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Mitos y Leyendas de la Robótica
Durante años los robots han formado parte del cine o de la literatura, han sido ciencia ficción, hasta que poco a poco se han desarrollado para formar parte de nuestra vida, son algo real y cotidiano a lo que nos hemos acostumbrado.
1. Los robots no descansan nunca. Es cierto que los robots no se cansan nunca y que pueden trabajar 365 días al año, 7 días a la semana y 24 horas al día, sin embargo, necesitan tareas de mantenimiento (tanto si se trata de robots hardware como software), por lo que tendrán algunos momentos de inactividad.
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2. Los robots quitan puestos de trabajo. Un robot no sustituye el trabajo de una persona, sino que el robot complementa el trabajo de esa persona y la ayuda a que sea más efectivo, liberándola de tareas repetitivas y tediosas. De esta forma los empleados podrán aportar valor a la empresa. Por otro lado, son las personas las que deberán controlar al robot para que haga las tareas correctamente.
3. Los robots no se equivocan. Es cierto que los robots pueden cometer menos errores que una persona, pero si la información sobre la que trabajan no está bien configurada o existen demasiadas excepciones en los procesos, surgirán errores. Por lo tanto, las personas deberán controlar el trabajo de los robots para que se desarrollen correctamente.
4. Todos los trabajos se pueden hacer por robots. No es cierto. Hay trabajos que son más susceptibles de automatizarse, como tareas de escritorio (abrir correos, archivarlos, conciliación bancaria etc.), sin embargo, hay otros que no, como el cuidado de animales al aire libre o la reforestación de un bosque, por ejemplo. Además, hay trabajos que, por su peligrosidad, aquellos en los que se trabaja con sustancias tóxicas, por ejemplo, son susceptibles de ser realizados por robots, de manera que se evita el peligro para las personas.
5. Los robots son más inteligentes que las personas. Con el desarrollo de la inteligencia artificial y el machine learning los robots han evolucionado y parece que podrían tener la misma inteligencia que los humanos, pero lo cierto es que no tienen facultades que son plenamente humanas como la capacidad de aprender de la experiencia, la empatía, la habilidad de reaccionar ante situaciones desconocidas, la improvisación o la creatividad, entre otras.