Revista El Caballo Español 2012, n.212

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EL FORO

EL RAPADO Y ATUSADO DE CRINES Y COLAS EN EL GANADO DE PRE Texto: Emilio Caro Fotos: Rafael Lemos

Si hay algo que caracteriza y salta a la vista en el ganado de recría y en yeguas reproductoras de PRE en cuanto a su estética, es la particular forma de lucir sus crines y colas “rapadas” y/o “atusadas”, según la tradición. Visto desde fuera por criadores y aficionados ajenos a la cría del PRE, podría parecer que esta manera tan singular de presentar tanto a los potros/as como a las yeguas destinadas a la cría responde a un intento de implementar su belleza, pero existen otros motivos por los que dicha práctica se convierte en muy ventajosa tanto para los animales como para sus criadores, más allá de considerarse una simple costumbre.

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n primer lugar, en el caso concreto de los potros, no suele emplearse el mismo criterio de rapado y atusado con los machos que con las hembras (exceptuando el primer año de vida), por lo que a simple vista se puede distinguir fácilmente el sexo del animal, según el aspecto que presentan sus crines y colas, más aún cuando se observan en libertad en el campo. Tal como se ha señalado con anterioridad, tradicionalmente no se ha hecho diferenciación durante el primer año de vida en la presentación de potros y potras,

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procediéndose a rapar por completo las crines y colas a todos por igual, ya que no existe la necesidad de separarlos a esas edades para las labores de recría. Sin embargo, a partir del primer año -por razones obvias referentes al instinto sexual que comienzan a desarrollar a partir de esa edad, sobre todo los machos- sus criadores se ven en la necesidad de mantenerlos separados y con ello, surgen las primeras diferenciaciones en el rapado y atusado de crines y colas. A los machos se les deja de rapar definitivamente tanto la crin como la cola, permitiéndoles que el pelo les

crezca de manera natural a partir de entonces, y a las hembras se les sigue rapando y atusando la crin y la cola, dejándoles más o menos pelo según la edad, para poder así diferenciar a las potras que tienen entre 1-2 años, 2-3 años o más de 3 años. Gracias a estas técnicas, no solo se puede adivinar rápidamente el sexo de los potros, sino que también es fácil conocer la edad de las potras hasta que pasan de los 3 años. Desde esta edad en adelante, las yeguas reproductoras se presentan de igual manera, diferenciándose fundamentalmente de las potras

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