Plan museológico del museo de León

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Plan museológico del Museo de León Texto: Luis Grau Lobo Director del Museo de León

MINISTERIO DE CULTURA

DIRECCIÓN GENERAL DE BELLAS ARTES Y BIENES CULTURALES

SUBDIRECCIÓN GENERAL DE MUSEOS ESTATALES


Colaboradores: Manuel García Garrido, Miriam Hernández Valverde, José Luis Hoyas Díez y Enrique Echevarría Alonso-Cortés. Equipo técnico del Museo de León, 2001-2006

Diseño de cubierta: Estudio Manuel Estrada Portada: Detalle del tríptico de La Crucifixión, san Jerónimo y san Francisco de Jan y Cornelis Metsys, hacia 1535, óleo sobre tabla.

MINISTERIO DE CULTURA Edita: © SECRETARÍA GENERAL TÉCNICA Subdirección General de Publicaciones, Información y Documentación © Del texto y las fotografías los autores NIPO:551-07-010-X I.S.B.N.: 978-84-8181-317-3

Catálogo general de publicaciones oficiales http://publicaciones.administracion.es http://www.mcu.es


MINISTERIO DE CULTURA

Carmen Calvo Poyato Ministra de Cultura Antonio Hidalgo López Subsecretario de Cultura Julián Martínez García Director General de Bellas Artes y Bienes Culturales


Índice Introducción explicativa ...............................................................................

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I. PLANTEAMIENTO CONCEPTUAL: caracterización básica del museo ...

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II. EVALUACIÓN Y DIAGNÓSTICO DEL MUSEO ...................................... 1. Historia y perfil de la institución................................................ 2. Los recursos patrimoniales: descripción y estado de las colecciones............................................................ 3. Arquitectura: situación actual y necesidades ............................ 4. Patrones expositivos previos ...................................................... 5. Difusión y comunicación ........................................................... 6. Medidas de seguridad ................................................................ 7. Recursos humanos y organización del trabajo ......................... 8. Recursos económicos ................................................................. 9. Evaluación final ..........................................................................

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III. PROGRAMAS Y PROYECTO DE FUTURO ........................................... 1. Imagen institucional ................................................................... 2. Colecciones: necesidades, incremento y ubicaciones .............. 3. Programa arquitectónico ............................................................ 4. Programa museográfico y expositivo ........................................ - Apéndice: programa museográfico para los anexos del Museo ............................................ A. San Marcos, anexo monumental ................... B. Villa romana de Navatejera, anexo arqueológico ....................................... 5. Líneas de difusión y comunicación .......................................... 6. Medidas de seguridad ................................................................ 7. Recursos humanos ..................................................................... 8. Presupuesto: necesidades y propuestas ....................................

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BIBLIOGRAFÍA .............................................................................................

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I. Planteamiento conceptual: caracterizaci贸n b谩sica del museo


I. Planteamiento conceptual: caracterización básica del museo

Es el Museo de León un museo de ámbito geográfico provincial, de los llamados “generalistas”, o, mejor aún, históricos, pues su planteamiento pretende interpretar los procesos históricos de su marco geográfico a partir de una serie de bienes culturales muebles (y, en ocasiones, también inmuebles). Estos pertenecen al Estado y, desde hace casi veinte años, a la Comunidad Autónoma, sean de los llamados bienes artísticos, de procedencia arqueológica, de carácter etnográfico o de cualquier otro signo útil para su cometido. Pertenece pues a una muy conocida estirpe de museos, los provinciales, que podríamos llamar “de segunda generación” en el proceso de génesis de los museos españoles, cuya vocación y trayectoria son suficientemente conocidas para desarrollar aquí mayores comentarios, por lo que nos remitimos a la bibliografía final. Su cometido se extiende, como se deduce de lo dicho, a amplios parajes

culturales: todo tipo de bienes susceptibles de poseer interés o significación cultural y una cronología tan vasta como la que sanciona la legislación de Patrimonio cuando alude a los testimonios materiales del hombre y sus actividades, dejando aparte (no por gusto) espinosos “patrimonios”, como el paleontológico, cuya regulación y destino son una asignatura pendiente aún hoy. Apenas está delimitado su marco territorial, la provincia, que introduce, en tan amplio como coherente planteamiento, un elemento de distorsión, ya que hace de una demarcación de índole administrativa, un elemento de análisis cultural e histórico. En nuestro caso, la provincia de León, la séptima más extensa del país, cuenta con un copioso y reconocido pasado histórico que ha dejado en ella huellas monumentales y culturales de primera magnitud a escala estatal, tanto en su capital como en el resto del territorio.

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Ambas cuentan con amplio reconocimiento internacional, tanto en la categoría del “Patrimonio mundial“ de la UNESCO para elementos de extraordinaria singularidad (mina romana de Las Médulas), como, más allá de las vitolas, en la merecida reputación de sus monumentos más representativos: la catedral gótica de León, la basílica de San Isidoro, la arquitectura mozárabe y mudéjar, los recintos amurallados romanos de León y Astorga, los edificios de Gaudí, un notable conjunto de castillos y yacimientos arqueológicos, los cascos históricos, la ruta de Santiago, la preservación de vestigios y tradiciones populares y un largo etcétera que sería prolijo e innecesario enumerar aquí. Todos estos hitos, finalmente, se entrecruzan formando una tupida urdimbre de contextos, paisajes y tradiciones históricas de honda significación, cuyo escenario geográfico deviene dotado de una inopinada trabazón interna, pues más allá de la artificiosidad de sus lindes actuales, la provincia de León coincide con antiguas zonas de gran personalidad de los pueblos prerromanos o de las divisiones jurídicas latinas, responde a la zona nuclear del reino medieval de su mismo nombre y, en definitiva, permite abordar la exploración histórica sin que las reservas jurisdiccionales sean un impedimento mayor. La importancia, además, de su crónica para la descripción integral de nuestro país, alcanzó cotas de la mayor relevancia en la alta Edad Media, momento en el que León se convirtió en la capital del reino más pujante de la zona cristiana peninsular, de cuya resonancia da testimonio suficiente el refrendo heráldico en uno de los cuarteles del escudo de España. Este potencial tanto cultural como educativo y turístico carece, sin embargo, de un reflejo museístico adecuado y comparable al que, de manera normalizada, tie-

nen la mayoría de las provincias españolas: un museo provincial que salvaguarde y gestione eficazmente los recursos derivados de este Patrimonio público. Como consecuencia de la tortuosa historia de desencuentros en la solución a su déficit endémico, la sede del museo, el de León apenas ha podido efectuar algunos de sus cometidos más primarios y primordiales, como son la custodia, la preservación y, de manera esporádica y muy limitada, la muestra pública de parte de sus bienes, sin que ello le haya permitido ofrecer una perspectiva de la historia de su territorio, en plena consonancia con sus posibilidades de hacerlo, y tampoco el desarrollo de otros aspectos corolarios de esa misión. La carencia o las limitaciones de un espacio destinado a explicar la historia del territorio leonés de una manera general, completa cronológica y espacialmente e ilustrada con la selección de sus vestigios históricos y artísticos más representativos, resulta deplorable, habida cuenta de esta necesidad desde muy diversos puntos de vista, pues aunque existen en la provincia otras propuestas museísticas de calidad, ofrecen versiones limitadas o sesgadas tanto en lo territorial como en lo temático que requieren de la participación de este referente para completarse. La función y relaciones del museo con su territorio de referencia, la provincia de León, deriva, pues, de su propia definición y sentido institucional: se trata del organismo encargado de custodiar, conservar, incrementar, investigar, comunicar y difundir el patrimonio cultural mueble propiedad de los ciudadanos, de titularidad pública, y, de hecho, es la institución más antigua y acreditada de la provincia dedicada a este tipo de tareas. En este sentido, el de las colecciones, el Museo leonés se manifiesta como uno de los más nutridos y cualificados de su entorno y tanto la categoría de unos bienes aco-


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piados desde hace más de centuria y media, como la coherencia interna de los mismos con el objetivo histórico y comunitario del museo, le convierten en un museo con una enorme consonancia entre esas colecciones y el cometido al que sirven, circunstancia no desdeñable habida cuenta de los planteamientos de muchos de los museos de nuevo cuño en las últimas dos décadas. Su público, como no podía ser de otro modo, es tan variado y extenso como sus colecciones y ámbito cronológico y cultural. Cabe señalar una distinción básica, a veces soslayada, entre su usuario directo, el visitante de las exposiciones y participante en actividades del museo, y el cuerLeón desde el aire, más allá de la catedral se vislumbra el edificio “Pallarés” (foto P. Álvarez de la Fuente).

po social que mantiene el museo y lo considera un organismo útil, a su servicio, pues este último contingente es casi universal. El museo sirve a la ciudadanía realizando todas las funciones que marca su definición como tal museo, independientemente de que tenga el respaldo de unas visitas que refrendan una parte de su trabajo. Por ello es financiado con dinero de los ciudadanos y a ellos, a todos ellos, deben dedicarse sus actividades para lograr un nivel de implicación creciente en el tratamiento de un Patrimonio que nos pertenece a todos. En su caso, el museo leonés habrá de reforzar sus acciones futuras hacia los niveles escolares y académicos, como institución formativa, y hacia los propios habitantes de la provincia, ya que el aporte turístico o foráneo ha sido su fuerte hasta la fecha, como veremos.


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En los sentidos que venimos comentando, la función del Museo como servicio público cobra especial relevancia en varios aspectos, tanto institucionales como sociales, que esquematizamos a continuación. - Es el único centro estable en la provincia dedicado a la custodia, conservación, restauración y documentación (un tratamiento técnico integral, en resumen) de los bienes culturales muebles. Aspecto determinante que le ha permitido actuar no sólo en sus colecciones, sino también en bienes y propuestas museísticas dispersos por el territorio leonés, pudiendo incrementar este servicio cuando sus nuevas instalaciones se lo permitan. - Centro expositivo de referencia a nivel provincial. Tanto en cuanto a sus propias colecciones, como a montajes temporales, propios o ajenos, habiendo resultado muy fructífera su colaboración en numerosos proyectos expositivos cercanos. En este último aspecto, la tradicional carencia de una sala de exposiciones temporales adecuada y amplia en el centro de la capital leonesa ha sido uno de los principales obstáculos para la realización de determinadas muestras muy relacionadas con León, ocasionando a veces costosas transformaciones de espacios monumentales o el uso de entornos poco adecuados. Por ello, tras su experiencia de estos años, el Museo propone la disposición en su nueva sede de un espacio amplio, versátil y céntrico destinado a las exposiciones temporales. - Instrumento educativo de primera magnitud en el ámbito académico provincial a todos los niveles. Este aspecto tan prioritario ha sido objeto de numerosas propuestas didácticas aplicadas a las colecciones y deberá ser aspecto a desarrollar en toda su intensidad cuando el museo cuente con los medios

materiales que la nueva sede ha de proporcionarle. En todo caso, tanto los grupos escolares de primera, segunda enseñanza y universitarios como otros contingentes culturales utilizan ya, de forma habitual y programática, el museo como parte de su plan académico o docente, lo que supone destinarles un área de acogida y preparación previa de las visitas. - Institución de investigación en el marco provincial. A través de sus colecciones, con una proyección externa de los trabajos relacionados con ellos, ya sea desde el punto de vista interno de los técnicos del museo y trabajadores temporales (en sus distintas vertientes: histórica, docente, restauradora...) ya desde el del uso del museo como infraestructura hacia el exterior, gracias a la disponibilidad tanto del Patrimonio custodiado como de la biblioteca, los medios materiales y humanos y su fondo documental. - Institución de cabecera de la museística provincial. Fenómeno éste, el de la eclosión de museos de rango local o sectorial, de gran efervescencia en nuestros días y que a través de la regulación sistemática que propone la Ley 10/94 de Museos de Castilla y León, convierte a este Museo en lo que de facto era, un referente para este tipo de proyectos y su articulación tanto territorial como patrimonial en el marco del Sistema de Museos de Castilla y León. Los recientes depósitos de parte de sus colecciones acordados con museos de nuevo cuño como el Romano de Astorga, del Alto Bierzo en Bembibre, del Bierzo en Ponferrada, entre otros, y la necesidad de llevar a cabo actuaciones de apoyo técnico, supervisión y control de los mismos, aparte de la facultad de informe sobre nuevas propuestas son un adelanto del papel a jugar por el Museo cuando


adquiera todo su potencial gracias a la normalización derivada de la disposición de una sede. - Referencia de los trabajos arqueológicos ejecutados en la provincia, tanto en materia de recepción y control de los objetos extraídos a consecuencia de los mismos (pues este es, según normativa, su lugar de depósito) como de puesta a disposición de la ciudadanía de los resultados de los trabajos de este tipo, por medio de su aprecio social y su divulgación en términos de accesibilidad al conocimiento y la valoración. - Receptor de bienes de titularidad privada y pública cuyo depósito se acuerde. Tarea la del incremento patrimonial público nada trivial, pues la provincia de León cuenta con un montante de Patrimonio histórico de interés en manos privadas, aún por evaluar, pero que significativamente está recalando en el Museo en forma de donaciones y depósitos recientes a causa del Fachada actual de San Marcos de León (foto Imagen MAS).

incremento de su presencia pública a través de actividades, alcanzado gracias a su sede provisional. - Elemento de promoción turística de primer orden. Volcada como están la ciudad y provincia en el aprovechamiento de los recursos patrimoniales e históricos, la visita a los grandes centros monumentales de la ciudad (catedral, San Isidoro, San Marcos, ruta romana...) se completaría con la disposición de un Museo provincial de primer orden, moderno y avalado por sus fondos, donde tomar noción del contexto histórico tanto de estos edificios como del resto del Patrimonio monumental de la provincia. - Un referente de dinamización cultural destacado en la provincia a través de las múltiples actividades complementarias a la mera exhibición de sus colecciones. Tanto en la organización de conferencias, congresos científicos y debates, como en la edición de libros técnicos o divulgativos, programación de cursos de formación, recepción de alumnado en prácticas, activi-

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dades pedagógicas para grupos, asesoramiento técnico, conservación del Patrimonio local, etc. convierten al Museo en uno de los centros culturales indiscutibles de su territorio.

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En resumen, el Museo de León se define como una parte sustancial e imprescindible de la infraestructura cultural y de atención al Patrimonio en su marco geográfico de actuación.


II. Evaluaci贸n y diagn贸stico del museo


II. Evaluación y diagnóstico del museo

1. Historia y perfil de la institución La adscripción, situación jurídico-administrativa y modelo de gestión y dependencia, están precisados por uno de los marcos administrativos en materia de museos más curtidos de cuantos existen en España, ya que pertenece al concurrido grupo de la mayoría de nuestros museos provinciales: los museos de titularidad estatal y gestión transferida a una comunidad autónoma, conjunto en el que, según nuestra opinión, se encuentra gran parte de la infraestructura básica en materia de museos de nuestro país. Cabe enfatizar que estamos ante una institución de titularidad estatal, adscrita al Ministerio de Cultura, algo esencial en el asunto que nos ocupará, el de su nueva sede, pues esta es una competencia directa, no transferida, de ese

Ministerio, a quienes están adscritos tanto el nuevo edificio adquirido en 2001, como las salas del Museo en el convento de San Marcos y el yacimiento arqueológico llamado villa romana de Navatejera, anexo del Museo. Por tanto se rige, en términos generales, por el Real Decreto 620/1987, de 10 de abril, por el que se aprueba el Reglamento de Museos de Titularidad Estatal y del Sistema Español de Museos (modificado por RD 469/1994, de 17 de marzo), que desarrolla a los efectos la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico Español. La gestión del Museo fue transferida a la Comunidad de Castilla y León, según consta en la Resolución de 9 de junio de 1986 (BOE 3/7/86) de la Secretaría General técnica por la que se publica el Convenio entre el Ministerio de Cultura y la Comunidad de Castilla y León sobre gestión de museos y archivos

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de titularidad estatal, cuyos efectos entraron en vigor el primero de año de 1987. En consecuencia, forma parte de las instituciones regidas por la Ley autonómica 10/1994, de 8 de julio, de Museos de Castilla y León, complementada por el Decreto 13/1997, de 30 de enero, por el que se aprueba un Reglamento de desarrollo parcial. Aquella ha sido acompañada posteriormente por la por la Ley 12/2002, de 11 de julio, de Patrimonio cultural de Castilla y León. Con posterioridad al convenio de transferencia de gestión, por Resolución de 3 de julio de 1992 (BOE 3/8/92), se transfirió a este Museo, en el mismo marco normativo, el yacimiento arqueológico visitable villa romana de Navatejera, en calidad de anexo del mismo (sito en el municipio de Villaquilambre, inmediato al de León). El régimen de vistas está actualmente regulado en el Decreto 174/1994, de 28 de julio, de la Junta de Castilla y León, por el que se regula la visita pública a los museos de titularidad estatal gestionados por la Comunidad de Castilla y León, mientras que el Decreto 245/1995, de 30 de noviembre, regula la aceptación de fondos a título gratuito en los museos gestionados por esta Comunidad. Aparte del marco legal y normativo de su funcionamiento, en cuanto a su gestión y estructura de dependencia, siempre en el marco autonómico, el Museo tiene la forma de una unidad administrativa, sin autonomía propia, que a efectos de gestión ordinaria elabora propuestas presupuestarias anuales de los capítulos II y VI (gastos corrientes e inversiones) remitidos a los Servicios de cultura (provincial) y de Museos (regional) para su consideración. La parte aprobada de esta propuesta suele provincializarse, de forma que se realiza la gestión mediante la dependencia orgánica del Servicio territorial de Cultura de la Delegación

territorial de la Junta de Castilla y León en León. A efectos de programación, por contra, la política de museos y la aprobación de las actividades culturales dependen del Servicio de Museos e infraestructuras culturales de la Dirección general de promoción e instituciones culturales (Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León), ubicado en Valladolid. Ello supone que tanto gastos como ingresos están regidos por las normas administrativas generales de régimen económico, y a efectos funcionales el museo, si bien está sometido a los rigurosos controles de la administración en cuanto a sus actividades y recursos y, en muchas ocasiones, a serias limitaciones presupuestarias y de gestión de distinto signo, se halla al menos amparado por una dependencia que asegura su permanencia y estabilidad. No es lugar para extenderse aquí sobre un sentir común entre el gremio, que puede ser avalado por numerosos datos e informes objetivos, sobre la existencia de frecuentes conflictos competenciales derivados de la duplicidad de dependencias, estatal y autonómica. Resultan de este bifrontismo frecuentes rifirrafes en los que el facultativo encargado de la dirección del museo suele ocupar un lugar mal parapetado. La responsable actuación ministerial, en especial en los últimos años, en las materias de su competencia según el convenio citado (edificios-sedes y colecciones históricas sobre todo) no se ha correspondido en muchos casos sino con una preocupante y absurda dejación por parte de órganos autonómicos para los que estos museos “no son estrictamente suyos”. De hecho, se ha producido de forma paulatina un proceso Sala del Museo, junto al claustro, con el mobiliario del gabinete de los jesuitas, a principios del XX (foto archivo del Museo).


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de vaciado de competencias de los museos acorde con una autonomía y capacidad de maniobra cada vez menores y una atención presupuestaria decreciente. La dirección de estos centros se incrusta en farragosas tramitaciones burocráticas, deudoras de múltiples y celosos escalafones, que tienden al inmovilismo o al desánimo. Si se quiere disponer de museos de funcionamiento acorde con el empellón inversor y de infraestructura que el Estado realiza en la renovaciones como la que describimos aquí, es preciso capitalizar ese momento mediante una prolongación de inercias (y sinergias) hacia un modelo de gestión más ágil y mejor dotado en todos los aspectos, asunto que supera las consideraciones que pueden y deben proponerse en este documento.

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La historia del Museo de León, “desventurado como pocos otros de España” en palabras de Gaya Nuño, que lo inspeccionó en 1966, ha recibido éste y otros calificativos de la misma especie debido principalmente a su azarosa biografía y, en particular, a su ubicación, desde siempre, en el histórico convento de San Marcos, catalizador de muchas de sus visitas y halagos pero también de sus circunstancias más críticas. Como ocurre con la mayoría de los provinciales, el museo leonés no surge ni espontánea ni filantrópicamente. Las causas de su origen radican en la emergencia, en la imperiosa necesidad por contener el inminente expolio y destrucción que sucedió a la desamortización de bienes eclesiásticos, al patrimonio monumental religioso del país. La medida económica de los gobiernos liberales decimonónicos, emblematizada por el ministro Mendizábal, constituyó, en el caso de la riqueza histórico-artística acumulada en las casas conventuales, un momento especialmente dramático para la conservación monumental en España. Primera y

única, además, de las reordenaciones patrimoniales de nuestro país a cierta escala, no tuvo ni objetivos culturales ni planificación o medios suficientes. Por ello, cuando en 1837 se crearon las Comisiones Literarias y Artísticas, y en 1839 empezó a funcionar la de León, la recopilación de obras procedentes de los monasterios de San Claudio, San Francisco, San Marcos, Carracedo, Sandoval, Nogales y Nuestra Señora del Carmen, fue decepcionante pero supuso el embrión del futuro Museo Provincial, pronto completado con numerosos objetos de signo arqueológico. En 1866, tras las disposiciones de 1845, tenemos noticias de la andadura de la ahora denominada “Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de León”, compuesta por numerosos prohombres de la cultura provincial, entregados a variopintas actividades entre las que cabe señalar las excavaciones en el emblemático yacimiento astur-romano de Lancia, la restauración del Panteón de San Isidoro y de la Catedral y la inauguración del Museo, con el rápido y extraordinario aumento de sus colecciones. A este último extremo contribuyó la formación de un pequeño museo arqueológico que, junto a un gabinete de física y ciencias naturales, poseía el Colegio superior de los jesuitas, instalado en San Marcos desde 1859. Alimentado con aportaciones particulares -en especial los hallazgos epigráficos del padre Fidel Fita en los derribos de la muralla legionensecon la expulsión de la Compañía en 1868, sus piezas pasaron a engrosar los fondos del Museo provincial. Pese a la escasa atención que las administraciones prestaron en esos años al museo y a que algunas de las obras artísticas más insignes de la provincia fueron recogidas por la Comisión Central para engrosar el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, el esfuerzo de algunos individuos de la


Comisión se empeñó en la apertura de sus salas al público, consiguiendo del Estado la cesión del edificio de San Marcos, recién evacuado, para instalar Museo, Biblioteca y Archivo, y financiando de su propio bolsillo, ante el inmovilismo oficial, el traslado y acondicionamiento de los fondos del primero. Según afirma Díaz-Jiménez en su vindicativo libro de 1920, el Museo abrió sus puertas el día 6 de junio de 1869, en San Marcos de León, siendo uno de los arqueológicos más tempraneros del país en hacerlo, pues incluso se anticipó a la apertura del Arqueológico madrileño (1871). Al año siguiente la Comisión solicitó que el Museo fuese financiado y gestionado por la Diputación Provincial, lo que tuvo lugar desde el 22 de noviembre de 1870. Sala del Museo o “del tesoro” con el montaje de principios del XX (foto Winocio).

En los años inmediatos no pocos disgustos afligieron la labor de la Comisión. La falta de colaboración de párrocos y alcaldes a sus notificaciones y circulares provocó el extravío o la venta de numerosos bienes que, desatendidos o en manifiesto abandono, no fueron puestos bajo la tutela del único organismo capacitado entonces para ello, el Museo. Pero no todo fueron sinsabores, pronto las colecciones del museo leonés se situarían a la cabeza de sus homónimos provinciales: la Cruz de Peñalba en 1879 ofrecida por el obispado de Astorga inicia una serie de donaciones entre las que esa sede religiosa y la de León, la Diputación, el Ayuntamiento de la capital, la Sociedad Económica de Amigos del País, y numerosísimos particulares con una encomiable generosidad y afecto hacia la cultura local, contribuyeron a engrosar las excelentes colecciones del centro, completadas ade-

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más con numerosas compras (el “Cristo de Carrizo”, adquirido en 1874 puede ser el ejemplo más significativo). Asimismo se inician entonces los ingresos procedentes de excavaciones arqueológicas: Lancia desde 1868, la villa romana de Navatejera, descubierta en 1885 -ambas objeto de repetidos saqueos que motivaron el traslado de sus restos muebles al Museo-, la Milla del Río, Astorga o los remotos pueblos del área vadiniense (valles del Cea, Esla, Porma y Curueño) aportan, entre otros, muestras señeras de su pasado arqueológico. La inspección del académico Francisco María Tubino se deshace en elogios en 1885: “el aprecio y gratitud a que la Comisión de León se ha hecho acreedora por la inteligencia y actividad desplegadas en aumentar las diferentes colecciones del Museo... que se hallan convenientemente colocadas y entre las que la epigrafía no tiene rival en España ni en el extranjero”; motivo este último que provocó la edición de un álbum con dibujos de esta sección para la Exposición Universal de París en 1878. Para garantizar la permanencia en la gestión del que ya es un auténtico Museo Provincial, la Comisión solicita al Estado se haga cargo del mismo, lo que sucede a partir de 1898, nombrando a Ramón Álvarez de la Braña primer director en sustitución de Juan López Castrillón, que había sido “jefe” del mismo desde la Comisión. La nueva etapa se abre con dificultades, pues a las reticencias de algunos miembros de la Comisión por la nueva titularidad (que llevó incluso a una disociación de colecciones sólo corregida ¡noventa años después!), se une el robo sufrido el 26 de agosto de ese año, debido a la inseguridad que planteaba el uso compartido con las instalaciones militares ubicadas en San Marcos. También ese año se traslada De la Braña y accede al puesto Manuel Company, a su vez trasladado a la

Biblioteca Pública en 1900, aunque continuará como interino hasta la incorporación de Ángel Nieto, uno de los directores de mayor continuidad (1907- 1925). Hasta el momento, el Museo no había publicado su inventario. Sin embargo sí tenemos noticias del mismo, en particular a través del Catálogo Monumental de GómezMoreno (editado en 1925 y elaborado entre 1906 y 1908), que de nuevo se queja por la falta de orden y control, y del mencionado libro de Eloy Díaz-Jiménez (1920), referencia imprescindible para esta época y, sin duda, la mejor guía del Museo hasta fecha muy reciente. En 1925, Nieto también publicó una guía que completó aquel trabajo con las recientes incorporaciones y que incluyó un sumario listado de piezas inventariadas en un intento de normalizar una situación de precariedad que empezaba a ser, ya por aquel entonces, alarmante. Entretanto, para explicar esa coyuntura, convertida pronto en pura endemia, es preciso hablar de San Marcos. Este vasto edificio, monumento desde 1844, joya de la arquitectura renacentista y casa madre de la Orden de caballería de Santiago para el reino de León, tras su desamortización nunca fue ocupado en su totalidad por el Museo. Los restantes espacios habían sido utilizados para solucionar variopintas necesidades de las instituciones municipales y provinciales. En 1870 fueron trasladados allí los enfermos de la cárcel provincial, y ese mismo año lo habita también un batallón de voluntarios que realiza prácticas de tiro contra la fachada norte; en 1874 se convierte en enfermería del hospital de San Antonio y para colmo, en 1875, el Ayuntamiento solicita su derribo al Gobierno Civil lo que es evitado, con el apoyo de la Comisión de Monumentos, gracias al traslado del culto desde Renueva a San Marcos. Cuatro años después se cede el edificio para Casa Central de Estudios de los Escolapios, exceptuando


las salas bajas y el claustro, reservados al Museo. Para no extendernos, digamos que esta va a ser la tónica general de las próximas décadas, atrincherado el Museo en la angostura de pequeñas estancias y en la incomprensión más apática. Por fin, en 1888 el Ayuntamiento, deseoso de atraer a León la Capitanía de la VII Región Militar, propone al ex-convento como sede de una Academia Militar, y provoca una primera orden de desalojo que se evita in extremis por la intervención de la Comisión y la negativa del Ministerio de Guerra por razones de carácter práctico. Se logra así la adscripción al Ministerio de Fomento en 1893, breve respiro que remite ante la reiteración, esta vez de Ayuntamiento y Diputación, de la solicitud al ramo de Guerra. El año 94 es crítico, los individuos de la Comisión deben incluso encerrarse para salvar las La misma sala del Museo o “del tesoro” en 1990, cerrada por acumulación de objetos (foto L. Grau).

cuatro salas que ocupaba el Museo y, aunque lo logran, se granjean las antipatías de la población, que ansiaba la ubicación en esta ciudad del cuerpo militar. Así, San Marcos, que además había sido y será brevemente Instituto de Segunda Enseñanza, Escuela de Veterinaria y lugar de la Exposición Regional Leonesa de 1892, se convierte dos años después -¡y hasta 1964!- en local del IV Depósito de Sementales equinos, decepcionante respuesta al interés local y origen de innumerables cuitas, que el director, Sr. Company, resume: “tuve, bien a pesar mío, que dedicarme a la tristísima labor de desmontar los riquísimos miembros arquitectónicos procedentes de los antiguos monasterios de este reino... para que fuera ocupado el espacio (por) las cuadras para caballos sementales”. Se suceden entonces extravíos, robos e indignas situaciones: “el jefe del museo carece de despacho higiénico y salubre... sólo es habitable, dada la crudeza del

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clima y la extensión de la sala a beneficio de una estufa de carbón cuyos humos perjudican el primoroso artesonado”, se denuncia en los escritos refiriéndose a la “sala del artesonado” (actual salón de actos del Parador). Entre 1925 y 1941 se suceden las direcciones de Pilar Corrales, Teresa Andrés y Ursicina Martínez, destacando el envío en 1929 de objetos a la Exposición de Barcelona o la adquisición de piezas señeras: el calvario de Corullón, la colección prehistórica de Sanz Martínez, los restos de las excavaciones realizadas en Sahagún el año 32, etc. Pero sobre todo, la Guerra Civil. El 19 de julio, los milicianos leales a la República se hacen fuertes en el edificio, incluido el Museo, en una defensa desesperada durante la que arrojan algunas piezas de valor a los sublevados. Reducidos aquellos ese mismo día, la parte alta del edificio se dedica ahora a cuartel de la Falange, y la baja a sórdido y cruel campo de prisioneros. El cierre del Museo, la acumulación de piezas en las esquinas del claustro, separadas por un murete de las crujías donde se hacinan los confinados, la desaparición o desperfectos en varias obras (mosaico de Hilas, por ejemplo), etc. dibujan una lúgubre etapa con una dilatada proyección en el tiempo. Tras la efímera gestión de Martín Galindo, Matías Morais, en 1942, se dispone a rejuvenecer el maltrecho inventario a partir de la reciente normativa de los museos elaborada por José Mª de Navascués. Ese mismo año se crea el grupo de colaboradores del Museo “López Castrillón”, única asociación de amigos hasta la creación de la actual, más de medio siglo después. Ya en 1941 se abren las expectativas de traslado del Museo a una nueva sede con el ofrecimiento de Educación Nacional de los locales que dejaba vacantes la Escuela de Veterinaria (hoy Instituto Legio VII), lo

que provocó una euforia que pronto se vería truncada. Los problemas se acrecentaron cuando los jesuitas, otra vez a cargo de los oficios de la iglesia en 1953, demandaron la ocupación de las sacristías que eran usadas como salas de exposición. El Gobernador de la Provincia ofreció entonces los locales del Regimiento Burgos, en la calle del Cid y, caso de no ser posible, ¡el traslado de las mejores obras a Madrid, para asegurar su integridad!. Ni una cosa ni la otra llegaron a tener lugar. Y así llegamos a la dirección más prolongada de cuantas han tenido lugar en este Museo, la de Eladio Isla (1958-84), sin duda marcada drásticamente por la habilitación del edificio santiaguista con objeto de transformarlo en un lujoso Parador Nacional (1964-66). Esta decisión, que parte de una reversión a la iglesia del convento desamortizado en el XIX y su inmediata cesión al Estado en la que para nada se considera al Museo, convertido dramáticamente en auténtico clandestino de San Marcos, motiva además de diversos extravíos y roturas de piezas a los que, por desgracia, nos vamos acostumbrando en estas líneas, el cierre del Museo durante las obras y su definitiva segregación respecto a ámbitos tradicionalmente vinculados a él como eran la “sala del artesonado” o el coro de la iglesia. Antes, durante y después, prosiguen las opciones de traslado en un auténtico sorteo donde cabe todo edificio leonés que se precie: la propia iglesia de San Marcos, el edificio “Fierro” de la Diputación, la antigua cárcel, la escuela de magisterio, la “Casa del peregrino”, el Palacio Episcopal, el viejo edificio de Correos, el palacio de los Condes de Luna, etc. y, mientras tanto, las colecciones se amontonan en las tres únicas salas de exposición disponibles ahora, una de ellas habilitada parcialmente como despacho por medio de un biombo, cuyo


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espacio tan solo se caldea gracias a un ladrillo bipedal romano previamente calentado en calderas ajenas. En 1971 se ocupa la “Casa del peregrino”, inmueble dieciochesco junto a San Marcos, entonces abandonado, como improvisado almacén de un henchido Museo. Pero años después deberá desalojarse este casón precipitadamente por orden del municipio, su propietario, en uno de tantos episodios traumáticos que venimos sintetizando. Y en 1988, se incorporan al Museo las importantes colecciones que la Comisión de Monumentos mantenía en su poder Sala del Museo o “del tesoro” con el montaje de 1993 a 2005 (foto Imagen MAS).

desde la reversión del Museo al Estado, no todo son malas noticias. La etapa más reciente se inició en 1987, cuando entra en vigor la transferencia de la gestión del museo a la Comunidad Autónoma de Castilla y León, durante la dirección de Jorge Juan Fernández. Seis años después, ya con la dirección del que suscribe, se trasladan colecciones, oficinas y talleres a un local alquilado en las afueras de la ciudad y, con ello, se logra reabrir al público las vetustas tres salas del museo en San Marcos con una exposición permanente que apretaba, en los apenas 350 m2 disponibles, un discurso histórico completo a partir de unas 300 obras seleccionadas entre lo más granado y representativo de sus fondos. Junto al lapidario


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(otras 140 obras) dispuesto secularmente en el claustro del monasterio, representaban menos de un 1% de sus colecciones, aunque sí un porcentaje muy superior (en torno al 20 %) de aquellas que deben exhibirse de forma permanente, la espina dorsal de aquello que podríamos denominar a efectos de nuestro proyecto museológico en curso, el esqueleto o “núcleo expositivo del museo”. Antes se ha logrado un almacén provisional, en las afueras de la ciudad, que permitía no sólo liberar las salas de exposición, sino también emprender trabajos impostergables de recatalogación, control, embalaje y conservación preventiva y restauración. En 1995 se logra la disposición de una nueva sede provisional en un edificio centenario del casco histórico. Antigua sede del Banco de España hasta los años 40, fue edificado en 1903 en la calle de SierraPambley, nº 4 frente a la catedral leonesa, y aunque se trata de un inmueble insuficiente a todas luces, es digno y permite por vez primera poner en marcha un plan de exposiciones temporales de sus colecciones almacenadas que, al mismo tiempo, avanza las intenciones proyectuales del futuro museo, en esas fechas pensado aún para otra ubicación. Una docena de muestras temporales de manufactura propia con las colecciones del centro, realizadas en el período 1996-2003 (acompañadas de varias exposiciones de producción ajena) han permitido no sólo recuperar la imagen pública del museo, refrendada en el aumento de sus visitantes, de las donaciones y depósitos de particulares, de la cantidad y calidad de sus publicaciones y de otras actividades culturales, sino también llegar a la confección de este plan museológico con parte del camino andado, en las mejores condiciones habida cuenta del punto de partida y las circunstancias. A efectos sintéticos y pragmáticos, por tanto, puede resumirse esta dilatada y accidentada historia del Museo de León

mediante una periodización en tres momentos. La gestación (1837-1898): formación de los fondos del futuro Museo, recogidos fundamentalmente por la Comisión provincial de Monumentos de León, que luchó por contener la degradación y expolio de los bienes eclesiásticos tras la desamortización, a la vez que inició la recogida sistemática de restos arqueológicos. Es momento de compras, donaciones y depósitos de gran valía, que transformarían al Museo ya entonces en “uno de los más preclaros de España”, en frase posterior de Gaya Nuño alusiva a sus piezas. En la siguiente etapa o normalización crítica (1898-1964), si bien el Museo adquiere un cierto grado de normalidad en su funcionamiento, administración y exposición pública, no menos habituales son las constantes referencias a su precariedad en la sede histórica que lo acoge, presentes antes pero agudizadas ahora. Junto a espléndidas presencias en certámenes internacionales, variadas actividades de difusión y continuidad en la política de adquisiciones, el espacio que el Museo ocupa desde siempre es ambicionado ahora por numerosas instituciones cuya confluencia en San Marcos determinan la escasa proyección del centro, sumido tras la guerra civil en una atonía imparable. En 1964, San Marcos se convierte en lo que aún es para casi todos: un hotel de lujo de la Red de Paradores Nacionales. El último período (1964-2006) se ha dedicado a resolver la angustiosa falta de espacio. “En busca de un lugar en el mundo”, podría ser su título, pues tras la edificación del mencionado hotel en el 95% de la superficie de San Marcos (incluso ocupando salas tradicionalmente del museo) se sucedió la necesidad de un traslado cuyas alternativas se suceden, a veces con vértigo, sin llegar a cuajar hasta 2001. Cuarenta años de oportunidades, proyectos y frustraciones, resumidos en hipótesis arquitectónicas destinadas a reu-


bicar el Museo ante la claustrofóbica e impracticable superficie que mantiene en el viejo convento jacobeo. El papel del museo en su entorno cultural, o lo que cabe comentar a propósito de su imagen pública, se ha visto seriamente mediatizado por su mayor carencia tradicional: la falta de un edificio o sede que le permitiera desarrollar sus funciones de una forma plena y eficaz y, al tiempo, le proporcionase una presencia unitaria y sólida frente a la ciudadanía, imagen ahora difuminada a causa de la fuerte personalidad de su vieja sede (el “museo de San Marcos” dicen muchos, quienes no lo conocen como el “arqueológico”) o por la precariedad y falta de implantación arquitectónica y urbanística de sus instalaciones (“en León no hay museo provincial”, dirían los más, identificando el museo con un edificio que lo albergue). Así, lo que constituye el fundamento, motivo y necesidad de un museo, unos fondos patrimoniales, sean artísticos, arqueológicos o de otra índole, sufren la carencia de esa sede como el principal obstáculo para su correcta conservación, conocimiento, reconocimiento social y, en última instancia, para la definición de la identidad histórica y territorial a la que pertenece y da servicio el Museo. En los últimos años, pese a su situación, distintas ubicaciones provisionales de algunos de sus servicios han permitido, particularmente gracias a la última de ellas, llevar a cabo una programación expositiva de producción propia, gran número de ediciones y publicaciones, la regularización de sus colecciones en materia de restauración, conservación, almacenamiento y documentación (incluso informatizada) que han situado al centro en condiciones de afrontar el tránsito a su nueva sede con garantías. El régimen de uso de esta institución atiende a servicios públicos de muy diver-

sa consideración, entre los que pueden consignarse como los más habituales: - Las propias visitas al centro en régimen individual o por grupos no organizados, que en la actualidad y desde que en 1993 se abrieron al público las salas reformadas, sitúan a este Museo entre los más visitados de su tipo, el segundo de los de la región, con cifras cercanas a los 40.000 visitantes anuales. - La programación de actividades expositivas temporales. Actividad que, hasta la fecha, se ha ceñido principalmente a muestras de producción propia con fondos no expuestos, pero que en el futuro atenderá a propuestas externas e itinerantes. - Las actividades de difusión general, tanto ciclos de conferencias, como cursos, visitas específicas (a instalaciones internas, por ejemplo, por parte del alumnado de museología), presentaciones, difusión de actividades de restauración y de investigación, entre otras muchas. - Las propuestas didácticas (cursos, visitas, unidades de actuación, dinamizaciones, etc.) orientadas a grupos escolares de todos los niveles y de ámbito no académico, resaltando el importante papel que habrá de tener el museo como partícipe en la formación de profesionales con dedicación hacia el Patrimonio histórico, museístico o no. - El servicio de biblioteca, tanto en préstamo como en consultas en sala. Un servicio ahora infrautilizado a causa de la precariedad e insuficiencia de las instalaciones, pero que, aún así mantiene niveles equiparables con otros centros museísticos, en torno a los 250 usuarios del préstamo y un número no mensurable en sala que destaca por su alta especialización (universitarios y profesorado) en consonancia con la especialización de los fondos bibliográficos.

