Como un viento recio mel tari

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Quisiera compartir con ustedes a esta altura uno de los hechos más extraordinarios que aconteció en Indonesia. En 1962, antes del avivamiento, los laicos de la iglesia nunca predicaban el evangelio. Y los pastores estaban tan ocupados administrando la iglesia que nunca habíamos pensado siquiera en llevar el mensaje del evangelio a los paganos. Existía un pueblo pagano habitado por los tubunaus, a unos cinco kilómetros de Soe. Cierto día, un sacerdote pagano llamado Sam Faet que era leproso, ofreció un sacrificio a su “dios de sangre”. Jesús vino y se reveló a sí mismo a este sacerdote pagano. —Soy el Dios a quien tú buscas —le dijo—. No es ésta la manera de adorarme. —Señor, ¿quién eres y cómo quieres que te adore? —le preguntó el sacerdote. —Más tarde te diré mi nombre y cómo debes adorarme —le respondió Jesús— Primero recoge todas las imágenes y objetos de brujería y qué- malos. Cuando lo hayas hecho, te visitaré y te hablaré de mí mismo. Luego el Señor desapareció. El sacerdote le comunicó a su pueblo que Dios se le había aparecido y que debían quemar todos los ídolos y objetos de brujería. Puesto que se trataba del sumo sacerdote le obedecieron y todo fue quemado. El sacerdote oró entonces diciendo: —Dios, he quemado todos los dioses como tú me dijiste. Ahora no queda ninguno sino tú. Te ruego que me hables de nuevo. El Señor se le presentó y le dijo: —Me llamo Jesús. Jesús le explicó los pasajes de la Biblia relativos a la salvación y al andar cristiano. El hombre quedó también sano de su enfermedad. El sacerdote no sabía leer ni escribir, y Dios le dijo que fuera a Soe. —Cuando vayas allí, compra un lápiz y un bloque de papel —le dijo Jesús. Y obedeció a Dios. Cuando regresó al pueblo, Dios tomó su mano y escribió versículos bíblicos en su libro. No empleó la escritura normal que se usa en Timor, sino cierto tipo de jeroglíficos. Dios le dio muchas historias que se encuentran en la Biblia. (Una foto de esta escritura exacta aparece en la sección de fotografías de este libro.) Podía asimismo leer éstas con toda claridad. De inmediato compartió con su pueblo lo que Dios le había dicho. Puesto que era sacerdote, la gente le obedeció cuando él le dijo que creyera en Jesús. Alguien en la tribu dijo: —Esto es como ser cristiano. —No somos cristianos —le dijo el sacerdote—. Sencillamente creemos en Jesús y hacemos lo que Dios nos dice. El Señor continúa enseñándoles. Cuando fuimos a predicarles el evangelio, hallamos una maravillosa confraternidad de creyentes que andaban con Cristo viviendo una vida santa. Dios habla por medio de visiones Dios también nos habla por medio de visiones. En el Antiguo Testamento leemos lo siguiente en Ezequiel 1: 1: “Aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo en medio de los cautivos junto al río Que- bar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios.” En el Nuevo Testamento, en Apocalipsis 1: 10-11 se nos dice: “Yo estaba en el Espíritu, en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta que decía:

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