TODOS SOMOS ADICTOS

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Todos somos Adictos


Todos somos Adictos Claudia Gonzรกlez De Vicenzo


González De Vicenzo, Claudia Todos somos adictos. - 1a ed. - Buenos Aires : Bergerac Ediciones, 2011. 132 p. ; 14x22 cm. ISBN 978-987-1688-35-7 1. Autoayuda. 2. Superación Personal. I. Título CDD 158.1

© 2011, González De Vicenzo, Claudia De esta edición:

© Bergerac Ediciones® Acassuso 583, 2 piso of. A, Buenos Aires, Argentina

www.bergeracediciones.com ISBN 978-987-1688-35-7 Diseño de tapa: Claudia González De Vicenzo.

©Claudia González De Vicenzo. Primera edición Julio de 2011 Queda hecho el depósito que previene la Ley 11.723. IMPRESO EN LA ARGENTINA

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Como cada verano, a la Señora Pata le dio por empollar y todas sus amigas del corral estaban deseosas de ver a sus patitos, que siempre eran los más guapos de todos. Llegó el día en que los patitos comenzaron a abrir los huevos poco a poco y todos se congregaron ante el nido para verles por primera vez. Uno a uno fueron saliendo hasta seis preciosos patitos, cada uno acompañado por los gritos de alborozo de la Señora Pata y de sus amigas. Tan contentas estaban que tardaron un poco en darse cuenta de que un huevo, el más grande de los siete, aún no se había abierto. Todos concentraron su atención en el huevo que permanecía intacto, incluso los patitos recién nacidos, esperando ver algún signo de movimiento. Al poco, el huevo comenzó a romperse y de él salió un sonriente pato, más grande que sus hermanos, pero ¡oh, sorpresa!, muchísimo más feo y desgarbado que los otros seis... La Señora Pata se moría de vergüenza por haber tenido un patito tan patético y le apartó con el ala mientras prestaba atención a los otros seis. Sus hijos reconocidos. El patito se quedó tristísimo porque se empezó a dar cuenta de que allí no le querían... Pasaron los días y su aspecto no mejoraba, al contrario, empeoraba, pues crecía muy rápido y era flacucho y desgarbado, además de bastante torpe el pobrecito. Sus hermanos le jugaban pesadas bromas y se reían constantemente de él llamándole feo y torpe. El patito decidió que debía buscar un lugar donde pudiese encontrar amigos que de verdad le quisieran a pesar de su desastroso aspecto y una mañana muy temprano, antes de que se levantase el granjero, huyó por un agujero del cercado. Así llegó a otra granja, donde una vieja le recogió y el patito


feo creyó que había encontrado un sitio en el cual, por fin, le querrían y cuidarían. Pero se equivocó también, porque la vieja era mala y sólo quería que el pobre patito le sirviera de primer plato. Huyó otra vez. Llegó el invierno y el patito feo casi se murió de hambre pues tuvo que buscar comida entre el hielo y la nieve y tuvo que escapar de cazadores que pretendían dispararle. Al fin llegó la primavera y el patito pasó por un estanque donde encontró las aves más bellas que jamás había visto hasta entonces. Eran elegantes, gráciles y se movían con tanta distinción que se sintió totalmente acomplejado porque él era muy torpe. - Puedo bañarme con ustedes, preguntó. Los cisnes, pues eran cisnes las aves que el patito vio en el estanque, le respondieron: - ¡Claro que sí, eres uno de los nuestros! A lo que el patito respondió: -¡No os burléis de mí! Ya sé que soy feo y desgarbado, pero no deberíais reír por eso... - Mira tu reflejo en el estanque -le dijeron ellos- y verás cómo no te mentimos. El patito se introdujo incrédulo en el agua transparente y lo que vio le dejó maravillado ¡Durante el largo invierno se había transformado en un precioso cisne! Aquel patito feo y desgarbado era ahora el cisne más blanco y elegante de todos cuantos había en el estanque. Así fue como el patito feo se dio cuenta de su verdadera naturaleza, se unió a los suyos y vivió feliz para siempre.