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- Las atenciones a investigadores, especialmente relevantes en materia arqueológica (el museo es receptor natural de los objetos extraídos en las intervenciones provinciales), pero también muy habituales en otras muchas materias (fotografías, documentación, referencias, etc.) - Las ediciones de títulos monográficos y divulgativos, capítulo en el que se sitúa en la cabeza de los museos de su región, con cerca de una veintena de títulos publicados en estos diez últimos años, lo que, además, ha permitido establecer una nutrida red de intercambios. - El préstamo de obras a exposiciones temporales. Aspecto éste muy destacable por cuanto el Museo ha estado presente en un gran número de las muestras de gran presupuesto que han tenido lugar en España sobre patrimonio histórico (algunas de ellas con proyección internacional) y es receptor de numerosas peticiones de préstamos temporales de bienes. Y, por último, pero quizás lo más importante, la función pública determinante para la existencia del museo (las demás podrían tener lugar incluso en otro tipo de centros) es el correcto tratamiento del patrimonio histórico por él custodiado, en materia de control, conservación y restauración, documentación e investigación y su puesta a disposición pública con las mayores garantías en todos los terrenos. Las relaciones institucionales del Museo se producen desde hace casi dos décadas de forma imbricada en el ámbito de su dependencia administrativa, particularmente a través de los órganos de la comunidad autónoma (Servicio de Museos). De esta forma, limitada como está su capacidad de maniobra por dicha estructura, el museo apenas establece por sí mismo relación directa de tipo institucional.

No deja de existir, sin embargo, un cada vez mayor papel de este centro en relación con el panorama museístico provincial. Sea en el marco de la ley regional 10/94 de museos y el aún poco operativo Sistema regional de museos, sea en el de las actividades propias del centro, la mayoría de estos museos o embriones de centros museísticos tienen al provincial como modelo, referente o interlocutor a efectos tanto de posibles depósitos como de auxilio y asesoramiento técnico, infraestructura, cesión de exposiciones y otras actividades itinerantes, etc. En el futuro inmediato la conformación y articulación de las redes menores o temáticas previstas en esas leyes y reglamentos habrán de dotar al museo de su papel en un marco más definido y definitivo. Por otro lado, lo que sí es frecuente y cada vez se incrementa más es la participación no-institucional diríamos, o extraoficial, en ámbitos académicos, profesionales, museísticos, etc. El fluido intercambio de información que en estos años se ha producido entre diversos organismos museológicos y este centro se debe, casi en exclusiva, a la actividad personal y profesional de su plantilla, más que a un marco administrativo regulador. Así por ejemplo, la dirección del Museo pertenece en este momento a distintas organizaciones y entidades relacionadas con la mejora profesional de la actividad museológica, lo que tiene y ha de tener en el futuro, obviamente, reflejo positivo en la actividad del centro (nos referimos a la Junta Superior de Museos del Ministerio de Cultura o al Patronato del Museo Arqueológico nacional, y, años atrás, a las ejecutivas de ICOM- España y de la Asociación Profesional de Museólogos de España). De igual manera, las relaciones con otros centros de sus características en el ámbito nacional e internacional se enmarcan en proyectos de colaboración de las


distintas materias abordadas por el museo, fundamentalmente expositivos y de investigación y difusión que, pese a no tener una periodicidad o estructura determinadas, conviene mencionarlas aquí. Los profesionales del museo, finalmente, son a menudo requeridos para tareas de tipo técnico por distintos organismos administrativos, desde la periódica consulta y petición de informes técnicos de la Comisión territorial de Patrimonio sobre aspectos patrimoniales de la provincia, hasta la supervisión de diversas operaciones relacionadas con exposiciones, formación de técnicos o actuaciones en patrimonio cultural en general, tanto en el ámbito provincial como en el autonómico.

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II. Evaluaci贸n y diagn贸stico del museo


2. Los recursos patrimoniales: descripción y estado de las colecciones Respecto a una breve crónica del origen e historia de las colecciones,, ya hemos trazado un boceto a la hora de abordar la propia historia del museo, indisoluble con la de los bienes que atesora. Sin embargo sí cabe delinear éstas en razón de su origen, aunque sea sólo para mencionar algunas circunstancias interesantes a efectos museísticos. El primer patrimonio cultural del museo leonés, como ya hemos mencionado, deriva del proceso de exclaustración, y se compone en lo fundamental de obra pictórica y escultórica, centrada en los siglos de la Edad Moderna, del XVI al XVIII. Junto a estos bienes, en esos años de la segunda mitad del XIX se producen las primeras intervenciones de una arqueología bisoña cuya actividad, si bien esporádica y limitada a un puñado de lugares ilustres (Lancia, el subsuelo catedralicio durante las restauraciones o la villa de Navatejera) en los que intervienen arqui-

tectos con ínfulas de historiadores o la propia Comisión de monumentos, se acompaña de numerosos hallazgos aislados que refrendan la vocación del museo. La colección epigráfica, una de sus mayores singularidades, se reúne en gran medida en estos momentos, gracias al derribo de partes de la muralla de León en la que estas piezas habían sido reaprovechadas como material constructivo. Es la época de epigrafistas y latinistas, como el padre Fita, que se cierra con la visita de Gómez-Moreno para realizar el catálogo monumental de la provincia, ya en la primera década del siglo XX, momento en que el museo cuenta ya con la base más acreditada de sus colecciones. El extenso período posterior, hasta los 80 del pasado siglo, es momento de un ininterrumpido goteo de bienes de muy distinta índole, procedentes de una arqueología caracterizada por su falta de continuidad y ambiciones. Del ingreso de las colecciones de Sanz Martínez en los años 20 al de los trabajos leoneses de García y Bellido o lancienses del propio director del Museo, Eladio Isla, contando con el producto de las excursiones del padre Morán en los años 40/50 o del programa televisivo “Misión Rescate” en los 60/70 (que no siempre recaló en el museo, todo hay que decirlo), se deduce un fondo arqueológico dispar aunque no exento de momentos de excepción, en un panorama subdesarrollado y voluntarista que hemos analizado en otros trabajos2. En los 80 se abre un período muy diferente, caracterizado por el traspaso competencial y la aplicación de la nueva legislación y normativas patrimoniales que, en el

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Ver Grau, L.: “Eruditos, pioneros e historiadores de la arqueología leonesa”, en VV.AA.: ArqueoLeón. Ciclo de conferencias sobre la Historia de León a través de la arqueología. León, 1996, pp. 225-239.

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terreno de las colecciones museográficas, tiene una gran incidencia debido al paralelo desarrollo de una nueva forma de gestión del patrimonio arqueológico, que se caracteriza entre otros rasgos, por un crecimiento acelerado de las intervenciones respecto a pasadas décadas. Junto a otros problemas (déficit de investigación, sometimiento de muchos trabajos a exigencias externas, falta de equipos formados y de protocolos de actuación normalizados, etc.), esta nueva arqueología trae como consecuencia directa la gran afluencia de bienes a los museos, tónica que se mantiene in crescendo en los siguientes años, alcanzando una “fase de meseta” en los años 90 para estabilizarse en unas cifras que, de todas formas, ningún museo puede gestionar a niveles técnicos con garantías, pues no se ha producido un equilibrio entre tales ingresos y el personal y medios requeridos para su tratamiento. La proliferación de museos locales y la consiguiente descentralización y “redistribución” de ese ingente volumen de bienes no ha sido tampoco una solución decisiva, a causa de la endeble estructura técnica de tales proyectos museísticos o de la carencia de directrices de trabajo que unifiquen comportamientos al respecto. Junto a este cambio radical, los 80 vieron en León la solución de un problema de casi un siglo atrás, con la llegada de un contingente de bienes muy cualificado, el que la Comisión de monumentos seguía manteniendo en sus manos desde 1898, a causa de su separación de los destinos del Museo. Solucionado este extremo con la incorporación de un nuevo fondo provisto de bienes artísticos y arqueológicos de rara calidad, la incorporación de bienes de primera fila se ha producido, desde entonces, a partir de adquisiciones (en las que únicamente el Estado ha desempeñado un papel de relieve), y depósitos y donaciones de particulares, procesos que

han incrementado de manera sustancial desde que en 1993 el Museo empezó a dar señales de vida pública. No existen en este museo ni depósitos de otros museos, como los habituales depósitos del Museo del Prado, ni de otras instituciones salvo la gestora, lo que quizás deba explicarse por la tradicional carencia de un lugar acondicionado y con garantías para hacerles frente. La titularidad de los bienes coleccionados se reparte entre el Estado, la Comunidad autónoma y algunos depósitos de particulares. Ello da lugar a diferencias, sino de tratamiento técnico, pues éste es, lógicamente, homogéneo, sí de trato administrativo derivado de su tenencia. El estado posee la más cualificada parte de los bienes, procedente de la desamortización, incautaciones, compras y excavaciones realizadas hasta la transferencia competencial, que se encuentran en el museo en calidad de bienes adscritos, o colección estable, por lo que sus vínculos con el centro son de tal magnitud que podría decirse que lo justifican y explican a efectos patrimoniales. Sin embargo, la Comunidad Autónoma, cuyos bienes proceden casi en su integridad de las excavaciones arqueológicas de los últimos veinte años, los tiene en el Museo en calidad de depositos, de forma que sus ataduras son otras. Ello no ha sido obstáculo hasta la fecha, para considerarlos parte integrante de toda propuesta permanente del Museo a largo plazo o para la incuestionable unidad de las series científicas. Pero sí presupone un estado de cosas que parece prever futuros distintos o, cuando menos, dibuja museos no del todo asociados con el Patrimonio que en ellos entra, según sus órganos gestores. Se producen, además, con ese más débil nexo entre los museos y sus bienes, circunstancias desagradables y peligrosas como la falta de diligencia y hasta de efectividad de los


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“Cristo de Carrizo”, la obra más afamada del Museo, adquirida en 1874 (foto Imagen MAS).


vas”, etc. Este fondo destaca en particular sobre la tónica habitual de los museos provinciales de nuestro entorno, pues la cantidad y, sobre todo, calidad de los objetos que lo componen sitúan a este centro entre los más distinguidos de su tipo. - Fondo arqueológico, sin duda el más numeroso y creciente del centro, ya que no sólo se nutre de los antiguos hallazgos aislados e intervenciones esporádicas anteriores a los años 80 (entre las que cabría tipificar un montante de aproximadamente 5000 piezas en gran parte aprovechables museísticamente), sino, sobre todo, de los trabajos arqueológicos (prospecciones, excavaciones y supervisiones) recientes y en curso, cuyo ingreso proporciona ingentes cantidades de material en un volumen de piezas difícil de calcular que rondaría las 25.000, aunque en términos de aprovechamiento museístico directo atienden a un porcentaje menor (en torno al 15%)3. La práctica totalidad de las épocas históricas está representada en este aspecto (desde las primeras evidencias de poblamiento hasta el siglo XX), destacando por cantidad y calidad el fondo arqueológico romano y medieval, fruto del conocimiento arqueológico de urbes antiguas como Legio VII, Lancia y Asturica Augusta, entre otros yacimientos, aunque las colecciones prehistóricas y de la Edad Moderna (ss. XVI-XVIII) conforman un panorama con ínfimas lagunas.

ingresos de bienes de excavaciones arqueológicas, la dispersión de otros e, incluso, usos no estrictamente técnicos de tales bienes en el curso de propuestas culturales que los afectan. Resulta relevante, cuando el reparto competencial sitúa cada vez más lejos de estos museos al Estado, que aún hoy día éste aún adscriba las compras de bienes que realiza a museos que no gestiona, mientras la Comunidad Autónoma únicamente los deposita. Poco queda decir en cuanto a los depósitos de bienes de particulares, salvo que se rigen por la normativa vigente y se realizan siempre teniendo en cuenta los criterios de relación con las colecciones, con el marco territorial del museo y con las capacidades del mismo para lograr su correcta conservación y aprovechamiento social y cultural.

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Un rápido perfil de las colecciones custodiadas por el Museo es asimilable, en gran medida aunque con excepciones, al de la mayoría de los museos provinciales. Componen estas un muy nutrido conjunto de objetos tradicionalmente agrupados en divisiones académicas (poco prácticas, museológicamente hablando, en la actualidad) que informan, frecuentemente, sobre su origen: - Fondo artístico, en su mayoría procedente de la desamortización monástica llevada a cabo en el XIX, aunque incrementado posteriormente con adquisiciones y donaciones, constituye el más fácilmente evaluable en términos individuales, pues sus obras suelen estar dotadas de individuación a efectos de inventario o catalogación. En una cifra cercana a las 3000 piezas se agrupan, pues, desde materia pictórica, tallas, esculturas en diverso material (piedra preferentemente), elementos arquitectónicos de ornamento, objetos suntuarios o “artes decorati-

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Estas cifras, meramente indicativas y estimativas, deben completarse con abundantes materiales pendientes de ingreso y/o control, solicitados en varias ocasiones a los organismos pertinentes de la Junta de Castilla y León (excavaciones sin entregar, sin inventariar, depósitos en otros centros, etc.).


- Fondo etnográfico. Tradicionalmente el más escaso de los representados en el Museo4, sin embargo en los últimos cinco años se ha logrado engrosar con varios depósitos nutridos (fundamentalmente indumentaria, joyería e instrumental) que elevan su categoría hasta configurar una sección suficiente, plenamente expositiva a efectos de uso museístico, estimada en torno a las 500 obras. - Fondos epigráfico y numismático. Particularidad de las colecciones del centro respecto a otros similares es la gran variedad y cantidad de estas secciones, lo que ha motivado su tratamiento temático en los ámbitos propuestos (lapidario y monetario). La epigrafía (en un 70% romana) asciende a más de 160 piezas exponibles (de un total mayor, cercano a las 250), mientras que los ejemplares monetales superan los 4000. En ambos casos, junto a la destacada presencia de obras de signo romano en ambos capítulos, se encuentran representadas todas las épocas. - Otro tipo de fondos. El fondo documental (fotografías antiguas, papel, ediciones, etc.), de maquinaria en desuso (recientemente recopilada), y otros, complementan las colecciones del centro. Pese a lo dicho, y como es notorio, la cuantificación de los bienes del museo no puede seguir modelos numéricos, habida cuenta de la diferente trascendencia de los bienes culturales a todos los efectos, a las que no puede ni debe darse el mismo rango de contabilidad. En este sentido debe interpretarse la somera (y sumarísima) cuantificación de este epí-

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A causa de la dedicación de la Diputación leonesa al tema, que dispone de un Museo etnográfico provincial en curso de instalarse en una localidad cercana a la capital, Mansilla de las Mulas.

grafe y para cualquier aclaración nos remitimos a la información exhaustiva proporcionada en las fichas catalográficas de los anexos de este Plan, que incide en especial en los aspectos relacionados con su tratamiento expositivo inmediato5. Otro aspecto a considerar es el de los ingresos habituales, o incremento previsible. Este capítulo está protagonizado por los ingresos preceptivos de fondos arqueológicos, pues cabe recordar que el Museo es destinatario natural y legal de cuantos objetos son recuperados en los trabajos arqueológicos efectuados en la provincia, así como de los objetos muebles recuperados en propiedad por las administraciones estatal y autonómica que tengan relación con sus colecciones y ámbito. Al tiempo, la adquisición y depósito de objetos se ha visto acompañada, sobre todo en los últimos años en que la imagen del Museo se ha visto recuperada gracias a su actividad cultural, de numerosas donaciones y depósitos de particulares que constituyen uno de los procedimientos más señalados, sino en volumen sí en calidad de incorporación de obras con un porcentaje de aprovechamiento museístico cercano al 100%. Anualmente, el ingreso de objetos resulta de una media de 20 expedientes en un montante total estimado en torno a las 1500 piezas, cuyo aprovechamiento museístico directo oscila entre las 20-30 obras (siempre considerando este concepto como individualizado o colectivo, según el tipo de material) a causa de su carácter eminentemente arqueológico, aunque se incrementa este promedio gracias a las donaciones. Nos remitimos en este caso a las previsiones de ocupación de los almacenes que se detallan más adelante.

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Aunque en este libro no puede incluirse tal base de datos, sí se ofrece una de esas fichas que permite apreciar la información facilitada.

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Cabe mencionar, al respecto de la documentación de las colecciones, que comprender la auténtica dimensión de éstas no es tarea sencilla, habida cuenta del estado aún incipiente de la informatización de su inventario y catálogo, la carencia de inventarios tradicionales en algunos sectores, especialmente registros arqueológicos antiguos, y la previsión de ingresos de conjuntos pendientes de hacerlo (no ingresados por falta de espacio en ocasiones, en otras por mera negligencia). Junto al esfuerzo realizado en la última década, que ha logrado un control informático básico pero muy operativo del inventario, del archivo fotográfico, de los fondos bibliográficos y de la topografía y restauración de los bienes6, es triste señalar, con todo, la falta de un modelo de tratamiento catalográfico aprobado por la administración gestora. Ese ha sido el gran escollo en la materia de estos años, pues ni siquiera se ha procedido a la firma del convenio de implantación del sistema DOMUS, elaborado por el Ministerio de Cultura, algo que el Servicio autonómico de Museos nos viene prometiendo desde hace más de una década. Si tal sistema hubiera estado en vigor, la información elaborada y suministrada por el Museo no habría tenido que recurrir a formatos operativos, sí, pero no homologados, ni armonizados con la mayoría de los museos de titularidad estatal. Por otro lado, el gran obstáculo para la realización de un control completo en los

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Para estos trabajos hemos elaborado una ficha propia a partir de la tan antigua como útil ficha de Navascués (la única oficial antes de DOMUS) en la que hemos volcado, revisados, los datos de aquellas, utilizando para su administración una base de datos muy versátil: Filemaker, formato utilizado, con una presentación específica, para los datos facilitados en este Plan sobre requerimientos expositivos de los bienes.

museos es la dispersión de formatos en que ingresan los inventarios de objetos recuperados arqueológicamente. Hasta que no se produzca, por parte de la administración competente, la armonización entre las tareas de registro e inventario de la arqueología y los museos receptores será casi imposible contar con otra cosa que la no sea la actual mezcolanza de modelos, procedimientos, fichas y, en definitiva, el archipiélago autista y superfluo en que está a punto de convertirse esta tarea tan capital. Unas pocas palabras sobre la investigación en el marco del museo para subrayar que se ciñe a al empeño voluntario y ocasional, cuando sus obligaciones directas se lo permiten, de sus técnicos. No ha tenido eco ninguna de las peticiones al respecto para integrar este museo en los planes de estudio universitarios en materia de Patrimonio y tampoco se han aprobado programas en los que el museo no sólo haga, como hasta la fecha, de venero de informaciones para tales trabajos, que pasan por aquí con la menor incidencia en la vida del mismo. A pesar de todo, distintas reuniones científicas, artículos y participaciones en foros especializados avalan una dedicación, no programática pero real, del personal del Museo a esta rama indispensable del trabajo en un museo. Para finalizar este epígrafe, respecto a su estado de conservación, se ha elaborado, de forma paralela a este documento, un Plan de Restauración de fondos del Museo de León para su traslado a la nueva sede7,

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En dos fases, desde mayo de 2002, su ejecución, financiada en un porcentaje abrumador por el Ministerio de Cultura, se ha venido produciendo a lo largo de estos últimos cuatro años en coordinación con los trabajos derivados del Plan y de las restantes operaciones museísticas (montaje, traslado, preparación de bienes para exposición,


encargado por la Subdirección General de Museos estatales (SGME) del Ministerio de Cultura y el Servicio de Museos de la Junta de Castilla y León (SMJCyL) con objeto de emprender tales trabajos de forma programática, documento al que nos remitimos en este aspecto. Sí cabe señalar aquí que durante los quince años anteriores (1987-2002) se llevaron a cabo intensas labores de restauración y puesta al día de fondos que, en su mayoría, no habían sido atendidos en este sentido nunca o eran presa del deterioro causado por las duras condiciones de conservación sufridas en las salas de San Marcos durante casi toda su historia8. El funcionamiento ininterrumpido, además, de un laboratorio de restauración en el Museo, atendido por un profesional de plantilla desde 1994 ha sido completado con numerosas contrataciones de asistencias técnicas que permitieron en ese período la restauración de un montante aproximado de cuatrocientas obras y la intervención a efectos de medidas de conservación (acondicionamiento, embalaje, instalación, medidas preventivas) de la gran mayoría de las mismas, siempre en consonancia y coordinación con trabajos paralelos de inventario, control, ordenación, documentación fotográfica y de todo tipo y catalogación (informatizada en buena medida). En todo caso, la necesidad de intervención en gran parte de los fondos del cen-

etc.) Ha sido uno de los procesos más complejos de este tiempo y, sin duda, la mayor operación de este signo realizada nunca en el Museo, de manera que puede decirse que se ha tratado, de una manera o de otra, cerca del 80% de los bienes que componen la exposición permanente (una cifra cercana a los 2.000). 8 Los valores ambientales de esas condiciones oscilaron, hasta 1990, entre 70-80% HR y 5-15ºC durante más de cinco meses.

tro a efectos de ponerlos a punto en materia expositiva (limpieza, eliminación de añadidos antiguos, confección de apeos, etc.) supone la propuesta de contratación de un equipo de restauradores durante el período de traslado y montaje, durante al menos cuatro meses, como se ha señalado en el mencionado plan de restauración. Un capítulo de gran importancia para caracterizar el estado de las colecciones es el de su ubicación actual y las necesidades de su traslado. Este aspecto lógicamente depende de un presupuesto independiente; del traslado de las obras del museo a su nueva sede y posterior adjudicación a empresa especializada del sector, pero merece apuntar la actual ubicación de las obras y sus circunstancias generales: En el inmueble de la calle de SierraPambley, 4 (sede provisional) se encuentra el grueso de las colecciones así como el resto del mobiliario y elementos del museo. Un perfil general de los mismos podría ser éste: - Estanterías y fondos almacenados en cajas (rígidas y normalizadas, tipo bacs y otras), en una superficie actual ocupada de 370 m2 (volumen aproximado: 190 m3). - Obras de gran tamaño y peso (epígrafes y restos pétreos) en nº estimado en 150. - Cuadros y tallas (nº aprox. 150) con su correspondiente peine de almacenamiento en el caso de los primeros, que es portátil por su pequeño tamaño y movilidad. - Biblioteca y estanterías de libros con cerca de 15.000 volúmenes, incluidas series y revistas científicas, con un aumento anual que oscila entre 550 y 600 volúmenes (compras, suscripciones e intercambios), lo que en términos lineales de estanterías situadas (no por estantes, sino por módulos verticales) significa aproximadamente 50 m actualmente en 120 m2.

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- Mobiliario e instrumental de laboratorio de restauración, dotado con maquinaria específica (ver relación de la misma en la caracterización del laboratorio). - Mobiliario de despachos, oficinas, salas de reunión y archivos, en total de siete (7) con equipamiento informático y archivadores, etc. - Otros elementos de trabajo variados algunos de los cuales conforman mobiliario museográfico de difícil aprovechamiento (se trata de elementos efímeros, reaprovechados o menores) cuyo reciclaje habrá de estudiarse. En las salas del Museo en San Marcos se encuentran algunas de las mejores obras del museo, cuyo traslado requerirá un tratamiento individualizado de embalaje y medidas preventivas. Son un total de 350 obras de un tamaño y configuración tan diversos que constituyen la práctica totalidad de las categorías de obras a tratar, algunas de ellas extremadamente delicadas (marfiles, tallas, tejidos...) cuyo movimiento deberá conformar un trabajo aparte y producirse, a nuestro juicio, una vez haya tenido lugar la instalación de los restantes servicios y personal del museo en su nueva sede y la ubicación del mobiliario museográfico dispuesto a acogerlas. Caso especial ha de ser el movimiento de los epígrafes y grandes piedras del lapidario de San Marcos, compuesto de cerca de 120 obras de grandes dimensiones y pesos en general, que conformará otro trabajo específico e independiente o, al menos, una parte singular del traslado de las obras de San Marcos9.

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El traslado de todos los bienes del Museo (entre junio y octubre de 2006), una de las más delicadas operaciones que hemos realizado después de la redacción del Plan, fue objeto de un pliego de prescripciones técnicas que desarrollaba los comentarios apuntados aquí.


II. Evaluaci贸n y diagn贸stico del museo


3. Arquitectura: situación actual y necesidades

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Tres son las sedes o inmuebles que en este momento (marzo de 2003) ocupa el Museo, total o parcialmente y sobre ellos apuntaremos las posibilidades de uso futuras así como sus necesidades de reforma en este capítulo. a. La sede tradicional del Museo en el histórico convento de San Marcos, desamortizado y en manos del estado, ocupa, desde que fuera convertida la mayoría de su superficie en un Parador (1964), tres salas destinadas a exposición permanente de una selección radical de las obras del museo. Cada una de ellas, de unas dimensiones similares, cuenta con 120 m2 de superficie, en un total cercano a los 350 m2 que debe considerarse con reservas, pues su carácter monumental (se trata de estancias de medidos del XVI repletas de elementos escultóricos en paredes y bóvedas, a veces con pavimentos también históricos) impide un aprovechamiento íntegro del espacio a efectos expositivos. Al tiempo se cuenta con un uso compartido del claustro monumental del edificio (siglos XVI y XVII), donde se ubica el “lapidario” o sección epigráfica, con más de 120 ejemplares sitos en un entorno inadecuado falto de seguridad (abierto al público por otros accesos cuando el museo está cerrado), de condiciones de conservación (a la intemperie y afectado por detritus de pájaros) y de instalación (recibidas con cemento muchas de ellas desde hace cerca de cien años), en una superficie cercana a los 800 m2, de muy escasa funcionalidad. Una vez reubicado el grueso del museo en su nueva ubicación, nuestra propuesta es que estas estancias sigan sirviendo al mismo, con categoría de anexo monumental, gracias a una muestra permanente dedicada a la interpretación de uno de los monumentos más visitados y relevantes de la provincia. Sus reformas


de tipo arquitectónico más urgentes son la reparación de la cubierta y retejo de las salas 2 y 3 (sacristías renacentistas), la limpieza de paramentos, el estudio de grietas y su eliminación y el sellado, reparación o reemplazamiento de los ventanales emplomados de ambas estancias10. b. La subsede provisional del Museo desde 1995 es un edificio sito en la calle de Sierra-Pambley, 4 (frente a la catedral de León), antigua sede del Banco de España en León y, en tiempos recientes, del Servicio de Cultura de la Junta de Castilla y León, quien lo cedió para uso museístico a la espera de la nueva sede. Se trata de un inmueble construido en 1903, con cerca de 1000 m2 útiles, en tres plantas y sótano, sin ascensores ni salidas de emergencia, ni acceso para discapacitados, y sin posibilidad de reformas parciales a causa del carácter portante de sus muros y la angosta y tortuosa distribución de las dependencias que tiene. Su aprovechamiento como locales provisionales del museo se realiza según la siguiente distribución y uso: - Almacenes (resumen de ocupación actual) · Superficie total actual de almacenaje: 370 m2 (100 % ocupado). · Volumen total ocupado: 195 m3 · Crecimiento anual en los últimos cuatro años en volumen: 20 m3 anuales. · Necesidades de almacenamiento para el futuro museo en el momento del traslado:

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Cuando se escriben estas líneas el Ministerio de Cultura ha abordado las obras pertinentes para solucionar estos problemas de conservación en las salas de San Marcos, mediante una primera restauración de los paramentos y suelos interiores y sustitución de ventanales (julio de 2006) y una reparación de urgencia de la techumbre y cubierta (octubre de 2006).

· 195 m3 ya existentes + 50 m3 (fondos pendientes de ingreso) + 25 m3 (margen de maniobra = 270 m3 + 20m3 x 2 años (crecimiento de fondos previstos hasta el traslado) = hacia 300 m3. · Disponibilidad de aprox. 800 m3 de espacio de almacenaje (aconsejable una cifra superficial superior a 400 m2). - Salas de exposiciones temporales, en la planta baja (en realidad una entreplanta, más alta que el nivel de la calle), con 200 m2. - Biblioteca y sala de lectura, en la primera planta, con superficie en torno a los 120 m2. - Talleres de restauración (sólo sección de inorgánicos), distribuidos entre la planta tercera y algunas dependencias de la baja, ocupando cerca de 110 m2. El taller está equipado con el instrumental y maquinaria necesario para su funcionamiento básico, por lo que deberá estudiarse el traslado y ubicación de éste en el nuevo edificio. - Oficinas, archivos y dependencias de investigación y estudio, con 100 m2. - Una pequeña área de atención al público y los aseos e instalaciones completan este cuadro. Puesto que este edificio ha de dejarse vacante en su integridad y apenas tiene relevancia alguna para el futuro del museo, no apuntaremos aquí ninguna apreciación ni proyecto de futuro para el uso de un inmueble que, tras nuestro desalojo, decidirá la administración titular del mismo11.

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En la primavera de 2006 se decidió que este edificio fuera la futura sede del Procurador del Común.

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c. El último de los espacios del museo es el recinto vallado y zona cubierta del yacimiento visitable denominado villa romana de Navatejera (en el municipio de Villaquilambre), cuya reforma, aplazada desde la ejecución de una primera fase de consolidación allá por 1995, está en curso de realizarse junto con el proyecto museológico que redactamos en estas fechas12. Habida cuenta de la situación descrita y que ésta se produce en el marco de la más estricta provisionalidad no insistiremos aquí en algo obvio, que las necesidades del centro cristalizan en la más acuciante de ellas: la de una auténtica sede, estable y capaz, que permita desarrollar sus funciones de una forma correcta y acorde con la categoría, potencialidades y proyección social de sus colecciones. Resulta, por ese motivo, interesante abordar la historia concreta de las diferentes opciones de reubicación del museo, que parten del episodio crucial y definitivo de su trayectoria en San Marcos. En 1964 se convierte el convento jacobeo en un hotel de lujo de la Red Nacional de Paradores. En esa decisión el museo ocupó un papel de ínfima relevancia, de manera que se redujeron sus espacios al máximo, su acceso cambió de ubicación definitivamente, perdiendo la entrada principal del edificio y debiendo coincidir desde entonces con el de los fieles a la iglesia, y, en resumen, se hipotecó para

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El Proyecto de rehabilitación y mejora de la villa romana de Navatejera (entregado por esta dirección en febrero de 2005), está empezando a ser aplicado con la ejecución (en septiembre de 2006) de la primera fase, dedicada al drenaje y habilitación de recintos de atención al público y protección de restos. Las segunda y tercera fases (restauración y musealización) está previsto ejecutarlas en 2007.

siempre el futuro del Museo en este edificio, haciendo absolutamente necesario el planeamiento de una nueva y distinta sede, gestión que se inicia en estos años pero que no adquiere fuerza hasta los 80, en consonancia con lo que sucede con el resto de los museos del país. Durante esa década la extremada precariedad y angustiosa situación del Museo llevó a los responsables ministeriales a promover la única solución definitiva y satisfactoria del problema: la consecución de una nueva sede, bien mediante la rehabilitación de una arquitectura histórica en el casco urbano leonés, bien mediante una construcción de nuevo cuño. La primera de estas posibilidades tiene su alternativa a partir de la modificación y recuperación del Palacio Episcopal de León, edificio singular del barroco local situado inmejorablemente en el flanco meridional de la catedral de León. La operación debía consistir en una permuta mediante la que la Diputación Provincial (quizá la institución que, aparte las implicadas directamente, más interés y generosidad ha demostrado tradicionalmente hacia el Museo) cedía un edificio de su propiedad, el viejo inmueble de Correos, en la misma plaza de la Catedral, al episcopado leonés, para que éste cediera su antiguo palacio al Ministerio, con destino a ser museo provincial. El arquitecto que había ejecutado el nuevo edificio de correos por el que se iniciaba esta carambola de trueques, Alejandro de la Sota, profesional de prestigio internacional, sería el encargado, también de reformar el palacio para convertirlo en Museo, según un proyecto entregado en 1984. Sin embargo, esta posibilidad no pasó del papel. Desconocemos la razón por la que, finalmente, fracasó la operación. Lo cierto es que el primer proyecto de De la Sota para el Museo se cerró en falso bruscamente y con él se esfumaron sus posi-


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Plano de San Marcos, en colores verde y rojo las salas del Museo.


