aproperó e abraçó al su tocaio Imperator Arrancar, e besó las sus mans en senyal de nova e definitiva aliança. La nit començava a se-zerníre sovre els nostros caps. Els senyores reies mirávan-se, otejaven la lexanía de las terras promessas ja luengos anyos abanz, la Terra Sancta de las nostras anssies e des-belos. Taniquetil estava serena e fulxíen els sus pretíssims ulhs de Reyna quan mirava al su poderosso consorte, lo Gerrer de la Pau, per-ca així le van díre desd’ aleshores a Arrancar. E Margot assomava la su faç plena de gràcia, e mirava també al su pare. E foi ansí ca díxo-lhe aleshores:

-”¡Piadossisim pare meu, gran senyor Arrancar! Vos seu ú gránde gerrer e ú hómen d’ armas a tomáre. Las tus façanyas las canten las tus jentes e els hómens ca vos fan vist al passáre. Péro, vos seu també ú hómen de pensament e ú hómen de las mússicas e las paraulas e de lo amor ca a Deu tant complau. Sinsa dúvida ca non vos arrepentireu de favére deixidit de non derramáre la sang dels sarracens de Falabum Bibin Bibin. Lo Criador ja vos donará la Su senyal d’ aprobatio. Mes agora jo comprén ca es fa necessário ú altre pas abanz de essére la nostra missió coronada per lo lauro de las bonas accions. Es tracta de detenére-ens aqí mateix, en els camps, en las terras in-cultas d’ aqesta nóbile terra, e fáre la essisténtia paçíffica dels sus hómens de sempre. E cultibáre els lavrantíos, e fáre paçére els rebanyos e coneixére lo sosseg e la veritábile pau. E jo crec ca vos, senyor de lo mi pueplo, poderías aproperáre-vos úna mica més a Ierossalem per Mar, e coneixére d’ aqesta guisa alcúnas cossas de la Sancta Ciutat

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e dels sus ábitánctes sarracens ca agora non savem ancara”. E dixo Arrancar aleshores:

”Filha meua: mai ú pare va donáre crédit alcúno a úna noia, e molt menys ú Rei. Ja veus ca jo te estimo molt, ca non puc veure si-non és per tú, mes la nostra Gránde Caussa es gránde per-ca es nóbile e es de Deu. Si lo tu Deu e lo meu són lo mateixo Deu, sinsa dúvida ens donarán úna senyal. Ca, en-ouvint aqesta senyal ja non duvidaré mes e lo nostro pueplo ens segirá”. ”¡Perdona’m, ca teniu raó, dolçe pare meu! ¡Ca sigui lo ca Deu, lo Sancto Beneïto volgueix!”

E, aínda-ca ja éra la nit, e cassi totas las perssones ca alhí éren guardáven silentio e a-pacentáven els sus animals, alcúnos cents delhos ja favían-se sumído en sonyos. Margot, péro, non se dormía. Els senyores crístinos e rimeros platicaven molt axitádos en dinz de las Bah-Rackas quan començó a es-campáre la nit e avrió-se ú alvor de matinada de lo mig de lo cél e non de lo Naixent e non favía corrído la nit e els estels non favíen essído avissadas e marxáven des-paborídas en totas las direccions de lo dúro cél, ca tenía agora ú nóvo díe. Éra ú díe en dinz de la nit més preta. Las bésties totas aulháren e buscáven covixo en-tre las rócas. Els ocelhos de lo cél eqibocáren sus roncáres e saliéron en tirabuçóns. E aleshores arrivó ú migdíe, en mig d’úna mit-

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janit. E Arrancar siguió des-d’ aleshores a Margot, la Savia.

Aqelh díe foi molt lungo, lo més ca se tivesse recórdo. Arrancar fiço possar la su Barca en la Mar, e foi esseguit per els senyores rimeros, e foi en cerca de notícies de la Ciutat de Deu. La resta dels hómens lhe aguardárem durant mig anyo en Nêtanya. Lógo emprením la marxa fazia Naixent, tál qual ens dixo Margot. En Nablus ens reixibéren ab molta estimació, pois coneixíen las façanyas dels senyores de Alhende-laMar e de la Ninya Savia. E foi ca ens dixéren ca Arrancar fundó juncto a la Mar la ciutat de Tel Aviv, ab aqest nóm arameu ca vol díre “En pau espero”. Nablus foi jenerossa a més non podére. Alhí a-guardarem per tres lhunas més, fasta ca úna manyana arrivaren las Bahrackas prodixiossas, agora ab grans rodas de fusta e tiradas per camilhios e per dos oliffantes. Lo podére e la Gloria dels Reies de Alhende-la-Mar alcançava la su zima. Péro, la Ninya a-consexó non permaneixére en aqest estat exaltat. Ansí foi ca partirem sis díes després. Lo Sazerdote Samaritá de Nablus, hómen juevo de molta veneració per els sus fieles juevos, ens despidió en lo peu de lo monte Gueritzim ab la su beneïtio e non mirárem lo monte Ebal e a-trás restó, ca lo Deüteronómi feïa maleït. E d’ aqeste monte Gueritzim, ónde lo Criador fiço a Adam e a Eva, la Ninya, ca ja corría ab las sus pequenyas pernas, recoxió tres pedras iguáls e las dió al su tío, Saad, qi las reixibió ab reberéntia. Dexárem Nablus e passárem totz per lo Poço d’ aïgues de Jacob en Siccar. E lo díe següent ens sorprenió en Balata, onde per hóres várem veure lo passat esplendor de Txijem, la ciutat de las dotze trivus. La marxa ens portó per Tubas, per Gennim, per Nurite fasta Naçareth. Alhí restárem ab beneratio totz els monjos e 182


la jentes crístinas. Totz els de-més fóron respectuossos als nostros reços e pregárias. La senzilha aldéia e els sus camps se ompliren d’ alegría e cánticos e reços piadossos e alabánças. U mes duró la beneratio alhí, fasta ca emprenírem la marxa de nóvo. Per montes verdes ívem quan Margot començó a ploráre. Eren terras de gránde belheça aqelhas las galileas, péro la Ninya plorava. Passárem per ú extranyo mont ca es diu Massadda, ab úna fortalessa en lo su cap ca diuen ca foi de lo tirano Eródes. Margot non parló sino ca ploró com-a úna ninya quaselvola fasta passats varios díes de marxa. E foi aleshores ca ens detubírem e Margot tornó a parláre e dixo ca aqessa terra es deïa Basham e ca éra alhí onde Deu ens volía guardáre e obseqiáre per alcúnos anyos, per-a ca traxéssem la Su Gloria e non sóla-ment la nostra Glória.

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Margot Regina Bashamis ansí restárem en aqessa amorossa terra per espai de qinze anyos, fasta ca els Reies Arrancar, Saad e Taniquetil unxiéren a la Ninya, aleshores de deç e sis anyos, com-a la Reyna de lo Basham. E tot lo pueplo, ca medráva, e molt onésta-ment, la tomó per la su Reyna natural. Foi ú díe Diumenge ca totz pregarem, e foi ú dil ‘luns ca lavrarem els camps feraçes, e ú dimars ca escamparem las dolças boïras, e ú dimercres lo díe de la colhita de fruïts e cuinada dels menjars més esqissits e foi la vespra de lo divendres, després de colhit lo raïm, en ca arrivó la Ninya Margot, agora Reyna, al cen-tre de la su Glória. Ansí la recordarem totz nossaltres d’ ara en més.

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o pueplo de lo Ayre Circumdante, nutridas hostes de Jarra e jentes de Palestina fóron Reyno de lo Basham des-d’ aleshores. E la Corte de Margot foi ú Tribunal d´Amor e úna Escola de Talmud-Torá. Els hómens, sarracenos, crístinos o juevos acudíen alhí per- a sanáre las sus ánimas e los sus cossos, e la Reyna Margot administrava Sanatio als malalts, covixo als desamparats e Justitia e Amor per-a totz nossaltres. E fizo realitat la veu de lo savio antiquo jueu ca va dire: Non alçará espáda Natio con-tra Natio e non se exercitará més per-a la Gerra.

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arrivó die en ca els cabdilhos de la Palestina totz elhs rindéram homenatje a aqeste Reyno de Pau. E supo Margot ca els sus augustos pares devíen anar a Ierossalem e fazére alhí baluarte e cuna d’ ú gránde Reyno Emperio. La novilíssima sang dels Reies ca ens conduïen es manifestó alhí nova-ment, ab la su prístina conditio, pois sinsa dúvida elhs portáva ú Missatje Diví. E ansí foi ca Arrancar comprenió lo ca la su filha li deía e deixidió ordrenáre la marxa a las sus óstes més antiquas e fieles. Li a-companyave molt digna e central la Emperatriu Taniquetil. E ab elhs anáve lo Monarcha Saad. E elhs-guiave e elhs-secundáve la Reyna Margot des-de lo Basham, ca lo su cos permaneixeríe alhí per més ca la su ánima viaxaríe ab los sus pares. Foi ab Arrancar Robert Jaspejaule, lo su Lhoc-Tinent, e foi Ibón de Bucuesa, ab totz els sus baturros mussicals, e foi Cabezo de Azaila, anziano ja, e foi Jasmin Cedrus, ab Claramunt Olle e ab lo savi serbidor Hiermanos. Ab elhs foi també lo Príncep Watsunkhani e els cabdilhios Naraim Chazzar e Eliah Hasani e vint tres mil hómens monjos, lavrieggos mussicals ja en aqeste puncto. Totz elhs portáven aleshores los sus arádos e las sus lampas e palas e carretos. Totz elhs teníen alcúna cavra o boi o polhino ca guardáre. E las bésties iven omplídas de vino e de mel e de pane e de frescos ous. Juncto a Margot dexó Arrancar a los lavoriossos e prudentes senyores Roger Capendins e Pere Blay, e molts altres senyores e senyoras molt nombrats e valerossos e prístinos. E tot lo nou pueplo de lo Basham restó a las sus dolces planctas.

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o díe de la marxa favló així Margot:

Deu nostre e dels nostres pares, il lumina ab els Tus Preçeptes e la Tu Sanctetat la marxa e las accions e lo pensament d’ aqestos hómens senzilhos e púros de cor. Otorga-lhes la Tu protecció als ca agora marxen a la Conquesta de la Tu ciutat en pau. E així partéram totz cap als nostros runvos.

... n la gránde hóste de Arrancar II e Taniquetil marxó també aqeste fumilde monjo, escriva delhs. Agora ca lo mi senyor Arrancar així me ho manda, a-proncto els meus petates per anar a comunicáre els Magnos Fetxos a la Su Sanctetat a Roma. E con-cluïo aqesta crónica de tota cossa ca alhí aconteixió.

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... foi ca passarem per l alta torre de Massadda e dés després per Naçareth, ónde els monjos pedírem en pregáries al Nostre Senyor per ú temperamencto piadosso e pacent. Tornarem a passáre, com anyos darrera, per la Galilea e la Samária feraç, fasta arriváre a

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Nablus, la nomvráda. Alhí ens enterárem ab gránde pesantor ca lo Sazerdote Samaritá de Nablus, nostre benerávile protector Sholiman Ben Moshés éra mort. En lo su lhoc éra ú cossí seu, hómen de equal barba e cavelhera, péro més pretas. Als dos díes anárem cap a Nêtanya.

E foi ca arrivarem a Tel Aviv, ónde Arrancar foi fonrrat per las jentes ca alhí restáren e ca elh-recordaven. E lógo endereçarem cap a Ierossalem, ónde ens a-guardáva Destino, molt jalosso elh. E proncto falharem ca lo camí es fiço úna senda molt clara e lógo començó a essére de pedra dúra e preta, cossa la qual ens admiró per la su lissura e perffecció. Tenía lo camí úna traça molt recta e serpejava en-tre las muntanyas. En lo su mig hi favía úna línia també recta e de colore groc e a las bandas altras línias alvas. E despois d’ arrivat lo Sol al çenit, lógo d’ ú almorço de campanya a las costas d’ aqelh camí prodixiosso en negrura e calóres, tornárem a la marxa. Els camilhios fugíen d’ aqelh camí tan dúro per-a los sus peus. E en-tre las muntanyas d’ aqelh pays començarem a veure uns postes ou estacas de peu, com árvores ca se-disposassen en fílas e se-a-costassen juncto al camí. De poste a poste penjaven unes cordas lustrossas e outras tiras de metalh argentosso. Totas aqestas cordas eren molt equales e perffectas. Pareixíen cordas molt bonas. E Maduul Chassan, ca éra de los de Saad hómen cavál, així ho va pensáre e es va putjáre a ú d’ aqestos postes, per tal de colhíre la corda de metalh. Enquanto va prendre-la ú forte foc lhe en-negrezió las sus mans e caió per terra. Altres dels rimeros blaus ca, com elh, marxaven ab nossaltres, elh-recoxiéren e elh-portáren en parixuelas. Mes elh non va parláre més mai. Mes tard, d’ aqestas cordas començaren a penjáre unes ampolhas de vidre e metalh, mes ningú non va volére tocáre-las. Lógo ouvirem ú sorolh ca es-a-propá187


va cada vegada més. Era ú sorolh ronco, com lo ca feïen els Lheos ou els Çepos de Carmona. U ruxido molt lharg e permanént. Aqeste ruxido foi creixent més e més, fins a essére espantóssa béstie ca enffiló cap a nossaltres. Éra béstie blaua e alva, ca tenía els peus pretos e rodons, com si fosse ú carruage, aínda ca benía molt més presurossa. Corrírem cap amb-dues bandas de lo camí, per tal de fugíre d’ aqelh espant ca arremetíe con-tra nos. Mes érem moltíssimas persones las ca alhí érem. E totz volíem salváre cossos e ánimas. E en-feïent aqelho ens danyarem en-tre nossaltres, donant crits a lo Cel per lo gránde temóre ca esperimentavem. Lo carruage-béstie va passáre ab brutales ímpetus e va avançáre mitja lhegua més, fins a aturáre-se. Aleshores, mirant ab la ma sobre els ulhs, per tal de veure milhor a la distánctia, várem veure ca es tractava d’ú carruage o injénio homano, pois d’elh s’ovrió úna porta e va sortíre ú hómen, de vestedúres enxutas e ab ú drap lharg tot donánt voltes tot arreu de lo su cap, com si fosse ú barret. Estúbo uns moments mirant cap a nossaltres. Com ho biessem al nostre pareixére com-a úna perssona homana, per bé ca molt prodixiossa-ment muntat en aqelh carruage tán estranyo, començárem a tornáre al camí. En-biéndo-ens, aqelh hómen va muntáre en la su máqina tan veloç e va sortíre d’ alhí ab la maior veloçitat. Saad, en-veïent-ens a totz nossaltres aixi aturats, foi qi va díre ca la marxa non devíe truncáre-se així, ca cosses pitjórs havíem passat anys darrer. Així várem marxáre fins a la mitja tarda, en ca ouvírem nova-ment ú sorolh e ú troeno pareixíts a lo d’ abanz, péro agora benía per devánt. La lhum, en-tant, éra cada vegade minor e més morta, e creixíen en nossaltres nóvos pessantors, al temps ca ú novo bigor e corages nóvos. Lo espérit gerrer non ens favía a-vandonat del tot, per bé ca érem agora hómens de Pau. La hóste campesína e

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gerrera es va a a-mutxáre tota juncta, tot tancant lo camí, ca éra nostro. Várem fáre úna mitja lhuna, milhárs d’hómens ca non volíem essére dis-plaçats, com si d’úna gata parída es tractásse. Lo pressurós carruage benía a tot corrére, corre-ca-et-corre. Camí elh portáva de volére arriváre a Tel Aviv abanz de la nit. Malgrat aixó, ningú demoni elh corría per darrera, ou non lo várem veure. Lo camí torzía quasi ú quart de volta cap a Septentrión uns sis-céntos passos per devant. Per alhí benía lo carruage, fasta ca endereçó en tant passáve aqelha curva. Aleshores, e sinsa ca podiéssem veure béstie alcúna, sonó úna veu agúda e prol ‘longáda, com si fosse ú crit de Animal-Beemoth ou Lebi Athán, e dos oxos terríviles enceniéren-se en luzes potentes com lo díe. La meitat dels nostres fugiren nova-ment a las dues bandas de lo camí, cossa la qual en-furezió violenta-ment a Arrancar II, páre de gerrers, senyor de la Pau. Ponió-se elh mateixo e va començáre a critáre terrífica-ment. E Robert Jaspejaule estáva a la su vora. E Ibón de Bucuesa dió crit als sus baturros ca fizessen úna batahola manya de Gran Moncaio, ca gelasse las muntanyas. Aqí, totz els campessinos saltáren a la preta carretera e donáve pavúra a quaselvóla creatura homana ou demonial la nostra carga. Lo viatger de lo carruage de lo a-tardeixére va a tornáre-se malalt de lo cap e la su máqina va tiráre cap a Meridión e lógo cap a Ponent, duas ou tres vegades, fasta dis-apareixére. Estávem totz festexánt quan altra vegade várem tornáre a ouvíre ú sorolh d’ aqelhs espantóssos sorolhs. E aquéste beníe per darrera nova-ment. Saad, fecúndo en idéies va sogeríre a Arrancar de non fer-lhe batalha alcúna, péro permaneixére als costats de lo camí, com ho faríen els campessinos d’ú pays de viatgers tán in-prudénts e presurossos. Bóna foi la idéia, pos tota la nocte hóvo jentes així de malalts dels sus caps, ca passaren cap amunt e cap

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avalh de la nostra carretera, com si ningú sopiesse quí éra alhí, ou sinsa savére ca lo su Imperator Arrancar II la transitáve. Péro lo nostre camí cap a Ierossalem ho éra ú camí de Pau e de homilitat, e foi elh mateixo qi agora va parláre aqí:

“¡Senyors e germáns! Agora som totz campessinos, lavrieggos e pastórs. Varem coneixére hómens fieros, varem lutxáre ab firmessa e resolutio in-quevrantávile e várem trionfáre damunt elhs. Totz coneixem e totz coneixen la nostra fomvría e gerrera masculinitat. Mes las nostras mans deven en-punyáre agora lo rexón de lo arat, la forca per-a alçáre la parba d’ alfalfas e lo txifle per milhor reclamáre la maxada d’ovexas e cabritos. Varem essére lo major exérzito de lo Mon intéro e complet. Falabun Bibin Bibin e los sus acól ‘lits váren podére acaváre com olhexo de granadas, grissos e encarnats per la rudessa de las nostras mans, las mateixas ca ara volen cultibáre lo sosténto de los nostres filhets. Péro foi més gran lo misteri e la senyal ca lo Altíssim, Deu de tres pueplos e de cent raças ens va en-biáre. Estem a terras estranyas si las áy. Lo temps ens ajudará a comprenére tot aqesto ca avui ens estranya sovre-mena. Tot aqesto són prodíxios d’Elh. És d’hómens savis deixáre a Deu deixidíre. Agora comprenc ca devem entráre d’ a póco, per tal de non essére retxatzáts per la jente ca volem conquestáre per-a la nostra Grande Caussa e Emperio Gran. Així digo e així fa de essére: anarém en partídes de trescéntos e qinze, com trescéntos e qinze fóren els bravos monjos ca traxéren els cidrus de lo Sinnâi fa ara tants anys. Cáda partíde tindrá ú cabdilhio, ca 190


deverá savére quán haurá d’entráre a Ierossalem. La propera setmana anará Jaspejaule, la següent Jasmin Cedrus e la terzéra jo mateixo, cadascúno conduïnt úna partída. E així ho farán la resta dels hómens, ca anarán totz arrivánt, giádos pels sus cabdilhios naturals. Així farém la Conquesta, ca així es fa milhor. Ailhó ens tomará anyo e mitg, més ou menys. Per altra banda, haurem de preparáre lo camí a la mi Ninya bé-aïmada. Penso ca la milhor mena de fáre-lho és enbiáre al Príncep Watsunkhani, si elh e lo su amo Zaid acorden ab mi. Elh anará ab tres partídes de trescéntos e qinze hómens e portará a Cabezo de Azaila ab tota dil ‘lixentia ab elh. Lo temps ca elho demane esséreá just lo temps de la maduratio de lo mi Empério a la beneïta Ierossalem. Així, quan elha arrive ab nossaltres esséreá lo moment més propici. Cabezo de Azaila, lo mi nóvile amic e bón súcdito, esséreá qi la damane ab la su cascada veu e ab las sus sensatas raöns. Després, tornánt cap a Ierossalem, recordeu-ho si vos plau, hareu de passáre per aqelha muntanya onde es troba la antiga torre d’Eródes, ca li diuen Massadda. E aleshores, presteu-em atentio Cabezo, vos convido pare Cabezo a viure alhí com-a Comte d’ aqelh térmi e lhocs, e donyo de lo castelh ca alhí es-trobe. Podereu escolhíre de en-tre els hómens ca voldreu per a-companyáre-vos, Cabezo, ca bé mereixit téns ú repós e úna vegeç digna e calma. E podereu fazére vida de campessinos e de oratio e contemplatio. La resta de óstes ca es troben agora a lo Basham haurán de beníre tot en-voltant la grácia de la su Reyna, ca putjará a la Santa e 191


Dourada Ciutat ab totz els fonors. ¡Així haig parlat! E així es va fazére, per bé ca hóvo molts carruages estrepitossos ca ens qitaren els somnis aqelha nocte e altras. També várem ouvíre e veure uns páxaros en lo Cel, més mostruossos ca els carruages, pois bramáven ab agúda veu e surcáven lo firmamento. Varem dispersáre-ens per poblacions veïnes en quantitat d’úna ou dues partídes. En alcúns pueplos érem reconeïxits mes en altres non. Hi favía moltas persones sarracenas non-rimeras ca vivíen en aqessa part de la Palestina, totz elhs molt submessos a la su lex rel ‘ligiossa, ca non volíen tractáre ab nossaltres. Ouvírem e varem veure carruages de ferro en dinz dels pueplos. Anáven més calmossa-ment, péro ens daven pavúra. També hi favía curiossos injénios de metalh per-a portáre aïgua, ca donáven lo preziat licor quan se tocáva ou giráva ú adorno ca teníen en las sus zimas. Va partíre lo Lhoc-Tinent Jaspejaule aqelha setmana, Jasmin Cedrus la següent e Arrancar la terça. Quan feïe duas setmanes ca favía marxat la partíde de Saad ens lhegó la penossa nova de la mort de Jaspejaule. La pena favía devilitat la martial ánima de Arrancar II, perdut com éra lo su braço forte, ma dreta, ulh aviçor e ment germana de lo nostre Imperator. estúpid e mal ‘ligno carruage de ferro favía lhe-alçat en vil ‘lo tot voltant d’ú carrer en Ierossalem. La covarde creatura non es favía detingúdo, e altra máqina de pretas rodas passó-lhe per en-zima, feïent-lhe meserábiles despóxos. La congoxa corrió per tot arreu de la Ciutat Dourada. Saad arrancó-se las sus grissas vestedúras e Arrancar es ponió ceniças ardéntes en los sus cavelhs. Cedrus, Olle 192


e Hiermanos cantáren ú treno dolént e vagharosso per díes e díes. Las persones ca els veïen així non lhes fazíen cas ningú, ca pareïxíe ca els sus cors éren de pedra. Aqeste serbidor foi a-signat a la partída de Hookah Lhinás, ú senyor poc conegut. Vaig arriváre a Ierossalem sis messes després ca lo mi senyor Arrancar. Poc és ho ca pódo aqí contáre de las sus façanyas, ca elh mateixo non va mostráre intereç ningú. Estáva Ierossalem en-voltáde d’úna muralha molt poderossa e es-apoïave en séte colínas verdes e dourádas. Estáva tota plena de sarracénos non-rimeros, ab els sus camilhios. Teníen moltes meçqites, ca éren las sus casses d’oratio, e en-tre elhas úna iménsa, ab coupula d’ouro. Als carrers, rebossánts d’hómens ab barrets de tel ‘las alvas e pretas, tot envoltánt els sus caps, hi favía mercats de tota mena de cosses estranyes, com fructos, tel ‘las vistóssas, cóncas de fang e de metalh de cuprus. També tot tipus d’injénios metálhicos, ca feïen sorolhs, veus e lhums. Objectes, sinsa dúvida criádos pel Tentador Satán.

