Poetas en el Museo

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POETAS EN EL MUSEO

Asociaciรณn de Amigos del Museo Arqueolรณgico de Sevilla MMXIII


La Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Sevilla publica este primer volumen de poesías bajo el título de “Poetas en el Museo”. Estas obras, leídas personalmente por los autores en las diferentes salas de exposiciones, delante de las piezas, de sus musas, tuvieron el encanto irrepetible de unir en el mismo lugar y momento a estatuas, poetas y poesía. Para recordarlo y para que no se pierda en el olvido, con esta obra queremos agradecer a los poetas su colaboración con los Amigos del Museo Arqueológico. Rosario F. Cartes José María Jurado Lola B. Sousa Carmen Rodríguez Jesús M. Castillo Sol Márquez Carmen Iglesias Gonzalo Gragera Manuel Jesús Osuna Diego Ropero


POETAS EN EL MUSEO


Asociaciรณn de Amigos del Museo Arqueolรณgico de Sevilla MMXIII

Ilustraciones por la Arqueรณloga: Elisabeth Conlin Hayes


Desde hace cuatro años, la Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Sevilla (A.M.A.S.), viene organizando unas jornadas en las que, dentro del Museo, invita a poetas para que lean - nos lean - sus obras en directo, en las distintas salas y ante las diferentes piezas que han escogido. Lo que comenzó siendo un acto aislado en el primer año conmemorando “La Noche de los Museos”, se ha repetido hasta convertirse ya en un día esperado, una actividad nuestra de cada otoño. Avanzando en la idea de asentar estas jornadas, se decidió publicar un volumen donde se recogieran las obras más significativas que han sido leídas en los cuatro años anteriores. El sentido de estas jornadas se hallaba en el deseo de dar otro enfoque a la arqueología. No es la misma la mirada del investigador, ni la mirada del visitante, ni siquiera la del historiador, que la mirada del poeta. Las piezas mudas toman el calor sensible que les presta la voz y la vida de cada autor. Y este calor se produjo en la respuesta de la obra de los diez poetas que en esta publicación se contienen: Rosario F. Cartes, José María Jurado, Lola B. Sousa, Carmen Rodríguez, Jesús M. Castillo, Sol Márquez, Carmen Iglesias, Gonzalo Gragera, Manuel Jesús Osuna y Diego Ropero. Sus biografías - con los datos y extensión que cada uno ha decidido - aparecen previamente a sus obras. Uno de ellos, José María Jurado, nos habló de su experiencia de aquella primera noche en el Museo en la que caminaba con los dioses. “¡Benignos dioses! ¡Desdichado es aquel que os ignora!”, así cantaba el poeta romántico alemán Hölderlin quien, como tantos grandes autores de la Literatura Universal, no pudo sustraerse a la atracción inmanente que los dioses grecolatinos todavía irradian sobre nuestra vida moderna y mortal.


El Museo Arqueológico de Sevilla, que posee una de las más bellas e impresionantes colecciones de estatuaria clásica de España, con piezas tan emblemáticas como la Diana Cazadora, el Mercurio Alado o la bellísima Venus de Itálica, propone un recorrido por el mundo antiguo a través de los poetas de hoy. Bajo el pedestal de las estatuas, como los viejos rapsodas de la Grecia antigua, los poetas harán resonar los himnos emocionados que el ser humano ha dirigido desde siempre a estos arquetipos, porque ¿qué son los dioses si no la elevada forma de nosotros mismos, de nuestra desesperada y frágil condición, perdurable en el mármol a través de la herrumbre de los siglos? Ningún museo más vivo que el Arqueológico, pues los dioses no perecen y, como dijo el poeta inglés Keats en su célebre “Oda a una urna griega”, “sugieren la misma eternidad”. Es esta, sin duda, una inmejorable ocasión para acompañar a los dioses y a los poetas por las salas del Museo, deteniéndonos en cada obra para escuchar, en el silencio del tiempo, la grave admonición que a nuestro mundo digital y acelerado llega del Olimpo como el rayo de Zeus, advirtiéndonos, de nuevo Keats, que “la verdad es belleza y la belleza verdad” Tenemos que dar las gracias a los miembros de la Asociación que han participado para hacer posible esta publicación; al Museo por ofrecernos este marco tan cercano y querido; y especialmente a todos los poetas que durante cuatro años nos han facilitado la visión emotiva de este Museo. Por último también nos mueve el orgullo, legítimo, por presentar publicados y para nuestra historia el conjunto de las intervenciones escogidas dentro del ciclo de “Poetas en el Museo” Sevilla, julio 2013. Teresa Murillo Díaz


Presidente A.M.A.S.

Este libro nace en conmemoración del cuarto año de la actividad “Poetas en el Museo” que la Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Sevilla, ha organizado con amigos escritores que se han prestado, gentilmente y con generosidad, a colaborar con nosotros para llevar a cabo las diversas lecturas que se han realizado en estos años en el Museo. La poesía, esta expresión artística de la belleza mostrada por la palabra, este género literario tan minoritario pero tan valioso. Porque ¿quién no se ha conmovido con la naturaleza cantada magistralmente por Antonio Machado, o con las brillantes metáforas de Federico García Lorca, o con la profundidad de los poemas de Vicente Aleixandre o Luis Cernuda? Esto es lo que nos ha movido a incluirla en nuestro programa de actividades: conseguir que se fomente el placer de su lectura. Nuestro Museo es un emporio de arte clásico, custodio de admirables imágenes que, como presencia de lo sagrado, como memoria de los dioses de la Antigüedad han surgido de la tierra para regalo de la Arqueología. La Mitología ha sido desde siempre fuente inagotable de inspiración para los escritores, unas veces como temas centrales de sus obras y, otras, como símbolos para expresar emociones y sentimientos. Y los mitos han sido tema para los poemas que se recogen en esta publicación. Algunos de nuestros poetas se han inspirado en las ruinas de ciudades antiguas para sus versos. Y cerca estaba Itálica para ello, como hicieron Rodrigo Caro, Francisco de Herrera o Francisco Medrano- que la llamó “Sevilla la Vieja”-, en poemas que hoy están en el recuerdo de todo el que conozca la poesía sevillana. Porque en las ruinas duerme la presencia de un pasado memorable, un sentimiento que transmitir a las generaciones futuras, ya que “de toda ruina emana algo divino, el algo que queda del todo que pasa”, como dice María Zambrano en “El hombre y lo divino”. Otros han encontrado su inspiración en las sugerentes y esquemáticas esculturas prehistóricas, o en las representaciones de los dioses de la colonización fenicia, las divinidades figuradas en las lucernas romanas o en la Pasión cruenta de las dos Patronas de Sevilla. (Presentación a las lecturas del año 2011) Carmen Inés Martín Gómez


Vicepresidente A.M.A.S.



I ROSARIO F. CARTES



Poeta y artista plástica, es autora de los poemarios Solo la muerte y Retazos de azul entre las sombras. Su obra forma parte de antologías como Versos para Federico y Federico G. Lorca, clásico moderno, con El mito de San Sebastián. Es coresponsable de la edición y estudio de El soldado del cielo, de Felipe Godínez y coautora de Escalas del regreso. Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí, 1958. Ha colaborado en diversas revistas literarias nacionales e internacionales: Extramuros, Ateneu, Encuentros, Papeles de la Alacena, Montemayor, Espacio habitado, Nueva Grecia… y en la Colección Cuadernos de Roldán, con obra literaria y plástica. Asimismo, ha participado en numerosas lecturas individuales y colectivas, entre otros espacios: Casa de la Provincia (Sevilla), Biblioteca Nacional, Fundación Juan Ramón Jiménez, Ateneo de Sevilla, Feria del libro (Sevilla), Museo Arqueológico de Sevilla y la librería hispalense Un gato en Bicicleta.


Tartessos (Dioses y un paisaje) Tenías, en el blindaje del sueño, el ser exacto de las tierras de miel. Lecho germinal de limos y orillas, de olivos y sarmientos y cauce de lenguas y caminos. (Antes de sostener tus mitos ya estabas en la emanación de tus nombres) Como un mapa te revelan hoy los vientres de los barros cocidos, la geometría incisa en el metal y el escaso capitel junto a la mina abierta en una herida cárdena. (Antes del silencio dejaron los dioses la lluvia de su esperma) Y aún en la noche oscura que proclamó la hora bien pudo decir el canto votivo: -Dame una razón de fuego, Astarté; sólo una razón que alimente mi impulso. -A tus pies, mi Paloma, el fracaso del tiempo es llevadero y líquido. -Nos acogemos al linaje remoto de tus pechos, a tu saber de puertos y de frutos. -Danos la luz caliente que palpita en lo vivo. -Bendice en nosotros el hueco de los hijos futuros que te serán ajenos. En la hora oscura fue ceniza. Desolada ceniza. En este itinerario de estatuas en el espejo de sus mutilaciones, en este paisaje de huellas transcritas y cuidadas, aflora la memoria de tus brillos más nobles. (Hay un eco sonámbulo en el tiempo. Un eco que va tomando rostros, formas, materias, escalas sucesivas y mestizas) -Como en una continuada metamorfosis¿Acaso no son las nuestras, todavía, las alas genéticas del mismo sueño?


El Ídolo

En la planicie agrisada de la piedra vio con asombro la imagen del ave de la noche. Ajustados a la hechura vio los ojos circulares, ojos de luna grande, ojos como soles en llamas, como sondas para captar los signos en el mundo oscuro.

Rotunda fue la mano en la incisión segura, la memoria.

Al rostro chato, frontal, que conocía se asomó la atención la sabiduría que avisa en la prudencia. El plumaje del ídolo completó la figura. Y todo, en aquel tiempo humano y primitivo, estuvo listo para atravesar el miedo y sus desasosiegos.


Sala XXIV. Munigua o “de Mulva”

A(D/G)ONÍAS (Poema doble) Las danzantes

Las mártires (Justa y Rufina) 1

Nuestras manos han plantado jardines en tu honor, coronando de flores los balcones de Itálica. ¡Soltemos nuestros cabellos y aflojemos nuestras túnicas! ¡Dancemos! ¡Que el aire lleve el canto de nuestros labios hasta el espacio sagrado de su templo!

Nuestras manos saben los secretos de los barros humildes de Triana. En el taller callado han modelado un mundo de ajuares domésticos que sustenta nuestra casa. 2

Como la misma Venus, nos dolemos de tu ausencia. Conocemos el cauce de tu muerte, hermoso Adonis.