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bilidades de mejora durante los años 80, iniciándose los 90 en las peores condiciones posibles, ya que, mientras tanto, apenas nada había cambiado en el Museo, salvo para empeorar las ya difíciles condiciones de partida, ni se habían iniciado planes de reforma, pues todos confiaron en que la gran solución, la nueva sede, estaba en camino y, con ella, la reparación de todos los males que acuciaban al centro y, por extensión, al patrimonio histórico mueble en manos del Estado. Este callejón sin salida se vino a solucionar con el encargo en 1988, esta vez por parte de la Junta de Castilla y León que toma ahora cartas en el asunto, de un estudio al arquitecto O. García Luna sobre adecuación de posibles solares y edificios susceptibles de ser ocupados por el Museo provincial. Estas alternativas se resuelven en el citado estudio con la propuesta, como mejor opción entre las posibles, del solar sito entre las calles Santa Nonia e Independencia, propiedad de la Diputación provincial, que a la postre sería la alternativa elegida. El solar citado se ubica también en lugar privilegiado (lindes del casco histórico con el ensanche decimonónico, frente a la recién restaurada cerca medieval de la ciudad) en una manzana de actividad cultural destacada (la Biblioteca pública del Estado, la institución provin-

cial Biblioteca Regional – edificio “Fierro”, sede del Instituto Leonés de Cultura, y el Conservatorio de música), con amplio espacio para el proyecto de un centro de nueva planta. El solar fue cedido por la Diputación leonesa, en 1991, de nuevo haciendo gala de largueza hacia el proyecto museístico más antiguo y ambicioso de la provincia, en distintas sesiones plenarias y de forma unánime por todos los grupos políticos. Con todo ello, de nuevo es Alejandro de la Sota el encargado de dar forma al edificio, con la inestimable ayuda de su grupo de colaboradores, en un primer anteproyecto (1990) al que siguen numerosas reuniones con profesionales del Ministerio y, en ocasiones, con el que suscribe, para adecuar el mismo a las necesidades y las colecciones del Museo, derivando en varios documentos de trabajo, como el primer Avance de proyecto museológico, por ejemplo, y el definitivo encargo del proyecto en 1993. Así se realizan, en ese mismo año, los oportunos sondeos geofísicos en el solar, para constatar la posibilidad de efectuar los sótanos propuestos o se encarga un estudio de soluciones para los cerramientos acristalados del ediUno de los planos del proyecto de nueva planta de Alejandro de la Sota para el Museo de León (De la Sota, 1993).


ficio proyectado. Y finalmente se presenta el estudio de detalle de la manzana requerido por el Ayuntamiento de León como trámite previo a la aceptación urbanística del proyecto (1995). A pesar de tan esperanzadoras noticias, el proyecto se detiene en su último y más grande escollo: la asignación presupuestaria. La política de contención del gasto público, los recortes sucesivos o cualquier otra razón13, unidas a los empeños locales en otros proyectos que, por

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Ese solar, casi el último de gran superficie en el casco histórico, fue inmediatamente involucrado en una operación urbanística municipal aún sin cerrar, una vez que se decidió no instalar allí el Museo.

Oficinas, almacén, y talleres del Museo en un local alquilado en las afueras de la ciudad entre 1991 y 1995 (foto L. Grau).

nuevos, quizá aúnen más entusiasmo; motivos variopintos y, en fin, poco claros o manifiestos, lo cierto es que el proyecto del Museo Provincial de León sufre un parón en torno a los años 1994 y 2000. Por ende, el fallecimiento de Alejandro de la Sota (1996) provoca, al margen de tan sentida pérdida, una orfandad del proyecto que en nada ha favorecido su evolución posterior, pues son pocos los profesionales que están en condiciones o desean arriesgarse con la obra del maestro gallego. La situación del Museo de León al inicio de la década de los 90 no podía ser más desoladora y precaria. Unas escasas y mal comunicadas tres salas en el histórico convento de San Marcos, espléndidas en su estética pero absolutamente inadecuadas en su funcionalidad y condiciones ambientales, sirven de improvisado almacén de piezas y una de ellas (la única con calefacción) de sala de exposiciones

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en la subsede de la c/ Sierra-Pambley, etc. Son actividades que, unidas a la revitalización de las funciones propias de un museo han devuelto la imagen del mismo a la ciudadanía y han provocado su puesta al día, para que únicamente la construcción de su sede definitiva sea la gran asignatura pendiente cuya solución impida al museo caer de nuevo en otro callejón sin salida. De lo antedicho se desprende que el futuro del Museo de León depende, única y exclusivamente y casi al cien por cien, de la disposición de esa sede. Veamos ahora cómo se ha llegado a la consecución de la misma. Un edificio para un museo y un museo para un edificio: “Pallarés” y el Museo de León.

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abierta al público. Las colecciones, empaquetadas de manera harto defectuosa, en un ambiente pernicioso y sin apenas otro lugar donde evacuarlas o trabajar con la mínima dignidad, sufren las carencias acumuladas de casi medio siglo de proyectos sin fruto. Desde entonces, una activa presencia de la administración regional en la primera década de la gestión iniciada en 1987, que después se ha ido diluyendo, ha favorecido la búsqueda de soluciones aunque provisionales, suficientes- de tan graves problemas. Dos traslados en cinco años, total revisión de los fondos depositados del Museo, adecuación de varios locales y finalmente de un edificio público para sede provisional administrativa y directiva del centro, reforma del espacio de exposición en la sede de San Marcos, realización de exposiciones temporales Edificio de la calle Sierra-Pambley, nº 4, subsede provisional del Museo de 1995 a 2006 (foto L. Grau).

La solución a tan agudo problema ha pasado por la adquisición del edificio “Pallarés”. La complementariedad de este edificio y el Museo en cuanto a que se trataba de un continente sin contenido y un contenido sin continente, permite aquí recordar algunos aspectos de la imagen pública de “Pallarés” que tan bien se acomodan a su nuevo destino. El inmueble conocido como edificio “Pallarés” fue construido en 1922 como almacén de ferretería por el arquitecto Manuel de Cárdenas14 y durante cerca de sesenta años mantuvo este uso, cuya noción se amplió al de lo que hoy concebiríamos como unos grandes almacenes

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Cuya obra, de carácter transicional entre el historicismo ecléctico y la aplicación de nuevos materiales en un lenguaje cada vez más despojado de ese esteticismo, es bien notoria en León gracias a la conservación de varios y significados edificios públicos y privados que constituyen lo más granado de la arquitectura en la ciudad antes de la Guerra Civil.


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comerciales, muy apreciados socialmente por la población leonesa y favorecidos por su inmejorable ubicación y la singularidad de su arquitectura, particularmente debida a la traza volumétrica alargada del inmueble, similar a un navío varado en la transición histórica entre el caso viejo leonés (cuya muralla romana dista apenas unos metros) y el ensanche del siglo XIX. En los años ochenta fue adquirido por la Diputación provincial de León y convertido en el buque insignia de su política cultural mediante la ubicación allí del llamado “Salón de las Artes”, destinado a actos culturales (conferencias, proyecciones, etc.) entre los que la actividad expositiva Los almacenes comerciales “Pallarés” (Ed. Alarde, Oviedo-Archivo de la Diputación de León).

(preferentemente, pero no sólo, de arte contemporáneo) tuvo la especial relevancia que le proporcionó una adecuada programación y, especialmente interesante al caso, la gran acogida social que tuvo el hacerlo en un inmueble destinatario de tan frecuentes visitas. Si bien no se puede en ningún caso hablar de continuidad de uso, sí debe hacerse del mantenimiento de una costumbre popular que vincula “Pallarés” con una visita apetecible en el deambular de la ciudadanía por la zona más transitada de la ciudad. Posteriormente, la institución provincial se planteó, en 1994, la reforma y ampliación de Pallarés con objeto de convertirlo en un gran Centro de las Artes que dotara de mayor funcionalidad, eficacia y espacio al que ya había quedado


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obsoleto por la escasa capacidad del edificio y su deterioro. Las obras se ejecutaron con celeridad en una primera fase hasta que un cambio político en la Diputación provincial y el abandono definitivo del proyecto de Centro de arte15 provocaron el detenimiento de las mismas durante nueve años. Por fin, y tras varias alternativas, merced a una propuesta del propio museo que data de septiembre de 1997, el Ministerio de Cultura adquiere en 2001 el inmueble para ubicar en él el Museo de León, iniciándose entonces el proceso que culmina ahora. Dicha compra ha recibido, por parte de la opinión pública leonesa, y, de forma unánime, por la clase política y los medios de comunicación la más entusiasta acogida, pues no sólo entraba así en vía de solución el añejo problema del museo provincial sino que se ofrecía además una salida digna e inmejorable al muy notorio edificio del centro urbano leonés, durante años reflejo de inactividad y frustración que repercutía en la misma imagen de la política cultural local. El edificio, por tanto, se encuentra en un proceso constructivo sin concluir y su situación actual responde a aquel proyecto, firmado por el arquitecto local A. Lozano Ferreras en 1994, que conocemos a raíz del ejemplar del Proyecto Básico presentado en la Comisión territorial de Patrimonio cultural de León en mayo de 1994 (aprobado el 22 de julio de ese año). En ese sentido, si bien las reformas y ampliación acometidas revisten grandes porcentajes de aprovechamiento para el nuevo destino (el museístico), no cabe duda de que es imprescindible por una

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La confluencia con la decisión en estas fechas de la Junta de Castilla y León de ubicar en esta ciudad el Museo regional de arte contemporáneo (MUSAC) fue decisiva, creemos, en este aspecto.

parte la revisión de alguna de las obras ejecutadas, con objeto de responder a las necesidades del centro que lo va a ocupar y de los servicios que ha de ofrecer, así como, por otra, la culminación de trabajos que no se llegaron a ejecutar debido a la paralización de los mismos y su nuevo destino16.

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Las obras de reforma y terminación del edificio para su uso museístico duraron de junio de 2004 a marzo de 2006 y estuvieron proyectadas por el mismo arquitecto que hizo el anterior proyecto y dirigidas por Mauro Fernández del Barrio y Fernando Aguirre.

Planta baja de la subsede provisional del Museo habilitada como sala de exposiciones temporales de 1996 a 2003 (foto L. Grau).


II. Evaluaci贸n y diagn贸stico del museo


4. Patrones expositivos previos 56

No creemos necesario desarrollar este epígrafe en exceso, dado que la descripción del tipo expositivo que ha funcionado en el Museo a lo largo de su historia consistiría en una mera enumeración de alternativas poco innovadoras o exitosas, limitadas por las carencias descritas antes. Casi siempre se trató de una selección de los recursos patrimoniales del museo ordenada cronológicamente de forma sumaria (a causa de las limitaciones del


espacio, tanto en superficie como en configuración) cuya contemplación se veía complementada por los tradicionales acompañamientos a base de paneles, en el mejor de los casos provistos de texto y fotografías, y las cartelas o etiquetas identificativas al uso. La muestra permanente abierta en San Marcos en 1993 intentó ir más allá, incluyendo una serie de agrupaciones significantes, una ambición totalizadora, en el sentido de que intentaba dar cuenta de todo el pasado histórico del territorio provincial, y, sobre todo, por el hecho de considerarla un primer paso y el armazón sustentante de un proyecto más ambicioso, el de un nuevo museo, que, a pesar de las expectativas de entonces, tardaría más de una década en ver la luz17. Se complementó con una serie de exposiciones temporales entre cuyos objetivos estaba el de conformar la muestra permanente en el nuevo museo, que ahora podrá presentarse en una sola entrega, tras haberlo hecho en fascículos, en partes autónomas que deben ensamblarse con naturalidad18. La manifiesta temporalidad de todas esas propuestas museográficas y su nulo aprovechamiento material (el intelectual sí es amplio, como se verá) nos evita hacer más comentarios al respecto. Si puede ser interesante citar las exposiciones temporales más relevantes realizadas por el Museo de León en su sede provisional de la c/ Sierra-Pambley, 4 entre 1996 y 2003, a efectos de entender

Esta exposición permanente, concebida en principio para durar apenas un par de años, cerró sus puertas en diciembre de 2005, y ha sido objeto de descripción y análisis junto con el resto de las actuaciones del museo en la materia, en varios textos a los que nos remitimos: ver Grau, 1993 y 1994. 18 Ver Grau, 2003 al respecto. 17

su política de exposiciones, partiendo en este caso de las premisas de producción propia y exhibición de la propias colecciones, salvo un par de casos de itinerancias, acordes con la idiosincrasia del centro. - Museo de León: colección 1986-1996, mayo de 1996 a octubre de 1997. Consistió en una panorámica ajustada de los fondos que ingresaron en esos diez años, y repaso de la actividad del museo, coincidente con la primera década de gestión autonómica del Museo. Piezas arqueológicas ordenadas cronológicamente o por yacimientos de singular interés o trabajos continuados; compras de la administración tanto central como autonómica; depósitos y donaciones de particulares; trabajos seleccionados de restauración, etc. - Pretérito Imperfecto. Colección etnográfica del Museo de León, diciembre de 1997 a junio de 1998, repasó los fondos etnográficos, nunca antes expuestos, en consonancia con la publicación de su catálogo razonado. - Moneta Legionis. Del denario al euro con el Museo de León, diciembre de 1998 a mayo de 1999, recogió y exhibió gran parte de la colección numismática del Museo, proponiendo un recorrido completo por la historia de la moneda y los diferentes aspectos culturales, sociales, económicos, simbólicos, artísticos, materiales y científicos relacionadas con la misma. La exposición contó con el apoyo científico de la edición de la guía, un catálogo de la colección cuyo primer tomo se publicó en 1999, y un servicio didáctico propio. - Ultreia. Camino de Santiago por el Museo de León, junio de 1999 a enero de 2000, reunió los fondos de tema jacobeo que custodia el Museo de León con motivo del año jubilar compostelano, que permitieron un sintético pero completo recorrido por el fenómeno

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de la peregrinación a Compostela a través de varias de sus facetas históricas y artísticas: la leyenda de Santiago, su iconografía, la idea de viaje sagrado y el entorno de protección... - Seis siglos de pintura en el Museo de León, mayo de 2000 a julio de 2000, convocó a una selección de obra pictórica, mucha de ella restaurada recientemente, de los fondos del Museo, habitualmente no expuesta por falta de espacio, en un recorrido por las últimas seis centurias. - Pax Romana: Un edicto del Emperador Augusto hallado en El Bierzo (León), de octubre a diciembre de 2000, con motivo del hallazgo de un excepcional documento histórico de época romana, el “edicto de Augusto”, o “bronce de

Bembibre”, que contiene disposiciones legales dictadas por el Emperador Octavio Augusto desde Narbona, fechadas con precisión a mediados de febrero del año 15 antes de nuestra Era. El Museo realizó, así mismo una Reunión científica sobre el Edicto de Augusto que derivó en la publicación de la monografía más exhaustiva sobre el tema. Esta muestra viajó a distintos museos, incluso extraprovinciales. - Miradas Contrapuestas. Arte último en el Museo de León (de junio a noviembre de 2001), tuvo como planteamiento mostrar las obras de creación de destacados artistas en activo, vinculados a la Lapidario histórico en el claustro de San Marcos (foto L. Grau).


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provincia, en relación con obras del pasado custodiadas en el Museo, reflexionando sobre el pasado histórico y el origen, materialidad y significación de los objetos museísticos y su relación con el arte actual. - Tránsito. Hacia el nuevo Museo de León (donaciones, depósitos y compras: 1999-2001), desde diciembre de 2001 hasta enero de 2002. Con el planteamiento de mostrar la implicación de la sociedad con el museo en lo referido a aumento y renovación de sus fondos por medio de donaciones y depósitos de particulares y de destacadas inversiones por parte la propia administraAntigua Sala 1 o de arqueología en San Marcos, de 1993 a 2005 (foto L. Grau).

ción (en adquisición de piezas y restauraciones), durante los tres últimos años, de cara a la profunda renovación del centro que supondrá la disponibilidad de su nueva y definitiva sede. - Imágenes de arqueología leonesa. Antonio García y Bellido y el noroeste peninsular en la Antigüedad, de febrero a marzo de 2002. Junto a la celebración de la reunión anual del “Día de García y Bellido” en la ciudad de León (14/2/02), en la que tan decisivos trabajos arqueológicos llevó a cabo, el museo presentó una doble actividad cultural de reconocimiento: una exposición y un libro de estudios que proporcionaran al público la imagen aquilatada de la forma en que nuestros saberes sobre lo antiguo se encuentran


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en constante evolución con la llegada de nuevos tiempos. - La Mirada de Goya, patrocinada y organizada por Ibercaja, con motivo de la apertura de su primera oficina en León, tuvo lugar entre el 10 y el 26 de mayo de 2002. Presidida por el primer Autorretrato de Goya (hacia 17701775), la muestra contó con la serie completa de litografías “Los toros de Burdeos” y de otros 28 grabados: nueve Caprichos, dos Tauromaquias, once Desastres de la guerra y seis Disparates. - Atapuerca, un millón de años, muestra itinerante organizada por la administración autonómica, de diciembre de 2002 a enero de 2003. Reflejó la importancia de los trabajos de investigación realizados en la sierra burgalesa de Atapuerca, declarada Patrimonio de la Humanidad, en el contexto de los estudios sobre la evolución del hombre, su poblamiento en Europa y las pautas de comportamiento y sociales de los grupos allí identificados, con especial incidencia en apartados divulgativos e interactivos. - Finalmente, Otro lugar de encuentros, durante el verano de 2003, reeditó el planteamiento de la muestra de arte contemporáneo de 2001 pero aplicándolo al patrimonio en su versión extensiva, territorial, con intervenciones en monumentos y paisajes de una comarca (la de Sahagún), lejos de las salas del Museo y tendiendo un puente hacia el entorno al que debe servir. Para todas ellas nos remitimos a la bibliografía editada por el museo que se reseña al final.


II. Evaluaci贸n y diagn贸stico del museo


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5. Difusión y comunicación En cuanto al público, contamos con datos muy precisos pero muy generales sobre cifras de visitas y nulos sobre los

tipos de usuarios de los servicios del centro. Las actividades expositivas en el Museo de León, con cifras que oscilan en los últimos años entre los 35.000 y 40.000 visitantes, se han instalado desde su reapertura al público (1993) en las más elevadas de su historia, estabilización que, aparte altibajos menores provocados por la presencia de actividades expositivas temporales, supone un techo difícil de superar en las actuales circunstancias, habida cuenta de las limitaciones estructurales del centro, de forma que hemos llegado a un punto de saturación en este aspecto, como sucede en otros. El desarrollo anual de estas visitas, como puede apreciarse en los gráficos adjuntos, se concentra en los meses estivales, con un pico menor de fecha variable, en la Semana santa, lo que indica una presencia acusada de usuarios extraprovinciales (con un porcentaje estimativo de extranjeros cercano al 30%) en período de vacaciones, que responde al tipo de turismo que tiene la ciudad de León y a su concentración en esas fechas y por motivos culturales. El resto del año, las visitas se mantienen gracias a la proyección de las actividades orientadas a grupos escolares y a un goteo incesante de visitantes locales, atraídos en parte por la propia programación expositiva temporal del centro. El atractivo que supone la sala de exposiciones temporales de la sede provisional del museo, ha generado un volumen complementario de visitas que, a pesar de permanecer abierta al público sólo algunos meses del año, complementa con cierta eficacia las salas permanentes de San Marcos. Al mismo tiempo, el escasísimo número de visitas al anexo arqueológico, la villa romana de Navatejera se explica por que su estado de conservación y situación en precario no sólo impide efectuar promociones de la misma (se piensa, y es creencia que no desmenti-


mos, que permanece cerrada al público), sino incluso negar el acceso a determinados grupos y visitas por causa de lo peligroso de su recorrido o las deficiencias de sus instalaciones. Estamos plenamente convencidos de que cuando este recinto atraviese la reforma prevista se convertirá en un espacio cultural plenamente aprovechado y visitado asiduamente por grupos académicos y turismo en general. En cuanto a perfiles y tipos de usuarios de estas visitas al apartado expositivo, a falta de estudios de público concretos, cuya realización hemos demandado en varias ocasiones sin éxito, puede estimarse que se trata de dos grupos básicos: - El turista con formación o inquietudes culturales que visita ocasionalmente la ciudad y que no prescinde de uno de sus mayores atractivos monumentales, como es el complejo San MarcosMuseo de León, dentro de una tríada consagrada en la visita a la ciudad (Catedral-San Isidoro-San Marcos), teniendo al Museo bien como complemento de la propia visita al convento renacentista, bien como elemento independiente dotado de atractivo suficiente para llegarse hasta él a pesar de la distancia de su ubicación respecto al casco histórico19. En este sentido debe destacarse la alta valoración que tanto las guías turísticas y de viajes como el personal en labores de guía de grupo dan a la visita al Museo como elemento imprescindible para una correcta comprensión del pasado de la provincia y de sus principales

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La lejanía de San Marcos, que hasta bien entrado el siglo XX estaba fuera de la ciudad, se ha visto compensada en los últimos tiempos por la apertura, muy cerca, del Auditorio y del MUSAC, edificios que responden desde el punto de vista de la arquitectura de postín al desarrollo urbanístico de todo un barrio de nueva planta.

bienes patrimoniales muebles. Estas visitas lógicamente son las que se concentran en los meses y períodos vacacionales, conformando el mayor volumen de las mismas. - La afluencia a las exposiciones del museo el resto del año se nutre de grupos escolares o académicos de distintos niveles y visitas ocasionales de público local y provincial, especialmente relevantes en las exposiciones temporales, que cuentan con servicio de visitas guiadas y didácticas, muy demandado y excelentemente acogido. Los demás usuarios del centro constituyen un público especializado. O bien se trata de alumnos de los últimos cursos de licenciatura universitaria (especialmente en disciplinas humanísticas) en el caso de la biblioteca o las consultas de archivo y sobre obras, o bien profesionales de titulación superior o instituciones (museos, centros expositivos...), empresas y grupos culturales de intereses bien específicos que acceden a la información bibliográfica, documental y patrimonial que el museo custodia y produce, algunos de los cuales (como sucede con los arqueólogos) mantienen una relación normativa, estable y obligada con este centro, referencia inexcusable para sus trabajos. Los servicios que brinda el museo y su régimen de funcionamiento y gestión, funcionan a todos los efectos por medio de la reglamentación y normas administrativas derivadas de la administración gestora ( JCyL) y comunes para los museos provinciales de la comunidad. Un resumen de los mismos, es el siguiente20. El régimen de acceso a la visita de las exposiciones se rige por la normativa autonómica (Decreto 174/1994, de 28 de

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Hace unos años (2001) se comenzó la redacción de Cartas de Servicio de los museos provinciales, proceso interrumpido en la actualidad.

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julio, por el que se regula la visita pública a los museos gestionados por la JCyL), así como por la unificación de horarios de los museos provinciales determinada por instrucción de la Dirección General de Patrimonio de la JCyL a partir de 2001, resultando de los mismos los siguientes horario y tarifas, de aplicación también en las exposiciones temporales (salvo excepciones y horarios especiales):

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Martes a sábado: 10 a 14 h 16 a 19 h (octubre a junio) 17 a 20 h (julio a septiembre) Domingos y festivos: 10 a 14 h Lunes: cerrado Entrada: 1’2 €. Gratuita: estudiantes, menores de 18 años, mayores de 65, jubilados, voluntariado, miembros del ICOM, grupos culturales (solicitudes con antelación) y donantes de piezas a este museo. También gratuita los sábados y domingos y los días 23/IV, 18/V, 12/X y 6/XII. Nota: Anualmente se determinan ciertos lunes o festivos en los que se producen aperturas excepcionales en función de la previsible afluencia de público. El museo no está señalizado en el callejero urbano, aunque sí lo está San Marcos, lo que redunda en nuestro beneficio, pese a la omisión. Tampoco dispone de plazas de aparcamiento ni señalización cercana y su nivel de accesibilidad física está mediatizado por tratarse de un monumento histórico, pues aunque se han hecho practicables los desniveles y escalones por medio de rampas, pavimentos antiguos como el del claustro (de canto rodado) o visitas excepcionales, como la del coro de la iglesia, no están habilitadas para gran parte de los discapacitados. En esa instalación de San Marcos no hay tienda, ni taquilla ni ningún otro tipo de espacio accesorio (ni

siquiera existen aseos), produciéndose la dispensa de entradas y venta de libros en un pequeño mostrador sito en la misma sala de exposición. Por otra parte, aunque hemos solicitado reiteradamente la disposición de una web que diera información sobre el museo, la política de la Junta de Castilla y León impide efectuar tal vía de comunicación a no ser que esta se haga común a todos los centros, circunstancia que está pendiente desde hace más de una década21. Entre los otros tipos de usos y de usuarios, podemos señalar los siguientes: - Las visitas guiadas son, sin duda, el servicio más reclamado en el museo. Este servicio, en la actualidad (pese a nuestras solicitudes) no se ofrece más que a determinados grupos escolares que lo solicitan con antelación en el programa didáctico. Únicamente puede señalarse que sí se ha dispuesto de él en varias de las muestras temporales del museo con carácter excepcional. - La atención didáctica, en curso de reforma dentro del plan de aplicación pedagógica del Servicio de Museos de la JCyL, ha atendido a un gran número de grupos de E.S.O. en sus visitas tanto a la muestra permanente como a las actividades extraordinarias, proyectándose más allá del centro mediante la disposición gra-

21

Sin embargo, el museo contó en su día con una web extraoficial, aún en servicio, cuya información quedó obsoleta desde el cierre de las salas de San Marcos a finales de 2005. Contaba con una visita virtual mediante tomas de las salas con 360º que permitían obtener fotografías e información detallada las obras expuestas (la misma que en la guía-catálogo) además de otros datos sobre el museo. Fue creada gratis et amore por la empresa IRANON y el Museo en 2000: http://turismo.iranon.org/museodeleon/.


-

-

-

-

tuita en ese programa de las distintas maletas didácticas, que constituyen una versión del museo en el aula de gran aceptación. La venta de publicaciones y recuerdos es uno de los servicios más demandados asimismo. Si bien su desarrollo ha estado limitado por la carencia de espacio de venta. Al mismo tiempo, el funcionamiento de este servicio está limitado a la disposición personal de los subalternos del museo, entre cuyas funciones no se encuentra ésta, pero que vienen cumpliéndola hasta la fecha, pese a que sería recomendable estudiar su gestión o cesión para garantizar la estabilidad de tal servicio. La biblioteca, una de las más importantes de la provincia, y la mejor en su ámbito (ver epígrafe correspondiente), es utilizada por gran número de usuarios bien para la consulta en sala (unos 900 lectores estimados), bien por el procedimiento de préstamo de libros (h. 200). Está servida por un auxiliar de biblioteca. Las asistencias de público a conferencias y ciclos o actos culturales no expositivos organizados por el museo se cuentan entre las más numerosas de cuantas se celebran en la ciudad, aunque ninguna de ellas ha sido posible realizarla en los locales del mismo por la carencia de sala a tal fin, optándose por alternativas institucionales (salas de la Diputación o de la Biblioteca del Estado). El museo como centro formativo especializado en aspectos museológicos ha sido utilizado por diferentes instancias académicas dentro, preferentemente, de estudios de tercer ciclo universitario (master y formación postgrado), con realización de diversas prácticas (media de 3 alumnos /año).

- Investigadores, que en número creciente se acercan al museo como referente de los trabajos de investigación histórica (arqueológica, artística, etnográfica o general), en cifras que, durante los últimos años en que se ha dispuesto de infraestructura (locales y acceso a archivos y fondos), se han incrementado progresivamente hasta situarse cerca del centenar, repartidos entre quienes efectúan consultas concretas o muy específicas hasta quienes incluyen o participan con el museo en proyectos de investigación a largo plazo, aparte el caso de quienes lo hacen por obligación normativa, como es el caso de cuantos arqueólogos trabajan en la provincia. - Solicitudes de reproducciones gráficas y fotográficas, aspecto disparado en los últimos años, hasta el punto de que ha supuesto la digitalización de gran parte del archivo fotográfico para ofrecer un mejor y más diligente servicio, tanto para especialistas, como para promotores de exposiciones, instituciones o editores en general. Las cifras en este sentido oscilan entre 30 y 40 solicitudes anuales. - Finalmente, y entendiendo éste como un servicio público proporcionado por el museo aunque lejos de su sede, la participación en depósito de obras del mismo en otros museos y gran parte de las exposiciones más relevantes de tipo artístico y arqueológico celebradas en nuestro país y algunas de ellas en el extranjero, supone tareas del museo relacionadas con documentación, conservación, supervisión técnica y científica que proyectan su imagen al exterior al tiempo que proporcionan fondos patrimoniales en la mejor de las condiciones para su conocimiento y valoración en ámbitos externos.

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Gráfico comparativo mensual de visitantes en el Museo de León. Años 1995 a 2002

o

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0

1000

2000

3000

4000

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64

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2002

2001

2000

1999

1997 1998

1996

1995


GrĂĄfico comparativo de visitantes totales en el Museo de LeĂłn. AĂąos 1995 a 2002

p Totales

0

5000

10000

15000

20000

25000

30000

35000

40000

45000

1996 30792

32117

p

1995

p

33590

1997

p

65

1999 38254

1998 33562

p

p

36430

2000

p

37721

2001

p

40339

2002

p


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Como puede observarse todos los servicios del museo, en la actualidad y salvo circunstancias de excepción, están atendidos por personal (tanto laboral como funcionario) y normativa de la administración pública, salvo aquellos que suponen contratas aparte para determinadas funciones fijas como son: - Limpieza del centro - Mantenimiento y reparación del sistema de seguridad - Id. del sistema de calefacción Así como la realización de trabajos extraordinarios (asistencias técnicas o excepcionales) como, entre otros, son: - Restauraciones

El museo sale a la calle: Estructura Cruz, de Carlos Alvárez Cuenllas itinerando por la ciudad hasta recalar en el Museo (exposición temporal Miradas contrapuestas, 2001).

- Montaje y diseño de exposiciones - Edición de publicaciones y otros productos - Visitas y aplicaciones didácticas - Reparaciones y reformas en general, tanto de maquinaria como de edificaciones. - Estudios y trabajos técnicos específicos. Para concluir este apartado en cuanto a la imagen pública del museo, y toda vez que cualquier difusión en los media o cualquier presencia pública debe estar controlada por los servicios de la administración autonómica, cabe señalar la utilización de un modesto programa propio de identificación gráfica e institucional en los años 1992-1994 que fue primero prohibido y más tarde sustituido por parte de la Junta de Castilla y León por un programa conjunto de identificación


Taller didáctico Mucho que ver dirigido a personas ciegas, 1993.

67

de la “marca” Museos de Castilla y León que incluye logos idénticos para todos los museos provinciales y un tratamiento unificado y uniformado, a nuestro entender de escasa solidez y atractivo.


II. Evaluaci贸n y diagn贸stico del museo


67

6. Medidas de seguridad La situación de seguridad, tanto de personas (visitantes y trabajadores) como de objetos ha sido y debe ser uno de los asuntos prioritarios a la hora no sólo de establecer los márgenes de funcionamiento de este tipo de centros, sino de planificar su propia configuración arquitectónica y funcional. En el caso del Museo de León partimos de una premisa que condiciona cualquier medida a adoptar como es la provisionalidad de sus instalaciones, pues aunque una de sus sedes

(la del convento de San Marcos) no pueda calificarse de provisional, sí lo son (y en alto grado) sus instalaciones en ella. Veamos en resumen cual es la situación a fecha de redacción de este documento. Las salas de exposición en San Marcos cuentan con una presencia constante de siete vigilantes en tres salas (repartidos 3 + 2 + 2) y un acceso público anual cercano a las 40.000 personas, que no sobrepasa el aforo recomendado de 50 personas al tiempo en cada sala. En cuanto a accesos y evacuación: la sala I del Museo dispone de dos accesos que abren a distintos espacios, suficientes en caso de evacuación, para la salida de personal en un recinto no superior a 100 m2, toman-


68

do una de ellas como evacuación de emergencia. Sin embargo, las salas II y III, sitas en la sacristía, sólo tienen un acceso, siendo imposible la habilitación de ningún otro, siquiera circunstancial, dada la configuración arquitectónica de este recinto histórico, que, además, vierte a un espacio también interior y, éste a su vez, a la nave del templo, con lo que el bloqueo de este acceso o los siguientes haría peligrar la seguridad de personas y cosas. Las medidas de detección existentes son sensores de incendio y robo en las tres salas, instalación a revisar por su obsolescencia y falta de operatividad en el caso de los de humo. Se dispone de extintores de polvo ABC, así como de CO2 para caso de resultar afectadas obras, periódicamente revisados y situados regularmente en las salas. No existen señalizaciones reglamentarias de salida, luces de emergencia, pulsadores, etc. No existe personal cualificado para adoptar medidas de protección en caso de actos vandálicos, robos y otros (personal de seguridad), mientras que los vigilantes disponibles no están preparados para ejecutar ninguna medida de este tipo o de las destinadas a evitar los problemas derivados de incendios u otros desastres. Respecto a la sede provisional de la calle de Sierra-Pambley, 4, cuenta con una presencia mínima constante de cinco trabajadores y una ocupación ocasional, durante la celebración de exposiciones temporales, que al año puede acercarse a las 7.000 personas, sin sobrepasar el aforo recomendado de 50 personas al tiempo en las salas sitas en la planta baja. También se usa públicamente la planta primera (servicio de biblioteca) de forma individual y esporádica. En su conjunto, el inmueble sólo posee un acceso hacia la calle, la entrada principal, que además se encuentra mediatizada por la existencia en el mismo de un tramo de ocho

escalones (sin rampa o ascensor para minusválidos, solicitado pero no concedido) con lo que el bloqueo de este acceso pondría en peligro la seguridad de personas y cosas. En 1996 se consiguió la habilitación de una manga de evacuación vertical contra incendios sita en una ventana del último piso y que vierte hacia una vía pública no coincidente con la de la salida. Su ubicación está señalizada, aunque sin iluminación de emergencia. Como medidas de detección se dispone de sensores de incendio y robo en las salas de exposición así como en las plantas primera y segunda mediante dos instalaciones independientes que permitan la apertura de aquellas sin cancelar la vigilancia electrónica en éstas. También existe vigilancia por circuito cerrado de TV en las salas citadas. De otro tipo. Se dispone de extintores de polvo ABC, periódicamente revisados y situados regularmente en las salas. No existen señalizaciones reglamentarias de salida, luces de emergencia, pulsadores, etc. Tampoco existe aquí personal cualificado para la adopción de medidas de protección en materia de actos vandálicos, robos u otras emergencias. Las medidas de protección de las colecciones se limitan a la medición termohigrométrica de las condiciones de las salas de exposición, gracias a un registro diario que permite regular sus valores en términos aceptables en todo el recinto, a partir de la propia calefacción y deshumidificadores no específicos. No existe (salvo en una obra) un control individualizado, siendo necesario adoptarlo en ciertos casos específicos, pero imposible de efectuar con la actual instalación de energía eléctrica, tema pendiente de solucionar. Problema mayor constituyen las piezas exhibidas, en pésimas condiciones ya denunciadas repetidas veces, en el claustro de San Marcos: sitas a la intemperie, afectadas por las inclemencias cli-


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máticas, los agentes contaminantes, la acción antrópica (incluyendo vandalismo incontrolable) y las defecaciones de aves, así como suciedad, polvo y acción de insectos, constituyen sin duda el problema más grave de presentación de los objetos del Museo, sin solución aparente, dado que el gran volumen, peso y estado de estas piezas recomienda sólo desalojarlas cuando se disponga de instalación definitiva para las mismas. En cuanto a los objetos almacenados, el riesgo de saturación de los almacenes provisionales del centro se une a su deficiente ubicación principal en un sótano cuyo único acceso es una escalera peligrosa de dos tramos que imposibilita, por ejemplo, el movimiento de grandes piedras, incluso hasta el taller de restauración. Su evacuación, en caso de requerirse por algún tipo

de emergencia, resulta, a todas luces, tarea ímproba. Por lo demás, en la medida de lo posible, las colecciones se embalan y preservan con las condiciones más óptimas habida cuenta de su ubicación. Para el caso de las instalaciones existentes en la villa romana de Navatejera, la situación allí es de tal precariedad, que aconsejamos, de nuevo, la inmediata intervención para culminar los trabajos de restauración y reforma dejados a medias en 1995, de forma que no sólo se salvaguarde la conservación del monumento, ahora puesta en entredicho, sino que se garantice la seguridad de los visitantes y trabajadores en su uso y disfrute. Actualmente un trabajador cumple tareas Restauración de las colecciones del museo (20022006)


70

de vigilancia en un recinto sin señalizar, que no dispone de ningún servicio de los comentados arriba (ni siquiera luz, agua o teléfono) y sí ofrece riesgos tales como la cercanía de taludes sin consolidar a las zonas de tránsito o la inestabilidad de la cerca de su perímetro, ya desplomada en varias ocasiones en varios tramos, a causa del socavamiento de su cimentación por las zanjas arqueológicas y la falta de un sistema de drenaje. Finalmente, aunque no es éste tema menor, el capítulo de seguridad e higiene en el trabajo, denominado “prevención de riesgos laborales”, requiere una especial atención. A la carencia básica de un aseo para uso normal por parte de los trabajadores de San Marcos (que deben utilizar el del parador), se unen las específicas necesidades del taller de restauración, actividad que requiere medidas de tratamiento y eliminación de residuos, emanaciones, etc. que distan de haberse adoptado y que, confiamos, se aprueben en el marco del futuro edificio del Museo de León.


