Medios y politicas

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Capítulo 1 | Medios de Comunicación por la Democracia

libertad de expresión y también de religión. Este pensador, por añadido, propuso un avance en la idea de tolerancia de las posturas políticas divergentes al pensar en el combate contra la opresión por parte de la mayoría, que puede imponer una “tiranía de la opinión y del sentimiento predominantes”.

El principio básico de la democracia

Con la invención de los sistemas electorales, además de una nueva perspectiva para los problemas de escala de la democracia directa, también se les consiguió imprimir un carácter más concreto a los debates acerca de la libertad de expresión y de prensa que, conforme hemos visto hasta ahora, eran abordados de manera muy general. Paulatinamente, los regímenes democráticos empezaron a ser el sistema adoptado por los Estados liberales. En ese contexto, se consideraban fundamentales a la libertad de expresión y de prensa a la hora de garantizar la democracia electoral (o indirecta). Son varias las funciones que posee la libertad de expresión por lo que se refiere a dar garantías de una democracia indirecta más vigorosa. Una de ellas consiste en permitirles a los electores que tengan acceso a información relevante a la hora de tomar sus decisiones sobre quiénes ocuparán los puestos de representación popular. En otras palabras, la libertad de expresión resulta fundamental para que se le presenten los conflictos políticos al electorado. Otra función está relacionada con el hecho de que vea a la prensa como una parte del sistema de frenos y de contrapesos inherente a la experiencia democrática – como defendían, en especial, los federalistas norteamericanos. De ello se deriva el que no haya accountability (responsabilización) efectiva por parte de los gobernantes elegidos sin libertad de expresión ni una prensa libre. En otros términos, este tipo de libertad contribuye a que un mal gobierno no llegue a ser tan malo como podría serlo. Se trata del denominado control social de los gobiernos a manos de la prensa (véase la discusión sobre el papel de watchdog de los medios de comunicación, en la página 52). Un tercer aspecto, conforme nos alerta el filósofo alemán Jürgen Habermas, se refiere al hecho de que la construcción de una esfera pública de debates, que constituye un elemento básico para mejorar la democracia, solo resulta posible en un ambiente con libertad de expresión y de prensa. O sea, según esta perspectiva, habrá una democracia tanto más consolidada cuanto más frecuentes, densos y plurales sean los debates acerca de los temas de interés público.

El derecho a la voz

No obstante, por mucho que la libertad de expresión resulte crucial en la democracia, es preciso preguntarse qué representa de hecho este concepto. La creencia en que la censura estatal es la principal enemiga de la libertad de expresión es natural en la ascensión del orden liberal, ejemplificado en la Areopagítica, de John Milton. Nunca termina de acabarse con la amenaza que supone la censura gubernamental, pero, en las democracias liberales, la misma se encuentra con grandes obstáculos a la hora de establecerse – sean dispositivos legales, o bien sea la resistencia casi unánime de la opinión pública. Así, si por un lado son necesarios mecanismos reguladores para barrer la censura de los regímenes constitucionales que se adoptan en las democracias contemporáneas – a fin exactamente de garantizar que haya libertad de expresión y de prensa –, por otro, cada vez más, se hace evidente que es necesario establecer marcos legales que reglamenten el ejercicio de esas mismas libertades. Ello significaría, en líneas generales, que han de existir modelos reguladores destinados a la actuación de los medios de comunicación de masas. Sin embargo, tales 37


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