Revista el Caballo Español 2007 n.178

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Las faenas de campo Para este mayoral las labores en el campo han cambiado mucho, ya que antes todo se hacía a caballo; “fíjate, que cuando yo estaba trabajando con Arturo Pérez López de Tejada, salíamos con una piara de vacas bravas desde las “Merinas”, muy cerca de Lora del Río y teníamos que llegar pasado Los Palacios. Si había vacas paridas, las dejábamos amarradas en el cortijo “La Bóveda”, al lado de Carmona, recogiéndolas a la vuelta. Pasábamos por “Bucaré” y por “Juan Gómez”, nos llevábamos una semana fuera; hoy todo esto se hace con camiones”. Continúa explicando cómo se hacían antiguamente las faenas camperas, y lo que se andaba antes a caballo, asegurando que actualmente hay vaqueros que incluso ni saben montar a caballo, ya que se mueven de un lado para otro con el coche o con la moto. “Antiguamente, iban dos vaqueros a echar de comer a una corrida de toros, uno retiraba los toros y el otro le echaba el grano. Además, un día se llevaba un costal de lona con paja y al día siguiente otro con grano”. Para él, antiguamente las faenas se hacían de otra manera, hoy todo está mucho más mecanizado. Además, siempre le ha gustado practicar el Acoso y Derribo con las garrochas de madera y sobre todo de una madera que se extrae de unos árboles americanos, muy frecuente en los terrenos anegadizos de la isla de Cuba. “Las garrochas buenas siempre han sido de majagua, son muy duras, las de ahora, las pértigas, no me gustan”, indica Antonio Ramos. La imagen de Antonio Ramos sirvió para anunciar el SICAB del año 1996

“Ahora nada más que se quieren caballos grandes... Para mí el caballo de antes era mejor que el que hay ahora”

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ANCCE

Nació el 24 de abril de 1924, se crió en el cortijo “Benamalillo”, donde pastaban la ganadería de toros bravos de Romualdo Arias de Reina. Durante once años estuvo trabajando en el cortijo “La Alameda”. Alrededor de los años cincuenta se marchó a la ganadería de toros bravos de Arturo Pérez López de Tejada, aunque a los tres años de estar allí decidió volver de nuevo a “La Alameda”. Al poco tiempo de su regreso, Emilio Martínez Cañavate, propietario de “La Alameda”, decidió vender el cortijo a Juan Lora, y Antonio Ramos se tuvo que ir de allí porque el nuevo propietario no necesitaba un caballista. Posteriormente se marchó durante dos años al cortijo “Lopera”, en la localidad sevillana de Montellano, que en aquel tiempo lo tenía en alquiler Manuel Suárez, y fue alrededor del año 1963 cuando comenzó a trabajar como caballista en el cortijo “Pinganillo”, de la ganadería de Salvador Guardiola Fantoni. Hoy en día todavía suele dar una vuelta por allí y montar algún que otro caballo español.

En “Pinganillo” Empezó en el cortijo “Pinganillo” domando dos caballos cruzados que se llamaban “Cirverto I” y “Barril”. No obstante, en las cuadras también estaban los caballos españoles “Destinado”, “Gallareto” y “Cacique”, que los utilizó Salvador Guardiola Domínguez para rejonear. “Estos caballos, como ya había muerto él, la señora no querían que se montarán. Por eso, solamente comencé montando a “Cirveto I” y “Barril”. Por otra parte, de mayoral del ganado bravo estaba Antonio Avilés, aunque falleció al año de entrar Antonio Ramos en el cortijo, y le sustituyó Luis Saavedra. En aquellos años había ciento cincuenta yeguas, entre españolas y cruzadas, pero las camadas de caballos españoles eran muy escasas. “Los cuatro o cinco potros que nacían se los llevaba una persona de Barcelona. Entonces un caballo valía muy poco, y había muchas yeguas, pero pocos potros”. Al poco tiempo de comenzar a trabajar Antonio Ramos, Jaime Guardiola Domínguez finali-

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