II. Evaluaci贸n y diagn贸stico del museo


70

7. Recursos humanos y organización del trabajo La plantilla con la que actualmente cuenta el Museo provincial responde a la estructura típica de este tipo de centros y al planteamiento de la administración gestora sobre el particular, lo que no quiere decir que se encuentre en óptimos funcionales. Bien es cierto que la misma se vio incrementada en el período 19922001 de forma significativa, sin llegar a una reforma y adecuación plena a los servicios que debe atender el Museo y que, sin duda, deberá replantearse cuando el Museo adquiera la verdadera dimensión de sus posibilidades y funcionamiento gracias a la disposición de su nueva sede. Por ello esta relación de puestos de traba-

jo y estructura organizativa de personal es susceptible de sufrir importantes variaciones, la mayoría de ellas ya propuestas a los organismos competentes, tal y como ha sucedido en otros centros que han visto cambios similares en sus instalaciones y ubicación, aunque, en todo caso, responderá al esquema general aquí apuntado. De cualquier manera, nuestra propuesta incluye estas previsibles mejoras futuras de forma que el planteamiento arquitectónico y funcional del centro no quede obsoleto por atender únicamente a una plantilla y distribución planteada para una sede provisional o poco eficaz como la actual. Por otra parte, pero no menos importante, hemos tenido en cuenta que, con cierta frecuencia se producen contrataciones temporales (bien por el régimen de asistencias técnicas, bien por otro tipo de relación contractual) que suponen la llegada al Museo de profesionales dedicados a diferentes tareas, necesitados de espacios de trabajo y requerimientos del mismo tipo que los mencionados para el personal fijo. - Relación de Personal en la actualidad. Total: 17 personas. - Cuerpo técnico: - Dos técnicos superiores del cuerpo facultativo de conservadores de museo (director y conservador)22, cuyas tareas son dirección, programación y control del funcionamiento del centro, incluyendo específicamente la documentación de las colecciones (inventario, cata-

22

Desde 2003 el otro técnico superior del Museo desempeña tareas en comisión de servicio en el Servicio de Museos de la JCyL (Valladolid), por lo que la plantilla se ha visto reducida drásticamente en este aspecto tan vital durante estos tres años, sin que se haya provisto nuevo personal por otras vías.


logación e investigación), su difusión y divulgación por medio de actividades culturales de cualquier índole asociada a los museos, promoción y supervisión de las restantes actividades, etc. - Un técnico de grado medio del cuerpo de ayudantes de museo, con tareas de asistencia a los antedichos y específicamente encargado de la supervisión y organización de las actividades didácticas. - Un técnico de grado medio, restaurador, destinado a los trabajos de control e intervención sobre las colecciones en materia de conservación de sus condiciones físicoquímicas. La especialidad de este técnico es la arqueología, o, mejor, el material inorgánico. - Administrativo: - Un auxiliar administrativo en calidad de jefe del negociado de secretaría encargado de la gestión administrativa, económica y de personal del centro. - Bibliotecario: - Un auxiliar de biblioteca con tareas específicas de atención al público y control del préstamo de fondos bibliográficos y fotográficos. - Personal subalterno (vigilantes): - 11 vigilantes de museo con tareas de atención al público, vigilancia en salas y dispensa de publicaciones, entradas, etc. - Contrataciones y presencias temporales habituales (a efectos de prever sus espacios de trabajo): - Restauradores en materia de bellas artes (bienes de naturaleza orgánica: telas, madera, papel, etc.). Al no contarse de momento con la presencia en plantilla de este tipo de profesionales, es habitual su participación en las tareas del cen-

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Pieza hallada en excavación arqueológica y restaurada (espada del siglo XVI). (fotos F. Miguel y L. Grau).


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tro para hacerse cargo de los fondos pertinentes, no atendidos hasta sus últimas necesidades por la especialización de los restauradores. Es intención anunciada de la administración autonómica la disposición de dos restauradores de ambas especialidades, por lo que se justifica en todo caso la previsión de un ámbito para este tipo de trabajo en el taller de restauración, como así se hace en su capítulo correspondiente. - Técnicos superiores contratados para tareas específicas, tanto en materia de arqueología como de historia del arte, cuyo espacio de trabajo debe preverse con las mismas características que el de los técnicos superiores arriba mencionados, tanto si trabajan para el

museo como si son recibidos por el mismo en calidad de investigadores de paso. - Estudiantes y becarios. Este contingente ha sufrido un notable incremento en los últimos años que es muy previsible se mantenga de cara al futuro, dada la creciente demanda de especialización en este tema (patrimonio histórico y museos) en las universidades españolas, con lo que debe preverse la participación, siquiera temporal, de estos alumnos en los planes laborales y funcionales del centro. El espacio de trabajo de estos dos últimos grupos deberá coincidir en el área de técnicos y biblioteca. Almacenamiento provisional de las obras del museo en 2004 (foto L. Grau).


II. Evaluaci贸n y diagn贸stico del museo


8. Recursos económicos En las diferentes gráficas que se adjuntan puede seguirse la evolución y cifras de gasto presupuestario en el Museo durante los últimos doce años en los capítulos II y VI, los que inciden directamente sobre la vida activa anual del museo. Sin embargo, la contemplación y análisis de los diagramas debe comentarse para no extraer conclusiones precipitadas o erróneas derivadas de la consideración exclusiva de las cifras estadísticas sin una contextualización. En primer lugar, hemos de destacar la consideración, a todos los efectos, del período 1990-1993 como excepcional, tanto presupuestariamente como en ingresos y uso del museo por la ciudadanía. En este período se produjo la reforma de las salas de exposición permanente en San Marcos así como el traslado de las dependencias del museo a un local alquilado donde se instalaron almacenes, talleres y oficinas. Esas circunstancias explican la escasa generación de ingresos de venta de objetos así como el progresivo incremento de gasto que culmina hacia 1993 desde un punto de partida de escasísima actividad y posteriormente desciende hasta estabilizarse en unos mínimos normalizados acordes con la normalización de funcionamiento del museo en los mínimos funcionales logrados entonces. Por otra parte hemos de subrayar el pronunciado descenso del capítulo VI (inversiones) a raíz de la disposición de un edificio provisional (el de la calle de Sierra-Pambley) que si por una parte es debido a la eliminación del alquiler de aquel local que comentábamos, a partir de nuestro traslado en 1995, también se debe a la política escasamente inversora desarrollada en aquellas fechas (19941999) por la administración autonómica, pese a la cual, las cifras de visita e ingre-

sos aumentaron y hasta subieron gracias por un lado a la estabilización del museo en su sede estable y a la programación de exposiciones temporales llevada a cabo por el museo pese a tales restricciones. El período 1999-2002 se caracteriza por un descenso paulatino en el capítulo II, motivado por las condiciones de estabilidad logradas en nuestra sede provisional, junto con un remonte aparentemente espectacular en el capítulo inversor pero que debe asignarse preferentemente a la contratación de restauraciones (muchas de ellas de cara a la nueva sede) o a alguna compra excepcional, ya que eliminadas estas partidas los gastos en este capítulo se asemejarían mucho a los años previos (en torno a 4 millones de pesetas). En estas mismas fechas se reducen de forma aparentemente contradictoria pero explicable fácilmente, los ingresos de visitas y ventas a causa de la menor actividad expositiva, de un parón en la edición y puesta a disposición del público de productos de venta que, pese a todo, se mantiene en cotas altas para este tipo de museo y no cede espacio en el número de visitas totales. En todo caso es preciso insistir en que la gran parte de las inversiones realizadas no tienen relación ni incidencia directa con el público (o los ingresos) pues se trata de operaciones de puesta al día de las colecciones (restauración) lo que explica que mientras suben los gastos de forma acusada descienden ligeramente los ingresos. Aspecto que, de cualquier manera desdice el último año consignado (2002), en el que se alcanza un récord de visitas gracias a la promoción de las exposiciones temporales y la generalización del servicio público de visitas guiadas y programa didáctico, esto es, a inversiones directas en el usuario contabilizado como visita. Será, en todo caso, preciso para el futuro (ver epígrafe correspondiente) articular un nuevo presupuesto en ambos

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Grรกfico comparativo de gastos corrientes en bienes y servicios (1990-2002)

.

0 Pts

2.000.000 Pts

4.000.000 Pts

6.000.000 Pts

8.000.000 Pts

10.000.000 Pts

12.000.000 Pts

1990

1991

1992

u 3.804.500

2.210.000

u

u

1993

1994

9.873.000

u

u 7.445.000

10.073.000

74

1995

1998

7.230.002

u

u9.235.000

1996 1997

8.736.000

u

u

9.325.450

1999

u

u

2000 2001

2002

u

7.192.000

7.800.000

u

7.593.000

7.792.322


Grรกfico comparativo de inversiones reales (1990-2002).

0 Pts

2.000.000 Pts

4.000.000 Pts

6.000.000 Pts

8.000.000 Pts

10.000.000 Pts

12.000.000 Pts

14.000.000 Pts

16.000.000 Pts

18.000.000 Pts

20.000.000 Pts

1991

1992

1993

u

1994

1995

1996

u

3.655.781

u 8.867.382

u 11.264.354

13.572.132

17.703.375

u 12.756.344

u

75

u

1997

1998

5.770.500

1999

2000

u3.883.000

6.076.000

u

15.030.000u

2001

u

u

2002

15.500.000

17.300.000


Gráfico comparativo de ingresos por venta de entradas (1991-2002).

0 Pts

200.000 Pts

400.000 Pts

600.000 Pts

800.000 Pts

1.200.000 Pts 1.000.000 Pts

1.400.000 Pts

1.600.000 Pts

1.800.000 Pts

1990

1991

u537.000

1995

u u

1996

1.227.900

1.520.000

1997

u

1.307.800

1998

1999

u1.364.300

1.493.900u

u

2000

2001

1.358.000

u

1.620.200

(*) El año 1992 el Museo permaneció cerrado durante casi todo el año

1993

1994

u 711.000

6.600 *

1992

u

836.600

u

u

1.412.500

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Grรกfico comparativo de ingresos por venta de publicaciones y recuerdos (1991-2002).

0 Pts

100.000 Pts

200.000 Pts

300.000 Pts

400.000 Pts

500.000 Pts

600.000 Pts

700.000 Pts

1991

108.200

u 1992

1993

u 115.260 1994

u 370.625

521.925u

1995

u

591.690

77

1996

1997

1998

1999

2000

2001

254.000 u

u 415.400

u 660.975 u 545.175

u454.000

u 658.350

2002

u

276.160


capítulos que los equilibre y normalice con el funcionamiento, por fin regular, del museo en su sede estable, algo que no se ha logrado hasta la fecha a causa de la situación de excepcionalidad de casi todas las fases recientes de la vida del mismo. Igualmente, la política de inversión generará entonces de forma armónica un incremento de ingresos en todos los terrenos.

78


II. Evaluaci贸n y diagn贸stico del museo


9. Evaluación final

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Como conclusión a esta primera parte de este Plan y resumen del diagnóstico general de la situación del museo puede reiterarse que el gran padecimiento del Museo es la carencia de una sede que le permita desarrollar sus funciones de una forma óptima. Una buena parte de ellas se lleva a cabo en la actualidad gracias a distintas ubicaciones y operaciones provisionales que si bien han logrado recuperar la imagen del museo y una relativa normalización de sus actividades, lo han hecho con serias limitaciones e hipotecas. Entre éstas, su ínfima capacidad expositiva, su frágil y en ocasiones arriesgada actividad de restauración e investigación y difusión (con límites espaciales y hasta de seguridad en el trabajo), el traslado de algunas de sus actividades a otras sedes o la imposibilidad

de efectuar algunas actividades públicas e internas para las cuales el museo no está solamente preparado sino que suele ser la institución encargada y casi única en poder llevarlas a la práctica. En definitiva, desde su conversión en un diminuto apéndice expositivo en el inmueble histórico donde siempre tuvo su sede (San Marcos) allá por 1964, su funcionamiento ha estado condicionado por la carencia de un espacio capacitado y de los medios vinculados al mismo, lo que ha convertido todas las operaciones realizadas en los últimos veinte años en auténticos “parches” o soluciones de compromiso con fecha de caducidad, cuya prolongación en el tiempo no puede ni debe dilatarse más. Unido al asunto de la nueva sede, el museo requiere, pues no lo ha hecho estrictamente jamás, presentar su auténtica dimensión patrimonial y cumplir, en resumen, con la función que le da sentido, ofrecer una interpretación de su territorio histórico a través de los bienes que custodia. Por tanto, el programa arquitectónico y el museográfico tendrán la máxima prioridad a continuación y suponen las tareas más acuciantes y decisivas a realizar a raíz de este documento. Por tal motivo, casi todos los apartados del capítulo siguiente, dedicado a los programas, estarán considerados en función de estas dos operaciones cardinales.


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Ă?dolo sobre esquisto de Tabuyo del Monte, h. 1800 a. C.


III. Programas y Proyecto de futuro


1. Imagen institucional La mera aplicación de los cambios aquí planteados ha de provocar, sin género de dudas, una marcada transformación y mejora de la imagen institucional del Museo, gracias a la potenciación de su presencia pública y la percepción directa de los servicios que ofrece por parte de los destinatarios y propietarios del mismo: los ciudadanos. Resulta muy poco operativo proponer en este Plan mudanzas en una concepción institucional que, de poder llevarse a la práctica, deberían aplicarse al conjunto de museos que conforman una estructura supramuseística afectada por idénticas decisiones y planteamientos. En nuestro caso, los museos provinciales de Castilla y León deben ser tomados como una unidad museística coherente en cuanto a perfil institucional, funciones y objetivos y

ámbito competencial, lo que implica que, más allá de operaciones de maquillaje como las de “imagen de marca” o similares, los cambios deben pensarse y adaptarse para todos ellos. Tampoco esto implica homogeneización o uniformidad alguna. Creemos que la riqueza e idiosincrasia de cada museo debe respetarse (y fomentarse) en cualquier planteamiento común, pues trabajar en armonía no consiste en hacerlo al unísono. Sin embargo, sí es preciso comentar algunos aspectos que no dependen de este caso concreto, pues, como es bien notorio, los museos han comenzado a trabarse en organizaciones (sistemas o redes en general) de muy diferente signo para rentabilizar y sacar mejor partido a sus recursos y actuaciones. Por ese motivo consideramos que algunas líneas de actuación para potenciar la institución del “museo provincial” en

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nuestra región sí pueden ser útiles a la sazón. - Reforzamiento de la autonomía de los museos respecto a los órganos administrativos de los que dependen. Siguiendo el ejemplo de los museos de nuevo cuño, una mayor autonomía debería redundar en una ágil gestión y en el respeto a las programaciones y los compromisos presupuestarios previos; en definitiva, la posibilidad de trabajar a largo plazo y sin cortapisas. - Funcionamiento regular y periódico de los órganos previstos por la Ley de museos de Castilla y León, junto con otros que faculten un contacto continuado entre los museos provinciales destinado a la aplicación de programas comunes. - Funcionamiento, con criterios técnicos, del Sistema de Museos de Castilla y León, congelado desde su instauración en 1994. - Establecimiento de redes de colaboración con los museos locales del ámbito de cada museo provincial, la provincia, mediante acuerdos de colaboración parciales, que incluyan protocolos de redistribución de los bienes culturales, programas de exposición itinerantes, actividades comunes de toda índole, asesoramiento técnico... según un desarrollo lógico de lo establecido en el articulado de la ley regional de museos ya citada a propósito de las subestructuras del sistema regional de museos. - Participación de los museos en los órganos técnicos de elaboración de programas expositivos y actividades culturales en las que intervenga patrimonio mueble, como instituciones destacadas en el tratamiento y aprovechamiento del mismo. - Elaboración de programas de imagen

personalizada, fomentando la especificidad de cada museo mediante la potenciación de sus valores distintivos, al tiempo que se fortalece la de los museos regionales en su conjunto, y en paralelo al anterior, mediante programas de imagen y actuaciones conjuntas. - Elaboración de canales de transmisión de la información acordes con nuestro tiempo, que respondan a distintos niveles y demandas: desde páginas web a series de publicaciones científicas. - Inserción de los museos en los programas educativos universitarios destinados a la formación de profesionales del patrimonio cultural, mediante la participación de los mismos en el aprendizaje y los diseños curriculares. - Transformación de las plantillas mediante la incorporación de nuevos perfiles profesionales que las adapten a las nuevas funciones de los museos y a las nuevas demandas de los usuarios. - Transformación y reforzamiento de las actividades culturales paralelas a la exposición permanente, en pos de una ampliación del espectro de público al que poder dirigirse. - Elaboración y aplicación de Cartas de servicios destinadas a difundir las funciones del museo y sus objetivos, revisados periódicamente, que se comprometen con el usuario en tiempo y forma. Todo ello, como es lógico, con el subsiguiente incremento de medios humanos y materiales destinado a propiciar ese cumplimiento. Como conclusión (la lista podría ser más nutrida), podría decirse que se trataría de adaptar el funcionamiento de los museos provinciales a la formulación que los nuevos museos tienen desde hace ya varias décadas, proporcionándoles herra-


mientas que les permitan ajustarse a los tiempos antes de reprocharles su falta de cintura para ello.

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III. Programas y Proyecto de futuro


2. Colecciones: necesidades, incremento y ubicaciones Las necesidades de ingresos de obras (independientemente de sus fuentes habituales de incremento) para completar el panorama trazado por sus actuales colecciones y ofrecer una visión integral de su ámbito histórico y geográfico, nos llevan a concluir que los fondos del museo caracterizan suficientemente este extremo y que apenas cabe insistir en el reforzamiento de aspectos poco representados (como el siglo XX, la cultura tradicional o el arte contemporáneo23) o en la presencia de determinadas obras que refuercen las propias y pertenezcan a la provincia leonesa aunque se hallen fuera de ella. Por tal motivo, durante la ejecución del proyecto museográfico se elaborarán distintas peticiones tanto de réplicas facsímiles como de depósitos temporales de obras leonesas adscritas a otros museos de titularidad pública, especialmente en museos de titularidad estatal24 y siempre con el condicionante

En este aspecto algunas de nuestras propuestas han sido limitadas tras la apertura del MUSAC (Museo regional de Arte contemporáneo) en esta ciudad de León, con el que no cabe establecer términos comparativos ni de competencia, sino, más bien, de complementariedad. Lo mismo cabe sostener respecto al venidero Museo etnográfico provincial de la Diputación, en Mansilla de las Mulas. 24 Apenas el Museo Arqueológico Nacional en Madrid ha sido requerido para este aspecto, mediante el depósito de varios fragmentos de un mosaico de la Milla del Río, cuya mayor parte estaba ya en León. 23

de no perjudicar la actividad cultural de centros ajenos y sí obtener una mayor rentabilidad social y cultural de aquellas obras en su marco geocultural más propio. Por ello se requerirán reproducciones en los casos de obras aprovechadas museográficamente en otros centros y depósitos en casos de obras almacenadas, prescindibles o de menor rango para otros museos, con los convenientes acuerdos de colaboración que sean precisos. Al mismo tiempo, esta tarea de recuperación de un patrimonio leonés disperso se completará con algunas de las exposiciones temporales propuestas en el plan de exposiciones que se contempla más adelante. En este sentido esperamos que donaciones y depósitos de particulares e instituciones se vean incrementados cuando el museo adquiera la presencia social que nunca ha tenido, lo que ya ha empezado a notarse. Estos bienes deberán ajustarse al marco geográfico del museo y a su función social y cultural, resultar compatibles con sus colecciones y no poner en riesgo la capacidad de custodia del mismo. Los criterios deontológicos establecidos por ICOM al respecto del ingreso de bienes culturales y la prevención y lucha contra el tráfico ilícito de los mismos nos parecen suficientes para este aspecto25. En cuanto a su documentación, solicitamos la inclusión del museo en el programa DOMUS, pues ello ha de permitir la conformación de un espacio común en el tratamiento técnico de los bienes museís-

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El Código de Deontología del ICOM para los Museos, aprobado por unanimidad en la 15ª Asamblea General de ICOM en Buenos Aires, el 4 de noviembre de 1986, fue enmendado en las 20ª y 21ª Asambleas Generales (Barcelona, 6/7/2001 y Seúl, 8/10/2004). Ver www.icom.museum

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Peregrinos ante el altar de Santiago, Maestro de Astorga, hacia 1540 (贸leo sobre tabla).


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Ejemplo de ficha de control elaborada por el Museo para este Plan en la base de datos Filemaker 5.0 con destino a su uso museogrรกfico.


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ticos, con los consiguientes beneficios respecto a los sistemas extraoficiales que usamos ahora (intercambio de información, armonización de parámetros, agilidad de consulta...) y las ventajas que genera un lenguaje informático común. Ese sistema, además, debe contar con una ficha de inventario arqueológico con unos campos mínimos que, una vez cumplimentada en el registro de campo (mediante la cesión al director de los trabajos de una versión adaptada), sea incorporada con naturalidad y aprovechamiento pleno en el inventario general del museo. El destino final de este proceso será poner a disposición del público (bien física, bien virtualmente) el conjunto de datos del Museo, excepción hecha, claro está, de aquellos confidenciales, para lograr una plena accesibilidad intelectual de los conocimientos generados por el museo más allá de su medio de expresión propio, la exposición. Los programas de revisión de antiguos inventarios, de documentación de colecciones y de inventariado directo de conjuntos sin ese paso fundamental, deberán estar relacionados con la disponibilidad de personal técnico que se comenta en el apartado pertinente. La investigación en el museo dependerá, en el futuro, de los planes elaborados expresamente, mientras que la conservación ha sido objeto del Plan de Restauración ya mencionado y de las consideraciones que aquí se ofrecen en el apartado de definición arquitectónica. Un aspecto de gran importancia para el programa expositivo es el del aprovechamiento museístico permanente de la colección estable actual, concepto operativo a la sazón. Dejan-do a un lado la opción de las exposiciones temporales de producción propia, un índice revelador para este estadio puede ser el dimensionamiento de los objetos susceptibles de formar parte de esa exposición per-

manente (en adelante EP), epicentro de la actividad museística. Por tal motivo hemos subdividido esas obras en tres grados, siempre atendiendo a nuestro discurso, que se reflejan en las fichas catalográficas de los anexos: - Grado 1: obras extraordinarias o imprescindibles, aquellas de calidad excepcional, cuyo concurso en la muestra está fuera de toda duda y, además, articulan el discurso a la manera de elementos centrales, generadores y centros gravitatorios del resto del montaje. - Grado 2: obras ordinarias o recomendables, aquellas de concurrencia que, aunque también imprescindibles para el discurso, tienen alternativas entre los fondos del centro, de manera que responden a una tipología o forma común en las colecciones del centro y será necesario escoger entre las opciones posibles, selección que ya hemos efectuado pero que pudiera, por ello, corregirse. Responden en el contexto del discurso a obras de comentario o conformadoras del guión, toda vez que si las anteriores son las afirmaciones de éste, éstas serían aquellas que las refrendan o argumentan. - Grado 3: obras de contexto u optativas, aquellas que enriquecen o complementan el sentido del discurso pero que pueden ser prescindibles en un hipotético planteamiento restrictivo sectorial. Conforman un montante más elevado y constituyen elementos reiterativos tanto en el museo como a escala de otros centros similares, con una baja representatividad pero aportaciones al discurso de interés, a modo de glosas o notas al pie. La evaluación numérica de los tres, a grandes rasgos es la siguiente: 1· 300 obras 2· 900 obras 3· 1500 a 2000 obras


Ello, obviamente, no es obstáculo para que abunden las interpretaciones y posibles aprovechamientos museísticos del resto de los objetos y obras custodiados en el museo, tanto en el marco de actividades temporales como en el de renovaciones constantes de la EP y de trabajos de investigación y otro tipo que se vienen produciendo con regularidad y que, a partir de la disposición de la nueva sede, a buen seguro se incrementarán exponencialmente. Las cifras anteriores deben ser, pues, interpretadas en el marco de la actual configuración del punto de partida de la EP que caracterizará al museo. La ubicación general de las obras no expuestas se analiza en la caracterización de espacios (almacenes), pero como avance de lo dicho allí puede tenerse en cuenta que deben considerarse tres espacios con carácter general: - Almacén general, provisto de salas o almacenes específicos, a ser posible ubicado en un mismo ámbito a efectos de control, seguridad y conservación. - Almacén de exposiciones temporales (obras y mobiliario museográfico), espacio multifuncional para dar servicio a esta y otras actividades del museo, que deberá ubicarse de forma inmediata y en el mismo plano que las salas de muestras temporales, incluso formar parte de éstas en caso necesario. - Laboratorios de restauración y salas de trabajo técnico, preparadas para recibir obras periódicamente y en tránsito desde otras dependencias del museo.

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III. Programas y Proyecto de futuro


este caso, son necesidades y prestaciones que el Museo ya ofrece en su anterior ubicación provisional y que, por tanto, no se trata de preverlas sino de acogerlas, dotándolas de su plena capacidad de funcionamiento y de perspectivas de futuro. Estas necesidades se definen mediante la combinación de dos factores (uso público o restringido y presencia de bienes culturales o no), de los que resultan cuatro grupos: zona de uso expositivo (permanente y temporal), de servicios públicos alternativos o complementarios destinada al usuario y zonas de almacenamiento y específicas de trabajos técnicos y de restauración y dependencias administrativas. Al tiempo, pueden generarse espacios mixtos, de uso compartido por una parte excepcional del público y por el cuerpo técnico, como la biblioteca, o de presencia episódica de bienes (fotografía). En las líneas siguientes se perfilan algunos ámbitos del futuro museo desde esta perspectiva. Obviamente, y puesto que en este caso se dispone ya del edificio que ha de ser la nueva sede, nuestras apreciaciones al respecto siempre tendrán como referente a éste en los comentarios que se hagan. A. Caracterización de espacios y condiciones específicas a.1. Salas de exposiciones y atención al público

3. Programa arquitectónico Las diferentes utilizaciones y servicios que asume y ofrece un Museo moderno deben tener cabida y ubicación operativa y estratégica en el inmueble destinado a acogerlo. Más cuando, como ocurre en

Las salas de exposición permanente, núcleo generador de la actividad museística, habrán de disponer de una superficie suficiente para la cuantía y correcta presentación de los fondos que deben integrar el discurso museológico (ver infra) con lo que estimamos unas necesidades entre 1500 y 1700 m2, más si contabilizamos áreas de comunicación, vestíbulos, etc. integrados en las mismas. Su disposición será lo más diáfana posible,

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procediendo a divisiones efímeras o de mobiliario (paneles, etc.) para la sectorialización del discurso expositivo, que, en lo posible, no habrán de conformar estancias separadas en su integridad sino un espacio fluido y comprensible en primera instancia que favorezca una deambulación ordenada. Las condiciones de seguridad, iluminación y ambientación termohigrométrica se detallan más abajo y oscilarán puntualmente en función de la ubicación final de ciertas obras, teniéndose en cuenta que las instalaciones adscritas a estas superficies serán las más sofisticadas del edificio por tanto la exhibición de las obras las sitúa en la circunstancia más delicada al respecto. En este sentido, se estudiará y fabricarán los cierres ocasionales de vanos (a causa del gran nº de ventanas del edificio “Pallarés”), que, en relación con el montaje de obras que así lo requieran, podrán clausurarse con paneles móviles cuya disponibilidad debiera ser contemplada para todos ellos, de forma que puedan ser utilizables en caso de necesidad e independientemente de su uso en el montaje definitivo. Los accesos a esta zona serán, para el caso de personas, directos, sin tránsitos por otras áreas del museo (excepto, lógicamente, la de acogida) y, en la medida de lo posible, inmediatos al exterior, aprovechando la fachada principal del edificio y su contacto más directo y fluido con el tránsito urbano exterior de personas, para lograr una mayor implicación con la vida ciudadana y facilidad y comodidad del acceso de las visitas. La circulación interior se realizará de manera continua desde la primera sección de obras hasta la final (montajes temáticos aparte), sin reiteraciones o trayectos tortuosos, en estricta dependencia del discurso museológico. Las áreas expositivas temáticas denominadas Monetario y Lapidario, y consideradas parte integrante de la exposición per-

manente, responden a los parámetros de aquella pero con un tratamiento excepcional, y estarán dotadas de una especial ubicación, separada del resto del discurso mediante un acceso interior distinto al de las demás áreas expositivas y dividida en dos secciones consecutivas (epigráfica y numismática), con una superficie respectiva aproximada de 90 m2 y 200 m2. En el caso de la segunda de estas áreas (lapidario) deberá tenerse en cuenta la resistencia de forjados para asumir la muestra de cerca de 150 piezas en piedra cuyo peso medio estimado se acerca a 230 kg, con picos cercanos a los 1500 kg. La sala de muestras temporales ocupará al menos un ámbito de 500 m2 y podrá sectorializarse en función de las necesidades y dimensiones de la propia muestra a ubicar en ellas, de manera que conformen salas independientes llegado el caso. Se recomienda que cuente o bien con un acceso independiente desde el exterior, o bien con un ingreso diferenciado en el interior que permita escoger al visitante entre la permanente o la temporal o ambas, pero sin confundir su circulación, pues en la mayoría de las ocasiones no existirá relación conceptual entre ellas, lo cual debe tener refrendo en lo espacial. En cuanto a las condiciones de seguridad, conservación, luz, etc. se dispondrán los mismos parámetros que para la exposición permanente. Esta sala habrá de contar salas de apoyo al montaje (al menos 100 m2), destinadas a almacenamiento provisional de obra a exponer, de maquinaria y elementos de montaje y de trabajo afín, por lo que en su interior contará con la posibilidad de habilitar un despacho provisional efectivo durante épocas de montaje (provisto al menos de las instalaciones habituales de toma de corriente y suministro de datos, etc.). Se habilitará una sala de acogida y atención a grupos (usos múltiples), ubica-


da de manera contigua al acceso exterior (planta baja preferiblemente) con una superficie aproximada de 200 m2 y cabida a 40 personas aprox. que abra al exterior la propuesta museológica del centro mediante la disposición de un espacio destinado al descanso y recepción, la presentación de actividades del museo, la información turística y didáctica, la tienda y la preparación de la visita de grupos escolares, con el uso ocasional como lugar de proyección de audiovisuales y charlas a pequeños contingentes. No se requiere la existencia de salón de actos

por causa de su disponibilidad en el edificio vecino. Este espacio deberá comunicarse de forma inmediata con las dos áreas expositivas, incluidas las temáticas, así como con el área de dispensa de entradas, cuya ubicación debe ser limítrofe. a.2. Almacenes y espacios de trabajo téc26 nico A continuación elaboramos algunas de las características respecto a las necesidades de almacén y espacios de trabajo para la nueva sede.

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Laboratorios de restauración del Museo en “Pallarés” (según A. Lozano).

Estos datos han sido extraídos de un informe más amplio sobre el estado y previsión de necesidades de almacenamiento elaborado por J. L. Hoyas y M. A. García Garrido, del personal técnico del Museo.

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A. Almacenes en relación con las piezas:

ALMACENES GENERALES

TIPO

NECESIDADES

OBSERVACIONES

Arqueología (prospección, excavación, hallazgos, etc.)

Estanterías adaptadas a bacs de plástico Circulación fluida Estanterías de gran solidez

20-40 % HR, 17-23 ºC, máx 300 lux

Epigrafía, restos arquitectónicos y escultura en piedra

Elementos de transporte y elevación Circulación fluida Estanterías de gran solidez Estanterías con alturas intermedias variadas

20-40 % HR, 17-23 ºC, máx 300 lux

Pintura y/o tallas

Peines Estanterías adaptadas

50-65 % HR, 17-23 ºC, máx 150 lux

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ALMACENES PARTICULARES

TIPO

NECESIDADES

OBSERVACIONES

Metales

Estanterías adaptadas a bacs, compactos

20-40 % HR, 17-23 ºC, máx 300 lux

Textiles

Cajoneras y armarios para vestuario, compactos

45-55 % HR, hasta 18 ºC, máx 75 lux

Orgánicos excepto textiles

Estanterías adaptadas a bacs, compactos

45-60 % HR, hasta 18 ºC, máx 75 lux

Monetario

Armarios

Armarios ya existentes 20-40 % HR, 17-23 ºC, máx 300 lux

Almacén de seguridad

Acceso restringido

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ALMACENES AUXILIARES (Conveniencia de situarlos en disposición anexa)

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TIPO

NECESIDADES

Bacs, espumas, embalajes, grúas y carritos

Facilidad de acceso a almacenes y/o salas

Apoyo a exposiciones temporales

Facilidad de acceso a almacenes y/o salas de expo. temporales

Almacén de embalajes

Almacén de Cuarentena

OBSERVACIONES

Material sobrante exposiciones

Lugar de trabajo exposiciones temporales

Aislado de la circulación general del aire Control individualizado del resto de almacenes la temperatura y HR

Accesible desde almacén general y acceso externo


B. Otros almacenes

TIPO

NECESIDADES

OBSERVACIONES

Trastero

Gran espacio

Cerca almacenes

Publicaciones

Estanterías

Cerca acceso público

Mantenimiento

Limpieza

Agua corriente

Residuos químicos

Extracción de gases

Adjunto a laboratorio de restauración

Material de oficina y papelería

Adjunto a oficinas

Archivo administrativo

Id.