Nuestros corazones siguen sin mudanza, el cauce seguro de una cruz. Templo de un solo Dios es nuestro cuerpo, ¡oh, Jesús! Hijo del Dios anunciado en las tierras del tamarisco. Nada tememos. Nada pueden los ídolos, las leyes humanas de un imperio. 3

Cuatro días asistimos al rito de tu muerte. Cuatro, al rito de tu resurrección. Pues, sola, la muerte haría romo el tiempo si nada se espera con el alba.

Este es el rito de nuestra fe, el rito nuevo del pan y el vino: la sustancia del Dios vivo. 4

¡Oh, Adonis, hermoso entre los dioses! Tu sangre ha teñido la savia de la anémona.

Solo tu sangre, ¡oh, Jesús! es delicioso maná

Él conduce la danza de los astros. Conmuévase ante Él toda la tierra. Miel virgen destilan sus labios. Palomas son sus ojos pues Él pastorea entre los lirios. Porque es eterno su amor. Porque es fuerte el amor como la muerte: ¡Esperamos tu resurrección!

(1)

(1) En cursiva, versos extraídos del Libro de los Salmos Sala XXVI. Antigüedad tardía. El Pasionario Hispánico. Santas mártires Justa y Rufina “Las danzantes” (Inspirado en los textos más antiguos sobre la fiesta de las Adonías, muy populares en Itálica)


Bakcheia (Aras)

Festejar el misterio del “Dos veces nacido”; invocarlo, dios supremo sobre la escena, como lo invocaron las celebrantes del Tíaso, las ménades portadoras del tirso de Dionisos: liberando sus cuerpos de cárceles inútiles, danzando entregadas con el alma vibrante hasta el éxtasis último, con sus gargantas de bacantes describiendo los bucles rítmicos del ditirambo, en un acompañamiento de panderos y címbalos y sátiros.

Cortejo del prematuro nacimiento que la acción de los cuerpos, antes entrevistos bajo túnicas leves, relata en el desbordamiento de la carne: pechos, glúteos, nalgas, espaldas, cabellos al viento y pies desnudos.

El dios del teatro ha sido convocado en el rito entrañado en los círculos órficos, como anillo que enhebra la tragedia a la piel de la vida.


II JOSE MARÍA JURADO



José María Jurado (Sevilla, 1974) es poeta e ingeniero de telecomunicaciones. Autor de los libros de poemas La Memoria Frágil, Plaza de Toros y Tablero de Sueños. En 2011 publicó una colección de relatos, artículos y reflexiones bajo el título Cúpulas y Capiteles. Es coautor de la antología Poesía para niños de 4 a 120 años en colaboración con los poetas Jesús Cotta y Javier Sánchez Menéndez. Desde 2004 edita la web de miniaturas históricas El lector de almanaques (www.jmjurado.org) de la que ofreció un adelanto en la plaquette que con el mismo título editó la Diputación de Huelva en 2007. En el blog http://lacolumnatoscana.blogspot.com escribe habitualmente notas sobre arte y literatura. Ha sido finalista de los premios de poesía LOEWE (2008) y Adonais (2007).


Itálica Estas que, en el umbral, breves teselas ocultan a mis hijas los zarcillos entre los jaramagos amarillos y el asombrado azul de las estelas, diosas fueron, un día, paralelas a la dura calzada y al anillo de piedra portentosa cuyo brillo sepultan hoy apócrifas esquelas. Aquí Minerva, rota de cipreses junto a Diana yace, decadencia de la luna de Roma y de sus meses. Olvidad, hijas mías, vuestra herencia esparcida y dorada entre las mieses pues nada opone al tiempo resistencia.


Mercurio Heraldo de la muerte, ángel de hielo que juegas a la taba apostado en los cruces de caminos y colocas guijarros en la boca de los embalsamados cuando marchan camino del Erebo entre antorchas y sombras sin rozar tus talones de murciélago. Ángel negro, no hay huellas en los bosques nevados donde vagas: la mágica espesura que custodia la cabaña sagrada, los pantanos secretos donde crecen los rizomas malignos, las algas venenosas, y los dioses adoran a otros dioses sin Amor. Tu clámide es la nube de la alquimia, el velo de lo ignoto que tu varita mágica transmuta en oro y agua. Codicia y caduceo quebrado por el paso de una Niña que aplasta a las serpientes, mármol de museo.


Diana Elástica, con el arco de plata y el carcaj irisado de estrellas disparas a la noche venatoria, señora del abismo, cazadora de los ciervos azules de Orión. A tus ojos, velados por el frío de los astros, se asoma la redondez amarga de la luna. Protectora de las ciudades níveas del desierto y las aguas dormidas y serenas donde anida el alción. Diosa blanca, a tus rodillas baja la túnica azafrán de las vestales, tus sandalias de viento están surcando los espacios vacíos sin antorchas. Desciende, ven, Diana por el desfiladero hondo del silencio eternamente casta. A los pies de tu estatua suplicamos la sustancia inmortal de tu blancura, sal y escarcha.


Venus Del agua, sumergida en un lecho de plantas invisibles donde hunde la sandalia un soldado de Roma, escindida en la linfa insondable del tiempo con la trenza partida para los dos abismos. Entre el ser y la nada del museo y las termas donde agita una mano y los ojos sonrĂ­en, rodeada de flores que espantan al vacĂ­o de su cuerpo de piedra al fin de los milenios, mientras rueda una gota por la hoja de mĂĄrmol como brilla una estrella o se apaga una luz.


III LOLA B. SOUSA



Escritora y poeta. Sevilla, 1960. Licenciada en Filología Hispánica. Imparte clases de Lengua Castellana y Literatura en el Instituto de Enseñanza Secundaria Palomares. Ha colaborado en talleres literarios con otros autores de donde surgieron los libros de relatos Te diré y te contaré en 2005 y en 2006 Al margen de la página. En 2006 recibió el primer premio en el I Certamen de Poesía María Fulmen 2006 de Sevilla por su libro Albergue de tus labios. En 2008 recibió el primer premio en el XI Certamen de Poesía Marc Granell Vila D`Almussafes 2008 (Valencia) por su libro Alumbramiento. En 2008 presenta junto a numerosos poetas (Felipe Benítez Reyes, Carlos Marzal, Amalia Bautista, Vicente Gallego, Luis García Montero, Alexis Díaz Pimienta, etc.) un libro común titulado Palabras que se mojan. Versos que nos abrazan publicado por la Diputación de Sevilla. Así mismo, obtuvo el primer premio en el I Certamen de Relatos Cortos convocado por la Delegación de Igualdad del Excmo. Ayuntamiento de Coria del Río en 2008 por su relato Sueños Perros.


SUCINTO ARGUMENTO Lira feliz el resto de tu vida: la bella música, el compás pálido de las cuerdas. Felices y plácidos y nítidos acordes y sonidos asediados por las manos rigurosas como una fuente helada, pura, intacta. Pero atesora el mundo otros trofeos: un alfanje plata que secciona el más frío mármol, un haz de pétalos inciertos –ofrenda al más oscuro de los dioses-, húmedas ágatas resbaladizas, severas acrobacias sobre blanquísimas crines de caballos como palomas que desatan, silenciosos, el lazo amarillo y ondulado de una brevísima sonrisa. Mientras el armónico viento exhala el difuso aliento de los días, sírvete esta fruta verde y mineral, lira feliz el resto de tu vida.


LA DAMA DE LAS FRUTAS

Es el aire que revolotea las sedas que albergan su cuerpo y las alumbran los amarillos y mandarinos hilos de sol. De sus brazos crecidos como a Dafne le nacen las rojas manzanas fragrantes, las peladas uvas del beso que ella regalará a una boca ansiosa. Blanca piel de rica carne en la primavera eterna de los dioses: Pomona pasea la pasarela del tiempo para que tú y yo, nosotros, vosotros los que tenemos los huesos hechos de invierno recojamos de sus níveas manos la fruta, el elixir divino, el jugo de las huertas que nos conduce a la frontera gloriosa de los volcanes lúcidos del día para olvidar las madrugadas en la sombra.


LLUMETA A la diosa que yo quiero y amo abre su flor la noche y extiende su capa para cubrirla con sus finos dedos; le regala un cielo exacto y eterno ataviado de trĂŠboles fulgentes y un ancho infinito dormido sembrado de sueĂąos inabarcables.


DIANA DE MURAKAMI Una atlética cazadora con medias de seda y zapatos de tacón va saltando alambradas y subiendo escaleras para ingresar en un bosque peligroso. Ha elegido su mundo, su año, su siglo ¿o no? ¿Acaso alguien, en la frondosa y metálica oscuridad, la empujó con una mano de monstruo? ¿Alguien temió su fuerza, su habilidad con el arco y la flecha? ¿Alguien supuso la severa pupila de sus ojos graves y bellos destinados a ver verdad en un mundo incierto? ¿Alguien percibió el fluir de su instinto, la conducta solitaria en un mundo solitario de virgen blanca, blanca como su hermana Minerva?

Desdeñosa fuerte, bella segura, esquiva graciosa.

La que salva a las vírgenes de las zarpas mortales del monstruo.


IV CARMEN RODRÍGUEZ



“Nací

en Sevilla, y actualmente ejerzo como profesora de Lengua y Literatura Españolas en el Instituto de Enseñanza Secundaria Triana de dicha capital. En el año 2008 publiqué el poemario Contra todo pronóstico, y soy la autora del blog venganzamanomortalwordpress.com. Sobre estos poemas: “La poesía que he hecho hasta ahora supone una reflexión más o menos lúcida sobre mi vida y la de mi generación, una generación que en su momento creyó en una serie de valores, el arte, el cine, la literatura, que hoy han sido sustituidos por los más rentables del poder o el dinero; y en cuanto a su forma, es breve y conceptual, casi aforística; brevedad conceptual que se mantiene en los poemas que aquí se reproducen, en los que se impone una mirada irónica sobre el mundo de la mitología clásica, tan distante y distinto del nuestro, tan actual, sin embargo”


Admeto

En cita inaplazable convocado, Admeto se negaba a habitar el reino de las sombras; partió por él Alcestis, su mujer, que a su regreso (pues fue rescatada por Heracles), se dedicó a cambiar el mobiliario completo de la casa por otro más alegre, y a entrar y a salir, y a divertirse, intentando hacer de tripas corazón, borrón y cuenta nueva.


