educadores, muchos de los cuales eran profesores universitarios. Representaban un universo de más de dos millones de alumnos. Les pregunté: «¿Qué es más importante para formar a un pensador: la duda o el conocimiento prefabricado?». Todos respondieron que la duda. En seguida indagué: «¿Y qué es lo que enseñan ustedes?». Sorprendidos y honestos, contestaron que impartían conocimientos prefabricados. Éste es el sistema. Damos a los jóvenes conocimiento listo y terminado. No los estimulamos a criticar, a cuestionar, a discrepar. Los alumnos no descubren, no crean, no se atreven a pensar, no se aventuran. El sistema, sin advertirlo, encarcela el «yo», lo