Tardárem en trobáre als nostres. Éren amagats en-tre lo pueplo de Ierossalem. La jente ca alhí vivía éra estranya, la su lhengua estranya, las sus vestedúres estranyes e con-vivíen ab aqelhs árvores amarrats de cordes de mortífic metalh. Tot alhí éra brutície e ú feo sorolh tot lo temps. Ningú non volía parláre ab nossaltres, ca tothom passáven a tota pressa, non se sáve cap ónde. Ens miráven mala-ment ou ab sorna, tot senyalánt-ens ab los sus dits. Éra difficultosso menjáre en ú lhoc ónde non podíem cultiváre la terra. Lo menjáre també éra raro, de moltas abénas e trigos ab savóres molt picossos. Canviávem els nostres aperos per bitual193


has. Tot passant ú barri d’ aqestos sarracéns es podíe arriváre a altre barri, úna mica menys sorolhós, ónde es podíe veure moltíssima jente de tota guissa vestits, ab trages mai non bístos, de colors encarnáts, grocs, ataronjats, blaus. Totz elhs molt ruidóssos e miróns. Donas e hómens anáven ab calças enxutas, major-ment blauas. Hi favía carrers ab tot tipus de objectes en casses ca els bendíen. Artificis de vidre e de metalh, pareixits als bístos en los mercats dels altres sarracénos-non-rimeros. Hi favía robas de la guissa ca veïem als carrers. També cosses brilhánts de distíncta mena, ca pareixíen lhibres ou cossa així d’ aqelha matéria alva lhamáda papir. Hi favía tendes ónde es bendía moltes figures, totas equales, ca figuráven sanctos crístinos ca non coneixíem. Iven per los carrers senyoras tot bestídes de negre, ca anáven en processió, las bocas mussitánt orations en latin. Pareixíen monjas, péro non pareixíen crístinas. Moltas portáven vidres als ulhs. També hi favía úna part de muralha onde moltíssimas perssónes bestídas de preto es-apropáven a tocáre-lho. Els romeros ca per alhí anáven ens giáven cap als Sanctos e Beneïtos Lhocs. Milhars de perssónes anáven tot putjánt lo Camí de lo Vía Crucis, ca ens portáva a lo Mont Calvari. La marxa demanáve quassi ú díe, tal ére la quantitat de devótas perssónes e sazerdótes e Patriarchas ca per alhí arrivaven a rendíre las sus prezes a Deu. Portáven ciris d’ aróma molt del ‘licat, totz elhs equales, ca els bendíen en aqelhes tendetes ca vaig díre. Per tota cóssa ca volésem fazére hi favía ca anáre en fil ‘las, per darrera de céntos e céntos de jéntes. Els rimeros fóron bé rebúts en las Meçquítes, ca elhs caussáven gránd’ admiració. Mes sémpre hi favía altercats e rinyes, per-ca elhs non coneixíen bé las menas de Litúrghia d’ aqestas trivus. E els sammaritáns de Nablus fóron bé

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acceptats en las Sinagogges, ca tal éra lo nom de los sus lhocs d’oratio.

Quan las vespres es-feïen noctes, de las ampolhas de vidre sortíe úna estranya lhum groga, ca feïe díes las noctes. Alcúnes vezes restávem en carrers sil ‘lenciossos, molts dels quales éren túnels baxo moltíssimes casses apil ‘lades, ca tal éra la riquessa e antiqüïtat d’ aqelha ciutat de David. En ú d’ aqestos túnels ens agradáva veure lo pacénte offici d’ú torrador de sementes de séssamus e ajonjolís. En aquéste barri de Ierossalem pareixía ca non importava tant la lhengua ca es parlasse, pois semblava ca cadascúno parlava úna lhéngua propria. Hóvo perssones més amáviles, malgrat lo qual non podérem coneixére milhor las seuas condicións. Alcúnes vezes érem arrastrats per uns hómens com soldats, totz vestíts ab trages verds e brunos, ca ens portáven cap a la part de la ciutat onde vivíen els sarracéns. Tardárem vint e cinc díes en trobáre als nostres senyors e postráre-ens a las seuas planctas. Com correspon al su rango e linage, éren respetáts e serbíts per dotzénes de sarracéns non-rimeros de lo pays, ca ja lhes rendíen pleïtesía. Péro pocs díes va duráre aqesta escena reial. Proncto lo devére lhamó a Saad, ca partió per ú temps. Lo Príncep Ahmad Watsunkhani lhe a-companyaría lógo, quan la seua missió en lo Basham e en la Fortaleça de Massada foi conclussa e la Ninya va arriváre a nossaltres. Amb-dos iven per terres veïnes, a recercar tot aqelho ca de més gloria a-profitasse al Empério Nou de Ierossalem.

En els díes en ca arrivaría la Reyna Margot al Cap de lo Empério de Arrancar II hi favía a la ciutat molta animació. Unes perssones de molt bon veure, atabiádas d’ açúl blau quassi preto, de calças enxutas e jubas enxu195


tas e túnica alva en-dinz e ab unas tíras de drap al colho, biniéron e con-bidáren al nostre senyor a viure en unas estáncias dignas d’elh. Dixéren ca elhs éren estudiossos de la Istória de la antiqüïtat, cossa la qual admiró a Saad, qi éra lo docto lenjuaraç, agora ca Adnani-non-Decapitatum éra velho e non ouvía bé. Mandó Arrancar agraïr fina-ment aqelha oferta. Corrió la veu d’ aqelh re-coneiximento en-tre els ca érem alhí. Mandó Arrancar de diure a aqelhs perssonaxes ca érem la hóste de lo Empério de lo Ayre Circumdante e ca elh, lo su profundo Imperator elh-tindría en molta estimació si facilitáven espai per-a las sus jéntes, ja ca érem molts e beníem a tornáre la Pau e la Virtúd’ a aqelhs, els Sanctos Lhocs. Els perssonaxes dixéren ca non savíen de cá parlava lo senyor Arrancar, ca la Palestina agora es deïa Israel e ca aqelha ciutat tenía Govérno, ca lo su senyor es deïa Premier Nethaniaw. Re-frenánt lo su jústo fastídio, Arrancar només va diure ca las sus óstes anaríen lhegant a las moradas ca elhs favíen ofereixit. Ca agora érem uns dez e ú mil e séte-céntos, péro ca en ú anyo anaríen arrivánt unas trenta mil ánimas més, ca érem jent de pau, monjos, campessinos, lavrieggos, pastors, plaxiaris, escrivas, artessans e mússicos. Ca lo Deu In-escrutávile ens portáva en la su má dreta e ens soplava ayres galhardos als oydos. Dixéren los perssonaxes ca elhs res podíen fazére, ca aqelho éra in-berossímil e ca disculpasse la su Eminéntia ca non podíen permitíre-lhe de fazére migracions en lo su reyno e ciutat. Arrancar elhs es-pulssó de la su morada. Tornáren a beníre, aleshores ab més perssones ca deïen ca éren de ú Servei de Migració. Beníen també ab soldats de trages verdes e ca portáven unes candelas de metalh negre. Arrancar tornó calmossa-ment a fazére-lhes esplicáre ca elh éra lo senyor de totas aqelhas ánimas, e ca la Reyna Taniquetil ho éra de totas aqelhas ánimas també e ca també ho éra

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lo Monarcha Zaid, e ca aguardáven per aqelhs díes la vingúda de la Ninya de los sus oxos, la Reyna de lo Basham e Senyora de Ierossalem, Margot la Sávia. Riéren aqelhas in-fel ‘liçes creatúres, cossa la qual en-furezió a Ibón de Bucuesa. Ruxió com ú Cepo de Carmona, úna lhum fiço alvos els sus ulhs e aplastó en ú fortíssim abraço a tres d’ aqelhs senyors estudiossos. Els soldats atrapáren a Ibón, mes lo terrívile gerrer va donáre lo crit de gerra e los sus baturros començaren a repicáre los sus timbáles e fazére aulháre las sus txitimíes e píffanos salvages, e traxéren úna mica de lo Moncaio enloquezedor a la distáncte Palestina. Soltáren els soldats a Ibón. En-tant, els sarracénos-non-rimeros miráven tot ailhó e bulhéren de rábia. Tomáren entiffades, ca així li dïuen a las pédras dúres de trencáre caps. E corréren als inssolents in-vassors. Ningú non va atináre molestáre al Gránde Senyor Arrancar e las sus óstes, ca deixidéren a-campáre nova-ment tras la muralha, bastint alhí úna alta fortaleça, per-a bé guardáre la Céncie de Saad, e els records de Taniquetil e la Aura de Arrancar. E tot se disponió per recebíre a la Ninya Margot. úna nocte arrivó Margot. E la nocte es-fiço matinada quan putjó la escal ‘linata de la su Torre. De la gránde ciutat de David sortéren carruages de tota guissa, surcáren els céls orríssonos páxaros, totz elh mirant tot arreu, péro non fazia la Torre e la esplendença ca dalhí sortíe. En canvi, sortéren moltíssims dels nostres e altras jentes de pensáre claro, ca acudíen al lhamaménto de Deu. E, en mig d’ú proffondo sil ‘lenci ca es-fiço, cantó ú galh úna vegada, duas vegades e tres.

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E ú díe tornáren Saad e lo Príncep Ahmad Watsunkhani, ca traïen ab elhs moltes jéntes virtuosses, 197


ca volíen donáre testimoni de lo Reyno de la Pau ab la su preséntia, pois éren de pueplos abanz bel ‘ligerántes e agerrídos. Totz rendéren pleitesïa als tres gráns Monarchas. E lo encontro ab la jóven Reyna foi ab lhácrimas e rissas. Quatre díes després, men-tre els rimeros blaus de Saad miráven ab delectatio las Bah-Rackas ca favíen essído traídes per camilhios e oliffantes, e men-tre ca les famílies tornáven a trobáre-se, bíno ú dels ajudánts de Jasmin Cedrus tot feliç, en-dizént ca en la Ciutat es preparáven els festexos, e ca sería la xornáda següent. Tres-centos e qinze monjos vestéren las sus vestedúres gerreres. Guarnió-se les lhiteres reiales e la Bah-Racka de Saad ab seddas e colgadúres e pedres e ouro lhuminós. E la comitiva de lo Ayre Circumdante passó la porta de Neixent tot batint las portas e sonánt cornos e caracolas marinas. Tot Ierossalem salió a rebre-lhes ab crits d’ assonvro e admiració. Moltes perssónes estranyas de la ciutat els conduïeren ab respecto e temóre cap al centre d’úna plaça. Alhí favía úna gránde festa. Uns cornos de metalh grisso lançaven veus homanes ab gránde estrépito als ayres. Éra úna lhengua mai non ouvída, per mes ca pareixíe la dels antiqüos ébreos jueus. Passáren carruages molt ruidossos e fonambol ‘lescos, ab tota mena de jente molt al ‘legre e disparatossa. E lógo passáren els monjos tan galhards e els Camilhios e oliffantes tiraren de la alta Bah-Racka. Aleshores baxáren Arrancar e Saad, e fiziéren des-cenére ab donaïre a Taniquetil e Margot, zimas de la Perfectio en lo Món. Hóvo vítores e mússicas atronadóras, disseminádes per els cornos de metalh. Demanó ú ridícul ‘lo hómen els nostres nomvres a Saad, 198


cossa ca elh pareixió úna del ‘licadeça úna mica estranya. Va diure ca éren els senyors e donyos d’ aqelhas terras, com elh bé devíe savére. E ca alhí es trobáven dues perssónes a qi Lo Altíssim favía a-graciat ab saviessa e pietat sinsa equal, ca los sus nomvres éren Arrancar II, Imperator de váries raças, e Margot la Sávia, Reyna de lo Basham.

Aleshores, lo minnúscul perssonáxe va diure ca tota la ciutat favía a-preciat molt la nostra creativitat e injénio, e ca volíen coronar a la Ninya com la Reyna e Corte de lo Purim de la Ciutat de Ierossalem. Demanó aleshores Saad cá cossa éra lo Purim, a ho ca aqelha perssona responió ab rissas e ginyos dels ulhs. Aleshores fiziéren putjar als senyores a ú estrat el ‘levat, e ab gránde ponpa e boäto, elhs coronáren. E, d’ aqesta peregrina mena foi unxida Margot com Reyna de la Ciutat de David e Pueplo de Ierossalem. E d’úna gránde caxa preta e de vidres podérem veure-ens a nossaltres mateixos e al bé aïmat rostre de Margot.

... er díes duró lo festexo. Totas las jéntes corríen pels carrers, lançant crits d’ alegría. Traíen papers e plomas e només volíen teníre la lhetra d’ algú de nossaltres. Moltes de nossaltres várem essére a-gassaxats en las casses d’ aqestas jéntes xuvilossas, ca es-turnáven per-a inbitáre-ens. Molts d’elhs teníen caxas de vidre e d’úna matéria preta. En-dinz d’ aqestas caxas hi favíe perssónes pequenyas, ca es pareixíen als nostres óspedes. També várem veure-ens a nossaltres mateixos, lo record de díes abanz, quan foi la Coronatio de Margot. Vivíen aqestas perssónes com Reies, ca la

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aïgua manava de canales interiors e fulxíe en fontes dinz de las sus cassas. A las noctes es feïa també lo díe ab tocáre unas tabletas alvas ca favía als muros. Favía també unas máqinas ca a-pantalhiáven molt bigorossa-ment en-tant donáven in-finites voltes. E teníen unas caxas altas, de colóre alvo, ab portas ca guardáven lo fred de la néve en-dinz. Sortía delhas úna boïra com de muntanya. En dinz guardáven esqissitos menjárs, ca tot així permaneixíe miracolossa-ment im-poluto de morbo quaselvol. Tot en las casses feïa sorolhs estranyos, ca ens plenaven de temórs. E favía uns fogons també prodixiossos, ca lo foc sortía de pequenyas fontes ab només giráre unas rodas alvas. Es serbíen delhos per-a gissáre els sus jantars e begúdes. A-més, las jentes apestáven a flors desconegúdas. Els nostres nassos feïen conzertos. Elhs reïen molt copiossa-ment.

En aqessos díes tornáren a partíre Saad e Watsunkhani, ca notície elhs favía arrivat de la pena de las jéntes de la su terra natal. Ab ánssies de portáre-lhes lo misatge de Redentio e de Concórdie de Arrancar partéren elhs. Aleshores, la pena foi ab nossaltres, molts dels quales mai non tornaríem a veure-elhs en vita.

... éz e séte anyos tenía Margot. Dels pueplos de tot arreu ja favíen se-apropat tota la jente nostra. La Torre de Margot éra agora dipóssit dels lhibres de Saad, ca alhí lhes éren guardats en gránde quantitat fins a la su tornáda. Las terras baldías d’ arreu començaren a donáre pingües fructos. Els monjos tro-

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barem conselh e companya de moltes sazerdotes ca ens vissitáven. Tornáren la Corte e Tribunal d’Amor e la Escola de Talmud-Torá a essére condüïdas per la virtuossa Reyna e las sus Principessas. Saad non tornáve. Arrancar e Taniquetil anaven cada lhuna a coneixére els pueplos sarracénos e jueus e a-traeure-lhes a la Virtúde. Péro non érem fel ‘liços. Una ardénte mel ‘lancholía ens con-turváva. E ú díe favló Margot així:

¡Pueplo de moltes pueplos! ¡Amics e amigas meuos! Lo Sancto, Beneïto sigui Elh, ens va possáre en úna dúra prova. Sinsa dúvida ca vossaltres ho favereu notát, ca de náda serve essére al cap d’ú pueplo ca medra en la folgança e la vanitat. De res ens serven las sus pleitessías e rendiméntos, ca molt çalameros són totz elhs. Vossaltres mateixos vos faveu donat compte de tot, per-ca seu jéntes senzilhas e piadossas. E faveu essído vissitats per sazerdotes, monjas, imanes e ravínnos, aqelhs ca guarden las rel ‘liqies sinból ‘liques de la nostra fe. Estant bé guardádas aqestas relíqies només resta fazéretemples, igressias e meçqites en dinz nostre, e deixáre darrera tota aqesta folgança. Vos digo ca tornem a lo Basham, ónde corre úna Fonte d’ aïgues vivas, ónde es troba lo Jardí tancat e lo Espelho Gran Miralh de la Saviëssa. E així foi ca la mesteriossa Inspirátio Divina parló a nostra jóve Reyna, e maniffestó-se en renuntia e austeritat. Tothom comprenírem aqeste dessig de calma e sosseg, ca aqelh anyo foi úna lata ueca e bazía. Totz

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volíem tornáre a essére jéntes sanas e al ‘legres. Els monjos volíen recuperáre lo cant e la contemplatio; els pastórs volíen sortíre als montes ab las sus maxádes; els plaxiaris alto-rimeros volíen lo mistéri e lo fecundo esfórço de la su tasca; los lavriéggos volíen lhivertat e terras ca podessen dis-granáre e trencáre, e ordrenáre, e guardáre lo fructo de la seménte. Totz anyorávem la paraula senzilha, lo gesto contingut, la mirada franca, lo ayre fresco e salvage, lo cántico amorósso, lo reposso onésto, lo caval enteniménto de la Lex Divína. E foi ca tota la hóste, ca ja superáva els quaranta e sis mil perssónes, pois moltes sarracénos-non-rimeros e alcúnos jueus e crístinos es favíen re-unit ab nossaltres, va començáre la marxa cap lo Basham. A lo principi foi presurossa, per tal de deixáre darrera la falázia de ca lo espérit es troba en ú pays e ú lhoc. Després es va fazére lenta, pois lo Imperator Arrancar II tenía Correio ab Saad, ca marxáva per terras distánctes, e agaurdáva en cáda pósta la tornáda de lo abútre menssager. Quan Margot estáva per teníre déz e nóve anyos, totas las jéntes érem per fí a lo Basham. Tornó la calma, e la al ‘legría, e la onésta lavoriossitat. E la comunió dels pueplos distinctos.

...

q í acava lo meuo rel ‘lato, ca em foi en-comenat per ú hómen dígno e caval, ú pare bomtadósso e ú Rei magno, e ú gerrer sinsa dobleç ni temóre e ú Imperator equánime e magestuosso, lo Senyor Arrancar II, nascúdo Palimorpho, filho de lo Rei Pero Noeç e germano de Galimpsesto, de molt digna memória. Concluïe així lo rel ‘lato de ho ca fasta aqí fa passat

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ab aqeste nóvile pueplo, devoto de Deu, e las sus grandíssimas façanyes en deffensa de la nostra Fe. A aqesta Fe en-comendo las ánimas de los meuos senyores e la meua própria, agora ca marxo cap a la Cassa de Sant Pero, dessafiánt nova-ment lo desconegúdo per-a portáre a la Su Sanctetat la gránde nova de lo Reyno crístino de Ierossalem, la Ciutat de Deu.

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Crónica de muy extraños sucesos vistos en tierras infieles Tawaant-Ibn-Souyouth

s indudable que la dictadura del Mariscal August Caperuchet trajo muchas restricciones en el ejercicio de la condición cívica de los habitantes del Virreinato. Pero no se conocen las repercusiones a nivel agrario. Los Pirineos gozaron siempre de la inmunidad que proporciona el conocimiento de los altos pasos de montaña, en donde toda deserción trae de la mano una mayor dependencia. En tiempos de Caperuchet, los fueros territoriales se vieron reducidos en un quince por ciento por el uso indiscriminado de escapularios. Los ciudadanos en general debieron asumir la situación, dejando de lado intereses personales. Muchas fuerzas activas, sin embargo, pasaron a la clandestinidad, revistiéndose exteriormente de ortodoxia. Fueron los llamados Cirujanos Negros, nombre por demás equívoco, aunque acorde, por entonces, con el clima de descontento reinante. La feligresía mayor adquirió rapidamente los hábitos de la burguesía catalana, pactando con un régimen cruel y termocurable.

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De esta época datan los documentos más tempranos sobre Zaid, el gran plagiario turco, vinculado con lazos de sangre a Margot de Jerusalem, y que residía a la sazón en la ciudad amurallada de Carcassonne. Nos llegan en la forma de una crónica valiente y evasiva, escrita en el árabe de los wissala por el comerciante yemenita Tawaant-ibnSouyyouth, en el momento mismo de los hechos. Se vuelca aquí el contenido íntegro de dicha crónica, en una traducción gentilmente realizada por el Centro de Estudios Islámicos Es-Saif para la edición castellana.

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a tierra que nuestro Señor ha creado, según su sabiduría infinita, contiene los prodigios más inescrutables, que a su Divino arbitrio ofrecen ante los ojos de los mortales los aspectos más absurdos e indecentes, pero que en Su Divina Providencia obedecen a principios superiores. La mente humana ha de resignarse a su porción limitada de entendimiento, presenciando muda las crueles extravagancias que se observan en las naciones infieles.

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Este humilde servidor del Padre Eterno no merece ocupar las horas que Él le ha concedido en el relato de sus propias venturas y zozobras, sustrayendo a la oración sus momentos sagrados, pero ha de atreverse a relatar los prodigios humanos que le fue dado ver, y que no son otra cosa que los prodigios de Dios.

Quiso el Padre que yo naciera en la tierna ciudad de Al Hudaidah37, y que me criara en el seno de una familia piadosa y temerosa de Alá. Mis padres me enseñaron la Ley Sagrada con todo amor y responsabilidad. También quiso Él que yo siguiera con el oficio de mi padre y del padre de mi padre que es el de comerciante en frutos, paños y sabores. Así, me fue dado conocer muchas tierras a donde acompañé a mi querido padre. Así, conocí Al Kahira, El-Iskandariya, Tobrúq, Trábulus y hasta Tunis.*w Hombres muy distintos conocí, aún aquellos salvajes Hombres Azules de la Cálcide, que no recordaban bien nuestra Doctrina -o nunca les fue dado bien conocerla-.

Y llegó día en que las barbas aparecieron en mi faz y mi padre me mandó a ir por el mundo en pos del buen

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37 Al Hudaidah, actualmente una de las ciudades grises del Yemen, a orillas del Mar Rojo. 38 El Cairo, Alejandría, Tobrouk, Trípoli, y Túnez.


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Argel, Gibraltar.

comercio. Y fue con hombres buenos y conocedores de las rutas que me embarcó mi padre un día. Encomendándome a Sus Altísimas Salubridades, embarqué en AlHer en un alado bajel, con rumbo a Djebel-al-Tarik39, en las costas de Al-Andalus. Tenía como primer objetivo visitar las ruinas de Madinat-al-Zahra, bellísimo recuerdo de un noble reino ya perdido para siempre. Hallé, sin embargo, frotadas las aguas del Guadalquivir, y sus gentes ignorantes y sectarias, degeneradas en estas tierras de exilio y holganza, por lo que una navegación por aguas continentales se hacía desagradable e improductiva. Las luchas entre clanes de la raza de Poniente dificultaban el jaspeado del navío, obligando a anclar lejos de la costa y no recalar. La tripulación exhausta por el ir y venir, los trabajos del mar y la montaña, se dió a juegos de dados y manos mágicas, y la corriente del Ganges nos arrastró insensiblemente hasta la desembocadura del río que los infieles llaman Ebro. En Amposta, por fin, echamos amarras, siendo bien acogidos por hombres libres, si bien infieles, vasallos del latino Clitorio Gaspio, hábil político y hombre sensible, que nos acogió personalmente en su hogar. Se interesó por nuestro pueblo y sus costumbres. A todo atendía con gran entusiasmo y benevolencia, aseverando insistentemente que comer bien es comer sano. En cuanto a cuestiones de fe, supo ser discreto. Le preguntamos sobre los hombres que habitaban las tierras frías y una sombra nubló su cordial semblante. Admitió que eran buenos cristianos, pero que corrían rumores de una alianza con los borgoñones, pueblo belicoso y amante de lujos vacuos. Al exponerle nuestro deseo de seguir adelante la expedición, quiso retenernos, obsequiándonos con quesos aromatizados de brea y correas de sisal. Devolvimos la amabiliidad lo mejor que pudimos, escogiendo de entre nuestras mercancías los mejores frutos de piel verde, cubos de tálamo, lenguas de asencio y de oxidonte y pucherillos de oro para ojos de primavera u

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otoño. Clitorio supo apreciar el gesto y, emocionado, cabalgó con su escolta junto a nosotros durante un día, hasta los límites de su jurisdicción, dándonos cédulas para ser presentadas ante las autoridades cristianas del camino.

