la vida no tiene sentido. Y en el plano horizontal es cierto, porque sólo encuentras agonía, sufrimiento, enfermedad, dolencia y vejez. Estás enjaulado en un pequeño cuerpo mientras que tu conciencia es tan grande como todo el universo. Cuando descubres la vertical, empiezas a desplazarte sobre ella. La línea vertical no significa que tengas que renunciar al mundo, pero definitivamente significa que ya no eres del mundo, que el mundo se vuelve efímero, pierde importancia. No es que tengas que renunciar al mundo y escaparte a las montañas y los monasterios. Pero quiere decir que empiezas a vivir —dondequiera que estés— una vida interior que no era posible antes. Antes eras extrovertido, ahora te vuelves introvertido. En lo que se refiere al cuerpo, si todavía recuerdas que no eres el cuerpo, puedes resolverlo fácilmente. El cuerpo se puede usar de muchas maneras que te ayuden a moverte en la línea vertical. Cuando se introduce la línea vertical, es como si entrara un rayo de luz en la oscuridad de tu vida horizontal, es el principio de la iluminación. Tendrás el mismo aspecto, pero no serás el mismo. Para los que tienen capacidad de ver tampoco seguirás siendo el mismo, y para ti mismo, no tendrás el mismo aspecto ni serás el mismo. Estarás en el mundo pero el mundo no estará en ti. Las ambiciones, los deseos y las envidias empezarán a evaporarse. No necesitas hacer ningún esfuerzo para renunciar a ellas, basta con que te muevas en la línea vertical y empezarán a desaparecer, porque en la línea vertical no pueden existir. Sólo pueden existir en la oscuridad de la horizontal, donde todo el mundo está compitiendo, todo el mundo está lleno de codicia, lleno de deseos de poder, de un gran deseo de dominar, de ser alguien especial. En la línea vertical desaparecen todas esas estupideces. Te vuelves muy liviano, ligero, como una flor de loto que está en el agua pero no la toca. Permaneces en el mundo pero el mundo ya no te produce ningún impacto. Al contrario, tú empiezas a influenciar al mundo, pero no con un esfuerzo consciente, sino simplemente con tu ser, con tu presencia, con tu gracia, con tu belleza. A medida que crece dentro de ti empieza a esparcirse a tu alrededor. Le llegará a la gente que tiene un corazón abierto, y la gente que ha vivido con el corazón, las ventanas y todas las puertas cerradas se asustará. No entrarán en contacto con una persona así. Y encontrarán mil y una excusas, mil y una mentiras, para convencerse de por qué no entran en contacto con una persona así. Pero la cuestión fundamental es que tienen miedo de ser descubiertos. La persona que se mueve verticalmente se convierte casi en un espejo. Si te acercas a ella verás tu verdadero rostro, verás tu fealdad, verás tu continua ambición, verás tu cuenco de mendigo. Quizá te pueda ayudar esta otra historia. Un hombre, un mendigo con su cuenco, entró temprano por la mañana en el jardín del rey. El rey solía dar un paseo por las mañanas; de otra forma era imposible encontrarse con él, especialmente para un