Edipo Edipo, el del pie deforme, se encuentra con la esfinge, de monstruoso cuerpo, al fondo de una gruta sembrada de cadáveres. Intenta seducirlo, pues siente miedo ante quien sabe que sólo claridad verá en su enigma. irremediablemente, se cierra su destino. También él, hacia lo inexorable se encamina. ignorante, el héroe salvador engendra hijos con la que lo engendró. ¡Oh, funesta verdad! En vano intento, huyendo de la luz, se arrancará los ojos. Mas la luz insiste. Vencido, absorto, más que nunca con torpe caminar, avanza hacia Colono


Los olímpicos Fruncieron el ceño los olímpicos al conocer las historias del aedo; imposible reconocerse en esos bobos que con torpe afán corrían tras los mortales y en sus humanas querellas se mezclaban. ¡Oh funesto poeta! ¡Fabulador! ¡Loco! ¡Superchero! Habría que desterrarte a ti y a tus iguales. Y, en su ceguera, ni siquiera intentaron los soberbios dioses desentrañar la oscura belleza de los signos que al cabo de los siglos acabarían con ellos.


Estesícoro Hubo un poeta en muy lejanos tiempos, Estesícoro lo llamaban, que hizo llegar muy lejos su osadía: Cantó su palinodia, afirmó no ser la bella Helena la que causó el desastre, sólo su doble, bello fantasma, espléndido anticipo de la perpetua sombra en que años más tarde, quedaría Troya sumida para siempre.


V JESÚS M. CASTILLO


“Mi trayectoria literaria se reduce a escribir desde siempre, prosa y poesía (sin nada publicado), y haber ganado un premio de relatos en la Universidad de Sevilla sobre mujeres excepcionales en el que escribí sobre mi abuela”


(A ‘torso estatua del Dios Mercurio’, Sala XVII) EN EL MUSEO De piedra maculada tu piel de mármol me enloquece… Cuando nadie me mira me escondo envampirado y en silencio, palpando tus cuádriceps helados… ¡Qué suave y terso! ¡Mi cuerpo se estremece hasta lo incógnito! Cual alpinista escalo hasta tus glúteos y mis dedos murciélagos repasan tu cintura… “Abrázame”, susurras, ¡y obedezco! Me siento entre tus nalgas de museo. ¡Mi corazón palpita en tu piel nacarada! En tu cuello de atleta se posan mis encías, ¡mis colmillos arañan gelidez centenaria! ¡Eres mío! Ya no podrías correr, aunque quisieras. Tu sangre latina fluye por mi garganta helada, mi mirada nublada entre mosaicos de una ciudad itálica en teselas… ¡Ahí estás tú, mi víctima latina! esperando, aún sin el sexo amputado, a dejarte querer en el museo…


(A “Mosaico del Otoño”, Sala XII) MOSAICO En ti, mosaico, he visto reflejada mi vida. En teselas la tengo dividida y no puedo, ni quiero, decirte que me encantas. Cada una de tus piezas tiembla como una lágrima, sonrisas revividas, un beso y un insulto, un abrazo sincero y despiadado. Así es la vida, mi mosaico, sin las marcas oscuras no se entienden las blancas.


(Sala XII) Amazona Cabalgan, maquiavelos, sobre nuestras cabezas luciendo, presumiendo de abolengo a la vez que nos dictan nuestras leyes. Montan como si fueran dioses salidos de las urnas un sistema que mata, de recortes. Al galope, reclavan sus espuelas de banqueros criminales y torturan al mismĂ­simo pueblo, nosotras, que somos su montura.


(Sala XIV – Estatua de Mercurio) Compañero He sangrado contigo, compañero, es tu herida la que ha abierto mis venas y tu dolor de hermano me ha empujado al suelo de rodillas. Tu llanto son mis lágrimas, tu angustia mi agonía. Déjame que te abrace en silencio y roce, apenas, con mi nariz la tuya, con mis labios tu fresa nacarada, que te mire, profundo, a tus ojos de fuego. Como la llama derrite la esperanza de la vela, sin miedo, deja tu corazón latir con mis latidos. Tu sufrir es amor y mi amor es sufrir que es alegría de tenerte tan dentro que te sales lanzándome a volar al infinito.


(Sala XIX- Frontal de fuente)

Una noche Una noche de Luna, llena de madrugada, un pastor salió al bosque en busca de sus cabras. Con miedo de los lobos, quizás lo devoraban, tanto anduvo pensando en los aullidos feroces que escuchaba que se topó de bruces, cuando ella amamantaba, con una loba ciega de Luna y esperanza. “¿A dónde vas pastor?”, le preguntó la loba por olfato, “A buscar a mis cabras”, le respondió el pastor, totalmente espantado, “¿Tus cabras? Tus cabras se han marchado. Han volado a la Luna de mis antepasados”.


VI SOL MÁRQUEZ


Su obra poética permanece en su mayoría, inédita. Ha colaborado en la revista Ateneu (Malgralt de Mar-Barcelona) y en la colección de Cuadernos de Roldan (Sevilla).


EQUUS ¿Qué misterioso vínculo nos une, pétreo corcel de Iberia? ¿Desde qué sueño remoto, cruzando el milenario abismo de la historia llega hasta mí tu prolongado relincho? Porque he deseado asir muy suavemente la mutilada cabeza de mármol y, apoyando mi frente en su enjoyada testuz entregarme a la dulzura del reencuentro. ¿Cómo hallar las palabras de la lengua tartésica con la que yo te hablaba? Necesito decirte que me duele tu ausencia, la recia mansedumbre con la que me seguías cuando, atravesando las turdetanas sierras te conduje al venerado santuario de Endovélico. Allí, antes de sumirme en la “incubatio” te ofrendé al Incognoscible… Tú te otorgaste, con tu limpia mirada fija en mí, que te empujé al misterio. ¿Dónde estaba el jinete cuando aquel alazán cabalgaba las sombras? Barridos por el tiempo, nos ha recuperado el sempiterno pálpito mineral de la piedra.


LA HERMANA DE APOLO

Mil bosques para ti, y para mí tan sólo la ciudad. ríos y lagos para contemplarte, y para mí un pequeño espejo. Caminabas abrazada por el viento solamente, inquietas las flechas en tu carcaj, ansiando herir, enamorada de ti misma… Casta Diana, yo no te comprendo. Porque era tu vida gris (y la amabas) crueles tus días de caza y el bosque entero estaba sombrío. Mas cuando un pequeño sol entró en él lo convertiste en ciervo. Y, mientras él te adoraba sus perros lo destrozaron y tú bebiste su sangre. Absurda Artemis, tu boca siguió copiando la línea del horizonte.


VII CARMEN IGLESIAS.IGLESIAS.-


Nacida en Sevilla en 1983, es Licenciada en Derecho por la Universidad de Sevilla, Profesora de Español por la Universidad de Barcelona, Máster de Organización de Congresos y Eventos y Técnico en Protocolo y Organización de Actos. Ha participado activamente en el taller literario de la Editorial Beta de Sevilla y en la Escuela Andaluza de Escritores durante la última década. Fue semifinalista en la 2ª Edición del Concurso de Poesía Flores Nuevas con el poema Escarcha e hizo una exposición de poemas sobre Itálica y el Museo Arqueológico de Sevilla en el recital Poetas con el Museo de 2010. Actualmente ejerce como Profesora de Español en la escuela de Español Sevilla Habla Languages y colabora como tutora de español en el programa de inmersión lingüística de la Universidad de Texas.


GUARDIANES DE LA ITÁLICA SOÑADA

Como el cementerio de Santiponce, la herencia de Adriano descansa cobijada por cipreses. Su hijo – anfiteatro es hoy un vasto ojo de guardián que - con celo- vela expolios en la noche. Como los gladiolos perpetúan el espíritu ancestral, nosotros - nuevos hijos de Adriano velamos conservando el espejismo de su amada e inconclusa Itálica. Nuestra fiel pupila irradiará su reflejo esplendoroso a un iris sucesor.


AROMAS A PREHISTORIA

A veces - para viajar sólo necesitamos de la sala de un Museo y liberar al olfato de tóxicos. En un Museo cómplice, el visitante se embriaga de aromas pasados. Aromas de hogar: como el de quemaperfúmenes familiares. Aromas espirituales: como el humo que se eleva a los dioses en anhelo de fragante plenitud. Aromas sensuales: como el cuello de la mujer tartesia. Aromas fúnebres: como el incienso - de los templos sumiso ante la muerte. En el Museo del presente, el olfato es cómplice de aromas pasados.


(Sobre el Juicio de Paris) LOS INVITADOS AL BANQUETE Éride es un demonio que tienta al hombre: arrojando sobre la mesa la manzana de oro, ésta chispea la vanidad de las diosas: Atenea, Hera, Afrodita; todas quieren ser Paloma Blanca. Aún divinidades, peor que el hombre proceden: la vanidad es a dioses y mortales. Impertérrito –Zeus - se lava las manos y -como Pilatos - , encarga a Hermes; que hace llamar al joven pastor del Ida a que medie en la contienda. Parisucristo resuelve en favor de la diosa Afrodita; Esparta y Troya ya son hermanas. Pero Helena no es de Troya, ni de Esparta, ni de Zeus, ni de Paris, ni de Cristo; ni de los hombres. Helena es una Eva de tentaciones que – desde la hermosura – acecha al hombre. Helena es sangre como la guerra. Guerra de Troya – tierra contra cielos -. Tras la masacre – hambrientos – como la insaciable cólera de Éride, del banquete escudriñamos los gajos de la manzana. Dios con su cetro -inequívoco anfitrión del banquete celeste -, deplorase de la generosa libertad conque revistiera al hombre. Así resuena el ardid de la Diosa Discordia: “La vida es un convite de manjares prohibidos”.

Como la boda de Tetis y Peleo, -a veces es la vidabanquete de gajos podridos.


VIII GONZALO GRAGERA



Gonzalo Gragera (Sevilla, 1991). Es autor del poemario Génesis. Escribe sus primeros versos a la temprana edad de doce años. Ha publicado sus poemas en la revista Isla de Siltolá y en la antología –aún no editada- Las miradas del amor bajo la tutela del poeta y fotógrafo Ramón Simón. Participó en el taller de escritura impartido por el escritor y traductor Antonio Rivero Taravillo. Actualmente colabora como articulista en el periódico digital SeviYa Cultura. Su infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, donde no maduraba el limonero, pero sí un desmesurado interés por la literatura y la cultura en todos sus ámbitos. Escribe sus primeros versos a la temprana edad de doce años. Actualmente cursa sus estudios universitarios de Derecho en la Universidad de Sevilla.


