Fuego extrano macarthur, john

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las emociones. En el peor de los casos, las sanidades de Hinn consisten en simples mentiras y falsificaciones demoníacas. En cualquiera de los casos, una simple comparación entre el don bíblico y el elaborado espectáculo de Benny Hinn expone por fin lo que es en realidad: una estafa.

BENNY HINN FRENTE A LA BIBLIA Tal vez ningún otro lugar en las Escrituras acusa más la búsqueda carismática moderna de señales y maravillas que la reprimenda de nuestro Señor a los fariseos en Mateo 16.4: «La generación mala y adúltera demanda señal». A pesar de que las multitudes seguían a Jesús con el deseo de presenciar un milagro o una experiencia de sanidad, el Señor «no se fiaba de ellos, porque conocía a todos» (Juan 2.24). Jesús sabía que hay un falso tipo de fe, el cual es poco más que una curiosidad superficial por lo sobrenatural, no un verdadero amor por el Salvador. El movimiento carismático moderno se caracteriza por la misma clase de fe superficial. Sin embargo, es mucho peor. En los días de Jesús y los apóstoles, se estaban realizando verdaderos milagros. En nuestros días, por el contrario, los líderes carismáticos afirman tener el mismo poder sobrenatural, pero nada verdaderamente milagroso está ocurriendo a través de ellos. Los llamados ministros de la sanidad por fe y los teleevangelistas de hoy no son más que una fachada. Los sanadores como Benny Hinn son estafadores obvios, que se enriquecen a costa de los incautos y desesperados. ¿Por qué dedicar un capítulo entero a Benny Hinn si ya ha sido desacreditado públicamente y en repetidas ocasiones? La respuesta es doble. En primer lugar, a pesar de sus muchas bufonadas, errores y escándalos, Hinn sigue siendo un teleevangelista carismático popular y la cara más conocida de la sanidad por fe. Su «ministerio» continúa afectando a cientos de millones de personas en todo el mundo, mientras que simultáneamente recauda cientos de millones de dólares. En segundo lugar, la insistencia de Hinn en la continuidad de la sanidad milagrosa hoy ilustra de manera acertada los devastadores extremos a los que lógicamente conlleva la posición carismática en cuanto a la sanidad. Sanadores como Hinn afirman ser capaces de repetir las sanidades de la era apostólica. En realidad, sus artimañas no tienen ninguna de las características del verdadero don de sanidad del Nuevo Testamento. En el resto de este capítulo consideraremos seis marcados contrastes entre las sanidades que aparecen en las Escrituras y las de los falsos sanadores modernos.

La sanidad en el Nuevo Testamento no dependía de la fe de quien la recibía

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