En Abies fuimos abordados por Arbutus, lacayo del tirano Capruché. Leyó de mala gana las cédulas que nos diera Clitorio, donde, según nos dijo aquel, éramos llamados “Amigos Libres del Pueblo de Dios” o algo así, dicho en cristiano. Nada más que por ello, nos franqueó el paso.

Los días siguientes atravesamos tierras dejadas en erial y yermos boscosos. El ánimo de mis acompañantes volvió a ser alegre y liviano al atravesar esas oscuras travesías. Las voces de las bestias nocturnas nos hacían sentir de nuevo en plena infancia, cuando asistíamos a bellas y melancólicas serenatas de animales de nuestra tierra, tan querida y distante. Ahora, por ejemplo, dos cistos de gran porte se mecían sujetos en las ramas altas de dos cipreses, produciéndose un murmullo delicioso al chocar entre sí. Vimos luego una pinea plana, de notables ropas nacaradas, que lanzaba incomprensibles anatemas, como el que reproduzco aquí: ¡Perforantur! Unedo lastiscemias, panegiricum saltus. ¡Quinca coloria ofrescentia quid pugui satisfacere pantone!

Su voz, de tonos matizados, evitaba reflejos, con una total uniformidad. También oimos los estallidos campesinos, expresivas latas de aceite de máquina colgadas entre las plantas, que hacían horrorosos golpes al calentarse los pájaros, y asustaban a los viandantes. Entanto, los pelícanos daban vueltas y vueltas, esperando.

Pero nuestro camino lo era por tierras extrañas y poco vistas por nuestra raza, y escasas eran las ocasiones en que gozábamos de estas amabilidades. Mucho más profusas eran las fatigas del andar y más frecuente la perplejidad 209


que despertaban en nosotros los usos y costumbres de los habitantes de esas tierras. He de decir que, con harta frecuencia, topamos con personas bastante desaliñadas y con fuertes humores por la falta de aseo. Que Dios me perdone por exponer estas inconveniencias, pues ellos votan a Él ¡oh, blasfemos! que no han de lavarse así apesten como una morcilla vieja, con tal de mantener la virtud, pues dicen que no es el baño sino costumbre bárbara de los musulmanes y los judíos y que trae de la mano la concupiscencia. Todos los actos de sus vidas nos repugnan, pues no tienen civilización ni cordura, o las han perdido hace mucho. Así pues, los vimos dormir en sus moradas oscuras y estancas, todos confundidos, hombres, viejos, niños, animales y mujeres en una misma pocilga, a un lado de la cual se visten, destarman y manducan al ser hora señalada. Ellos dicen que es esta la manera de no pasar frio alguno en sus escarpas y montes nubosos. Los hombres llevan unas babuchas muy enjutas y por encima una gran camisa o juba. Algunos de más caudal portan cintos de cuero grueso. Todas sus cabezas van al descubierto, sin recato alguno ni temor por las malas influencias que los espíritus maléficos pueden ejercer en ellos penetrando por sus desnudas coronillas. Todos llevan capotones de lana de oveja, incluso las mujeres, que no hemos distinguido otra cosa de sus naturalezas por el horror que dábanos verlas tan lúbricas y volubles sus testas. Tan sólo decir que son igual de blancas morenas que sus hombres. Van inmodestas y desmañadas. Intervienen muchas veces en las conversaciones de las personas y, lo que es más notable, osan mirar a los ojos de sus hombres. Ellos las toleran en demasía, dándoles respuesta a sus demandas y a sus chanzas. Juntos salen todos los campesinos, varones y hembras, a laborar sus tierras y a trajinar como pastores y arrieros. A los caminos salen a atender sus asuntos, montados algunas veces en borricos y otras subidos en carretones de los que tiran

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novillos o bueyes. A veces se los ve guiando sus haciendas por los senderos de los montes, consistiendo las cuales generalmente en vacas y sus terneros, alguna vez ovejas y esos animales cuyo nombre no diré, que se alimentan del fruto de la encina. Y, cosa que rechaza mi intelecto, se sirven indistintamente de cualquiera de ellos para saciar su necesidad de alimento. Cultivan el trigo, que crece alto y dorado en estas tierras de promisión. También tienen en muchos sitios viejos olivares, con plantas de troncos grises y retorcidos, que entregan anualmente muy pingües olivas. También hay otros frutos que aprecian ellos mucho, que son amaretos, carquiñolos y madroños. Hay otros frutos de los que sacan ellos provecho viciado, pues los dejan echar a perder adrede, en vez de saborearlos cuando están lozanos. Se trata de los frutos de la vid. Y ¡válgame Dios, que los crían a miles! Pues en cada pueblo, aldea, alquería y casa se ven estas promiscuas plantas, cargadas de racimos. Pronto ellos los cosechan y los guardan a oscuro, priv ndose de su dulzor y frescura. En cambio, restan las uvas hasta estar descompuestas y ¡quién sabe! cubiertas de morbo. Entonces alistan unas grandes cubas de madera, abiertas en toda su anchura. Y cómo hacen lo que hacen allí lo contemplamos un día con espanto y sin poder dar crédito de ello. Pues en una villa del Priorato que le decían Aubacs i Solans comprobamos que aquellas gentes tan rústicas cargaron las cubas hasta la mitad de su eminencia con las ya malolientes uvas, los hombres más ágiles se descalzaron y, entre canciones y risas que ofendían el buen gusto y el decoro, se subieron a pisotear el contenido. Chancadas que lo fueron las cochineras uvas, por unas cañas huecas se deslizaba el jugo corrompido desde las cubas hacia otras más pequeñas. Nos aseguraron que permanecerían cerradas estas cubas con el líquido otro tanto, hasta que el vino estuviese en su sazón. Allí entonces quisieron estos brutos hombres corrompernos con gran algazara y jolgorio, para hacer de

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nosotros otros licenciosos como ellos, insistiendo en las virtudes de ese licor para la condición viril y el crecimiento del cabello. Como nos negáramos a beberlo allí, con mil excusas, quedaron mohinos y airados. Pero no hubo motivo para avergonzarnos por ello, ya que luego se vio la torpeza y debilidad de fe de los infieles, que se entregaron a una batahola más desagradable que la hecha durante el chancado. El entendimiento se les enturbió, rieron más tarde todos sin gracia y con pena y blasfemaron contra sus señores y hasta contra su dios.

En otro poblado, llamado Cardafell pedimos posada en una casa principal. Nos tomaron por unas piezas de cobre y nos dieron cobijo allí. Por la noche el dueño de casa dijo que nos agasajaría brindando con su mejor vino. Y, cosa que sólo puede justificar el impenetrable arbitrio de Alá, parecíanos que tanto este hereje como otros que conocimos, eran hombres de corazón limpio y voluntad sana. Quizá por ello nos dolía tanto en las conciencias rendir testimonio a tales usos de la conducta. Pienso que quizá se trate de simples salvajes, a quienes el abandono y su persistencia en él los ha hecho ignorantes del orden divino. Sin embargo ¡que Dios les perdone tales aberraciones, pues creo firmemente que no pueden ser buenas personas incurriendo en ellas!

Permanecimos en Cardafell tres días, la última de cuyas noches el buen poblano nada quiso cobrarnos, pues se admiraba mucho de nuestros relatos. Abandonamos entonces su casa con pena, pero debíamos proseguir la marcha e ir al encuentro de los mercados. Un día después atravesamos el río Lóbrego [Llobregat] y posteriormente ingresamos, tras pasar por varias alquerías y villas, en la ciudad de Barchinona [Barcelona]. Al capitán de ronda que guardaba con su guarnición esos bastiones al caer la noche, mostramos las cédulas con que nos dotara Clitorio Gaspio. Recibiónos este soldado con pésima expresión, diciendo lo primero que en estos reinos de Aragón y 212


condados de Barchinona nada valían palabras de aquellos latinos africanos. Declaró a continuación que aquí menos que en ningún sitio de la vieja Marca éramos bien recibidos los sarracenos, que así llamaban a los fieles a la Ley del Profeta, nada importaba de qué lugar del mundo viniésemos. Deseando mostrarle nuestra sencilla condición de gentes de paz expliqué que Dios quiso hacer de mi un comerciante y un viajero deseoso de conocer el mundo. Me oyó hablar de mis padres y de la fecunda ciudad que me vio nacer, con su zoco colmado de frutos y especias, de paños y de cueros, se sutiles labores del cobre y de la plata y de útiles cuencos de barro. Apenas le interesó saber que nuestro oficio era mercar con valiosas telas, ricamente labradas y guarnidas, que las llevábamos en cantidad a lomos de los pollinos. Que las semillas que portaban nuestras alforjas hacían exquisito yantar hasta una bazofia hecha de raíces y pedruzcos. Que algunas hojas y bayas que traíamos bien guardadas tenían virtudes milagrosas, como la de curar de sus gangrenas a los moribundos junto a los campos de batalla. Nada de ello pareció hacer mella en su ánimo inflexible y estólido, orgulloso y preciándose todo él de ser un guardián incorruptible. Diez sumábamos, junto con mi hermano pequeño, el sufrido Saqsah-uh-Ahmán, el capitán de nuestro navío, Omar Yussof Traibi, sus dos oficiales, Aghani y Atifi, el viejo Hookah Ghazal, gran comerciante y mejor consejero, y los marineros Mutawal, Kassel, Koqa y Kowmal. No quiso franquernos el paso. Los diez quedamos allí, a disposición del infiel y su gafosa soldadesca. Los había entre ellos de muy mal olor y los otros sin dientes y los otros calvos o lampiños. Reían copiosamente al vernos. Pasaban y venían otros. Hacían un horrible concierto con sus voces cerriles. Este espect culo era de gran fastidio, pero permanecimos cautos y prudentes, sin holgar tope ni sien alguna, por más que tocaran insistentemente nuestras acémilas y quisieran

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hurgar en los macutos. Sólo Omar Yussof Traibi acertó a protestar, pues él era capitán de navío. Era noche cerrada y se sentía frío. Venía una ventolina con olor a resaca, cosa que ha de entenderse, pues Barchinona linda con la mar. Allí aguardábamos que alguien hiciera algo por nosotros. Era en vano argüir que en la mañana seguiríamos viaje si así nos lo pedían, y que sólo tuvieran ahora la bondad de dejarnos reposar de las fatigas de la marcha. Y fue entonces que Alá iluminó al marinero Koqa, que pidió se le permitiera salir a orinar tras la muralla. Concedido que le fue, salió el marinero seguido por un soldado joven. Koqa era diestro en diversos chancros y sarampios, que sabía conjurarlos y servirse de sus colores. Apenas salió, calmáronse un poco los socarrones milicianos. Una vez mojada la muralla bajo la forma de un talibani [pequeño arco de herradura], apareció en ese lugar un surco en la antigua piedra puesta hace doce centurias por los latinos, el cual fue tomando entidad cada vez mayor. El dorado líquido ardía y burbujeaba intensamente, con una euforia desconocida. Aquí nos llamó Koqa, conforme por completo de su nuevo alivio. Acudieron antes los soldados, encabezados por el principal. Koqa, con su estatura enjuta, aguardaba junto al boquete, y a cada uno que pasara él de decía “¡Oiga, que es una fábrica de piel!”, gatillando pulgares e índices junto a su morena faz. Pues, como morenos éramos todos, quiso la suerte que por allí se viese luz de teas y se sintiese un cálido aroma a pan recién horneado. Traíalo en una bandeja el mismísimo Conde de Besalú, Bernardo Tallafierro, a quien decían Matamouros. Venía escoltado por el autor del Pan, el sabio y noble Juan Ragués. Venía Tallafierro por el pasillo recién abierto por Koqa y que llegaba hasta habitaciones de palacio. Alzaba meniscos y se ponía de puntillas. La punta de su espada, colgada al cinto, describía serpentinas en el polvo del pasillo. Lo seguían damas y señores armoniosamente grises, cenicientos, que danzaban en

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silencio. Acariciaron nuestras acémilas durante un rato, hasta que estas se encabritaron. Entonces les cargaron a los lomos nuestros petates y nos hicieron señas de que los siguiésemos. Entonces comenzamos nosotros a danzar tras ellos, pues esta era la forma de transitar el flamante antiguo pasadizo. Numerosas escaleras y callejas húmedas y puertas y ventanas desembocaban en él. Todo ello estaba cubierto de algas negras y de un musgo intensamente verde. El humilde Koqa sabía teorías del color cuando salió a desahogarse. El Conde Tallafierro llevaba en alto la bandeja del Pan, de modo que nadie se la birlase. No al menos tan pronto. La luz de las teas nos precedía, pero nuestros guías no tocaban el suelo al danzar. Ello se debía sin duda a su repetido uso de aquel nuevo pasillo, como fruto de una costumbre que ya no les pesaba. Pronto la luz de las teas se agrisó. Se veía p lida, all delante. Sólo podía oírse el ruido de los ropajes al murmurarse entre sí. La soldadesca de ronda comenzó a degradarse. Pronto los brazos se tomaron entre sí y del torbellino que creaban al girar empezaron a asomar miembros distintos. Concentrados sus rostros en el centro del vórtice, los ojos se les empañaron y adquirieron formas de vasos de Halek [forma cónica]. Cuando fueron claramente iguanas y salamandras, dejaron el suelo para hacer trazos en el techo y las paredes. Se entrecruzaban formando figuras desconocidas. Empequeñecieron hasta semejar cucarachas. Contempl ndolos, perdimos a nuestros guías. La oscuridad era total. En el piso había aguas infectas. Nuestros pies ardían lastimatoriamente, sin una palabra de consuelo. Olvidamos las cucarachas y ladillas de ronda y comenzamos a dar voces y a correr tras nuestros guías y nuestros ricos pollinos, que cargaban el fruto de casi tres años de mercar por el mundo. El grato olor a pan se había desvanecido, al igual que las progresivamente más pálidas luces de las antorchas. Sólo percibíamos el olor de las aguas servidas y voces que discutían airadas en el interior

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de las casas que daban al corredor. A menudo caíamos sordamente de bruces o nos heríamos al chocar entre nosotros. Comenzamos a rezar, vis a tierra, antes que el fastidio y el temor nos hicieran imprecar. Pues así dice la Ley: “Si el cántaro ha sido llenado y golpea contra el pie del árbol, es justo que alcance una brizna, un palmero, para devolverle su silencio”. Entonó en este instante Mutawal el “Rysâla hai Bi Bi”, que siempre nos elevaba los pensamientos y los espíritus. Y hete que al alzar las vises distinguimos vagamente el contorno abovedado del túnel, y al fondo otras voces y una luz de fuego domesticado. Corrimos hacia allí. Vimos un pórtico labrado, a la izquierda, que se abría a unas estancias suavemente iluminadas. Seguimos camino a través de ellas, que estaban cubiertas de tapices y con sólidos muebles de madera, gui ndonos por el sonido de las voces que oíamos. Caminamos a tientas por un pasillo de veinte pasos hasta desembocar en otra sala. Era aquel un espacioso vestíbulo. Estaba iluminado por varias antorchas sólidamente unidas a los muros con ganchos de fierro. La luz que ellas propagaban permitía ver en las paredes de la sala de entrada numerosas figuras trazadas con destreza en sus muros de piedra spera. Eran escenas de batallas, en las que campeaban divisas blancas, oro y sangre. Estas pinturas, en donde figuraban personas de pie o caballeras, no me parecieron verdaderas aunque si muy movidas, dotadas de vida y de salvaje fuerza. Las contemplamos por un instante, pues pronto apareció un sirviente, serio aunque educado, quien nos invitó a pasar a unas estancias que habían sido acondicionadas para nosotros esa noche. Díjonos que nada nos costaría aquella posada, queestuviésemos felices y fuésemos discretos y humildes, que aquella era la casa del señor de la ciudad de Barchinona y su término, el conde Ramón el Bueno, hombre generoso y respetuoso de los vecinos sarracenos. Que el señor había tenido que partir aquella noche misma

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hacia el señorío de Cardona, donde le aguardaba su pariente Bernardo Tallafierro, el conde de Besalú, que retornaba de sus viajes por Grecia, que le habían distraído varios años. El conde Ramón, de buen nombre ornado, era hombre muy valiente, que había resistido el asedio en Acre durante doscientos días y era el campeón de los cristianos de aquella parte del mundo que le llaman Catalonia [la actual Cataluña]. Y pues era sensato y de buen corazón, demostraría que nada tenía en contra de estos sarracenos comerciantes, y que había ordenado que nadie alzase mano ni piedra ni fierro en su contra y a su paso, pero que se guardaran los extranjeros de intentar mercado alguno, por bien del favor recibido. Pregunté a aquel hombre si el señor de aquel condado y ciudad ordenaba lo esperásemos hasta su regreso, a lo que él respondió que era cosa de nosotros mismos y que todo dependía de cada uno, que había gentes que sostenían la hospitalidad que se les daba por muchas temporadas y otras que no sabían sino agotarlas en unos pocos días. Que de qué tipo de gentes éramos nosotros, pues debía él estar bien enterado. Aduje que éramos de los estudiantes económicos, que a santo y seña de los tiempos que corrían la virtud no se diluiría por nuestra voluntad. Estas palabras lo satisficieron bastante, pues dio una sonrisa atrevida a quien se la quisiese comprar, que estaba claro que la vendía por hechicera, pues se la habían pagado mal. Y sin nada más mediar, nos llevó a cada uno a un casillero, donde pudimos echarnos, envueltos en pieles de cordero. Debimos, pues, conformarnos con esta suerte de hospitalidad tan hablada, que los manjares que allí se yantaban eran magros y sin sal. Era aquella una noche extraña en una casa extraña. Dormí sólo unas horas, con sueño exaltado. Desperté cuando todo seguía aún a oscuras. Cuando mis ojos supieron mirar en las tinieblas me incorporé y estuve caminando por las habitaciones de aquella silente mansión. Había escasa provisión allí. Los

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pisos eran de una piedra sobada y gris, de suave piel. Por lugares se amontonaban viejos cajones de madera, del tipo de la que se ve en todo Al-Andalus, que es planta de hojas prietas y finas como agujas y muy buen aroma, que da de fruto unos cocos abiertos en escamas, bajo las cuales de ocultan unas almendras muy pequeñas y sabrosas. Así pues, todo allí olía un poco a estos árboles y a polvo y a azahar de naranjo y a tufo de hombres y a tufo de velones de sebo. Había algunos altos aparadores donde se lucían platos de cobre y alguno de plata y trípodes sosteniendo vasijas oscuras. Llegué a una de las salas que hallé como la más grande, de techo un poco más alto y de forma abovedada. Tenían sus paredes entrantes y salientes como columnas muy gruesas y algunas aberturas en ellas. Entraba una luz muy débil por los ventanos pero bastaba para conducirme a su vera. Dos de ellos eran más claros a estas horas. Comunicaban con una plazuela interior, con limoneros, naranjos y una pequeña fuente, que manaba agua salina y que estaba recubierta de pólipos verdes y negros. Tras los árboles de fruto, todos pequeños, había dos cipreses. Sobre uno de ellos reposaba un enorme búho, que despedazaba y engullía sin prisa una rata de larga cola. Los perfiles de todo ello destacaban negros sobre un cielo que lo era en la color de la ciruela. Parecíame haber transcurrido varias semanas sin ver el día en su fulgor, pues tenía ya una gran añoranza. Quise salir a la plazuela de piedra, donde el frio estaba menos vido, pero no hallé puerta alguna. Torné pues a mi casillero. Por el camino advertí que amanecía. También sentí el reverencial y amistoso ronquido de los viejos Hookah Ghazal y Mutawal. Yo mismo decidí entregarme al descanso, pues la fatiga no había abandonado mi cuerpo. Horas más tarde me despertó el mismo servidor que nos alojara por la noche. Llevaba el mismo semblante blanco y abultado y nada dijo que no fuera ya sabido. Luego nos condujo hacia una sala de techo bajo, con unos agujeros

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que traían el aire entre las piedras viejas. Era una estancia para comer y reunirse. Al recibir la comida, rechazamos respetuosamente los tasajos y el vino rancio que nos trajera. Le dijimos que nos agradaría ahorrar esta hospitalidad, para que nos durasen más el resto de lasatenciones, cortesía que más pareció disgustarle, pues aclaró que si uno rechaza parte del paquete, no se le reintegra nadita. más tarde vinieron algunos señores, serios y compuestos, vestidos ellos como de sacos de arpillera, con gruesos cordones a la cintura. Musitaban cosas con insistencia, en una lengua untuosa, y sus labios se curvaban y enderezaban r pidamente. Luego vinieron otras personas esos días, grises, pardas y alguna muy principal de algún grana en su atavío. Eran amables y manifestaban interés en nuestros relatos. Pero en ninguno de ellos reconocimos a los cortesanos del Conde Tallafierro. Tampoco obtuvimos noticia sobre el humor y carácter moral del gobierno. Pasaron tres días en ese palacio de los muchos tapices. No pudimos salir a la luz del parco día. Había capilla en el palacio, donde ellos adoraban a sus fetiches, cuajados de metales preciosos. Había numerosas figuras horrorosas, de cuerpos retorcidos y mezclados, demonios vencidos por extraños ángeles, con ropas de soldado cristiano. Volví a mirar sin agrado aquellas otras pinturas. Algunas de ellas figuraban batallas en las que había unos vencidos que parecían ser vestidos como fieles al Profeta y su Ley. Iban delineados con expresiones ridículas o feroces, que ofendían el nimo. Con mis compañeros decidimos no mirar más hacia delante y sólo miramos hacia abajo y hacia arriba. Nada descubrimos así, salvo que había muchos bultos con que chocar. Antes de que transcurriera una semana quise saber de la suerte de nuestros pollinos y reunirme con ellos para tenerlos aparejados y así seguir viaje. Estaban los animales desconocidos. No aceptaban ser montados. Habían engordado de modo inaudito y estaban lustrosos.

