Edición 364 10 años

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SANTA ROSA | Casos Policiales

Octubre de 2012 12

por Ulises Borderil

EL CRIMEN DE HUMBERTO ACEVEDO

o cuando la parca se empecina en terminar su trabajo Por más que no quiso, Humberto Acevedo tenía que morirse el 7 de enero de 2007, y es por esa contundencia con que se le mostró el destino, que hemos elegido recordar su historia y las condiciones que desencadenaron su crimen, ocurrido en La Dormida, en medio de una noche de lluvia larga.

E

l asunto que terminó con la muerte de Humberto Acevedo, un hombre de 86 años que pese a su edad, se mantenía fuerte y vital, comenzó a tomar forma en los primeros días de ese 2007, cuando Mirta Franco Salinas se escapó del hospital psiquiátrico El Sauce. La robusta mujer, de 48 años, sufría graves trastornos esquizofrénicos, pero ese día decidió que ya llevaba demasiado tiempo internada, que no necesitaba seguir en tratamiento y que era hora de volver a su casa, en el pueblo de Santa Rosa.

Discusión marital

Tres días después de aquella fuga, Mirta discutió en el dormitorio matrimonial con su marido, don Humberto Acevedo, y decidió terminar el asunto clavándole siete puñaladas, una de ellas en el hígado. Después de eso, la mujer se sentó en la puerta de su casa a esperar la llegada de los policías que la detendrían y su marido murió un rato después en el hospital Perrupato, aunque no solo a causa de las puñaladas que recibió.

Pero volvamos a esa noche y a la discusión que está teniendo el matrimonio en el dormitorio. Afuera, llueve como hace tiempo no lo hacía en La Dormida. “Mi papá tenía el carácter fuerte y aunque nunca vi que le pegara, las discusiones con mi mamá eran de muchos gritos”, contó luego de la desgracia, Romina, la hija adolescente del matrimonio.

De los gritos a los insultos

La discusión fue subiendo de tono y de los gritos pasaron a los insultos; él co-

menzó a tratarla de dejada, de prostituta y de loca, y a cada momento le ordenaba que se fuera de la casa y que si no lo hacía la internaría de nuevo. Ella comenzó a juntar bronca y cegarse. Dos años después y durante el juicio por homicidio contra Mirta Franco Salinas, su abogada intentó justificarla y durante sus alegatos aseguró que “los insultos y la amenaza constante de echarla a la calle sin un lugar donde ir, hicieron que los problemas psicológicos de Mirta y su agresividad afloraran y es por eso que tomó el cuchillo”. La aboga-

Llamada bajo la lluvia Bajo la lluvia, Romina cruzó la calle y llamó a la Policía por celular, después se escondió entre unos yuyos. Cuando llegaron los uniformados se encontraron con Humberto apuñalado y tirado en la habitación, y a Mirta dando vueltas por el comedor. “Como la ambulancia no llegaba y el hombre todavía respiraba, con mis dos compañeros decidimos cargarlo en una frazada para llevarlo hasta el móvil”, explicaría luego el cabo González y así lo hicieron. Pero como ya dijimos al comienzo, el destino tenía escrito que esa noche Acevedo debía morir y si las puñaladas que le dio su esposa no alcanzaban, la parca tendría que hacer algo más y lo hizo.

Todos al agua

da pidió entonces que se la condenara por violenta y no por homicidio agravado, pero no tuvo suerte y la asesina recibió 12 años de cárcel. Por última vez, volvamos a la noche del crimen. “No me quiero ensuciar las manos con vos, pero me estás obligando”, le soltó Mirta a su pareja con el cuchillo en la mano. Romina, la hija del matrimonio, trató de detener a su madre, pero no pudo y entonces salió de la casa, mientras escuchaba a su padre: “Mirta, no hagás cagadas porque te van a encerrar en El Sauce”.

Entonces, ocurrió lo que nadie imaginó aquella noche y, mientras que el grupo cruzaba sobre un pequeño puente de madera cargando a Acevedo en una frazada, la estructura cedió bajo semejante peso y tanto los tres policías como el herido fueron a dar a un canal de riego que corría caudaloso.

Sacar a Humberto del agua llevó más de media hora y recién pudieron hacerlo a un kilómetro de donde habían caído. “Estaba oscuro y era muy difícil hacer pie. Al final nos ayudamos con una soga que acercó un vecino”, dijo el cabo González. Así, apuñalado, golpeado y mojado, Humberto fue trasladado al hospital Perrupato y durante el viaje en ambulancia alcanzó a decir que sentía mucho frío. Shock hipovolémico dijeron los médicos del hospital al dejar sentada la causa de la muerte.


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