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C. Espacios de trabajo Espacios fundamentales

TIPO

NECESIDADES

OBSERVACIONES

Área de ingreso, clasificación y control

Despacho / mesa de trabajo Lavadero Espacio de fotografía Estanterías Terminal informático en red

Conveniencia de situarlo junto a almacén general de arqueología

Archivo

Incluye archivo fotográfico servidor informático

Área oficinas

Sala de fotografía

Conservación Restauración

Conexión con área restauración y área almacén

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Investigadores


Espacios generales

TIPO

NECESIDADES

OBSERVACIONES

Vestuarios vigilantes

Aseos

Cerca acceso público

Taquillas público

Varios tamaños

Acceso público

Sala de seguridad

Control informático

Cerca acceso

Voluntarios y guías

Compartido con espacio dedicado a didáctica

Salas de investigadores y/o lectura

Área oficina 97

Salas de personal de apoyo

Tienda

Acceso público y exterior


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Resulta obligada la necesidad de garantizar un traslado fluido de las colecciones según un movimiento tipo, consistente en: - Ingreso - área ingreso (cuarentena en su caso) – toma de datos, documentación y control (incluye fotografía) restauración y medidas preventivas (si procede) - acceso a elementos de almacenaje (bacs, estanterías) y transporte (carritos, plumas, grúas, etc.) - almacén general o particular sala de exposición - traslados externos. D. Propuesta de medidas de estanterías. Criterio básico: conseguir el mayor aprovechamiento en altura posible. Los tamaños de los bacs utilizados en el Museo de León son muy adecuados para conservar colecciones arqueológicas (30 cm de largo x 40 de ancho y 60 de largo x 40 de ancho, con altura entre 17,5 y 23,5 cm), y, aunque el mercado ofrece más posibilidades, estas medidas se adecuan perfectamente a nuestros medios de almacenaje y son fácilmente asumibles. Por ello, optamos por recomendar estanterías con baldas de 130 cm de ancho por 40 ó 45 de fondo, y con un espacio entre baldas de 60 cm, lo cual nos permitiría colocar diversos tipos de tamaños de caja ya sea exentas o apiladas. La distribución del almacén tendrá en cuenta, al menos, estos módulos: 120 m2 de superficie en peines para colección de pintura; 200 m2 para material arqueológico y superficie equivalente para otro tipo de bienes y reserva; sala de ingreso (para toma de datos y documentación, inmediata al montacargas), con espacio h. 20 m2; una sala de cuarentena (h. 20 m2) destinada al almacenamiento ocasional o temporal de nuevos ingresos y una sala de almacenamiento de materiales específicos o sensibles a cambios higrométricos (cuyos valores no deberán sobrepasar los 30% HR y los 20ºC, con superficie aprox.

de 20 m2). Un último sector de almacenamiento y restauración específicamente destinado a tratamiento de grandes piedras (h. 30 m2), deberá ubicarse en un espacio inmediato al lapidario, y contará con sala de limpieza y dependencias anejas, sin divisiones o muros y, a ser posible, con una línea de murete a la altura de un “mostrador” o poyete para trabajo en materiales pesados, tendrá un acceso móvil (puerta corredera o similar de gran tamaño) hacia ese lapidario que, mediante la instalación de un juego de rieles y poleas (raíl-grúa) en el forjado, permita el tránsito de materiales pesados desde el montacargas externo hasta esta zona. Así mismo sería conveniente la instalación de una línea de monorraíl o raíl-grúa en el paso del montacargas exterior hasta el montacargas interior para asegurar la plena accesibilidad de bienes pesados en todo el inmueble. Aunque bien es cierto que las previsiones en cuanto a necesidades de almacenamiento desbordan la cuantía antes esbozada, la propuesta de espacio se fundamenta, y por ello se autolimita, como consecuencia de varios factores: por una parte la anunciada intención de la administración gestora ( JCyL) de disponer almacenes arqueológicos separados de los edificios matrices del museo (donde el m2 urbano es de un muy alto coste y difícilmente ampliable) que permitan un desahogo de tales espacios, con lo que el museo podría funcionar con comodidad en los baremos apuntados27. Por otra los criterios básicos para el espacio de almacenamiento que barajamos en función de su uso: un espacio único y agrupado por

27

De hecho, desde 2005 se dispone de un almacén externo en las afueras de la ciudad, para bienes con escasos requerimientos en materia de condiciones ambientales.


razones de seguridad y comunicación, preferentemente separado de las áreas de acceso exterior públicas, con fluido contacto con las comunicaciones verticales (ver infra) y una sectorialización en función de las condiciones apuntadas arriba de tipo ambiental y específico. Para solucionar este aspecto, además, deberá estudiarse un máximo aprovechamiento de las superficies con el estudio concreto de la instalación del mobiliario (estanterías, peines, bacs de almacenamiento, compactus, etc.) que obtengan el máximo aprovechamiento de las superficies y volúmenes. Los aspectos relativos a este tipo de suministros específicos de almacenamiento serán objeto de informe detallado llegado el caso28. a.3. Talleres de restauración29 Inicialmente se propone un taller dividido en dos secciones, a instancias tanto de la dirección del Museo, como de requerimientos y condicionantes de las especialidades de trabajo. Los condicionantes del diseño de los espacios, vienen dados por el edificio, colecciones y piezas, transporte y movilidad de las mismas (escaleras, montacargas, pasillos), etc. - Espacio necesario: 225 m2, divididos en dos secciones similares cada una (bienes orgánicos e inorgánicos). Cada sección debería contar con unos

A raíz de este esquema el equipo técnico del Museo (M. García Garrido y M. Hernández Valverde) procedió a redactar un Proyecto de amueblamiento y suministros que, abordado por el Ministerio de Cultura, dotó a este Museo de su equipamiento en los almacenes y dependencias administrativas durante el primer semestre de 2006. 29 Apéndice específico redactado por el técnico de restauración del Museo en 2003, Enrique Echevarría. 28

60 m2 de taller diáfanos (mayor en la de orgánicos, por el mayor tamaño habitual de las obras), 15 m2 de despacho y archivo, 15 m2 para almacenaje separado, y 22 m2 de sala húmeda o dotación especial de laboratorio. - Accesos: Puertas anchas 80-100 cm, y algunas de doble batiente para piezas grandes y altas (a ser posible 2,50 m); fácil y directo acceso al montacargas, a la escalera de servicio (E4) y al pasillo interno, con suficiente eje de giro para transporte. - Necesidades en seguridad e higiene laboral: Cortinas y puertas antiincendios en los laterales de la zona de talleres, especialmente hacia la biblioteca. Estudio de sistema antiincendios, extintores especiales, etc. Armarios para disolventes y productos químicos, con ventilación autónoma y puertas de seguridad. Sistema de extracción y filtración de productos químicos (gases, vapores), en las zonas de trabajo de los dos talleres (brazos extractores articulados, móviles o fijos, etc). Los motores de extracción de los distintos sistemas de aspiración, deberían estar localizados sobre techumbre y/o aislados acústicamente de los talleres. El museo cuenta ya con una campana de extracción según normas. - Servicios comunes a ambos talleres: Ducha lava-ojos de emergencia de laboratorio (según normas de higiene y seguridad laboral). Almacén de productos químicos (según normas de higiene y seguridad laboral). - Necesidades de trabajo habitual: Despachos: archivo restauración, ordenador, teléfono, etc. Sala húmeda: fregaderos en acero inoxidable o loza antiácida, vitrina de extracción de gases con conducciones de aire al exterior, calentador eléctrico de agua, conducciones para agua corriente y

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desmineralizada, bañera plástico o epoxi con desagüe, para piezas grandes (opcional en sótano de epigrafía – sótano 1, con grúa encima). Instalación eléctrica en línea de paredes para uso de maquinaria y aparatos varios (mínimo 20 tomas por taller, 4 de ellas de fuerza –trifásico). Sistema de compresor con conducciones de aire a presión para varios usos. Sistema de vacío (opcional). En taller de restauración de piedras (junto al lapidario), línea grúa en techo (para piezas de gran peso). En lapidario: puente grúa o línea monorraíl hasta 2000 Kg., con recorrido desde los montacargas a sala de limpiezarestauración del sótano. - Electricidad: Requerimientos de maquinaria ac-tualmente en funcionamiento en el Museo: estufa de laboratorio de circulación forzada (4500 + 1600 W, trifásico, Selecta mod. 2001405), estufa desecación SELECTA (ref: 2000209), Bomba de vacío MADEPI (200 w), bomba de vacío Selecta (400 W), Micromotortaladro DREMEL 7360 (250 W), Compresor silencioso 1,5 HP. FINIPULSAR 255 (1500 w), Compresor Alfa-200 HP: 1,5. 25 lt., FINI (portátil, 1100 w), 2 aspiradores 1000 w, herramienta bricolaje (de 380, 550 a 2000 w), mesa Sumes aspiración torno (aprox 1000 w), Cámara de gases (1500 w, trifásico). Dotación posible: lentes binoculares móvil para pintura y en pared o columna para arqueología, con posibilidad de fotografía y vídeo (conexión a ordenador). Contando con un uso alterno de las distintas maquinarias, puede preverse un consumo máximo de 10-15.000 w. (con líneas bifásica y trifásica), cuando coincidan varios aparatos al tiempo (ver proyecto eléctrico).

a.4. Biblioteca, oficinas y dependencias internas La Biblioteca del centro requiere una superficie de almacenamiento organizada de 150 m2, o traducido a términos lineales de estanterías situadas (no por estantes, sino por módulos verticales), aproximadamente 50 m, plenamente accesibles. Esta área de depósito podría ser diáfana, sin divisiones, aprovechando al máximo la flexibilidad que esto permite, de manera que la disposición de los estantes y los necesarios puestos de consulta de libros fueran imbricados en un solo espacio. A ellos debe añadirse un despacho provisto de puesto administrativo (con los requerimientos de instalación previstos) que permita la atención al público (mediante una apertura directa hacia la sala de depósito y consulta: incluso con un mostrador). La sala de consulta o lectura (para cinco plazas mínimo), que habría de contar con un punto de conexión público a Internet podría, caso de tener espacio suficiente, conformar un espacio segregado, aunque, caso de necesitarse se podría intercalar en el propio depósito y utilizarse de forma complementaria la sala de reuniones prevista en el área administrativa. Todo ello asciende al menos a 200 m2. El diseño o adquisición de tales estanterías y demás elementos de sujeción será objeto del capítulo de suministros. Deberá controlarse la incidencia de luz directa en los libros, así como la resistencia de forjados a su peso. Su ubicación, por la relación funcional que mantiene, deberá estar frontera al área administrativa. Las dependencias administrativas (oficinas, archivo, sala de reuniones...) conformarán un segundo bloque en esta área -que debe situarse inmediata a la biblioteca- compuesto del sector administrativo (al menos cuatro despachos: dirección, conservación, ayudante y jefe de negocia-


do de secretaría), sector de investigación (con dos despachos, uno de ellos con posibilidad de ser utilizado como sala de toma de fotografías de piezas de pequeño tamaño), una sala de archivo documental y una sala de reuniones con capacidad para doce personas. Todo ello conforma una superficie estimada de 150 m2. Todas estas dependencias deberán contar con los servicios habituales en áreas de gestión, como son líneas telefónicas y de acceso a red informática interna y externa, etc. Esta planta contará con aseos para uso también compartido con la biblioteca. Es preciso disponer de una sala de vestuario y de reuniones para el personal trabajador del centro, cuya ubicación (a estudiar) podría estar en la planta baja (cercana a la sala de apoyo de montaje de temporales) a causa de la relación con su zona de trabajo y el acceso público. B. Agrupación de servicios y sus relaciones. Circulación. A efectos predominantemente funcionales, los dos grandes bloques que constituyen los servicios de un museo son la zona destinada a uso público y aquella que se utilizará de forma restringida, para tareas técnicas en exclusiva. En el primero de ellos, el servicio expositivo y de divulgación, principal objetivo público y en número de visitas, obliga a agrupar las salas tanto permanentes y temáticas como temporales en ámbitos inmediatamente accesibles desde el exterior y de recorrido continuo y sencillo, como es lógico. La estructura del edificio debe determinar la ubicación de las salas de temporales en el lugar más accesible desde el exterior, al tiempo que puede beneficiarse de una entrada independiente habida cuenta que las muestras temporales constituyen un evento extraordinario cuyo funcionamiento debe estar dota-

do de una relativa autonomía dentro de la estructura funcional del centro. Para ello resulta imprescindible disponer de forma contigua al acceso exterior de un área de acogida que, al tiempo que permite una correcta distribución optativa y flexible de las visitas entre las tres secciones expositivas (exposiciones permanente, temática y temporales), faculte para situar allí un área multifuncional que dé cuenta de las operaciones de ingreso (dispensa de entradas, guardarropía, etc.), venta (tienda) y atención a grupos (sala de descanso y proyecciones o charlas introductorias). En el segundo bloque, de uso técnico, se establecen dos subgrupos. El destinado a almacenamiento de las colecciones no expuestas (por distintas razones) debe situarse en el espacio menos accesible para la circulación pública y, sin embargo, mantener un nivel alto de accesibilidad para el tránsito de obras. Tradicio-nalmente los sótanos, debidamente acondicionados han derivado en este uso, por razones de seguridad y de uso preferencial de los espacios bajo cota o subterráneos para objetos y, en escaso número y circunstancia, para personas. Finalmente el trabajo cotidiano del personal técnico del centro así como de las visitas específicas se realiza en el área de restauración, biblioteca y administración. Todas ellas requieren instalaciones bien iluminadas y aireadas cuya conexión con el resto de las dependencias debe ser fluida, especialmente para restauración, cuya conexión con los almacenes es de gran importancia y, en el caso del Museo de León, dada la idiosincrasia de sus colecciones, requiere el complemento de un área específica de restauración para material pétreo ubicada junto al lugar de exhibición de este material (lapidario). Adjuntamos a continuación un diagrama y sendos gráficos de flujos (circulaciones y relaciones de sectores a efectos de

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personas y de obras) a título indicativo para una mejor comprensión del tipo y frecuencia de relaciones entre cada servicio del Museo. CIRCULACIONES (pública e interna, de personas y obras) Con las cifras de visita antes comentadas, podemos estimar que la cantidad de personas máxima que habitaría a un mismo tiempo el museo en un momento álgido con la ocupación máxima de biblioteca, área de trabajos y salas puede rondar al alza las 1000 personas, aunque sería un extremo improbable, mientras que la ocupación media en el mismo caso rondaría las 100/150 personas.

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1. Pública - Exposición permanente. Es aconsejable que el acceso se realice por el elemento arquitectónicamente más significativo y al tiempo más relacionado con el flujo urbano peatonal. Que sea suficiente (en apertura de vanos) y único, reservando otros posibles accesos para circunstancias excepcionales (personas con limitaciones motoras, acceso de personal del museo, emergencias, muestras temporales que así lo determinen, entrada de suministros y obras, etc.). A partir de ahí, el recorrido por las salas de exposición permanente vendrá condicionado por la topografía del edificio y el discurso museológico que ofrecerá itinerarios simples de fácil comprensión en el que la circulación perimétrica iniciada en el sentido E-O (desde la mano derecha) no se vea interrumpido por elementos arquitectónicos prescindibles. El necesario giro de la visita aprovechará la disposición arquitectónica volviendo inverso el itinerario hasta culminar el paso por toda la planta

retornando a la escalera o elemento de conexión vertical que de vía hacia la siguiente y, finalmente, a la salida, repitiendo este esquema. Una vez finalizado el recorrido en el área 6 (ver abajo), la escalera de comunicación entre planta 2ª y 3ª permite subir al área 7. La salida se realizaría en sentido inverso, por las escaleras o ascensores (ver com. vertical). El acceso al lapidario y al monetario se realizará de forma independiente por el distribuidor principal hacia su ubicación en el sótano 1. - Exposiciones temporales: con el fin de utilizar el espacio más inmediato al acceso externo (la planta baja) para actividades extraordinarias (incluso a EP cerrada) y de complemento a la visita de la permanente, incluso con un perfil de público distinto al que acude a aquella, proponemos la habilitación de un recorrido totalmente independiente (internamente articulado según cada muestra temporal), lo que habilitará una fluida circulación de este uso. La elección del visitante entre cada exposición (permanente o temporal) deberá estar facilitada por la ubicación del acceso general, diferenciando los recorridos opcionales a partir del punto de dispensa de entradas. - Otras actividades: tanto la comunicación de biblioteca (de uso público restringido) como la de oficinas y almacenes (casos especiales de visita) estaría condicionada a las comunicaciones verticales con la tercera planta y, en todo caso, se realizaría acompañada por personal del museo, por lo que remitimos a siguientes puntos. 2. Interna - Personas: la plantilla del museo, así como los usuarios específicos de ciertos servicios (principalmente bibliote-


Flujo de circulación predominante de PERSONAS en el funcionamiento del Museo (el grosor de la línea indica gráficamente la frecuencia de uso).

Circulación restringida

ACOGIDA · Ingreso · Tienda · Sala de grupos

BIBLIOTECA · Depósito · Despacho y atención público · Sala lectura

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ALMACENES · De ingreso y/o cuarentena · De específicos, etc.

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RESTAURACIÓN

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OFICINAS · Despachos · Reuniones · Archivo

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EXPOSICIONES TEMÁTICAS

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Å EXPOSICIÓN PERMANENTE

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EXPOSICIONES TEMPORALES

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Circulación pública

SALIDA (directa desde cualquiera de las exposiciones)

Flujos predominantes de circulación de personas en el Museo.

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Sala de cuarentena

ALMACEN GENERAL

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Peines de cuadros

Sala de específicos

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EXTERIOR

Movimiento y trabajo técnico (2 montacargas)

Acceso directo

Å MONTACARGAS externo

RESTAURACIÓN

MONTACARGAS interno

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Almacenamiento

Area de restauración del lapidario

Carril-grúa

TEMÁTICAS Lapidario y monetario

Áreas de exposición

PERMANENTE

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TEMPORALES

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Flujo de circulación de OBRAS con 2 montacargas (el grosor indica gráficamente la frecuencia estimada).

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Sala de cuarentena

ALMACEN GENERAL

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Peines de cuadros

Sala de específicos

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Å MONTACARGAS externo

Acceso directo

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EXTERIOR

RESTAURACIÓN

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Movimiento y trabajo técnico (2 montacargas)

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Almacenamiento

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Area de restauración del lapidario 105

Carril-grúa

TEMÁTICAS Lapidario y monetario

Áreas de exposición

Å PERMANENTE

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Flujos predominantes de circulación de bienes culturales en el Museo (dos opciones: con uno y con dos montacargas).

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Flujo de circulación de OBRAS con 1 único montacargas (el grosor indica gráficamente la frecuencia estimada).

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ca) que irían acompañados de alguien de la misma, puede utilizar los accesos públicos, por lo que no es imprescindible la disposición para este caso de las entradas y salidas de emergencia ni de accesos específicos. En la tercera planta deberá estudiarse (en función de la ubicación final de escaleras y ascensores) la conformación de un vestíbulo y pasillos de distribución y accesos. Las circulaciones predominantes son aquellas que se realizan en el interior de esta tercera planta: el contacto entre biblioteca y dependencias administrativas Aunque deben considerarse muy relevantes las que comunican taller de restauración y almacenes, oficinas y salas de exposición. - Obras: la circulación de obras, tanto en operaciones de tipo expositivo El edificio "Pallarés" en el epicentro de la ciudad (foto Miguel Riera).

como en tránsitos a causa de ingresos y salidas, investigación o tratamiento deberá atenerse a los principios básicos de simplificación (recorridos cortos y directos), teniendo en cuenta que como norma se realizarán a museo cerrado o sin público, y de seguridad, logrando la mayor eficacia posible de los elementos e instalaciones destinados a este cometido. Por tanto habrán de habilitarse vanos suficientemente amplios (puertas anchas mínimo de 80-100 cm, de doble batiente hacia 2,50 m de altura), reducirse al mínimo las operaciones de embarque en elementos de transporte (montacargas, plataformas, etc.), así como garantizarse el máximo de maniobrabilidad y superficie de giro que permitan los mismos. Para el movimiento de piedras de gran peso se recomienda la instalación en obra del mencionado raílgrúa en el área del lapidario, así


como la apertura de un acceso de gran tamaño entre esta área y la destinada al tratamiento de este tipo de piezas. Especialmente importante es la habilitación de una fluida y accesible circulación hacia los talleres de restauración, tanto desde almacenes como desde salas. En todos los casos comentados, el remate de acabados del pavimento ya existente habrá de evitar la existencia de superficies de peligro para la circulación de cosas y personas, como ocurre con los pavimentos de travertino actualmente dispuestos, cuyas coqueras de gran calibre pueden causar situaciones de riesgo suprimibles merced a tratamientos superficiales de relleno de las más amplias. 3. Circulación vertical. En este sentido, y no podemos aquí dejar de pensar en la disposición proyectada del edificio pese a que venimos comentando aspectos en abstracto, al menos debería intentarse que un ascensor comunicara todas las plantas (del sótano 2 a la planta 3ª) estando disponible para el uso por parte del público entre las plantas sótano 1 y 3ª (área expositiva 7), y el resto sólo mediante clave interna (sótano 2). Mientras que el otro ascensor puede comunicar las plantas baja a 3ª para uso esencialmente interno o de público específico (biblioteca, investigadores, etc.). La necesaria recuperación del ámbito de la semi-rotonda del edificio “Pallarés”, por funcionalidad y coherencia espacial, obliga a replantearse la ubicación de la escalera de emergencia y el ascensor en una zona que afecte en menor medida a la estructura de la circulación y de la distribución de la exposición, facilitando, además, un mejor aprovechamiento de la superficie. Ambos elementos de conexión vertical pueden replantearse a bajo coste en otro área que incida menos sobre la

singularidad arquitectónica del inmueble y las posibilidades expositivas de estos ámbitos30. Respecto a los montacargas, se recomienda una altura practicable no inferior a los 2’10 m. y la apertura de puertas en sus lados mayores, para garantizar su máxima accesibilidad, eficacia y seguridad, y la reducción de los mismos a los recorridos más completos y directos posibles, con un máximo de dos trazados: el exterior hasta ambos sótanos y el interior desde sótano 2 ó 1 a planta 3ª, eliminando cualquier tipo de barrera arquitectónica inmediata (escalones, muros u obstáculos a menos de 4 m, etc.), así como proporcionando un área de maniobra suficiente, equivalente al menos a tres veces la superficie del propio montacargas. C. Condiciones de instalación generales y específicas. c.1. Ambientales 107

Debemos, de antemano considerar que la ciudad de León presenta un clima mediterráneo muy continentalizado, con influjos atlánticos, con temperaturas invernales bajas (que alcanzan los –10ºC en ocasiones) prolongadas a lo largo de al menos cinco meses del año y suaves valores en verano (sin descartar la superación de los 35ºC de máxima en momentos excepcionales), resultando una media anual entre 8 y 10ºC, así como un índice

30

Finalmente esta operación de recuperación del bello espacio semicircular en que rematan las salas del edificio no fue viable, a juicio del autor del proyecto arquitectónico, lo que provocó el mantenimiento de una escalera de emergencia que ha mediatizado las soluciones museológicas adoptadas en esa zona tan sensible.


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Fachada del edificio "PallarĂŠs" a finales de 2006 (foto Miguel Riera).


pluviométrico medio a nivel nacional sito entre 700 y 1000 mm, precipitaciones que se concentran en los meses de invierno y otoño, con 3 meses secos al año. El edificio que nos ocupa, absolutamente exento y expuesto especialmente a los vientos predominantes de Noroeste, tiene por tanto que contemplar la incidencia directa de estos factores así como el de un período diario de insolación cercano al 70% en las plantas superiores, que se reduce al 30-40 % en la baja. En términos generales todas las áreas del Museo deberán estar capacitadas para un control termohigrométrico de valores extremos recomendados entre 45-60% HR y 18-22ºC, y como regla general la velocidad de cambio de la HR en 24 horas no excederá de 5% y la temperatura de 1’5ºC. Estos valores son los que se han considerado, en las fichas individualizadas de obras que se adjuntan como Condiciones Generales (CG) a estos efectos. La medición de estas condiciones será constante, con una precisión de más /menos 2% en la HR y 0’5º C de máxima, con equipos tanto de medida instantánea que garanticen una respuesta del sistema en margen de tiempo aceptable, como otros destinados a la medición evolutiva a lo largo de la jornada, todos ellos integrados en red informática de gestión. Esta regulación podrá zonificarse en sectores que, a grandes rasgos, aprovechen la zonificación ya establecida. - Zona 1: ambos sótanos (incluido el sótano 1-b independiente). Con valores recomendados inferiores en la HR (entre 40 y 50% máximo) a causa de la ubicación en esta zona de materiales sensibles a este factor. - Zona 2: planta baja, con recepción, sala de exposiciones temporales y de almacén y apoyo (antigua zona 1 ampliada), con los valores generales mencionados, que exigirán un mayor

rango de respuesta al ubicarse aquí los accesos exteriores del edificio. - Zona 3: plantas 1ª y 2ª, salas de permanente, con los valores generales. - Zona 4: planta 3ª, área de restauración y exposición permanente, con los valores generales. - Zona 5: planta 3ª, área de biblioteca y dependencias internas, con el sistema de “zonas auxiliares” descrito en el proyecto y valores generales. Esta regulación deberá poder albergar estancias sectoriales o subzonas destinadas a material específico con valores más estrictos o microclimas, como ocurre con la sala de específicos del almacén y el monetario (ambas entre 30 y 35 % HR), así como el área de restauración, cuyos valores deberían poder regularse en función de las piezas allí albergadas en cada caso, o el almacén de orgánicos o de bellas artes, que deberá contar con un control mayor de la HR. Valores específicos (dentro de los márgenes mencionados) deberían poder conseguirse en caso de ser necesarios para la exhibición de obras singulares que así lo requieran, mediante el establecimiento de medidas de control ambiental particulares o puntuales, bien en los propios expositores (vitrinas climatizadas, compartimentos estancos, etc.), bien en estancias segregadas por panelación u otro tipo de divisorias llegado el caso, particularidades que serán definidas en su momento mediante la aplicación del proyecto museográfico. La incidencia de la luz será controlada a base de limitar la entrada de luz natural por medio de panelación de vanos así como la utilización de filtros UV en ventanas y acristalamientos y la utilización de focos especiales en los lugares a determinar durante la redacción del proyecto museográfico, aunque como apunte general consideramos correcto el planteamiento de partida moderando a 150 lux

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más/menos 50 sus niveles y la radiación UV por debajo de 75 mw/lm para ambiente, y dejamos pendiente a la evaluación de acopios lumínicos y su redistribución la definición de este capítulo. De igual manera será preciso instalar un sistema de graduación de la luz natural en la 3ª planta de uso interno o semipúblico (biblioteca, restauración y oficinas) para controlar la abundancia de vanos. Respecto al área de la semi-rotonda, con insolación destacada, ésta se reduce a determinadas horas y épocas del año, por lo que será controlada por medios mecánicos (traslúcidos u opacos en ventanas), así como por la ubicación en estas zonas de piezas no fotosensibles, ya decididas en gran parte.

c.2. Seguridad Seguridad antiintrusión: sensores en accesos (incluyendo, por supuesto, el montacargas exterior, que deberá protegerse contra el vandalismo) y espacios internos, que cubran con garantías el ámbito físico del centro y estén dotadas para discriminar secciones. Los sistemas de seguridad estarán conectados con Central Receptora de Alarmas las 24 h. del día por doble vía antisabotaje (RTC y GSM). Se completarán con medidas antivandálicas en exterior y cerramientos de seguridad de vanos exteriores. Seguridad Trasera del edificio “Pallarés” en junio de 2006 (foto L. Grau).


antiincendios: por medio de sensores e instalación de extinción según norma. Aparte cabría la posibilidad de reestudiar la zonificación, sistema de evacuación y sectores a fin de cumplir la norma caso de reubicar o reducir el impacto de las actuales escaleras de emergencia Vigilancia en sala: obligatoria, según la ley de seguridad, al menos a museo abierto. Vigilancia de circuito cerrado de TV con grabación continua en los espacios expositivos y, al menos en áreas de paso del resto de instalaciones, aunque es aconsejable poder monitorizar todo el edificio. Protección pasiva de obras: por medio de vitrinas blindadas o de seguridad, barreras, etc., a definir en el proyecto museográfico. La instalación de seguridad podrá sectorializarse en las distintas áreas funcionales del centro, principalmente las cuatro grandes divisiones (interna, exposición permanente y temáticas, temporales y almacenes), aparte de dependencias de uso circunstancial específico (salas de almacenaje de apoyo y temporales, etc.) c.3. Voz, datos y comunicación tecnológica El edificio deberá estar dotado de línea de comunicación de voz (telefónica externa e interna) en todas sus dependencias (considerando como tal aquellas segregadas por cualquier tipo de división espacial), línea que tendrá capacidad de asumir otro tipo de comunicaciones tecnológicas (ADSL o RDSI), situando los equipos informáticos en red interna, con acceso al exterior (Internet, correo electrónico) y con provisión de tomas o enclaves (o posibilidad de habilitarlas merced al trazado de la línea en el perímetro del inmueble) también en todas las dependencias, con una cadencia de conexiones en los espacios sin dividir de al menos una toma cada cinco metros line-

ales o 30 m2. Sería deseable, al tiempo, la posibilidad de contar con equipación de megafonía y con sonorización musical, al menos en las salas de uso público. c.4. Resistencia de forjados La actual estructura del edificio “Pallarés” está diseñada, según informa el proyecto, para soportar 400kg/m2. Aunque tal referencia debe ser considerada en los puntos más alejados de las estructuras de soporte, quizás sea preciso reforzar algunas ubicaciones para soportar grandes pesos, o, al menos suplirse con el estudio de ubicaciones específicas y la elaboración de placas de reparto que distribuyan el peso de determinadas obras. Por ello efectuamos el siguiente apunte que complementa al esbozado al hablar de la distribución de las colecciones en el discurso expositivo: - El museo cuenta con cerca de 260 obras de piedra cuyo peso individual supera los 100 kg, con una media en torno a los 200 kg y extremos cerca de los 2000 kg. En caso de algún sarcófago. Una minoría de estas obras (ver avance del discurso expositivo) se pretende ubicar en sala pues son imprescindibles para el discurso museístico, pero la gran mayoría de estas obras se instalarán en el llamado lapidario (aprox. 150), de manera que constituyan una especie de pasillo alineado con las columnas de sustentación (con lo que seguirán la línea de fuerza marcada por éstas) que, caso de disponerse en varios niveles, será necesario estimar pesos superiores a estos 400 kg/m2, por lo que será un aspecto a evaluar técnicamente. - Este mismo aspecto debe ser considerado en el caso de la biblioteca, donde la acumulación de estantes con libros puede llegar a exceder la capacidad de soporte estimada, por

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lo que nos remitimos a los análisis solicitados. - Para el resto de las consideraciones vinculadas a pesos y ocupaciones, nos remitimos a la estimación de visitas y la planimetría y fichas de obras a exponer31. PROPUESTA DE SITUACIÓN, distribución y superficies de los servicios del museo en el edificio “Pallarés”.

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En el documento que sirvió de informe sobre la viabilidad de la adquisición de Pallarés como sede del Museo32 ya se apuntaban a grandes rasgos las diferentes áreas básicas y una propuesta de distribución que habrían de conformar el futuro del Museo en el marco del edificio. En ella se llegaba incluso a distribuir temáticamente el guión de la exposición permanente de una forma que, a la vista de la evolución de los contenidos museológicos, no ha sufrido variaciones de envergadura. Dicha distribución, obviamente necesitada de una concreción mayor llegado el caso en el que ahora estamos, sigue siendo, con escasas modificaciones fruto del desarrollo de aquella idea y del mejor conocimiento de lo ejecutado en el inmueble (en aquel entonces se disponía apenas de someras referencias planimétri-

Con posterioridad a este Plan, hubo de realizarse un Informe sobre pesos y situaciones propuestas para esas obras, que concluyó con alguna eliminación y muchos cambios de ubicación de obras a exponer, ante la falta de solución que el proyecto arquitectónico dio a este tema, pese a estar advertido del mismo. 32 Titulado Informe preliminar sobre la posibilidad de que el edificio “Pallarés” de la Excma. Diputación provincial sea la nueva sede del Museo de León, que, aunque redactado en septiembre de 1997, sirvió en el año 2001 para avalar la adquisición ministerial. 31

cas), la que el cuerpo técnico del Museo defiende como la más adecuada a la implantación del mismo y de sus colecciones en el edificio. Por tanto, el desarrollo de tal implantación espacial se ofrece a continuación como una propuesta cimentada en ese criterio, máxime cuando, como es el caso, la disposición de unos espacios y una arquitectura ya conformada en su mayor parte, exige un esfuerzo de concreción que un edificio a reformar totalmente o a proyectar en nueva planta permitiría soslayar en gran medida o plantear en otro orden de cosas. A. SOTANOS. Uso predominante: almacenamiento de las colecciones y exposiciones temáticas. Es éste uno de los usos planteados ya en el proyecto, pero además, no debemos olvidar que la disposición de un amplio y accesible espacio de almacenamiento es una de las necesidades básicas de un museo, estando éste conectado con el exterior gracias a dos montacargas y disponiendo de la diafanidad suficiente para habilitar los soportes y contenedores precisos. En todo caso, el espacio reservado inicialmente en el proyecto para almacenamiento de piezas es, a la hora de adaptarlo al Museo, claramente insuficiente, teniendo en cuenta las dimensiones de la colección propia del Museo, que, obviamente, no fueron tenidas en cuenta en aquel, cuyos almacenes se destinaban a un almacenamiento más restringido y circunstancial. El Sótano 2, espacio menos accesible desde el exterior, lo planteamos como Almacén General, básicamente destinado a material arqueológico (en torno a 400 m2 útiles), pero también de otro tipo, ocupando la gran mayoría de la superficie libre de elementos de maquinaria e instalaciones del edificio, tal y como se encuentra en la actualidad, sin las divisio-


E S T UDIO DE AR QUIT E C T UR A Y UR B ANIS MO P AS E O DE S AN ANT ONIO N? 5 - E NT R E P LANT A 24400 P ONF E R R ADA (LE ON) T fno: 987 413060 AR QUIT E C T O: ANDR E S LOZANO F E R R E R AS

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Alzados laterales del edificio “Pallarés” (según A. Lozano) P R OP IE T AR IO: G E R E NC IA Y E QUIP AMIE NT OS DE E DUC AC ION Y C ULT UR A

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ALZADOS LAT E R ALE S ( P R OP UE S T A )

P R OY E C T O DE ADAP T AC ION DE L E DIF IC IO P ALLAR E S P AR A MUS E O DE LE ON P ZA. S ANT O DOMING O (LE ON)

ALZADO C / P ILOT OS R E G UE R AL

ALZADO C / P E AT ONAL

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OC T UB R E 2003

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nes propuestas en proyecto y con acceso directo al montacargas de calle y al interior principal. En este espacio habría de habilitarse junto al muelle de carga o espacio reservado libre para esta operación, una sala de ingreso (para toma de datos y documentación), una sala de cuarentena destinada al almacenamiento ocasional o temporal de nuevos ingresos, una sala de almacenamiento de materiales específicos o sensibles a cambios higrométricos, así como los peines de almacenamiento de cuadros y la los compactus o armarios específicos sobre raíles. Aparte, una vez rectificado el forjado que separa los dos sótanos, deberá diseñarse el mobiliario de almacenamiento (pendiente de la fase museográfica del proyecto). El Sótano 1 acogería quizá la mayor modificación sobre el proyecto aprobado de cuantas se proponen aquí, pues consideramos que la existencia del gran salón de actos propuesto no es necesaria. Por ello, se convertiría en una planta con el forjado a un mismo y único nivel horizontal, que ha de servir para mostrar aquellas colecciones que, en lugar de almacenarse en su sentido tradicional (cerrado y no accesible, pues obviamente las necesidades de almacenamiento son mayores que las que se derivan de la muestra permanente) serían expuestas con un carácter distinto, más acumulativo y temático, pero siempre abierto al público en régimen normal, intentando que la mayor parte del Patrimonio del Museo esté a disposición de la ciudadanía. Ubicaríamos, por tanto, dos zonas diferenciadas: - Áreas temáticas de exposición permanente: Monetario y Lapidario. Esta idea, desarrollada en numerosos museos, ofrece a cualquier ciudadano la posibilidad de conocer y valorar el Patrimonio almacenado y normalmente no expuesto que se exhi-

be con un planteamiento divergente y complementario al de la muestra permanente. Con criterios específicos de carácter temático que ya han sido desarrollados en alguna de las actividades del Museo, la colección numismática del museo ocuparía el antiguo foyer, aprovechando su carácter abierto al área de acceso de la planta baja, reducidas dimensiones (cerca de 80 m2) e inmediatez con el siguiente área temática, el Lapidario (de aprox. 250 m2). Éste tendría su emplazamiento en el antiguo patio de butacas, y se dedicaría básicamente a la instalación de la sección epigráfica, acompañada de materiales complementarios que serían expuestos de forma genérica, creando una zona diferenciada. Su carácter preponderante de lapidario invoca una idiosincrasia propia de este museo cuya disposición en espaciosos pasillos permitiría evocar su antigua ubicación en el claustro de San Marcos. - Almacenes y talleres específicos (aprox. 100 m2), complemento a la disposición aquí del lapidario, se ubicaría, en el espacio anteriormente reservado a camerinos, un ámbito de trabajo para mantenimiento y tratamiento de piezas pétreas, abriendo un ancho pasillo de comunicación respecto del montacargas lateral. Constaría de sala de limpieza (aprovechando las tomas de saneamiento existentes) y dependencias anejas, área que preferiblemente estará abierta. Se habilitará un acceso móvil (puerta corredera o similar de gran tamaño) en el frente del actual escenario, que, mediante la instalación de un juego de rieles y poleas (línea de raíl-grúa) en el forjado, permita el tránsito de materiales pesados hasta esta zona desde la


Zonas funcionales del Museo en “Pallarés” (L. Grau sobre dibujo de A. Lozano).

Exposición Permanente Biblioteca Restauración

Lapidario

Área administrativa

Talleres y Almacenes

Monetario

Área pública sin piezas y Exposiciones Temporales

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siguiente (lapidario), así mismo sería conveniente la instalación de una línea de monorraíl o puente grúa en el paso del montacargas exterior hasta el interior. Sótano 1-B. Con esta denominación nos referimos a un espacio que, cerrado sobre sí mismo sin comunicación con el resto del sótano, proponemos sea utilizado como almacén de reserva para objetos de menor tamaño y otros usos de tipo interno. B. PLANTAS BAJA A SEGUNDA. Uso predominante: exposiciones.

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Sin duda, el uso público por antonomasia de un museo, las exposiciones ocupan de forma preferencial el espacio más amplio, accesible y atractivo del edificio. La Planta baja se dedicará, por ello, de forma preferencial a exposiciones temporales, ya que se trata del espacio más franco respecto a los accesos desde el exterior, ofreciendo incluso una cierta autonomía respecto al resto del museo. En esta planta también se establecerá el área de acogida y usos públicos no expositivos (tienda, recepción, guardarropía, atención a grupos...) relacionada con la puerta principal en la semi-rotonda de la fachada del edificio, que permita el aprovechamiento de las especiales condiciones topográficas y funcionales del mismo. Las Plantas primera y segunda se destinarían íntegramente (con la reserva posible de algún espacio de uso intermitente para área de trabajo interno, panelable respecto al resto) a albergar la exposición permanente (aprox. 1700 m2), el eje del Museo articulado en secciones para cuyo recorrido remitimos al desarrollo proyectual de este documento en su vertiente museológica y museográfica.