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Conversaban poco o nada. Pero ya no deseábamos quedarnos más allí. Buscamos al criado mayordomo y le anunciamos nuestra partida, rogándole nos indicara el camino por la ciudad y por la mentada Via Augusta, más allá de la muralla. Se extrañó sobremanera, diciendo que nada de eso era cierto y que debíamos regresar por el camino por el que vinimos, que aquella era la Barchinona del Oído y la Voz. Comprendimos así que todo esto era la respuesta a la preparación de una paleta ardiente que noa había acompañado desde que dejamos el navío en Amposta. Debo decirlo aquí, que quien esto lea comprenda que hemos tenido en nuestras manos la posibilidad de salvar nuestras almas y quiz las hemos perdido por convivir en paz con estos impíos y malévolos hijos del Demonio. Quiz el Tentador quiso hacernos parecer a estos hombre sin Ley o esclavos de la ignorancia como otros tanto mortales. Y así, es posible que nos hayamos dejado llevar por un espejismo, y que ellos sólo le sirven a él, a quien todo lo tuerce. Si así fue, grave es, pues desde entonces a nadie volvimos a tratar desde entonces que sirviese a Orden alguno entanto viajamos por estas tierras infieles. Sólo al final del camino tuvimos la posibilidad de tornar a hablar con gente cauta y piadosa, pero esto luego se dir . De momento he de decir que nuestros jumentos fueron aderezados para una larga marcha, pero sus atavíos para la intemperie no se entendían bien allí abajo, donde ni llovía ni nevaba ni el viento trazaba espiras. A mis compañeros, la idea de volver a transitar en sombras les resultaba deshonrosa, pues no debe buscarse voluntariamente el placer sino más bien la penitencia y la reflexión. Esta penitencia y reflexión nos habían acompañado en todo el periplo a cielo abierto y no era bien que ahora rehuyéramos de la vida responsable ampar ndonos en el regocijo de bajo tierra, donde los gérmenes de la vida vivían más tibios. Esto lo decía con gran pasión el sabio Hookah Ghazal y

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era repetido y atauricado muchas veces por Omar Yussof Traibi, quien protestaba que él era capitán de navío. Una vez más, sin embargo, nos llamamos a la prudencia, pues el sirviente mayordomo and base todo lo cerca que pueda estar un traje de otro y consideré que era cosa mala atauricar en pleno vestíbulo, delante de quien, escueto o no, nos había albergado en casa de su poderoso amo. Por tanto, nos apresuramos a agradecer a nuestro huésped su buen consejo y a dejar para el Conde una extensa nota, que acompañaba un presente digno de su condición: un mazo de apanar carne rancia, marcados sus lados con partes en V. Era cosa que vimos por el trajín que nos llevó a esta ciudad, y decían los que nos las vendieron que su uso dignificaba a los señores lusitanos cuando daban audiencias públicas. Alzaban estos caballeros los mazuelos, que una de sus caras semejaban un cuadrado de doce diamantes de madera. Las gentes que a su lado se congregaban inclinaban sus vises y se tomaban las narices. Y en ello se vería la principalidad de estos señores, y juzgamos que era lo mejor para un señor cristiano de su calidad. El sirviente entonces nos condujo velozmente hacia el breve laberinto. De allí partimos, las alforjas llenas de unos alimentos extraños llamados botifarras, un pequeño pan gris del señor Juan Ragués y las semillas que recibían el nombre de pipas, en honor a su forma atigrada. También nos dotaron de teas que duraban días. Había que ir encendiéndolas una tras otra, a fin de que durasen más. Esto último que nos dijo pareciónos harto falso y tendencioso y convinimos, cuando ya no nos escoltara guardia, sirviente o pinche alguno, en encenderlas todas de una vez y quemar allí las odiosas botifarras. Volvimos, pues, a despedirnos, esta vez con todas las ceremonias, y nos internamos en el túnel. A poco trecho advertimos que en su centro había dos gruesas barras que corrían igual que el camino. En los muros, pardos y pretos, había pegados unos cordeles lisos

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y duros, sujetos con grandes clavas o grampas. Todo ello estaba muy sucio y polvoriento y era frecuente estornudar y toser, o al menos tener en narices y gargantas una picazón que no se saciaba con estos estallidos nasales o faríngeos. Alguna vez nos llegaba una luz harto plateada o violeta, traída por conductos oblícuos, muy filtrada por chocar con múltiples escalones empolvados. Tras lo que podrían ser cinco oraciones llegamos a un punto donde el camino era ancho y se habían juntado otras dos de estas barras paralelas, que aparecieron desde un pasadizo que desembocaba en el nuestro. Poco más allá nos pareció notar que se abrían unos largos nichos y un tramo de túnel mucho más amplio. El valiente Koqa se adelantó a indagar de qué clase de terreno se trataba, mientras el resto permanecimos prudentemente quietos. Volvió diciendo que sin duda se trataría de uno de estos templos que hacen los cristianos, pues tenía techo en bóveda, omo si se tratase de una cuba partida a la mitad. Que su clave estaría a la altura de seis o siete hombres puestos de pie uno sobre otro. Esta afirmación de Koqa no me sorprendió, acostumbrado como estaba a sus exageraciones pues ¿habéis visto acaso hombre alguno capaz de resistir sobre su cabeza el peso de cinco o seis hombres como él? Además, todo aquello de los pasadizos y túneles seguramente era un infundio de él, pues si no ¿cómo se explicaba que por esos corredores no se viese mortal alguno, siendo las únicas vías de comunicación entre los feudos cristianos de esa región misteriosa? Salimos un rato después a esta nave abovedada. Cuatro barras de metal oxidado la surcaban hasta el otro extremo, unos cien pasos delante. Allí se veía un arco pequeño como el que estábamos dejando atrás. Pareciónos entonces que aquello debía ser un oratorio o algo así, quiz también un refugio, para los viajeros que iban de una comarca a otra. A la altura de nuestras cabezas los muros tenían un corte horizontal a ambos lados. Era un gran

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escalón, de unos cinco pasos hacia cada lado. La bóveda tomaba este ancho como su di metro. Otra vez Koqa demostró su arrojo. Aghani lo alzó a cococho y Koqa saltó al elevado escalón. Caminó lentamente, aguzando la vista y observ ndolo todo con gran atención. De los muros venía un sonido amenazante, un rugido ensordinado por la distancia. Avanzó Koqa, que fue seguido por Atifi, también alzado por Aghani. Luego nos subieron a mi y a mi pequeño hermano Saqsah-uhAhmán. Fuimos de acá para allá, mirando los muros, que se hallaban cubiertos de cajas de metal blanco y un cristal blando. Con esfuerzo podíamos ver el contenido de estos nichos o relicarios. En nada se parecían a los de la casa del Señor de Barchinona. Tenían unos colores tenues, blancos, grises, verdes y azules. Figuraban cuadrados, rectángulos, triángulos y toda suerte de formas, entre las que contrastaban líneas rojas, verdes, amarillas y azules, que serpeaban caprichosamente aquellas imágenes. Todo ello estaba rodeado de caracteres cristianos, al parecer, aunque también muy distintos a los de las Cédulas de Clitorio Gaspio o a los vistos en otro escrito cualquiera visto por entonces. Ninguna gracia podía hacernos todo ello, que era evidente que se trataba de una herejía más, un poderoso encantamiento para cautivar las mentes y arrastrarlas al Tártaro más sulfuroso y ardiente que reserva el Altísimo a las almas que cayeron en herejía. Los muros de estas naves tenían en su largo tres arcos cada uno. Paralelas a la nave había allí escalinatas que salían de los arcos extremos, pero los arcos centrales eran pavorosos, puesto que allí estaban los rugidos antes dichos. Los rugidos eran allí, donde toda razón se nublaba y vacilaban las piernas, hasta entonces tan firmes. Porque de esos arcos centrales podía uno asomarse a un espectáculo temible, que eran unas escalas bramadoras de metal blanco, que se movían cual una sierpe furiosa. En su movimiento descubrían un resplandor verde que se

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adivinaba entre sus escamas o placas, que así semejaban los escalones, y venía de las profundidades. A la altura de las manos, sendas correas negras que también se movían. Todos rechazamos la visión y nos cubrimos el rostro y los oídos. Pero Atifi fue succionado por el rugido, que enturbió su razonamiento y le privó de miedo. Gritó brevemente mientras posaba los pies en el lomo de la bestia. Cuando lo notamos, ya iba Atifi enfermo de locura subiendo hacia la cabeza, o lo que fuera, perdiéndose en lo negro de aquel Hades. Ya prorrumpíamos en gritos y lamentos desgarrados cuando oímos los alaridos de Atifi, quien bajó rabiosamente la escalera, si esto era. Llevaba la chilaba en jirones y habíanse destrozado sus sandalias. Como es menester en estas circunstancias, no lo tocamos. Echamos la vis al suelo ante su horripilante aparición y entonamos un “Hayyay al-Munimmin” que conjurase el espanto y nos centrara a nosotros, y a lo que quedara aún del alma de Atifi. Subieron entonces Mutawal y Kassel. Envolvieron a Atifi en gruesos mantos y lo portaron al surco inferior, al camino por el que habíamos venido. Juntaron unas tablas que había por allí dispersas, las unieron fuertemente y las atravesaron sobre los lomos de los pollinos. Al descender con Atifi, se acercó el venerable Hookah Ghazal a ellos y pidió examinar su rostro. Alz ndole la cabeza, lo contempló muy gravemente a la luz de la tea. Nada dijo entonces, pero no se separó ya del desventurado oficial. Bajamos todos y enfilamos hacia elpequeño arco del extremo opuesto. Lo transpusimos, anduvimos un buen rato y luego nos desplomamos a ierra a descansar. Habló más luego el señor capitán Omar Yussof Traibi, diciendo que él era capitán y que opinaba que a su oficial Atifi, a quien había apreciado tanto por sus servicios, lo habíamos perdido allí arriba, en ese antro infecto por donde él fue tentado a subir. Que la criatura que habíamos traído no era Atifi o que, si lo era, se rataba de un ser enfermo y envenenado por sus mortales

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pecados. Que había que darle pronta ejecución, pues de lo contrario nos enfermarían de igual modo sus fiebres. Que él era capitán y que no consentiría en seguir a nuestra vera si transgredíamos de esta guisa la Ley. Aquí intervinieron el viejo Hookah Ghazal y el piadoso marinero Mutawal, muy sabios ellos en la Ley del Profeta, diciendo que amados son los que retornan y que nada había en el pobre oficial que no pudiera ser ahuyentado con un buen sacrificio. Que cuando Alá así lo dispusiera, comprarían ellos mismos un cabrito y lo ofrecerían en beneficio de su alma. Y mi amado hermanito dijo que callara de una vez, que si él era capitán lo era gracias a mi, el viajero Tawaant ibn-Souyyouth, que lo había tomado a mi servicio. Oí todo aquello y asentí, pidiendo calma a aquellas exaltadas personas. Así fue que nos tendimos a ambos lados del túnel y dormimos en paz. Entre sueños aún, notamos que el rugido, ya remoto desde allí, cesó en un momento. Hubo pasos por las plataformas de la iglesia larga por donde antes habíamos caminado y corrido. Distinguimos, a lo lejos, una figura como humana que por allí caminaba, precedida de una luz muy clara de forma circular, que a veces se alzaba como un sable y cegaba la vista. Luego reinó la calma hasta nosotros despertar. Porque a medida que nos desayunábamos, iban sumándose voces de inquietud. Hookah Ghazal, con gran razón, decía que esa prueba era demasiado dura, que la ambigüedad torcería nuestros rumbos y mancharía nuestros corazones. Que de nada servía una travesía bajo tierra. Que había que buscar un camino a la luz y así poder buscar gentes y mercar con ellos. Todos estuvimos de acuerdo. Hicimos entonces lo que habíamos decidido: una gran pira con las antorchas y las repugnantes botifarras del Demonio. La claridad deslumbrante nos dejó suspensos. Los cilíndricos estuches de carne se retorcían, gimiendo y chirriando de un modo horrísono. Comprobar su naturaleza demonial nos espantó pero luego quedamos muy satisfechos de nuestra

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obra. Hasta los asnos, desde hacía unos días parcos o mudos, vitorearon la feliz labor. Así est bamos, glori ndonos de haber contribuído a limitar el poder de Sat n cuando nos llegó un potente ruido del maléfico templo. Era un grito ululante, ensordecedor y muy agudo, que se inició allí y que luego avanzó hacia nosotros hasta estar por doquier. Aún centelleaba el fuego de las antorchas y udimos ver del techo caer unos surtidores de agua, como inversos jardines con sus fuentes vertiendo las aguas hacia abajo y en lo oscuro. Varios de estos surtidores manaban el líquido con gran potencia. El resfrío era inminente. Con el coraje intacto, corrimos hacia adelante por el amino oscuro, tanteando las paredes. A la derecha, doscientos pasos más allá, el muro tenía una abertura, al parecer otro pasadizo. Teníamos deslumbrada la vista y el agua chorreaba por nuestras vestiduras y turbantes, con lo cual poco era lo que podíamos ver. Pero mi hermano, que se metió enseguida por allí, volvió diciendo que el pasaje tenía sólo unos quince pasos de largo y que se encontraba cerrado por un portón de metal. Entramos todos allí. Con algún esfuerzo, incluso los animales que llevaban al desventurado oficial Atifi pudieron entrar. Allí aguardamos un tiempo. Cuando los surtidores cesaron de lanzar sus fluidos me atreví a asomar al túnel principal. Estaba yo allí, oteando hacia delante del camino cuando me sorprendió un trueno indecible, que venía acompañado de muchas luces. Alcancé a apartarme a tiempo justo antes que un monstruoso monstruo me embistiera, ciego y brutal como venía. Pasó a mi lado, sin advertir nuestra presencia. Era una enorme serpiente, dividida en muchos cuerpos, que estaban unidos como las orugas. Lanzaba chispas azules a su paso. Su lomo era cuadrado y en todo su cuerpo luminoso se alternaban el metal, el vidrio y la luz, una luz blanca pero infernal. Tenía dos cabezas, una a cada extremo, con terribles ojos, también de luz. Cuando al fin se alejó me atreví a asomar

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otra vez. Noté que tendría patas, garfios o algo así, pues había corrido a lo largo de dos de las largas barras de acero del suelo, que ahora estaban calientes y llenas de un líquido pastoso y negro, que no se mezclaba con las aguas, todavía muy abundantes. Corrió en su furor hasta más allá, pero luego se detuvo. El capitán, que había salido también, me hizo ocultar, diciendo que la bestia volvería a buscarnos y que debíamos escondernos lo mejor posible. Aguardamos entonces allí dentro, temiendo lo peor. Púsose nuevamente en marcha y oímos angustiados su tronar. Pero el gusano se alejó. Los asnos recuperaron por completo el habla y dijeron que debíamos ir avanzando de a poco hasta encontrar uno de estos pasajes que tuviese la puerta abierta. Atifi también comenzaba a balbucear, que así debía ser, pues los demonios pronto darían cuenta de nosotros y ya no habría salvación. El capitán de navío se enfureció, negándose a reconocer la verdad que iluminaba las palabras de los asnos, pues estas eran refrendadas por aquella víctima del Tentador. El resto de la compañía decidió marchar, no sin antes rogar al capitán Omar Yussof Traibi que nos hiciera el honor de continuar junto a nosotros. A todo se negó, diciendo que habíamos perdido para siempre el juicio, y que el se quedaría allí, en aquella ignota parte del Hades, a morir luchando por su virtud. Tuve que destituirlo de su cargo, a lo que asintió con conmovedora dignidad. Entonces intervino mi sabio maestro Ghazal, quien le habló de tal manera, con razones tan profundas que hasta Atifi, víctima ayer del espanto, se incorporó de la parihuela y a todo decía que si. Permaneció mudo el capitán, que todo lo oía con disgusto. Sólo hizo un gesto cuando el viejo le dijo que su virtud estaba probada y lo seguiría estando si seguía con la compañía a pesar de haber sido degradado, sirviendo a un joven y justo señor. Nada más se habló. Allí permaneció Traibi, ya no capitán, con una rienda corta y

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un garrote largo. Debimos marchar. Lo hicimos a grandes pasos, trotando, jadeando, a veces cayendo y tornando a incorporarnos, para correr más rápido. Llegamos a otro templo largo, del mismo tipo que el de la noche anterior. Era allí donde había visto detenerse a la sierpe. Este templo estaba iluminado y se veían im genes y letras en colores grises y amarillos. Nada quisimos saber de él y pasamos rápidamente de largo, antes de que unas figuras como humanas terminaran de desmontar de una de esas escaleras-serpientes y nos pudiese ver. Continuamos por el túnel. Aquí se dividía en dos más pequeños. Echamos a suertes y tomamos el de la derecha. La luz comenzaba a verse de nuevo procediendo de lo alto. Inspeccionamos cuatro de estos pasajes, cerrados todos con el mismo sistema. Nos pareció oir de nuevo el trueno de metal. Retrocedimos para ocultarnos en uno de los refugios. Pero quiso Alá una vez más ponernos a salvo: el monstruo iba por el túnel paralelo. Permanecimos aún un rato allí cuando oímos que se acercaban unos pasos. Era Traibi ya no capitán, que venía a buena distancia y se detuvo al detenernos nosotros. Continuamos marchando y nos siguió, humilde hasta las lágrimas, confundido y silencioso, sin osar levantar la vista. Muchas veces le hicimos gestos de que se uniera a nosotros, pero él permaneció lejos, sin responder. Hallamos otra nave, que cruzamos corriendo a toda velocidad, pues estaba llena, a ambos lados, de demonios como humanos, vestidos de las maneras más extravagantes y viciosas que se haya visto hasta el presente. Había entre ellos, según pudimos ver a nuestro paso, demonios-hembra también, en extremo indecentes. Los ropajes de todos ellos eran hechos en unos paños brillantes, de una diablesca belleza. Los sorprendimos. Gritaron, señalándonos y corriendo por ambos nichos. Pero no se atrevieron a bajar por nosotros. Al parecer, a ellos también aterrorizaba la sierpe de metal. Nos hundimos por el túnel de la derecha. Encontramos

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otro pasaje, algo más estrecho. Allá atrás, girando una curva del túnel, emergió nuevamente la silueta de Trabi ya no capitán, que venía huyendo de algo. Le gritamos que se apartara de las barras de la muerte cuando se abalanzó de nuevo el gusano, que venía desde atrás, y lo golpeó de pleno, transformándolo en virtuosa pasta. Apenas si pudimos apartarnos el resto: uno de los borricos, cargado de los más ricos paños también fue alcanzado por el animal cuadrado, que lo arrastró y golpeó muchas veces hasta poder desprenderse, ya sin vida. Los paños estaban desgarrados y ensangrentados. La malicia de aquel Tartaro cristiano nos aterró hasta lo más íntimo. No pudimos tampoco hallar los restos de Traibi ya no capitán. En el último sitio en que lo vimos entonamos un reverente saludo a aquel hombre valiente, capaz de seguir adelante, aún sin honra ni esperanza. También dimos las gracias a los asnos, por los leales servicios que nos brindaron y ellos recordaron al compañero fallecido. La carrera entonces se izo frenética. Con ritmo regular volvió a pasar el gusano o los distintos gusanos, tanto por nuestro camino como por el izquierdo, que era el de su retorno. Debían de ser una especie de guardianes de aquellas regiones infernales que transitábamos. Iban sus vientres de cristal llenos de demonios como los vistos en cada uno de los templos largos. Y también con regularidad topamos ese infinito día en sombras con similares templos o naves, hasta un número de siete. Todas fueron atravesadas con idéntico escándalo por parte de los demonios casi humanos. Pero pronto los dejábamos atrás, gritando y gesticulando entre desmayos y risas. Buscábamos los solitarios túneles, siempre del lado derecho. La luz que venía de arriba por las rejillas iba decayendo ya. Nuestras fuerzas ya se habían agotado casi por completo cuando est bamos llegando a la séptima nave amarilla. Había allí reunidos los demonios de costumbre, aunque en multitud. Miraban hacia el túnel por el que íbamos. La turba de demonios era tan

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amenazante como el gusano del trueno y estaban esper ndonos, quién sabe con qué intenciones. Y entonces ocurrió que Koqa comenzó a desafiarlos y a burlarse de ellos, en tanto se reía. Nos empujó hacia uno de los pasajes, el más estrecho de todos los que habíamos hallado. Y mientras sentíamos a los demonios bajar por unas escalerillas de piedra al principio de la plataforma, Koqa reía más y más. Se acercó a la puerta metálica, que estaba envuelta en la oscuridad más tremenda, y estuvo quieto delante de ella unos instantes. Oímos un sonido líquido que nos era familiar, aunque ya ninguno podía recordar de qué se trataba. Golpeó el marinero la portezuela con su rodilla y sus puños y allí, en el oxidado acero, se abrió un arco. Una ancha escalera subía desde allí y un resplandor de luz crepuscular la bañaba desde arriba. Sin creer ni dudar pasamos todos, encogidos, por el hueco. Subimos por las escaleras y salimos a un plazón de piedra, rodeado de extrañísimas casas. Al mirar hacia arriba nos emocionamos todos, pues allí estaba el disco de plata y todas sus chispas. Era la amada luna y los astros del firmamento, que fulgían en lo alto. Lloramos todos y nos abrazamos, pues el Altísimo nos había redimido de aquellos males. Koqa y Mutawal corrieron por allí y recogieron montones de piedras y metales y ramas. Taponaron con todo ello la boca de salida de los infiernos. Aún llegaron a forcejear con alguno de los demonios, a quien quebraron los brazos que asomaba con unos serios pedruzcos. Allí quedó, lastimosamente gimiendo, mientras sus brazos rotos eran sepultados entre las piedras que todos contribuímos a traer. Miramos con urgencia aún los alrededores y luego de discutir nos encaminamos hacia un bosquecillo que se veía entre las casas. Nos internamos en él durante un buen trecho aún. La luna ya estaba cerrando su ciclo nocturno y nosotros, desfallecientes, habíamos alcanzado la cima de una colina, cuando se impuso un descanso.

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Amaneció pronto, pero no teníamos prisa. Lejos, entre los árboles, se distingía el curioso poblado, chato, muy rectangular y con calles todas iguales. Algún perro se oía por allí y algún gallo. Pero nadie nos vería en esa escarpa boscosa. Dormimos nuevamente, hasta que el sol cubrió el cenit. Entonces revisamos nuestras pertenencias, echamos mano de lo que pudiera comerse y, luego de empacarlo todo adecuadamente y dar las gracias a Al por rescatarnos de las tinieblas, partimos con dirección a levante. Todo el día vimos caseríos y extraños caminos de piedra lisa, mas no hicimos caso de todo ello. La noche trajo un frío penetrante y lo resistimos estoicamente, turnándonos para dormir. La mañana siguiente enfilamos hacia unos montes altos que se veían en lontananza. Los caseríos se espaciaron. Tornamos a ver alquerías y casas comunes, como las que viéramos por esta tierra de AlAndalus antes de entrar en la terrible Barchinona. Días después atinamos a pedir posada en alguna de ellas. También llegamos a mercar con alguno de sus habitantes. Día hubo en que llegamos a una rica urbe que su nombre era Girona. Allí hubo buen mercado y pudimos resarcirnos en parte de las pérdidas sufridas. También hablamos con unos ciegos que al parecer eran judíos. Pero se podía hablar con ellos y no apestaban tanto como los de mi tierra. Vivían en un caserío estrecho, en la falda del monte central de esa urbe. Las calles eran escaleras y corrían por sus veras muy limpias acequias, que recogían el agua de la lluvia y la transportaban a unos pozos, también ciegos. Decían que así también fluía la sabiduría del mundo y era conducida por secretos conductos hacia lo profundo de sus moradas. Y que allí ellos abrevaban su sed. Contemplé sus barbas muy blancas: estaban manchadas de amarillo, como quien mucho ha meditado y no puede ver al borrico. Los creí presuntuosos, aunque mucho de lo que me dijeron circula todavía hoy por mis venas.

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Más luego cruzamos muchos ríos, pasamos de largo el señorío de Besalú, que malos recuerdos nos traía su mención. Y llegó el momento de enfrentar unos montes helados, más altos de lo que hubiese desado imaginar acaso. Los llaman los Pirineos y son temibles sus laderas blancas. Y llegó el momento en que todos los burros se sublevaron. Mas nada hice por persuadirlos, pues también a nosotros espantaba la idea de cruzar aquella cordillera formidable con semejantes fríos. Resolvimos dejar correr el tiempo y que llegara la primavera. Construimos en una ladera boscosa una cabaña, que se apoyaba por dos de sus lados en la roca. Durante una luna y media vivimos de la caza y de la recolección de carquiñolos, bayas e insectos. Los asnos tuvieron forraje en abundancia en las partes resguardadas donde no se había juntado nieve. Y aprendimos muchas cosas de valor.

Un día nos pusimos en marcha, no sin antes recoger y portar toda provisión que nos valiera de alimento. En seis días con sus noches ascendimos y descendimos innumerables veces, caminamos por desfiladeros y finalmente comenzamos a descender a tierras menos agrestes. Del otro lado de esa fabulosa cordillera nos esperaban grandes bosques, de muy apretadas arboledas.

Por las travesías topamos más de una vez con señores que de a dos marchaban, predicando no se sabe qué curiosa doctrina cristiana, más calmosa y sensata que la oida hasta entonces. Curaban a los viandantes, daban consolación a viudas y huérfanos, enseñaban su camino y hacían el bien a su paso. Nos atrevimos a hablar con ellos, por ver que en nada se parecían a los señores vestidos de arpillera y acordonados, que también eran sacerdotes. La tarde del día en que conversamos con ellos, nos defendieron de unos caballeros belicosos que hablaban el idioma gascón y que querían echarnos de esas tierras. Con sencillez y firmeza los retuvieron y apaciguaron. Los caballeros se avinieron a dejarnos ir, aunque quisieron, en 232


virtud de las palabras de aquellos religiosos viajeros, convidarnos en su casa. A regañadientes accedimos, aunque no lo lamentaríamos, pues allí había lumbre y buen yantar y damas discretas, que supieron permanecer en su sitio. La bebida era fresca, las frutas lozanas, grandes y sabrosas y los caballeros tomaron údes de vientre sonoro y los tañeron con dulzura, en tanto entonaban canciones llenas de pausas y ayes muy delicados. Por primera vez dormimos bajo techo cristiano sin temor ni culpa. Y al día siguiente pudimos marchar sin responder cuestiones ni tener que obsequiar nada. Los Perfectos, que así les decían a los religiosos, nos hablaron de una rica ciudad donde podríamos hacer buenos negocios. Su nombre era Carcasona. Allí destacaban entre sus habitantes dos prodigios: un cristiano malo y un sarraceno bueno. Ambos eran ejemplo en su género. El primero, Mariscal de la ciudad, por su crueldad arbitraria y el segundo, hombre libre venido de la Cálcide, por sus notables inventos, relatos y acciones, que a todos había beneficiado.