“El patito feo”, Hans Christian Andersen


Índice

Agradecimientos ............................................................11 Prólogo.............................................................................13 Ser o no ser, ese es el dilema ........................................19 Adicción ¿qué adicción? ...............................................27 Adicto ¿qué adicto? .......................................................35 Adicto ¿a qué? ................................................................41 Adicciones no aceptadas socilamente.........................45 El flagelo de la droga.....................................................49 El alcohol y otras “pastillitas”modernas ..................63 Adicciones aceptadas socialmente............................67 El poder de las adicciones...........................................71 ¿Por qué soy adicto?.....................................................75 ¿Quién SOY? ..................................................................81 ¿Cómo salgo de la adicción?.......................................85 ¿Cómo conecto con la fuente?....................................89 Hay una herramienta...................................................103 Advertencia....................................................................111 Tengo un abrazo para darte.......................................119 Cantan tu canción.........................................................123 Vos podés cambiar el mundo.....................................125


Agradecimientos A Dios, primero y por sobre todo. A mi abuela Juana y a su fuerza de voluntad. Mi abuela es María Juana De Vicenzo. Era la única mujer de un grupo de 8 hermanos, todos varones. Nació en 1916. Su mamá falleció dando a luz a su último hijo varón, el octavo. Su papá y ella quedaron a cargo de la familia. Muchas bocas para alimentar para una familia tan humilde y muchos niños que criar para una chiquita sin experiencia. Gracias al Cielo, había un campo de golf cerca. Ella los mandaba a todos a jugar al campo y a “ganarse unos mangos” para ayudar al presupuesto familiar. Ya desde niña aprendió y enseñó disciplina. Fue la responsabilidad lo que la salvó del abismo. A los 18 años se casó con un policía devenido en político con el cual tuvo 3 hijos. A los 42 años, mataron a su marido en la puerta de su casa, cosas de la política (siempre me dijeron). Tuvo que buscarse un trabajo remunerado por primera vez en la historia de su vida. Año 1958. Argentina. Viuda y con tres hijos. Sólo sabía lavar, cocinar y limpiar. Dieciséis años más tarde y trece nietos mediante, dos de sus hijos sufrieron un accidente de tránsito que le costó la vida a uno de ellos, su tercer hijo. Fue la única vez que la vi llorar. Aunque no la escuché quejarse. Nunca, nunca, nunca. Sin madre, sin educación formal (no sabía leer ni escribir y pensaba que la llegada a la luna era una mentira), sin el dinero suficiente para cubrir las necesidades básicas de todos los que siempre estuvieron a su cargo, vieja para conseguir trabajo, mujer en una Argentina añeja, habiendo perdido marido e hijo… nunca le escuché un lamento ni una queja. Al contrario. Siempre dispuesta a seguir para adelan-

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te con la escoba y el trapo debajo del brazo, obligándote a usar los patines y con los tallarines y el flan casero en la mesa, todos los domingos. Siempre me puso en el lugar de “su amada reina”. Siempre fue y será mi inspiración. Ella me enseñó a no darme por vencida ni siquiera frente a las más terribles adversidades. Y yo lo aprendí. El amor es la fuerza que nos salva. ¡¡¡Gracias!!!

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Prólogo Fui invitada por Enrico Meauro fundador y titular de la Comunidad Terapéutica de tratamiento de la adicción Enrica Mattei a presentar el libro de mi autoría: Conocés el secreto. Ahora podés aplicarlo. Acompañándolo recorrimos diversas comunidades de la zona de Pilar. Fue una experiencia única que agradezco profundamente. Enrico es un italiano de Roma devenido en argentino por la intervención de Graciela Naz, una de esas amigas del alma que no llegan a la vida de una por casualidad. La idea detrás del libro que escribí es una verdad universal: fuimos creados a imagen y semejanza con libre albedrío para crear la vida que se nos antoje. Podemos ser, hacer o tenerlo todo. ¿Podemos? Sí, podemos, por supuesto. Así funciona la ley. ¿Qué nos pasa, entonces, que toda nuestra existencia se transforma en una lucha para conseguir ser alguien? Ser, apenas y en el mejor de los casos, uno mismo ¿Qué nos pasa? Nos pasa la vida. Si se me permite la herejía de decir que la vida es algo que nos pasa y no algo que elegimos. No voy a entrar en detalles que podés encontrar ahí. En todas y cada una de las charlas que compartí con Enrico, un hombre con una cultura exquisita, fui descubriendo personas, seres humanos, a los cuales les pasó la vida por encima como si se hubiera tratado de un camión Scania con acoplado lleno de carga proveniente de diferentes orígenes. Pesado, muy pesado. En algunos casos no dejó prácticamente nada en pie. En otros, el golpe fue duro, pero la “van remando”. Escuché muchas historias terribles. Algunas excusas y justificaciones. Lamentos. Comodidad. Costumbre. Pereza. Miedo, mucho miedo, casi te diría terror. Dolor, ausencia y abandono. Ignorancia. Angustia. Abundancia excesiva de

