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El caballo torero debe desbordar bondad, nobleza y tolerancia para permitir un fácil manejo, pero a la vez dureza para desenvolverse ante situaciones adversas en la lidia un toreo lento, capaz de dar los pechos al toro y retirarse con suavidad, con capacidad para doblarse y un galope extraordinario. Fue el caballo que marcó sus comienzos en el rejoneo gracias a su velocidad, fuerza y carácter. Después de él, su empeño por probar al caballo español para esta tarea le hizo fijarse en ejemplares de su cuñado, José Benítez Cubero-Pallarés, de donde sacó a Perdiguero, un caballo más artista, que utilizaba para el paseo, ligero; con un gran galope y una fuerza innata, y con el que recuerda una anécdota en un tentadero, en el que un garrochista se extrañó de que montara un caballo de esta raza, y al que le demostró que su velocidad estaba por encima de otras razas. Otros nombres de españoles fueron el Pallarés Mexicano y Panadero, del hierro de Antonio Miura, que fue “extraordinario”. LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN DE LA ALTA ESCUELA De los tres tercios de la faena, los caballos españoles son los preferidos para el tercio de banderillas, uno de los momentos más espectaculares, tanto por la parte más estética como artística de la corrida. El caballo español puede realizar todas las suertes del rejoneo porque goza de buena cabeza, es sufrido, valiente y obediente, lo que
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permite llevarlo delante del toro, pero por sus características suelen usarse en la más importante, la de banderillas. Además, sus ejercicios de Alta Escuela hacen que el PRE “decore las faenas del toro bravo”, explica Álvaro Domecq. Buendía comenta que los ejercicios de Alta Escuela como el passsage, o piaffe que van directos al toro, permiten al caballo doblarse y sortearlo. Al PRE en sus movimientos no hay quien lo iguale en belleza gracias a sus aires ágiles, elevados, extensos, armónicos y cadenciosos, además de una especial predisposición para la reunión y los giros sobre el tercio posterior. Unos movimientos que denotan elegancia y distinción, que unidos a su morfología, le confieren el carácter eterno de belleza y don para el rejoneo. Además de en el tercio de banderillas, también los han utilizado para el último, momento en el que el toro pie rde velocid a d. Y los menos utilizados, para el de salida, en el que se requería caballos con resistencia y velocidad para desgastar la bravura del toro, el hándicap de aquella época en los caballos españoles que, en la actualidad, ha desaparecido g r a cia s al P rog r a ma de Mejora de la Raza, que ha roto cánones y ha dado el lugar que el caballo español merece.
El rejoneador Javier Buendía montando a Perdiguero II 16
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