El cristiano, cruel y caprichoso, había despreciado las embajadas de un gran señor cristiano, del cual había recibido otrora el beneficio de su Padrinazgo, decían, y lejano su ánimo a un acatamiento de la tal autoridad, se cernía con su pestosa humanidad sobre la mentada opulenta urbe. Los embajadores lo instaban a acatar la eminencia del tal señor, que lo era de algunas tierras e innumerables almas y había vencido con las armas de la paz y la benevolencia a gentes de judía, cristiana y mahometana cuna. Habíalos unido este rey y emperador hablando muchas palabras, no se sabe si zalameras y falsas o sabias y concordantes. Muchos lo habían seguido, llenos de amor por sus acciones y por su estampa dominical. De tierras gasconas decían que había salido, aunque otros decían que de la Bayona. Pero todos coincidían en que, aunque nadie podría pronunciar su nombre y el de su 233


linaje, era la legendaria Canonibnopla, la ciudad dormida de los Pirineos, el lecho de amores de sus ancestros. Aún así, hubo hombres, como el odioso Mariscal Augusto Capruché y sus muchos secuaces, que, víctimas de su vileza y cobardía o escasos de entendimiento, abandonaron a aquel emperador bueno que marchó hacia Levante a usurpar amistosamente los Lugares Sagrados de nuestra Fe. Este Capruché, cobarde él, se apresuró en retroceder y adueñarse de varios feudos en el Mediodía. Invocando el poder real, ajeno y distante, se hacía tratar como noble caballero y gran señor. Numerosos trovadores de alquiler narraban con extrema falsía sus hazañas nunca realizadas en paises sarracenos. Se rodeaba de cantores de voz fina, que se llamaban eunucos, que sabían llevar con paso prudente unos pequeños fanales de papel. Dentro se condensaban nieblas vítreas, señal de que nada bueno podía salir del innoble tirano. Hallábase aconchabado el Mariscal con varios pobres señores, que, sin embargo, en algo lo aventajaban con sus linajes. Juntos fijaron impuestos insufribles y esclavizaron a cuanto poblador se arrastraba en aquellas pingües comarcas. Y la mejor parte le cayó a él, que los amos de aquellos señoríos debían rendirle vasallaje. Todo el mundo se vió obligado a ceder pernada de sus hembras y dos terceras partes de sus cosechas y a engordar en sus depauperados jardines a las vacas y ovejas de los amos. Caso contrario les caían como pena incontables azotes y hasta la excomunión, que le decían así a una maniobra por la cual los cristianos se agachaban y pasaban bajo el ruedo del manto de su Señor Padre, saliendo así a una zona negra e infecta, sin Dios alguno. Por lo demás, numerosos clérigos le seguían, y con ellos importantes padres, conductores de centenas de cristianos, y era de ver el desprecio que todos ellos manifestaban por los Perfectos y por los adeptos a su purificadora disciplina, que así me lo contaron estos sacerdotes.

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Por la otra banda estaba un hombre muy extraño, venido de la Cálcide, que es el nombre que le dan los infieles a la tierra de los Hombres Azules o Harrah. Hacía ya unos veinte años que se le conocía en Carcasona. Hubo un tiempo que se le tuvo por loco. Decían de él que fue el primero de los embajadores del Reino de Oriente, que traía la extraña nueva de la instauración de un Reino de la Paz, concordato tal que las tres religiones habían dado en convivir pacíficamente y por la fuerza de la propia intención. De inmediato se le tuvo por loco, pues anunciaba que la cabeza visible de este Reino lo era una de largos, sedosos y renegridos cabellos, la cabeza privilegiada de una Niña Reina. Absurda para todos, esta afirmación intrigó al tirano, al igual que los perfectos latín y occitano que aquel gastaba en sus parlamentos. Se dice que lo hizo permanecer a su lado con el pretexto de que deseaba conocer más profundamente y en detalle los hechos que el viajero le notificaba. Permaneció así, a merced del irónico Mariscal, en el interior de la bastida ciudadela, durante casi dos años. Aunque nadie pudo hablar de rapto, lo cierto es que la hospitalidad no era un gesto habitual en aquel. Al cabo de ese tiempo, el Hombre Azul fue dejado a su voluntad, también según dijeron. No obstante, antes de ello, Capruché se comportó de manera inesperada, pues decidió presentarlo a la población de la Cité. Lo hizo conducir en un carro tirado por dos grandes capones y dar una vuelta completa por entre las murallas. Las gentes aclamaron su paso y le arrojaban auspiciosos guijarros y perfumadas bacías. Tanta efusión popular confundió sobremanera al Hombre Azul, que optó por saludar al amo de la ciudadela con toda dignidad y salir por un tiempo de aquella urbe. Visitó entonces Verduzán, Condom, Flaran, las tierras de Gers y Tolosa. Allí fue bien acogido por los señores de esas villas, que vivían atemorizados por las insensatas acciones de Capruché. Creció en esas comarcas su prestigio, aún

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siendo fiel como era a la Ley del Profeta. Y, aunque proseguía con sus desvariantes prédicas acerca del Reino de la Paz y de la Reina Niña, nadie se lo tuvo en cuenta, y fue de todos estimado. Pronto adquirió fama por su habilidad aerostática y su gran poder de sanación. Era hombre de una generosidad excepcional. Donde hubiere persona necesitada de alivio o de consejo, allí iba él, que comenzó a ser seguido por muchos cristianos. Y ello no obstaba, como luego pude observar, para que él dejara delado sus deberes como fiel. Antes al contrario, instruyó a muchos personas en la noble y antigua lengua de los Hombres Azules. A los jóvenes más devotos y aventajados les enseñó este sabio las labores propias de su casa y su gente, que eran las del plagio, tal y como he comprobado posteriormente en mis viajes. Así, el único pago que admitía, y sólo en caso de que fuese espont neo, era el de papeles y vitelas escritos, que luego diré lo que con ellos hacía. Y aquellos jóvenes, vestidos con negros mantos, se agrupaban en torno a unos largos piletones, donde ponían a humear humeante cola de pellejos y, con gruesas palas bataneaban el precioso licor. Alertados nosotros por todos estos signos que aquellos religiosos cristianos tan pacíficos nos anticiparon, nos aprestamos para ingresar, comenzando la semana, en la ciudad de Carcasona. Muy agradecidos, nos despedimos de ellos, de los caballeros y de las obsequiosas personas de la aldea.

A la semana siguiente nos llegamos a las lindes de la ciudadela de Carcasona, que era de gran porte su muralla. Por doquier se advertía que era urbe muy principal. Vivían en ella más de tres mil seres, personas blancas, de cabellos castaños y expresiones fieras. Con la reticencia a que estábamos habituados a ser recibidos, pasamos por la mesa de entradas del portal Sur. Se nos autorizó a entrar y alojarnos en cualquier posada del barrio de los curtidores, pues ese era el cuarto de la Cité donde estaba lo 236


provisorio. Eran, en el decir de los lugareños, las Salas de Espera. Transcurrió una semana, con sus días y sus noches, sin que, a decir verdad, pudiéramos conocer en serio la ciudad. Apenas veíamos el caserío apretado, una casa hecha de otra casa, con angostos pasillos y escalas empinadas y, por detrás, cerrando el horizonte, tramos de la muralla y sus bastiones de techumbre puntiaguda. Atardecía y nos reuníamos, a espaldas del gran incendio solar, contemplando en nuestro interior, más allá de los campos floridos de amapola, la Ciudad Santa. Mutawal iniciaba la invocación y todos nos plegábamos al melodioso “Qori Qantcxah” de los ocasos. Luego la noche se volcaba sobre los labrantíos, las eras, los molinos, los caseríos tristes y confusos. Se oían pasos apresurados, rechinar de las cadenas de los rastrillos que cerraban los portales y ya no daba ganas de estarse al sereno, pues la ciudadela se envolvía en una neblina fria y soplaba viento sur. Era la hora de las conversaciones a media voz, los rumores y susurros. Saqsah-uh-Ahm n y yo procur bamos prestar oídos a lo que se dijera en esa posada, tratando de saber algo acerca del extraño Hombre Azul de Harrah. Pero fue necesario que llegara la octava víspera para que alguien mencionase algo de interés. Dijo un matarife que allí se alojaba por unos días, que hacía un año había recibido Capruché una nueva embajada, esta vez de un Príncipe de nombre Ahmad Uassuqani. Como era costumbre, lo había rechazado bastante pronto y con argumentos blandos. El tal Príncipe Uassuqani se había informado del paradero del Hombre Azul y había logrado dar con él en la villa de Lavardéns. Juntos habían emprendido una tarea discursiva y reconficiatoria al reencontrarse. Desde entonces, el Hombre Azul, escondido de la mirada escéptica del Ahijado, que tal era el apodo del Mariscal, dejó la clandestinidad para dedicar sus últimos años a la medicina de almas.

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Cuando llegó el décimo día de nuestro arribo a Carcasona, vino un encapuchado negro y, sin proferir palabra, aunque con gran diligencia, nos condujo por callejas, puentes, pasadizos, plazas y escaleras hasta una parte muy baja de la ciudad, donde, nos dijo entonces, estaba la morada del Hombre Azul. En un patio aportalado al que se llegaba pasando por un pasillo ancho y bajo, había al menos veinte más de aquellos encapuchados negros. Unos cinco de ellos escarbaban unos gruesos leños y les iban dando forma cóncava. Otros dos ensamblaban pedazos de esta leña conformando unas recias bateas. Con pez negra tapaban los huecos y las grietas y también con lo mismo lo pintaban todo para que rechazara el agua de la cola. El resto acarreaba de aquí para allá todo tipo de útiles de trabajo, como ser palas, cuchillas, mazos, pies de bateas y otras cosas mil. Se detuvieron brevemente al vernos, pero luego retomaron su actividad. Quedamos en ese alargado patio interior un buen rato, entretanto los extraños quehaceres de esa gente continuaban de manera regular y acudían al sitio personas de aquella parte de la ciudad, personas de aspecto sencillo y caballeros acompañados de sus sirvientes. Cuando el sol comenzó a asomar por entre aquellos muros y cayó a plomo en el patio, se nos apareció un hombre muy enjuto, de faz seria y color ceniciento todo él. Su mirada era poderosamente inquisitiva: parecía saberlo todo de nosotros y nuestros esfuerzos de la marcha. Nos saludó con una reverencia arcaica, de aquellas sabias actitudes que el apuro y la vulgaridad nos han hecho olvidar. Ese gesto en un fiel de su rango y clase, hasta donde nosotros podíamos comprender, resultaban un exceso de nobleza. Era aquel hombre un auténtico Hombre Azul de Harrah y, lo sabíamos, quizá se tratase de un emir o un califa. Correspondimos humildemente a aquellas señas de altura y nobleza, lo cual pareció complacerle mucho. Díjonos él a nosotros nuestros propios nombres, dejándonos muy

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pasmados oirlos de boca de un extraño. A continuación nos relató nuestras propias hazañas hasta allí, leyéndolas de unos papeles de varios suaves colores. Nuestras aventuras se hallaban allí escritas. Tal, nos dijo, es la labor de un plagiario, y este es mi principal oficio, que lo heredé de mis padres y ellos de sus padres y de sus padres, sus padres. Era ciencia natural y volitiva, protegida por la égira divina, en la cual los hombres, compelidos por una pasión discreta y ubicua, se disponen en las ramas de los rboles y permiten que fluya el conocimiento sin llegar nunca a abandonar sus propósitos. Era importante, declaraba allí, que no se dejara desalentar el aspirante, que todo se lo debía preguntar y responder él mismo, pues no había en el mundo maestro tal que pudiese ayudarlo a tomar su propio sendero y sólo podía impulsarlo y sostenerlo su ánimo. Así, nos explicaba, el plagiario reconstruye el árbol del conocimiento y de la razón colocando en cada rama un pájaro mocho y haciéndolo gorjear, acciones que ocurren al disponer con buen arreglo la mezcla de papeles triturados. De su amoroso prensado surgir n entonces las respuestas más precisas, aunque siempre las respuestas encierran nuevas preguntas. Así transcurren los días de la vida de un plagiario, recogiendo, triturando, machacando, mezclando, prensando y contemplando la obra hecha, en la cual se manifiesta en todo su poder el arbitrio divino. Todo ello nos proporcionó algo de sosiego, pues allí mismo nos había explicado las fuentes de su ciencia y su razonar, que no era de origen herejil sino que provenía de una devota instilación de los capullos del conocimiento natural. Pero a Hookah Ghazal no bastó con todo ello. Quiso probar al Plagiario y lo hizo entonando el “Rysâla hai Bi Bi”, que fue coreado de inmediato por Mutawal. Hookah Ghazal miraba al Plagiario Hombre Azul todo el tiempo. Los Hombres Negros que habían metido hasta entonces silenciosa bulla entraron en un ruidoso silencio. El

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Hombre Azul los miró un instante, sonriendo. Mutawal elevaba su voz, que superaba entonces ese patio de limón, ese agrio agujero entre las casas de la Cité, buscando otros ámbitos. Entonces, siempre serios, también los Hombres Negros cantaron el “Rysâla hai Bi Bi” y así lo hizo por fin el Plagiario, que había sonreído todo el tiempo con benevolencia. Reconocimos pues entonces la piadosa condición de este señor venido de regiones salvajes. Luego se nos reveló como un Gran Califa, hombre de muchos años, de más de una edad, y dispuesta toda su magnificencia al servicio de otro señor, de tierras cristianas este otro, cabeza de un Imperio poderoso en gentes y escaso en tierras, que había hecho suya la pequeña ciudad de Jerusalen y se había asentado en el Norte, en una región fértil llamada el Basham. Díjonos que allí reinaba desde hacía treinta y un años una niña, que aún lo seguía siendo, según decían los embajadores que, como él, habían venido a notificar a todos los reyes y señores cristianos de que la lucha había concluído. Pues así era, según insistía este Señor Plagiario, que la Niña Reina había nacido dotada de sabiduría angelical, y ella sola, con la gracia de su voz y la persuasión de su intelecto privilegiado, había desarmado a su padre, el Emperador, belicoso guerrero, famoso por su audacia y su crueldad contra los nuestros, quien se enbanderó como el mayor defensor de la paz. Con ellos marcharon judíos de Samaria y de Safed, fieles palestinos de todas las regiones y todas las cristianas huestes que allí quedaban o que con él habíanse llegado a esas regiones. Supimos luego que ambos señores, nuestro augusto huésped y el extraño Emperador se habían proclamado hermanos y sus linajes eran la misma sangre. Que la Reina Niña era nacida de la hermana pequeña del Hombre Azul y del mismo Emperador y que reinaba en paz y justicia por la voluntad de sus padres y del pueblo todo del Basham.

Siete días estuvimos a la luz de este señor, viendo con 240


nuestras propias pupilas el bien que él distribuía alegre y generosamente entre pobres y ricos, cristianos, moros y judíos que por su limonado patio circulaban. Las vecinas cantaban y se intercambiaban piropos a viva voz de un ventano a otro de aquel recinto tan íntimo y protegido. Había en el centro una pequeña fuente, por la que corría susurrando un agua fresca de montaña, de bosque y de mar lejano. Los Hombres Negros sostenían su incesante labor sin signos de fatiga. Sus almuerzos y cenas eran frugales y económicos y todo en sus vidas tenía una admirable regularidad. La dichosa calma que vivimos allí nos hizo olvidar parte de nuestra misión, el comercio, que hasta el momento había sido bastante magro. No volvimos a pensar en ello hasta que una pequeña tropa de milicianos del lugar vino a prendernos por orden del Mariscal de la ciudad. Hartos ya de estos atropellos, los marineros Mutawal, Kassel, Koqa y Kowmal se pusieron morados de ira y buscaron valerse de palas y garrotes con que defendernos. Los milicianos del Mariscal Capruché blandieron a su vez muchos filos. Pero el Señor Azul se interpuso y me dijo que era mejor no negarse, que la curiosidad y el capricho eran los principales motivos del tirano, y que nos entregásemos en paz si no queríamos ser lacerados por los filos de todo un ejército. La tropa nos condujo a los empujones a los nueve, que éramos yo, Tawaant ibn Souyyouth, mi querido hermanito Saqsahuh-Ahm n, los dos oficiales, Aghani y Atifi, el viejo Hookah Ghazal, los marineros Mutawal, Kassel, Koqa y Kowmal y, quizá, el espíritu orgulloso y doliente del capitán de nuestro navío, Omar Yussof Traibi. Con más decencia y suavidad llevaron calles arriba, entre múltiples encrucijadas, puentes y plazas, siguiendo paredones y portales, a nuestros ricos pollinos, en la seguridad de que portaban valiosa mercancía. Llegamos hasta un recio palacio-fortaleza, de bastiones gruesos y altos muros, de lo alto de los cuales destacaban tristemente los cadalsos,

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muchos de ellos ocupados por delincuentes menores. Nos guiaron velozmente hacia su parte baja, apestosa a orines de mulo y desperdicios humanos. En un calabozo tan bajo que había que andarse a gatas, allí nos retuvieron por espacio de muchos días, sin duda, aunque no podría precisar cuántos, que sólo los podíamos contar por las veces que nos llegaba el sueño, y me parece que fueron tantas como en casa del Plagiario. Pero, a decir verdad, no era mucho lo que dormíamos, horrorizados por el hedor, las manos mojadas en sustancias adhesivas y en los oídos los lamentos de los reos. Al cabo de ese tiempo, nos sacaron a gritos, diciendo que éramos buscados por un hereje loco como nosotros. Tornamos a ver la luz y de ella emergió la figura del Señor Plagiario. Había este señor logrado que se nos sacara de allí y se nos llevara a celdas más espaciosas y secas, menos fecales. El Mariscal Capruché, además, había prometido juzgarnos pronto, a fin de que no sufriéramos si así no lo quería Dios. Nos llevaron entonces, con más apuro y violencia que antes, por unos pasillos estrechos y unas escaleras pavorosamente empinadas y sin defensa. Apenas si pudimos mirar a los ojos a nuestro redentor, en señal de agradecimiento. Permaneció allí, encorvada por la pena su alta humanidad. Bordeamos la ronda de las ejecuciones, justo cuando despeñaban, colgando por el cuello, a un infeliz, por ¡váya a saber qué insignificante delito! Kowmal se desasió de su captor y corrió hasta el cadalso. Con todas sus fuerzas logró asir al desventurado reo de los cabellos y de la chaqueta, trayéndolo arriba entre toses y estertores. Entonces los encapuchados guardias se apoderaron de ambos y los tumbaron al suelo. Todos debimos echarnos boca abajo, en tanto nos cosquilleaban los riñones con las puntas de sus lanzas y reían copiosamente al vernos inmóviles. El reo caminaba por la cresta de la montaña que separa la vida de la muerte. Su faz gris violeta no tenía rasgos. Pronto llegó un soldado

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principal, un teniente de guardia, que dió unas rápidas órdenes. Alzaron en vilo al desdichado Kowmal, le pusieron al cuello la soga muy larga y dura y lo lanzaron por el borde de la muralla con gran presteza. El grito final de aquel valiente marinero nos encendió como brasas de espino blanco. Los que aún vivíamos brincamos chillando “Radjâna min el-djihâdi-l-ásgar ila-l-ádjihâdi-l-ákbar”. Atemorizados por esta abrupta reacción, los cristianos quedaron suspensos, ocasión que nos valió para despeñar a ocho de ellos por el borde de la muralla. Koqa fue herido en el costado por la lanza que lo sostenía al suelo. Sangrando profusamente, se detuvo en medio del combate. Orinó por el medio de aquel plazón alto. Una forma ardiente nos separó de ellos, los acobardados milicianos. El teniente corría alrededor, gritando afeminadamente. De uno de los extremos comenzaron a moverse esquirlas, escombros del piso, que nos abieron al piso de abajo, y al de más abajo. Cuidando de no rozar las paredes, fuimos descendiendo por una redonda escalinata. Los bordes externos de la misma eran altos y el centro bajo, de modo que baj bamos casi abrazados. Habíamos traído con nosotros al exhausto reo rescatado por Kowmal. Bajábamos con cuidado. Aghani y Atifi (fuerte de nuevo), cargaban al reo y mi hermano y Mutawal a Koqa. Innumerables eran las moradas que atravesamos. Sus habitantes, asombrados y espantados, corrían en todas las direcciones, corrían a nuestro paso. Desembocamos a una plaza que nos era familiar, el patio de los limones. Todo estaba silencioso allí y lleno de una pesadumbre indecible. No asomaban las alegres damas a sus ventanos ni trajinaban los Hombres Negros con sus cubas y peroles y bateas. No humeaba aquello por el fuego de sarmientos de vid sino por la quemazón que los dominicos, tal era el nombre de aquellos marciales frailes, celosos guardianes de una dudosa armonía celeste, le impusieron a aquel recinto de concordia y sanación. Nada quedaba sano de

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aquella morada que no tuviera el hálito infecto de los calabozos, el tufo dominico, el estigma blanquinegro que por esos paises iba y venía por entonces. Nada de la velada majestad del Señor Azul, de su augusta humildad y su bonhomía de sanador de cuerpos y almas. Mutawal entonó entonces el “Rysâla hai Bi Bi”, al que nos plegamos todos entre sollozos. El reo, depositado cuidadosamente en el suelo por Aghani y Atifi, también canturreó la alta oración, con su voz estrangulada. Al oirlo todos nos volteamos. El hombre desventurado, que había sido condenado a colgar como una botifarra hasta morir vivía entre nosotros: su rostro, pálido ahora, era el de Kowmal. El amado compañero de nuestras andanzas, el marinero Kowmal, continuaba entre nosotros, en el pellejo y en la sangre de aquel infiel. Lo examinaron Hookah Ghazal y Mutawal, que eran los más ancianos de entre nosotros, y los más sabios por lo mucho que habían padecido. Lo contemplaron con la gravedad que traen los años de sufrimiento. Y lo aceptaron pues, al menos, sabía decir el “Rysâla hai Bi Bi”.

Llevónos dos semanas llegar a la Mar y otras dos semanas más hallar un navío que quisiera devolvernos a Levante. Dos años costónos retornar a nuestra pequeña y amada patria. Otros cuatro años recobrar el patrimonio perdido en esta malaventurada hazaña. Diez años para recuperar la paz al saber a mis padres muertos. Veinte años nos costó recuperar el respeto de nuestros contemporáneos, que nos creyeron insanos hasta hace poco, cuando un extranjero señor llamado Príncipe Uassuqani vino en nuestra búsqueda para entregarnos unos documentos de un religioso viajero cristiano, unas inspiradas cartas de aquellos grandes y amantísimos Señores de la paz y los escritos reverenciales de un viajero solitario de nombre Guíamundo, de parte del Señor de Harrah, el Califa Saide, para que los guardásemos con respeto y diligencia. Un año sólo me ha llevado recordar y 244


anotar todo ello, cambiando cien veces la expresiones, en la esperanza de que no ofendan al Altísimo y sólo valgan para aclamarlo y atraer más gloria sobre Su Trono

La más humilde de Sus criaturas, el innoble mercader

Tawaant-ibn-Souyyouth.

