estoy muy bien, así que pensé en venir a verte para volver a recordar aquellos momentos. Aunque sea viéndote y transportándome al pasado. Cuando una mujer viene a verte para recordarte momentos felices, uno no puede mas que sentirse halagado, pero a la vez otorga ese poder que los hombres pocas veces tienen que es el de sentir esa vulnerabilidad y poder tomar una decisión que puede ser trascendente. Y aunque sea recién levantado, está bueno tener la posibilidad de decir si o no. - Dejàme lavarme la cara y salimos – le digo rápidamente. - Bueno – responde como entregada a lo que venga. A eso de las 12 del mediodía salimos. Vamos a la plaza mas cercana y nos sentamos. Yo había sufrido mucho con esa mina, y tenerla al lado nuevamente le daba un tono especial a todo el ambiente. Mi corazón reventaba contra el pecho con toda intención de atravesarlo e irse huyendo. Se ve que prefería morir rápido en un solo pique a morir lentamente a golpes de amor. Sentía que estábamos aislados del mundo cual enamorados, aunque esto era solo un reencuentro. Estando sentados en el parque le pregunto con la franqueza de alguien cansado de dar vueltas: - ¿Solo viniste a recordar? - Bueno, en principio si. Junté mucho para venir a verte, porque se que pasó mucho tiempo, y también tuve que vencer una cierta vergüenza porque estos años han sido reveladores y me han hecho valorar de otra forma las cosas que pasamos juntos. - Los tengo bien guardados esos recuerdos – digo. - ¿Si? ¿No te olvidaste de mí? - Obvio que no. ¿Como me voy a olvidar? – le miento. - ¿Y si te digo que me seguís gustando? – me dice sorpresivamente pero con el tono típico de alguien que ha sufrido mucho y prefiere quedarse con la persona que menos la hizo sufrir. - Te diría que lo siento pero ya te olvidé. Ahora sería como empezar de cero. Repentinamente, ella revienta en un llanto compulsivo, desesperado, luego de haber recibido seis tiros a quemarropa en su
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