MOSAICO DE BACO Como las luces que conforman cielos y galaxias lejanas, halló el hombre las medidas exactas de tu ser; una a una dispuso en ti la roca perenne en la memoria de los siglos. Pues es naturaleza siempre muerta quien otorga sentido a todo el arte: palabra, mármol, música, pintura. Ironías, sutiles paradojas que sostienen, de forma un tanto extraña, la condición humana y su existencia. Mas no todo será siempre tragedia y tendrá entonces su cabida el hombre cuando comprenda, vigoroso y altivo, que es él la razón última, la luz que vislumbra los credos y las obras que se exponen en muros y fachadas. De este modo, la dicha será gozo… y el espejo que asoma a vuestros dioses, el principio carnoso, fruto tierno y maduro, parámetro divino.


TORSO DE DIANA ¿Cómo trazar tu rígida hermosura bajo la luz de un cuerpo que estremece? ¿Cómo hallar la razón donde fallece el querer de lo diario y su cordura? ¿Cómo captar lo que jamás perdura y en la memoria del ayer perece? ¿Cómo hablar del frío que te mece -severa vertical de tu figura-? ¿Cómo retar al verso que defina la serena quietud de tu pureza, la belleza en virtud grecolatina? ¿Cómo lograr que dicte el intelecto palabra que describa con certeza la grandeza que emana en lo perfecto?


IX MANUEL JESÚS OSUNA


“Nací en Sevilla hace 46 años. Escribo poesía desde los 25 aproximadamente pero hasta los 35 no entré en contacto con la institución Noches del Baratillo. Durante tres años participé activamente en la entidad, hasta que motivos laborales me han distanciado momentáneamente. Durante este tiempo he publicado poemas en varias revistas. Aldaba, dos veces, en el Libro de Érato, en la revista cultural La Sala de Castilblanco de los Arroyos. He participado en varios concursos y certámenes de poesía, obteniendo el primer premio del 2º certamen de poesía Manuel Vázquez Montalbán en Castilblanco de los Arroyos. También asistí al acto Poesía Versus Violencia de género, con el poema Carta para Adán.


ALEJANDRO MAGNO

He mirado tu rostro, dulcemente Evocando la tarde anaranjada En la mágica colina. El ciprés triste, añora desde Entonces, el tumulto de gentes por la exedra. Las estatuas de héroes y de Dioses, en el pequeño olimpo de la Híspalis; y ya eras tú recuerdo...de hombres valientes y guerreros. Los dioses solo existen en la mente Los héroes se eternizan en la historia. Tu locura de joven aguerrido, ha viajado al confín del universo; Todo a tus pies el mundo entre las manos en tu vivir de prisa. Sentado en la itálica desierta, Pienso en tus labios que a besos incitaron, tu hermoso pelo entre amorosos dedos. Y tus rotundos ojos helados por la muerte. Te fuiste solo, y solos, nos dejaste… con el peso insufrible Del recuerdo… El héroe que todos adoraban!...o acaso fuiste un Dios... -historia o sueño? Cae la noche en la ciudad perdida... El ciprés triste, más triste mira al cielo, Y a su lado, detengo el caminar. siento el cansancio y tu ausencia cercana, como si fuera ayer.... y trato de entender por qué misterio Llevamos siglos llorando tu desdicha.


VENUS DE ITÁLICA

Se ha dormido en tu piel la luna llena, Espléndida, sirena nacida de la espuma. Sueño de nácar que eternizar quisiera la blanca nieve que tu cuerpo baña. Llevas el soplo de la primavera En tu pisada leve; y la desnuda figura de tu gracia Embriaga el corazón de los amantes. Oh diosa! de mármol prisionera.... Y cada amante, araña tu amargura, Tiñe de sangre, tu blanca vestimenta Amor mortal deseo prohibido, Que brinda dulzor a tu belleza. Podías refulgir en los altares Habitar siempre en pedestal de armiño, Pero ahí donde hieren las pasiones, Has fijado gustosa tu morada. También la rosa conjuró a los dioses Por ser del jardín la más hermosa. Igual que tu soberbia ante los hombres Exhibiendo orgullosa tus espinas.


X DIEGO ROPERO


Es licenciado en Historia de América por la Universidad de Sevilla. Director del Archivo Histórico Municipal y Biblioteca Iberoamericana de Moguer. Ha publicado numerosos trabajos de investigación históricos y los siguientes poemarios: Canto a Perseo; Dioses; Bethesda; Vieja herida el río; Historias de la emoción: (antología, 1977-1999); Anoche me visitó la luna = Last night the moon came to visit me, con dibujos de Diego Gadir; La realidad velada de la lluvia; Restos del naufragio; El bosque devastado y Los días cumplidos (Poesía, 1977-2010). Ha realizado, además, las ediciones: Poesía reunida de Miguel Teurbe Tolón (1820-1857) y Tierra de secreta transparencia de Serafina Núñez (1913-2006), ambos cubanos, y, más recientemente, Finis vitae: testamento y codicilo de Felipe Godínez, edición especial que conmemora el 350 aniversario de la muerte de este dramaturgo del Siglo de Oro.


IMPLORANDO EL REGRESO DE LOS DIOSES Recuerdo el verano cuando los dioses cayeron derrotados. Nunca imaginaron que serían tristes actores secundarios de unos episodios convulsos. No fueron capaces de minimizar el daño. Ahora malviven en la soledad más absoluta. Faltó, tal vez, un instante para mantener la casa impoluta y a sus habitantes en preaviso. Cada vez eran más los que empujaban contra los preclaros textos que hacen libre mi voluntad. Despierto cada mañana desganado porque me falta el aliento y el gracejo de aquellos dioses que una multitud irreverente y canalla apeó de sus pedestales. Es tiempo ya para que no se hagan de rogar y regresen, con todos sus atributos, al solar patrio.


FIN TRÁGICO DE UNA VESTAL La última sacerdotisa, ahogada en aguas del Tíber, había ingresado en el templo sin carga aparente, solo un cuerpo joven velado por la brisa vespertina y el eco de la danza que, nadie como ella, ejecutaba etérea a los ojos de Diana. No fue célibe su hermosura ni el tiempo le rogó que desistiera en sus escarceos amorosos con un joven desconocido que arriesgaba la vida en cada cópula y frente a las estatuas quedó sentenciado. Deduzco que ambos fueron sorprendidos por un padre deshonrado y un rey celoso. Lo que pasó después inspiró al autor de este epitafio: Morir para gloria de un imperio es una atrocidad, pero si por amor se muere, no te escandalices.

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EL PERIPLO DEL JAZMÍN Haré caso omiso a las habladurías cuando el jazmín se apresure a cubrir la planicie impoluta del testero que da cobijo a un poema dedicado al amor filial, ya extinguido el objeto del deseo, ya imaginando cómo pudo haber sido una vida larga al compás del sonido de la esquila de la torre que, según consienta el viento, llega más corpóreo o distante, pues así culminó el testamento del dios de los judíos, entre abruptas rocas y una zarza ardiendo en una costa inhóspita por donde pasaron legiones de hombres y pájaros. Y no temo que algún día, en su periplo (como el jazmín) me superen hasta la extenuación. Perdurarán entonces mis huesos en una tumba anónima alejada del ruido, polvo sobre polvo en una tierra donde escarbar es reconocer la diminuta sigilada de barniz rojo que tanto aprecio. Nunca pudieron desalojarme del recinto los brutos maquinadores que hicieron de las leyes un trasunto del desprecio que sentían por los ciudadanos y, altaneros, por los excluidos. (El pasado es ya presente.) Dejé para el centinela de caminos la proeza de la veneración que sintieron los romanos por la lectura en estancias para el reposo que alumbraban con el sarmiento de sus viñas y el aceite almacenado en dolias, cuyo excedente acababa dando brío a otros hogares. En la ladera del escarpe, desde donde se contempla el prodigio rojo de la marisma, los comerciantes foráneos en sus embarcaciones habían convenido con el dueño (dominus) de la villa que un ánfora olearia, con el sello del alfarero que la moldeó, se destinara a los lares de Constantino “El Grande”. Cuando las máquinas removieron salvajemente las diseminadas tumbas, un olor antiguo escapó por la carnadura compacta de la cantera rota y, al instante, supe que allí (en el mismo lugar donde encontré un trozo de lucerna con la cruz) enfrentaría mi destino. Pero, entre evasivas y decretos, mi pecho soporta aún la opresión de la historia y un enigma mucho más inquietante: las iniciales de una frase incompleta sobre el fragmentado mármol que un día adornó la impetuosa heroicidad de un joven rey macedonio.


NÉMESIS & CAELESTIS Huellas extinguidas, imperios atrincherados en vetustos anaqueles, la beldad que fue único acto en el teatro del mundo. ¿Quién supuso que Némesis escucharía? Exvotos de esclavos atletas, de dignatarios corruptos (algunos no pudieron escapar al ajuste de cuentas). Una llama casi perdurable sustrae la curiosidad del espectador que prefirió cerrar los ojos y expiar su falta. Bajo tierra se cocina la tragedia; lobos esteparios acechan en la arena. Muchas veces imploró el perdón de la diosa, a quien había declarado el amor que sentía por la muerte. No pudieron las guerras con el vestigio celeste que todas las primaveras aflora entre un tumulto de piedras en el anfiteatro donde quedaron sepultadas las plegarias que una mujer humilde consagró en su vejez. La diosa parece desganada, casi no aprecia el dolor de los mortales, sus huesos sufren de osteoporosis, se lamenta. La frescura del río ventila la alcoba en la que yace.