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Marginalia

Escritos sobre la caida de los pastos de frontera en Carcassonne y en Oriente Próximo Guidemon de Laglais a otra versión del paso de Saad por la ville de Carcassonne nos viene de la pluma de un cronista tardío, Guidemon de Laglais, quien, con una distancia de veintitrés años de los hechos, consigue presentarnos las situaciones con notable vivacidad y verismo. Se trata de auténticos marginalia, en el sentido talayótico de la expresión, puesto que están escritos en los márgenes de una copia muy antigua del Concilia aevi Karolini, documento de por sí de gran valor (pero ajeno por el momento a los objetivos de este estudio). Es interesante, sin embargo, señalar la curiosidad de que esta obra haya estado en poder de un ciudadano que no perteneciera a la docta nobleza de Laglais ni a la Escuela de Lille, sino que se tratara de un viajero libre y sin tierra, un auténtico goliardo. Esto aboga por el perfil trazado por Moirée sobre el cronista medieval advirtiendo su notable interés por el panorama social y las leyes del pasado.

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40 Este punto final de la serie de tomas de conciencia desde el arte representa la desalie-nación última, la del arte mismo, que el artista en tradición latina no logra alcanzar. Es el punto estética-mente absoluto, transestético, suelto y trascendido, libre en la existencia. Rozan este concepto las distintas especulaciones sobre la naturaleza de un hombre nuevo. (N. del T.).

Al igual que en todos los documentos incluidos en esta recopilación, se presenta en su versión íntegra, inclusive la información sobre temas gremiales, valiosa por su contenido técnico. En cuanto a nuestro objeto principal de estudio, si bien las referencias a Margot de Jerusalem son vagas y oscuras, hemos juzgado pertinente la inclusión de estas marginalia de Guidemon de Laglais por entender que ofrecen, además de las familiares coordenadas históricas (que evocan el doliente fin de la Aventura de Oriente), un inestimable cuadro de época, al pintar, con estilo franco y sencillo, el deslumbramiento y las tensiones de una sociedad, tan lejana ya, por el nacimiento de sus mitos locales40.

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e r- a principiantes i artessanos esperimentats, femos d’ aconsexáre la conveniéntia de recordáre la caida de la vilhe de Carcassonne en les piadossas mans de les cruçats de Domingo. Es falharán en este capítolo numerossas ensenyanças, especialment les reflexiones ca tot ser debe formuláre-se sobre lo uso devido de lo musgo irlandés. Non us extranye ca traiga aquestos relatos xuntament amb les consexos ca esperáys falháre de la mi parte. Vale. Carcassonne és una ciutat mediterrània situada al nord-oest de la Valh d’ En Bas i ca pertany al Principat de Midi com a capital indiscutible. D’ una banda la posició de la ciutat a la vora de la mar Mediterrània en la su vertént occidental relativament próspera, i de la oltra lo su enclavamento dentro la Península de Barataria, en la ca alcança unas altitudes i una massivitat consideraple, atorguen una bona matisació a la su personalitat oriental. E us diu tot aquesto per-a ca us situeys i non us fagáys logo preguntas paleolíticas. Es celebrava lo Panóptico de Nuestro Ruisenyor en vísperas de la massacre. Dosseles i valhas favíen sido dispostas i belhament labrades per-a la ocassió en lo recinto de la plaça grande. Non es sap en cá lugar lo favría fetxo lo viexo Pretori de la colònia romana, ni ónde devia vivir Ataülf quando , en lo segle V , fiço de Carcassonne la capitall de lo su gran imperio. Per-a superáre este inconveniente es fiço despexáre tot lo microcentro de la Cité, ca s’estenia par la Gal·lia i la Hispània. Alhí, les adulones del Gran Ahixat es disputaven lo favor del regio visitante portant plumas i géneros de Flandria i procurant de servirle a toda hora. Les festexos es celebraríen amb

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gran resto d’ energías i seríen dirigits par lo Magister Petrus, notaple escolástico. E ca nada faltasse per-a la ocassión. Entre tanto, les gentes d’ oficio com nossotros, seguíen amb les sus duras labores. Molt cerca de la muralha, par lo lát de Poniente, les ciruxanos cauteriçaven la cola de conexo en cubos metálicos. Podíe ver-se les més diversas variaciones del xaspeat básico. Algunos atiçaven la xalea en cubetas de maderas densas. Les estudiantes eren realment económicos. Ya par la manyana començó a verse la mezcla de colores. Es secó un poc. Pasats les xardines de Emil Vendrel, es divisa una alpargata blanca gegante, colgada com reclamo per-a les trutxas i les salmones. Precisament a la volta, donde dos palmas datileras es inclinen aún avui per-a ofereixíre sus candeles als forasteros, es presenció aquelha manyana del Panóptico un prodigio ca, de non favére mediáu les negros fetxos inmediatos, bén favría merecido idéntica memoria postrerior. Dos hombres es encontraren tras les ditxos xardines. Lo uno, major, de manos pálides i rostro moráu com lo mar i amb vestiduras grises i abultadas. Lo oltro, enteco, polimorfe i xoveneto. Zaid i Watson eren sus nombres. -¿Adónde pensáys ir? -preguntó Zaid, lo insigne plagiario turco, venido de més alhá del Mare Nostrum-. -Es molt importante per-a mi lo sacerdote ca es lança debaxo de les carruages -respondió Watson lentament-. -Lo monestir, si és possible, s’ fa d’ establir d’ amabilidades, com bén dice Arbutus. ¿crees ca podríen cogerme? -Non si dexas envegecére tinta en lo pliegue del panyolo. -Face rato ca nos calcina lo sol i pienso ca aquestas pailas ningú non les comprará en Sen Telmo. -Lo problema es ca non usáys filones dentados. Conviene a toda obra bén fetxa lo peináu de vértebras. 250

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-¡Non estoy jo per-a doctorats a cielo aberto! Una cossa es lo corte del xaspe i oltra molt distinta es lo ca decís, senyor. Entiendo bén lo mundo de les ninyos. I per-a ca me creáys, alhí tenéys la granxa ca femos arrendáu mi muger i jo. ¡Ansí vamos! Fa messes ca non comemos nada bono. La vaca non está incluida. Us podo asseguráre ca era bonita de verdad. Facia la mitatz tenía enrolháu un cordó açul i amarilho, amb borlas de seda en cada estremo, grandes com una mano. Ansí són les vacas. Jo conosco bén mi oficio, pero lo gefe qisso cambiáre de planes.Les estudiantes económicos ficieron una pausa, dexant les batanes hundirse sordament en la xalea.

-Se adónde quieres ire, -continuó Zaid- Busca la calhe del Xabón. Sospetxo ca d’ agora en més, les albigenses s’ anirán desplaçant facia esa zona. -¡Cá extranho! -Si, xunto als restos de la zanxa d’ Ataülf es enrolhen les mimhres todes les tardes. Son tertúlias eróticas, en les ca tomen parte les boyes i les holandesses antigüos. Tienen bonos elementos: coherencias. francesses finos, gaviotas, guías d’ acero. Es reúnen todos les dias. Es una batahola clássica. -Zaid favía ido exaltándo-se en lo su entusiasmo. Alçava la voz. Las agalhas es li enrogecieron. -¡Bataholas suavess, bonitas, pegaminosas! -Babeava, es lamía continuament les manos. Mirava al vecindario, les estudiantes, les senyoras en les sus casas. Elhos lo miraven dourat. Compreníen la su alegria, tán venérea de par si. Entonces él sinctió lo viexo aroma de la su tierra, a césped recén cortat. Miró facia avaxo: alhí estava una rana. -Xoven senyor -dixo la rana amb suavissima voz- dame una vara d’ acebo41 i seré tuia. -Non es si podo fiarme de ti. -respondió Zaid molt despaciossament, en tanto contemplava dos troços de 251

41 Se trata del romance que en la tradición sefardi suele titularse Una matica de ruda y en la peninsular Una vara de acebo, haciendo alusión al regalo vegetal y simbólico con el que los señores acostumbraban recompensar a sus vasallos de origen modesto, para demostrar hasta qué punto se ahogaban sus sociedades en el estudio y el incesto. Es un gesto de innegables visos heteróticos. Sobre el tema. es interesante las siguientes fuentes: ZOLA. Johann Albrecht, Escila y Carpántudis. Editorial Calcot. Valencia, 1897.

ZEGUOR, Joachim Austensky, Die Einheit von Wort und Wachteschag, Alois Sauter Verlag, Lausanne 1943.


calhexa de Carcassonne a través de les oxos de les asas de les braços de Watson, postos en xarras- ¿Lhevas DNI? -Me envia Margot, la fembra deslumbrante de Mauritania, a quien sans duda conosces. -I ¿cá interés téne elha en ca jo te posea, xugossa ranita? -Xoven senyor, lo Senyor Sol leyó tu carta i te etxará un tocino magro. -¿I després? ¿Cómo conssegiré la vara d’ acebo? Xo soc un home cassat. ¡Tindré ca avandonáre mi horta! -I, més calmo, mirant ahora a Watson. -Lo senyor de Watson, ca a la saçón aquí es falha conmigo non fa de dexarme mentir. Es més, la su larga [salto de línea] esperiéncia en lo cultiu de ninyos nos fará molt bé. Quiçá élh nos poda dir cá deve fazére un xoven en aquestos cassos. -Si, pleno de prudentia, preguntas, oh, xoven oriental, tindrás ca estáre disposto a tomáre aqueste consexo (son les anyos les ca aquí aconsexan): baxa esa escalera i abre la porta. Alhí está Interior, soberbio contador de plumas. Salúdalo al passar, notarás ca baxo tierra fas entráu a un palacio, dividido en tres grandes estancies. La Sala d’ Audiencias de Putas, lo Gran Vestíbul·lo del Almirante de Coligny i lo salón de danças monódicas. Atraviésalos todos amb paso viu i sonoro. Te vendrán d’ arriva algunos [salto de línea] resplandors filtrats i alguna ca oltra benéfica meada. Pero ¡non roces les paredes!: tienen hélices photophtánicas. Podrías quedáre asphaltáu i es te pegaríen oltras ranas, non belhas i nobles com aquesta sino clandestinas i, sobre tot, genéricas. Par-ca fas de sabére ca aquesta ranita es nada menos ca la embaxadora del Gran Reyno. I, en oiendo aquesto, pareixió ca la ranita, Ermessenda de nombre, cobrava un porte marmóreo, atrevido, simultáneo i tenso. Destacava la sensual hilera de dientes pardos ca lucia en lo su vientre. Es favía ido xuntant jente, ante lo prodigio manifesto de 252

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la su presencia, en la su conditio de dignissima legada de La Su Santidat. Entre les presentes aparecia, amb lo cogote bén estiráu per-a mexor oir, Morebel, tierno asessino de tafilete roxo de qüero. Dos becerros grisses, un poc més atras, asomaven d’ un amplio portalón. Miraven alternativament les condensaciones d’ ayres non miscibles, tornasolats, i la inssólita escena. Amb frasses breves comentaven en-tressí lo parlamento en-tre Ermessenda i les dos hómens de Carcassonne. De les altos de la casa assomava Leonor de Aquitánia, quien, par anacrónica, estava condenada a tundir ninyos par encargo, sans ca nadie [salto de línea] pudiesse sacarla d’ aqueste humilde oficio. Es untava les senos amb un blanquíssimo licor adhesiu i era feliç faciendo balanceáre les sus piés par sobre lo alféiçar en les sus ratos libres. Par la vecindatz amb les becerros, favía aprendido a fumáre unos finos narguile de cortxo. Contemplava sans passión, amb una candela en la mano, lo agitáu cotarro. Sobre la su mesilha de tortura tenía avierto Lo Gran Meaulnes, en la página donde narra la desaparició de Ivonne de Calais. -¡Exacto! -pensó- Es lo alegre canto de les gatos tristes. Siempre lo presentí. I ahora, esa rana savia me lo fa confirmáu amb la su preséncia. Ya veo ca non es fácil enganyáre als estudiantes. También assistíen al entierro de Zaid un grupito de monxas clarissas, ca es favíen al-qui-láu un deparitamentito xusto enfrente de Leonor de Aquitánia. Pagaven poc. Lo assesino Morebel lhes suvía la bombona de butano catorze vezes par día. Lo Ihamaven amb un megáffono. O a vezes, era Tránsito la ca li facía senyales amb un espexo. Esta monxa d’ oxos verdes savía demassiado. También elha temía par les albigensses. Pero, como las [salto de línea] sus germanas clarissas, nunca es hoviera imagináu semexante deliqüescencia d’ ayres. Non conocíen lo 253


42 No se identifica aquí el personaje aludido bajo esta expresión. No obstante, nos sentimos inclinados a aceptar la teoria del Dr. Collonz sobre estos seres miticos, expresada en su obra póstuma, Der Autustellung und der Serail, Planck Verlag, Viena, 1965, y Nardini Editore, Milano, 1980): El Carall o Caraxo, mencionado numerosisimas veces dentro de la tradición oriental y también dentro de la mediterránea occidental, está directamente vinculado con los mitos de la Fuente Vertical, presentes ya en el periodo pre-silvico. Se trata, sin lugar a dudas, de un ser que, tan pronto como aprende a vestirse asume una ajustada cantidad de tirafondos y tornillos bélicos, adqu¡riendo relevancia singular en el imaginario popular nórdico, donde se corresponde brillante-mente con el sentimien-to vital, la fantasia, el primitivismo y el espiritu beligerante de la vieja nobleza europea.

Uruguai. Ansí, todes les germanitas es acercaren prudentement a la finestra i mezcolaren les sus pestilencias amb les d’ afora. Daven grititos. Sacaren lo megáffono. Erustaron. La casa ardió en Ihamas, en medio d’ una piadosíssima orgía. Las mongitas es fiçieron piss d’ emoció i lograren apagáre lo fuego. Morebel es dió qüenta i pensó en les Subterráneos de Coligny i en la Sala de Audiencia de Putas. La calhe descendía fasta les depóssitos de farina. Lo aire, soffocante i viscosso, amb girones xaspeats de distinctos colores, Ihevava pegada la farina ca volava. Inclusso, algunos gorgoxos ca delha es alimentavan, formaven grumos irissados. Aquestos grumos fazíen penosso lo respirar, pero seguía arrivant gente. Vinieron les Perfectos, tocant flautas viriles. Aconselhavan, a su paso, resistir les intentos oficiales i non festexáre lo Panóptico de Nuestro Ruisenyor. Dos delhos favíen sido protegits de Leonor de Aquitánia, i cada tanto es passaven par la su cassa. Elha les tundía amb una varita d’ azevo de rei, i non les cobrava res. Tambén [salto de página, folio 2 A] acudieron, par lo carrer de la Palha, catorze Pies de Cerdo, funcionários comdales ca es ocupaven de fazére fluir la gelatína de forma lenta i uniforme. Iven amb cassacas [salto de línea, dismarco derecho] de lana acordonades i Ihevaven walkman. Non miravan. Non levantaven la vista de les sus manos, plegades patética-ment sobre les tripas. Es balanceaven i quedavan, par momentos, adherits entre sí o amb lo ca tocavan. Baxó un corredor de seguros, faziendo gran algaçara amb su entretxocáre de passadors i lupas. Vinieron repressentantes de la Unió de Sombras a quexáre-se del ruido, i alarmats par les rumors d’ una inminente violació de subsuelos. -¡Caraxo!42 ¡Cálhense! Non me dexen oir al batracio. vociferava lo Turco Zaid. Watson, més temperado, tractava de calmarlo, dándole palmaditas en les nalgas.254

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-Es ca non es cá fazer. ¡La mi reputació está en jogo! ¿Cá dirán les mis iguales de Amigs de la Ciudat...? -¡Calmai-vos! -deía la rana, i su voz transparente es fazía perentoria. Pero nada. Havía començáu a inflamáre-se i a eleváre-se perceptiblement del suélo, como instinctiva resposta als sus temores. -¡Prefiero lo alhumbráu a gas! -dixo, i hovo una breve ascenssió del atribuláu Amig de la Ciudat fasta alcançáre la línia de les texados. Desde alhí contempló par unos instantes les palmeras de Emil Vendrel, les pailas humeantes de les golpeadors de xalea, la mutxedumbre apinyada mirant cap arriva o cap avaxo, según la su ubicación. Es dió amb la palma en la su frente, i aqueste golpe lo impulssó cap atrás, dant amb lo ático de les monjitas. Estas, fonrades par la presencia etérea, dexaren de lát lo su reglamentario exercicio (ca favíen retomáu tras lo incendio) i corrieron a abraçarlo. Entre solhoços, es dixeron la vida, i estubieron d’ acordo en propossáre una nova effeméride per-a acompanyáre a aquel día del Panóptico en lo Sanctoral. Pero, mientras les ánimos es serenaven en lo piso de les relixiossas, incluyendo al Turco volador, en lo carrer havíen començáu a desórdenar-se les coros. Avui suponem ca es devía a la particular posició de cadascuno, ca, lógicament, lo faría respiráre un determináu color, distincto de les oltros. Peró non falta quien dize ca ja arrivaven filos de pesstilencia dominica o, según les observadors més fantasiossos quiçás, par-ca les pressentes expressaven [salto de línea] així la su impacéntia. Zaid, ca a la saçón, es favía ido aproximant a la finestra, insuffláu de novos i magnífficos, sensatos i generossos gases, es desprendió i fué, ingrávido, lheváu par les aires. Al passáre par la calhe D’en Robador, pudo essére visto desde la su guarida par Chagalh. Chagalh, en effecto, vivía médio emerxiendo del socavón. Una porteçuela de cinco palmos lo deffendía del frío. Sentadeto, mirava par la avertura, axeno a la calor, axeno 255


als suntuossos festexos del Panóptico i axeno a la algaçara. I entonces vió passáre al Turco Zaid. Zaid continuó. Les templarios non li fizieron caso. Fazía tiempo ca non es fablavan. Les cereros corrieron juncto amb la mutxedumbre. Uno d’ elhos sacó unos pergaminos i, rápidament, tomó apuntes, amb una magníffica idea bail·lant en les sus oxos. Al día siguiente, sans savére nada, i ignorando-lo tot de les benditos cruçats de Domingo, favía en la su cadena de tiendas, ciéntos de míles de suovenirs amb la effigie del Sancto local, Pasqüal Zaid, lo Pedión. Aleshores més alto, tras lo impulsso de les bombonas relixiossas, Zaid fue lheváu par les aires als baxos de les matariffes. Essa zona, affectada par la vhedda excessiva imposta, estava molt deprimida. Les animales vaghaven sueltos, pedíen limosna, es entregaven a la infformáctica [salto de línea, guarda inferior izquierda] i oltras artes liverales sans futur. Favía resses ca es dedicaven a la pinctura. Lo téma favorito, par supossto, era pinctáre reembrandts, especie d’ escatoloxías ganaderas. Les fazíen amb traços gruessos. Favía resses de coervo, de gansso, de suxeto, de cantxa, de predicat. Pero nadie qüidava de élhos ni eren sacrifficats, par Decrecto Official. Pululáven peligróssament livres,i amenaçáven amb affectáre a les antenas de TV. si seguíen a aqueste ritmo. San Pasqüal Zaid les dirixió unas paraulas i oió les sus reclamos. Es sintieron conffortats i acceptaren lo plan de retiro voluntario mexorat. La atmósfera d’ assombro i complacencia units acavó mor molesstáre a Zaid. Recordó lo Pump’n’Seal. Li pidió a un nutrido alemán ca par alhí passava, portant un mico en la su mano, ca lo aiudasse un poc, monstrándo-li lo uso del xenial invencto. Lo Tudesco es despulhó de les sus ropas, conectó lo vídeo i vieron una demonstració completa, lo aplicaren en lo dorso de Zaid, es produxo un bombeo, una evaqüació forçada de la fatuidatz aerostática 256

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i lo xóven plaxiario turco recovró, de proncto, les sus dimensiones i les sus mobimientos avituales. Recuperó, devéis saverlo, les virtudes civiles ca fazen a un perfeto Amig de la Ciudat. Recordó, lo primero, lo su compromisso de vissitáre al día siguiente, lo Cassal de Vidues de Metges. Recordó ca es tenía ca fazére un scánner. Recordó su número de CUIT. Recordó sus abluciones, aunque es li confundíen un poc amb lo reço del Sancto Rosário. Recordó lo nuévo sofah-al Kahma. Recordó les qüotas del cotxe. Pensó cuándo cuándo podería volvére a comprar-se un eunuco, o mexor dos, per-a ca li alegrassen les manyanas amb les sus maulhidos. Recordó sus anyos en la ditxossa companya del Emperador Arrancar II i la mútua noble descendéncia. Recordó les galeras en les ca bogaven aquelhos monjos musicales e su arrivo al porto de [salto de línea] Carcassonne, feía ja una cinqüenténa, qüando lo miseráble Aixat es hacía pis en la cuxa de les nóvios difuntos. Pero tardó toda la tarde en recordáre acáso ca lo destíno li favía possáu par delante, a la belha Ermessenda, duquessa de Montgolfier i senyora de Foix, la ranita ca hoviera fetxo deliráre de romanticismo al mesmíssimo Maliarmé. Non era capaç de pensáre en tódo aquesto. Caminava levantant un poc de polvo, rompiendo les dilatats compasses d’ un treno entonáu par predicador i coervos junctos, amparats a la ombra per-a fugir del botxornosso migdía. Pensó en lo triste ca es veure lo ganát així, descarriado, sans futur. Meneó la su cabeça, pensatiu. Luego, molt pronto les olvidó. Non reconeixía les carrers. Tornava insistentement a la Plaça del Pedró. Non favía ningú. Semblava la notxe del confusso, tumultuosso día de la su canoniçació involuntária. Par una travesía vió passáre corriendo dos ajos tiernos, cuviertos les lomos de gambas. Era txocante: non lo saludavan. Buscó amb la vista un refuxio. Vaxo lo propiciatorio cartel de «“El Capricho” Vinos i Camas» non falhó siquiera una avertura. Tot lo barrio de les 257


mataderos estava sumido en una extranya taciturnidad. Necesitava un poc de reposso per-a lo su fatigáu qüerpo. Precissava recuperáre les sus sentits, pensar, restableixére la línia de flotació de la su alma. Lo nostro moderáu vecino de la castigada Carcassonne acabó par dorrnir-se baxo un porche antiguo. En cuclilhas, hurgó en les sus bolsilhos. Arrugado, encontró un pliego de poemas ca, esa manyana hafía començáu a revissáre. Eren d’ un Espanyol, un tal Gong de Luísluira. En lo su idioma, era un magnífico plagiario. Apoió lo su espaldar contra la pared, estiró les sus piernas i començó la lectura. Era lo poema tituláu «Garnachas». Garnachas

Tufará aforlsmos Que a mucho apuntaron. Con sus arcos lascivos Los átomos babilonios saben ayunar. ¡Ah, El babilonio esplendor! Espléndidos babilonios E1 cañuto mejor. Envidié cañutos, Concursos, carbunclos. Sus cejas me perdonen: Sus cejas Que cocieron orejas.

¡Los Concursos!: Los críticos amantes (Dos críticos babilonios). Engasté los cupidos Ocultos de Juno, Negados de Nasón. ¡Orejas, señores!

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¡Orejas y punto!

Amantes los hay, Narices las hubo, Rasguños de doncelhas en estoques tuvo.

Garnachas del Congo, Narigudo salmorejo, Machacado mortero Babilonio, Seda nariguda, Instrumento No muy agudo.

Lhoraron de esplendor (Serán del vulgo), Aforismos del Congo. Licurgo dibujó rassguños, Luto diluvió un rubí. ¡Pero, Dios del Congo!

Volvamos: Doblando jaulas, Las doncelhas perdonan. Ya criticaron el valhe Y el doncelho Nasón, Por el valhe de Juno Sepultó a Narciso. No en raices: en tumbos. Garnacha entonces, Pues dilunviaron frutos. Dos garnachas Con túmulos gemidores, Sin infancia, Fueron Cocidos jovenetos.

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La doncelha De las cuatro reliquias Mata lastimosamente a Ios tutos velhludos De los templos desnudos.

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Con mayor herramienta, Cupidos membrudos Nacieron, Y sus infancias negaron

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Tisbe no supo De jaulas obscuras, Cosidas. Tufo obscuro de la seda, El pantuflo Dobló menudas tripas. Frutos amantes Los suyos: Repiten infancias Que el aforismo ayuna.

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Las tripas maduras, Los tufos, al punto, Maté agudas reliquias, Velhosos eunucos De un ganso membrudo.

