Sierra de Gata

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Viernes 05.04.13

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CINE

La última de Steven Soderbergh ‘Efectos secundarios’, un ‘thriller’ psicológico sobre el delicado tema de la depresión [P7] MÚSICA

El trío Taxi, al natural La banda gibraltareña presenta en Valladolid y Salamanca su álbum ‘Tras el horizonte’ [P12]

Cinco pistas para recorrer la Sierra de Gata Fragosos pinares, castañares, encinares y abruptas laderas, en el extremo más occidental del Sistema Central [P2]

Espadaña de la iglesia de San Juan Bautista, junto al castillo de Trevejo. :: JAVIER PRIETO


2 GPS

PLANES

Viernes 5.04.13 EL NORTE DE CASTILLA

Una mujer pasea junto al río Árrago a su paso por la localidad cacereña de Robledillo de Gata. :: REPORTAJE GRÁFICO DE JAVIER PRIETO

La Sierra de Gata en cinco brincos Pueblos y paisajes de una sierra agreste y bella Tan cerca, tan lejos. La Sierra de Gata está ahí mismo, a la vuelta de la esquina, y sin embargo pareciera que se encuentra al otro lado del mundo. Casi casi como si se tratara de la otra cara de la Luna. La que queda oculta tras kilómetros y kilómetros de fragosos pinares, castañares, encinares y abruptas laderas, en el extremo más occidental del Sistema Central, en esa punta lejana en la que se tocan las tierras de Salamanca, Portugal y Cáceres. Al otro lado de una tierra casi inhóspita tras

las que comienza, si se llega desde el norte, Extremadura entera. Es un dédalo de vallejos intrincados que los ríos descienden formando torrenteras y los hombres aprovechan escalonando terrazas en las que prospera un ejército infinito de olivos y viñas reposándose al sol. También un reguero largo y sinuoso de pueblos viejos y estampas serranas, dueños de una arquitectura contundente, a veces laberíntica, hechos de granito y pizarra para resistir la dureza

RUTAS CON ENCANTO

SIERRA DE GATA JAVIER PRIETO

del clima y el paso del tiempo. De calles casi siempre estrechas y empinadas que fuerzan el paseo a pie, la única manera de sentir la frescura de sus vientos y el olor de sus hogares. La única forma de alcanzar los rincones pintorescos que todos ellos conservan y que se muestran solo a quien es capaz de adentrarse, sin miedo, en sus corazones de piedra. Para quien no sepa por dónde empezar o terminar el recorrido por esta sierra vieja –una de las más antiguas de toda la Península,

geológicamente hablando–, aquí dejamos algunos rincones que no deberían faltar.

1. San Martín de Trevejo Es uno de los pueblos más pintorescos de toda la sierra, aunque no es el único que ha sabido conservar una arquitectura tradicional de corte serrano en buena parte de su casco urbano. Un casco urbano al que hay que entrar, por supuesto, a pie. Es la única forma de disfrutar como se merece del encanto de una arquitectura en la que abundan

los entramados de madera, el granito, el adobe y la peculiaridad de una entrada en alto a las viviendas que obliga al uso de escalones –que aquí llaman poyos– desde el nivel de la calle. El centro de la calles lo reservan para dejar correr los regatos que bajan de la sierra con un frenesí desbocado en cuanto caen cuatro gotas. Casi siempre el arranque del paseo por el interior de la población está en su bella Plaza Mayor, con el edificio del Ayuntamiento volando sobre un desmesurado soportal que, además de resguardo frente a las asperezas del clima, ofrece la modernidad de cobertura Wifi para quien la necesite. A este hermoso cuadrilátero, al que hace de centro una fuente con pilón del XIX, se asoman, desde uno de sus ángulos, una torre campanario del XVI y, por otro de sus costados, el palacio de la Casa del Comendador. Una calle conecta la plaza con la iglesia de San Martín de Tours, que guarda en su interior el tesoro de tres tablas pintadas por Luis Morales el Divino. Desde el templo, por la calle del Puerto, lo suyo es encaminar el paseo hacia la parte alta de la

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PLANES GPS 3

Un burro por el casco urbano del municipio de Gata.

Trevejo, vista desde su castillo.

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Arquitectura tradicional. Robledillo de Gata.

3. Trevejo

Camino empedrado en San Martín de Trevejo.