Prólogo por Teresa Murillo Introducción por C.I. Martín I. Rosario F. Cartes Biografía Rosario F. Cartes Tartessos (Dioses y un Paisaje) A(Ad/G)onías Bakcheia II. José María Jurado Biografía José María Jurado Itálica Mercurio Diana Venus III. Lola B. Sousa Biografía Lola B. Sousa Sucinto Argumento La Dama de las Frutas Llumeta Diana de Mukarami IV. Carmen Rodríguez Biografía de Carmen Rodríguez Admeto Edipo Los Olímpicos Estesícoro V. Jesús M. Castillo Biografía Jesús M. Castillo En el Museo Mosaico Amazona Estatua de Mercurio Frontal de Fuente VI. Sol Márquez Biografía de Sol Márquez Equus La Hermana de Apolo VII. Carmen Iglesias Biografía Carmen Iglesias Guardianes de Itálica Soñada Aromas de Prehistoria Los Invitados al Banquete VIII. Gonzalo Gragera Biografía Gonzalo Gragera Mosaico de Baco Torso de Diana

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IX. Manuel Jesús Osuna Biografía de Manuel Jesús Osuna Alejandro Magno Venus de Itálica X. Diego Ropero Biografía de Diego Ropero Implorando el Regreso de Los Dioses Fin Trágico de una Vestal El Periplo del Jazmín Némesis & Caelestis

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I.- POETAS EN EL MUSEO (2013)



POETAS EN EL MUSEO


Asociaciรณn de Amigos del Museo Arqueolรณgico de Sevilla MMXIII

Ilustraciones por la Arqueรณloga: Elisabeth Conlin Hayes


Desde hace cuatro años, la Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Sevilla (A.M.A.S.), viene organizando unas jornadas en las que, dentro del Museo, invita a poetas para que lean - nos lean - sus obras en directo, en las distintas salas y ante las diferentes piezas que han escogido. Lo que comenzó siendo un acto aislado en el primer año conmemorando “La Noche de los Museos”, se ha repetido hasta convertirse ya en un día esperado, una actividad nuestra de cada otoño. Avanzando en la idea de asentar estas jornadas, se decidió publicar un volumen donde se recogieran las obras más significativas que han sido leídas en los cuatro años anteriores. El sentido de estas jornadas se hallaba en el deseo de dar otro enfoque a la arqueología. No es la misma la mirada del investigador, ni la mirada del visitante, ni siquiera la del historiador, que la mirada del poeta. Las piezas mudas toman el calor sensible que les presta la voz y la vida de cada autor. Y este calor se produjo en la respuesta de la obra de los diez poetas que en esta publicación se contienen: Rosario F. Cartes, José María Jurado, Lola B. Sousa, Carmen Rodríguez, Jesús M. Castillo, Sol Márquez, Carmen Iglesias, Gonzalo Gragera, Manuel Jesús Osuna y Diego Ropero. Sus biografías - con los datos y extensión que cada uno ha decidido - aparecen previamente a sus obras. Uno de ellos, José María Jurado, nos habló de su experiencia de aquella primera noche en el Museo en la que caminaba con los dioses. “¡Benignos dioses! ¡Desdichado es aquel que os ignora!”, así cantaba el poeta romántico alemán Hölderlin quien, como tantos grandes autores de la Literatura Universal, no pudo sustraerse a la atracción inmanente que los dioses grecolatinos todavía irradian sobre nuestra vida moderna y mortal.


El Museo Arqueológico de Sevilla, que posee una de las más bellas e impresionantes colecciones de estatuaria clásica de España, con piezas tan emblemáticas como la Diana Cazadora, el Mercurio Alado o la bellísima Venus de Itálica, propone un recorrido por el mundo antiguo a través de los poetas de hoy. Bajo el pedestal de las estatuas, como los viejos rapsodas de la Grecia antigua, los poetas harán resonar los himnos emocionados que el ser humano ha dirigido desde siempre a estos arquetipos, porque ¿qué son los dioses si no la elevada forma de nosotros mismos, de nuestra desesperada y frágil condición, perdurable en el mármol a través de la herrumbre de los siglos? Ningún museo más vivo que el Arqueológico, pues los dioses no perecen y, como dijo el poeta inglés Keats en su célebre “Oda a una urna griega”, “sugieren la misma eternidad”. Es esta, sin duda, una inmejorable ocasión para acompañar a los dioses y a los poetas por las salas del Museo, deteniéndonos en cada obra para escuchar, en el silencio del tiempo, la grave admonición que a nuestro mundo digital y acelerado llega del Olimpo como el rayo de Zeus, advirtiéndonos, de nuevo Keats, que “la verdad es belleza y la belleza verdad” Tenemos que dar las gracias a los miembros de la Asociación que han participado para hacer posible esta publicación; al Museo por ofrecernos este marco tan cercano y querido; y especialmente a todos los poetas que durante cuatro años nos han facilitado la visión emotiva de este Museo. Por último también nos mueve el orgullo, legítimo, por presentar publicados y para nuestra historia el conjunto de las intervenciones escogidas dentro del ciclo de “Poetas en el Museo” Sevilla, julio 2013. Teresa Murillo Díaz


Presidente A.M.A.S.

Este libro nace en conmemoración del cuarto año de la actividad “Poetas en el Museo” que la Asociación de Amigos del Museo Arqueológico de Sevilla, ha organizado con amigos escritores que se han prestado, gentilmente y con generosidad, a colaborar con nosotros para llevar a cabo las diversas lecturas que se han realizado en estos años en el Museo. La poesía, esta expresión artística de la belleza mostrada por la palabra, este género literario tan minoritario pero tan valioso. Porque ¿quién no se ha conmovido con la naturaleza cantada magistralmente por Antonio Machado, o con las brillantes metáforas de Federico García Lorca, o con la profundidad de los poemas de Vicente Aleixandre o Luis Cernuda? Esto es lo que nos ha movido a incluirla en nuestro programa de actividades: conseguir que se fomente el placer de su lectura. Nuestro Museo es un emporio de arte clásico, custodio de admirables imágenes que, como presencia de lo sagrado, como memoria de los dioses de la Antigüedad han surgido de la tierra para regalo de la Arqueología. La Mitología ha sido desde siempre fuente inagotable de inspiración para los escritores, unas veces como temas centrales de sus obras y, otras, como símbolos para expresar emociones y sentimientos. Y los mitos han sido tema para los poemas que se recogen en esta publicación. Algunos de nuestros poetas se han inspirado en las ruinas de ciudades antiguas para sus versos. Y cerca estaba Itálica para ello, como hicieron Rodrigo Caro, Francisco de Herrera o Francisco Medrano- que la llamó “Sevilla la Vieja”-, en poemas que hoy están en el recuerdo de todo el que conozca la poesía sevillana. Porque en las ruinas duerme la presencia de un pasado memorable, un sentimiento que transmitir a las generaciones futuras, ya que “ de toda ruina emana algo divino, el algo que queda del todo que pasa”, como dice María Zambrano en “El hombre y lo divino”. Otros han encontrado su inspiración en las sugerentes y esquemáticas esculturas prehistóricas, o en las representaciones de los dioses de la colonización fenicia, las divinidades figuradas en las lucernas romanas o en la Pasión cruenta de las dos Patronas de Sevilla. (Presentación a las lecturas del año 2011) Carmen Inés Martín Gómez


Vicepresidente A.M.A.S.



I ROSARIO F. CARTES



Poeta y artista plástica, es autora de los poemarios Solo la muerte y Retazos de azul entre las sombras. Su obra forma parte de antologías como Versos para Federico y Federico G. Lorca, clásico moderno, con El mito de San Sebastián. Es coresponsable de la edición y estudio de El soldado del cielo, de Felipe Godínez y coautora de Escalas del regreso. Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí, 1958. Ha colaborado en diversas revistas literarias nacionales e internacionales: Extramuros, Ateneu, Encuentros, Papeles de la Alacena, Montemayor, Espacio habitado, Nueva Grecia… y en la Colección Cuadernos de Roldán, con obra literaria y plástica. Asimismo, ha participado en numerosas lecturas individuales y colectivas, entre otros espacios: Casa de la Provincia (Sevilla), Biblioteca Nacional, Fundación Juan Ramón Jiménez, Ateneo de Sevilla, Feria del libro (Sevilla), Museo Arqueológico de Sevilla y la librería hispalense Un gato en Bicicleta.


Tartessos (Dioses y un paisaje) Tenías, en el blindaje del sueño, el ser exacto de las tierras de miel. Lecho germinal de limos y orillas, de olivos y sarmientos y cauce de lenguas y caminos. (Antes de sostener tus mitos ya estabas en la emanación de tus nombres) Como un mapa te revelan hoy los vientres de los barros cocidos, la geometría incisa en el metal y el escaso capitel junto a la mina abierta en una herida cárdena. (Antes del silencio dejaron los dioses la lluvia de su esperma) Y aún en la noche oscura que proclamó la hora bien pudo decir el canto votivo: -Dame una razón de fuego, Astarté; sólo una razón que alimente mi impulso. -A tus pies, mi Paloma, el fracaso del tiempo es llevadero y líquido. -Nos acogemos al linaje remoto de tus pechos, a tu saber de puertos y de frutos. -Danos la luz caliente que palpita en lo vivo. -Bendice en nosotros el hueco de los hijos futuros que te serán ajenos. En la hora oscura fue ceniza. Desolada ceniza. En este itinerario de estatuas en el espejo de sus mutilaciones, en este paisaje de huellas transcritas y cuidadas, aflora la memoria de tus brillos más nobles. (Hay un eco sonámbulo en el tiempo. Un eco que va tomando rostros, formas, materias, escalas sucesivas y mestizas) -Como en una continuada metamorfosis¿Acaso no son las nuestras, todavía, las alas genéticas del mismo sueño?


El Ídolo

En la planicie agrisada de la piedra vio con asombro la imagen del ave de la noche. Ajustados a la hechura vio los ojos circulares, ojos de luna grande, ojos como soles en llamas, como sondas para captar los signos en el mundo oscuro.

Rotunda fue la mano en la incisión segura, la memoria.

Al rostro chato, frontal, que conocía se asomó la atención la sabiduría que avisa en la prudencia. El plumaje del ídolo completó la figura. Y todo, en aquel tiempo humano y primitivo, estuvo listo para atravesar el miedo y sus desasosiegos.


Sala XXIV. Munigua o “de Mulva”

A(D/G)ONÍAS (Poema doble) Las danzantes

Las mártires (Justa y Rufina) 1

Nuestras manos han plantado jardines en tu honor, coronando de flores los balcones de Itálica. ¡Soltemos nuestros cabellos y aflojemos nuestras túnicas! ¡Dancemos! ¡Que el aire lleve el canto de nuestros labios hasta el espacio sagrado de su templo!

Nuestras manos saben los secretos de los barros humildes de Triana. En el taller callado han modelado un mundo de ajuares domésticos que sustenta nuestra casa. 2

Como la misma Venus, nos dolemos de tu ausencia. Conocemos el cauce de tu muerte, hermoso Adonis.

Nuestros corazones siguen sin mudanza, el cauce seguro de una cruz. Templo de un solo Dios es nuestro cuerpo, ¡oh, Jesús! Hijo del Dios anunciado en las tierras del tamarisco. Nada tememos. Nada pueden los ídolos, las leyes humanas de un imperio. 3

Cuatro días asistimos al rito de tu muerte. Cuatro, al rito de tu resurrección. Pues, sola, la muerte haría romo el tiempo si nada se espera con el alba.

Este es el rito de nuestra fe, el rito nuevo del pan y el vino: la sustancia del Dios vivo. 4

¡Oh, Adonis, hermoso entre los dioses! Tu sangre ha teñido la savia de la anémona.