C. PLANTA TERCERA. Uso predominante: semipúblico y privado (biblioteca, laboratorios de restauración, talleres, archivo y oficinas). Recuperando el destino que el proyecto daba a este espacio, y por tanto reduciendo al mínimo las reformas, se delimitarían tres áreas (de oeste a este): - Oficinas y archivo (área administrativa y de investigación): un área de 150 m2 en el extremo del edificio, destinada a despachos de administración, técnicos e investigadores, así como a salas de reunión, archivo documental y apoyo. - Biblioteca, de acceso a personal acreditado, habrá de contar dos espacios: depósito de libros y sala de lectura y oficina de préstamo, en el ámbito central de esta planta. De este espacio surgirían dos pasillos (de trazado recto), uno hacia el oeste para comunicar oficinas y archivo y otro hacia el este, para comunicar (y al mismo tiempo dividir) los ámbitos o talleres de restauración. - Laboratorio de restauración, en el ala central-oeste de esta planta, dividido en las dos secciones que las necesidades del centro demandan. - Finalmente, en el extremo oriental del edificio, en una zona dominada por la luz natural, con un total cercano a 210 m2, se dispondría de un nuevo área expositiva permanente y específica (área 7) a modo de “panorama” sobre la ciudad de León, aprovechando el magnífico mirador hacia su casco histórico y principales monumentos como parte integrante del discurso, aquí independiente aunque complementario del resto. Este ámbito tiene el inconveniente de sólo ser accesible por el tramo de escalera que une la planta inferior con ésta,


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Secci贸n del edificio con zonas expositivas a la vista (Empty).


E S T UDIO DE AR QUIT E C T UR A Y UR B ANIS MO P AS E O DE S AN ANT ONIO N? 5 - E NT R E P LANT A 24400 P ONF E R R ADA (LE ON) T fno: 987 413060

Planta tipo (primera) del edificio “Pallarés” en 2005 (según A. Lozano). AR QUIT E C T O:

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ANDR E S LOZANO F E R R E R AS

S ALA E XP OS IC IONE S - 3 E2

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V E S T IB ULO

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IE ZA C UAR T O DE LIMP

P 21

S ALA E XP OS IC IONE S - 5

P R OP IE T AR IO: G E R E NC IA Y E QUIP AMIE NT OS DE E DUC AC ION Y C ULT UR A

P LANT A P R IME R A (P R OP UE S T A) - C AR P INT E R IA

P LANO

P R OY E C T O DE ADAP AT AC ION DE L E DIF IC IO P ALLAR E S P AR A MUS E O DE LE ON P ZA. S ANT O DOMING O (LE ON)

E .- 1:100

D30


1b

OM

Ordenación de áreas y secciones en la planta 1ª según el Plan Museológico.

Neolítico y Metales I (calcolítico y Bronce)

recorrido

módulo expositivo

* 1b

*

LE

EH

1c

tecnología

1d

*

área 0

Metales II (Hierro)

*

1a

OM

A

A

OM

*

LE

2c

OM

2b

2d

2a

*

*

Romanización: cultura y sociedad

EH

Conquista

medio

La escritura

Romanización: vida cotidiana

*

3a

M

OM

Paleolítico

Presentación ML

3d

*

Cristianización e Hispanovisigodos

LE

*

EH

Vadinienses

3c

Planta Primera. Exposición Permanente: áreas 0 a 3.

Villas

MUSEO DE LEÓN

OM

119

Crisis BIR epígrafes


120

Áreas, secciones y zonas especiales en la planta 1ª según propuesta de Empty a partir del Plan.


121

Áreas, secciones y zonas especiales en las plantas 1ª y 2ª, según el proyecto museográfico (Empty: F. Partearroyo y S. Streck).


122

Recorridos en las plantas 1ª y 2ª, según el proyecto museográfico (Empty: F. Partearroyo y S. Streck).


43. Triptico.

*

EH

*

OM

*

LE

módulo expositivo

OM

Descendimiento.

LE

OM

44.

EH

OM

OM

*

A

A 5b

* LE

*

EH

Mº Palanquinos.

45.

¿?

M

*

M

¿? LE

6b

EH

*

46.

*

Rodriguez de Solis.

224. S. Pedro.

*

12. Santiago doctor.

225. S. Pablo.

A

A

47. S. Mateo.

11. Virgen.

5a

*

*

*

48. Quema de libros.

5b

5d

*

54. Friso catedral.

57. Dintel.

LE

*

EH

5c

49. Flagelación.

42. San Francisco.

OM

Planta Segunda: Exposición Permanente. Detalle área 5.

OM

Área 5 según el Plan museológico, con indicación de las obras relevantes a efectos museográficos. OM

¿?

M

*

562. Armario-Altar

LE

6b

*

97 a 105. Serie de Orrente.

EH

91/8. Medallones S. Claudio.

2794. Ejecutoria.

M

¿?

OM

MUSEO DE LEÓN

OM

OM

123

*

San Fernando.

2729.

OM


124

Área 4 según el proyecto museográfico (Empty, F. Partearroyo y S. Streck). Planta y alzado propuesto.


Croquis de distribución de monetario y lapidario en el Plan Museológico. instalaciones

recorrido posible

disposición de obras en el lapidario (varias hileras)

piezas a exponer exentas

módulo expositivo

Áreas temáticas (AT): Monetario: módulos (1 a 11). Lapidario: piezas extentas (9).

MUSEO DE LEÓN

A

baño baño D10

¿? 1

9

2

11

8

4

5

6

M

¿?

de Turanno.

almacén y tránsito

3084. Helicón. 3112. Cilio.

almacén y tránsito

3091. Cuba Cándida.

de Tureno.

3119. E. Vad.

lapidario

3127. E. Vad.

3350. Sarcófago.

de Munigaligo.

3114. E. Vad.

7

3

monetario

125

acceso a restauración

3102. Anetia Aroco.

M

restaurac ión

restaurac ión

E. Vadinense de Arao.

3117.


con lo que el acceso a personas con minusvalía o impedimentos de otro tipo debería realizarse a través del ascensor que desemboca aquí. Cabe apuntar, para concluir, una sumaria ordenación cronológica para las distintas operaciones relacionadas con la implantación del Museo en Pallarés.

- Fase previa: análisis del edificio e instalaciones, avance del proyecto museológico, definición del proyecto de terminación arquitectónico y de instalaciones. EJECUTADO (año 2002). - Diseño del discurso expositivo, redacción del Plan museológico. EJECUTADO (marzo de 2003). Ordenación del resto de las operaciones físicas:

Restauración: obras almacenadas, lapidario y obras expuestas.

Obras arquitectónicas e instalaciones

Traslado de oficinas y admon. a Pallarés 126

Traslado de colecciones de Sierra-Pambley a Pallarés

Instalación museográfica

Traslado e instalación de piezas expuestas en SM a Pallarés

Traslado e instalación de Lapidario de SM a Pallarés

Culminación de la instalación museográfica

Apertura


III. Programas y Proyecto de futuro


4. Programa museográfico y expositivo. 1. Mensaje y contenidos. 2. Áreas y contenidos expositivos. 2.a. Exposición permanente (EP):distribución, extensión, áreas y expecificaciones . 2.b. Áreas temáticas (AT): lapidario y monetario. 2.c. Las exposiciones temporales (ET) en el marco del Museo para los anexos del Museo. 3. Selección y agrupación de obras. 4. Circulación y recorridos posibles. 5. Complementos museográficos y medios de apoyo audiovisual. 6. Avance y configuración de textos informativos. 7. Iluminación. 8. Mobiliario expositor de obras. Apéndice: Programa museográfico para los anexos de Museo.

1. Mensaje y contenidos Nuestro criterio a propósito de un discurso museológico expositivo (temporal o permanente) es que su mensaje último, su contenido en la más radical de las síntesis, debe poder expresarse con una sola frase o sencillo enunciado. En este Ambientación denominada “gabinete del numísmata”, en la exposición Moneta legionis, Museo de León, 1998-99.

sentido, el contenido del discurso del Museo de León, como el de cualquier museo provincial debe ser, a nuestro juicio, la comprensión del proceso histórico de su territorio a través de los bienes culturales muebles seleccionados de ese pasado. No es ésta una alternativa, pues consideramos que no existe aquí capacidad de elegir, sino que es obligado ajustarse a la misión del museo, a la función que le da sentido en la sociedad. La formalización de la misma es, eso sí, espacio para las opciones, las variaciones y los desarrollos. Su objetivo, por tanto, será sencillo, que no simple: la divulgación e interpretación del Patrimonio cultural que atesora, con un horizonte de transmisión de conocimientos aplicado al ámbito de su competencia, resaltando esta especificidad pero sin perder de vista el contexto general histórico y geográfico. En ese sentido, la actual provincia de León ha tenido, como ya se apuntó, una marcada personalidad pretérita: momentos de especial relevancia en la prehistoria vinculados a la explotación de la riqueza mineral que aún hoy suponen una característica especial de su economía, tanto durante el la Edad del Bronce como durante la etapa de los pueblos prerromanos, ya sean éstos astures o celtíberos, en dos de las zonas diferenciadas de la provincia. Durante el dominio romano, la subdivisión en conventos jurídicos ubicó

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128

en Astorga (Asturica Augusta) una de las capitales jurídicas y en León el único contingente militar estable en la península durante toda la vida del Imperio: la Legio VII gemina. A este período sucedió quizás el más relevante de la historia leonesa, pues con el precedente de la época paleocristiana e hispanogoda, deviene una alta Edad Media en que primero el reino astur-leonés y luego el imperium conviertieron a esta capital en el núcleo más activo, también culturalmente, de la España cristiana. Tras un período gótico en que León comenzó a situarse en un lugar marginal de la historia del país, aún no excesivamente evidente gracias a las obras de patrocinio regio, como la catedral, el Renacimiento y el siglo XVIII fueron momentos de crisis cuyas obras históricas (si bien excepcionales en ocasiones) no rescatan al territorio de una atonía de la que sólo se salió en el XIX gracias las primeras industrias o las comunicaciones como el ferrocarril, lo que no impidió que en determinados ámbitos

(los monásticos, por ejemplo) se continuara la creación artística, artesanal y la importación de bienes patrimoniales, aparte de una gran riqueza de la cultura popular cuya conservación hasta tiempos muy recientes ha permitido disponer de gran información sobre la misma. Este es, a vuela pluma, el contenido o historia a narrar en el museo, núcleo del discurso planteable en la EP. La expresión de este contenido se efectuará en un discurso trabado en áreas de conocimiento, no sólo por motivos funcionales y académicos, para los que utilizaremos la tradicional división en “edades” de la historia (aunque con adaptaciones a las particularidades locales), sino también por la propia topografía y disposición arquitectónica del edificio, en ámbitos sectoriales bien delimitados que dividen cada planta, como lo hace la propia Panorámica de la ciudad desde el mirador del edificio “Pallarés” (foto tratada informáticamente por Imagen MAS)


arquitectura, en tres partes (occidental, central y oriental). Esa trama o hilo conductor incluye subtramas o determinados elementos de contraste con la diacronía del planteamiento general. Así, en cada área existen lo que denominamos espacios transversales, que consisten en aplicaciones del conocimiento histórico a un aspecto temático tratado de forma no cronológica y, por tanto, transversalmente al resto del discurso. Su situación topográfica en la propia estancia deberá marcar esa transversalidad respecto al eje discursivo de circulación de la sala, de forma que al deambular lineal del tiempo se una un asunto que trabe ese espacio y lo cohesione. Definido por tanto un hilo conductor (histórico-cronológico en sentido amplio) así como un cañamazo transversal que completa esa urdimbre, diferentes elementos de excepción, o excursos, han de permitir enfatizar el discurso o aliviarlo y dotarle de elementos de recupera-

ción de la atención entre los cuales se encuentran las piezas clave (PC) y las obras maestras (OM), puntos de atención focales sobre determinadas piezas que o bien resultan singulares por su especial significación en la comprensión de los procesos históricos, o bien, en el segundo caso, confieren al museo su singularidad a causa de sus altos valores culturales y el hecho de que doten al museo de su personalidad y relevancia por sus características de unicum u objeto de excepción. Mientras que las primeras pautan el discurso de una forma periódica (una por sección), las segundas lo hacen de forma extemporánea, en función de la importancia histórica o cultural de la obra en el contexto patrimonial. Otros altos en el camino lo constituirán dos llamadas de atención: una historia especial (HE) y un lugar especial (LE) son reflexiones al hilo del discurso sobre aspectos mal conocidos u oscuros del pasado histórico sobre los que cabe detenerse o, en el segundo caso, sobre

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130

espacios dotados de especial significación para comprender el discurso (similares a las piezas-clave pero desde un punto de vista espacial, de análisis del territorio)33. Además, se plantearán tres secciones complementarias o anexas al discurso central. La primera de ellas (el área 7), se integra en el mismo pero dirige su foco al desarrollo de un espacio urbano concreto, la ciudad de León, en la que observaremos una reiteración del guión cronológico pero que ofrece un panorama concentrado de un lugar, remitiéndonos al espíritu de los llamados lugares e historias especiales, aquí aplicados in extenso. Las otras dos, denominadas áreas temáticas (AT) constituyen dependencias expositivas aparte que, bajo el nombre de lapidario y monetario, derivan de la propia idiosincrasia de las colecciones y, pese a que también se incluyan objetos de este tipo en el guión expositivo permanente, recibirán un tratamiento temático, desarrollando un guión más cercano a planteamientos antropológicos y culturales que históricos, para interpretar este tipo de bienes desde otra perspectiva complementaria. Por tanto la estructura narrativa será en su visión general de tipo informativonarrativo, aunque ha de incluir elementos de persuasión e incluso dramáticos, como son el tratamiento museográfico de determinadas piezas o módulos o las áreas temáticas, procedimiento que se incrementará en las apuestas expositivas

33

Los lugares especiales adoptaron, con el tiempo, otra premisa de interés: debían ser sitios visitables, con lo que el museo tendía puentes hacia lugares recuperados patrimonialmente de donde vienen los bienes que atesora, instalándose en medio de otras rutas posibles, con las consiguientes rentabilidades social y económica (turística en especial).

y temporales con las que se ha de reforzar el mensaje de la EP de forma extraordinaria. Un resumen sintético de este esquema general sería el siguiente: - Área de Recepción: Introducción general al museo. - Exposición permanente (EP): 7 AREAS (6 + 1: grandes divisiones históricas + panorama de la ciudad, aparte el espacio nº 0) · Historia Especial o HE (1/área) · Lugar especial o LE (1/área) · Obras maestras u OM (nº variable según áreas) · SECCIONES (4/área: 3 cronológicas + 1 transversal) · Pieza clave o PC (1/sección) · Áreas temáticas (AT): · Monetario · Lapidario · Exposiciones temporales (ET) La configuración de este esquema es el que se desarrolla a continuación. 2. Áreas y contenidos expositivos. - Áreas de acogida y distribución: Introducción general al museo. La disposición del tercio occidental de la planta baja, desde el acceso de la rotonda a la zona de distribución y escaleras, permite desarrollar un área de acogida al visitante y preparación de la visita más extensa de la que existía en el antiguo proyecto, aprovechando así las potencialidades de la división de la planta y de su nuevo y más propio acceso público. En esta zona habría de disponerse la atención general al público, con un mostrador de información, dispensa de entradas y guardarropía (éste muy importante en la zona climática leonesa). También se ubicaría aquí la tienda, de forma que su conformación, como una especie de túnel, aprovechara la entrada y salida


para encaminar a los visitantes desde las EP y AT hacia la puerta de salida, pasando precisamente por la tienda de manera discrecional. Creemos que estas dos áreas pueden ubicarse ocupando longitudinalmente esta zona, de forma que la primera (información-guardarropa) ocupe el lateral norte y encamine al público desde el acceso hacia el distribuidor y la segunda lleve desde éste a la salida por el flanco sur. Quedaría libre así, finalmente, el espacio central, que creemos sería idóneo para ubicar la mencionada sala de atención a grupos o espacio dedicado a introducir al visitante en los contenidos del museo, mediante la proyección aquí (contra la pared que remata este espacio) de un vídeo de gran formato y la posibilidad de instalar asientos para 25/30 personas de manera que sean escenario de charlas de preparación del gabinete didáctico34. Una vez informado, el visitante pasa al área de distribución, donde escoge el orden de su visita, pues desde este espacio se toman escaleras o ascensor hacia las diferentes muestras del museo: permanente, temáticas y temporales. 2.a. Exposición permanente (EP): distribución, extensión, áreas y especificidades. ESPACIO 0: El medio físico Ocuparía un relativamente pequeño espacio de introducción al contexto o marco geográfico (paisaje natural, biodiversidad, recursos, etc.) compuesto fundamentalmente por aportes museográficos (información gráfica y objetos representativos del espacio natural como minerales, fósiles, vegetación, etc.) cuya

34

Esta distribución varió, para mejorar, con la propuesta museográfica, que trasladó el audiovisual al área de distribución.

ubicación, aún por definir, habría de situarse en el vestíbulo que conforma la doble escalera pública en la planta primera (ingreso en la EP) o en el inicio del Área 1, planteando una transición entre la definición del marco físico o escenario de la historia y la aparición del hombre como agente transformador del mismo. Con una extensión aproximada de 30 m2, en este apartado no se considera la inclusión de secciones ni ningún otro tipo de elementos discursivos, pues se trata de una introducción al marco geográfico y no realmente de un área tal y como se conciben las restantes. Sin embargo, los aspectos a tratar en el mismo son susceptibles de agruparse en tres partes principales: · El escenario: paisaje natural y biodiversidad · La capacidad: recursos y aprovechamiento histórico · La obra: transformaciones y límites del medio Instalaciones y objetos: restos fósiles y minerales hallados en la provincia, herramientas de trabajo del medio... en vitrina, acompañados de paneles ilustrados y un audiovisual de presentación. ÁREA 1: Prehistoria En el tercio oeste de esta planta primera (ápice con rotonda, h. 200 m2) y según el guión cronológico, dedicamos esta área a la etapa prehistórica, hasta la cesura que supuso la invasión y conquista por las legiones romanas. Una pequeña introducción a las divisiones de la historia con su explicación cronológica y someras lecciones sobre metodología arqueológica (pues es esta la principal metodología aplicada al caso) dan paso a las secciones sucesivas, que son acompañadas de una especial atención al desarrollo de las técnicas de manufacturas, su implicación en la socioeconomía, la cultura, la visión del mundo y las creen-

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cias y su aplicación como herramientas de transformación del medio. Entre ellas, un aspecto temático de interés regional: la minería y metalurgia pre- y protohistórica. Secciones35: 1.a: Levantado del suelo: la Edad de la piedra. 1.b: Vida en sociedad: Neolítico y Edad de los metales I 1.c: Castros, clanes y etnias: Edad de los metales II 1.d: Fabricar y cambiar: minería y metalurgia protohistóricas (tema transversal: la sección d siempre lo es). Piezas Clave: · Hendedor (nº 1992/12/sn) · Cerámica decorada de Cogotas (a escoger) · Torques de Hinojo (nº 1986/5) · Molde de hoces (344 y 345) y hoces (FA/2/46) Obras maestras: · Ídolo de Tabuyo (nº de inventario: 3054) · Depósito de Valdevimbre (nº de inventario: 2004/18)

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Una historia especial: las manifestaciones artísticas de la prehistoria Un lugar especial: el castro de Chano (Peranzanes) Instalaciones complementarias: Introducción sobre la formación de la arqueología local como disciplina humanística. Paneles informativos con reproducciones a gran escala fotográfica de entornos y yacimientos prehistóricos (especialmente cuevas y abrigos) y pintura rupestre de la

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Aquí sí hemos cambiado los títulos iniciales por los finalmente adoptados.

provincia. Tablas de cronología comparada. Audiovisuales sobre fabricación de tecnología lítica, cerámica y metalúrgica (proceso de extracción y aprovechamiento mineralógico) con visualización de antropología comparada, acompañamiento de objetos actuales en paralelo por criterios de funcionalidad y de piezas modernamente fabricadas en procesos de arqueología experimental. Los montajes diacrónicos o evolutivos tradicionales irán acompañados de reflexiones puntuales o módulos temáticos sobre aspectos señalados (concepto y definición del hombre, el útil: función y estética, el barro: materia de la creación, el sepelio de los muertos, el metal, el naturalismo y la representación simbólica...). Características generales de las obras: Instrumental lítico y metálico, recipientes cerámicos de diversas dimensiones, joyería, piezas de adorno corporal y de indumentaria, monedas, etc. ÁREA 2: Conquista y romanización El área se dedica a la fase de la conquista romana, como proceso bélico y aculturador que transformó definitivamente y, de forma especial, durante los siguientes siete siglos el espacio histórico peninsular y, de una manera destacada y de ahí el protagonismo, el ámbito leonés. En este caso se incluye un contraste entre la forma de vida de los pueblos prerromanos y la del invasor, especialmente destinado a entender sus diferencias de organización social, económica, política y tecnológica y como ello se reflejó en el proceso de enfrentamiento bélico. La siguiente sección, dedicada a la romanización presenta, por su importancia en las colecciones del centro, una preeminencia en superficie y en organización en dos áreas (ver la siguiente). La primera de ellas hace especial hincapié en los establecimientos campamentales, como el que dio origen a León; pacificación, dedicada en particular a la organiza-


ción administrativa, vida cotidiana y urbana, incidiendo en la capital Asturica Augusta (Astorga); economía, explicando las explotaciones mineras (Las Médulas en especial) y agropecuarias, comercio, etc.; y cultura, en su extenso sentido: lengua, arte, religión, costumbres y un espacio dedicado a las creencias (prácticas funerarias con instalación de tipos de tumbas, epígrafes votivos, etc.). Secciones: 2.a: La guerra y la paz de Roma. 2.b: Territorio de un imperio: la vida cotidiana. 2.c: Imagen de un imperio: el naturalismo en las artes. 2.d: Vencer y convencer: la escritura y las creencias. Piezas clave: · Hito augustal (nº 3158) · Recipiente de Terra sigillata hispánica (nºs varios) · Estela antropomorfa de Astorga (nº 3297) · Ara votiva al dios Bodo (nº 3057) Obras maestras: · Fíbula de jinete (nº de inventario: 1988/1/580) · Edicto de Augusto (nº de inventario: 1999/28) · Ara con inscripción a Diana (nº de inventario: 3066), con peso aprox. de 950 kg. Una historia especial: lo “celta” Un lugar especial: la ciudad hispanorromana de Lancia (Villasabariego, León) Instalaciones complementarias: Aparte las tradicionales informaciones gráficas e ilustraciones se aportarán maquetas y planos (preferiblemente relivarios) sobre lugares y entornos precisos de la época

(contraste entre castro y urbe romana, el trazado de un campamento,...); vídeos sobre el comportamiento militar de las legiones o la fabricación de objetos precisos (t.s., material constructivo, etc.) acompañarán el montaje. A partir de aquí y en el resto de las áreas (aunque en el área anterior también se usarán otros textos literarios connotativos) se incidirá en el uso de textos o testimonios escritos contemporáneos al momento (autores grecolatinos en este caso) para subrayar cada módulo de exhibición. Otro tipo de obras: Instrumental metálico y cerámico de diversas dimensiones (h. 50 piezas), joyería, piezas de adorno corporal y de indumentaria, monedas, epígrafes en piedra (algunos de ellos de tamaño y peso considerable) y en bronce, material constructivo y decoración arquitectónica (pintura mural, mosaico, tegulae, ladrillos...), escultura, etc. ÁREA 3: Antigüedad tardía y alta Edad Media De igual manera a la anterior -y nuestras explicaciones por ello se irán reduciendo progresivamente- se inicia con un pequeño sector introductorio a la época tratada, en el que se incide en el extenso proceso de mutación acaecido en el mundo antiguo durante la llamada “crisis del siglo III” y su evolución progresiva al mundo conocido como medieval. Se organizan secciones con especial hincapié en el panorama de las villas romanas de la provincia (una de las cuales es anexo de este Museo: la villa romana de Navatejera) y las épocas visigoda y mozárabe. Secciones: 3.a: Tras la muralla o en el campo: crisis y transformación. 3.b: La periferia de Roma: los vadinienses. 3.c: Viejos aliados y nuevas creencias: el epílogo hispanovisigodo

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3.d: En un retirado lugar: las villas. Piezas clave: · Estela discoidea de Campilio Paterno (nº 3075) · Lápida funeraria del princeps cantabrorum, (nº de inventario 1998/9). · Quema-perfumes de bronce de niño jugando con oca (nº 1994/23/105) · Jarro litúrgico visigodo (nº 51). Obras maestras: · Lápida romana dedicada a ZeusSerapis (nº de inventario: 3148). · Estela funeraria vadiniense de Tridio (nº inventario: 3141). · Mosaico de Hilas y las ninfas (nº de inventario: 294). Una historia especial: Vadinia Un lugar especial: La basílica paleocristiana de Marialba de la Ribera 134

Instalaciones complementarias: Reconstrucción de una tumba conformada por tégulas (del tipo a capuccina). Maqueta de una villa ideal. Planimetría y documentación fotográfica y textual sobre villas romanas leonesas (esp. Navatejera, anexo del Museo) y la basílica de Marialba (maqueta de ésta). Espacio con ambientación sobre culto oriental cristiano (en la sección dedicada al paleocristiano, a base de iluminación, etc.). Otro tipo de obras: Instrumental metálico y cerámico de diversas dimensiones (h. 50 piezas), joyería, piezas de adorno corporal y de indumentaria, monedas, epígrafes en piedra y en bronce, material constructivo y decoración arquitectónica (pintura mural, mosaico, tegulae, ladrillos...), objetos litúrgicos, etc.

ÁREA 4: plena y baja Edad Media En la planta segunda, accediendo por la escalera volvería a iniciarse el recorrido por el tercio occidental del edificio, espacio rematado en la semi-rotonda. La llegada de los musulmanes en 711 es el gran acontecimiento que cambia la historia de este país respecto al resto de Europa. Así se marca también topográficamente este cambio con el cambio de planta del edificio. Un Occidente acosado y a la defensiva conoce el resurgimiento de las estructuras de poder organizadas en la zona a partir de la antigüedad tardía, a través del reino asturiano primero y leonés después, que se siente heredero en última instancia de la monarquía goda. El arte mozárabe (del altomedievo cristiano occidental en el siglo X) es contrapuesto en la sala al mundo del románico, que sucede a la caída del califato y proporciona a la región el primer y definitivo nexo de unión con el entorno europeo. A continuación el período expansivo posterior al año mil: desarrollo de las ciudades, del comercio, de las rutas, entre las que se inscribe el Camino de Santiago, en fin, el despertar de Europa al cual León ofrece la singularidad de su importancia como reino. El gótico, con el proceso constructivo de la catedral y el asentamiento de un nuevo lenguaje artístico y el mudéjar, especialmente interesante en los edificios civiles palaciegos desaparecidos o mal conservados en la ciudad de León y en las iglesias del sureste provincial, tienen nutrida representación en el Museo como para convertir ésta en una de las áreas más atractivas. Secciones: 4.a: Del repliegue a la expansión: mozárabe y románico. 4.b: Europa y el gótico. 4.c: Entre la integración y la exclusión: feudalización y mudejarismo. 4.d: Camino hacia Santiago.


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Lapidario del Museo en el s贸tano de su nueva sede, noviembre de 2006 (foto Manuel Garc铆a Garrido).


Piezas clave: · Capitel del apostolado de Sahagún (nº 1) · Virgen de marfil (nº 26) · Chimenea mudéjar en yeso (nº 293) · Santiago peregrino en madera (nº 12) Obras maestras: · Cruz votiva de Santiago de Peñalba (nº de inventario: 15). · Cristo de Carrizo (nº de inventario: 13) · Retablo de san Marcelo (nº de inventario: 9) · Tablero de juegos (nº de inventario: 25) Una historia especial: lo mudéjar Un lugar especial: el castillo de Valencia de don Juan

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Instalaciones complementarias: Se efectuará una ordenación del núcleo temático (sito como siempre en el eje longitudinal de la sala) de forma que componga la topografía de un templo dobleabsidado enfrentando piezas principales del mozárabe (s. X) y del románico (s.XI-XII). Montaje audiovisual sobre las rutas de peregrinación, especialmente la jacobea. Otro tipo de obras: Cuadros sobre tabla, tallas policromadas y retablo, epígrafes en piedra, restos escultóricos y de decoración arquitectónica, esmaltes y marfiles, tejidos, azulejería, yeserías, cerámica, facsímiles del beato y Biblia mozárabe, etc. ÁREA 5: Edad Moderna (Renacimiento y Barroco) La costosa ruptura de las convenciones medievales, con la llegada del humanismo renacentista y de la edad moder-

na, el pensamiento secularizado y las obras de arte civiles nos conduce a continuar el esquema planteado en el área central de esta planta, que dedica su superficie al Renacimiento y el Barroco, mediante la exhibición de los ciclos pictóricos más ambiciosos del Museo y la colección de tallas renacentistas y barrocas. Otras piezas de extraordinaria calidad y la colección de Artes decorativas tendría aquí cabida de forma que se articule en espacios entre los siglos XVI y XVIII ocupados de los ámbitos culturales señorial, monástico, científico, de las creencias y urbano, haciendo referencia a los ámbitos culturales más destacados de este período. Secciones: 5.a: El paradigma del norte: lo hispano-flamenco. 5.b: El canon mediterráneo: el renacimiento leonés. 5.c: Imágenes de una época. 5.d: Una sociedad señorial y popular. Piezas clave: · Caída de Lucifer, tabla del Maestro de Palanquinos (nº 45). · San Mateo, escultura en barro de Juan de Juni (nº 47). · San Jerónimo, lienzo copia de Ribera (nº: 2903). · Ejecutoria de hidalguía sobre papel (nº 2794). Obras maestras: · Tríptico de la crucifixión (nº de inventario: 43). · Relieve de la quema de libros, de Juan de Juni (nº de inventario: 48). · Cabeza de san Francisco de Asís, de Salvador Carmona (nº de inventario: 42). Un enigma histórico: un nuevo mundo (fray Bernardino de Sahagún).


Una historia especial: el Monasterio de Carracedo. Instalaciones complementarias: Contraste y oposición entre el modelo de representación de la realidad hispanoflamenco e italiano (diaporama o audiovisual sobre el nacimiento de la perspectiva, el naturalismo, etc.) con referencia textual (audio) a los textos reformistas y contrareformistas y su plasmación en la literatura de la época. Otro tipo de obras: Cuadros sobre lienzo y sobre tabla, esculturas en piedra, madera y barro, epígrafes en piedra, restos escultóricos y de decoración arquitectónica, monedas, objetos suntuarios, platería, cerámica y loza, mobiliario, documentos en papel, etc.

Secciones: 6.a: Querer y no poder: una metamorfosis incompleta. 6.b: Casa adentro: entre el lujo y la privación. 6.c: Un pretérito imperfecto: cultura y artes tradicionales. 6.d: Patrimonio histórico: el valor de una herencia. Piezas clave: · Retrato de Isabel II de F. Madrazo (nº 2911). · Loza monástica (nºs 1995/7/varios) · Colodra (nº 3301). · El palacio del conde Luna, óleo de Monteserín (nº 1988/1/1804). Una historia especial: los maragatos Un lugar especial: el Museo de León

ÁREA 6: Mundo Contemporáneo (siglos XVIII a XX) Iniciada así mismo con una referencia a los cambios que suceden en el último cuarto del XVIII, esta área se sitúa en el tercio final de la planta (extremo este). En él se muestran los intentos de reforma ilustrada que afectan, peculiarmente a los monasterios y a la monarquía. Otras dos secciones mostrarán un repertorio de artes decorativas de elite y, en contraposición artesanía tradicional de estas tierras (sección etnográfica). Finalmente, queremos introducir un novedoso capítulo dedicado a la historia de la consideración y protección hacia el patrimonio cultural que tratará de capítulos tan sugerentes como la restauración de la catedral de León, primero de los monumentos declarados en España y paradigma de un tipo de restauración, hasta los recientes mecanismos y procesos, incluyendo una parte dedicada al patrimonio mueble que tendrá la historia del propio Museo.

Obras maestras: · Gran altar portátil e imagen de san Fernando (nºs de inventario: 2842 y 2729). · Colón ante los Reyes Católicos, óleo de González Velázquez (nº de inventario: 96). · Maniquí completo de indumentaria y joyería maragata (nºs varios). Instalaciones complementarias: Recreación de un ámbito de la vida doméstica con visión dúplice: espacio señorial y espacio popular. Audiovisual sobre el origen de la valoración del Patrimonio histórico en el caso leonés, entre los siglos XIX y XX. Otro tipo de obras: Cuadros sobre lienzo y sobre tabla, escultura en madera, epígrafes en piedra, restos escultóricos y de decoración arquitectónica, marfiles, cerámica y loza, mobiliario, indumentaria y adornos corporales (joyería, etc.) de tipo tradicional popular, etc.

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ÁREA 7: panorama sobre la ciudad En el tercer piso del edificio, aprovechando el mejor mirador que conocemos hacia el casco histórico leonés, se habilitará una sala que recorra sumariamente la historia de la ciudad, complemento autónomo a la visita del museo. En esta área no existirán los excursos o puntos focales de las restantes. Secciones: 7.a: La fundación: los campamentos legionarios 7.b: Una capital para un reino. 7.c: El tiempo detenido: los siglos del declive. 7.d: Una ciudad de provincias.

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Instalaciones complementarias: Explicación gráfica y textual del panorama urbanístico y principales monumentos leoneses visibles desde el mirador de esta planta como colofón a su recorrido. Planimetrías y fotografías aéreas del desarrollo urbano leonés. Maquetas de determinadas edificaciones y ámbitos singulares de la ciudad en época histórica (negociar cesión municipal de algunas de ellas). Tipo de obras: Indumentaria militar de la Legio VII gemina, armamento, cerámica (t.s.), monedas, inscripciones en piedra, tegulae y ladrillos sellados, lotes cerámicos, fragmentos arquitectónicos de menor tamaño, textiles (cueros), joyería (azabache entre otros), cuadros, tallas, etc. 2.b. ÁREAS temáticas (AT): Lapidario y monetario La especial relevancia tanto en cantidad como en calidad de las secciones del museo dedicadas a la numismática y la epigrafía, que constituye uno de los principales caracteres diferenciadores del centro respecto a otros de su mismo tipo, así como la disposición en la nueva sede

de espacios diferenciados que permiten una exhibición distinta y complementaria a la de la exposición permanente, nos ha llevado a proponer la diferenciación de dos áreas temáticas dedicadas a este tipo de obras cuya visita, si bien puede realizarse de forma autónoma, incrementa la del resto de la muestra pública del museo, aprovechando al máximo la superficie de inmueble destinada a uso público directo. Bien es cierto que algunas de las obras de este tipo (las más cualificadas o acordes con el guión de cada área) han de formar parte de la EP, articulada con una ordenación de signo cronológico. Pero estimamos que relegar a su almacenamiento el resto, la gran mayoría de estas obras, pudiendo disponer su visita con un esquema monográfico, resulta una opción mucho más adecuada a la función e idiosincrasia del museo, así como al señalado papel que ambos tipos de manifestaciones culturales tiene en el desarrollo de los conocimientos históricos y en el de los propios museos, muchos de los cuales tienen en este tipo de coleccionismo su precedente más acreditado. Hemos determinado, por tanto, que ambas secciones integren dos espacios distintivos y consecutivos (cuya ubicación topográfica en el primer sótano favorece incluso el propio discurso como se verá) donde reciban un tratamiento que por un lado remite sumariamente al de los almacenes visitables, habida cuenta de una disposición más acumulativa y específica que el resto de la EP, y por otro no se ajusta a una pauta cronológica de partida sino que ofrece una lectura cultural, acorde con sus valores testimoniales y propicia para desarrollar o reforzar valores menos evidentes en la EP, como la interpretación antropológica de los restos históricos, su análisis crítico, su valoración patrimonial, etc.


Área temática 1: Monetario Ubicación y superficie requerida: en la zona denominada foyer en el antiguo proyecto, o espacio sito en el acceso del sótano 1, aprovechando su carácter abierto al área de acceso de la planta baja, desde la escalera, con dimensiones modestas acordes con el tipo de obras, cerca de 80 m2. Caracterización de las obras - Número y condicionantes físicos: Fundamentalmente monedas, acompañadas de otros objetos de pequeño tamaño. El área del “gabinete del numísmata” contará con mobiliario: mesa, silla, vitrina de pared y cámara fotográfica antigua creando una escenografía del tipo de las llamadas period room. - Restauraciones previas y traslado: Las piezas, salvo casos muy específicos, se encuentran en correctas condicio-

nes de conservación y su traslado puede realizarse con embalajes estandarizados conjuntos. - Condiciones de conservación: Las determinadas para exposición de material preferentemente metálico, con control de la humedad relativa (en sala o en vitrina) en valores bajos, no superiores al 45%, mientras que no hay restricciones para la iluminación, excepto las determinadas por el tipo de montaje. Las vitrinas irán blindadas (cristal y cierre de seguridad). - Condiciones de instalación: Un módulo expositivo por cada epígrafe del guión, con agrupación de tres en tres según temática, ubicando un Fotograma de la maqueta animada por ordenador de la villa romana de Navatejera (Vicente Mínguez y Fernando Miguel).