Sobre un peñasco con vistas casi infinitas sobre las llanuras adehesadas del norte extremeño se asoman las deshilachadas ruinas del castillo de Trevejo. Dada su estratégica posición es fácil imaginar el ansia de conquista que debió de despertar en cuantos pasaron, a lo largo de los siglos, por estas tierras tan fronterizas como metidas siempre en peleas. Tras los envites de la Reconquista, el castillo fue reedificado y defendido por los Templarios. Después pasó a manos de la Orden de Santiago y más adelante –tiempo tuvo– vivió una larga sucesión de asedios y asaltos que se interrumpió en el siglo XIX, con su abandono. Un abandono tan dramático que hoy amenaza con desmochar de un momento a otro a cualquiera de los muchos visitantes que se

«La única forma de alcanzar los rincones más pintorescos de los pueblos de esta sierra es ir a pie»

acercan hasta él. A sus pies se alza la iglesia de San Juan Bautista, con una torre espadaña y tumbas antropomorfas excavadas en piedra. Mención aparte merece la evocadora aldea de aires pétreos y corte ancestral que se arracima en torno a los restos de esta veterana fortaleza. Un camino señalizado –el GR.10 que recorre toda sierra– une en 2 km la fortaleza con la también interesante localidad de Villamiel.

4. Gata Otro rincón imprescindible de la sierra es, precisamente, la población que la da nombre. De nuevo un laberinto de granito y calles estrechas en el que hay que penetrar a pie. No hay pérdida para alcanzar su Plaza de Mayor y su iglesia de San Pedro, frente a la

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PORTUGAL

Gata

San Martín de Trevejo EX-109

localidad, donde se localizan algunas de sus calles más hermosas. También la fuente Chafaril, con un escudo de los Austria, y la antigua subida hacia el puerto de Santa Clara, que conserva buena parte de su calzada empedrada. Pero uno de los tesoros mejor conservados de San Martín de Trevejo es su lengua, una forma de comunicarse que comparte peculiaridades con las poblaciones de Valverde del Fresno y Eljas. Se conoce como A fala y es una rareza dialectal digna de estudio que suena a una cantarina mezcla de asturiano, gallego y portugués. Está considerada Bien de Interés Cultural por la Junta de Extremadura y dicen los filólogos que se remonta, nada menos, que al momento en el que los reyes Fernando II y Alfonso IX hacen donación de la zona a colonos llegados del noroeste peninsular. Pero lo más sorprendente es que cada uno de estos tres pueblos, apenas separados por unos pocos kilómetros, han acabado por limar sus propias derivaciones dialectales: o manhegu en San Martín de Trevejo, o lagarteiru en Eljas y o valverdeiru en Valverde del Fresno.

Desde San Martín de Trevejo un empinado sendero señalizado, el PR-CC 184, conduce hasta lo alto del puerto de Santa Clara. Es un tramo del recorrido que faldea la sierra enlazando las localidades San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno. La subida hasta el puerto cuenta con el aliciente de discurrir, casi toda, sobre una antigua calzada empedrada que, además, permite disfrutar del robledal de Ojesto, uno de los más destacados del norte de Extremadura. Después de los primeros repechos, un corto pero empinado tramo de calzada que discurre entre bancales de olivo y con buenas vistas sobre San Martín, se alcanza una bifurcación señalizada en el que hay que continuar por la derecha. Ya con rampas mucho más suaves, el empedrado marca siempre el camino a seguir. Más o menos a mitad de la subida se pasa junto a tres majestuosos castaños con muchas centurias a cuestas. Entre San Martín y el puerto median 4,8 km que pueden realizarse en una hora y media.

CL -52 6 Ca st ill a yL Ex tre eó m n ad ur a

2. Sendero de «A fala»

Información. La web www.sierradegata.org ofrece una completa información sobre localidades, rutas, alojamientos...

que se localiza la fuente del Chorro, ennoblecida por un gran escudo de Carlos I con el Toisón de Oro. Esa misma calle sirve para adentrarse, hacia arriba, en la zona con más sabor de la localidad. Otro de sus orgullos es contar, a la entrada de la localidad, junto a la carretera, con el cedro de mayor envergadura de Extremadura: 30 metro de altura y más de 200 años.

5. Robledillo de Gata Trazadas siguiendo las curvas de nivel de la montaña, sus calles saben a piedra, pizarra y barro. Se extienden como en un pequeño embudo, formando un laberinto de callejones empinados y sinuosos, en los que llama la atención el uso abundante de pasadizos. Era la forma antigua en la que se unía sobre la calle el primer piso de dos viviendas diferentes, mediante una estancia que a menudo servía como almacén en el que se guardaban los víveres de ambas casas. Uno de los rincones imprescindibles de Robledillo de Gata es el Molino del Medio, cuyo nombre lo identificaba entre los cuatro molinos de aceite con los que contó la localidad. Su recuperación para la visita lo ha convertido en una auténtica joya etnográfica que permite conocer cómo se realizaba, con la ayuda motriz del río y después de la electricidad, el laborioso proceso de elaboración de esta materia que tanta importancia tuvo hasta mediados del siglo XX para muchas familias del pueblo. Dominando buena parte del conjunto urbano, sobresale la iglesia de la Asunción, con una poco frecuente planta hexagonal y un pórtico abalconado que la rodea al tiempo que se abre sobre el pueblo en pendiente. Otra de las señas de identidad de Robledillo, son los esgrafiados que decoran muchas de las fachadas marcando sobre los revoques curiosos dibujos y motivos ornamentales. info@javierprietogallego.com


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