Cicatrices Invisibles. Ana Soler

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principio destaca por el aspecto lúdico, si bien la artista pone de relieve que aquella es “la herida abierta de una guerra perdida”, citando a continuación la historia dramática de una niña llamada Sadako Sasaki (1943-1955), que la bomba de Hiroshima deja huérfana en un mundo devastado cuando sólo tenía dos años. Pese a haber perdido a toda su familia, la niña se salva por encontrarse en su casa y crece hasta que, a la edad de once años, se le diagnostica leucemia, tras caer al suelo en una competición, considerándose consecuencia de la radiación a la que estuvo expuesta. En el momento de la explosión, estaba únicamente a 1,5 Kms de lo que se llamó “punto cero”. La interrupción en la vida de Sadako que paradójicamente se estaba preparando para ser una gran atleta en un futuro que deja de existir, a causa de la bomba mortífera que arrasó Hiroshima, la máquina de matar masiva más potente de las conocidas hasta entonces. La aparente ingenuidad de esta instalación cede al drama de una guerra que acaba indiscriminadamente con la vida de tantos civiles inocentes, como en todas las guerras. Su mejor amiga, Chizuko Hamamato le recuerda la vieja tradición según la cual se podía pedir un deseo a los dioses con la condición de hacer mil garzas, aunque sólo puso llegar hasta la 644, antes de morir. La garza ha quedado como un icono que se venera allí donde se coloca en altares improvisados, en lugares públicos como hospitales, bares o en casas particulares. El “caso” alcanzó gran popularidad hasta el punto de hacerse un monumento en su recuerdo en el Parque de la Paz, en 1958, que se ha convertido en un importante símbolo para los pacifistas. Suspendida al igual que las demás, flota inamovible como la nube gris sobre cualquier ciudad sin desintegrarse un ápice, para dejar de ser mera transición de un estado a otro hasta desaparecer en la caída. La fantasía de la nube condensa historias y relatos imaginarios que la palabra realiza, sin necesitar el acceso a la realidad por la vía de su materialidad. El ejercicio manual que exige la práctica asociada al origami se considera terapéutico y además un arte educativo. Los motivos pueden ser indistintamente plantas o animales, y en cualquier caso siempre se supone una actividad muy instructiva. Junto al grupo de nubes mencionadas aparece la instalación “Mapas invisibles” (200 x 700 cm), compuesta de vinilo de corte y agujas de acupuntura, a modo de gran mural donde se reproduce el plano del metro de la ciudad de Tokio. La artista ha procedido a reproducir de base el trazado del metro y las veinticinco líneas con las correspondientes paradas a las que superpone junto al nombre real en japonés, una traducción conceptual que no busca la equivalencia sino la paradoja para mostrar las líneas invisibles que unen destinos y establecen conexiones diversas a modo de mapas del cuerpo humano, como si efectivamente se tratara de representar la anatomía del cuerpo humano mediante un mapa de metro de cualquier ciudad del mundo. Las agujas de


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