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módulo central para la sección de historia y un espacio específico para el gabinete (ver esquema). La iluminación, en consonancia con el siguiente área temática, será tenue, en valores cercanos a 1/3 de 180 lux máximo, procurando llegar a los valores totales a base de iluminación focal o puntual de los objetos que permita fijar su importancia sin incidir en la del mobiliario museístico. Discurso - Objetivo: Comprensión del valor de la moneda y la numismática como herramienta de análisis histórico y transmisora de valores informativos, artísticos, materiales, lingüísticos, etc. de honda significación cultural. - Guión: El esquema argumental intenta reflejar la relación que se establece entre la moneda y la sociedad antes que cualquier otro aspecto numismático, entendiendo que resulta más novedoso y más gratificante para su contemplación no hacer una exposición de monedas, sino sobre la moneda, sobre los procesos históricos que se reflejan y tienen su correlato en un elemento tan cotidiano y, a la vez, tan elaborado culturalmente Así, se establece el discurso en compartimentos autónomos que giran en torno al mismo referente desde distintas y complementarias perspectivas de análisis de uno de los indicadores más elocuentes y directos de los procesos históricos. Nueve módulos se articulan conformando grupos de tres unidos temática y topográficamente, que se completan con un recorrido histórico de cuatro módulos, que debe ubicarse en el centro, más dos independientes, dedicados a la técnica de fabricación y a una ambientación de un gabinete numismático.

Módulos: 1. MONEDAS ANTES DE LA MONEDA. Concepto y antecedentes. 2. CONTANTE Y SONANTE. La moneda y el lenguaje coloquial. 3. DINERO LLAMA A DINERO. Ahorro y acumulación de moneda 4. USOS Y ABUSOS. Del fraude al precio de la muerte. 5. MÁS ALLÁ DE LAS MONEDAS. Sellos y medallas. 6. PODEROSO CABALLERO. Moneda, propaganda y poder 7. CARA A CARA. El retrato en la moneda. 8. BUSCANDO UN SÍMBOLO. El escudo de España. 9. EL CANTO DE UN DURO. Los elementos de la moneda 10. LA MONEDA EN ESPAÑA 1. Edad Antigua 11. LA MONEDA EN ESPAÑA 2. Edad Media 12. LA MONEDA EN ESPAÑA 3. Edad Moderna 13. LA MONEDA EN ESPAÑA 4. Edad Contemporánea 14. CON “VIL METAL”. La fabricación y la conservación de las monedas 15. EL GABINETE DEL NUMÍSMATA. Una ciencia para una historia - Ordenación de obras: Ver fichas correspondientes. - Apoyos museográficos: Montaje y recreación de un despacho o gabinete de trabajo del numísmata, con mobiliario de época y ambientación incluidos. Área temática 2: Lapidario Ubicación y superficie requerida: en denominado en el antiguo proyecto patio de butacas cuya reforma ha de habilitar un área cercana a los 250 m2.


Caracterización de las obras - Número y condicionantes físicos: Lápidas epigráficas y elementos arquitectónicos y escultóricos en piedra de tamaños y pesos muy variables, entre 250 cm máximo y 20 cm mínimo y 1200 y 30 kg. aproximadamente como referencia. Presentan muy diversas formas y en algunos casos no ofrecen superficies lisas u horizontales de apoyo, por lo que deberá estudiarse caso por caso su instalación y la fabricación específica de soportes y estructuras de tipo museográfico (ver fichas de cada obra). Podrían disponerse en varios niveles verticales, por lo que será necesario estimar pesos superiores a 400 kg/m2, aspecto a evaluar técnicamente. - Restauraciones previas y traslado: Como norma general respecto a lo apuntado en cada ficha de obra, se efectuarán limpiezas, consolidación y tratamiento de protección en todas ellas. En gran número exige la rectificación o eliminación y sustitución de añadidos estructurales o estéticos, pegado de fragmentos y consolidación de disgregaciones recientes. - Condiciones de conservación: las condiciones generales (cg) determinadas para las salas serán suficientes para este tipo de material. - Condiciones de instalación: deberán conformar una especie de galería o pasillo, preferentemente alineado con las columnas de sustentación (con lo que seguirán la línea de fuerza marcada por éstas para asegurar su estabilidad y seguridad) que recuerde la antigua disposición en las crujías de San Marcos al tiempo que permita una ordenación sumariamente cronoló-

gica en consonancia con el itinerario del visitante (en profundidad u horizontal). La disposición en varios niveles verticales (máximo tres) facultará una ordenación tipológica en vertical, destinando los soportes superiores para restos tallados (disjecta membra arquitectónicos, fragmentos escultóricos y ornamentales, etc.) y los inferiores para epígrafes. Discurso - Objetivo: Insertar la colección epigráfica y de restos pétreos del museo en un discurso sobre la importancia de los vestigios escritos o iconográficos como receptores y transmisores de mensajes del pasado, la idea de posteridad y el desciframiento de conocimientos y sentimientos de nuestros antepasados. - El guión contemplará los siguientes aspectos: · Un soporte: la piedra. La idea de monumento y la aspiración de eternidad. · Un código: la escritura. Cauce del pensamiento, instrumento de dominio. · Un método: el lenguaje. Del latín al castellano. · Un mensaje: fórmulas, motivos y deseos. Los hombres y los nombres. · Una lectura: la interpretación histórica. · Otros significados: imágenes de la ruina. Arquitecturas sin edificios, esculturas sin sitio. La conservación de la memoria. - Ordenación de obras: Ver propuesta en esquema y fichas individuales de obras. -Apoyos museográficos: Aparte las tradicionales identificaciones individuales de obras con su etiqueta y comentarios textuales y gráfi-

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cos en soporte tradicional, se efectuará una iluminación en penumbra (1/5 de máximo 180 lux) y una individualizada en las piezas más destacadas. Ello ha de permitir a un tiempo el desarrollo de la propuesta de dramatización mediante la selección de las obras por distintos proyectores orientables e individuales de luz destinados a remarcar las piezas más elocuentes y relacionadas con el audiovisual o los interactivos (visita de grupo o individual). El espíritu de esta propuesta es el de una cripta o catacumba (no exenta de “misterio” en el sentido estimulador del término) donde las piezas dispuestas en galería se revelan gracias a la luz, al signo de la información y sugerencias marcado por el audiovisual o los puestos de manejo públicos, de manera que si bien se aprecian las obras a la entrada, éstas adquieren su verdadera dimensión e importancia en función del juego que luces y sombras efectúan para ordenar su significado en el contexto del guión. - Complementos audiovisuales: Elaboración de un montaje audiovisual (máx. 10 minutos) en el lapidario que proyecte imágenes en el antiguo frente del escenario con el guión previsto y mediante un juego de iluminación (luz que resalta y selecciona uno o varios objetos frente a penumbra en el resto) vaya ilustrando el mismo con enfoques hacia las piezas específicas relacionadas con cada episodio de ese guión, de forma que la visita pueda realizarse tras la contemplación del mismo. Acompañar de uno o varios puestos informáticos interactivos que seleccionen lumínicamente cada epígrafe o grupo

de ellos en función de los datos que el guía de la visita quiera resaltar o el espectador desee conocer. 2. c. Las exposiciones temporales (ET) en el marco del Museo. La sala de exposiciones temporales proponemos se ubique en la planta baja para facilitar una conexión más directa con el público y un funcionamiento autónomo, y, al, mismo tiempo, una mayor versatilidad o plurifuncionalidad de toda esa planta, la que introduce al usuario en el museo, ya que estará destinada a varias funciones complementarias y alternativas (recepción y acceso, atención a grupos, tienda y salas de ET, básicamente). Algunos de estos usos estarán supeditados a la propia configuración de cada muestra temporal, ya que las salas de ET en sí ocuparán un área cercana a los 500 m2 y sita en los dos tercios orientales del edificio, pudiendo compartimentarse este espacio o, incluso, ampliarse en los casos excepcionales en que las dimensiones y características de montaje y contenidos de la exposición temporal concreta así lo demanden. Obviamente sería precipitado aquí establecer una programación de las exposiciones temporales que han de tener lugar en esta zona, pero no está de más establecer las directrices principales de las mismas así como una aproximación de ejemplos aplicados de distintas muestras cuya propuesta se efectuará en su momento pero que cuentan ya con un perfil sintetizado aquí, en la configuración de lo que ha de ser la política de exposiciones temporales del museo en el futuro próximo. A grandes rasgos la programación expositiva temporal del museo ha de ceñirse a dos tipos esenciales de muestras: - ET de producción propia, en estrecha relación con los fondos del Museo, su historia, contenidos y


proyección. Son actividades propuestas directamente por el centro y realizadas de manera acorde y complementaria con su idiosincrasia, que resaltan aspectos concretos, amplios o detallados, de su personalidad como centro cultural, desarrollando sus objetivos y fines en función de sus colecciones, que al fin y al cabo son las que definen su actividad y razón de ser. - ET de producción ajena, bien en circuito itinerante, bien como propuesta única en el museo. Facilitando que la sala de ET del museo se convierta en referente de este tipo de actividades en la provincia (ya hemos mencionado la carencia de esta dotación en la ciudad) y siempre y cuando las mencionadas muestras no entren en colisión tanto con las anteriores (que lógicamente han de ser consideradas prioritarias a todos los efectos) como con la categoría del centro y sus fines institucionales. En este sentido se procurará salvaguardar la necesaria calidad de las propuestas y evitar un uso indiscriminado o sin criterio de una sala cuya personalidad y hasta éxito dependen efectivamente de la categoría de las muestras que acoja, valoración que se proyecta al resto de la institución museística y que, por ese motivo, debe calibrarse con mesura. Algunos ejemplos de ambos casos, que se programarán en su momento, son los que siguen: Del tipo 1: - El Museo de León que no pudo ser: exposición del patrimonio de origen leonés disperso en diferentes museos e instituciones extraprovinciales (M.A.N. de Madrid, museo Marés, colección Godia...).

- Los caminos del arte, M. GómezMoreno y el catálogo monumental de León. Exposición itinerante que versiona la realizada en 2002 en el Museo de Ávila (primera provincia del periplo catalográfico del autor) y conmemora la realización del catálogo monumental leonés (1906-1908) así como su obra maestra Iglesias mozárabes. - Marfiles y esmaltes leoneses, recopilación de objetos suntuarios de la Edad Media leonesa, particularmente del tesoro de los templos. - La vida y la muerte en un castro, reconstrucción antropológica del modo de vida de las sociedades prerromanas. - Las primeras huellas, los primeros hombres. Sobre el paleolítico recogido en las riberas de los ríos leoneses con una abundancia no amparada por su difusión pública. - Hacer, rehacer, rechazar. Un repaso al utillaje a lo largo de la historia, con una lectura de la continuidad y el cambio en las formas y funciones y una reflexión sobre la caducidad y el aprovechamiento de los recursos. - ArqueoLeón: 15 años después: puesta al día de los conocimientos sobre arqueología local, en conexión con un ciclo de conferencias sobre el tema que sirva de revisión del realizado en 1993-94, acompañado esta vez de una muestra temporal retrospectiva de los trabajos más importantes llevados a cabo en un decenio. - Arqueología en acción: pequeñas muestras temporales alternativas que servirán para difundir aquellos trabajos arqueológicos de relieve en el momento de su ingreso en el museo. - El museo expone, muestras periódi-

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cas y de pequeño formato sobre los distintos trabajos realizados en el museo de puertas adentro: restauraciones, investigaciones, ediciones sobre obras, ingreso de fondos, donaciones, etc. Del tipo 2: - Exposiciones del ciclo Constelación Arte, de arte contemporáneo en sus distintas modalidades, programadas por el Servicio de Acción Cultural de la JCyL. - Retrospectiva de artistas leoneses, que reuniría la obra seleccionada de los principales nombres del arte actual en nuestra provincia. - Exposición de los distintos premios de pintura y arte actual, de los que en diferentes oportunidades hemos recibido solicitudes para la cesión de una sala que no teníamos. - La música en el Museo y la literatura en el museo, actividades expositivas acompañadas de conciertos de cámara y lectura de fragmentos literarios y poéticos. - Fotografía de patrimonio histórico: concurso fotográfico sobre aspectos de valoración del Patrimonio. En fin, la lista pudiera hacerse mucho mayor, pero sirvan los presentes como ejemplo de una línea expositiva programática que el museo ha llevado ya a cabo en sus instalaciones provisionales pero que ahora, gracias a la nueva infraestructura, podrá desarrollarse hasta alcanzar su mayor eficacia. 3. Selección y agrupación de obras Este epígrafe viene a desarrollarse en los anexos I a III incluidos en volúmenes aparte así como en una base de datos informatizada para su consideración más ágil. Recordamos para esas consultas, que se han ordenado las obras en tres categorías (A, imprescindibles o nucleares; B,

recomendables o de contextualización, y C: intercambiables o de apoyo). Las fichas que se entregan en papel se presentan en formato amplio para los grupos A y B, mientras que los componentes del C lo son en formato sintético. También sucede que, en ocasiones, una sola ficha proporciona referencia de un grupo de piezas, debido a que tienen similares características o deben considerarse grupo o agrupables por sus condiciones de tratamiento museístico. Las obras se han agrupado, finalmente, en tres bases de datos distintas según su localización: · La Exposición Permanente (de las secciones 1 a 7). · El Área Temática Lapidario · El anexo monumental de San Marcos (SM). En la primera de ellas (EP) las obras se ordenan en cada uno de los niveles comentados: · Área (de la 1 a la 7) · Sección (la que corresponda, de la A a la D) · Módulo especial (señalado con número o con las iniciales PC, OM, LE o HE) Este último concepto, el de módulo, no está del todo delimitado (creemos que no debe estarlo aún) pues dependerá del desarrollo de trabajos museográficos. Pero se pretende con él que las obras estén agrupadas en función de relaciones coherentes preestablecidas dentro de las secciones y que, cuando existe señalado en estas secciones un elemento de interés (Pieza Clave, Obra Maestra, Lugar Especial o Historia Especial) se subraye física y espacialmente con la configuración de un módulo o apartado en la sección. 4. Circulación y recorridos posibles. La circulación tanto en la EP como en las AT y ET viene definida por la propia


configuración del edificio y su imbricación con el discurso propuesto. Puede resumirse en el siguiente esquema: - Acceso y zona de acogida y dispensa de entradas (planta baja). - Opción de visita a EP, AT o ET y combinaciones de todas ellas.

Opción ET: - Entrada independiente (a EP cerrada) o acceso a salas con recorrido según planteamiento expositivo. * Se adjunta un sucinto diagrama planimétrico de estos flujos circulatorios (p. 103).

Opción de EP: - Subida a planta 1: inicio de itinerario por el área 0 y área 1 en la zona occidental. Recorrido semicircular tomando a mano derecha el muro del edificio, con libertad de movimientos hacia el centro (área transversal). Este esquema se repite en las restantes áreas. Subida a planta 2 y reiteración del itinerario. Id. a planta 3 para finalizar. El problema a solucionar en este extremo es la obligación de salir atravesando salas ya visitadas, lo que produce los evidentes conflictos de circulación36. Dentro de este itinerario físico pueden seguirse distintos recorridos de conocimiento, que resumimos: · Itinerario completo · Itinerario atípico o alternativo: piezas claves y/o episodios especiales · Itinerario sintético: obras maestras · Combinación de varios.

5. Complementos museográficos y medios de apoyo audiovisual

Opción de AT: - Bajada a planta sótano 1: recorrido circular en monetario y lineal, ida y vuelta en lapidario.

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Este problema ha sido parcialmente mitigado mediante una solución de compromiso: el área 7 se visita antes de terminar el área 6, que cierra el recorrido a manera de un “epílogo” de la visita (dedicado al Patrimonio cultural y la historia del Museo: la sección 6.d) de forma que sólo se repite el paso por una pequeña zona del área 5.

Como principio básico, los complementos museográficos serán, en efecto, complementos; que no superarán la condición de meros acompañamientos explicativos o contextualizadores, sin mermar la importancia de las propias obras ni provocar distracciones innecesarias o un exceso informativo que pudiera provocar la saturación visual y de datos del visitante en un recorrido ya suficientemente integrado y explícito gracias a las obras exhibidas. Estos complementos, además, irán reduciéndose en presencia y desarrollo en función del avance crono-discursivo de la visita, pues serán más necesarios en las épocas más remotas ya que son éstas las que peor conocemos, menos información nos transmiten los objetos y menos familiares resultan al espectador. Además, la progresiva disminución de aportes visuales externos puede permitir el mantenimiento de la atención durante más tiempo, pues el abuso de recursos audiovisuales acaba por producir una saturación de imágenes que empobrece los niveles de percepción y aprehensión. Una pantalla audiovisual de tamaño apropiado a la proyección para grupos (aprox. 20 personas) servirá como marco introductorio instalado en la sala de atención a grupos de la planta baja. Desde allí, la salas de EP contarán con apoyo fundamentalmente gráfico (fotografías y dibujos), que podrán acompañarse (al menos se contará con la instalación opor-

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tuna) de vídeos monitorizados en pequeño formato (h. 10 espectadores) en las áreas de la planta 1 a razón de uno por área, según se especifica en la zonificación del discurso. El discurso de las AT (especialmente el Lapidario), más adecuado para la aplicación de recursos de apoyo museográfico y de tratamiento tecnológico, requerirá las especificaciones que se apuntan en su caso (proyección audiovisual, juego interactivo y automatizado de luces de apoyo...). En cualquier caso, la aplicación de tecnología de la información e instalaciones interactivas se regirá por los siguientes criterios: - Su participación será prescindible, de manera que el mensaje y los contenidos parciales puedan percibirse en

su integridad sin recurrir a tales aportes tecnológicos, que serán entendidos como valores añadidos, notas al pie o glosas. - Esta participación “marginal” (que no secundaria) será refrendada topográficamente por su ubicación y conformación creando “puntos de tensión tecnológica”, “lugares de retiro” o ámbitos apartados donde obtener una información a mayores, separada física e intelectualmente del caudal informativo y los itinerarios del enunciado principal. - Tanto su manejo como su mantenimiento responderán a principios de Montaje del museo: un fragmento de artesonado llevado a su posición, agosto de 2006 (foto Manuel García Garrido).


economía: serán fáciles y poco costosos, en toda la extensión de ambas palabras. Recursos de exhibición más radicales serán empleados en los montajes de ET, de forma acorde con este tipo de propuestas expositivas que priman la intensidad frente a la extensividad, impiden la caducidad de los apoyos museográficos e insisten sobre la transmisión de una idea de alguna manera inserta ya en el discurso general del museo, donde las ideas deben apoyarse fundamentalmente en las propias obras. 6. Avance y configuración de textos informativos. La información textual en la EP completará la exhibición de las obras con dos objetivos claros: explicitar o interpretar sus aspectos destacados menos evidentes para la mirada no experta o no iniciada y contextualizarlas en el discurso histórico; de alguna manera, explicar por qué motivo están en el museo. Por lo tanto, no ha de predominar sobre la información derivada de las propias obras y su ordenación discursiva, de manera que abunden en elementos de inserción e interpretación general, resalten aspectos destacados o señalados para el discurso y no superen el marco temporal e informativo recomendable, evitando la saturación de información, tan grave en muchos museos y que limita la capacidad del observador, reduce su atención y puede acabar por anularla. Al mismo tiempo, la base informativa de contexto se verá reducida progresivamente a medida que avanzamos en la cronología histórica, de manera que las épocas más remotas se vean acompañadas de mayor aparato contextualizador. Es importante resaltar que hemos querido, en la medida de lo posible, hacer que los propios protagonistas de la histo-

ria, los testimonios de época, los textos del momento sean quienes nos informen, de una forma connotativa o denotativa (literaria o sencillamente testimonial) del momento concreto que les tocó vivir. Así estamos procediendo a seleccionar textos concretos de cada etapa histórica, a la manera de una cita textual entrecomillada, para acompañar a las obras coetáneas. Estos textos irán, por supuesto, acompañados con otros elaborados a la sazón por el museo de forma que se complementen o expliquen en otro orden de cosas y desde un punto de vista más positivista o actual, cuyo tamaño irá reduciéndose en función de la necesidad de esta aclaración o del rigor y ajuste de los textos de época. Ambos niveles de lectura irán dispuestos, vis a vis, en paneles dúplices que contarán con el texto de época a mano izquierda y el texto moderno a la derecha. En los casos en que, como es obvio respecto a los textos del área 1 o prehistoria, no se disponga de escritos de época, se recurrirá a textos míticos, religiosos, poéticos o mera documentación gráfica de elementos de la época. Lógicamente, el apartado de diseño de los paneles queda pendiente de la ejecución de la museografía, aunque se proponen como medidas generales de identificación y situación las siguientes (ver los ejemplos): - Uso de una coloración identificativa de cada área. - Cartelas conjuntas o especiales provistas de un leitmotiv o elemento identificador relacionado con la época o extraído de los elementos representativos del área (la moneda con el reverso de la efigie de Augusto y el anverso reservado a la caetra o escudo típicamente indígena, en el apartado de la Conquista romana, según se aprecia en los ejemplos aportados a manera de ilustración).

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Los textos serán elaborados por el personal técnico del museo, aunque a efectos de visualización de sus contenidos, se adjuntan varios ejemplos a continuación. Estos ejemplos están ordenados en jerarquía informativa, de manera que respondan al esquema del discurso en los grados siguientes: 1. Texto general de introducción al área (un total de 7), con una extensión máxima de un DIN a-4 a doble espacio, acompañados de gráficos de cronología comparada, acontecimientos destacados o algún otro elemento de situación y delimitación temporal amplia. 2. Texto sobre la sección de cada área (un total aproximado de 30), de tipo dúplice, o sea, con un texto de época y uno elaborado actualmente, ambos con una extensión similar. 3. Textos especiales (un total cercano a los 35), sobre elementos singulares de cada área: especialmente las denominadas “pieza clave”, “historia especial” y “lugar especial”, tomadas como espacios de reflexión o altos en el discurso, excursos propiamente dichos, que incidan de forma intensiva sobre la interpretación de un caso relevante. 4. Identificación de las piezas (cartelas), con 3 tipos: a. Individuales simples (en un total cercano a 150). Con una ficha identificativa que constará de los siguientes datos en líneas independientes. · Obra (denominación o título). · Autoría (autor, taller, ceca, atribución, etc. si lo hubiera. A partir de la sección 4 se añadirá “anónimo” para reflejar su carencia). · Material y técnica. · Cronología (año o fracción de siglo o período con indica-

ción de época histórica si se estima necesario). · Procedencia (lugar, municipio. Si es extraprovincial, se indicará provincia). · Procedimiento y fecha de ingreso en el museo (indicando el propietario anterior si es depósito o donación particulares) y número de inventario o de control (este apartado en letra de cuerpo menor que el resto). · Restauración fechada, si la hubiere. b. Colectivas (un total cercano a 150 etiquetas para cerca de 800 obras), que identifican un grupo de obras, en ocasiones variopintas pero con una motivación común para su agrupación (suelen responder a las piezas tipo B y C) c. Individuales explicativas o compuestas (un total estimado en 100), que añaden a la información básica de las individuales algún tipo de explicación redactada sobre aspectos concretos. Algunos ejemplos necesitados de este apoyo son: la iconografía, los epígrafes, las piezas del tipo A en general, etc. En este apartado, y como procedimiento de énfasis de su importancia, se elaborará una identificación más extensa y resaltada de aquellas piezas tenidas por Obras maestras del museo. Ejemplo de texto general de introducción al ÁREA: 37

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A la postre, como suele suceder, los textos iniciales han sufrido drásticos recortes para resultar efectivos, por lo que incluimos aquí los definitivos (reducidos un 75 %).


ÁREA 1: Prehistoria

Denominamos Prehistoria al más antiguo, extenso y oscuro período de la historia del hombre, del que no poseemos testimonios escritos, pero en el que asistimos a los más asombrosos logros de la humanidad. En nuestro caso este período abarca desde los primeros indicios de la presencia humana hasta el dominio romano. Partimos de frágiles grupos nóma149

das, predadores y carroñeros, sobrecogidos por su entorno, para desembocar en sociedades complejas, especializadas, tecnológicas y de enorme riqueza cultural cuya conducta nos fue descrita por los invasores romanos durante su abrupta y definitiva entrada en la historia.


2. Ejemplo de texto para SECCIÓN (Nota: ambos textos comparten un panel con dos hojas, situando a izquierda el de época y a derecha el actual).

6.c: Un pretérito imperfecto: cultura y artes tradicionales

".... En la pared del portal, que hacía frente a la puerta, había una especie de aparador o estante, que se llamaba vasar en el vocabulario del país, donde se presentaba desde luego a los que entraban toda la vajilla de la casa; doce 150

platos, otras tantas escudillas, tres fuentes grandes, todas ellas de Talavera de la Reina, y en medio dos jarras, de vidrio con sus cenefas azules hacia el brocal y sus asas a pico o a dentellones como crestas de gallo.... todo distribuido y colocado con mucha gracia." José Francisco de Isla, Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes, 1758


La gran mayoría de los leoneses ha vivido desde siempre en entornos rurales, desligados del curso de muchos de los acontecimientos que venimos relatando. Casi todos ellos conservaron, hasta tiempos muy recientes, formas de vida similares a las de épocas muy anteriores. La noción de cambio y proceso debe ser tomada con reservas y matizada por el decisivo fenómeno de la "tradición", a veces un lastre, otras una salvaguarda. Lejos de arbitrar la relación entre la "gran his151

toria" y las manifestaciones "ahistóricas" de la cultura popular, de la etnología, debemos dar cuenta de las producciones vinculadas a un utilitarismo directo de caracteres preindustriales, cuya evolución tipológica ,apenas inalterada, se acompaña de una extraordinaria pericia manual y de motivos ornamentales de honda raigambre cultural.


3. Ejemplos de textos ESPECIALES:

ÁREA 6. Una historia especial: los maragatos El territorio de los maragatos (la Somoza) se extiende al occidente de Astorga, al pie de la sierra del Teleno, cruzado de parte a parte por el viejo camino francés hacia Compostela. Se trata de una comarca de arquitectura, artesanía, vestimenta y tradiciones singulares cuya mayor peculiaridad, aparte lo legendario, estriba en la dedicación de muchos de sus hijos al transporte y comercio (primero de pescado, después de todo 152

tipo de mercancías y del correo) entre Galicia y el centro de España, al menos desde época de Felipe II. Instituyeron un gremio de arrieros en el siglo XVIII, dentro de una estructura social cerrada cuyo declive se verá determinado por la implantación del ferrocarril. Los maragatos y la Maragatería llamaron especialmente la atención de los viajeros, especialmente la de los extranjeros, antes de hacerles un lugar en el movimiento Romántico (Concha Espina).


ÁREA 1. Un lugar especial: el castro de Chano (Peranzanes) Está el castro de Chano en el último rincón de la provincia, Cúa arriba, en el valle de Fornela. Se encarama sobre una escarpada ladera, que mira a un paso natural hacia el Norte, y suspende en una pendiente imposible sus rudas cabañas y callejas, conservadas de excepción en abrupto y recóndito paraje. Nos encontramos ante un castro indígena romanizado, de vocación minera, al rebufo de la explotación a gran escala de Las Médulas, sito en un entorno marginal que asegura uno de los pasos naturales entre 153

Asturias y León. Ha sido datado en la primera mitad del siglo I d.C. y ofrece aún hoy apiñadas cabañas circulares de pizarra, de alzados que llegan a los cuatro metros, rodeadas por un grueso muro de contención y defensivo. Mantiene un bagaje material indigenista, retardatario, síntoma de la lentitud del proceso romanizador, destacando la abundancia de ferramenta (útiles de hierro), que tal vez se fabricaran en el propio castro. El poblado fue ocupado un corto período de tiempo, apenas medio siglo.


Área 3. Sección b. PIEZA CLAVE LÁPIDA FUNERARIA de Dovidero Siglos II-III d. C. Cuarcita y letra incisa a puntero. Procede de las cercanías de Valmartino, Cistierna Ingresó por adquisición en 1998, nº de inventario 1998/9. Texto: DOVIDER/VS AMPA/RAMI F(ilivs) PR/INCEPS CA/NTABRORV/M h(ic) S(itvs) E(st) De/OBRIGI F(ili-ecervnt?) P(osuervnt)/ M(onv154

mentvm) Traducción: "Dovidero, hijo de Amparamio, príncipe de los cántabros, yace aquí. Los de Deobriga pusieron este monumento a su memoria" Este príncipe debió ser un cabecilla local aliado de Roma, que respetó su rango a cambio de una dependencia que garantizase el orden fronteras adentro.


4. Ejemplo de cartelas identificativas de OBRAS (estándar normal, dependiendo del tipo de obra) Cartelas individuales simples:

HACHA de apéndices laterales 1100 - 750 a.C. (Edad del Bronce final atlántico) Bronce moldeado Posada de la Valduerna Donación de Ana Mª Cuadrado, nº de inventario: 3296

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SAN JERÓNIMO penitente Seguidor de Juan de Juni Mediados del siglo XVI Relieve sobre madera policromada Se desconoce su procedencia En el Museo desde sus orígenes en 1869, nº de inventario 56.


Ejemplos de cartelas colectivas o conjuntas (con hipótesis de diseño):

El artesanado de los metales (siglos III - IV d.C.)

Lote de broncista hallado en Villapeceñil: compás, pie triple de palmatoria (fragmentado) con figuras de delfín y diversos mangos, asas y apliques de recipientes.

Al fondo a la izquierda, figura de Atis (San Millán de 156

los Caballeros, donación de Tomás Villán).

En el centro: pasarriendas de carro ceremonial con escena de leopardo matando un bóvido. Cimanes de la Vega (cesión de Nicasio Rodríguez).


OBJETOS de ADORNO PERSONAL y SUNTUARIOS (siglos I a.C. - I d.C.)

Navaja de afeitar, broches de indumentaria y adorno personal y aplique decorado para recipiente.

Fíbulas o imperdibles de diversas formas y decoraciones (castros de Chano, Adrados y Lancia). 157

Torques o collar rígido y pulsera en bronce, castro de Chano.

Tesorillo de denarios ibéricos del castro de Chano y pequeño lingote de plata, de Lancia.

Canicas de cerámica decorada y fusayolas en piedra y talco (Lancia).


Ejemplos de cartelas individuales explicativas o compuestas (OBRAS MAESTRAS del Museo):

TRÍPTICO DE LA CRUCIFIXIÓN Jan y Cornelis Metsys (atribución) Hacia 1535-1540 Óleo sobre tabla Procede de la Catedral de León Ingresó por compra en 1888, nº de inventario: 43. A la Crucifixión central acompañan en los laterales, san Jerónimo, del cual se narran varios episodios vitales: como cardenal, arrancando la espina al león y penando en el 158

desierto, ya en el primer plano del cuadro, y san Francisco, que recibe los estigmas de la Pasión. Se integran así en un sólo mensaje los paladines de las dos vías -ascética y mística- de acceso a la Verdad, a Cristo, y también los fundadores de dos de las órdenes religiosas con mayor predicamento en la época, franciscanos y jerónimos, representación de la devotio moderna. El tríptico fue atribuido a un discípulo de Quentin Metsys, pero recientemente ha sido adjudicado a sus dos hijos, obra de colaboración en la que Jan ejecutaría los personajes centrales y Cornelis (influido por Patinir) los de los laterales y el paisaje.


HILAS Y LAS NINFAS Mediados del siglo IV d.C. Mosaico polícromo (teselas de mármol, caliza, pasta vítrea y variscita) Procede de Quintana del Marco Don Darío de la Mata lo entregó al Museo en 1925, nº de inventario: 294. Restaurado en 1992 Hilas, joven príncipe griego celebrado por su belleza, fue raptado por Heracles, al que acompañó en la expedición de los argonautas. Pero durante una escala en Misia, Hilas recibió el encargo de ir en busca de agua a una fuente del bosque. Las náyades o ninfas de las fuentes al verlo tan hermoso lo raptaron a su vez para conferirle la inmortalidad, justamente el momento que narra este "cuadro": la tensa instantánea en que Hilas está a punto de ser llevado con los dioses, tal y como simboliza el laurel que crece tras el héroe. Este mito puede considerarse una alegoría del paso del alma a las esferas celestes, y no es extraño que fuese utilizado en la iconografía funeraria con un claro sentido apoteósico. Realizado con pequeñas teselas de mármol y pasta vítrea que permiten una rica gradación cromática en los plásticos tonos del desnudo masculino y en los más carnosos de las ninfas, el fondo de la composición utiliza, además, una técnica musiva en abanico que sólo se reconoce en los mosaicos de la más alta calidad.

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Ejemplo de cartela para pieza epigráfica:

Hito augustal de la COHORS IIII GALLORUM Hacia el año 54 d.C. Inscripción sobre piedra Procede de Santa Colomba de la Vega Ingresó en 1939, nº de inventario: 3158

Texto: Ex auct/oritate/ Ti(berii) Claud/i(i) Caesaris/ Aug(usti)/ German(i)/ci imp(eratoris) te/rminus/ prator/um c(o)ho(rtis)/ IIII Gallo(rum)/ inter c(o)ho(rtem)/ IIII Gallo(rum)/ et inter/ civitate(m)/ Luggo/num. 160

La inscripción delimitaba los terrenos de un destacamento militar acantonado en las cercanías de La Bañeza, respecto de la ciudad indígena de los Lugones, en época y por la autoridad del Emperador Claudio. Esta señalización es la más completa de un total de siete que portarían un texto muy similar, demarcando con nitidez los límites de convivencia entre las tropas de un imperio que comenzaba a tomar posesión física del espacio por medio de su instrumento de dominio más sofisticado: la escritura.


Finalmente, respecto a la información gráfica (ilustraciones y dibujos generalmente) que ha de acompañar a los textos y elementos de apoyo, está se reducirá al mínimo imprescindible siguiendo el mismo criterio de evitar la saturación informativa, en este caso de imágenes, pues una hiperabundancia de las mismas iría en demérito de la concentración en las propias imágenes objetuales que ofrecen las obras, razón de ser de la exposición del museo. Todo ello independientemente de que, en ocasiones, obras concretas o apartados específicos (los discursos “especiales”, la pieza-clave...) requieran una profusión mayor. Al tiempo que se redactan las versiones definitivas de los textos, en el Museo se procederá a la recopilación de tales imágenes y gráficos con objeto de que estén a disposición a la hora de efectuar el montaje. Como esquema básico de la distribución y cuantificación de las mismas puede seguirse el siguiente: 1. Ilustraciones generales, a grande o mediano tamaño (mayor que DIN A-4 en todo caso) que se ubicarán en sala con diversos tratamientos para servir de “telón de fondo” en ocasiones o para llamar la atención sobre elementos culturales imprescindibles para definir una épica que no se hallen presentes en el museo (p.ej.: pintura rupestre esquemática de León, vistas aéreas de yacimientos, etc.) 2. Ilustraciones asociadas a módulos y/o vitrinas que complementen el aspecto tratado en ellos, con tamaño cercano al estándar DIN A-4 (p.ej.: planimetrías, fotografías de localización, etc.). 3. Pequeñas ilustraciones de acompañamiento a determinadas obras para matizar o explicar su funcionamiento, su inclusión en un todo mayor, etc. (p.ej.: reconstrucciones

de un objeto, explicación de mecanismo, etc.). En cuanto a las áreas temáticas (AT), estarán dotadas de dos tipos de información textual: - Paneles de texto de las secciones (total cercano a 10) del tipo ya comentado tamaño similar, aunque en este caso las ilustraciones se insertarán en el texto maquetando el resultado de forma diferenciadora entre ambas áreas (monetario y lapidario). - Rótulos o cartelas identificativas de cada pieza, que en el caso del lapidario incluirán un apartado para texto y traducción o comentario de los epígrafes, mientras que en el monetario agruparán preferentemente grupos de varias piezas (en un total estimado de 120 epígrafes y 15 agrupaciones de monedas). 7. Iluminación Los criterios generales de iluminación de las salas de EP seguirán la misma pauta de cuantas operaciones de cara a su exhibición venimos perfilando: el predominio de las obras sobre su soporte museográfico. Así, la iluminación buscará un compromiso de equilibrio entre la luz ambiental permanente (natural y artificial) y la luz de acento o dramática, llamada a enfatizar determinadas obras o partes de la muestra destacadas por su calidad o por importancia en el discurso. De tal manera que la primera logre una iluminación suficiente para la visita y para la comprensión de los contenidos (tanto visualización de conjunto como de particularidades), que será reforzada y matizada por la segunda gracias al empleo de focalización en aquellos puntos señalados por el propio discurso expositivo, tanto en la EP como en las AT.

