Fuego extrano macarthur, john

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Esto es conocido como el plan de la semilla de fe, llamada así por Oral Roberts, el pionero clave en el uso de la televisión para difundir la doctrina carismática. Los teleevangelistas más carismáticos y sanadores de fe utilizan el plan de la semilla de fe de Roberts o algo similar para manipular a los televidentes a fin de que donen más de lo que en realidad pueden dar.19 Paul Crouch, fundador y presidente de Trinity Broadcasting Network, es uno de los más acérrimos defensores de la doctrina. «Plante una semilla importante», escribió Crouch en una carta de TBN para recaudar fondos en el 2011. «Dé con la plena esperanza del retorno glorioso que Jesús prometió. Una nota final: nombre su semilla —«sin deudas», «trabajo», «casa», «esposo», «esposa»— o lo que usted desea de Dios».20 Otra carta terminaba con estas palabras: «Sé que los precios de la gasolina y casi todo lo demás han aumentado, pero recuerde las palabras de Jesús: “Dad y se os dará”».21 El mensaje no tiene nada de sutil. Un artículo en Los Angeles Times resume el enfoque de Crouch de esta manera: El pastor Paul Crouch lo llama «economía del dar de Dios» y así es como funciona: las personas que donan a la Trinity Broadcasting Network de Crouch cosecharán las bendiciones financieras de un Dios agradecido. Mientras más den a TBN, más se les dará a ellos. Estar en la ruina o en deuda no es una excusa para no escribir un cheque. De hecho, es una oportunidad ideal, porque Dios es especialmente generoso con los que dan cuando menos pueden hacerlo. «Él le dará miles, cientos de miles», dijo Crouch a sus espectadores durante un teletón en noviembre pasado. «Él le dará millones y miles de millones de dólares».22 Para Crouch y otros en la parte superior de esta pirámide, la teología de la prosperidad funciona a la perfección. Los espectadores envían miles de millones de dólares23 y cuando no hay retorno de la inversión, Dios es el único considerado responsable.24 O las personas que han enviado el dinero son las culpables de algún defecto en su fe que impidió que el codiciado milagro se materializara.25 La decepción, la frustración, la pobreza, la tristeza, la ira y en última instancia la incredulidad son los principales frutos de este tipo de enseñanza, pero las peticiones de dinero solo se vuelven más urgentes y las falsas promesas más exageradas. Enmascarada con el lenguaje de la fe y la generosidad, toda la farsa es un ardid engañoso diseñado para aprovecharse del codicioso y estafar al desesperado.26 Se ha sustituido al Espíritu de Dios con un espíritu de fraude. A pesar de ello, tal mensaje de esperanza falsa sigue siendo muy popular y es fácil ver por qué: hay una promesa de bienestar físico, riquezas materiales y una vida que con facilidad apela a la carne. Se trata de pura carnalidad, no hay

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