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En un estoque El valhe de Adonis Oculta carbunclos Negados y velhudos.

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Es sinctió iluminat. Les sonetos de Luísluira lo inspiraron. Par bé ca moderado, lo Amig de la Ciudat supo ca devía acceptáre lo desaffío de la rana. 260

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Nada més canviáre d’ opinión, començó a oir lo zunvido de les obreros. Sortíen de la fábrica surgente de talismanes. Aún favía gente ca recién es enterava de la vecinal concentractio i corría cap una vagha mancha, alhá, juncto a las [salto de línea] muralhas. Siguió a çancades als obreros, ca corríen en busca d’ emoclones novas. Necessitó essére guiádo fasta lo puncto en ca es vefficaven les sus próprios actos. Como sí nada hoviesse acontecído, enmedio de quinze círculos de curiossos, axenos a vítores, reclamos i cucaratxas, seguíen Morebel, Watson i la belha rana. Non les extranlyó la tornada de Zaid. -íRepite-me les instrucciones, Pasqüal! -Vos me favéis dicto ca descienda par aquessa escalhera, atrabiesse les tres estancias del enterrat. palacio... i... non reqüerdo més, senyor de Watson. -Lo mexor es ca portes aquesto entre les tus ropas, -dixo, extraiendo d’ entre ios sus panyos, una tinta envegecida, envolta en lo pliegue del su panyolo. -Toma. La propera veç tendrás ca fazer-te-la tú mismo. Olvida la granxa, la vaca amb borlas de seda. Olvida les tus qüidats i les de la tu muger. Al transponére les tres salas, enffilarás un passilho ca corre par debaxo del Carrer del Xabón.¡Non fagas casso de les sussurros! Son les esbirros de Simó de Montifort, ca querrán ca Dios escoxa. Non te convienen més avencturas. Baxo lo canal de la zanxa de les rnimbres falharás varios canasstos de les ca surxen varas d’ acebo, benjuí, licántropo, exequias i oltras més extranyas. Te parecerán més bonitas i própias les varitas d’ exequias de la Regenta, pero ¡non! Morirías en lo acto. Escutxa la demanda de la sangre. Qüando les tus sienes dexen de latir, saberás cuál es la d’ acebo. Trae la més recta ¡Eso es tódo! La Gran Rana será tuia i viaxarás amb elha al Reino Sarraceno de Margot, donde te aguarden grandes fonors i una espingarda matremonial ¡Anda! ¡Bésa a la tu prometida i non lo piensses més!! 261


Zaid es qüadró ante lo xoveneto senyor de Watson, giró sobre les sus talones, arrodilhó-se i, amb cíerto embaraço, besó a la ranita en les sus labios de miel. Lo día avançava fazia la media tarda i, ante la estúpida mirada de todos les presentes, es produxo oltro milagro, par obra del naciente amor: Ermessenda, la ranita sarracena, es transformó en un cálido granxero. amb forquilha, sombrero i txanclos de séda. Zaid, extassiado, sin queríre cassi soltáre la máno de la su amante, enprendió la su avenctura. Como us imaxinaréys, principiantes i artessans avançats, en estos extranyos estats de cons-ciencia méstica es més facil reconeixére les varas d’ acebo sin equivocació. Tened-lo en qüenta en vuestro oficio, juncto amb Ios sanos conselhos de Micer Watson, lo Elemental. Ansí, amb la belha promessa d’ amor, Zaid desaffio valientement les horrores, les pestilencias de lavanda i pattxouli de les salas en-cantadas, les vainas de rnorcélhagos, e! retumbo de la voz de Interior, les caricias de les falssas Putas, [salto de página, folio 3 B] les paredes pegaxossas, les ilussiones de les cálidos orines enganyossos. I traxo par fin la vara. Les ciudadanos festexaren e! re-enqüentro de les amats, amaneciendo lo día siguiente. La legada de La Su Sanctidatz arrebató a su ciudat al flamante héroi i sancto i, mientras Dios escoxía en la taula de picáre coraçones entre cátaros i perssonas, Ermessenda i Zaid avandonaven la ciudat par una grieta del tempo.

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En este punto la lectura de los marginalia queda irremisiblemente truncada, por faltar un pliego central (cuatro páginas) del Concilia aevi Karolini. Realizado un análisis comparado con otras versiones de este texto, las hojas faltantes corresponderían a una síntesis de las obligaciones de los escotos para con sus conquistadores, los francos. No parece haber una justificación práctica de dicha sustracción, y en todo caso resulta evidente su posterioridad, ya que el texto de los marginalia se suspende allí y es necesaria la estratigrafía de masas surtidas43 para fundamentar algunas conjeturas. En primer término, el documento no ofrece otra correlación que el ritmo izquierda-derecha-al-centro-adentro, característico de los marginalia contemporáneos al de Guidemon de Laglais. En segundo lugar, y alentados por las significativas coincidencias con el grupo de escritos descubiertos en el llamado Fuentón de Rosatto, los paleocirujanos del Zurückgefürth Staadtpunkt de Dresden adelantan la posibilidad de que en las páginas hoy ausentes del documento haya habido más marginalia. Tal afirmación, sin embargo, ha sido formulada con reservas, y es necesario cierto grado de inmensidad para surtir una asivelación sin riesgo de decolagem. Hecha esta acotación, nos permitimos plegar a la tendencia del prestigioso grupo alemán, entre cuyos largos méritos cabe mencionar la residencia formal y el estricto cambistolado de la información, toda vez que de un trabajo interdisciplinario se trate. Parece notable, sin embargo, el hecho de que una interrupción material del texto en este punto sea tan poco notoria. La línea argumental que viene desarrollando el cronista sufre, es cierto, una comezón tónica, acrecentada por el hecho de que, siendo la caligrafía de éste, sumamente regular y apretada, la información fluye en gran procesión, hasta alcanzar landas de Etten. No obstante, el interés que despierta su autor excede el interés meramente talayótico o margológico. Por último, y nos

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43 Método parquetímicodiurético desarrollado para el análisis no destructivo de textos talayóticos, patentado por la Dra. Alice Caldes, del MMI (Michigan Macaronic Institute), de los Estados Unidos.


vemos obligados nuevamente a recurrir a las investigaciones de los paleocirujanos del Zurückgefürth Staadtpunkt de Dresden, en este caso para diferenciar esta situación de las de valer, saber y savoir faire presentes en casos como el de los Fueros Pontificios. La pauta seguida por los científicos citados es la que se sigue para establecer la divisoria de aguas, en la que los escolares escinden papeles encuadernados según métodos arcaicos. De numerosas pruebas realizadas en sus laboratorios concluyen que Papir is a Doch, esto es, que los marginalia deben ser leídos con el ritmo centrípeto A-B-B-A. Sigamos leyendo a Guidemon de Laglais en el segundo fragmento de su escrito:

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Ermessenda lo encontró fluctuant en las aigüas frotades de la banyera. Lo ca non és tán evidente són los elementos ca mexoran lo ressultat de las flors de panteón dexades als sus piéses. Amb faver-lo dicto tánctas veçes non lograva ca los grupos estubiessen conformes. Optó par leer-lhes altra glossa del grán Gong de Luísluira. Neruda

Afortunados conguitos Del velhudo neruda, Rinden vacas Sobre acres rostros. Sobre corchos después, Cucharas raras, Sólo muros Con elementales totoras, Como humo cayeron.

Tocáis el Sol En descarados dientes, Finos cuernos del Sur, Cuando centelhas, Sudando belhas, Cuando airados tigres Piojosas plumas mean.

Sospecho del seno Armado a escondidas, Como manzanas de Tántalo, De insidioso latón. Hechos los deberes Y desquiciado el borrico, Preocúpate de tu sastre

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De recogidas cavidades. Besa la yegua verde. Engangrena el abanico. Sacude el pan Como una mosca. Galvaniza las ubres De los peces. Sigue, implacable, Cantando dientes.

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Las xiffras, paussada-ment rexitades, ressonaren en las sus mentes amb magestáde i indoléncia. Las réqüas estavan pronctas en las cavalheriças i la cometiva oficial començava a re-unir-se. Unaffortunádament, las falhas esperimentádas en cadascúna [salto de línea] de aquestas encurssiones fizieron més i més difficil lo esclareiximento de la verdadera séctima edition. Hovió, par a més problemas, fontes indiréctas, ca proncto mereixieren una mention especial de la iurisprudentia. Lo assuncto non quedaría alhí. La última visita ca va rebere en la su patriótica fonda va terminare amb los sus temores. Se vazió en-zima un frasco gran de colónia. Amb elho va lograre com-validáre ulteriors dispensas, amb lo evidente benefitio d’ in-fluéncias personáles. Par entónçes se va deixáre de ftotare lo aigüa en totas las poblacions. Los cursos de los ríos van subire. Se va podere codifficáre lo Deretxo Processal, par-ca al fine Luísluira favía sido conssagrado, cinco sigulos antes de naixer. Lógo, los ciruxanos ca favian acudido á la Assamblea plegáron-se a las novas mitgdides acordadas, subs-crevendo també lo Protocolo del Laberinto. Molts delhos savían [salto de línea] ca cuándo surxe conductio térmica a través del ege hi·ha 266

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ca recurrire a la Traditio. Posto, i ansí totz lo savemos, ca cuándo se requere un movimento súma-ment precisso i [...(es necessário) (?)...] ca lo áro esterior poda mober-se en directio axial, lo aconsexabile és portáre totas las nostras xarras amb nardos marxitos. També hovo bebés glotones [...] directio indeffinida i éran tundits par nodriças, rexenteades par Leonor de Aquitánia. La alta rixideça de las varas d’ azevo de Rei contrebuió a [salto de línea] mexorare lo común enteniment. Assí es ca hoje podémos affirmare ca las cexas non són arbitrárias. Tots aquestos són tumultos del passat. Dexémoslos ca discurran sólos. De aquestos fetxos sólo nos póde serbire hoje ca sepámos aquesso ca ja savía aleshores lo senyor de Watson i ca jo sé agora. I es acásso ca pode nosserbire par a fazére una Empressa Ad Maioren Dei Gloriam, tal cómo aquí vos la repíto. I. La príma mida és creare los sus bassamentos. Hi’haurá ca fazére los sus piéses, quitándo calhos i papilomas.

II. La secunda, logo, hi haurá ca elejir lo nóm de la empressa. Posto ca la haurá d’ acompanyáre duran tota la vida, non deverá entender-se com a un mero formalismo. Son adeqüats nómens tals com “Non emprenys”, “La Pasma”, “Geografía Negra”, “600 crits”, “Ley general”, “Technossigns” i altres ca tivessen las mesmas virtudes analíticas. III. Prossigiendo, hi’haurá ca pre-venir- se d’ un formateo accidental. Aqueste és un detalhe freqüentement passat par alto i, així, se següen fabricant teas de maderas esponxossas. per-a aquesto es útil incorporare rodamentos oscil·lantes en la plantilha de perssonal. Assí, aún-ca haja díes real-ment improductius, es poderá 267


calculare la iarda qüadrada de quadro restavrat par perssona al mes.

IIII. En lo eqipamento deverá poner-se énfassis en lo operatiu. Combé creare des-nivel·les per-a creare un adequat ambiente d’ anssiedad. La instal·lació de coltxones de ressortes es aconsexable par al caso, fixant en los pueplos ca ocupa la fávrica vários trotes sostenidos. De aquesta guisa, par example, es van constrüire las fávricas de Talismánes de Carcassonne i de Foix, amb totál exito en lo su rendimento. V. Si, en canvio, se aspira a la expanssió territoriana hi’haurá ca ponére cocineros en cada punto el·levat. Facilita la expanssió i logra una destribució ordenada de los fondos resservats. VI. Non hi’há garantías per-a creáre material de conssulta.

VII. Alcunos oportunos acordos amb Juntas Generals ténen par ressultádo bóns paletas. Travalhan molt bén. Usan pal·labras semigráfficas, amb <fletxa avaxo>. Quando aquestas perssones non acostumbran a espressáre las sus opiniones, se enténde ca ténen sumissió a fueros. VIII. Es conbeniénte sol·licitáre infformació sobre la identifficació de los rodamentos, a fin de senyalare en cá momento los mémbres de la Junta perceven ca la norma del grupo está canviándo.

VIIII. Las Guíes Prátiques Anaia Lasarsfeld són un apoio inestimábile per-als parroqianos ca díe á díe van plenándo las tendetas de cent i altros cennáculos. Contrebuien a introdüire el <nóm d’ artxivo>.

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X. Dézima i fonamental: A la hóra d’ arrastráre las miniatúras será necesário un análissis non destructíu, aún quando sólo póde resucitár-se alcúúnos de los documéntos feneçidos. La resta desmereixe el tempo invertido i non deverá constáre en los infformes per-als obisbos.44 La lectura d’ aqueste decálogo dispertó pol·lémica entre los assistentes a aquelha prima sessión. Repressentantes del Gremi de Maqilhadors de Páxaros creticavan los assientos, en-diziendo ca la su edition lhevaría a la ruyna áls antíguos gremis, ca següían rexiéndo-se par unas conbenziónes metódicas i detalhadas, axenas al debenir moderno. Fazían incapé en la grabedad d’ una biga vertical ca, des-de la promulcació del Decálogo de Empressas, tostava las plumas de qüalqier dezente abe. [salto de página, folio 6 B] Los fabuleros, en tódas las sus rámas, des-conffiavan també. Havía interesses de dineros en xuego: el preu de la paraffina i del xarave de col estavan-se disparando. I aquesso pareixía com-secuéntia directa de las novas midas Hóvo discussiones més menóres i altras més piores. Josef Knecht fizo notáre ca sí favía ca fazer-se constáre tot en los informes per-als obisbos, aún aquelhos axenos al domínio ténico ó admenistratiu. Aportó antiqua e il·lustratiua duqumentació sobre lo cultiu i tundído estensiu de ninyos i de la su utilidad en la consol·lidació de la ancianitas mendicánte. Hóvo, par fin, un conato de pel·lea amb los ciruxanos batidors de xalea, péro fue severa-ment soffocada par la tropa de Novizios.45 Tóts quedaren en olor de sanctedat.46 Aquesto balió per-a ca los pressentes assistiéran a un belho i emotiu gesto. Morebel, lo dulze assessino, se adelanctó fazia lo estrát de los lexisladórs. Se lo veía ja una póca axat. Lo su portaffolios de taffilete roxo de qüero 269

44 Y hoy en día, tras setecientos veinte años, el Decálogo, casi inmodificado, es usado libremente y con éxito por empresas poderosas de todo el mundo. Descuellan entre estas, por no citar más que unos pocos ejemplos, las del ramo de ambientadores de catafalcos y de los arregladores de cuadros de indios, las cuales logran magníficos dividendos, con una relación calidad-precio inigualable. 45 Los elementos separatistas de entonces. [N. del E.]. 46 Una síntesis de estos sucesos, realizada por Amadeo de Souza Reies, se incluye en esta edición bajo título de “El Linaje de Oriente”, p. 22 (N. del E.)


46 (Reptatum coricanchi) Variedad escrofularia del coriadro, utilizada desde la antigüedad por sus propiedades terapéuticas. Su uso tiene connotaciones rituales. Eunucos de Su Santidad portan fanales de papel. Anochece.

tambén es veíea axat i un tancto en-mofezido, péro segía essiéndo una formidábile pieça de caça. Traíea de la su máno al venerábile Ben Gurión, lo berdúgo. D’ una manéra senzilha, com totz los actos de la su bída, declaró ca las palavras de Knecht lo favían commobído i deseava ca tóts supiéran ca esse venerábile anziano, lo berdúgo piadosso ca tóts coneixían, éra lo su verdadéro padre. Alcúnos prorrunpieren en planto, emozionats par aqueste golpe de gràzia. Lo moméncto favía essido ecsácto i lo acto potser una póca sentimental peró a tóts les lhegó al ánima. Alçaren als dos sanctos varónes i los portaren en ándas par tota Carcassonne, a la vista atenta i vixilánte de los novíssimos ciutadános, buítres i zopil·lotes catól·licos de Domingo, quiénes náda dixeron, peró comprendieren la lectio de la antiqua grei supervivente. Al passáre par lo consultório de la Sibil·la, aquesta dexó de cantáre i se plegó al cortexo nuptial. Los lexisladóres capaçes aún de fazére ús de las sus grabes atrebuziones decretaren la celebrazió d’ una orjía. comtaxiats d’ aqueste nobile impulsso, los sus col·lavoradors se ponieron d’ in-mediato en actio. Començaren faziendo-se de huelgas, tornilhos, cartíl·lagos, banyos d’ assiento, búffalas, sermónes i quanto ensser fosse requerido per-a la celebratio. Lo Re-pressentánte del Gremi de Maquilhadóres de Páxaros com-prometió los sus esforços i los de los companyeros seuos par cosa ca res faltasse pera yantáre i menjar. Los Ciruxanos, de pretas vestedúras, limpiaren i netejaren de polutiones los rezintos de la festa. Los Arreparadors de Quadros d’ Índios tardaren molt en poner-se d’ acordo, peró, a la fí, portaren centenas de girnáldas de flors i thermigroqafios47 traýdos de Flandes. Lo écsito estáva a-seguráu. [salto de línea]

Ergió-se un poste de foguera i las prostitutas començaren á en-xabonar-lo. I és de lamentáre ca tán bón exemplo non sigui imittat en lo pressente par-ca aquelha belhíssima 270

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festa començó preçissa-ment alhí. Se dio ordre de ca totz los perros fossen ammarrats i se les tapasse las sus narizes amb zera fondída, per-a ca non blasfemáran. De enmediato se reçó lo imno composto en fonor á Morebel i Ben Gurión. I tot acavó.

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CARTAS DE PAASC-UHAL ZAID y Ahmad al Emperador Arrancar II

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Carta primera Mui Estimat Pariente, alto Emperator de lo Aire Circumdante, Linage de lo Rei Don Pedrus Noez, Pare de la nostra sobrina Princepessa de Basham, Germano meuo:

En lo nom de lo Déus altíssimo e meserichordiosso. Alavança sea dada á Déus.

Émos arrivat a lo wadi ca ens á vist nascer. Nostros oxos es fizieren tristes, cuaxats de lhácrimas al reconeixére las onades de fina arena onde tánctos díes es fizieren noctes e las noctes díes. E per més ca ens acompanyava lo record de la nostra fraterna amicitade, ens dolía molt lo avandono en ca es fallava sumit lo bressol de els nostros pares, las arenas barrejades e revoltas, sinsa colore. Lo mateixo wadi, tán belo otróra, es falla devidit en múltiples cénaggas, ónde els més monstrossos hiphopontes án arrivat. Buffan horríviles vozes. Per las vespras entáblan bataglias horrissonas av els rhinoceróthammus e av oliphantes. Tótas béstias sinsa grácia, torpes e il·letradas. La fáma de lo wadi, en cánvi á essegit cumdent. Femos vist els ocellos més extranyos e desconegúdos, alcúnos de gránde espessor e de alas llargas. Altros de cogote

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descarnát, ca els diuen Abútres. La essisténtia és vácua e dissoluta, tánto per’a perssones com per’a bésties. Els rimeros, enquanto ens án vist, de tot lo pays án vingut a es’qeixáre, per’ca, deían, la Translatio de els nostros domínios favía fet molt danyo a las arenas de lo desserto. Deían ca lo passo de las nostras Bah’Raq’qas favía deixat un camí fondo per onde els camillios non volían passare. Ca dicto camí éra de espant e inssoléntia e ca des’de aleshores non poderíen passare a la altra part de lo pays e moriríen de fam. Alcunos dellos pude traére’lhos av’mí, pero altres án restat molt enfadats e sinsa consól. Els rimeros ca non qizieren essére portáts en la nostra Translatio, restáren xuncto a lo wadi, medrant las seuas dúvidas, comfussos, encertos e messeráviles. Án’es dissolto en ploros e lamentations, e me án rogat cleméntia e permisso per’a venire al teuo Reyno. Com conneix la teua calmossa concupiscentia e pietat, me é atrebit a conceder’lhes la tal grácia. Vos els favéis coneixit en mi ládo e a mi vera, e vos asseguro ca es tracta de la més nóbile jente de lo meuo poble.

En lo Nom de lo Altíssimo, quan á passat tot un estíu e una estenssa tardor, torno a te’escrevire, alto Germano Meuo. Aqí án succedít las cóssas més admirábiles e las més absurdas e las més dolorossas. Dóle’me molt, péro émos de dexare per’a sempre aquesta parte de lo mon. E, enquanto es feta la decissión, ja non em pessa e émos de ferlo. Émos ensenyat a els ocellos putrívoros ca es deien Abútres unas quantas artes, Son amigábiles e desprenen ú aroma familiar, ca a nossaltres ens recorda a els monjos e ens fa ansiare aventúres. Ú dellos me és molt grato e leal. Li é bateixat Ah’quo. Aqesta manyana á ocurrit lo fet més estranyo e merabiliosso de totas nostras vídas. Enquanto amaneixía, començó a tremolare la arena de las onádes veínas al nostre campament. Batejava e es levava com si de

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ú exército es tractasse. De tótas las fóssas onde, per sígulos, els meuos pares, e els pares dels seuos pares e totz elhos favían enterrat lo fruït de lo seuo pacent trevallo, brotávan aqestos belos pláxios. Començáren a dançare, sonánt las vozes de las més belas cúfas e lletras. Lo esplendor de els senyores rimeros blaus, de els Samsu’ditana Zaid, de els Kara’Indas Zaid e de tóts els antigos senyores plaxiarios de lo Es’Wadi’es’Siyyak, ens cegó. Giravan las lletras av gran escáncio e començáron a es’enflamar. Els adefessios putrívoros graçnaven e els oliphantes pissavan a otras bésties minores en su lóca desvandada. Desfilaron ante els nost... [res o] ...xos incrédules tóts els nostres ancestres. Es tractava de un portentósso Incendi Ancestral, un ‘Ãqar Quf nu Sidhratarãmmi. Envocamos lo Sancto Nóm de lo Padre Meserichordiosso tot lo tempo, contemplánt lo fine de els mestérios de la nostra raça, entanto cúffas e lletras de perffectos contornos fluctuavan en zinctas e eran portádos per lo ayre voraz. Ja non ho émos de meditare més, estimát Cunyado. Dexarém aqeste wadi en dúas llunas més. Ahmad, Susa, Sippar e lo mateixo Bayanna dessitjan oblidare la seua essisténcia anterior, lo Ata Safri e unir’es a las valentes mesnádas de lo fillo de Don Pedrus Noez.

Enbío’te una tarxa ca á essit guarnida e bordada av filos de anyil de aqestas terras rimeras e av oro ca me á offrendat per’a ti lo umilde servidor teuo, lo princep Wassukani. Quan desplegues aqesta tarxa, lo alto firmamento de la teua Casa será reflexat en elha, e te será la fiel companya de aqestos els teuos servidors ca te professan la més fraternal estima. Despléga’la pois frente a els teuos exércitos quan te falláréis a campo oberto. Aquesta tarxa te la fago lhegare av lo fiel Bayanna, de coraçón deixidit. Aguardo ca aqestas paraules et conforten. La pau e la Grácia de Qién Sempre Vela sigi av’tu, amic meuo, fasta lo mi retorno. E ca la beneïtió de Déus e la Seua pau

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caigan sobre els ca creien en Él, en lo Seu livro revelat e en lo Seu Proffeta.

Paasc’ Uhal Zaid

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Carta segunda Mui Estimat Pariente, alto Linage de Reies baxo els Cielos Silentes, Pare de la nostra sobrina, a la saçón Reina de Basham, Germano meuo.