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nivel económico y sociocultural. Carencia absoluta. Obsesividad. Algunas alteraciones mentales. Descontrol. Y me di cuenta que la vida puede ser cruel, muy cruel. O puede ser maravillosamente reveladora y profunda. Pero siempre, siempre, siempre, es un milagro. También me di cuenta que casi todas las historias de vida que había escuchado formaban parte de mi historia personal de vida también, en mayor o menor medida. Con más o menos cinismo e ironía. Y la conclusión que saqué fue lapidaria: “Yo debería estar acá adentro también”. Y la pregunta que me quedó rondando fue la que me llevó a escribir este libro: “¿Por qué yo no estoy ahí adentro y estoy acá afuera?” La vida puede ser cruel o puede ser maravillosa. Vos elegís. Comprendí, aunque me llevó algún tiempo aceptarlo, que: TODOS SOMOS ADICTOS. Están los adictos que son peligrosos para sí mismos y/o para la sociedad y están el resto de las personas adictas que, en principio, pareciera ser que no son peligrosas para la sociedad… o que no son adictos. Algunos de los adictos peligrosos para sí mismos y/o para la sociedad los encontrás en instituciones terapéuticas. Otros en la cárcel. Otros en psiquiátricos, o en hospitales. Algunos en sectas y algunos otros, varios metros bajo tierra. Muchos están donde están el resto de los adictos… a la vuelta de la esquina. A lo largo de la lectura nos vamos a ir encontrando con las preguntas que importan:

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1. ¿por qué somos adictos? 2. ¿cuál es nuestra adicción? 3. ¿qué nos convierte en peligrosos para sí mismos y para la sociedad? 4. ¿hay adicciones socialmente aceptables y adicciones socialmente no aceptables? 5. ¿podemos salir de la adicción? 6. ¿cómo? No voy a enfocar la adicción desde el punto de vista biológico, ni médico, ni psicológico, ni psiquiátrico, ni terapéutico. En todo caso la voy a enfocar desde mi punto de vista, desde mi percepción de la realidad, desde mi experiencia personal, desde mi búsqueda de sentido y mis reflexiones. En la vida podemos estudiar y obtener títulos para ejercer por ejemplo la medicina, la psicología, la psiquiatría, ciencia económicas, acompañante terapéutico. Pero no hay un lugar donde puedas estudiar ni un título que te habilite a ejercer la espiritualidad. O el amor. Hay sí, dogmas y religiones estructuradas. Pero muchas veces eso no es espiritualidad. Ni es amor. Voy a enfocar la adicción considerando al hombre en el sentido de ser humano, y al adicto como un ser en búsqueda de sentido (si me permite la expresión Victor Frankl). Soy alérgica a los dogmas. Creo que, como seres humanos estamos listos para dar un paso más allá del cuerpo y la mente y lograr unificar esa dualidad con el espíritu. Y creo que esto sólo se consigue uniendo la mente y el corazón. Pero para lograrlo, tenemos que poder enfrentarnos con nuestros monstruos internos primero, con los fantasmas que nos vampirizan queriendo llevarse nuestra humanidad: los dolores del pasado.