Solo tu sangre, ¡oh, Jesús! es delicioso maná

Él conduce la danza de los astros. Conmuévase ante Él toda la tierra. Miel virgen destilan sus labios. Palomas son sus ojos pues Él pastorea entre los lirios. Porque es eterno su amor. Porque es fuerte el amor como la muerte: ¡Esperamos tu resurrección!

(1)

(1) En cursiva, versos extraídos del Libro de los Salmos Sala XXVI. Antigüedad tardía. El Pasionario Hispánico. Santas mártires Justa y Rufina “Las danzantes” (Inspirado en los textos más antiguos sobre la fiesta de las Adonías, muy populares en Itálica)


Bakcheia (Aras)

Festejar el misterio del “Dos veces nacido”; invocarlo, dios supremo sobre la escena, como lo invocaron las celebrantes del Tíaso, las ménades portadoras del tirso de Dionisos: liberando sus cuerpos de cárceles inútiles, danzando entregadas con el alma vibrante hasta el éxtasis último, con sus gargantas de bacantes describiendo los bucles rítmicos del ditirambo, en un acompañamiento de panderos y címbalos y sátiros.

Cortejo del prematuro nacimiento que la acción de los cuerpos, antes entrevistos bajo túnicas leves, relata en el desbordamiento de la carne: pechos, glúteos, nalgas, espaldas, cabellos al viento y pies desnudos.

El dios del teatro ha sido convocado en el rito entrañado en los círculos órficos, como anillo que enhebra la tragedia a la piel de la vida.


II JOSE MARÍA JURADO



José María Jurado (Sevilla, 1974) es poeta e ingeniero de telecomunicaciones. Autor de los libros de poemas La Memoria Frágil, Plaza de Toros y Tablero de Sueños. En 2011 publicó una colección de relatos, artículos y reflexiones bajo el título Cúpulas y Capiteles. Es coautor de la antología Poesía para niños de 4 a 120 años en colaboración con los poetas Jesús Cotta y Javier Sánchez Menéndez. Desde 2004 edita la web de miniaturas históricas El lector de almanaques (www.jmjurado.org) de la que ofreció un adelanto en la plaquette que con el mismo título editó la Diputación de Huelva en 2007. En el blog http://lacolumnatoscana.blogspot.com escribe habitualmente notas sobre arte y literatura. Ha sido finalista de los premios de poesía LOEWE (2008) y Adonais (2007).


Itálica Estas que, en el umbral, breves teselas ocultan a mis hijas los zarcillos entre los jaramagos amarillos y el asombrado azul de las estelas, diosas fueron, un día, paralelas a la dura calzada y al anillo de piedra portentosa cuyo brillo sepultan hoy apócrifas esquelas. Aquí Minerva, rota de cipreses junto a Diana yace, decadencia de la luna de Roma y de sus meses. Olvidad, hijas mías, vuestra herencia esparcida y dorada entre las mieses pues nada opone al tiempo resistencia.


Mercurio Heraldo de la muerte, ángel de hielo que juegas a la taba apostado en los cruces de caminos y colocas guijarros en la boca de los embalsamados cuando marchan camino del Erebo entre antorchas y sombras sin rozar tus talones de murciélago. Ángel negro, no hay huellas en los bosques nevados donde vagas: la mágica espesura que custodia la cabaña sagrada, los pantanos secretos donde crecen los rizomas malignos, las algas venenosas, y los dioses adoran a otros dioses sin Amor. Tu clámide es la nube de la alquimia, el velo de lo ignoto que tu varita mágica transmuta en oro y agua. Codicia y caduceo quebrado por el paso de una Niña que aplasta a las serpientes, mármol de museo.


Diana Elástica, con el arco de plata y el carcaj irisado de estrellas disparas a la noche venatoria, señora del abismo, cazadora de los ciervos azules de Orión. A tus ojos, velados por el frío de los astros, se asoma la redondez amarga de la luna. Protectora de las ciudades níveas del desierto y las aguas dormidas y serenas donde anida el alción. Diosa blanca, a tus rodillas baja la túnica azafrán de las vestales, tus sandalias de viento están surcando los espacios vacíos sin antorchas. Desciende, ven, Diana por el desfiladero hondo del silencio eternamente casta. A los pies de tu estatua suplicamos la sustancia inmortal de tu blancura, sal y escarcha.


Venus Del agua, sumergida en un lecho de plantas invisibles donde hunde la sandalia un soldado de Roma, escindida en la linfa insondable del tiempo con la trenza partida para los dos abismos. Entre el ser y la nada del museo y las termas donde agita una mano y los ojos sonrĂ­en, rodeada de flores que espantan al vacĂ­o de su cuerpo de piedra al fin de los milenios, mientras rueda una gota por la hoja de mĂĄrmol como brilla una estrella o se apaga una luz.


III LOLA B. SOUSA



Escritora y poeta. Sevilla, 1960. Licenciada en Filología Hispánica. Imparte clases de Lengua Castellana y Literatura en el Instituto de Enseñanza Secundaria Palomares. Ha colaborado en talleres literarios con otros autores de donde surgieron los libros de relatos Te diré y te contaré en 2005 y en 2006 Al margen de la página. En 2006 recibió el primer premio en el I Certamen de Poesía María Fulmen 2006 de Sevilla por su libro Albergue de tus labios. En 2008 recibió el primer premio en el XI Certamen de Poesía Marc Granell Vila D`Almussafes 2008 (Valencia) por su libro Alumbramiento. En 2008 presenta junto a numerosos poetas (Felipe Benítez Reyes, Carlos Marzal, Amalia Bautista, Vicente Gallego, Luis García Montero, Alexis Díaz Pimienta, etc.) un libro común titulado Palabras que se mojan. Versos que nos abrazan publicado por la Diputación de Sevilla. Así mismo, obtuvo el primer premio en el I Certamen de Relatos Cortos convocado por la Delegación de Igualdad del Excmo. Ayuntamiento de Coria del Río en 2008 por su relato Sueños Perros.


SUCINTO ARGUMENTO Lira feliz el resto de tu vida: la bella música, el compás pálido de las cuerdas. Felices y plácidos y nítidos acordes y sonidos asediados por las manos rigurosas como una fuente helada, pura, intacta. Pero atesora el mundo otros trofeos: un alfanje plata que secciona el más frío mármol, un haz de pétalos inciertos –ofrenda al más oscuro de los dioses-, húmedas ágatas resbaladizas, severas acrobacias sobre blanquísimas crines de caballos como palomas que desatan, silenciosos, el lazo amarillo y ondulado de una brevísima sonrisa. Mientras el armónico viento exhala el difuso aliento de los días, sírvete esta fruta verde y mineral, lira feliz el resto de tu vida.


LA DAMA DE LAS FRUTAS

Es el aire que revolotea las sedas que albergan su cuerpo y las alumbran los amarillos y mandarinos hilos de sol. De sus brazos crecidos como a Dafne le nacen las rojas manzanas fragrantes, las peladas uvas del beso que ella regalará a una boca ansiosa. Blanca piel de rica carne en la primavera eterna de los dioses: Pomona pasea la pasarela del tiempo para que tú y yo, nosotros, vosotros los que tenemos los huesos hechos de invierno recojamos de sus níveas manos la fruta, el elixir divino, el jugo de las huertas que nos conduce a la frontera gloriosa de los volcanes lúcidos del día para olvidar las madrugadas en la sombra.


LLUMETA A la diosa que yo quiero y amo abre su flor la noche y extiende su capa para cubrirla con sus finos dedos; le regala un cielo exacto y eterno ataviado de trĂŠboles fulgentes y un ancho infinito dormido sembrado de sueĂąos inabarcables.


DIANA DE MURAKAMI Una atlética cazadora con medias de seda y zapatos de tacón va saltando alambradas y subiendo escaleras para ingresar en un bosque peligroso. Ha elegido su mundo, su año, su siglo ¿o no? ¿Acaso alguien, en la frondosa y metálica oscuridad, la empujó con una mano de monstruo? ¿Alguien temió su fuerza, su habilidad con el arco y la flecha? ¿Alguien supuso la severa pupila de sus ojos graves y bellos destinados a ver verdad en un mundo incierto? ¿Alguien percibió el fluir de su instinto, la conducta solitaria en un mundo solitario de virgen blanca, blanca como su hermana Minerva?

Desdeñosa fuerte, bella segura, esquiva graciosa.

La que salva a las vírgenes de las zarpas mortales del monstruo.


IV CARMEN RODRÍGUEZ



“Nací

en Sevilla, y actualmente ejerzo como profesora de Lengua y Literatura Españolas en el Instituto de Enseñanza Secundaria Triana de dicha capital. En el año 2008 publiqué el poemario Contra todo pronóstico, y soy la autora del blog venganzamanomortalwordpress.com. Sobre estos poemas: “La poesía que he hecho hasta ahora supone una reflexión más o menos lúcida sobre mi vida y la de mi generación, una generación que en su momento creyó en una serie de valores, el arte, el cine, la literatura, que hoy han sido sustituidos por los más rentables del poder o el dinero; y en cuanto a su forma, es breve y conceptual, casi aforística; brevedad conceptual que se mantiene en los poemas que aquí se reproducen, en los que se impone una mirada irónica sobre el mundo de la mitología clásica, tan distante y distinto del nuestro, tan actual, sin embargo”


Admeto

En cita inaplazable convocado, Admeto se negaba a habitar el reino de las sombras; partió por él Alcestis, su mujer, que a su regreso (pues fue rescatada por Heracles), se dedicó a cambiar el mobiliario completo de la casa por otro más alegre, y a entrar y a salir, y a divertirse, intentando hacer de tripas corazón, borrón y cuenta nueva.


Edipo Edipo, el del pie deforme, se encuentra con la esfinge, de monstruoso cuerpo, al fondo de una gruta sembrada de cadáveres. Intenta seducirlo, pues siente miedo ante quien sabe que sólo claridad verá en su enigma. irremediablemente, se cierra su destino. También él, hacia lo inexorable se encamina. ignorante, el héroe salvador engendra hijos con la que lo engendró. ¡Oh, funesta verdad! En vano intento, huyendo de la luz, se arrancará los ojos. Mas la luz insiste. Vencido, absorto, más que nunca con torpe caminar, avanza hacia Colono


Los olímpicos Fruncieron el ceño los olímpicos al conocer las historias del aedo; imposible reconocerse en esos bobos que con torpe afán corrían tras los mortales y en sus humanas querellas se mezclaban. ¡Oh funesto poeta! ¡Fabulador! ¡Loco! ¡Superchero! Habría que desterrarte a ti y a tus iguales. Y, en su ceguera, ni siquiera intentaron los soberbios dioses desentrañar la oscura belleza de los signos que al cabo de los siglos acabarían con ellos.


