Un Arbol de Angeles

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6. Oración y adoración. 7. Aspiración a unirse con el santo Ángel de la Guarda. 8. Despedida. 9. Salida por el corazón.

10. Cruz cabalística.

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'•-¿i* Los ángeles del Grial (Detalle de “The Knight o f the Holy Grail”, 1912, Frederick Judd Waugh (1861-1914)

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Como práctica preliminar, durante dos semanas el mago deberá aprender a proyectar su conciencia fuera de él. En realidad no tiene que aprender, ya lo hace de una manera automática, pero se requiere que lo realice concientemente. Lo que debe hacer es elegir un objeto en la habitación en que se encuentre, puede ser un vaso, un plato o una silla, esto en realidad no es importante. Deberá observar detallada­ mente el objeto visualizando un rayo de luz intensa que sale de sus ojos para unirse con dicho objeto, tomará nota de sus formas y dimensio­ nes, color y textura. Toda su atención debe estar enfocada en dicho objeto, la concentración es lo más importante en esta práctica, la con­ ciencia debe estar en y con el objeto. En ocasiones surge un impulso emocional hacia el objeto de observación, el cual no debe ser alentado ni proyectado ya que nuestra intención no es cargar energéticamente dicho objeto. Recomiendo utilizar sólo objetos inanimados en un prin­ cipio. La práctica se puede realizar posteriormente en el exterior con árboles y plantas u otras cosas. Después de estas dos semanas, en las que te deberás dedicar a este ejercicio por lo menos quince minutos diarios, podrás iniciar la construcción de la capilla del Grial. A estas alturas ya deberás dominar la Cruz cabalística y el Pilar del Medio, como se mostró en el capítulo I. Después de realizar ambos ejercicios toma asiento y procura relajarte profundamente usando una respiración cómoda y rítmica. Te visualizarás flotando en la inmensi­ dad del espacio exterior, todo lo que te rodea es oscuridad, flotas en las tibias aguas cósmicas, te sientes seguro y tranquilo. Un calor agrada­ ble te rodea, como si estuvieras en el vientre de la Madre primordial. En este punto iniciarás la proyección a las direcciones del espacio: concéntrate en el centro de tu corazón, siéntelo pulsar con vitalidad radiando una luz intensa. Una vez centrado en tu corazón, visualiza un rayo de luz amarilla que surge de él hacia arriba, pasando por tu cuello y cabeza para proyectarse hacia el infinito. Une tu conciencia a este rayo que proyectas y síguela por un momento. Vuelve tu atención de nuevo al centro de tu corazón y ahora proyecta un rayo azul hacia aba­ jo, atravesando tus genitales y saliendo por tus pies hacia el infinito; síguelo por un momento en su viaje al exterior y retoma al centro de tu corazón. Toma el tiempo necesario para cada proyección de luz, el ejercicio debe realizarse sin apresuramiento. Para continuar proyecta otro rayo desde tu corazón, en esta ocasión de color morado, hacia adelante; síguelo con tu conciencia mientras va al exterior por un mo-


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