Darynda jones segunda tumba a la izquierda 2

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Segunda tumba a la Izquierda

DARYNDA JONES

Me encantaba hacer sudar a los chicos malos. Lo cual no se diferenciaba demasiado de mi pasión por hacer sudar a los chicos buenos, aunque por razones muy distintas. De vuelta a casa teníamos que pasar por Santa Fe, lo que me proporcionó la excusa perfecta para tener un tête-à-tête con Neil Gossett, el subdirector de la prisión. En realidad, Gossett había llamado cuando íbamos de camino a casa y había insistido en que fuera a verlo. Le había pedido a su ayudante que nos concertara una visita. Bien sabía yo cuánto gustan las visitas en las cárceles. —¿Crees que Neil te facilitará ese tipo de información? —preguntó Cookie cuando terminó de hablar por teléfono con su hija. Por lo visto, Amber estaba pasándoselo bien con su padre, lo que parecía aligerar las preocupaciones de Cookie—. Es decir, ¿los registros de visitas no son confidenciales? —Lo primero es lo primero —contesté, de camino a la prisión. Saqué el móvil y llamé al tío Bob. —Ah —dijo Cookie, tecleando en el portátil—, mistress Marigold acaba de contestar el mensaje que le envié. —¿De verdad? ¿Dice algo de mí? Cookie ahogó una risita. —Bueno, le pregunté qué quería del ángel de la muerte y ha respondido, textualmente: «Eso es algo entre el ángel de la muerte y yo». —¡Sí que dice algo de mí! Qué maja. Cookie asintió al tiempo que el tío Bob respondía en tono brusco. —¿Qué tienes? —¿Aparte de unos buenos melones? —pregunté. —Sobre el caso. Se irritaba con mucha facilidad. —¿Lo quieres todo con pelos y señales o te vale con un resumen? —Detallado, si no te importa.

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