Estesícoro Hubo un poeta en muy lejanos tiempos, Estesícoro lo llamaban, que hizo llegar muy lejos su osadía: Cantó su palinodia, afirmó no ser la bella Helena la que causó el desastre, sólo su doble, bello fantasma, espléndido anticipo de la perpetua sombra en que años más tarde, quedaría Troya sumida para siempre.


V JESÚS M. CASTILLO


“Mi trayectoria literaria se reduce a escribir desde siempre, prosa y poesía (sin nada publicado), y haber ganado un premio de relatos en la Universidad de Sevilla sobre mujeres excepcionales en el que escribí sobre mi abuela”


(A ‘torso estatua del Dios Mercurio’, Sala XVII) EN EL MUSEO De piedra maculada tu piel de mármol me enloquece… Cuando nadie me mira me escondo envampirado y en silencio, palpando tus cuádrices helados… ¡Qué suave y terso! ¡Mi cuerpo se estremece hasta lo incógnito! Cual alpinista escalo hasta tus glúteos y mis dedos murciélagos repasan tu cintura… “Abrázame”, susurras, ¡y obedezco! Me siento entre tus nalgas de museo. ¡Mi corazón palpita en tu piel nacarada! En tu cuello de atleta se posan mis encías, ¡mis colmillos arañan gelidez centenaria! ¡Eres mío! Ya no podrías correr, aunque quisieras. Tu sangre latina fluye por mi garganta helada, mi mirada nublada entre mosaicos de una ciudad itálica en teselas… ¡Ahí estás tú, mi víctima latina! esperando, aún sin el sexo amputado, a dejarte querer en el museo…


(A “Mosaico del Otoño”, Sala XII) MOSAICO En ti, mosaico, he visto reflejada mi vida. En teselas la tengo dividida y no puedo, ni quiero, decirte que me encantas. Cada una de tus piezas tiembla como una lágrima, sonrisas revividas, un beso y un insulto, un abrazo sincero y despiadado. Así es la vida, mi mosaico, sin las marcas oscuras no se entienden las blancas.


(Sala XII) Amazona Cabalgan, maquiavelos, sobre nuestras cabezas luciendo, presumiendo de abolengo a la vez que nos dictan nuestras leyes. Montan como si fueran dioses salidos de las urnas un sistema que mata, de recortes. Al galope, reclavan sus espuelas de banqueros criminales y torturan al mismĂ­simo pueblo, nosotras, que somos su montura.


(Sala XIV – Estatua de Mercurio) Compañero He sangrado contigo, compañero, es tu herida la que ha abierto mis venas y tu dolor de hermano me ha empujado al suelo de rodillas. Tu llanto son mis lágrimas, tu angustia mi agonía. Déjame que te abrace en silencio y roce, apenas, con mi nariz la tuya, con mis labios tu fresa nacarada, que te mire, profundo, a tus ojos de fuego. Como la llama derrite la esperanza de la vela, sin miedo, deja tu corazón latir con mis latidos. Tu sufrir es amor y mi amor es sufrir que es alegría de tenerte tan dentro que te sales lanzándome a volar al infinito.


(Sala XIX- Frontal de fuente)

Una noche Una noche de Luna, llena de madrugada, un pastor salió al bosque en busca de sus cabras. Con miedo de los lobos, quizás lo devoraban, tanto anduvo pensando en los aullidos feroces que escuchaba que se topó de bruces, cuando ella amamantaba, con una loba ciega de Luna y esperanza. “¿A dónde vas pastor?”, le preguntó la loba por olfato, “A buscar a mis cabras”, le respondió el pastor, totalmente espantado, “¿Tus cabras? Tus cabras se han marchado. Han volado a la Luna de mis antepasados”.


VI SOL MÁRQUEZ


Su obra poética permanece en su mayoría, inédita. Ha colaborado en la revista Ateneu (Malgralt de Mar-Barcelona) y en la colección de Cuadernos de Roldan (Sevilla).


EQUUS ¿Qué misterioso vínculo nos une, pétreo corcel de Iberia? ¿Desde qué sueño remoto, cruzando el milenario abismo de la historia llega hasta mí tu prolongado relincho? Porque he deseado asir muy suavemente la mutilada cabeza de mármol y, apoyando mi frente en su enjoyada testuz entregarme a la dulzura del reencuentro. ¿Cómo hallar las palabras de la lengua tartésica con la que yo te hablaba? Necesito decirte que me duele tu ausencia, la recia mansedumbre con la que me seguías cuando ,atravesando las turdetanas sierras te conduje al venerado santuario de Endovélico. Allí, antes de sumirme en la “incubatio” te ofrendé al Incognoscible… Tú te otorgaste, con tu limpia mirada fija en mí, que te empujé al misterio. ¿Dónde estaba el jinete cuando aquel alazán cabalgaba las sombras? Barridos por el tiempo, nos ha recuperado el sempiterno pálpito mineral de la piedra.


LA HERMANA DE APOLO

Mil bosques para ti, y para mí tan sólo la ciudad. ríos y lagos para contemplarte, y para mí un pequeño espejo. Caminabas abrazada por el viento solamente, inquietas las flechas en tu carcaj, ansiando herir, enamorada de ti misma… Casta Diana, yo no te comprendo. Porque era tu vida gris (y la amabas ) crueles tus días de caza y el bosque entero estaba sombrío. Mas cuando un pequeño sol entró en él lo convertiste en ciervo. Y, mientras él te adoraba sus perros lo destrozaron y tú bebiste su sangre. Absurda Artemis, tu boca siguió copiando la línea del horizonte.


VII CARMEN IGLESIAS.IGLESIAS.-


Nacida en Sevilla en 1983, es Licenciada en Derecho por la Universidad de Sevilla, Profesora de Español por la Universidad de Barcelona, Máster de Organización de Congresos y Eventos y Técnico en Protocolo y Organización de Actos. Ha participado activamente en el taller literario de la Editorial Beta de Sevilla y en la Escuela Andaluza de Escritores durante la última década. Fue semifinalista en la 2ª Edición del Concurso de Poesía Flores Nuevas con el poema Escarcha e hizo una exposición de poemas sobre Itálica y el Museo Arqueológico de Sevilla en el recital Poetas con el Museo de 2010. Actualmente ejerce como Profesora de Español en la escuela de Español Sevilla Habla Languages y colabora como tutora de español en el programa de inmersión lingüística de la Universidad de Texas.


GUARDIANES DE LA ITÁLICA SOÑADA

Como el cementerio de Santiponce, la herencia de Adriano descansa cobijada por cipreses. Su hijo – anfiteatro es hoy un vasto ojo de guardián que - con celo- vela expolios en la noche. Como los gladiolos perpetúan el espíritu ancestral, nosotros - nuevos hijos de Adriano velamos conservando el espejismo de su amada e inconclusa Itálica. Nuestra fiel pupila irradiará su reflejo esplendoroso a un iris sucesor.


AROMAS A PREHISTORIA

A veces - para viajar sólo necesitamos de la sala de un Museo y liberar al olfato de tóxicos. En un Museo cómplice, el visitante se embriaga de aromas pasados. Aromas de hogar: como el de quemaperfúmenes familiares. Aromas espirituales: como el humo que se eleva a los dioses en anhelo de fragante plenitud. Aromas sensuales: como el cuello de la mujer tartesia. Aromas fúnebres: como el incienso - de los templos sumiso ante la muerte. En el Museo del presente, el olfato es cómplice de aromas pasados.


(Sobre el Juicio de Paris) LOS INVITADOS AL BANQUETE Éride es un demonio que tienta al hombre: arrojando sobre la mesa la manzana de oro, ésta chispea la vanidad de las diosas: Atenea, Hera, Afrodita; todas quieren ser Paloma Blanca. Aún divinidades, peor que el hombre proceden: la vanidad es a dioses y mortales. Impertérrito –Zeus - se lava las manos y -como Pilatos - , encarga a Hermes; que hace llamar al joven pastor del Ida a que medie en la contienda. Parisucristo resuelve en favor de la diosa Afrodita; Esparta y Troya ya son hermanas. Pero Helena no es de Troya, ni de Esparta, ni de Zeus, ni de Paris, ni de Cristo; ni de los hombres. Helena es una Eva de tentaciones que – desde la hermosura – acecha al hombre. Helena es sangre como la guerra. Guerra de Troya – tierra contra cielos -. Tras la masacre – hambrientos – como la insaciable cólera de Éride, del banquete escudriñamos los gajos de la manzana. Dios con su cetro -inequívoco anfitrión del banquete celeste -, deplorase de la generosa libertad conque revistiera al hombre. Así resuena el ardid de la Diosa Discordia: “La vida es un convite de manjares prohibidos”.

Como la boda de Tetis y Peleo, -a veces es la vidabanquete de gajos podridos.


VIII GONZALO GRAGERA



Gonzalo Gragera (Sevilla, 1991). Es autor del poemario Génesis. Escribe sus primeros versos a la temprana edad de doce años. Ha publicado sus poemas en la revista Isla de Siltolá y en la antología –aún no editada- Las miradas del amor bajo la tutela del poeta y fotógrafo Ramón Simón. Participó en el taller de escritura impartido por el escritor y traductor Antonio Rivero Taravillo. Actualmente colabora como articulista en el periódico digital SeviYa Cultura. Su infancia son recuerdos de un patio de Sevilla, donde no maduraba el limonero, pero sí un desmesurado interés por la literatura y la cultura en todos sus ámbitos. Escribe sus primeros versos a la temprana edad de doce años. Actualmente cursa sus estudios universitarios de Derecho en la Universidad de Sevilla.


MOSAICO DE BACO Como las luces que conforman cielos y galaxias lejanas, halló el hombre las medidas exactas de tu ser; una a una dispuso en ti la roca perenne en la memoria de los siglos. Pues es naturaleza siempre muerta quien otorga sentido a todo el arte: palabra, mármol, música, pintura. Ironías, sutiles paradojas que sostienen, de forma un tanto extraña, la condición humana y su existencia. Mas no todo será siempre tragedia y tendrá entonces su cabida el hombre cuando comprenda, vigoroso y altivo, que es él la razón última, la luz que vislumbra los credos y las obras que se exponen en muros y fachadas. De este modo, la dicha será gozo… y el espejo que asoma a vuestros dioses, el principio carnoso, fruto tierno y maduro, parámetro divino.


