Revista de la Archicofradía del Apóstol Santiago
Número 61
DON JAVIER NAVARRO (1937-2019), BENDICIÓN EN EL CAMINO Jesús Tanco Lerga
M
e pide don Segundo Pérez que ponga unas líneas con motivo del fallecimiento el día 13 de abril del canónigo emérito de Roncesvalles, don Javier Navarro. El pasado 7 de marzo había cumplido los 83 años y al felicitarle, me insinuó: “a ver cuándo te vienes un rato”. Nada podía presagiar una muerte súbita, mientras el descanso nocturno que le sobrevino el viernes día 13 de abril. Lo hago con mucho gusto no solo por ser de justicia el reconocimiento de su labor como impulsor de la peregrinación, sino también porque creo que evocar su figura puede en estos momentos ayudarnos a conocer lo esencial de esta peregrinación, verdadero milagro palpable en nuestros días. Su figura está íntimamente asociada a la Colegiata de santa María de Roncesvalles, hito del camino, donde pernoctan cada año 50.000 peregrinos con destino a la Tumba Apostólica. Don Javier Navarro, nacido en una familia de hondas raíces cristianas, era un pamplonés ejerciente, que gustaba participar en cuantas manifestaciones de religiosidad popular le eran compatibles con su ministerio de Canónigo de Roncesvalles, y atención pastoral en parroquias diseminadas por el Pirineo. Sobrino de don Luis Navarro, canónigo de la sede pamplonesa y alma de la Acción Católica regional y sobre todo, fundador de la peña pamplonesa Oberena, fue don Javier un seminarista muy querido por sus compañeros en el Seminario Conciliar de Pamplona, uno de los más fructífero en vocaciones de toda la Cristiandad en las seis décadas primeras del siglo XX. Ordenado sacerdote el 24 de junio de 1962, y tras un rodaje parroquial en pueblos que ganó con el corazón, fue nombrado canónigo de Roncesvalles en 1968 y estuvo en su cabildo hasta el 9 de septiembre de 2011. Un día antes, al celebrar la fiesta mariana, la tristeza en peregrinos y devotos de la Virgen, se hizo palpable, por razones de salud, debía dejar el santuario mariano y jacobeo para trasladarse a Pamplona, donde podía recibir atenciones médicas más adecuadas a sus dolencias cardiacas. En noviembre de 2011, organizamos un homenaje
un poco a sus espaldas, que contó con la presencia de una rondalla ejemplar dirigida por Ángel Inda, y con la presencia del alcalde de Pamplona y peregrino jacobeo, Enrique Maya que glosó la figura de don Javier y su papel de impulso del Camino. Su sencillez compulsiva hizo que se sintiera incómodo en el acto, pero al mismo tiempo emocionado por el cariño que los asistentes le demostraron. Después de 2011, sin perder el contacto con Roncesvalles, participó en muchas actividades que le fueron solicitadas por los Amigos del Camino, y también aportó su colaboración en la parroquia de San Agustín de Pamplona, además de ayudar en el servicio religioso del asilo tan pamplonés y competente, de las Hermanitas de los Pobres en la capital navarra. Ahí ayudó a don Santiago Cañardo, que se encarga de los servicios religiosos, con la ayuda de otros sacerdotes acogidos en el centro como don Luis Muruzábal. Murió, sin dar guerra alguna, y fue enterrado el domingo de Ramos en el cementerio de San José de pamplona, en el panteón familiar rodeado de su familia adoraba. La figura de don Javier Navarro en el camino de Santiago es muy importante. Colaborador directo de don Elías Valiña en el impulso del trazado del Camino, de la dotación de infraestructuras necesarias, de la animación espiritual; recuerdo anécdotas muy simpáticas pero al mismo tiempo muy fuertes, como la visita que me hicieron don Elías, don Javier y Andrés Muñoz, en enero de 1982 a mi despacho de la Diputación Foral de Navarra, en enero de 1982, echando en cara de lo poco que se hacía en Navarra por el Camino. Después del año santo de 1965, el impulso del cardenal Quiroga Palacios y del ministro Fraga Iribarne, con la catedral compostelana, había que seguir trabajando por la empresa peregrina, cuya presencia en España, a nivel asociativo estaba representada desde 1962, por los Amigos del Camino de Santiago, primera de su género en España, que en Estella nació por un puñado de idealistas como don Jesús Arraiza, otro sacerdote benemérito en el Camino, y Francisco Beruete con su equipo, siguiendo 59