En lo nom de lo Déus altíssimo e meserichordiosso. Alavança sea dada á Déus. Una última carta t’ enbío avans d’avandonare lo Es Wadi’es Siyyak. Mutxas cossas dexa lo mi coraçón en Ata Safri. Al sortire per la porta de Basham derigí els mis oxos cap atrás. ¿Ens tornarém a veure? Ca Déus es apiade de nossotros. Ahmad, ca me acompanyava, apojó la seua mano en lo mi ombro, av la indención de en’fundirme ánimo. E com ja em propussiera avans de ponere’ens en camino, per’a aliviar la mi tristessa me propusso ca nos acercárem a Taha Baqir, a poca distánctia, un lloc sembrat de legendas. Així lo fizirem. Xuncto a la avigarrada aldea es leva una torre de adoves en ruynas. Ahmad em dixo ca els xuevos aseguren tractáre’se de la famossa torre de Babil, pero jo no ho creo pas, pois Babil está sinsa duvida mutxo més al Sud. Amés no és aqesta la única torre arruynada e mesteriossa de lo Es Wadi’es Siyyak. Pero Déus és grande e Él savrá la causa de la seua existéncia. Ahmad e jo tornarem grupas e galopárem cap lo Nordoest per’a unir’ens a la nostra caravana ca favía partit de Ata Safri un poc avans ca nossotros. Proncto consegírem alcançar-la. Ancara no sé la

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rassón, péro lo recordo de la torre mesteriossa de Taha Baqir em sigui acompanyant. Marxo cap lo Xorasán e, després, cap al País de la Mare, e és extranyo ca aqeste últim recordo de lo Es Wadi’es Siyyak, aqessa torre inqietánte, no me avandona. Ca la pau sigi av-tu, amico meuo, fasta lo meuo retorno. E ca la benëició de Déus e la Seua pau caigan sobre els ca creien en Élh, en lo Seu livro revelat e en lo Seu profeta.

Paasc’ Uhal Zaid

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Carta tercera Germano Rei:

Lo Déus Altíssimo em va inspiráre av lo su álito beneïto. Agora vago lhuny de la meua terra e també lhuny de la esplendença de la tu companha. Digueu’me com us trobeu. Cóm es falha la meua neboda, la Ninha bén aymada, fructo dels nostres linahes. Ca Alah es apiade de vossaltres per sempre.

A nossaltres la melancholía ens te molt malalts, pois anem daqih per alhah. Mes la raó és alta e iusta. Lo Reyno de Pau de lo Basham é tingut av re’beréntia per molta hente e en’tre molts Reynos. Molta jent fa sortit al nostre pas e va donáre’ens las seuas préçes, e festéxos e omenáges. Els senyores ca fem vissitat a Istanbúl van donáre’m molts ricos pressents, e els escrávos per’a portáre’elhs pels camíns. Jalloun ibn Hasmin diu ca vos fa vist quan vossaltres passáren prop de la ciutat d’Istanbúl, fa anys, e ca vossaltres seu jent pléna de poder e de dignitat, e ca vos dessitjan la Pau, e ca són amics de lo nostre Reyno. Cosses molt notáviles són las ca estic reculhint pels camíns. Molta és la saviessa ca vaig trobáre a aqestos papirs, molta saviessa de lo passat tenen aqestos papirs, e molt concérto e Artis. Ténen dibuxos de boscos e muntanyas e Sánctos, e moltas

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paraules a llenguas estrányas. Péro non sóc capaç ara de els’lhiure, per’ca lo termi de aqeste viatje em portará a la teua véra, e será la concórdia e la entel·legentia e lo Reyno te trivutará las seuas preçes. Lo Déus Altíssimo et agrácie a tu e a la teua espossa Taniqetil e a la nostra Reyna Margot.

281


Carta cuarta Germano Rei:

Em diuen els teuos missatgers ca ú jove ca fóra els teuos oxos otróra és qi agora retxaza als teuos emissaris a la Pátria ca dexates tánctos anyos darrera. In’iustes són les circunstáncies ca em referis. In’iusto agravio pessa, sinsa dúvida, sovre lo teuo linage, pois é savido ca lo tal faboreixit teuo governa ara la teua Casa, e es va apoderáre sinsa escrúpulos de la teua feretat. Aqestos agravis pessan sovre lo meuo cap e en’dins del meuo cor. Péro, ú hómen ca va portáre les armes av valentía com tú, e agora va essére inspirat pe’l Altíssim a les lides de la Pau e la Concórdie, sap esforçáre a lo máxim la Virtúde, e permaneixe a elha. Tanbé em diues, germano, ca voldríes ca jo viatjasse a aqelhs confins, e m’inçites a elho av veeméntia. Haig de reconeixére ca, agora ca vaig deixáre lo Wadi per sempre, ting un fort dessig de veure Mon. Tota terra es nova per’a mi, e són moltes els regnes e senyoríes ca deven ouvíre la vera paraula de Pau ca tenim per’a portáre’lhes. E, malgrat ca les meuas anssies de veure e coneixére pueplos e nations de’cauen triste’ment cap el Ponent, com declina cap alhí lo foc ca in’flama lo Sol, només em in’flama la Virtúde ca emana de la teua perssona, a’graciat pe’l Ádo Diví. Tú coneixites la terra ca formó la meua cuna, la

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dolce cuna de la meua germana, de lo meuo pare e de la meua mare, e dels seuos pares e mares. És iusto ca agora coneixa jo aqelha ca et va veure neixçére e et va nutríre a ti e als de la teua Estirpe. Ansí fa d’essere. Haig de marxáre sól, ou qiçá av la companha de lo valerosso e nóvile princep Ahmad Wassunchani. Ningú fílo fem de portáre. En-vocarém a Alah. Qiçá la Seua Cavalheríe Anjélica ens gíe e deffenda. Per’a aqesta empressa fem de precissáre sabére tot el ca sigi necesári, lo nom e senyas de la teua terra e parages, ónde es troba e com arribáre a elha. Tanbé lo nom e senyas d’aqelh falssari ca ussurpa els teuos dominis, ja ni només á lo teuo nom. Aqelh hómen fa essido avandonat de tota grácia e necessita recordáre. La nostra raça e la nostra Fe coneixen molt bóns camís per’a recuperáre la Virtúde. E non cexaré fins a la seua redenció. Em diuen els missatgers teuos, cossa molt dolorossa, ca lo meuo estimat abútre Ah’quo ho fan danyat jentes in’operantes e torpes. Con·neix una mena de sanáre’lho, mes non a aqelhs brútos, ca Alah elhs agrie la sang preta ca portan a les seuas vísçeras. Si tu ho facis d’aqesta guissa pot essére ca es salvi. Només és necessári observáre a la volátil béstia en tot ho ca fa. Si lo abútre camina per partes lhanes e lisses, tot arrastránt la ala, e enclinánt la seua peláda e contumaç testa, es tracta, sinsa lhoc a dúvides d’úna fèvre vultúrida, caussade per beure directa’ment de lo pico. Fas de notáre, alesores, ca, quan es entumeçe per las tardas, gusta de dormíre en’tre pastúres altes e seqes. Alesores, si la dolça ninya Margot con’sent, pideu’lhe ca corte av las seuas manitas pastúra suffiçent e, av aiude de las seuas aias, texa una manta d’Harpa, affin d’en’bolbére a la póbre béstia al·lada. D’aqesta guissa fas de mandáre’em’lha en’bolta, ca ja part de la importante cúra estará feta. Casso distincto será si Ah’quo cerra la seua cola, ex’tende una ou altra ala e brinca per las aigúdes rocas ca de lo Basham porten a las

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terras fredas. Ailhó només póde en’dicáre ú morbo traigút de lo aïre per mals espérits. Si aqesto aconteixésse, només podem salváre’lho re’tornánt’lho als aïres. Péro, com la abe es trova devil·litáda pel soffriment ca li en’ffringe la lluyta dels mals espérits a lo seuo enterior hi haurá ca ajudáre’lha. En’tre vários monjos fan d’asugetáre’lha e, una si, una non, li arrancarán las seuas plomas. Ansí, ho mergulharán a una cúva av licor pegosso de ginevra groga e almiçcle txancát de camilhio. Alesores, tot deixánt una mica ca reposse d’aqestas fatigas, canviareu las plomas ca ja non són als seuos lhocs per fulhas d’enevro, ca es clabarán a la carne als mateixos lhocs e als mateixos forats on avans éren las plomas. Aqeste prodixiosso animal ca parla a set lhéngüatjes sanará, si anssí ho vol Alah, quan ho lançéu des’de ú rísco per els aïres. Qiçá ja non dessitje fer aqeste viatje, per’ca la seua moral foi comída per demónis in’qiets, mes si fa sanat ho vereu tornáre pels céls cap a mim. Simbolitçe aqesta curació lo re’ncontro tán anssiat en’tre nossaltres. Ca Déus TotPoderós véle per tu e per tu Linatge.

Lo teu germáno e amic Zaid.

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Carta quinta En’convrat Senyor Arrancr, Cap e Cor de Empério Cercumdant, Gloria de las Armes, Ahmin’n’Jab’iym: En nom d¬l Altìssim, ca per totz gvarde, escrive a vos lo prinzep Ajmat Uassuchany, av pleïtesía e respecte. E ho faz per contáre e narráre tot ho ca aconteixía e va aconteixére av lo mi amo , lo reverént e piadossísim Senyor Saad, ca alto Princep és elh e marxa en lo tu nom per terras crestianes tot antecipánt lo Aveniment de lo Regne piadosso e sepúlgit de la Regina Margott. Manda lo Senyor Saad ca et digui su in’condicionáda e al·labatória e xenuflecta fraternitat a tu e ca et narre lo periplo ca vam esseguit fins aqí, lo regne de Çerdegna. Très vegades fán passát lo Solstitçi e lo Eqvinoxi des¬la vltima misiva ca rexibites d¬elh. E aqví va la nómina d¬ls lhocs do nostro ditiranvo. D¬l Wadi, com vos supites, anárem cap a Istanbvl, ón lo Senyor Halhún¬bn¬Hazmin traxo gránde gaçaxo e primor al in’contro ab lo Califfa Saad, tot pleno de osseqvis e lissonxas. Sis llunes després ens va deixáre partíre, e passarem ab els pressents e ab camilhios fortes errátics pals terras ca diuen Aydn, Izmn, Manissa, Akhissar, Balichessir, Kalakabbei, Bandirma y Tekirdar. Per tot arreu trobárem óspitalitat. Lógo in¬barcárem cap a

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Bóreas, tot svrcánt lo Marmara Denizi. Més enlhá tot foi distíncto, pois a Ke§an, Komotênê, Kalisti e Kabbala viuen seres infra’omannos, ca es alimentan de la sang d¬las vérgines Prudents e L·locas, ca als degolhen ab fulhas de arjentus e possen a lo su collo marmites ab menxunxes espantossos, dels ca sorten mans de porcs senglars, testícvls de ratolí e txancros ardents. La morçilha ca ressulta, la barrejan tota en fred, e qvan fa díes freds, e lo vent avlha, es re¬vnen e parlan txátxaras orríveles, e corten les morçilhies e es¬ls mandvqen. Només a Thessalòniqé trovarem alcúna pav, mes non podírem essére rexibíts, per la cavssa d’una peste corta ca assoláve el lhoc. Per aixó anárem a Géfyra Alváne, popvlació petita, ón es benéra una imatge do PànpánVînoBïno, ab lvngas barbas e vafométics riços parlants. Dalhí a Flörina. Dalhí cap a Körçe, ón las dónas són osseqviosses e lúbriqves. Dalhí a Tyránë, d’ón surtírem proncto, per¬ca alhí éren osseqviosses e lúbriqs els ómens. A Durrës ens van rexivíre els mariners do Mare d’Otranto, d’una mudeç dolenta, pal·lids e dis¬encaxats com la Mort. Passárem per regnes crestiáns, per Bare, Rindissi, Otranto, Levka, Crotone. Per terra avançárem fins a la Ínsvla d’Stronvol·li, prop de la antiqva Palermio, civtat de molts milhars d’ánimas, hents indvstriosses e servizials. Lo Mare Terrenio foi lo vltim em¬pediment per arriváre aqví a la Ínsvla de Çerdegna, ón es trovem, tot repossant de táncto traxín. Lo mi Senyor Saad anssí ho manda e jo, ab prolixa pvntilhositat cvmplo ab lo devére de informáre¬vos de los viatjes ca várem fet en lo tu nom avgvst. Ca lo Altíssim et tingvi en grácia sempre.

Lo úmílde serbidor, in¬iustament dit Princep Uassuchany

286


Carta sexta Senyor Avgvst, Nieto, Filh, Pare e Avi de Reies Dn Arrancar lo segon, Ahmin’n’Jab’iym: Ca Alah vos festexe e re¬corde avuy e sempre.

Fa ú any ca va tornáre a Nos lo avútre AJc¨vo, mes es fa perdut p¬l camí lo tu missatge, cossa la qval en-tristeixió més e més a lo mi novile Senyor Saad, ca moltes padeiximent fa patit des¬de fa massa temps. Ara sóm a Lezignan, ou a Mirepoix, Lymoux e Maçanet, totz lhocs ón ens conéixen ab els noms més vergonyossos e infamants. E aylhó es deu a lo tu otróra béAïmat lhoctinent, lo cabdilhio Capiruxet, senyor de Carcaçón per la força de la sang. Elh ens va reixivíre qvatre vegades. A una delhas ens va ouvíre. Després ens va aFerroháre e restárem dotçe díes a les maçmorres ca va fer constrüíre. Lógo ens va fer portáre cap a Bèziers, ón ens a¬lhivertó. La segvnda vegade ens va fer prendére per els sus esvirrios, ca ens portáren a la su odiossa preséntia. De res valéren els sobtils arguments de Saad, e de res lo porte nóvile e savi delh. Lo tu nom, prvdentíssim Senyor Arrancar, li feïa grvnýre e hemíre com ú lhop fvriós. Ens va fer en¬grilhetáre e portáre a ú carro de fusta espinossa. D’aqvesta gvissa tota Carcaçón e Montepelhiér e Mirepoix ens va fer escarni e bvrla crvel. Malgrat aixó, e qvan ja la

287


salut torna a las nostres ánimes devil·litádes, haig de dírevos ca lo mi Senyor, lo pío Saad, té els sus adeptes, ca li fonrren e li sigvin ab respecte. A totz elhs Saad parla de lo Regne sinsa Mácvla de Margott la Savia, ca regna ab ma bomtadossa e ánimo eqval. Lo Senyor Saad inparte acvçiossa e pertinente ensenyança e cvra las ánimes ab la aiuda d’Alah. Qiçá proncto hem de podére anáre cap a Carcaçón, e lo Mariscal tirano ca alhí manda ja non mande táncto. Per ara em ordena Saad ca vos digui aqvestas estranyas e dolorossas novas e et en¬bíe paravles de fraternitat e esperánça. Lo sob¬alterno Princep Uassuchany et dessitja salut e saviessa. Ca Alah es apiade de vos.

288


Indice Onomástico Academia de Ciencias de Ingolstadt Aguas de Panticosa Academia de Ciencias de Lausanne Al- Andalus Al-Manzur Alanos Alarico Alberico Alberico de Yaicco Alcarria Alto Aragón Alzapuén Análisis quirúrgico o tectónico Andorra Aragón Arrancar I Arrancar II

15, 76 18

15, 16, 76

187, 210 26 23 23 26 16 23 23 26 14 12

12, 23, 191

27, 28, 68

27, 28, 30, 39, 75, 80, 81, 91, 93, 94,

95, 96, 98, 99, 101, 106, 112, 113, 116,

122, 123, 146, 149, 154, 166, 168, 170,

172, 176, 178, 182, 234, 250

Asamblea de Trípoli sabios sûfíes Asclepios Asdingos Assurnispal Barón de Sinisterria Birba, Klaus Gallet; “Das Jaune Generation” Bizcahinos Bonifacio IV Burgundios Cabezo de Azaila

39, 40, 41, 50, 70, 72

38, 72, 74 14 23 12 25

19, 20, 22, 39, 73, 77, 79, 85

8, 22, 23, 24, 68, 76, 92 24

23, 25

26, 106, 164, 170

289


Caldeos Canonibmopla Caperuchet, Mariscal August

20

7, 22, 24, 25, 213

7, 93, 95, 184, 188, 212, 214,

Arbutus Carapachay Carta de Jiloca Cataluña Chipre Ciencia histriónica Cuantos discretos Ciencia quirúrgica Cirugía amateur Cirujanos Negros Clitorio Gaspio Colón, Cristóbal Condición femenina Cornelio Gayumbo Corrientes paleomargológicas Cuestión Margot Derecho procesal bizcahino Dhaggar al-Ayyidt Die Fortschritte der Marmorierkunst Djebel-al-Tarik Donde

216, 220

23, 188, 228 12 24

12, 196

28, 35, 50, 94

11, 16, 18, 20, 28, 86

119, 158, 187, 195 14, 16, 72 16, 72

29, 32, 46, 48, 72, 80, 184

187, 188, 191, 202 25

15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22 23

14, 19

10, 11, 18, 20, 32, 78 24

9, 13, 29, 73, 79 11

187

12, 18, 24, 25, 40, 46, 50, 57,

58, 69, 74, 78, 81, 88, 94,

108, 184, 186, 188, 195, 196,

197, 198, 199, 200, 202, 204,

206, 210, 212, 215, 217, 228,

231, 239

Dónde Edafología

134, 228

18, 19, 21, 22, 56, 57, 58, 59,

64, 68, 76, 80, 81, 84, 85

Encantes Engilberga Engrosio Palmo

24/2=12 25

23, 24

290


Ermengardo I Ermessenda Errengorguo Es-Wadi-Es-Siyyak Escuela de Leipzig Esteban Manzur Estrabismo Extorsiones aplicadas Condensación de vapores histriónicos Mecenas Fábrica de Talismanes de Carcassonne Fangios Farnaca I Farnaca III Fayyiz Manzur Felamoraciones I Escenario de Praga Felamoraciones II Disgresiones analíticas Filogamía de la conceptuación Flavio Arbutus Fonda de los Leones Forcacho Palmo François d’Andarivel Freires Fuegos fatuos Fuentes escritas Fuentón de Rosatto Freire-cronista anónimo Guidemon de Laglais Tawaant-ibn-Souyyuth Fuerte desembolso Galaquia Galemania Galimpsesto Genealogía de los linajes de Oriente 291

7, 24, 25

20, 230, 234, 240, 242 26

12, 121, 253 22, 76

24, 26, 27 66

24, 69, 71 20

11, 100 25, 239 25 24 25 25 33, 199 35, 203, 206

15, 16, 17, 30, 73 23

11, 28, 94, 146, 244 24

14, 76

19, 28, 32, 84, 93, 108 37

33, 54, 77, 78, 98, 112 10, 93

fuera de catálogo

19, 20, 33, 38, 41, 225, 226,

240, 242 28

12, 25, 66 19

26, 68, 98, 127, 183 22, 41, 86


Margólogos occidentales Geografía aproximativa Geografía empírica Geógrafos Golpeadores de xalea Gorg Gregorio II Guerras sucesorias entre latinantes, islámicos y francones Guidemon de Laglais Helmut Honneker Hiato insalvable Extorsiones aplicadas Horizonte de sucesos I Escrúpulos y vindicaciones de Julian Luttrel Modernos servicios fúnebres Horizonte de sucesos II Geografía aproximativa Horizonte de sucesos III Padres putativos Ignacio de Larrañaga Ildefonso II Ildefonso III Imperio Bizcahino Alfonso el Gamo Imperio del Aire Circundante Instituto de Estudios Ornitológicos Interpretación ordovícica de los Magnos Hechos Jerusalem Josef Harfer Kamalön La Reina Sarracena

55

17, 58

15, 17, 59

11, 15, 17, 81, 85

20, 228, 229, 233, 247 25

7, 8, 22, 24, 93 25

2#/[q *¬2x]+ 2

+[(3#*7,44534..)*1023

22, 76, 78, 80, 83, 93 28

111, 211, 311

37

16, 76 45, 200 56 11 24 24 26

8, 22, 26, 27, 76, 103, 105,

108, 112, 134, 145 32, 36

12, 15, 28, 75, 80, 85, 122,

226 11

28, 146, 148, 154 17, 20

292


La cautividad de la gran col Languedoc Lädenn

45, 35, 23, 12 10

9, 67, 80, 82, 83, 84, 86, 87,

88

Lille Linaje melusino Lógica Parmesana Longevidad Longitudes de Ptolomeo Madinat-al-Zahra Maestrazgo Mafalda en Orthanc Malta Margarita de Valois Margología Margólogos orientales Margot

12, 25, 225 44, 47 22 27 29

187 42

12, 16 34, 36 16

14, 17, 18, 31, 58, 71, 77 66

8, 9, 10, 11, 14, 15, 16, 18,

19, 20, 21, 27, 28, 29, 33, 34,

35, 37, 38, 40, 42, 50, 55, 66,

74, 78, 79, 85, 95, 97, 98,

151155, 158, 160, 162, 164,

165, 166, 176, 177, 179, 180,

181, 182, 184, 226, 230, 239,

Mélgica Merovingios Milos Tilacosmiº Monarquías del Occidente cristiano Monarquías del Oriente próximo Moracos Narbona Naturaleza especuniativa Navarra Negrigodos Nicolás I Noción de sarracenismo 293

258 33 45

19, 45, 46, 50, 76, 85 56 57 43

32, 45, 58

2, 3, 4, 7 23 41 54 22


Nuemois Obituaire d’Hiver Ofrendas Cubos de tálamo Frutos de piel verde Lenguas de asencio y de oxidonte Pucherillos de oro para ojos de primavera u otoño Paasc- Uhal Zaid

34

16, 76 187

187

187 187

20, 28, 41, 56, 70, 120, 122,

124, 126, 127, 128, 146, 171,

177, 226, 229, 230, 231, 232,

233, 234, 239, 240, 250, 253,

256

Palestra Palimorpho Pan de Viena Papa Constantino Partenogénesis de Margot Pasos pirenaicos Pedro Nuez Pelagio Peñarroya de Tastavins Petrus Golobardes Pirineos Aguas de Panticosa Pis

fuera de stock

26, 27, 98, 182 112 26

26, 34, 42

167

26, 28, 64, 94, 98, 106 25

23, 105, 107 24

27, 43, 132, 137 secas

17, 23, 41, 50, 59, 60, 69, 82,

100, 141, 144, 189, 190, 194,

Plagio de los derechos peninsulares Plaza del Peso de la Paja Prisión imperial de Malta Prístino Clavegueram Prístino Gayumbo Problemas teóticos Próspera Caduca Provençe 294

196, 222, 232, 233, 235, 252 30

29, 31

28 27 28

19, 24, 55 25 16


Relaciones con los árabes Respuesta al fallo papal Rey de Baraja Rosellón San Giminiano San Paccio, Patriarca de Urrunaga Sasánidas Silla Gestatoria Sínfinsis histórica Siniskalk de RudolphsKöning Suevos Tamin Al-Adnani Taniquetil Teodosio Testimonios ornitológicos Horizonte de sucesos I Tintas ferroácidas Todo reparo como insuficiente Horizonte de sucesos II Triunvirato secreto Tufos Universidad Politécnica de Boekwijt, Utrecht Virreinato Visigodos Yolanda Zamenhoff, Random; El principio del jugo drástico Zoilo

295

37, 46

8, 22 31 16 36 23 24

24, 25

18, 19 62 22 25

28, 29, 123, 128, 256 13 56 1

44, 45

15, 24, 35, 36, 53, 200 58 67 23 12, 17, 18, 65, 67 35 24 17 18

game over


296


INDICE GENERAL

Prólogo ; por el Dr. Jaume Vigill Nota preliminar

7 9

Definición del concepto ; por Colombo Adolfres

14

Los Cirujanos Negros ; por Dhaggar Al-Ayyidt

29

El Linaje de Oriente ; por Amadeo de Souza Reies La Montaña y la Caverna ; por Reuben Ganev El Mundo de la Margología

Últimos hallazgos

Antología documental

Gesta d’Arrancar II lo Gran en Reynos e Paysses de lo cruel Lhevant ; de autor anónimo

Antifona Adventualis Claror Tartarii Fonda Leonii Plasmatorium Ibarqüe Sua Maris Margot Regina Bashamis

Crónica de muy extraños sucesos vistos en tierras infieles ; por Tawaant-Ibn-Souyouth

297

22 57 71 82 89 91

97 120 146 152 164 185


Marginalia, Escritos sobre la caida de los pastos de frontera en Carcassonne y en Oriente Próximo ; por Guidemon de Laglais Cartas de Paasc-Uhal Zaid y Ahmad al Emperador Arrancar II

Índice Onomástico Índice General

227 253 269 277

Ilustraciones

279

298


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