TORSO DE DIANA ¿Cómo trazar tu rígida hermosura bajo la luz de un cuerpo que estremece? ¿Cómo hallar la razón donde fallece el querer de lo diario y su cordura? ¿Cómo captar lo que jamás perdura y en la memoria del ayer perece? ¿Cómo hablar del frío que te mece -severa vertical de tu figura-? ¿Cómo retar al verso que defina la serena quietud de tu pureza, la belleza en virtud grecolatina? ¿Cómo lograr que dicte el intelecto palabra que describa con certeza la grandeza que emana en lo perfecto?


IX MANUEL JESÚS OSUNA


“Nací en Sevilla hace 46 años. Escribo poesía desde los 25 aproximadamente pero hasta los 35 no entré en contacto con la institución Noches del Baratillo. Durante tres años participé activamente en la entidad, hasta que motivos laborales me han distanciado momentáneamente. Durante este tiempo he publicado poemas en varias revistas. Aldaba, dos veces, en el Libro de Érato, en la revista cultural La Sala de Castilblanco de los Arroyos. He participado en varios concursos y certámenes de poesía, obteniendo el primer premio del 2º certamen de poesía Manuel Vázquez Montalbán en Castilblanco de los Arroyos. También asistí al acto Poesía Versus Violencia de género, con el poema Carta para Adán.


ALEJANDRO MAGNO

He mirado tu rostro, dulcemente Evocando la tarde anaranjada En la mágica colina. El ciprés triste, añora desde Entonces, el tumulto de gentes por la exedra. Las estatuas de héroes y de Dioses, en el pequeño olimpo de la Hispalis; y ya eras tú recuerdo...de hombres valientes y guerreros. Los dioses solo existen en la mente Los héroes se eternizan en la historia. Tu locura de joven aguerrido, ha viajado al confín del universo; Todo a tus pies el mundo entre las manos en tu vivir de prisa. Sentado en la itálica desierta, Pienso en tus labios que a besos incitaron, tu hermoso pelo entre amorosos dedos. Y tus rotundos ojos helados por la muerte. Te fuiste solo, y solos, nos dejaste.. con el peso insufrible Del recuerdo.. El héroe que todos adoraban!...o acaso fuiste un Dios... -historia o sueño? Cae la noche en la ciudad perdida.. El ciprés triste, más triste mira al cielo, Y a su lado, detengo el caminar. siento el cansancio y tu ausencia cercana, como si fuera ayer.... y trato de entender por qué misterio Llevamos siglos llorando tu desdicha.


VENUS DE ITÁLICA

Se ha dormido en tu piel la luna llena, Espléndida, sirena nacida de la espuma. Sueño de nácar que eternizar quisiera la blanca nieve que tu cuerpo baña. Llevas el soplo de la primavera En tu pisada leve; y la desnuda figura de tu gracia Embriaga el corazón de los amantes. Oh diosa! de mármol prisionera.... Y cada amante, araña tu amargura, Tiñe de sangre, tu blanca vestimenta Amor mortal deseo prohibido, Que brinda dulzor a tu belleza. Podías refulgir en los altares Habitar siempre en pedestal de armiño, Pero ahí donde hieren las pasiones, Has fijado gustosa tu morada. También la rosa conjuró a los dioses Por ser del jardín la mas hermosa. Igual que tu soberbia ante los hombres Exhibiendo orgullosa tus espinas.


X DIEGO ROPERO


Es licenciado en Historia de América por la Universidad de Sevilla. Director del Archivo Histórico Municipal y Biblioteca Iberoamericana de Moguer. Ha publicado numerosos trabajos de investigación históricos y los siguientes poemarios: Canto a Perseo; Dioses; Bethesda; Vieja herida el río; Historias de la emoción: (antología, 1977-1999); Anoche me visitó la luna = Last night the moon came to visit me, con dibujos de Diego Gadir; La realidad velada de la lluvia; Restos del naufragio; El bosque devastado y Los días cumplidos (Poesía, 1977-2010). Ha realizado, además, las ediciones: Poesía reunida de Miguel Teurbe Tolón (1820-1857) y Tierra de secreta transparencia de Serafina Núñez (1913-2006), ambos cubanos, y, más recientemente, Finis vitae: testamento y codicilo de Felipe Godínez, edición especial que conmemora el 350 aniversario de la muerte de este dramaturgo del Siglo de Oro.


IMPLORANDO EL REGRESO DE LOS DIOSES Recuerdo el verano cuando los dioses cayeron derrotados. Nunca imaginaron que serían tristes actores secundarios de unos episodios convulsos. No fueron capaces de minimizar el daño. Ahora malviven en la soledad más absoluta. Faltó, tal vez, un instante para mantener la casa impoluta y a sus habitantes en preaviso. Cada vez eran más los que empujaban contra los preclaros textos que hacen libre mi voluntad. Despierto cada mañana desganado porque me falta el aliento y el gracejo de aquellos dioses que una multitud irreverente y canalla apeó de sus pedestales. Es tiempo ya para que no se hagan de rogar y regresen, con todos sus atributos, al solar patrio.


FIN TRÁGICO DE UNA VESTAL La última sacerdotisa, ahogada en aguas del Tíber, había ingresado en el templo sin carga aparente, solo un cuerpo joven velado por la brisa vespertina y el eco de la danza que, nadie como ella, ejecutaba etérea a los ojos de Diana. No fue célibe su hermosura ni el tiempo le rogó que desistiera en sus escarceos amorosos con un joven desconocido que arriesgaba la vida en cada cópula y frente a las estatuas quedó sentenciado. Deduzco que ambos fueron sorprendidos por un padre deshonrado y un rey celoso. Lo que pasó después inspiró al autor de este epitafio: Morir para gloria de un imperio es una atrocidad, pero si por amor se muere, no te escandalices.

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EL PERIPLO DEL JAZMÍN Haré caso omiso a las habladurías cuando el jazmín se apresure a cubrir la planicie impoluta del testero que da cobijo a un poema dedicado al amor filial, ya extinguido el objeto del deseo, ya imaginando cómo pudo haber sido una vida larga al compás del sonido de la esquila de la torre que, según consienta el viento, llega más corpóreo o distante, pues así culminó el testamento del dios de los judíos, entre abruptas rocas y una zarza ardiendo en una costa inhóspita por donde pasaron legiones de hombres y pájaros. Y no temo que algún día, en su periplo (como el jazmín) me superen hasta la extenuación. Perdurarán entonces mis huesos en una tumba anónima alejada del ruido, polvo sobre polvo en una tierra donde escarbar es reconocer la diminuta sigilada de barniz rojo que tanto aprecio. Nunca pudieron desalojarme del recinto los brutos maquinadores que hicieron de las leyes un trasunto del desprecio que sentían por los ciudadanos y, altaneros, por los excluidos. (El pasado es ya presente.) Dejé para el centinela de caminos la proeza de la veneración que sintieron los romanos por la lectura en estancias para el reposo que alumbraban con el sarmiento de sus viñas y el aceite almacenado en dolias, cuyo excedente acababa dando brío a otros hogares. En la ladera del escarpe, desde donde se contempla el prodigio rojo de la marisma, los comerciantes foráneos en sus embarcaciones habían convenido con el dueño (dominus) de la villa que un ánfora olearia, con el sello del alfarero que la moldeó, se destinara a los lares de Constantino “El Grande”. Cuando las máquinas removieron salvajemente las diseminadas tumbas, un olor antiguo escapó por la carnadura compacta de la cantera rota y, al instante, supe que allí (en el mismo lugar donde encontré un trozo de lucerna con la cruz) enfrentaría mi destino. Pero, entre evasivas y decretos, mi pecho soporta aún la opresión de la historia y un enigma mucho más inquietante: las iniciales de una frase incompleta sobre el fragmentado mármol que un día adornó la impetuosa heroicidad de un joven rey macedonio.


NÉMESIS & CAELESTIS Huellas extinguidas, imperios atrincherados en vetustos anaqueles, la beldad que fue único acto en el teatro del mundo. ¿Quién supuso que Némesis escucharía? Exvotos de esclavos atletas, de dignatarios corruptos (algunos no pudieron escapar al ajuste de cuentas). Una llama casi perdurable sustrae la curiosidad del espectador que prefirió cerrar los ojos y expiar su falta. Bajo tierra se cocina la tragedia; lobos esteparios acechan en la arena. Muchas veces imploró el perdón de la diosa, a quien había declarado el amor que sentía por la muerte. No pudieron las guerras con el vestigio celeste que todas las primaveras aflora entre un tumulto de piedras en el anfiteatro donde quedaron sepultadas las plegarias que una mujer humilde consagró en su vejez. La diosa parece desganada, casi no aprecia el dolor de los mortales, sus huesos sufren de osteoporosis, se lamenta. La frescura del río ventila la alcoba en la que yace.



Prólogo por Teresa Murillo Introducción por C.I. Martín I. Rosario F. Cartes Biografía Rosario F. Cartes Tartessos (Dioses y un Paisaje) A(Ad/G)onías Bakcheia II. José María Jurado Biografía José María Jurado Itálica Mercurio Diana Venus III. Lola B. Sousa Biografía Lola B. Sousa Sucinto Argumento La Dama de las Frutas Llumeta Diana de Mukarami IV. Carmen Rodríguez Biografía de Carmen Rodríguez Admeto Edipo Los Olímpicos Estesícoro V. Jesús M. Castillo Biografía Jesús M. Castillo En el Museo Mosaico Amazona Estatua de Mercurio Frontal de Fuente VI. Sol Márquez Biografía de Sol Márquez Equus La Hermana de Apolo VII. Carmen Iglesias Biografía Carmen Iglesias Guardianes de Itálica Soñada Aromas de Prehistoria Los Invitados al Banquete VIII. Gonzalo Gragera Biografía Gonzalo Gragera Mosaico de Baco Torso de Diana

3 5 9 11 13 17 19 21 23 25 27 31 33 35 37 39 41 43 45 47 49 51 53 55 57 59 61 63 65 67 69 71 73 75 77 79 81 83 85 87 89 91 93 95 97


IX. Manuel Jesús Osuna Biografía de Manuel Jesús Osuna Alejandro Magno Venus de Itálica X. Diego Ropero Biografía de Diego Ropero Implorando el Regreso de Los Dioses Fin Trágico de una Vestal El Periplo del Jazmín Némesis & Caelestis

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I.- POETAS EN EL MUSEO (2013)


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