Sentido común Por Magno Manuel
C
omo era de suponerse, en el debate de los candidatos a la gubernatura hubo de todo lo que los simpatizantes de Javier Duarte, Miguel Angel Yunes y Dante Delgado esperaban oir y que no fue sino una recreación de sus discursos de campaña, en el que vimos un Javier Duarte mantener una actitud propositiva y serena ante las provocaciones que prácticamente en equipo le lanzaron sus adversarios en cada intervención, cuya arma mas recurrente fue cuestionarle su juventud y su menor tiempo y experiencia que ellos en los asuntos públicos, sin reflexionar que se trata de “defectos” que se quitan con los años, en tanto que algunas mañas, como las adquiridas por sus contrarios desde la época dorada del porrismo estudiantil, solo se quitan con la extremaunción. Respecto a las elocuentes piezas retóricas para dar a conocer las acciones de gobierno que Miguel
Angel y Dante dicen abanderar en el hipotético caso de llegar al Palacio de Enríquez, para realizar un ejercicio gubernamental como nunca lo ha tenido Veracruz, suponemos que incluyendo el que Yunes cogobernó con Chirinos y Dante cubrió de manera interina durante cuatro años, no pasa de ser un camino del infierno empedrado con buenas intenciones, en el que basta con echar un vistazo a su prolongado desempeño público para saber que toda la transparencia, rendición de cuentas, fin a la corrupción, combate a la pobreza, cobertura de las necesidades de quinientas mil familias de marginados en materia de salud, educación y vivienda, Etc., Etc., Etc., con que aderezan su propuesta, solo son un señuelo para tratar de convencer a los electores veracruzanos de que olviden su pasado borrascoso y le den, cuando menos a uno de ellos, otra oportunidad de medrar con los dineros públicos y dar desahogo a su insaciable ambición de poder, como lo han hecho en cada una de sus funciones.
Bajo esta óptica, lo que nos pareció mas relevante del debate fue la insistencia de Miguel Angel Yunes en descalificar desde ahora al Instituto Electoral de Veracruz. Ya que con esa actitud revela un reconocimiento tácito a que las preferencias electorales no le favorecen para alcanzar la gubernatura, por lo que tal descalificación tendría como objetivo presionar a las autoridades electorales y sembrar la duda sobre cualquier resolución adversa a sus intereses, con la obvia intención de que la resolución tuviera como destino final el Tribunal Federal Electoral, donde los casos relacionados con el interés presidencial, como es el caso de los funcionarios involucrados en el incendio de la Guardería ABC, son tratados con mayor benevolencia. Con el riesgo de que sean los ministros del TRIFE y no los electores veracruzanos, quienes dictaminaran el resultado de los comicios. Como antecedente del escenario de lodo en que se han visto inmersas las campañas electorales, no se