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Desde el inconciente colectivo reverbera la historia de la Creación hablándonos de dualidades. Toda la creación se desarrolló en forma dual. Oscuridad y Luz, día y noche, sol y luna, tierra y agua. El día sexto fueron creados los animales y el hombre. Tenés que saber que cada vez que decidís no reaccionar como ser humano estás decidiendo reaccionar desde tus instintos más primitivos. Los que se comparten con el reino animal a través del cerebro reptiliano. Podés ser un ser humano. Pero para ello primero tenés que dominar el instinto animal. Dominarte. También habrás escuchado que en el día séptimo el Creador descansó. Sí. El Creador descansó porque vió que lo que había creado era bueno. Pero lo cierto es que en el día séptimo empezó nuestro trabajo. El trabajo que nos ganamos realizar con el sudor de nuestra frente en este mundo material, concreto, práctico. Sin instrucciones. Todos juntos y amontonados, a veces. Sueltos. Libres. Poderosos. Entonces, sacudite la modorra porque nos vamos a meter en el agujero negro existencial y vamos a ser como Alicia en el país de las maravillas. Agarrate fuerte, preparate porque partimos. Te invito a un viaje de autodescubrimiento… Te prometo que te vas a encontrar con tus zonas más oscuras. Te vas a sumergir hasta revolcarte en las profundidades de tus miserias. Vas a sentir miedo a morir a enloquecer, ataque de pánico y ansiedad postraumática. Te vas a enfrentar con tus miedos más siniestros, lucharás con enemigos conocidos y desconocidos, y encontrarás aliados que te acompañarán sólo por un tiempo. Venimos solos y nos vamos solos, pero no en soledad. Te invito a develar la aventura épica que es vivir. Tu propia aventura.

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Tu propio viaje de autoconocimiento. Puedo contarte el viaje como se ve desde mi perspectiva pero no puedo obligarte a que te subas a mi barco. Eso es evangelizar… y soy de las que prefieren que elijas tu propio destino respetando tu libre albedrío de ser humano creado a imagen y semejanza. Puedo contarte como se ve el panorama visto por mis ojos y puedo mostrarte mis sentimientos. Pero no puedo crear los tuyos. Es tu viaje. Crealo como te guste, como puedas, como te animes. Y hacelo sabiendo que siempre podés volver a crear uno nuevo. Uno que se adapte a tus nuevas experiencias. Pero, ¡¡¡ crealo!!! porque para eso viniste. Gracias por estar acá. Juntos podemos hacer de la aventura que es vivir una historia inolvidablemente fantástica. Para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres y mujeres del mundo que quieran realizar esta cruzada maravillosa que se llama VIDA. Pero para eso vamos a tener que enfrentarnos con la primera prueba del camino.

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Cantan tu canción Cuando una mujer de cierta tribu del África descubre que está embarazada, se va a la selva con otras mujeres. Juntas rezan y meditan hasta que aparece “la canción de la nueva criatura”. Cuando nace el bebé, la comunidad se junta y le cantan su canción. Luego, cuando el niño comienza su educación, el pueblo se junta y le cantan su canción. Cuando se convierte en adulto, la gente se junta nuevamente y canta la canción. Cuando llega el momento de su casamiento, la persona escucha su canción, también. Finalmente, cuando su alma está por irse de este mundo, la familia y los amigos se aproximan y, al igual que en su nacimiento, cantan su canción para acompañarlo en el “viaje”. En esta tribu del África hay otra ocasión en la cual se canta la canción. Si en algún momento de su vida la persona comete un crimen o un acto socialmente aberrante, lo llevan al centro del poblado y la gente de la comunidad forma un círculo a su alrededor. Entonces… cantan su canción. La tribu reconoce que la corrección de las conductas antisociales no es el castigo, es el amor y el afianzamiento de su verdadera identidad. Cuando reconocemos nuestra propia canción ya no tene-

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mos deseos ni necesidad de perjudicar a nadie. Tus amigos conocen tu canción. Y la cantan cuando vos te olvidás. Aquellos que te aman no pueden ser engañados por los errores que cometés o las oscuras imágenes que mostrás a los demás. Ellos recuerdan tu belleza cuando te sentís feo, tu integridad cuando estas quebrado, tu inocencia cuando te sentís culpable Y tu propósito cuando estas confundido. Tolba Phanem

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Soneto Si para recobrar lo recobrado debí perder primero lo perdido, si para conseguir lo conseguido tuve que soportar lo soportado, si para estar ahora enamorado fue menester haber estado herido, tengo por bien sufrido lo sufrido, tengo por bien llorado lo llorado. Porque después de todo he comprobado que no se goza bien de lo gozado sino después de haberlo padecido. Porque después de todo he comprendido que lo que el árbol tiene de florecido vive de lo que tiene sepultado. Francisco Luis Bernárdez

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