Antología concurso Ángel Ganivet 2016

Page 58

══════════════════════════════════════════════════ Dediqué los primeros días a leer el manuscrito y analizar su contenido: anotaba mis dudas y las erratas que iba encontrando, contrastaba versiones cuando una frase o incluso una escena entera había sido reescrita. Al detectar ciertos manierismos, no podía evitar que se me escapase una sonrisilla. Con este manuscrito también jugué a uno de mis pasatiempos favoritos: antes de dar la vuelta a una página, trataba de adivinar cuál sería la siguiente palabra. Si acertaba diez seguidas, me concedía pequeños premios, como coger una onza de chocolate del frigorífico. Supongo que este juego lo practican todos los asistentes editoriales, aunque nunca lo he hablado con nadie. A la semana de comenzar el trabajo ya tenía un diagnóstico. Me sentía como un forense que acaba de completar una autopsia. En resumen, mi informe era el siguiente: El último verano era una clásica novela corta de Acosta Kaufmann, que se centraba en sus temas más queridos. En un contexto vagamente exótico, con edificios coloniales semiderruidos y nazis perseguidos por el Mosad, el autor desplegaba sus personajes de siempre. El héroe atormentado, atrapado entre la fidelidad a sí mismo y la presión social por alcanzar una noción de éxito que apenas entiende. Las sombras familiares, la madre abnegada y el padre militar. La mujer, apenas esbozada porque no hacía falta más para dejar claro lo que el autor quería que conociéramos de ella: su belleza y su distancia, cualidades inseparables. Y entonces empezó. *** Podría decir que no sé cómo ocurrió, pero lo recuerdo. Estaba leyendo una frase no especialmente relevante de la novela: “Las agujas de las mujeres de los marineros nunca eran lo suficientemente rápidas como para atrapar en sus redes los últimos rayos de sol”. La releí varias veces, primero en voz baja, luego marcando la pronunciación con los labios y, finalmente, en voz alta. No me gustaba. Era una idea poética, pero el resultado era confuso y cacofónico, y el adverbio estaba de más. “Las mujeres de los marineros trataban de atrapar en sus redes los últimos rayos de sol”. Lo puse a lápiz en el margen. Luego lo escribí a ordenador, al final del texto 58 ═════════════════


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.