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Todos los espacios, obviamente, deberán contar con instalación de tomas de luz para luminarias en todo el recorrido del museo, tanto en techos (carriles de iluminación) como al nivel inferior de suelos, con tomas de corriente practicables cada 6 metros al menos, aunque en este sentido, el proyecto e instalación de la iluminación habrá de estar en consonancia con lo ya ejecutado en el edificio. Los niveles de la intensidad de luz (salvo las áreas reservadas a accesos, tienda y demás servicios del museo sin exposición de obras) tendrán como referencia los 150 lux (salvo casos especiales reseñados en las fichas de cada obra) de los que aproximadamente la mitad (70/80 lux) estará proporcionada por la luz ambiental fija y difusa, mientras que la parte restante hasta lograr los 150 o en ocasiones hasta 200 lux (casos de obras poco o insensibles) será proporcionada por luz de acento o focalizada, completando un sistema mixto que, desde el punto de vista de la filosofía expositiva, dé idea de un discurso compensado, sereno y armonioso, como corresponde a una instalación estable basada en un guión crono-histórico, en el que se resalten aquellos elementos que sobresalen en el mismo por su propia singularidad. Respecto a los requerimientos técnicos, aunque se precisarán en el correspondiente proyecto de iluminación, apuntamos ahora los siguientes: - La luz natural será en todo caso controlada mediante la disposición de estores, cortinajes traslúcidos u otro tipo de barreras (incluida la panelación) en los casos en que el montaje lo exija para procurar su aprovechamiento a efectos ambientales pero evitando su incidencia directa sobre los objetos. En todo caso se evitará la incidencia directa del sol en el interior de las salas de EP y ET, estudiando su control y aprovecha-

miento permanente en el lado norte, así como en las restantes orientaciones (lucernario de la planta 3). Podrá estudiarse y establecerse la posibilidad de aprovechamiento circunstancial de alguna de estas entradas de luz natural. - La iluminación artificial alcanzará una temperatura de color intermedia (entre 3500 y 4000º K) con un rendimiento de color que garantice la mayor aproximación posible a la reproducción fidedigna de los objetos, lo que, en el caso de uso de fluorescentes, exigirá el empleo de los de generación 90 (tipos intermedios de 940). La iluminación de los lienzos de pared se efectuará mediante bañadores o lámparas que permitan crear planos sin sombras, ámbitos homogéneamente iluminados. - La luz de acento deberá estudiarse para cada pieza, y se efectuará mediante proyectores con difusores, que han de evitar halos, filtros de UV, rejillas para evitar deslumbramientos y lentes para formar haces dirigibles que tendrán número y ángulo en función de las dimensiones, caracteres y situación de las obras (lentes de marco para cuadros, combinación de ángulos para exentas, luz rasante para lectura de epígrafes...). En las obras de pequeñas dimensiones sitas en vitrinas se dispondrá de terminales de fibra óptica o LEDs que permitan una iluminación dirigible, focalizada y regulable en intensidad. - Obviamente, se cumplirán las normas en vigor en cuanto a iluminación de lugares de pública concurrencia (entre las que se exige la iluminación de emergencia instantánea de al menos el 15 % de la instalación caso de empleo de lámparas de encendido lento).


8. Mobiliario expositor de obras Como norma general, el diseño y configuración del mobiliario expositivo estará supeditado y requerido por las propias obras expuestas, evitando la tentación de hiperdiseño o de un protagonismo de los elementos expositivos que produzca demérito o distracción de la observación de la propia obra a la que han de servir de manera subordinada. Como norma básica, puede que no huelgue decirlo, la función estará por encima y determinará la forma. Aunque pueda parecer un principio demasiado obvio, no es infrecuente encontrarse con montajes museísticos donde o bien los soportes o la luz o el propio diseño de acompañamientos museográficos pugnan con las obras por el protagonismo, produciéndose una perversión de la idea original del diseño, en la que éste se realiza en procesos independientes u obligando a las obras a adaptarse a él. Nada de esto queremos en este caso, ni en cuanto se refiere al mobiliario ni, como hemos comentado, en las restantes instalaciones de acompañamiento que, preferentemente, deberán adoptar una presencia discreta, a menudo inapreciable en primera instancia, que otorgue a las obras el papel que merecen, como elementos no caducables y justificadores de la existencia y funciones del museo. En este sentido querríamos disponer de un tipo de diseño de elementos de signo minimalista, con línea sencilla, preferiblemente recta y sin adornos, estrictamente funcional y sin concesiones a otra creatividad que no sea el acento en la valoración y la propia singularidad de las obras a las que sirven, lo que sin duda es el acto creativo más difícil de todos. Para los elementos cerrados, vitrinas y barreras de seguridad, se emplearán cristales dobles de seguridad, de apertura fácil y cómoda para el instalador, en módulos de tamaño medio (no superio-

res a los 2’5 m), climatizadas en los casos prescritos, con materiales de contacto inertes y acabados mate que no colisionen con la propia naturaleza física o formal de las obras. Mientras para los soportes (peanas, plintos, etc.), además de respetar estos principios básicos, se establecerán barreras de seguridad visuales, o físicas cuando éstas se apliquen a objetos frágiles, asegurando la estabilidad antisísmica y la correspondiente adaptación del soporte a las condiciones de apoyo de cada obra, procurando que éste se realice en la superficie más amplia posible. Pretendemos que los módulos de exposición de la EP sean atendidos por un elemento de mobiliario por módulo (sea aquél una vitrina o cualquier otro sistema de exhibición), intentando que la propia división artificiosa que imponen las vitrinas sea, al menos, aval de la que establece el discurso para su mejor comprensión. En este sentido, los módulos descritos en la planimetría de situación de obras y áreas que se adjunta deberán comportarse como una parte físicamente reconocible en la disposición museográfica de las obras. Apéndice: programa museográfico para los anexos del Museo. A. San Marcos: anexo monumental. En la práctica totalidad de nuestros informes sobre la nueva sede del Museo (tanto la actualmente en curso como las anteriores alternativas) hemos defendido el mantenimiento de las actuales salas de exposición permanente del Museo en el conventual de San Marcos como un espacio patrimonial que no debe desvincularse del Museo y sí funcionar como un anexo del mismo, dotado de caracteres específicos. Nuestra propuesta no exige un gasto presupuestario excesivo o cons-

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tante a mayores (apenas el mantenimiento de personal de vigilancia y del estado de conservación del monumento), toda vez que las estancias cuentan ya con instalaciones suficientes para el cometido que proponemos. Trata éste de cumplir un doble objetivo: - Mantener un ámbito tradicionalmente vinculado al Museo, desde hace más de siglo y medio, que apenas podría recibir otro destino acorde con la categoría de sus espacios (adscritos, además, a titularidad ministerial). - Ofrecer a los visitantes la posibilidad de contar, en el tercer monumento más visitado de la ciudad, con un espacio dedicado a la interpretación

del mismo, ubicado en las estancias más cualificadas de su obra renacentista, que, además, albergarían las obras muebles de allí procedentes. Recordemos, en este sentido, aunque quizás no haga falta insistir, que las dependencias, caso de abandonarse, serían muy posiblemente cerradas, con lo que se impediría no sólo la contemplación de algunos de los espacios arquitectónicos más importantes del renacimiento leonés (la obra más cualificada de Juan de Badajoz, en 1549, que se autorretrató en la propia decoración de sus muros), sino que se privaría al público, foráneo y Sala del “tesoro” de San Marcos, en montaje durante junio de 2006 (foto L. Grau).


local, de la correcta comprensión de este monumento esencial, hasta ahora realizada a través del museo. Esta propuesta, por tanto, contaría con la transformación de las tres salas (recordemos, de apenas 120 m2 cada una) en espacios con la siguiente dedicación: - Sala 1 o sacristía. De lo que fue San Marcos. Dedicada exclusivamente a explicar el propio monumento en su fase constructiva, por medio de apoyo gráfico y de la observación y explicación del programa iconográfico de la propia sala, la mejor y casi única en que la decoración escultórica adquiere rango programático (aparte de la fachada del edificio), con apenas piezas del museo, por tanto. - Sala 2 o postsacristía. De lo que tuvo San Marcos. Se pretenderá aquí completar la comprensión del edificio a través de su patrimonio mueble, con la ubicación de algunas de las obras del Museo que proceden de la desamortización del propio monasterio y que resultan prescindibles en el discurso de la instalación de la sede matriz. Nos referimos a una serie de retratos de comendadores de la orden de caballería de Santiago (11 óleos sobre lienzo) ejecutados a finales del XVII y principios del XVIII, en coincidencia con el reinicio de las obras arquitectónicas del convento, para exaltar la trayectoria histórica e importancia de la casa santiaguesa, que, además, fueron concebidos para esta misma. - Sala 3 o “del claustro”. De quienes estuvieron en San Marcos. Esta sala, apartada de las demás por la nave de la iglesia, se dedicaría a rememorar a los distintos ocupantes del edificio desde su desamortización, sus variopintos usos, con especial dedicación al propio museo, el inquilino más longevo. Junto a ese cometido, allí se

exhibirán varias obras del lapidario actual (que, por su tamaño, peso o significación, no sería recomendable trasladar a “Pallarés”), sarcófagos y epígrafes funerarios que han de conformar una especie de sucinto lapidario y memorial dedicado a quienes pasaron por aquí y ya no están, con un singular recuerdo de uno de los más funestos episodios de la historia del convento jacobeo: el campo de concentración en que se convirtió durante la guerra civil española, hecho sin refrendo o recuerdo en todo el edificio38. En el anexo informatizado se relacionan los bienes culturales que formarían esta alternativa museística y su distribución. B. La villa romana de Navatejera, anexo arqueológico. Resulta muy recomendable que la puesta al día de este yacimiento visitable sea armonizada con el cambio de sede del Museo, a efectos de no ofrecer ante la opinión pública la imagen de un nuevo centro museístico provisto de un anexo en muy precarias condiciones de conservación, de ahí que, a solicitud de la SGME, se elabore este sucinto informe que completa anteriores datos y que está acompañado por un Proyecto museológico de la villa romana de Navatejera39 que se adjunta aparte. En todo caso, y como

Una cita de Quevedo, primer “preso político” de San Marcos (1639-1643) ocupará un monolito epigráfico de función testimonial que centrará la sala. 39 Aunque en la aplicación museográfica en marcha no está la villa de Navatejera (sí San Marcos), su proyecto surge de las notas apuntadas en este Plan y la ejecución del mismo se inicia en estos días de cara a culminarse en 2007. 38

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se insiste después, la ejecución de ese Proyecto está supeditada a la realización de las tareas previas aquí descritas. La villa romana de Navatejera, en el municipio de Villaquilambre responde al tipo conocido de villa suburbana datable en los siglos IV-V d.C. (aunque con vestigios desde el siglo II) con dos zonas diferenciadas, la pars urbana o residencial, tapizada de mosaicos en parte y con zonas calefactadas de hipocausto, y la pars rustica o de explotación agropecuaria, aparte de una sección de dudosa utilización cultual y planta cruciforme que se ha asociado al mundo paleocristiano. Fue descubierta a finales del siglo XIX y a su interés y excepcional cercanía al núcleo urbano leonés une la peculiaridad de que fue cubierta ya en su momento en una de las primeras protecciones de este

tipo de yacimientos que se constatan en nuestro país (supervisada por Demetrio de los Ríos, arquitecto restaurador de la catedral leonesa en el cambio de siglo, la edificación intenta mimetizarse con los restos conservados en un criterio muy de la época que tiene, per se, altos valores monumentales). Es anexo del museo desde 1992, aunque dependió de él con anterioridad, en los años 1950-60. El recinto, que pertenece al estado y que engloba aleatoriamente restos de un yacimiento que se sabe más extenso, ha sido objeto, hace una década, de diversas intervenciones parciales de reexcavación y consolidación, cuyo objetivo último se determinó que fuera una total remodelaPanorama de la villa romana de Navatejera (foto L. Grau).


ción de sus estructuras visitables a la luz de un proyecto arquitectónico cuya ejecución, pese a prepararse a través de actuaciones previas, no ha llegado a efectuarse. Sin embargo, algunas de las intervenciones entonces proyectadas no eran solamente una mejora de las instalaciones, sino que suponían reformas y reparaciones de absoluta urgencia que habían de garantizar, incluso, la pervivencia de las estructuras existentes. Es más, las tareas llevadas a cabo con carácter previo (de las que hablaremos a continuación) si bien lograron el mantenimiento de un cierto nivel de conservación, al quedarse a medias en su ejecución o resultar interrumpidas en lo que se entendió como un proceso no concluido, provocan situaciones de conflicto con aquel objetivo conservacionista previo. Pese a la interrupción de los trabajos se continúa con las visitas públicas (aunque éstas no se promocionen) en circunstancias de gran precariedad que, además, pueden provocar riesgo para la integridad física de las personas. La cercanía del yacimiento a la capital provincial, su didactismo potencial y la frecuencia de vistas escolares, su ubicación en rutas turísticas frecuentadas (al pie de la misma carretera hacia las cuevas de Valporquero, por ejemplo) y la posibilidad de desarrollo también de esas posibilidades (los autobuses urbanos y la vía estrecha de FEVE que parten del centro de León paran en su misma puerta) o los valores añadidos desde el punto de vista patrimonial, entre los que el edificio de finales del XIX que cubre los mosaicos no es de los menores, convierten a la villa romana de Navatejera en uno de los monumentos más desaprovechados e interesantes de la provincia, siendo, además, una de las pocas villas romanas visitables en Castilla y León, la única en León. Estas circunstancias han motivado diferentes propuestas por parte de esta direc-

ción, propuestas que a continuación se resumen para conocimiento y efectos de la administración titular del recinto, dentro del plan de actuaciones museísticas relacionadas con el cambio de sede. La organización de la propuesta se hace por fases de actuación sucesivas, de manera que, en la mayoría de las ocasiones, se requiere la ejecución de la primera actuación propuesta para que la siguiente pueda llevarse a cabo con garantías. 1. Drenaje del edificio y recinto arqueológico Este es, sin duda, el problema más acuciante y antiguo de cuantos aquejan al yacimiento. No en vano fue una riada la que provocó el descubrimiento de los restos, al hallarse ubicados en la vertiente de una ladera cuyo subsuelo cuenta con manantiales, lo que impide una absorción uniforme del agua de lluvia y provoca la formación de torrentes y embalsamientos cuando las precipitaciones son copiosas. A ello se ha unido que el antiguo sistema de drenaje, una zanja perimetral al edificio que cubre los mosaicos, carece de funcionalidad, puesto que la rebaja del nivel de tierra por efecto de la excavación arqueológica ha provocado que aquellos conductos queden “colgados” sin servicio, por encima de la cota de circulación actual. Además, tanto la cerca como su cimentación provocan un efecto de “presa” impidiendo la salida de aguas a un exterior que, por otro lado, está colmatado y no ofrece esa posibilidad. Así, el agua suele inundar la zona baja del recinto, precisamente la más delicada, próxima a los mosaicos y a los muros del edificio, que se ven afectados por la humedad. Se ha llegado, incluso, a derribos parciales de la valla perimetral a causa del agua y de la ineficacia de los cimientos, en su mayoría por encima de la cota actual de circulación. Ante tales y tan nocivos efectos, la más

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prioritaria de las intervenciones pasa por solucionar la conducción y extracción de aguas del recinto, algo que, creemos, no es demasiado complejo, dado que el saneamiento urbano se localiza muy próximo al recinto arqueológico (apenas un metro y medio de distancia de la puerta de entrada del mismo) y la habilitación de conducciones en el interior sólo tiene el obstáculo de estudiar su trazado por los lugares donde afecte en menor medida a los muros arqueológicos.

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2. Restauración de mosaicos y estructuras arqueológicas Como es bien conocido por la JCyL, la intervención realizada en los meses de abril y mayo de 1993 sobre los teselados de la villa romana sitos bajo cubierto consistió, básicamente, en una consolidación in situ que detuviera los procesos de degradación en marcha sobre los mismos. La que en aquel momento se concibió como la primera fase de una actuación que habría de proseguir y culminar tras las obras de adecuación arquitectónica del recinto, se detuvo en tal estado de cosas, lo que si bien ha impedido que la degradación fuera a mayores, también causa un deplorable aspecto de los mosaicos (engasados, abombados y sucios) y el mantenimiento de unas deficientes condiciones de conservación. Todo ello agravado por los perjuicios causados por las filtraciones de humedad arriba mencionadas. Para solventar este extremo, en lo que atañe a los cuatro mosaicos cobijados bajo el edificio, hemos propuesto una intervención in situ, esto es, sin arrancar los teselados, lo que amén de abaratar costes de ejecución, está más de acuerdo con modernos criterios de intervención. Por otra parte se ha de considerar la reparación de las consolidaciones de muros y estructuras llevadas a cabo en el año 1995. La consolidación mencionada

(de cuyos defectos informamos en marzo de 1996) tuvo nula eficacia, ya que ni siquiera llegó a aguantar las heladas del primer invierno con el que se enfrentó. Los morteros se cuartearon inmediatamente y la situación actual es de una completa disgregación de los mismos, lo que da un aspecto y consistencia arenosos a los mismos y causa su total inutilidad y la necesidad de rehacer el trabajo con mejor tino. En este sentido resulta aleccionador comprobar como la consolidación efectuada una década antes en el área termal subsiste con solidez y eficacia mientras que ésta, mucho más reciente, se ha desmoronado con rapidez. Finalmente, debe incluirse la consolidación y restauración de dos elementos singulares hallados en los trabajos arqueológicos de F. Miguel (1993-94). Nos referimos al horno de cocción localizado en el ángulo de la villa y a la vasija de almacenamiento (dolium) mantenida in situ para reflejar el ambiente de laboreo agrícola y almacenamiento (la pars rustica) de la villa. Ambos elementos deben ser objeto de cubrimiento y protección para evitar en lo posible la acción de los elementos atmosféricos, destacando, en el caso del horno, que debe concluirse su excavación arqueológica, pues no se concluyó para propiciar su mejor preservación hasta que se planteara la restauración. Este es, además uno de los elementos más singulares del recinto arqueológico y, sin duda, el que más ha enriquecido su significado a raíz de las intervenciones llevadas a cabo en la década de los noventa. 3. Instalación museográfica Si bien la instalación de una exposición museográfica que sirva de apoyo a la comprensión del yacimiento es idea añeja que, incluso, ha tenido su reflejo en diversas actuaciones en los años 60 y 70 por parte, precisamente, de este Museo, y aunque ésta deberá supeditar-


PlanimetrĂ­a de la villa romana de Navatejera (J.C. Reguera sobre plano y datos de F. Miguel).


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se, en su forma definitiva, a la reforma final del edificio según el proyecto mencionado arriba, proponemos una sencilla operación museística basada en tres intervenciones complementarias. - Mediante el tradicional sistema de exposición de objetos procedentes del yacimiento (completados con otros de villae provinciales, para solventar las lagunas que se crearían), acompañados de paneles informativos, con texto y gráficos, incluyendo una maqueta y la correcta iluminación del conjunto, se tratará el interior del edificio en sus espacios de acceso (“pasillo”) y sala del mosaico de círculos secantes, preferentemente en las inmediaciones de la pasarela de recorrido, con lo que los visitantes observarán estos elementos a corta distancia. - Las salas del mosaico de cerámica y del opus signinum se dedicarán a reconstrucciones ambientales e idealizadas o hipotéticas de estancias de una villa romana, salas de época o period rooms. Concretamente, la sala del mosaico rectangular de cerámica se dedicará a una estancia de descanso, donde se añadirán los elementos para cuya confección contamos con un modelo ya consolidado museísticamente. La sala se sitúa junto a la del mosaico octogonal, que permanecería con un aspecto eminentemente “arqueológico”, con lo que la visualización de ambas desde la balconada que aquí forma la pasarela haría comprensible la operación reconstructiva mediante el contraste de ambas opciones expositivas al tiempo. En el caso de la sala de opus signinum, se destinaría a ilustrar un ambiente más doméstico y funcional de la vida de la villa, un espacio destinado a la cocina que habría de abastecer al dominus, y se

realizaría, igualmente, a partir de modelos ya aquilatados. - El exterior de la villa se señalizaría y dotaría de recorridos por los lugares más relevantes, completando el conocimiento de todo el recinto. Todo este planteamiento proponemos se complete con la extensión de los trabajos arqueológicos a las zonas de reserva o excavadas de antiguo y luego cubiertas, mediante la elaboración de un convenio de colaboración con la Universidad de León, de forma que la villa sea una especie de escuela de arqueología donde los alumnos de la carrera puedan ejercitarse en determinados meses del año, debidamente supervisados, para obtener experiencia y, al tiempo, extender el conocimiento del yacimiento. De hecho, la posibilidad de ensanchar las excavaciones fuera del actual recinto es muy viable, pues en su entorno se encuentran jardines, zonas verdes o una antigua fábrica pendiente de derribo en una zona de equipamiento social y cultural según los planes urbanísticos. El ayuntamiento de Villaquilambre (que no cuenta, pese a su extensión, con otro monumento en su municipio) es muy proclive a esta hipótesis de expansión futura. 4. Otros Bajo este epígrafe no se reúnen operaciones menos necesarias o urgentes, sino que se recogen aquellas que conforman un variopinto conjunto no menos necesario. Entre ellas, de forma prioritaria está la instalación de luz eléctrica, cuya conexión, en lo que se refiere a la infraestructura, no creemos compleja dado que la toma eléctrica y un registro se hallan inmediatos a la puerta de entrada de la villa. La comunicación telefónica por cable, una vez que puede, al menos, efec-


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Interior de la villa romana de Navatejera, con la cubierta de madera de finales del siglo XIX (foto L. Grau).


tuarse por móvil, es condición necesaria para disponer de un básico sistema de seguridad mediante alarma a instalar una vez se produzca la ubicación en el sitio de objetos muebles susceptibles de robo. Operaciones de rango menor para la adecuación museística del recinto techado son: la pintura general del interior (a ejecutar tras las obras de drenaje, pues las humedades han estropeado la pintura existente), la habilitación de una nueva entrada o acceso al público en la valla del recinto arqueológico, el relleno de las zanjas inmediatas a la entrada a la zona techada o edificio de los mosaicos, la señalización exterior y otras intervenciones que se detallan en el Proyecto de musealización de la villa que hemos mencionado.

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III. Programas y Proyecto de futuro


5. Líneas de difusión y comunicación. 172

Resulta extremadamente arriesgado efectuar una estimación, siquiera aproximada, de la cantidad de usuarios que puede tener el museo en el futuro. Tomando como punto de partida las cifras actuales de visita al museo y las de turismo en la ciudad en instalaciones asimilables (tanto otros museos como monumentos), es previsible que alcancemos la cifra estable de 60.000 visitas al año, teniendo en cuenta que este ha de ser un montante ya normalizado y que al menos el primer año o los dos o tres inmediatos a la apertura se producirá un “efecto llamada” que posiblemente incremente estas cifras en un 50 ó 60 % (cerca de 100.000). La periodización, estacionalidad y “picos” de visita pueden apreciarse en las gráficas que adjuntamos sobre la afluencia actual, cuyo perfil bien puede extrapolarse a la nueva circunstancia con estos índices de corrección o aumento. De ellas se deduce una estacionalidad

importante en los meses de verano (cerca de 7.500 visitantes en Agosto, que habría que considerar en torno a los 10.000). Los restantes servicios, tanto de atención específica como de biblioteca y actividades excepcionales resultan de circunstancias difíciles de prever. La existencia de unos mínimos en este sentido permitiría ordenar algunos de ellos en función de las necesidades de uso que han de incrementarse cuando la infraestructura del museo lo permita. Estos mínimos son los siguientes: - Biblioteca: espacio de consulta y lectura al menos para 5/8 puestos. - Investigación y acceso a documentación: al menos dos puestos de trabajo y una sala de reuniones. - Didáctica: sala de atención a grupos (30/35 personas) y un puesto de trabajo. - Tienda (aforo h. 15/20 personas) y dispensa de entradas-guardarropa. No podemos efectuar mayores comentarios ante la carencia de estudios de público, tanto en el museo como sobre el turismo o uso cultural de los servicios ciudadanos en León, aunque con los datos aportados en otros capítulos de este plan es posible establecer los parámetros de uso de los distintos servicios del centro. Régimen de visitas, de uso de instalaciones, de tipos de usuarios y actuaciones públicas, están regidos por normas generales para los museo de nuestro tipo en la región, según apuntamos en el capítulo de descripción del museo. Otro tanto podemos comentar a propósito de los servicios que ofrece el museo, ya descritos en otros epígrafes. El objetivo en todo caso es la plena accesibilidad del usuario, tanto desde el punto de vista físico (eliminación de barreras y circulación adaptada a personas con discapacidad motora, aspectos considerados en el proyecto arquitectónico y la normativa legal), como desde el de la accesibi-


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lidad intelectual a los contenidos del museo, aspecto que sí estará relacionado íntimamente con el proyecto museográfico derivado de nuestro programa. La atención a personas en fase de aprendizaje a distintos niveles (desde primario a universitario) mediante la aplicación de programas específicos de signo didáctico, y el cuidado destinado a los tipos de público con requerimientos especiales, de tipo sensorial o mental, deben determinar una parte importante de la vida del Área 6 antes de iniciar el montaje en mayo de 2006. (foto L. Grau).

museo como institución destinada a dar un servicio universal en su terreno. A los programas que propondremos en su momento (refrendo y ampliación de los que ya hemos llevado acabo) nos remitimos ahora.


III. Programas y Proyecto de futuro


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Área 6 antes de iniciar el montaje en mayo de 2006. (foto L. Grau).

6. Medidas de seguridad Ya hemos apuntado en el epígrafe del programa arquitectónico algunas medidas, que completamos aquí en su vertiente genérica. Es probable que algunas medidas no señaladas y sin embargo necesarias


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deban implantarse también, para ello, la disposición de un departamento de seguridad (que diera servicio al conjunto de los museos provinciales de la región) que respalde a este tipo de edificios nos parece una de las recomendaciones más importantes. Ello evitaría que el uso público y la custodia de bienes en el Museo se vean comprometidos en situaciones de riesgo que no por infrecuentes dejan de ser posibles. En este sentido queremos manifestar que la apertura pública de este centro y su funcionamiento pasan ineludiblemente por la adopción de cuantas medidas de obligada aplicación legal existan en la materia y la inten-

ción de este apartado es, básicamente, la solicitud de la adopción de las mismas. - Elaboración de un Plan de Emergencia, enmarcado en un Manual de Autoprotección de los inmuebles donde se ubica el Museo, que asegure su correcto funcionamiento en caso de una situación de este tipo. Planes y manual que, según establece la ley, deberán ser elaborados por personal cualificado al respecto e integrados, en el caso de las Bienes culturales del Museo embalados en la nueva sede, listos para su exposición, octubre de 2006 (foto L. Grau).


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instalaciones de San Marcos, en el Plan y Manual vigente para el inmueble completo (si lo hubiera) o, en su defecto, elaborados de forma acorde con el triple uso del mismo (hostelero, litúrgico y museístico). - Contratación de personal de vigilancia de seguridad en los momentos de apertura al público del Museo, para la realización de las tareas que le son propias y que no deben ser realizadas por otro tipo de personal (inclui-

Área 3 en agosto de 2006, con la base del mosaico romano que ocupa su espacio central (foto L. Grau).

do el personal subalterno denominado “vigilantes de museo”) según las disposiciones legales al respecto. - Así mismo deben segregarse las centrales detectoras de intrusión respecto de las de incendio, por norma, de manera que su uso también sea diferenciado (el manejo de la primera obligadamente por parte de personal de seguridad y la segunda por el propio personal actual del Museo). - La llamada de alerta a la central de alarmas deberá contar con alternativa de conexión GSM (telefonía móvil), ya que un mero sabotaje de la línea ordinaria por cable (RTC) provocaría


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su inutilización inmediata y fatal. - Instalación de iluminación y pulsadores de emergencia. - Adopción, como mínimo operativo, de las medidas electrónicas de seguridad previstas en la normativa, mediante la reforma del actual sistema de detección de intrusiones e incendios de las salas del Museo en San Marcos y la instalación nueva en la sede de “Pallarés”. - Disposición de un responsable de mantenimiento y de un jefe de seguridad que realicen tareas de control de las instalaciones a todos los niveles. - Habilitación de un Departamento de Seguridad común, con un director de seguridad cualificado y responsable, para la correcta implantación de los planes y sistemas de este tipo y a cargo de los mismos. - Elaboración de un programa de evacuación de residuos contaminantes químicos (utilizados en el laboratorio de restauración del museo) y de recogida sistemática y eliminación de los mismos, según la legislación vigente en materia de los mismos y de seguridad e higiene en el trabajo (especialmente la Ley de prevención de riesgos laborales). Al mismo tiempo se requiere la instalación de armarios especiales para contener tanto ácidos como productos inflamables, y la colocación de una ducha de ojos en el área de restauración, así como otros mecanismos de protección individual de este tipo de trabajos. - Finalmente, respecto a áreas específicas de tratamiento técnico de las colecciones, la disposición de zonas de acceso restringido y uso específico, como cámaras de cuarentena, fumigación, inmersión y tratamiento con productos emisores de gases, y otras propias de estos trabajos.


III. Programas y Proyecto de futuro


7. Recursos humanos.

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Aparte la plantilla que en la actualidad presta sus servicios en el Museo (comentada en el epígrafe II.7), las Necesidades de personal debería tener en cuenta los siguientes profesionales como mínimo funcional para el futuro Museo en su nueva sede. De ahí que esta propuesta de plantilla prevé y solicita la incorporación de: - Restaurador especializado en bellas artes (material orgánico) que complementaría la tarea realizada por el técnico restaurador de inorgánicos. - Educador de museo responsable del gabinete didáctico. En principio el Servicio de Museos de la JCyL tiene prevista la contratación temporal (con previsión de convertirla en permanente) de este tipo de profesional en todos los museos provinciales. - Guías de museo o “animadores culturales” (tres en condiciones óptimas), encargados de la atención específica a grupos que requieren la visita al centro con apoyo personal. Servicio éste el más reclamado entre los que proporciona el museo y que creemos debe estar a disposición de las solicitudes oportunas. - Ampliación de la plantilla de vigilantes en sala hasta el número de 15, con una ratio de 1/150m2 de exposición, y teniendo en cuenta que las exposiciones temporales posiblemente requieran el refuerzo temporal de la plantilla, así como que los turnos vacacionales no deben afectar a la ratio propuesta. Uno o dos de ellos prestarían sus servicios en el anexo de San Marcos (dependiendo del tipo final de instalación). Si se dispusiera de vigilancia de seguridad en sala (ver a continuación) podría reducirse proporcionalmente este grupo hasta lograr un mínimo de


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subalternos de 8 (dispensa de entradas y atención y orientación general al público) junto con otros 3 vigilantes jurados de ronda en las salas. - Jefe de seguridad y vigilancia jurada en sala, requerimiento legal cuya participación en la plantilla es incuestionable y que deberá encargarse del control, supervisión y adopción de cuantas medidas de seguridad sean precisas en cada caso, tanto permaRemate de la instalación del mosaico romano en el centro del área 3, diciembre de 2006 (foto L. Grau).

nentes como extraordinarias. Este epígrafe puede dejarse en manos de contrata privada pero siempre teniéndose en cuenta su necesidad, así como la de un ámbito espacial en el edificio para operaciones de vigilancia en vídeo, vestuario, etc. - Un Jefe de mantenimiento, encargado del control y puesta a punto de las instalaciones, así como de asistencia técnica a los montajes expositivos. Por tanto, el organigrama de plantilla final quedaría como sigue (se marcan en negrita las necesidades descritas antes):


propuesta junio 2006

39 cm

815

D E

L E O N

35 cm

M U S E O

60 cm

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Fachada de PallarĂŠs con los letreros del Museo (Empty)


Cuerpo técnico: · 2 de grado superior, facultativos de museos, uno en funciones de director y un otro técnico superior · 1 de grado medio de museos o ayudante. · 2 técnicos restauradores: 1 especializado en tratamiento de materiales inorgánicos y 1 restaurador especializado en orgánicos (o bellas artes). Gabinete didáctico y de atención al público: · 1 Educador de museo o responsable del área de didáctica · 2 Guías de museo Administración y biblioteca: · 1 administrativo en calidad de jefe de negociado de secretaría · 1 auxiliar de biblioteca para atención al público en la misma y en tareas similares como consulta y gestión de archivo y fondos documentales (fotografías, etc.) Vigilancia, orientación en sala y mantenimiento: · 1 Jefe de seguridad y vigilancia jurada (ésta última ampliable temporalmente en expos. temporales) · 15 vigilantes (personal subalterno). Que podría reducirse en función de la anterior. Se trataría de ampliar en 4 vigilantes la actual plantilla. O bien reducirla a 8 (mediante amortización de plazas del personal próximo a jubilarse) complementándola con · Vigilancia de seguridad en sala, en nº de 6 si se realiza la sustitución de los anteriores, o un mínimo de 3 si se permanece en el actual sistema de subalternos para cumplir esta función. · Un Jefe de mantenimiento, encargado del control y puesta a punto de las instalaciones, así como de asistencia técnica a los montajes expositivos.

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III. Programas y Proyecto de futuro


8. Presupuesto: necesidades y propuestas Una vez comentado el régimen de dependencia administrativa del museo y su modelo de gestión presupuestaria, resulta obvio que las necesidades presupuestarias deben ser comprendidas en el marco general de la gestión de los museos provinciales en la comunidad autónoma. En ese contexto, y dejando aparte las necesidades en el capítulo de personal e infraestructuras, las inversiones en los capítulos II y VI deberán sufrir importantes cambios. En el primero de los mismos aún es pronto para establecer una cuantificación que ha de depender especialmente del desarrollo de la vida del museo en su nueva sede, con la contabilización de sus necesidades de funcionamiento y mantenimiento y aquellas derivadas de tan profundo cambio. Esas necesidades requerirán a buen seguro una ampliación presupuestaria imposible de estimar aún hasta que no se cuente con un período de adaptación en el cual el museo se asiente en su sede y evalúe los gastos corrientes y previsibles diferenciándolos de aquellos excepcionales. En cuanto al capítulo VI, estimamos que, al margen de las actividades extraordinarias, el nuevo ciclo anual de proyección del museo y las actividades en materia de restauración y museográficas realizadas en el marco de este proyecto de nueva ubicación, harán posible el mantenimiento del gasto en este capítulo en los altos niveles conseguidos en los últimos dos años, pero ahora dedicado a tareas de proyección cultural más que a las imprescindibles de conservación y puesta al día de las colecciones, trabajos éstos a los que la actual situación está dando un impulso que las mantendrá durante tiempo en buenas condiciones, de cumplirse los planes propues-

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tos. Esa estimación de inversiones reales en torno a las cifras actuales (90.000/ 100.000 €) habrá de lograr una rentabilización de las salas de exposiciones temporales y demás servicios incorporados o reforzados del museo al dedicarse preferentemente a la ejecución de estas actividades programadas de tipo cultural y público40. Más que la incorporación de nuevos servicios en el museo y dado que los mismos se han logrado ofrecer durante los últimos cinco años en unos mínimos provisionales y provisorios pero al fin y al cabo en activo, se trata de dotar a esos servicios de un marco de estabilidad y desarrollo, de segu-

ridad y progresión, de manera que ni la improvisación ni la falta de medios limiten o condenen su funcionamiento a la intermitencia o la precariedad. Por tanto, todos los servicios relatados anteriormente serán desarrollados en la nueva sede con la categoría, apreciable por una inmensa mayoría del público de “nuevos”. Con ello, el Museo de León, cuya historia le ha hecho transitar de puntillas por el siglo XX, pasará del XIX al XXI ofreciendo la dimensión real de sus amplias posibilidades y de un futuro tan halagüeño como las administraciones decidan otorgarle y la ciudadanía le reclame.

León, marzo de 2003.

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40

Resulta penoso pero obligado constatar aquí que el alto nivel inversor de los años 2000-2002 no sólo se ha interrumpido y ha bajado a niveles ínfimos (que han supuesto reiterados ejercicios de desembolso cero en el capítulo VI para la mayoría de los museos provinciales de la región), sino que se ha visto acompañado, en el peor de los ejercicios que recordamos (2006), por una reducción drástica del capítulo II y una gestión que sitúa este tipo de museos en la periferia de la política cultural de la Junta de Castilla y León. De seguir así las cosas, la inversión realizada en este nuevo planteamiento museístico se verá seriamente obstaculizada y hasta anulada por la incapacidad de maniobra que este estado de cosas anuncia.


Bibliografía


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